Observatorio de la Economía y la Sociedad China
Número 8- septiembre 2008

LA “LARGA MARCHA” DE LOS BOSQUES CHINOS HACIA EL DESARROLLO FORESTAL SOSTENIBLE

 

J. Manuel Rodríguez Villa
Departamento de Economía y Gestión Forestal-EUITForestal
Universidad Politécnica de Madrid
manuel.rodriguez.villa@upm.es



 

Resumen

La evolución de los bosques y plantaciones forestales chinos va asociada ineludiblemente a la historia de la propia civilización China. Durante los períodos de “tranquilidad” se ha impulsado la selvicultura, la conservación y la protección, mientras que en épocas de inestabilidad, lucha y cambios profundos no ha habido más que destrucción y regresión en los bosques y plantaciones forestales relegándose, además, la importancia de la selvicultura. Consideramos (entre otros muchos aspectos) que la relevante presión demográfica y el vertiginoso crecimiento económico de los últimos tiempos han influido y transformado de forma muy notable el mapa forestal chino. Tal ha sido y es la incidencia sobre sus propias masas forestales que los bosques primarios y cultivos forestales de otros muchos países se encuentran, asimismo, afectados. En la actualidad son diferentes los posibles caminos a seguir: la explotación regresiva, la simple gestión forestal o la necesaria y posible sustentabilidad forestal (en su triple vertiente: social, ambiental y económica). A partir de determinados descriptores y datos estadísticos recientes, analizamos la dimensión ambiental del “largo camino” hacia la sustentabilidad forestal de los bosques y plantaciones forestales chinos, extrayendo como consecuencia las debilidades y fortalezas de los mismos.

Palabras clave: China, sustentabilidad, bosques, plantaciones

Abstract

The evolution of Chinese forests and forest plantations is associated unavoidably with the own Chinese civilization. During the “quiet periods” conservation and protection of forestry have been impelled, while in unstable times and changing epochs destruction and regression have been dominant in forests and forests plantations (besides the importance of forestry has decreased). Among many other aspects, we consider the significant demographic pressure and the giddy economic growth in last decades have transformed and shaped outstandingly the Chinese forest map. The incidence in its forests masses has been and is so high that the primary forests and forest cultivations from other countries are similarly affected. Currently, there are many paths to follow: the regressive exploitation, the simple forest management or the necessary and possible forest sustainability (in its triple side: social, environmental and economic). Using certain variables and up-to-date statistical data, we analyze the environmental dimension of the rough road to forest sustainability in Chinese forests, drawing the conclusion of their strength or weakness.

Key words: China, sustainability, forests, plantations

 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Rodríguez Villa, J.M.: "La “larga marcha” de los bosques chinos hacia el desarrollo forestal sostenible" en Observatorio de la Economía y la Sociedad de China Nº 08, septiembre 2008. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/rev/china/



 “¿Qué os hace pensar que podéis cortarnos cuando os apetezca?” (1)

“Dejemos que los árboles crezcan en las montañas; detengamos el cultivo de cereal en las colinas; y mantengamos al ganado en los corrales” (2)

1. Introducción

Desde HOBSBAWM, E. J. (2004) hasta TAMAMES, R. (2007) son muy numerosos los autores que estiman más que probable que la República Popular China (RPCh) se convierta en un país que pueda disputar, en un futuro más o menos próximo, la hegemonía a los EE UU, pudiendo llegar a confirmarse como primera potencia mundial.

Sin embargo, son todavía muy abundantes las incertidumbres, dificultades, incógnitas y limitaciones a las que se enfrenta y enfrentará el gigante asiático. Algunas de ellas, derivan de aspectos ambientales en general y de la situación de sus bosques y cultivos forestales en particular. Es más, está claro que determinados problemas ambientales (contaminación atmosférica, fluvial, lacustre, marina y acústica, erosión y desertificación, pérdida de biodiversidad, etc.) pueden impedir la continuidad de los niveles actuales de desarrollo económico y social.

En nuestro estudio partimos del análisis teórico acerca de la idea del desarrollo forestal sostenible o sustentabilidad forestal, como categoría conceptual que ha de sustituir a otras como la simple gestión forestal, las prácticas de producción sostenida, el principio de persistencia, el rendimiento sostenido, etc. A continuación, sintetizamos la evolución histórica de los bosques chinos y su situación al advenimiento de la RPCh. Con posterioridad, ofrecemos una panorámica muy general sobre la situación del medio ambiente en China y algunas de las posibles causas que han originado la más que preocupante situación ambiental actual. Con todo este bagaje nos encontraremos en mejores condiciones de poder comprobar y comprender la situación actual de los bosques y plantaciones forestales chinos y sus perspectivas de futuro (con relación al desarrollo forestal sostenible).

Si como es previsible China se convierte en primera gran potencia mundial, la situación de sus bosques y cultivos forestales afectará (ya lo está haciendo en gran medida) a buen número de países del mundo (próximos y lejanos) y al medio ambiente global.

Por otra parte, los denominados “Objetivos de Desarrollo del Milenio” nos obligan a actuar a todos de forma perentoria en determinadas áreas. En concreto, el objetivo que hace referencia a la importancia de “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”, tiene como meta el “incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales e invertir la pérdida de recursos del medio ambiente” (NACIONES UNIDAS, 2005; 30-35). Además, se nos muestra el camino para conseguirlo: “Para alcanzar la sostenibilidad del medio ambiente es fundamental que los recursos naturales se utilicen de forma inteligente y que se protejan los ecosistemas complejos de que depende nuestra supervivencia. Debe tenerse en cuenta que, la sostenibilidad no podrá lograrse con los modelos actuales de consumo y uso de recursos. Los suelos se están degradando a un ritmo alarmante. Las especies vegetales y animales están desapareciendo a un ritmo sin precedentes (…)” (op. cit.; 30-35; el subrayado es nuestro).

Las dos razones acabadas de exponer, junto con otras más personales (Clara Guoshi), hacen que nos embarquemos en esta primera aproximación al estudio y análisis sobre los bosques chinos y su relación con el desarrollo forestal sostenible.

2. De la gestión forestal al desarrollo forestal sostenible

Entendemos por “gestión forestal” el concepto utilizado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la mayor parte de su literatura sobre el tema. En este sentido, la gestión forestal comprende todos aquellos “(…) aspectos generales de orden administrativo, económico, jurídico, social, técnico y científico que intervienen en el manejo, la conservación y la utilización de los bosques” (FAO, 1995; 1)”.

Durante los últimos años y en un número muy abundante de países, la aplicación práctica de este concepto se ha centrado y se centra normalmente en el sostenimiento o mantenimiento de la producción de madera y, en menor proporción, de leña y de otros productos forestales no maderables (frutos forestales, fibras, cama para ganado, prados y pastos, caza, pesca fluvial, etc.).

