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Revista académica
Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN: 1887-3197

Observatorio de la Economía y la Sociedad China
Número 2 - marzo 2007

La República Popular China y su economía: reseña histórica del cambio sucedido y las reformas introducidas por Deng Xiaoping.

María Isabel Negre  (CV)
Universidad de Buenos Aires
isabelnegre@hotmail.com

            China tiene hoy la economía con mayor dinamismo en el mundo, se ha convertido en el mayor demandante de cobre, zinc, platino, acero, hierro, aluminio, níquel, cemento, etc. y en el segundo importador de petróleo de todo el mundo. Además de ser un gigante geográfico, demográfico y económico, también ha conseguido una innovación tecnológica y un desarrollo de una fantástica sofisticación financiera.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

María Isabel Negre: "La República Popular China y su economía" en Observatorio de la Economía y la Sociedad de China Nº 02, marzo 2007. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/rev/china/


Por esto, el conflicto ya no va a ser propiedad colectiva versus propiedad privada. Ahora será entre un Estado que preserva como principio sagrado el monopolio del poder político, combinado con una economía de mercado cada vez más semejante a la estadounidense; y un Estado democrático tanto en lo político como en lo económico[1].

Entonces, ya no se cuestiona la implicancia de China en el mercado mundial, sino que se admira y frecuentemente se teme, la amplitud y rapidez con la que se extiende. Como dice Jean-Luc Domenach[2]la China de hoy ha salido de la categoría de las <<diferencias epidémicas>> (diferencias cuya propagación hay que barrer a cualquier precio) y no pertenece más que en parte a la categoría de las << diferencias estratégicas>> (es decir, diferencias que se deben y se pueden contener o utilizar por medios estratégicos o diplomáticos), en la que la URSS permaneció hasta el último momento. Entró progresivamente, bajo Deng Xiaoping, y se inscrito, bajo Jiang Zemin, en una tercera categoría, que es la de las <<diferencias negociadas>>, es decir, las deferencias cuyo peligro es real pero que puede disminuir mediante negociaciones. Aunque sobrevive el recelo ante la diferencia china, se ha reducido, ya que China, al acercarse al resto del mundo, le proporciona cada vez más oportunidades para la compraventa”.

La reforma económica se inicia tras la muerte de Mao Tse Tung y la asunción al gobierno de Deng Xiaoping en 1976. Él fue quien lanzó el programa “cuatro modernizaciones” bajo el lema no importa el color del gato sino que sepa cazar ratones. Con esta frase explicó a la izquierda intelectual que él se daba cuenta de los efectos desastrosos que causaba el dogmatismo colectivista utilizado como instrumento de desarrollo de las naciones; las ideas preconcebidas, se habían acabado... ahora importaba el pragmatismo. 

La opción que impuso a finales del 1978 hacía de la apertura un medio de realización de los grandes objetivos programáticos, pero era una opción pragmática. Hoy se suele olvidar que el despertar de la apertura fue al principio muy amplio. El gobierno chino se volvió hacia todas las experiencias económicas extranjeras, incluidas las del mundo comunista [...]. En septiembre de 1978, en Tokio, durante una visita a las fábricas de Nissan, Deng Xiaoping declaraba: <<por fin he entendido qué significa la modernización>>. A lo largo de la década de los ochenta, la apertura económica concernió sobre todo al Asia capitalista y a la China de ultramar: Japón para el comercio y las ayudas; Hong Kong y Singapur para las financiaciones y los métodos de gestión”[3].

Así, este gran pensador, estadista y analista estratégico observaba a la Unión Soviética y al sudeste asiático, y el primer cambio que introdujo fue el de aceptar la propiedad privada de los medios de producción. Con esto también se debieron asimilar dos nuevas ideas: la plusvalía como una retribución legítima del capital invertido; la competencia como medio de asignación de los factores de producción.

La Unión Soviética podía competir con Estados Unidos en ámbitos militares porque en eso destinaba la inversión. Pero la decadencia económica y tecnológica en la que estaba sumergido el país era un precio demasiado alto por pagar, y el dirigente chino no estaba dispuesto a hacerlo.

