Roger Tomás Yela Burgos
Saimelyn A. Forteza Rojas
Maritza Ortiz Torres
Universidad Estatal Técnica de Quevedo
rogeryela@hotmail.comResumen 
 La modernización del Estado es el gran desafío de  los nuevos tiempos. Es responsabilidad del gobierno y sus políticas lograr un  grado de eficiencia y efectividad por lo menos similar a la que se  necesita para resolver los problemas cada vez más perentorios de la población.  La denominada visión productiva del Estado valoriza la elección de procesos de  transformación de recursos financieros y reales. En tal sentido privilegia su  modernización en función de gastos públicos cada vez más productivos. Así, las  administraciones públicas globales y las locales en particular, enfrentan el  reto de innovar permanentemente sus métodos de gestión para dar una respuesta adecuada,  desde la proyección del gasto público a las crecientes demandas populares en  materia de servicios públicos. En un escenario de cambios y transformaciones,  conceptos como enfoque ciudadano, visión participativa, inclusión social deben  ser incorporados definitivamente en la gestión pública actual. Por ello, es  imposible desligar al Estado de su papel primordial: garantizar el bien común.  Sin embargo, aun se perciben fallas en el hecho de imbricar procesos  participativos a la gestión pública local.
  En el presente artículo se defiende la necesidad de  una administración pública de orientaciones y políticas que incorpore la participación  ciudadana en la toma de decisiones públicas. En este contexto, se aborda en  síntesis la modernización en la gestión pública en el Ecuador y los cambios en materia de participación  en el contexto de la Revolución Ciudadana, asimismo se muestran algunas  deficiencias que se aprecian en dicho proceso.
  Palabras  claves:  administración pública,  gestión pública, participación ciudadana, Ecuador
  Clasificación  JEL: H7 O2 R1
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato: 
 Roger Tomás Yela Burgos, Saimelyn A. Forteza Rojas y Maritza Ortiz Torres (2014): “La participación ciudadana en la gestión pública local.  El caso de los gobiernos autónomos descentralizados en Ecuador”, Revista OIDLES, n. 17 (diciembre 2014). En línea: http://www.eumed.net/rev/oidles/17/gestion-publica.html
INTRODUCCIÓN
Desde Platón y Aristóteles  con frecuencia el bienestar humano es asumido análogamente como calidad de  vida. Es una máxima del individuo, del ser social, lograr un mejor bienestar  aunque pocos puedan definir con precisión el objetivo de su búsqueda. Si la  clave del bienestar fuera simplemente tener un buen ingreso, los gobiernos  podrían concentrar sus esfuerzos en el crecimiento económico e ignorar qué  necesita la gente para desarrollarse y la sociedad para lograr el bien público,  o sea, las necesidades y aspiraciones de la población no serían importantes en  la agenda de gobierno. Pero la realidad es distinta. En cualquier sociedad  democrática, los gobiernos y los sistemas políticos que los incluyen, son  juzgados no sólo por la calidad de los resultados en los indicadores  macroeconómicos, sino también por su capacidad para atender y responder las  demandas de aquellos que los eligieron. En otras palabras, el desempeño del  sector público, visto desde la perspectiva de su accionar sobre el resto de la  sociedad, transita desde las estadísticas más convencionales hasta la opinión  pública sobre el acceso y calidad de los servicios públicos y el logro de las  garantías constitucionalmente concebidas para el ciudadano.
Siguiendo a Las Heras  (2004), desde la perspectiva del accionar del sector público sobre el resto de  la sociedad, se sostiene una visión natural del todo social y el Estado su  columna vertebral. La visión mecanicista concibe al Estado como una creación  del hombre para alcanzar mejor sus fines y deseos. Desde la óptica social  participativa, se considera al Estado como un instrumento en función del bien  común de la sociedad en su conjunto basada en las libertades personales. En  este marco se asume el gobierno como función ejecutiva del Estado y expresa su  accionar a través del sector público. El sector público, en su condición de  principal agente económico, interviene activamente en la vida política,  económica y social. El equilibrio y crecimiento de la economía y el desarrollo  social son, de hecho, objetivos concurrentes en la administración pública. De  esto se deriva la importancia del sector público en el logro del  bienestar de la sociedad, que se concreta en la  práctica mediante el sistema de políticas públicas. 
En ese marco, las administraciones públicas  globales y las locales en particular, enfrentan el reto de innovar  permanentemente sus métodos de gestión para dar una respuesta adecuada a las  crecientes demandas populares en materia de servicios públicos. En este sentido  se convierte en una necesidad el conciliar las políticas gubernamentales,  interpretando y respondiendo a las demandas colectivas con enfoques de gestión  que favorezcan a los procesos inclusivos en las decisiones públicas. Sin  embargo las administraciones públicas locales se encuentran ante el dilema de  cómo lograr en la práctica desarrollar procesos inclusivos en la gestión  pública.