Lo que supone la simple gestión forestal (y sobre todo la más que habitual, en muchos casos, “explotación regresiva” de los bosques) tiene que superarse. En estos momentos a la gestión forestal es preciso calificarla como “sostenible o no” (con todas las connotaciones y elementos que dicho calificativo conlleva).

Ya en la 19ª sesión especial de la Asamblea General de Naciones Unidas (Río + 5), celebrada en junio de 1997, se expresó de forma clara la vinculación existente entre los bosques y el desarrollo sostenible: “La ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques son fundamentales para el desarrollo económico y social, la protección del medio ambiente y los sistemas sustentadores de la vida en el planeta. Los bosques son parte del desarrollo sostenible” (recogido en BUENDÍA, J., 2003; 5-6) (3).

Por lo demás, si bien empiezan a ser numerosos en la actualidad los conceptos sobre ordenación-gestión-manejo sostenible, pensamos que la investigación y el estudio sobre dicho concepto obligarán, en más o menos tiempo, a la adopción de un único criterio sobre el mismo. En este sentido, los estudios sobre sustentabilidad forestal, pueden contribuir a una homogeneización mayor acerca de la idea del desarrollo forestal sostenible, aunque otro aspecto distinto serán las múltiples interpretaciones que se originen a partir de su conceptualización. Algunas de las definiciones más utilizadas en la actualidad se pueden consultar en CNUMAD (1998; 313), FAO (1995; 1), COSE et al. (1997; 2) y MMA-DGCNA (1999; 77) (4).

De acuerdo con todo lo anterior, hemos entendido (RODRÍGUEZ VILLA, J. M., 2004; 46) al desarrollo forestal sostenible como: aquel tipo de desarrollo que teniendo en cuenta la multiplicidad de beneficios de los bosques (ecológicos, socioculturales y económicos) es capaz de satisfacer, de forma equitativa y armónica, las necesidades y aspiraciones humanas, presentes y futuras, a través de los variados elementos que intervienen o se aplican en los bosques (políticos, administrativos, socioeconómicos, técnicos y científicos).

En el ámbito forestal si se aplicara la idea de la sustentabilidad únicamente a la producción de madera (“principio de persistencia”, “producción sostenida” o “rendimiento sostenido”, etc.), entonces no habría excesivos problemas pues se trataría simplemente (en un área determinada) de extraer madera a unos ritmos temporales de tal forma que estas cortas no fueran superiores al ritmo natural de producción de madera (incremento maderable) en esa misma zona en el período de tiempo considerado (teniendo en cuenta, además, un reparto equitativo de las rentas que se generaran).

Sin embargo, el problema se complica, pues dentro del concepto de desarrollo forestal sostenible hay que considerar a los bosques de una manera integrada como complejos y dinámicos ecosistemas. Es decir, hay que tener en cuenta la multiplicidad de beneficios y utilidades que ofrecen y pueden ofrecer en el futuro. Se ha convertido en clásica la estructuración de los beneficios de los bosques en: ambientales-ecológicos (clima, suelo, régimen hidrológico, medio atmosférico, infraestructuras artificiales y medio ambiente urbano, mantenimiento, conservación y desarrollo de diferentes especies vegetales y animales, etc.), sociales (recreativos, de ocio, educativos, deportivos, culturales, etc.) y económicos (madera, leña, fibras, prados y pastos, caza, pesca fluvial, etc.).

Está claro, por otra parte, que puede existir una fuerte dicotomía o incompatibilidad entre alguna de las funciones o beneficios generados por las masas arbóreas (de todos es conocida la controversia existente entre “bosques protectores” y “bosques productores”). La tarea crucial, de acuerdo con lo señalado en el Informe Brundtland, “(…) consiste en equilibrar la necesidad de explotarlos y la de preservarlos” (CMMAD, 1988; 170). Este equilibrio multifuncional (ecológico, social y económico) va a depender de diferentes de factores económicos, geográficos, etc. Es conveniente, por tanto, estimar los beneficios que procuran los bosques de una forma integrada, interdependiente y armónica sin olvidar, en algunos casos, la prioridad y relevancia de unas funciones sobre otras.

En definitiva, la sustentabilidad forestal no solamente es aplicable a la producción de madera, sino que se hace necesario considerar a los bosques como complejos ecosistemas con múltiples funciones, usos y utilidades; en definitiva, con múltiples beneficios tangibles e intangibles, reales y potenciales. Lo único que está claro es que para que efectivamente los bosques puedan ofrecernos una multiplicidad de beneficios, es preciso la persistencia de los mismos. Es, por tanto, de gran relevancia la persistencia (mantenimiento, conservación y desarrollo) de los diferentes ecosistemas forestales.

Todo lo expresado con anterioridad acerca del desarrollo forestal sostenible supone sólo una orientación general y a largo plazo; somos conscientes de que el camino es largo y lleno de dificultades, ambigüedades y limitaciones (muchas veces derivadas de la propia interpretación del marco teórico). En este sentido el profesor JIMÉNEZ HERRERO, L. M. (2000; 26) considera al desarrollo sostenible como “(…) un proceso de cambio y transición hacia nuevas formas de producir, consumir y distribuir, pero también hacia nuevas formas de ser, estar y conocer. Un proceso dinámico abierto a las innovaciones, adaptativo a las transformaciones estructurales, potenciador del ingenio humano y comprometido con la evolución de la vida, en el contexto de un sistema global, multidimensional y complejo”.

Entendemos que ha de ser también en esta dirección donde ha de situarse el paradigma del desarrollo forestal sostenible.

Por otra parte, queremos remarcar la importancia que tiene en la actualidad el adoptar una serie de criterios generales (que se concreten en diferentes ámbitos y escalas), a partir de los cuales se constituyan todos aquellos elementos o principios esenciales de referencia para poder comprobar los avances hacia la sustentabilidad forestal. Se aceptan de forma general como criterios más básicos y relevantes, algunos de ellos ya adoptados en el plano internacional, los que hagan referencia a: la extensión de los recursos forestales, la diversidad biológica, la salud y vitalidad de los bosques, las funciones productivas, las funciones de protección de los bosques, las necesidades y beneficios socioeconómicos y al marco jurídico normativo e institucional (CASTAÑEDA, F., 2000; 34). Los elementos anteriores junto con los indicadores de sostenibilidad asociados, pueden permitir aproximarnos, en lo fundamental, a la comprobación de la evolución de la gestión, ordenación, manejo o desarrollo forestal sostenible a lo largo del tiempo.