En el sudeste asiático se estaban dando experiencias extraordinarias con respecto al desarrollo económico de los países. Y todos tenían un factor común: una nueva filosofía de mercado que contenía empresas privadas que buscaban ganancias y competían duramente; una masa asalariada con una creciente capacidad adquisitiva; y gobiernos que ofrecían a la población salud, vivienda y educación.

Japón en pocas décadas se había convertido en la segunda potencia económica del mundo, descollando en casi todos los sectores industriales de alta tecnología[4]. China no estaba en condiciones de competir contra eso. 

Otro territorio en desarrollo era Taiwán. Esta “provincia”[5] se estaba convirtiendo en una importante sociedad industrial que le permitía mejorar notablemente el nivel de vida de la población. La magnitud y durabilidad del crecimiento de su economía y su tremenda importancia en las exportaciones hacía pensar al líder chino en el impacto que sufriría su país si continuaba en el primitivismo económico en el que se encontraba, y Taiwán seguía creciendo como lo venía haciendo.

El desarrollo de Hong Kong seguramente también llamó la atención de Deng Xiaoping. Esta isla no sólo había formado parte del territorio chino, sino que se encuentra muy cerca geográficamente, lo que hacía que las noticias de su desarrollo llegaban a la población. Y, al fin y al cabo, eran chinos los que realizaban semejante hazaña.

Singapur, siendo ciudad-estado, también estaba logrando excelentes resultados económicos. Fue la conducción del extraordinario estadista Lee Kuan Yew la que permitió el gran desarrollo de esta pequeña nación

El otro territorio que formaba parte del denominado “tigre asiático” es Corea del Sur que contrasta con Corea del Norte en lo que respecta al crecimiento económico, la evolución tecnológica, la capacidad exportadora y el nivel de bienestar de la población. ¿Qué es lo que las diferencia? Que luego de la guerra entre las dos Coreas, y con Estados Unidos de un lado y China del otro, el general Park dirigió el proceso de desarrollo en el que se fijaban metas para la expansión de las exportaciones.

Indonesia era otro ejemplo de crecimiento económico. Es una nación de un territorio extenso y una compleja geografía (gracias a las  trece mil islas que lo conforman)[6]; de una diversidad étnica, cultural, lingüística y religiosa que hacía difícil la conducción de la población. Suharto asumió el control del Gobierno en 1967 y fue quien dio un giro a la política económica hacia una economía capitalista y mantuvo buenas relaciones con Estados Unidos y Japón.

En la década del setenta pudo mantener el crecimiento económico gracias a los altos precios del petróleo; pero en los ochenta, la economía sufrió un declive como consecuencia de la crisis de precios y del petróleo y pagó las consecuencias de no haber creado en la década anterior una infraestructura empresarial. Todo esto sirvió de ejemplo para el líder chino.

Así, los dirigentes de China una regla de oro que ya había sido puesta en práctica primero por Japón y luego por los demás países industrializados de Asia; pero decidieron aplicarla más rigurosamente: China no podría abrirse a Occidente si no tomaban precauciones para preservar su independencia.

 

Entra en juego la política exterior

 

            Deng Xiaoping tomó medidas estratégicas para limitar los costos de la apertura. Se centró en la modernización del socialismo, en formar una “dictadura democrática” del partido, con una apertura económica para potenciar la iniciativa privada y el crecimiento económico. Suprimió toda oposición, pero también concedía mayores libertades en otras áreas.

            En política exterior, combinó una alta dosis de pragmatismo con nacionalismo. Se iniciaron relaciones con Estados Unidos y se normalizaron con la Unión Soviética. Por otro lado, negoció la recuperación de territorios chinos como Hong Kong y Macao, e insistió con la reclamación de Taiwán.

            Deng, apoyándose en una teoría de los años 1974-1975 de un mundo dividido en tres (las superpotencias, los subdesarrollados y los que están en vías de desarrollo como China), pudo desplegar y marcar una continuidad para llevar a cabo su plan. Se presentó como defensor del denominado Tercer Mundo y esto le permitió a Pekín tener intercambios comerciales que, de hecho, eran con países del Primer Mundo.