Por ello, en este artículo se defiende la necesidad  de una administración pública de orientaciones y políticas que incorpore la participación  ciudadana en la toma de decisiones públicas. En este contexto, se aborda en  síntesis la modernización en la gestión pública en el Ecuador y los cambios en materia de participación  en el contexto de la Revolución Ciudadana, asimismo se muestran algunas deficiencias  que se aprecian en dicho proceso.
Uno de los problemas pendientes a solución en las  administraciones públicas, lo constituye el registrar sistemáticamente el pulso  de la opinión pública que, si bien existen mecanismos dotados de sistemas que  sugieren vías instrumentales para llevarlo a vías de hecho, estos carecen de  algún componente articulador de la opinión pública y la de los funcionarios y  dirigentes hacedores de políticas, lo cual puede influir, entre otros aspectos,  en la inclinación de la política diseñada hacia intereses de grupos específicos  y afectar, por transitividad, las decisiones públicas.
   La  toma de decisiones públicas locales tiene una notable influencia en la  gobernabilidad, puesto que, es a nivel local comunitario donde se originan las  demandas y necesidades más inmediatas de la ciudadanía, cuya insatisfacción  puede redundar en la falta de credibilidad en las instancias de poder, e  incluso puede llegar a deslegitimar al propio sistema de dominación en su  conjunto, debilitando el consenso y la gobernabilidad. 
   En  el ámbito municipal, es donde se dan las mejores condiciones para que se  fomente la inclusión social, expresada a través de la participación ciudadana  en las decisiones públicas puesto que, como dijera Martí (1975) “el municipio  es lo más tenaz de la civilización romana, y lo más auténtico de la España  colonial (…) por los municipios, en lo más de las colonias, entró en libertad  la América. Esa es la raíz, esa es la sal, de la libertad: el municipio. El  templa y ejercita los caracteres, el habitúa el estudio de la cosa pública, y a  la participación en ella, y  aquel empleo  diario de la autoridad por donde se aquilata el temple individual, y se salvan  de sí propios los pueblos”.
   Son precisamente las demandas sociales, en forma de  problemas, y la forma de hacer un censo de ellas, las que han sido el eje  central de modelos, instrumentos y la práctica comunitaria en algunos países de  la región latinoamericana, e incluso llevadas a vías de hecho en varios países  de Europa y África.  Un ejemplo elocuente  es el Presupuesto Participativo1 ,  que se extendió su práctica en varios países2 . Sin  embargo se aprecian algunas insuficiencias entre las más relevantes se pueden  señalar:
Se considera que, esas insuficiencias, limitan el  logro de una coherencia en la acción pública en lo que concierne a la  sostenibilidad de la estrategia y la política pública como medios para dar  respuesta a las demandas sociales que deben ser reveladas a partir de procesos  inclusivos. De una forma u otra, en el discurso internacional, se sostiene un  llamado al involucramiento de la población en el ejercicio de toma de  decisiones públicas, lo cual se traduce en proveer y aprovechar las ventajas de  la inclusión social.
   Precisamente  la CEPAL en los últimos años ha vinculado la inclusión social a la protección  social. Plantea la CEPAL (2013), que un sistema de protección es más que una  estructura institucional; es un acuerdo político al que concurre la sociedad  para establecer las bases sobre las que desea construir y regular su  convivencia. Este acuerdo, que está en construcción permanente, determina qué derechos  se aplican a toda la población, cómo se garantizan y en qué forma se hacen  viables. Por lo tanto, se requiere un cierto nivel de cohesión para construir  consensos que se plasmen en instituciones, normas, programas y recursos.  Asimismo, para transitar de un conjunto de políticas sociales a un sistema  integral de protección social se precisa cohesión social. Esta debe promoverse  e implica encarar conflictos entre derechos, recursos, patrones distributivos y  diseños institucionales.
   Con  el fin de encarar discursivamente la visión reduccionista de la política  social, la CEPAL ha formulado principios sobre esa política y, con ello, de la  protección social, desde un escenario de reconocimiento de los derechos  ciudadanos. Plantea el principio de universalidad, que consiste en garantizar a  todos los miembros de la sociedad determinadas protecciones o beneficios en  forma de derechos, con la calidad y en la cantidad que se consideran necesarios  para una participación plena en la sociedad. Con este principio se pretende que  todos los individuos cuenten con la certeza de que se les asegura el máximo  bienestar permitido por el desarrollo económico en un momento dado (CEPAL,  2013)
   La  universalidad está íntimamente vinculada con el principio de solidaridad, que  postula a su vez la participación en el financiamiento de la política social de  acuerdo con la capacidad económica individual. Así, la solidaridad debe  coadyuvar a asegurar la universalidad y la equidad en el acceso a las  prestaciones sociales, considerando las asimetrías de las condiciones  económicas y de la exposición a riesgos, particularmente en materia de salud y  empleo.