Una concreción real de criterios similares a los anteriores se encuentra en el denominado Proceso de Montreal (“sobre criterios e indicadores para la conservación y ordenación sostenible de los bosques templados y boreales”), constituido en 1994, del que forma parte la RPCh junto con Argentina, Australia, Canadá, Corea, Chile, EE UU, Federación Rusa, Japón, Méjico, Nueva Zelanda y Uruguay. Dichos países miembros poseen, en su conjunto, en torno al 90% de los bosques templados y boreales del mundo y el 60% del conjunto de bosques; por otra parte, albergan el 35% de la población mundial, representando el 45% del comercio mundial de los productos forestales. Los criterios generales (que abarcan las tres grandes áreas de la sustentabilidad forestal) establecidos en la actualidad por el Proceso de Montreal son los siguientes:

1. Conservación de la diversidad biológica.

2. Mantenimiento de la capacidad productiva de los ecosistemas forestales.

3. Mantenimiento de la sanidad y vitalidad de los ecosistemas forestales.

4. Conservación y mantenimiento de los recursos de suelo y agua.

5. Mantenimiento de la contribución de los bosques al ciclo global del carbono.

6. Mantenimiento y mejoramiento de los múltiples beneficios socioeconómicos de largo plazo para cubrir las necesidades de las sociedades.

7. Marco legal, institucional y económico para la conservación y el manejo sustentable de los bosques.

A cada uno de los 7 criterios anteriores les corresponden una serie de indicadores o descriptores de sostenibilidad (un total de 67), encontrándose éstos, en el caso de China, en diferentes fases de estudio, desarrollo e implementación (PROCESO DE MONTREAL, 2003). Con todos estos datos será posible aproximarnos a comprobaciones más ajustadas acerca de la idea del desarrollo forestal sostenible. Se trata, en definitiva, de comprobar la evolución a lo largo del tiempo de los diferentes indicadores o descriptores asociados a los criterios de sustentabilidad elegidos.

Una vez analizadas las nociones de gestión forestal y de desarrollo forestal sostenible, y uno de los posibles primeros pasos para la necesaria evaluación del avance o no hacia la sustentabilidad forestal (desarrollo de criterios e indicadores), pasamos a sintetizar cual ha sido la evolución histórica de los bosques chinos hasta el advenimiento de la RPCh.

3. Evolución histórica de los bosques chinos

Algunos autores (FERNÁNDEZ-ARMESTO, F., 2002; 155) consideran que las políticas de gestión racional de los bosques han tenido una gran tradición a lo largo de la historia de la civilización china. Constatan incluso que las enormes extensiones de bosque boreal y tropical se han conservado prácticamente intactas hasta el siglo XX, a pesar de que las masas forestales templadas fueron las primeras víctimas de la expansión de la agricultura. En la misma línea, otros autores, inciden en el “(…) amor por las plantas y los árboles, la contemplación del paisaje, la complicidad con las altas montañas (…)” y también en la estrecha “(…) relación entre el hombre y la naturaleza que caracteriza a la mentalidad china desde sus orígenes” (FRÉCHES, J., 2006; 38-40).

Sin embargo, existe una abundante bibliografía que apunta en sentido contrario acerca de la evolución histórica de los bosques chinos y de la relación del hombre con la naturaleza en general. Por ejemplo, en un informe publicado en 1992 por la Academia China de Ciencias se constataba la existencia de continuas prácticas regresivas en la explotación de los recursos naturales chinos. En dicho informe se consideraba que: “El excesivo cultivo de nuevas tierras, la superexplotación de los pastos y la deforestación durante miles de años causaron una grave degradación de los bosques, las praderas y la tierra de cultivo, así como una grave erosión del suelo y desertización (HU ANYANG y WANG YI, 1992; 31-32). En esta misma dirección MURRAY, G. y COOK, I. G., (2004; 61) estiman que la deforestación a gran escala no es un tema nuevo, puesto que comenzó en China hace ya más de 2000 años con las dinastías Qin y Han.

Podemos decir, por tanto, que han sido muy numerosas y diferentes, según los casos y períodos, las relaciones mantenidas con respecto a las masas forestales chinas por las distintas dinastías anteriores a la instauración de la República Popular China en 1949.

A partir de SHUN-CHING, L. y NGAN, H. (1948), sintetizamos a continuación algunas de las características más notables con relación a los bosques de las dinastías más significativas:

• Así, durante uno de los períodos de mayor apogeo de la civilización china, la que cubre la dinastía de Zhou del Oeste y del Este (1600 aprox.-221 a.n.e.), incluido el Período de los Reinos Combatientes, se constituyó un “servicio forestal” (con propósitos “conservadores de selvas vírgenes y repobladores de terrenos denudados”), nombrando funcionarios supervisores de los bosques privados y comunales.

• La dinastía Qin (221-207 a.n.e.) estuvo, por una parte, interesada en la plantación de árboles a lo largo de los muchos caminos que se construyeron en aquella época. Sin embargo, como hemos señalado con anterioridad, la deforestación a gran escala pudo haber comenzado, precisamente, con las dinastías Qin y Han.

En concreto Zhao Songqiao (1994), citado por MURRAY, G. y COOK, I. G. (2004; 61), señala que: “La cubierta forestal podría haber llegado al 40% del total de la superficie de aquella época, con un 80% en la China monzónica oriental, un 5 % en la China árida del noroeste y un 10% en la meseta fría tibetana”. A efectos comparativos señalamos con posterioridad que el porcentaje de superficie forestal suponía a la llegada de la RPCh el 8,5% de la superficie total, alcanzando el 21,2% en el año 2005.

• Por otra parte, la dinastía de los Han (del Este y del Oeste, 206 a.n.e.-220 n.e.) fomentó la plantación de árboles maderables y, en ese período, se importaron algunos árboles como Juglans regia L. (nogal común, también denominado nogal persa y que es oriundo de Oriente Medio), aunque asimismo existieron importantes problemas de deforestación.

A la dinastía Han la sucedió la época de los Tres Reinos (Wei, Shu y Wu) durante el período 220-265.

• Antes de la siguiente dinastía (Tang), China se dividió entre el Norte y el Sur (Dinastías del Sur y del Norte, 420-589) y a continuación se instauró la dinastía Sui (581-618). Las luchas en este tiempo eran permanentes y, además, los pueblos nómadas del noroeste en sus continuos desplazamientos con el ganado, destruyeron numerosas áreas boscosas en las zonas que recorrían. En el siglo IV (año 304) aparece una de las primeras obras de botánica china, consagrada “a los árboles, plantas, frutas y bambúes del Guangxi y del Jiaozhi en la cuenca del Río Rojo en Vietnam”, titulada Nanfang caomu zhuang. De la misma época (año 347) es la obra de Chang Qu con información sobre la flora, la fauna, etc. de las regiones del Guizhou, Yunnan, Sichuan y Shanxi meridional, titulada Memoria sobre el reino de Huayang –Huayang guozhi- (GERNET, J., 2005; 179).