            Esta nueva posición también le permitía tener una situación estratégica con las dos grandes potencias de los años ochenta. En una primera etapa, 1979-1985, Estados Unidos  concedió muchas ventajas a China por la propaganda que hacía en contra del hegemonismo soviético; postura que demostró seriamente al estar en contra de Vietnam y la URSS en la guerra en 1979. Occidente se puso a favor de la política de modernización china, pero Deng no quería comprometerse sólo con ellos. Así, a partir de 1985, comenzaron los lazos con Gorbachov... se intentaba que funcionara el triángulo Washington-Moscú-Pekín. El problema surgió en 1991 cuando se dio el hundimiento de la URSS.

            La postura de la década del ´80 “integró la apertura comercial china –que ponía necesariamente a Pekín en situación de comprador- en una diplomacia global que ponía en juego bazas indiscutibles: la visión que el mundo tenía sobre un antiguo imperio que renacía, la extensión de su territorio y la importancia de su población, la posesión de armamento nuclear y la capacidad de actuar, y en cualquier caso de hablar, más allá de su región, especialmente gracias a su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”[7]. Así, esta posición diplomática permitió a China confirmar su lugar en el mundo: mantenía relaciones con el Tercer Mundo, reforzaba su posición en una Asia oriental en pleno crecimiento, y se presentaba como un socio independiente de las dos fuerzas de ese momento.

            Durante los años ´90, la estrategia de apertura tuvo que cambiar en algunas cosas. China ya participaba de los mecanismos de la mundialización y ahora tenía que beneficiarse. Pero también critica la dominación financiera y comercial de Estados Unidos y defiende a los países que han quedado marginados por culpa del mundo globalizado.

Por otro lado, las medidas de apertura debían salvaguardar la independencia de China y las tres condiciones que mantendrían la dinámica de esta apertura se llevaron a cabo muy de a poco. La primera era que Occidente y Asia capitalista debían admitir que los intercambios comerciales para asegurar la modernización del país, no debían incomodar al régimen político. Igualmente, y gracias a los intercambios con el extranjero, la economía china pudo crecer rápidamente sin interferir con el régimen comunista. Según Jonathan Story, “el regimen comunista chino ha llegado casi tan lejos en la reforma económica como puede llegarse sin acometer profundos cambios políticos”[8].

La segunda condición implicaba a la población: por un lado, los dirigentes apoyaban la modernización sin perder el control; y la gente debía comprometerse con el desarrollo sin dejar de obedecer a las autoridades.

La tercera era a nivel político: las decisiones tomadas por el más alto nivel de la dirección política, que daban el impulso a la apertura, debían ser confirmadas; pero el aparato dirigente estaba dividido. Finalmente, Deng Xiaoping y Jiang Zemin “vencieron manteniendo el carácter fundamentalmente binario de la estrategia de apertura de una manera que podía más que tranquilizar a los conservadores, ya que Deng comenzó cada vez por embridar el caballo de la represión y Jiang Zemin, en 1998-1999, también empezó por recalcar los puntos de acuerdo con sus opositores antes de decantarse a favor de una profundización de la apertura”[9].

Esta “profundización” fue notoria en 1999 con el arbitraje de Jiang Zemin a favor de la entrada de China en la OMC. Con esto, se estaban comprometiendo con la mundialización. Este compromiso llevaba la apertura a un nivel más elevado: China se comprometía a intervenir en una organización económica caracterizada por su naturaleza global y la circulación de bienes. El mercado mundial, organizado por la OMC, es un conjunto de socios (con los cuales Pekín ya había tenido que firmar acuerdos previos). El extranjero ya no era el otro útil, sino que pasó a ser el otro de una asociación.

Pero los costos eran altos, y China los vivió en 1998 cuando les llegó la crisis asiática. Por eso, los diplomáticos chinos reemprendieron duras negociaciones con sus principales socios: Estados Unidos y Europa. Allí consiguieron resultados favorables: obtuvieron acuerdos especiales (por ejemplo con las ayudas a los productores de cereales), y su adhesión le abría miles de puertas para trampear con compromisos adquiridos. Así, se comprometen con la globalización pero ya no sólo con las condiciones de los demás, sino también con las suyas propias, sin dejar de ser ellos mismos.