   Según  el principio de solidaridad se asume también que, dadas las externalidades del  bienestar individual, existe una estrecha interrelación entre este y el  bienestar social. En la vida de las personas y en el desarrollo de las  sociedades influyen la amplitud y calidad de los servicios y las protecciones  sociales (CEPAL, 2013)
   Los  principales obstáculos para el avance hacia la universalidad de las políticas  sociales y de sus beneficios han sido las restricciones de recursos y la falta  de acuerdos sociales sobre su prioridad, así como dificultades instrumentales  para su ejecución. La universalidad no es contraria a la posibilidad de establecer  criterios de selectividad, que se imponen ante la escasez de recursos como  forma de asegurar que los servicios sociales lleguen a la población más pobre  (CEPAL, 2013)
   Para  que la equidad sea sustantiva, el uso de los recursos públicos debe ser  eficiente. El principio de eficiencia en la utilización de los recursos  públicos destinados a la política social resulta también intrínseco a la  equidad, en la medida en que permite potenciar los principios de universalidad  y solidaridad sin contraponerlos. No debe entenderse exclusivamente en términos  de efectos macro y microeconómicos, sino, en última instancia, como la  capacidad para maximizar con recursos escasos los objetivos sociales definidos  (CEPAL, 2013). La CEPAL (2013) proyecta una postura en defensa de la inclusión  social, sobre la base de la cohesión social en términos de definir qué tipo de  sociedad desea. Esto lo asocia a la plena participación ciudadana en el  ejercicio de decisión pública lo cual articula con la democratización de los  sistemas políticos. 
   El  fenómeno de la participación ha sido abordado desde la antigüedad; sin embargo,  su tratamiento ha sido diferente en cuanto a su definición, contenido, alcance  y formas de materialización, es decir, en cuanto a: ¿qué es participar?,  ¿quiénes pueden participar? y ¿a través de qué vías o mecanismos se puede  participar?
   Desde  el punto de vista teórico puede decirse que la participación es una actividad  humana que tiene lugar en las diferentes esferas de la vida social, de ahí que  en la literatura suele adjetivarse el término de acuerdo con estas esferas. Del  latín participatĭo, -ōnis,   expresa una relación unívoca de integración recepción que contribuye a  entender su doble carácter, al implicar acción y enriquecimiento de los sujetos  participantes. Significa tomar parte en algo y con alguien; tener parte en, o formar parte de algún fenómeno o proceso; así se habla de participación  política, electoral, laboral, industrial, etc. En cualquiera de estas esferas  puede catalogarse de “popular” siempre que exista un involucramiento real del  pueblo. 
   Específicamente  la participación política, se vincula a las relaciones de poder y de dominación  clasista consustancial al tipo de democracia imperante en una sociedad. Se  define comoel derecho político del ciudadano a intervenir directamente  en el proceso de toma de decisiones públicas como manifestación esencial del  ejercicio del poder político. Es importante el análisis de la participación  política y de los factores que intervienen en ella, por la incidencia que esta  puede tener en la gobernabilidad de un sistema político dado. Numerosos autores  coinciden en afirmar que la gobernabilidad exige la presencia de ciertos  requisitos, entre los que se encuentra la participación de los ciudadanos en el  ejercicio del poder, especialmente en la toma de decisiones públicas.
   La  toma de decisiones públicas constituye la manifestación o atributo esencial del  ejercicio del poder político. Se convierte en una relación jurídico- política  en tanto el vínculo que se establece entre el Estado y los ciudadanos, genera  derechos y obligaciones recíprocos. Entre las obligaciones del Estado está la  de encauzar el proceso decisorio hacia la solución y satisfacción de las  demandas de los ciudadanos, así como garantizar a estos el derecho de  participación en el mismo. 
   En  ese sentido, las decisiones públicas pueden definirse como aquellas que emanan  de los órganos e instituciones estatales de poder, en las cuales se expresa el  ejercicio del poder político y que van dirigidas a la sociedad en su conjunto.  Es  oportuno señalar que toda decisión  tiene un impacto negativo o positivo en el balance de gestión de gobierno, la  cual puede evaluarse de deficiente por tres razones (Medina, 2009):
En el ámbito local, la toma de decisiones públicas expresa el ejercicio del poder político a ese nivel territorial, y debe tener como fin esencial la solución de los problemas y la satisfacción de las demandas que reflejan el interés local. La toma de decisiones públicas locales tiene una notable influencia en la gobernabilidad, ya que es a nivel local donde se originan las demandas y necesidades más inmediatas de la ciudadanía, cuya insatisfacción puede redundar en la falta de credibilidad en las instancias de poder, e incluso puede llegar a deslegitimar al propio sistema de dominación en su conjunto, debilitando el consenso y la gobernabilidad. Las características de esas decisiones y del proceso decisorio en su integridad reflejan el carácter de la relación existente entre los órganos de poder estatal y los ciudadanos, de ahí que, el nivel de democracia de un sistema político dependa, en gran medida, de los niveles de participación real de estos últimos en la toma de decisiones de las cuales son sus destinatarios fundamentales. En este contexto, en opinión de los autores, en la medida en que la gestión pública municipal se apropie de prácticas cada vez más inclusivas en términos de participación ciudadana, los gobiernos locales consolidarán la credibilidad de su gestión y las decisiones a ese nivel se propiciarán un mejoramiento de los indicadores de calidad de vida y satisfacción ciudadana.