• Con posterioridad y ya durante el imperio de los Tang (618 a 907), se hicieron algunas repoblaciones de zonas deprimidas, introduciéndose además el olivo y el almendro de Arabia (lo cual, junto con otras influencias extranjeras, enriqueció notablemente la civilización de los Tang). A esta dinastía le siguieron Las Cinco Dinastías (907-960).

• Un impulso relevante en los bosques tuvo lugar con el advenimiento de la próspera dinastía Song del Norte y del Sur (960 a 1179). Como recoge CHRISTIAN, D. (2007; 466), de acuerdo con la obra de M. Elvin, The Pattern of the Chinne Past: en el año 1000 “La gama de oficios se amplió en el sector rural. En los montes se plantaban árboles para proveer de madera a la creciente industria de la construcción naval y de viviendas en las ciudades en expansión”. Además, en dicha época, se nombraron los llamados “directores de agricultura y selvicultura” en cada uno de los distritos (hsien), los cuales tenían diversas competencias en la administración forestal y, también, llevaban los censos de población y las prácticas agrícolas. A lo largo de estos años se otorgaba la propiedad de las tierras a todos aquellos agricultores que repoblaran con árboles las tierras del Estado (adoptándose la siembra directa de semillas para la repoblación de los bosques).

Durante esta dinastía, se escribieron diferentes monografías sobre árboles y plantas (Aleurites spp., Citrus spp., Paulownia spp. y las diferentes especies de bambúes), en las que se recogían las formas de cultivo, el combate contra las enfermedades, etc. Uno de los más célebres fue el Tratado de los cítricos (Julu) de Han Yanzhi en 1178 (GERNET, J., 2005; 302).

A esta dinastía le siguió la Yuan (1171-1368).

• La celebrada dinastía Ming (1368 a 1644) explota los bosques con la finalidad, sobre todo, de obtener productos forestales de fuerte demanda militar (como el aceite de tung obtenido de Aleurites spp. o el barniz que se extrae de Rhus spp., etc.). Además, se acelera el proceso de deforestación debido al notable desarrollo de la construcción urbana. Esto lo constata de forma muy clara R. L. Edmons (1994), citado por MURRAI, G. y COOK, I. G. (2004; 62): “(…) todos los bosques en la parte central del valle del río Huang, así como del río Xiang fueron gravemente deforestados. Los bosques que quedaban en las montañas al oeste de Beijing fueron explotados para construir palacios al comienzo de los Ming, cuando la dinastía estableció allí su capital. Como los bosques de los alrededores de Beijing eran insuficientes, la madera para la construcción de palacios fue traída a la capital desde lugares tan alejados como Yunan, Shanxi y Hunan. La leña era tan escasa que tenía que ser transportada a la capital desde cientos de kilómetros de distancia”.

Por otra parte, el primer emperador de la dinastía, Hongwu (Zhu Yuanzhang), prioriza la construcción de barcos, reforestando de forma intensiva la región de Nankín y, con posterioridad, el resto del imperio. En este sentido, “algunos historiadores evalúan en más de 1.000 millones el número de árboles que se plantaron en China en la era Hongwu” (FRÈCHES, J., 2006; 282-283).

De esta época hay que mencionar, también, el gran tratado de botánica y farmacopea de Li Shizhen, el Bencao gangmu, que contiene información sobre cerca de mil plantas y mil animales para usos medicinales; en esta obra se menciona por primera vez un procedimiento de inoculación preventiva de la viruela (que no difiere del que en Occidente daría lugar a la ciencia inmunológica) -GERNET, J., 2005; 397-.

• La dinastía Qing o “manchú” (1644 a 1911), última de la China premoderna, precedió a la instauración de la República China, de cuyo fundador Sun Yat-sen se conoce su gran interés en la mejora de la selvicultura.

Para finalizar este epígrafe, queremos señalar, como es conocido, que durante la revolución y la ocupación japonesa numerosas masas forestales chinas se destruyeron o sufrieron grandes daños.

4. Situación de los bosques chinos a la llegada de la República Popular de China

Siguiendo en lo fundamental a SHUNG-CHING, L. y NGAN, H. (1948) y teniendo en cuenta las limitaciones y deficiencias existentes en las estadísticas disponibles, el área total de bosques alcanzaba en aquellos momentos los 83 millones de ha (que suponen un 8,5% de la superficie total). Dicha área forestal se subdividía en 29 millones de ha de bosques vírgenes y 54 millones en bosques denominados “de segundo crecimiento”. El volumen maderable se estimaba en 8.000 millones de metros cúbicos (5.000 millones en bosques vírgenes y 3.000 millones en bosques considerados de segundo crecimiento). En cuanto a la propiedad pública forestal, ésta suponía el 90% en los bosques vírgenes y el 5% en los de segundo crecimiento. La propiedad privada y comunal se estimaba en un 10% para los bosques vírgenes y en un 95% para los de segundo crecimiento.

Otros datos estadísticos forestales de China de la misma época (aunque estimamos, asimismo, que tienen notables deficiencias y limitaciones), son los correspondientes al que se puede considerar primer inventario forestal mundial realizado por la FAO en 1947. En él se pueden consultar aspectos como: la clasificación de terrenos y de bosques productivos, el régimen de propiedad de los bosques productivos, el promedio anual de crecimiento, etc. (FAO, 1948).

Por otra parte, el número de especies catalogadas en aquel tiempo por la Sociedad Botánica China alcanzaba, en una primera estimación, 134 familias, 656 géneros y 2.000 especies, siendo las que señalamos a continuación, las más significativas desde un punto de vista “maderable” (objetivo prioritario en aquella época) y asimismo de otros productos forestales no maderables como, por ejemplo, el aceite de tung: Cunningamia lanceolada (cuningamia, abeto chino), Pinus masona, Picea asperata (picea de dragón), Abies delavayi, Tsuga chinensis, Larix potaninii, Pinus tabulaeformis, Thuja orientalis (tuya), Quercus cautísima (roble japonés), Q. dentata (roble Damio), bambú, Aleurites fordii (árbol de tung) y A. montana (árbol del aceite de tung).

Por lo demás, se estimó que en aquella época, en torno al 40% del territorio no era apto para uso agrícola (con lo cual sí que existían condiciones favorables para poder fomentar el desarrollo de los bosques y plantaciones forestales).

Muchos de los problemas más relevantes que existían en las masas forestales chinas continúan presentes en la actualidad (incluso, algunos se han agravado notablemente). Además, varios de ellos eran comunes a otros países. Entre los más significativos se encuentran los que recogemos a continuación:

• Lógicamente los agricultores cultivaban de acuerdo con el rendimiento anual. De esta forma, únicamente cuando “sobraba tierra agrícola o ganadera”, se podían plantar árboles y solamente si existía el convencimiento de que dichas plantaciones iban a procurar beneficios económicos.

