Observatorio de la Economía y la Sociedad China
Número 3 -  junio 2007

¿EL MILAGRO LIBERAL CHINO?

Vicenç Navarro López (CV)
Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Navarro López, V.: "¿El milagro liberal chino?" en Observatorio de la Economía y la Sociedad de China Nº 03, junio 2007. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/rev/china/


Una de las creencias más extendidas en los foros financieros internacionales y en las instituciones mediáticas que aquéllos influencian es que la erradicación de la pobreza en el mundo exige un mercado único a nivel mundial con plena libertad de los mercados laborales, así como de los mercados financieros y comerciales, disminuyendo al máximo el poder intervencionista y regulador de los estados, los cuales se perciben como obstáculos en el camino para alcanzar un mercado único global. Se presenta así tal globalización como la solución a los enormes problemas de la pobreza en el mundo, donde todavía hoy muere de hambre un niño cada dos segundos como promedio. Esta creencia –que ha alcanzado casi la categoría de dogma en tales círculos- aparece también en las frecuentes críticas a los países capitalistas desarrollados por su apoyo a la agricultura y a otros sectores económicos que están interfiriendo con el libre juego de los mercados. Tal crítica también se hace a los países subdesarrollados, a los que se acusa de tener estados excesivamente intervensionistas, que obstaculizan la enorme energía creativa de los mercados.

Tal creencia de clara tradición liberal utiliza la impresionante historia de crecimiento económico de la China Popular como ejemplo de las políticas liberales, subrayando que el gran éxito de aquella economía, (traducido en uno de los crecimientos económicos más acentuados que hayan existido en el mundo del subdesarrollo, crecimiento responsable de que en diez años se calcula que la economía china se va a transformar en la mayor economía mundial) se basa en aquellas políticas liberales. Según tales tesis, China debe su éxito (“el caso más exitoso del capitalismo global”, según The Economist, uno de los foros liberales más influyentes) a su incorporación al mercado global, tras previa adopción de las medidas desreguladoras de sus mercados de trabajo, de capitales y de comercio.

Es paradójico, por cierto, que los portavoces del capitalismo desregulado señalen a un estado como el chino, gobernado por un partido comunista, como modelo. Pero lo que es incluso más paradójico es que aquella experiencia china se muestre como un ejemplo del capitalismo globalizador, fruto de sus políticas públicas neoliberales, cuando un estudio serio y riguroso de tal experiencia muestra que, mírese como se mire, el modelo de desarrollo de China es todo menos liberal. Veamos.

En primer lugar, casi un tercio de la producción de China y un 20% del PIB de la producción industrial de China están producidas por empresas públicas (es decir, propiedad del estado). En realidad, la proporción de propiedad y producción pública en China es una de las más altas del mundo. Y gran parte de la inversión extranjera se hace en estas empresas públicas, que siguen una clara política industrial estatal que guía claramente los comportamientos de la empresa inversora, incluyendo las políticas de subcontrataciones.

En segundo lugar, los sectores más dinámicos de la economía china son los sectores que en España se llamarían de economía social o cooperativista, empresas que no tienen acciones ni ofrecen dividendos, y que son propiedad de municipios o ciudades pequeñas, sociedades sin afán de lucro. Serían empresas semejantes a la cooperativa Mondragón del País Vasco.

En tercer lugar, el crecimiento espectacular de la economía china antecede a su articulación con el mercado exterior. Este último ocurrió como consecuencia del crecimiento económico y no al revés, tal como asumen los pensadores liberales. Tal como han señalado varios estudiosos de la economía china, el gran crecimiento de esa economía ocurrió a principios de los años ochenta, diez años antes de las primeras medidas liberalizadoras, como fueron la reducción de sus aranceles. En realidad, durante la época de mayor crecimiento económico, en la década de los ochenta y mediados de la década de los noventa, los aranceles sobre los productos en China eran nada menos que un 40% sobre su precio –el doble que el promedio de los países subdesarrollados y cuatro veces el promedio de los países desarrollados-. Fue sólo en el año 1996 cuando las tarifas descendieron a un 26% y más tarde bajaron a un 16%. El gran crecimiento económico ha ocurrido con políticas altamente proteccionistas.

Y por último, -como si lo anterior no fuese suficiente para cuestionar la interpretación liberal de China-, existe la evidencia de que, en gran parte, el éxito del crecimiento en China se debe, además de a la activa intervención del estado y al elevado proteccionismo (disminuido sólo recientemente a partir de su integración en la OMC), a la universalización de la educación y de los servicios públicos que ocurrió durante el periodo anterior al inicio del crecimiento económico. Incluso economistas liberales como Jeffrey Sachs (autor del gran fracaso de las reformas ultraliberales de Rusia, Bolivia y Ecuador) han admitido que el éxito de China se debe al punto de partida del desarrollo chino, contando con una población altamente educada y cuyas necesidades mínimas de educación, nutrición y sanidad están satisfechas. El problema grave de China hoy es que estas bases del desarrollo se están deteriorando como consecuencia del desmantelamiento de la infraestructura de derechos sociales (incluyendo la sanidad y la educación), lo cual, está creando unas enormes desigualdades que están generando grandes tensiones sociales (China es uno de los estados más represivos en contra de los sindicatos). El abandono de las zonas rurales, donde todavía vive la mayoría de la población, está causando un deterioro muy notable del bienestar de la población agraria, que queda marginada por un modelo de desarrollo económico que se está orientando de manera progresiva a las exportaciones (que se están convirtiendo en el motor de tal desarrollo) en lugar del consumo doméstico. Este déficit social cuestionará muy seriamente el progreso de aquel país.


Este artículo se reproduce aquí con autorización del autor. Ha sido publicado previamente en la revista Temas para el Debate.



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