Las  administraciones públicas locales en Ecuador no están exentas de dificultades  en su gestión en lo referente a la participación ciudadana, especialmente en la  proyección del gasto público en las provincias y cantones que componen el  territorio ecuatoriano. La coordinación horizontal de políticas y los procesos  consultivos a la población para la definición del gasto público, son procesos  neurálgicos y débiles en la administración pública ecuatoriana. Sin embargo,  existe la voluntad política del gobierno central de promover la participación  ciudadana, como expresión de la inclusión social.
   En  ese sentido, la Revolución Ciudadana instaurada por el gobierno de  Rafael Correa, se proyectó en configurar un Estado diferente en Ecuador, por  fuera de la estructura histórica centralista. Desde entonces, este proyecto  político se ha empeñado en profundizar el sistema democrático con un enfoque de  justicia regional y espacial, a través de políticas que compensen los  desequilibrios en el desarrollo territorial. La justicia regional que se  impulsa, promueve el esfuerzo articulado del Gobierno central con los Gobiernos  Autónomos Descentralizados con el fin de superar las desigualdades entre los territorios  e integrar la nación. Entre sus principales objetivos está el democratizar el  uso y el disfrute de la riqueza material y la realización plena de las  ciudadanas y los ciudadanos, sin discriminación alguna.
   En paralelo, la Constitución de la República del  Ecuador en los artículos 61, 95 y 102 plantea que se “consagran el derecho a la  participación en los asuntos de interés público, para lo cual las ciudadanas y  ciudadanos, incluidos aquellos domiciliados en el exterior, en forma individual  y colectiva, participarán de manera protagónica en la toma de decisiones,  planificación, gestión de los asuntos públicos, en el control popular de las  instituciones del Estado, la sociedad, y de sus representantes, en un proceso  permanente de construcción del poder ciudadano”.
   Asimismo, en la Ley Orgánica de Participación  Ciudadana (2010) en Ecuador, queda refrendado que se debe:
    “(…) propiciar, fomentar y  garantizar el ejercicio de los derechos de participación de las ciudadanas y  los ciudadanos, colectivos, comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades  indígenas, pueblo afroecuatoriano y montubio, y demás formas de organización  lícitas, de manera protagónica, en la toma de decisiones que corresponda, la organización  colectiva autónoma y la vigencia de las formas de gestión pública con el  concurso de la ciudadanía; instituir instancias, mecanismos, instrumentos y  procedimientos de deliberación pública entre el Estado, en sus diferentes  niveles de gobierno, y la sociedad, para el seguimiento de las políticas  públicas y la prestación de servicios públicos; fortalecer el poder ciudadano y  sus formas de expresión; y, sentar las bases para el funcionamiento de la  democracia participativa, así como, de las iniciativas de rendición de cuentas  y control social”.
   Como  el avance más importante en materia de participación, la Constitución de la  República del Ecuador de 2008 establece la creación del Consejo de  Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) como una entidad autónoma, que  forma parte de la Función de Transparencia y Control Social. Su principal  objetivo es promover el  ejercicio de los derechos de participación y  control social  de lo público, la lucha contra la corrupción y la  promoción de la transparencia, y designar u organizar procesos de designación  de las autoridades que le corresponda de acuerdo con la Constitución y la Ley.
   El  nuevo marco constitucional y legal vigente define que todo el proceso de  planificación del Estado ecuatoriano deba ser participativo, que en toda la  gestión pública y que permita ejercer el control social. Asimismo establece que  toda entidad pública, o que maneje fondos públicos, debe rendir cuentas de sus actos  periódicamente interactuando con la ciudadanía. Para cumplir con estas  exigencias constitucionales, el Estado deberá propiciar, promover, definir y  posibilitar las condiciones para que esa participación se haga efectiva.
   En  el Ecuador se definió constitucionalmente y en la  Ley Orgánica de  Participación Ciudadana mecanismos  de participación ciudadana, entre los que se encuentran:
La elaboración del presupuesto participativo es deber de todos los niveles de gobierno, formular los presupuestos anuales articulados a los planes de desarrollo en el marco de una convocatoria abierta a la participación de la ciudadanía y de las organizaciones de la sociedad civil; asimismo, están obligadas a brindar información y rendir cuentas de los resultados de la ejecución presupuestaria.