• El problema de la erosión era ya en aquellos momentos de primera magnitud. Y lo era sobre todo en el noroeste y en el centro, debido en lo fundamental a que la falta de masas forestales que servían de cortavientos naturales, originaba que los vientos del noroeste extendieran el desierto cada vez más hacia China central. Ya antes de la instauración oficial de la RPCh se puso en marcha un programa con el objetivo de crear una cortina de protección vegetal de más de 3.200 kilómetros de longitud y 3,2 kilómetros de ancho para detener el avance de la arena y mitigar los efectos del viento; además, se constituyeron las denominadas “estaciones experimentales de conservación de suelos” en media docena de provincias.

Con posterioridad, “China se organizó contra la erosión en la década de 1950. La investigación, promoción y dotación financiera de planes apoyados por el gobierno produjo a veces resultados favorables” (McNEILL, J. R., 2003; 73).

Ahora bien, en la actualidad el problema se ha agravado, pues como recogen MURRAY, G. y COOK, I. G. (2004; 42), siguiendo informaciones aparecidas en China Daly, el 5 de abril de 2000: “(…) las tormentas de polvo han aumentado en China durante las últimas cinco décadas. Las estadísticas reflejan cinco tormentas de arena anuales durante los años cincuenta, ocho en los sesenta, 13 en los setenta, 14 en los ochenta y 23 en los noventa”.

• La Administración Forestal era muy incipiente y débil, y además la industria transformadora de productos forestales manifestaba una muy escasa envergadura (existen estadísticas de empresas inscritas de sólo 24 aserraderos, 8 fábricas de resina, 9 de pintura y laca, 1 de pasta de madera y 1 de alcanfor, además de otras menos significativas como son los hornos de carbón y otras que fabricaban diversos productos).

• China era, al igual que la mayor parte de los países en aquella época, excesivamente deficitaria en madera. La producción doméstica no era capaz de satisfacer las propias necesidades internas. Al ser muchos bosques “inaccesibles”, no se había intentado la explotación económica de los mismos en gran escala. Datos anteriores a la Segunda Guerra Mundial recogen, por ejemplo, que la producción anual de madera para la construcción alcanzaba únicamente los 16 millones de metros cúbicos. En la actualidad (2005), como veremos con posterioridad, se extraen de los bosques chinos 135.435.000 millones de metros cúbicos de madera con corteza.

• Las inundaciones (sobre todo las recurrentes del río Amarillo –Huanghe-, del Yangtsé y otros) eran, al igual que en épocas recientes (recordemos, por ejemplo, las sufridas en los años noventa), muy frecuentes. No cabe duda que las mismas estaban asociadas, entre otros aspectos, a la pérdida de cubierta vegetal a lo largo del tiempo.

• Los incendios forestales (muchos de ellos provocados) eran otro de los aspectos característicos del período anterior a la instauración de la RPCh. Sobre todo en el sur de China durante la estación seca (otoño) eran muy frecuentes los incendios. En numerosas ocasiones se provocaban incendios con la finalidad de que la lluvia llevara la ceniza depositada en las laderas hasta los campos de cultivo de arroz, con la finalidad de aumentar la fertilidad de los mismos.

• En aquel momento existían en China 25 universidades y colegios con cursos regulares de selvicultura, mientras que las denominadas “escuelas vocacionales” de agricultura y selvicultura apenas alcanzaban la cuarentena. Es obvio que el número de graduados y alumnos formados era más que insuficiente para cubrir las necesidades del sector.

Ante esta situación, recogida de forma muy sintética, de los bosques y plantaciones forestales chinos, se iban a enfrentar los dirigentes del Partido Comunista de China (PCCh). Los objetivos perentorios y urgentes no incluían, precisamente, la protección, conservación y desarrollo de los bosques (sino el crecimiento agrícola, industrial y la urbanización que, como es conocido, no suelen ser muy buenos compañeros de viaje de los bosques, sobre todo cuando se buscan resultados inmediatos). No obstante, algunos autores remarcan la importancia que determinados dirigentes del PCCh, como Zhou Enlai, otorgaban al medio ambiente en general (QU GEPING y LI JINCHAN, 1981), pero que a la vista de la herencia dejada, poco han hecho por él.

5. Panorama general de la situación del medio ambiente en la RPCh

La situación general del medio ambiente en la RPCh se caracteriza por el gran número de problemas aún sin resolver y, asimismo, por la gravedad de los mismos. En las recientes “dos sesiones” anuales de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) y de la Asamblea Popular Nacional (APN), en marzo de 2007, se han puesto de manifiesto claramente.

Son muy abundantes las estadísticas que corroboran lo expuesto acerca de la degradación ambiental. Sin pretender, ni mucho menos ser exhaustivos, señalamos a continuación algunas de las más notables (inter alia: QU GEPING y LI JINCHAN, 1981, MU ZI, 2000, RUÍZ PÉREZ, M., 2006, COOK, I. G., 2006, PAN YUE, 2006):

• Más de una tercera parte del territorio está afectado por las denominadas “lluvias ácidas”.

• El 70% de los ríos están contaminados.

• Alrededor de las dos terceras partes de los líquidos residuales urbanos no son tratados correctamente.

• Más de 300 millones de personas no tienen acceso al agua potable.

• El 40% del sistema de drenaje de los principales ríos no está estandarizado.

• Una tercera parte de la gente que vive en las ciudades respira aire muy contaminado y, como consecuencia, en torno a 400.000 personas mueren anualmente a causa de la contaminación atmosférica.

• Alrededor del 50% de las aguas subterráneas de áreas urbanas, están altamente contaminadas.

• Se han incrementado los accidentes ambientales (China padece un accidente, considerado “importante”, de contaminación del agua cada dos días).

La lista de graves problemas de degradación ambiental y de algunas de sus consecuencias es aún mucho más extensa.

Existe, asimismo, un amplio consenso en cuanto a los posibles orígenes y causas de los graves problemas ambientales (ver mismos autores citados con anterioridad):

• La tanta veces señalada urbanización (con unos ritmos sin precedentes) y la relevante presión demográfica.

• Las más que notables carencias y la necesidad de actualizar y modificar la legislación ambiental. Existen deficiencias relacionadas con la responsabilidad ambiental de las diferentes autoridades, quienes en numerosas ocasiones carecen de un poder real. En CONSEJO DE ASUNTOS DE ESTADO DE LA RPCH, (2006), se analiza, en el capítulo I, la legislación y el sistema existente en materia de protección del medio ambiente.

• Es conocida la “confabulación” existente entre determinadas empresas y funcionarios. Son numerosos los casos de autoridades locales que son responsables, en último término, de las graves agresiones al medio ambiente.