            A principios de 2000, Jiang Zemin “anunció el nuevo concepto de <<sang ge dai biao. El mismo proclama que el Partido Comunista Chino representa <<el modelo más avanzado de fuerzas productivas, de cultura más adelantada, y de los intereses de la mayoría de la población>>. Lo que revela esta teoría es la intención del partido de abrirse a las nuevas fuerzas y clases sociales. Esto constituye, sin duda, un paso importante para el pluralismo dentro de las estructuras del partido”[10]. Esta fue la denominada teoría de las “tres representaciones” de Jiang Zemin.

 

La estrategia de la apertura, desde el interior del país

 

            La apertura debía mantenerse bajo control, se debía hacer de modo progresivo y seleccionando, de modo minucioso, los espacios donde entrarían las empresas extranjeras. La apertura estaba canalizada prioritariamente hacia las zonas costeras, aunque el Centro llevaba a cabo una vigorosa política comercial. Las autoridades distinguían claramente las marcas y los países “amigos” y nunca vacilaron en “castigar” a un país y/o sus marcas, si lo consideraban culpable[11]. Este discurso de amistad les permitía hacer una búsqueda sistemática para obtener ventajas financieras y, a su vez, mejorar las ya obtenidas.

            A medida que pasaba el tiempo, los procedimientos de las inversiones, junto con las joint ventures fueron flexibilizándose. Esto provocó un boom en las inversiones extranjeras directas, a principios de los noventa. Además, se crearon las bolsas de Shenzhen, en 1988, y la de Shanghai en 1990.

            Entonces, primero se aceptó la propiedad privada de los medios de producción y, luego, la plusvalía que sirvieron como motores para dar impulso estructural y de largo plazo al desarrollo buscado[12]. En forma gradual se incorporaron los principios y las instituciones típicas de las economías de mercado.

            Los capitales extranjeros, como ya dijimos, primariamente se centraron en el desarrollo de las zonas costeras por ser las que tienen más acceso al tráfico del comercio mundial; dejando para más adelante el interior del país.

            Lo que Deng vio claramente es que sin un Estado poderoso es puro sueño y fantasía pretender una economía de primer orden, ya que en un poder fuerte y lúcido subyace la potencialidad de un crecimiento económico vigoroso y sostenido en el tiempo. Por eso entendió que primero es necesaria la apertura económica y luego la política.

            En China, el monopolio del poder siguió en manos del partido comunista porque sería esta condición la que permitiría que la reforma fuese efectiva; es decir, que se pudieran transformar las estructuras económicas, sociales, culturales y la mentalidad colectiva.

            Esta transformación gradual y sistemática fue lo que permitió que un país con un Estado comunista como China se haya incorporado a la Organización Mundial del Comercio    -OMC-[13] a fines del 2001.

            China tiene un Estado con un poder de decisión sin paralelo alguno. Esto le ha permitido continuar con su desarrollo. Así, pueden resumirse diez puntos que caracterizan el poder en China y que permiten el crecimiento[14], a saber:

1- un Poder que controla todos los resortes del Estado;

2- tampoco se permite la competencia política, las organizaciones opositoras, la existencia de sindicatos;

3- no existen medios de comunicación que no pertenezcan al Estado;

4- no tiene un líder carismático, sino que los dirigentes cambian periódicamente;

5- es un poder que también representa a los sectores emergentes del gran desarrollo económico;

6- es un Poder con la idea de crear una nación poderosa, próspera y tecnológicamente avanzada;

7- tiene la capacidad de llevar adelante planes de muy largo plazo, dado que siempre los miembros del gobierno provienen del mismo partido;

8- es un Poder en el que existen políticas de Estado;

9- es un Poder que acepta las desigualdades de ingresos y la legitimidad de la plusvalía de la inversión privada;

10- es un Poder que integra el monopolio político con el capitalismo privado, el Estado totalitario con la economía de mercado, y que se viene abriendo al mundo sin perder su esencia de profundo nacionalismo económico.

            Así, este Estado tiene aptitud para resolver todos los obstáculos que se le  presenten.

            Hace un cuarto de siglo que China comenzó el nuevo camino que le permite lograr el desarrollo que hoy tiene: crece a un ritmo vertiginoso y, habiéndose revisado las cifras de PIB, se llega a la conclusión que es un 16% más grande de lo que se había estimado. Esto lo convierte en la sexta economía del mundo en PIB y es la segunda si se mide en paridad de poder adquisitivo.