En  cada nivel de gobierno, la ciudadanía podrá organizar una asamblea local,  convocada por los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD´s) como parte de su  obligación constitucional y legal para conformar el sistema de participación en  cada uno de los territorios. Pueden existir asambleas parroquiales, cantonales,  provinciales, regionales,  procurando tener, entre sus integrantes,  actores sociales de su nivel territorial, así como del nivel territorial  inferior. Sin embargo pueden crearse otras asambleas locales ciudadanas de  acuerdo a la extensión territorial por una iniciativa propia en su convocatoria, 
   Algunas  características básicas que denotan la diferencia entre la Asamblea Local  Ciudadana y el Sistema de Participación Social de los GAD¨s:   
Asamblea Local Ciudadana (ALC)  | 
       Sistema Participación Social (SPS)  | 
       
Es convocada por la ciudadanía  | 
       Es convocada por el GAD  | 
       
No intervienen autoridades  | 
       La componen autoridades, régimen dependiente y ciudadanía  | 
       
Se legitima por su forma de organización y estatutos  | 
       Es normada por ordenanzas y resoluciones  | 
       
Es un espacio para facilitar el ejercicio de los derechos  | 
       Es una obligación de las autoridades para garantizar los derechos  | 
       
Es una instancia ciudadana  | 
       Es la máxima instancia de participación ciudadana del territorio  | 
       
Este mecanismo tiene como propósito, que él o la representante participe en el debate y en la toma de decisiones dentro de las sesiones de los GAD´s. La participación del representante se sujetará a la ley, ordenanzas y reglamentos de los GAD´s. La persona acreditada que participa en los debates y en la toma de decisiones, lo hace con derecho a voz y voto y adquiere responsabilidad civil y administrativa.
Entre los mecanismos de control social en el Ecuador se crean:
Sustentado  en los principios legales establecidos, la Secretaría Nacional de Planificación  y Desarrollo, 2013, estableció el Plan  Nacional para el Buen Vivir del Ecuador, para el período 2013-2017. Este Plan,  que concibe la estrategia de desarrollo nacional, en el objetivo 1 plantea:  “Consolidar el estado democrático y la construcción del poder popular, donde se  hace referencia a la participación social y ciudadana de la sociedad  ecuatoriana, encaminada a garantizar la prestación de servicios públicos de  calidad con calidez”. 
   El  Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, tiene un elemento enormemente  participativo, puesto que este programa de gobierno se construyó colectivamente.  Cerca de cinco mil personas aportaron ideas que fueron plasmadas en el  documento y ocho mil doscientos cuarenta y dos personas participaron en más de  cien eventos públicos y espacios virtuales. Este Plan se constituyó sobre la  base de diversos espacios participativos, entre los que destacan:
   •  Diálogos del Buen Vivir (cinco mil ciento sesenta participantes): El objetivo  de estos diálogos fue identificar, a modo de diagnóstico, los principales nudos  críticos detectados por los participantes, así como recibir también aportes  ciudadanos para la formulación de propuestas. Posteriormente, en talleres  zonales se analizó la alineación de las propuestas de los procesos de diálogo  con los objetivos, las políticas, las metas y los indicadores del Plan. 
   •  Talleres, mesas temáticas y grupos focales (mil  sesenta y un participantes): En ellos se discutieron con montubios, jóvenes,  afro- ecuatorianos, indígenas y grupos prioritarios, los temas de igualdad,  capacidades y potencialidades, derechos de la naturaleza, trabajo y sistema  económico, con el fin de identificar nudos críticos, su pertinencia y  propuestas para los objetivos y las políticas nacionales.
    •   Veedurías y observatorios (seiscientos cinco participantes): Estos  impulsaron recomendaciones sobre la base de la experiencia del anterior  Plan para la implementación de la política  pública. 
   •  Talleres participativos de prospectiva a  nivel zonal (doscientos cuarenta participantes): Identificaron problemas clave  para la visión nacional y zonal de largo plazo. 
   •  Reuniones con delegados de organizaciones  sociales nacionales, consejos sectoriales y asambleas locales (doscientos  setenta y seis participantes): En ellas se identificaron nudos críticos y  propuestas para las políticas nacionales y en preparación para la primera  Asamblea Plurinacional de Planificación Participativa, que aprobó el Plan  Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, luego del Consejo Nacional de  Planificación. 
   •  Seminario internacional (setecientos ochenta  participantes): Se llevaron a cabo seis paneles de conferencias con expertos  internacionales, en los que participaron, con sus inquietudes sobre el Plan,  miembros de la Academia y la ciudadanía en general. 
   •  Maratones radiales y espacios virtuales (cien participantes): Se realizaron  programas radiales abiertos y aportes a través de la página web, donde se recogieron  inquietudes de la ciudadanía para la construcción del Plan.