• En ocasiones se argumenta que los elevados costes de producción impiden que se pongan en marcha los preceptivos e imprescindibles proyectos de protección y conservación ambiental.

• El primer ministro Wen Jiabao, al inicio de las sesiones del Congreso Nacional del Pueblo (2007), al hablar acerca de los planes del gobierno, señalaba la perentoria necesidad de solucionar los graves problemas ambientales, además de la urgencia de una más y mayor orientación hacia el desarrollo sostenible que hacia el “rápido crecimiento económico a cualquier precio”. Está claro que durante mucho tiempo el crecimiento económico ha sido la prioridad y, como consecuencia, las graves repercusiones sobre el medio ambiente son las que hemos señalado anteriormente.

• Por último, pensamos que han de ser motivo de profunda reflexión las palabras de Pan Yue, Vicepresidente de la Administración Estatal de Protección del Medio Ambiente de China: “Los problemas ambientales pueden atribuirse a cómo entendemos el marxismo (…). Creíamos que el desarrollo económico solucionaría todos nuestros problemas. En el período de reformas, esta lectura errónea de Marx se convirtió en una búsqueda irrestricta de ganancias materiales desprovista de toda moralidad. Se ignoró por completo la cultura tradicional china, con su énfasis en la armonía entre los seres humanos y la naturaleza” (PAN YUE, 2006).

Ante los graves problemas ambientales y sus consecuencias, la administración debe de tomar medidas y tomarlas con urgencia (más allá de la retórica), pues como señala PAN YUE (op. cit.): “China se acerca peligrosamente a un punto crítico. La gigantesca deuda ambiental del país tendrá que saldarse, de una manera u otra. China tiene que prever, necesariamente, la manera de empezar a pagar esa deuda ahora, cuando es manejable, y no dejar que se acumule y, en definitiva, amenace con llevarnos a todos a la bancarrota”.

Es de esperar que el nuevo plan quinquenal, acordado en 2006, haga de la protección y conservación efectiva del medio ambiente una de las prioridades reales chinas.

Como señala RÍOS, X. –director- (2008;): “China da muestras crecientes de tomarse cada vez más en serio los problemas relacionados con el medio ambiente (…). En 2007, el gobierno central fijó la protección ambiental medioambiental como la tercera prioridad del desarrollo, sólo detrás del control macroeconómico y el desarrollo agrícola, pero sigue a la espera de resultados”.

A los todos los problemas ambientales señalados con anterioridad no es ajena la particular situación actual de los bosques y cultivos forestales, la cual pasamos a sintetizar a continuación.

6. Análisis de algunas variables relacionadas con los bosques y el sector forestal chino

Recogemos en las siguientes tablas de este epígrafe, algunas de las variables que consideramos más significativas para completar nuestra aproximación al análisis sobre la situación de los bosques chinos y su relación con la sustentabilidad forestal.

A efectos meramente comparativos recogemos los datos que corresponden a India, Japón, España y EE UU (siempre y cuando hayan sido accesibles las estadísticas correspondientes). En algunos casos incluimos los totales de Asia y del Mundo.

En la primera tabla señalamos una serie de datos, correspondientes a 2005, y que nos muestran la superficie de bosques (5) expresada en ha, el porcentaje de área de bosques con relación a la superficie terrestre total (6), la superficie relativa a otras tierras boscosas y a otras tierras respectivamente. Se puede apreciar el bajo porcentaje (21,2%) ocupado por la superficie de bosques con relación a la superficie terrestre total (recordemos, por ejemplo, que durante la dinastía Qin se calcula que el porcentaje suponía el 40%, aunque a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado únicamente era del 8,5%). Para extraer conclusiones ajustadas acerca de esta variable (% de superficie de bosques), además de conocer su evolución temporal, sería necesario responder conjuntamente a otras cuestiones: ¿Cómo es esa superficie forestal? ¿Cómo es la calidad de la cubierta forestal? ¿Cómo se realizan los aprovechamientos y otras prácticas forestales? ¿Qué tipo de utilidades o beneficios (ecológicos, económicos o sociales) proporcionan las masas forestales?, etc.

Tabla 1. Superficie de bosques y de otras tierras boscosas (2005).

 

País

Superficie de bosques (1.000 ha)

% sobre la superficie terrestre

Otras tierras

boscosas

Otras tierras

China

197.290

21,2

87.615

647.837

Japón

24.868

68,2

-

11.582

India

67.701

22,8

4.110

225.508

Total de Asia

571.577

18,5

191.291

2.325.168

España

17.915

35,9

10.299

21.730

EE UU

303.089

33,1

-

612.807

Mundo

3.952.025

30,3

1.375.829

7.724.961

 

En la siguiente tabla recogemos un aspecto relevante relacionado con la sustentabilidad forestal, como es el cambio a lo largo del tiempo de la superficie de los bosques (años 1990, 2000, 2005). En este caso incluimos también las cifras correspondientes a los totales de Asia y del Mundo.

Se aprecia en la tabla la evolución positiva que ha tenido la superficie forestal china (con tasas de cambio, sobre todo en el período 2000-2005, superiores, al resto de países). No obstante, en este caso también tendríamos que contestar a preguntas similares a las comentadas en la tabla 1. Sin embargo, sí que son preocupantes las diferentes tasas de cambio correspondientes a la superficie de bosques global del Mundo (-0,22 y –0,18).

Tabla 2. Cambio en la superficie de bosques (1990, 2000 y 2005).

 

País/área

Superficie de bosques (1.000 ha)

Tasa anual de cambio

1990

2000

2005

1990-2000

(%)

2000-2005

(%)

China

157.141

177.001

197.290

1,2

2,2

Japón

24.950

24.876

24.858

n. s.[1]

n. s.

India

63.939

67.554

67.701

0,6

n. s.

Total Asia

574.487

566.562

571.577

-0,14

0,18

España

13.479

16.436

17.915

2,0

1,7

EE UU

298.648

302.294

303.089

0,1

0,1

Total  Mundo

4.077.291

3.988.610

3.952.052

-0,22

-0,18


 

[1] n. s.: no significativo.

 

La Tabla número 3 recoge los diferentes tipos de bosques, diferenciando entre bosques en sentido estricto (primarios, naturales modificados y semi-naturales) y cultivos forestales (plantaciones productivas y protectoras). Los datos estadísticos se recogen expresados en miles de hectáreas.

Los bosques primarios, es decir aquellos poblados por especies indígenas regeneradas de manera natural y sin claros indicios de actividades humanas, tienen una importancia de primera magnitud. En China apenas suponen el 5,76% de la superficie total de los bosques; aunque es un porcentaje que, por otra parte, supera el correspondiente a España.