   Sin  embargo,  a pesar de que la experiencia  descrita muestra un cambio en la postura a cerca de la necesidad y creación de  espacios para que el ciudadanos participe como sujeto de su propio desarrollo,  aun se observa un nivel bajo de participación ciudadana en Ecuador. Esto se  sustenta en que la población del ecuatoriana, según el último censo de  población y vivienda (2010) es de 14 306 846 habitantes, y en las actividades  de participación ciudadana realizadas hasta junio de 2012, solo para la  elaboración del Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017, participaron de 8 242 habitantes,  representando un porcentaje de 5.76, aun muy bajo para los óptimos que se  persiguen.
Los procesos participativos,  si bien son concebidos desde una postura de gobierno central, en el espacio  local también tienen su expresión más concreta, específicamente en los Gobiernos  Autónomos Descentralizados. Cada  circunscripción territorial tiendrá un GAD para la promoción del desarrollo y  la garantía del buen vivir, a través del ejercicio de sus competencias. Este  estará integrado por ciudadanos electos democráticamente quienes ejercerán su  representación política. Se constituyen GAD: a) Las regiones; b) Las provincias;  c) Los cantones o distritos metropolitanos y; d) Las parroquias rurales. En las  parroquias rurales, cantones y provincias podrán conformarse circunscripciones  territoriales indígenas, afroecuatorianas y montubias, de conformidad con la  Constitución y la ley.
   En los GAD´s la participación ciudadana queda  regulada a través de la conformación de los SISTEMAS DE PARTICIPACIÓN que se  forman para cumplir los siguientes objetivos:
Son partes importantes del sistema, los eventos  participativos convocados por los respectivos GAD’s; los consejos de  planificación local; las asambleas locales ciudadanas; los procesos de  presupuestación participativa, los eventos participativos de rendición de  cuentas y de otras formas de control social; y además, todos aquellos mecanismos  participativos producto de la iniciativa local, tanto desde lo público, como  desde la iniciativa ciudadana.
   Asimismo, al nuevo modelo de descentralización y  desconcentración implementado durante el Gobierno y plasmado en el Plan  Nacional del Buen Vivir, se le han otorgado las atribuciones en cuanto a la  planificación y la gestión territorial se refiere. Con el fin de instrumentar  el naciente proyecto de construcción del nuevo Estado democrático, se aprobó el  Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización en  el 2010. El código establece que:
Para los GAD se entenderá como servicio público, todos aquellos servicios que se prestan a la comunidad de forma permanente y continua, casi siempre a través de entidades dirigidas por el municipio o asociadas a éste. Los servicios municipales se pueden clasificar en dos grandes grupos:
Sobre ese particular, en el artículo 137 del Código  Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización se  establece, entre otros elementos que “(…) se fortalecerá la gestión y  funcionamiento de las iniciativas comunitarias en torno a la prestación de los  servicios públicos, mediante el incentivo de alianzas entre lo público y lo  comunitario (…). Esto se traduce en que la decisión de los GAD en términos de  gestión y control del gasto referente a los servicios públicos, debe ser  conciliada con la comunidad en cuestión, como expresión de procesos inclusivos  en la administración pública ecuatoriana a nivel de gobierno autónomo. 
   Sin embargo, a pesar de que el principio de inclusión  social y participación ciudadana están refrendado por la Constitución de la  República, así como en las diferentes leyes nacionales y aquellas que han sido  concebidas para el desarrollo y ordenamiento territorial, aún se carece  de una práctica real de dichos principios, lo  cual se refleja con mayor claridad en las demandas insatisfechas de la  población ecuatoriana en términos de servicios públicos básicos. En este  sentido se reconoce que la esencia del fenómeno radica demás, en las cuantías y  orientación del gasto público  en los  GAD.
    En  ese contexto, los objetivos del gasto público en un estado moderno están los  de:
Los gastos públicos se pueden clasificar desde el punto de vista: orgánico, económico y funcional. El criterio orgánico clasifica los gastos según la entidad u organismo administrativo que los realiza. La clasificación económica del gasto público puede hacerse desde vertientes:
 El criterio  funcional clasifica los gastos públicos según las finalidades o propósitos para  los que los mismos se realizan. En este sentido, existen numerosas  clasificaciones funcionales del gasto público. La Organización de las Naciones  Unidas (ONU) ha propuesto una clasificación funcional normalizada de los gastos  públicos agrupados en cinco grandes epígrafes o funciones: 
   1) Servicios generales (administración general,  defensa, justicia y policía);
   2) Servicios comunales (gastos en carreteras y redes  de transporte y comunicación en general, abastecimiento de aguas, saneamiento e  incendios);
   3) Servicios sociales (con cuatro subfunciones: gastos  en educación, gastos en sanidad, gastos en Seguridad Social y gastos en otros  servicios sociales); 
   4) Servicios económicos (gastos en agricultura y  recursos no minerales, gastos en combustible y energía, gastos en recursos  minerales, industrias manufactureras y construcción, gastos en transporte y  comunicaciones, etcétera), y 
   5) Gastos no clasificables.