En el epígrafe de “otras tierras boscosas” y para el caso de China, se alcanzan un total de 71.421.000 y 16.194.000 hectáreas en los apartados de “bosque natural modificado” y “bosque semi-natural” respectivamente.

Creemos que un indicador ambiental adecuado a la comprobación de la sustentabilidad forestal es el que relaciona porcentualmente la superficie total de plantaciones productivas con relación a la superficie total de bosques. Es un descriptor que en su configuración puede tener diferentes variantes o subindicadores; por ejemplo el que relacione la superficie forestal poblada con cultivos forestales respecto a la superficie forestal ocupada por especies naturales. En este sentido conviene recordar que el incremento de la superficie de cultivos forestales tiene, en China, unos incrementos más que apreciables a lo largo de los últimos años: 18.486.000 ha en 1990, 23.924.000 ha en 2000 y 31.369.000 ha en 2005 (FAO, 2006; 239).

Tabla 3. Superficie ocupada según el tipo de bosque (2005).

 

País

Área total de bosques

(1.000 ha)

Bosques primarios

Bosques naturales modificados

Bosques semi-naturales

Plantaciones productivas

Plantaciones protectoras

 

China

197.290

11.362

114.332

39.957

28.530

2.839

Japón

24.868

4.591

9.955

-

-

10.321

India

67.701

-

32.943

31.532

1.053

2.173

España

17.915

812

11.582

4.050

1.471

0

EE UU

303.089

104.182

175.523

6.323

17.061

-

Fuente: FAO (2006; 220-231).

 

A continuación, en la tabla número 4, recogemos un aspecto también estrechamente vinculado al desarrollo forestal sostenible (todo ello en el marco de lo que hemos considerado la triple funcionalidad de los bosques: ecológica –de conservación y protección-, social y económica). Mostramos el porcentaje del total de bosques cuya finalidad fundamental o función primaria se orienta hacia la producción, la protección, la conservación, los servicios sociales y, por último, hacia diferentes fines múltiples.

Al menos en un primer momento llama la atención el porcentaje tan elevado, el 58%, de la superficie total de bosque con funciones exclusivamente productivas. Cada una de las diferentes funciones recogidas en la tabla deriva simplemente de la finalidad que se atribuye a una determinada porción de terreno, bien sea por prescripción legal o por una decisión del propietario o administrador. En este sentido conviene recordar que en la RPCh el 100% de la superficie de bosques es propiedad pública (lo cual es muy habitual en prácticamente todos los países asiáticos).

Tabla 4. Funciones designadas a los bosques (2005).

 

País/área

Superficie total de bosque (1.000 ha)

Producción

(%)

Protección

(%)

Conservación

(%)

Servicios

sociales

(%)

Fines

múltiples

(%)

China

197.290

58

31,3

2,7

1,2

6,8

Japón

24.868

0

0

0

0

100

India

67.701

21,2

14,8

21,7

-

42,4

Total Asia

571.577

44,7

24,3

12,5

0,6

16,3

España

17.915

9,4

13,1

37,3

0,1

40,2

EE UU

303.089

12,0

-

19,8

-

68,1

Total Mundo

3.952.025

34,1

9,3

11,2

3,7

33,8

Fuente: (FAO, 2006; 208-213).

 

La cantidad de carbono atmosférico captada (“absorción o secuestro”) ha de constituir, en estos momentos, una de las funciones más relevantes que han de cumplir los bosques y plantaciones forestales (7). No existen ya incertidumbres acerca del cambio climático y de sus graves consecuencias globales. Las cantidades de carbono presentes en la atmósfera se han incrementado considerablemente a consecuencia de determinadas actividades antrópicas (sobre todo por la quema de combustibles fósiles procedentes de la sedimentación de la biomasa y su posterior conversión en carbón, petróleo o gas natural). Este incremento, junto con otros gases recogidos en el Anexo A (CH4, N2O; HCFCs, PFCs y SF6) del “Protocolo de Kyoto” (UNFCCC, 1997) son los causantes del denominado “efecto invernadero”.

Los bosques y cultivos forestales han de jugar un papel sustancial como sumideros naturales del carbono (un papel, por otra parte, que se alarga incluso durante todo el ciclo de vida de la madera hasta su destrucción). Los bosques y la madera forman parte de todos aquellos procesos o actividades capaces de absorber o captar los gases de efecto invernadero de la atmósfera (aunque, en algunas ocasiones por ejemplo en el caso de incendios forestales, los bosques actuarían en sentido contrario, es decir, como fuentes de emisión)

El ya citado Protocolo de Kyoto (en sus artículos 3.3 y 3.4.) estima de gran relevancia la forestación (de bosques en tierras agrarias abandonadas), la reforestación (es decir, la restauración de ecosistemas forestales), la restauración hidrológica-forestal y la lucha contra la desertificación, los incendios forestales y las plagas.

En línea con la idea del desarrollo forestal sostenible es deseable que las existencias de carbono atmosférico sean retenidas en cantidades lo más apreciables posibles por la biomasa (encima y debajo del suelo) (8), como asimismo en la madera muerta (además de en la hojarasca y en el propio suelo) (9) de bosques y plantaciones forestales.

En la siguiente tabla recogemos los cálculos existentes acerca de las existencias de carbono en los bosques, para el año 2005, expresadas en millones de toneladas.

Tabla 5. Existencias de carbono en los bosques (2005), expresadas en millones de toneladas .

 

País

En la biomasa encima del suelo

En la biomasa debajo del suelo

En madera muerta

China

4.636

1.460

918

Japón

1.526

366

-

India

1.852

491

258

España

297

95

-

EE UU[1]

15.826

3.138

2.675

Fuente: FAO (2006; 263-267).

 

[1] En EE UU se constatan 4.657 y 15.732 millones de toneladas respectivamente (FAO; 2006, 266).

A continuación recogemos una serie de datos estadísticos relacionados con la salud y vitalidad de los bosques. Mostramos las perturbaciones más sobresalientes que durante el año 2000 han tenido lugar. Hacemos referencia a la superficie forestal afectada por los incendios, por las plagas de insectos, las enfermedades y otros daños sin catalogar.

Tabla 6. Daños en los bosques durante 2000 (1.000 ha).

 

País

Superficie total

Incendios

Insectos

Enfermedades

Otras

China

177.001

51

6.191

883

820

Japón

24.876

2

0

0

27

India

67.554

3.700

1.000

8.400

-

España

16.436

45

217

189

1.775

EE UU

302.294

2.085

5.086

17.380

-

Fuente: FAO (2006; 268-273).