   Sin  embargo, en la práctica, los gobiernos se enfrentan ante un grupo considerable  de demandas ciudadanas a ser resueltas a través del gasto público, ante la  realidad de que no siempre existe un respaldo financiero para ejecutar lo  demandado en el municipio. 
   De  ello se derivan algunas interrogantes sin resolver: ¿cómo pueden asegurarse los  dirigentes y funcionarios de gobierno   que el proceso de formulación del presupuesto público contentivo del  gasto público, dará como resultado medidas que optimicen las opciones de la  población, tengan en cuenta sus problemas y demandas y mejoren eficientemente  su bienestar?, ¿cómo establecer prioridades en el grupo de demandas y problemas  para a la vez asegurar políticas eficientes y efectivas en función del bien y  el interés público mayoritario?
Son enormes los avances en materia de leyes y espacios creados para favorecer una creciente participación ciudadana en Ecuador, sin embargo persisten deficiencias en el aprovechamiento de dichos espacios para ese fin por parte de los ciudadanos y los responsables de la administración pública en los GAD. Por ejemplo, el GAD del cantón Quevedo no se rige por una planificación participativa en todos sus procesos de manera integral, y existe descuido en el cumplimiento del Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización en el artículo 55, referentes a las competencias exclusivas del GAD municipal, en términos de “(…) planificar, junto con otras instituciones del sector público y actores de la sociedad, el desarrollo cantonal y formular los correspondientes planes de ordenamiento territorial, de manera articulada con la planificación nacional, regional, provincial y parroquial (…), observándose el impacto de esta desarticulación en la desacertada proyección del gasto público del cantón.
En paralelo, los supuestos y objetivos del presupuesto participativo no se ejecutan en la práctica de la planificación del gasto en los GAD´s. Asimismo, la administración del GAD carece de una vía instrumental que les permita establecer prioridades de gasto público en función de las demandas ciudadanas. Esto ha limitado la erogación por parte del Banco del Estado de financiamiento para ejecutar el plan de desarrollo local. En este contexto, la orientación del gasto público, en el caso concreto de los GAD´s, queda circunscrito al marco de la improvisación. Esta práctica se convierte en óbice de los procesos de diseño de la estrategia de desarrollo y la política pública en el contexto de la planificación del desarrollo cantonal. Por ello, se requiere perfeccionar la proyección del gasto público de los cantones, mediante la participación de los sectores sociales, cumpliendo con los mecanismos establecidos para garantizar la participación ciudadana.
La deficiente proyección, ejecución y control del plan de desarrollo local tiene impactos palpables en los cantones. Esto se ha reflejado también en Quevedo, que a pesar de ser la principal arteria económica y comercial de la provincia Los Ríos, su posición geográfica y vial privilegiada y que se constituye en la novena ciudad más importante del Ecuador, muestra un nivel de pobreza, en términos del índice de Necesidades Básicas Insatisfechas, del 62,57 por ciento y no se avizora en el corto plazo que dichas necesidades sean canalizadas a través del presupuesto público del GAD.
Ante  esta situación el Estado Ecuatoriano está por iniciar un proceso de evaluación  de los planes de desarrollo municipal de manera inmediata en los gobiernos  regionales, provinciales, municipales, los regímenes especiales y,  progresivamente, en el nivel nacional.
   La  participación ciudadana en el Ecuador debe asumir el reto de poner en marcha el  cambio de la matriz productiva en cada uno de los territorios. Se requiere una  ciudadanía que se empodere de la idea de colocar en el mundo no solo materias  primas, sino también conocimiento, servicios y bienes hechos en el Ecuador,  desde la óptica de la construcción de una democracia participativa; donde la  ciudadanía modifique las asimetrías de poder con su participación activa,  decidida y comprometida en la definición de lineamientos de política pública y  en el acompañamiento a su implementación. 
   La  construcción de una ciudadanía activa, comprometida y deliberante supone  profundizar la reforma institucional del Estado. Para que la participación  ciudadana incida en la gestión pública se requiere, además, generar las  condiciones y capacidades para promover, sostener y asegurar procesos  ciudadanos que promuevan el Buen Vivir.
   La  participación ciudadana en la toma de decisiones tiene que ser entendida como  el resultado de un proceso de cambio en la correlación de fuerzas, como una  redefinición en las relaciones de poder entre el Estado y la sociedad civil. En  este contexto político, ella no puede ser reducida a un mero instrumento de  poder, ni a receptora de servicios públicos con calidad. Se debe convertir en  el dinamizador de los procesos creativos, innovadores e identitarios que  permitan seguir avanzando en la construcción del Socialismo del Buen Vivir. Sin  embargo, el reto está en cambiar la cultura ciudadana respecto a la necesidad y  deber de participar en la gestión de su propio desarrollo. En la misma medida,  se precisa un cambio de postura de los gobernantes locales respecto a la  obligación de cumplir el marco regulatorio por el Estado para promover y  garantizar la participación de la población en la gestión pública, en las  decisiones locales, en fin, que los ciudadanos sean objeto y sujeto de su  propio desarrollo.