 

Finalizamos estas tablas recogiendo otro aspecto muy ligado también con la sostenibilidad forestal, como es el de las extracciones de productos madereros expresados en miles de metros cúbicos de madera. Hacemos referencia a tres años concretos (1990, 2000 y 2005). Se puede comprobar que en el caso de China la evolución es positiva, en el sentido de existir una disminución relativamente apreciable de la explotación maderera a lo largo de los años citados. No obstante, habría que responder a numerosas cuestiones, con la finalidad de poder efectuar comprobaciones más ajustadas: ¿A qué especies corresponden las extracciones? ¿Cómo se realizan los aprovechamientos forestales?, etc.

Por otra parte, de todos es conocida la intromisión, muchas veces ilegal, de empresas madereras chinas en otros países. La relación es larga, algunos de ellos son: Mozambique, Surinan, Myanmar, Federación Rusa (Siberia), Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Congo-Brazzaville, etc. En este sentido, GREENPEACE (2006; 2) calcula que: “(…) uno de cada tres árboles talados en el planeta se destinó para satisfacer el aumento del consumo y la industria de transformación de China.”

Tabla 7. Extracciones de productos madereros 1990-2005 (1000 m3; con corteza)

 

País

1990

2000

2005

China

159.081

144.775

135.435

Japón

31.130

18.843

22.334

India

9.001

5.735

4.724

España

18.517

17.965

17.689

EE UU

596.920

548.065

540.838

Fuente: FAO (2006; 280-285).

 

7. A modo de conclusiones: el necesario “gran salto adelante” hacia la sustentabilidad forestal

El título del estudio hace referencia a un hecho clave en la historia de China conocido por todos: la Larga Marcha de 3.500 kilómetros que los dirigentes del PCCh llevaron adelante en 1934 (con una importante sangría de vidas), con el objetivo de reorganizar fuerzas en su lucha contra el Kuomintang. Al final esa estrategia tuvo su recompensa, pues fueron esos mismos dirigentes quienes el 1 de octubre de 1949 instauraron la RPCh en la Plaza de Tiananmen.

La búsqueda de una gestión racional de los bosques chinos, tiene todavía un recorrido mucho mayor que el de la histórica Larga Marcha. Hemos descrito sintéticamente la evolución de las masas forestales desde la dinastía Zhou (1600 aprox.-221 a. n. e.) hasta los datos estadísticos más significativos que hacen referencia a la situación actual de bosques y cultivos forestales (superficie de bosques y de otras tierras boscosas, cambios en la superficie de los bosques, extensión de los diferentes tipos de masas forestales, funciones asignadas a los bosques, existencias de carbono, etc.).

No son muchas las variables que hemos analizado para efectuar una comprobación ajustada acerca de la sostenibilidad forestal. Además, en general, no hemos analizado la evolución en el tiempo de muchas de ellas que sería lo deseable. Esto puede ser objeto de trabajos posteriores de mucha mayor envergadura (por ejemplo, el señalado Proceso de Montreal con su conjunto de criterios e indicadores de sostenibilidad, cuando todos ellos estén desarrollados y operativos).

Sin embargo, a partir de algunos de los datos estadísticos expuestos pensamos que cada vez es más urgente hacer efectiva la (queremos creer) voluntad existente en la corrección de errores, problemas y deficiencias que tienen planteadas las masas forestales chinas. Los problemas son graves y variados, y hemos apuntado algunos de ellos: salud de los bosques, extensión forestal, inexistencia del necesario equilibrio en las funciones que se asignan a los bosques, las numerosas intromisiones, en ocasiones no muy claras, en los bosques de otros países, etc.

En estos momentos existe una necesidad perentoria de encaminar a las masas forestales chinas en la senda del desarrollo forestal sostenible (todos sabemos de las continuas referencias que los actuales dirigentes chinos hacen al desarrollo sostenible en general).

Es preciso por tanto un Gran Salto Adelante hacia el desarrollo forestal sostenible. Pero un gran salto adelante que no se abandone (como el histórico de finales de los 50 y principios de los 60 del siglo pasado), sea flexible, no retórico, participativo (de todos los sectores afectados que en realidad es el conjunto de la colectividad). Y que con las dificultades de todo tipo inherentes al desarrollo sostenible, pueda conseguirse de forma efectiva la estrecha y armónica relación entre el hombre y los bosques, característica histórica de la cultura tradicional china.

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NOTAS

1. De un relato chino del siglo XII escrito por Huang Mai: “(…) una familia desiste de vender para hacer madera un viejo sanmu (abeto de China) que está junto a la tumba familiar porque unos hombres de barba blanca aparecen en un sueño para advertirles de que <hemos vivido en este árbol durante trescientos ochenta años y nos condenan a convertirnos en un ataúd (…) ¿Qué os hace pensar que podéis contarnos cuando os apetezca?>” Recogido por J. NEEDHAM en su obra Science and Civilization in China (FERNÁNDEZ-ARMESTO, F. 2002; 158).

2. Zhu Rongji, ex primer ministro chino, 2000, (citado por MURRAY, G. y COOK, I. G., 2004; 19).

3. En nuestra Ley de Montes (Ley 42/2003, de 21 de noviembre, de Montes; BOE 22/11/2003) esta cita encabeza, precisamente, la exposición de motivos.

4. Esta última referencia corresponde a la Estrategia Forestal Española, en la cual se recoge, en realidad, la Resolución H1 sobre las directrices generales para una gestión sostenible de los bosques en Europa (Conferencia Ministerial sobre Protección de los Bosques Europeos, Helsinki-1993) que define la “gestión sostenible”.

5. En este caso se entiende como “bosque”: las “tierras que se extienden por más de 0,5 ha dotadas de árboles con una altura superior a 5 metros y una cubierta de copa superior al 10%, o de árboles capaces de alcanzar esa altura in situ. No incluye la tierra sometida a un uso predominantemente agrícola o urbano.” “Otras tierras boscosas” tiene la misma definición que bosque, pero con una cubierta forestal entre 5-10%. “Otras tierras” corresponde por exclusión las no consideradas como bosque y otras tierras boscosas (FAO, 2006; 169).

6. La superficie terrestre total no incluye la correspondiente a las aguas interiores que en China alcanza 27.063.000 ha. La superficie total supone un total de 959.805.000 ha

7. Las fases naturales del ciclo del carbono, imprescindibles para la vida, se pueden consultar en NEBEL, B. J. y WRIGHT, R. T. (1999; 66-67).

8. La biomasa por encima del suelo incluye el tronco, el tocón, las ramas, la corteza, la semilla y las hojas, mientras que la biomasa por debajo del suelo comprende la parte por debajo del suelo del tocón (raíces).

9. No están incluidas las existencias de carbono del epígrafe de “otras tierras boscosas”. En el caso de China el carbono retenido en otras tierras boscosas ha sido de 289 millones de toneladas en la biomasa encima del suelo, 109 en la biomasa debajo del suelo y 69 en madera muerta. (FAO; 2006; 263).



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