CONCLUSIONES 
   Los cambios  experimentados en el panorama internacional y nacional -económico, político y  social, han determinado la necesidad de asociar el Estado y el accionar de la  administración pública global, y en particular la local, a términos tales como:  proceso consensual, participación ciudadana, estrategia de desarrollo, gobierno  y decisiones, como elementos que complementan su gestión para el logro efectivo  del objetivo y la función que cumplen.
   Se aprecia un llamado  internacional para revisar el papel del Estado, mejorar la calidad de las  políticas públicas y aumentar la efectividad en la gestión del desarrollo,  abogándose por un perfeccionamiento e innovación en la gestión pública que  valorice al ciudadano como centro de su actuación, en función de satisfacer las  demandas cada vez más crecientes en los ámbitos locales. 
   Las demandas ciudadanas  adoptan la forma metamorfoseada de problema público. Por ello el análisis y  selección de problemas públicos con inclusión social constituye en la actualidad  un proceso clave para definir estrategias y cursos de acción en el ámbito  público, pues se convierte en palanca para la identificación de prioridades y  para la asignación de recursos que tributen al desarrollo proporcional de los  municipios. Esto contribuye a elevar la eficiencia del gasto público y a  garantizar un impacto positivo en la intervención pública y a una  democratización del proceso.
   El Ecuador ha  experimentado una creciente intervención del Estado en la creación y  consolidación de espacios para ejercer el derecho ciudadano,  constitucionalmente reconocido, de participar en la vida pública, de gestionar  su desarrollo desde los diferentes niveles territoriales. Esto se concreta en  la aprobación de varias leyes, reglamentos, códigos y planes nacionales que  regulan el quehacer del gobierno y enfatiza en la necesidad del vínculo directo  con los ciudadanos, a fin de concebir el desarrollo desde lo local, con una  marcada inclusión social en las decisiones públicas medulares.
   Sin embargo, a pesar de  los esfuerzos que se perciben por parte del gobierno central de Ecuador, aún  persisten fallas, de una parte, en el sistema de gestión pública local, donde  se violentan los espacios y mecanismos creados para que el ciudadano ejerza  plenamente su derecho a participar. Por otro lado, se observa una limitada  participación ciudadana en las decisiones pública por deficiencia en la cultura  ciudadana de ejercer su derecho y su deber cívico en los procesos decisorios a  escala local. Esas fallas sintetizadas desde dos ángulos,  han limitado el ejercicio participativo en los  cantones y se ha reflejado en una creciente lista de necesidades básicas  insatisfechas de la población ecuatoriana, y en especial en el cantón Quevedo.
BIBLIOGRAFÍA
1 El presupuesto participativo (Orçamento Participativo) es una aportación brasileña que se origina en Porto Alegre. La ciudad tenía una población de 1 300 000 habitantes y está en el centro de una región metropolitana de 3 000 000 de personas. El proceso empezó en 1988 a raíz de la victoria electoral de una coalición de partidos encabezada por el PT que llevó a la alcaldía a Olivio Dutra. A partir de entonces asume la conducción del proceso una nueva categoría de dirigentes provenientes de la izquierda partidaria, del sindicalismo y militantes de los movimientos urbanos. El experimento llamado presupuesto participativo (Orçamento Participativo en Porto Alegre, OP-POA por sus siglas en portugués) tuvo tal aceptación entre la población, que facilitó nuevos triunfos electorales a la coalición política, mejorando sus resultados en las sucesivas elecciones para la renovación de la alcaldía en 1992, 1996 y 2000 en capitales de estados como Recife, Fortaleza y Curitiba.
2 Un tema emergente en el ámbito regional e internacional, promocionado conceptualmente en foros regionales (MERCOSUR, SIECA, IICA), existen experiencias a nivel micro principalmente las ONG, a esto se le agregan experiencias nacionales desarrolladas en Brasil y Guatemala e iniciativas en proceso de implementación en Ecuador, Perú y Paraguay.
3 Los periodos de mandato de gobierno, que pueden estar acompañado del cambio del partido en poder, atentan contra los objetivos y la estrategia definida.
4 Sobre este particular merece que se haga una salvedad a la propuesta del Banco Interamericano para el Desarrollo, la cual contiene un rigor científico e instrumental apreciable.
5 Gasto público es la a la suma de los gastos realizados por las instituciones, entidades y organismos integrantes del sector público de una economía nacional. Comprende el gasto realizado por el Estado y sus Organismos Autónomos, las Corporaciones Locales, las empresas públicas y la seguridad social. Por medio del gasto público se debe dar respuesta, a las necesidades de carácter público o colectivo.
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