 

Ranking País PIB[15]
(millones de dólares USA)

1

Estados Unidos

11,667,515

2

Japón

4,623,398

3

Alemania

2,714,418

4

Reino Unido

2,140,898

5

Francia

2,002,582

6

China

1,932,093

7

Italia

1,672,302

8

España

991,442

9

Canadá

979,764

10

India

691,876

Los siguientes gráficos muestran el PBI y las exportaciones de distintos países[16]:

  

            “La política exterior china presenta algunas de las características de una transición: cambio vacilante de los objetivos, desigualdades de ritmo o diversidad de las aplicaciones regionales y locales. [...] esta transición deja entrever un desarrollo histórico claro. Después del <<nudo>> de los años 1989-1991, un segundo <<nudo>> preparado por el acceso al poder de Jiang Zemin en 1994-1997 se organizó entre 1999 y 2001, que ha marcado a la vez una mutación y una elevación de las ambiciones. Desde entonces, la política china ya no es principalmente defensiva, sino ofensiva. Se sigue planteando la defensa del régimen y el desarrollo económico, pero mediante un compromiso cada vez más marcado con el mercado mundial, y a la vez se plantea objetivos mundiales y sobre todo regionales más ambiciosos: China es un candidato claro, a medio plazo, a un estatuto de gran potencia y, a corto plazo, a uno de gran potencia regional”[17].

 

            En el 2002, China ya estaba en el quinto puesto en el ranking de los países exportadores del mundo (en el año 1978, estaba en el 32° lugar)[18], estando por detrás de Estados Unidos, Alemania, Japón y Francia, pero por delante de países como Gran Bretaña, Canadá, Italia, Países Bajos y Hong Kong. La inversión extranjera oscilaba entre el 40 y el 60 % del total de las exportaciones.

            El dinamismo económico ha reforzado su magnetismo, al principio la estrategia era simple: crecer, crecer, crecer. Y, en la medida en que siga aumentando su peso a nivel mundial, y las decisiones que vayan tomando, también irán modificando la política interna para adaptarla a las nuevas situaciones.

            Según J. Story, “China se convirtió en una gran potencia precisamente porque gestionó con éxito la transición a la <<democracia al estilo chino>>. Ahora que la democratización de China es una realidad, y que China es un candidato a la primacía mundial, la estructura mundial es más multipolar”[19]. No sé si se puede decir que China está democratizada, pero sí que ha sabido adaptarse a los cambios, así como producirlos y llevarlos a cabo. Económicamente, ya es una potencia mundial; políticamente, lo será.


[1] García Martínez, C. Economía China. Su prospectiva en los bloques del siglo XXI. Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2005, Pág. 27.

[2] Domenach, J-L. ¿Adónde va China?. Ed. Piados, Barcelona, 2006. pág. 104.

[3] Domencha, J-L., op. cit., pág. 111.

[4] García Martínez,  op. cit., pág. 53.

[5] Dados los problemas históricos que existen con respecto a este territorio. “Taiwán-China: ¿una relación que aún no tiene solución?”, artículo publicado en el 1º número de la revista (link: http://www.eumed.net/rev/china/01/min01.htm )

[6] Diccionario Oxford-Complutense de Historia Universal del siglo XX, de Jan Palmowski. Ed. Oxford-Complutense. Madrid, 1998, Pág. 372.

[7] Domenach, op. cit., pág. 112.

[8] Story, J. China. Cómo transformará los negocios, los mercados y el nuevo orden mundial. Ed. Mc Graw Hill, Madrid, 2003, pág. 92

[9] Domenach, op. cit., pág. 115.

[10] Story, J., op. cit., pág. 131.

[11] Como sucedió con las marcas holandesas, a principios de los ochenta, cuando vendieron un submarino a Taiwán, o como le pasó en el 2001 a un banco suizo por haber colaborado excesivamente con las autoridades taiwanesas.

[12] García Martínez, op. cit., pág. 73.

[13] Natalizio, M. V. “China a 5 años del ingreso  a la OMC: logros, críticas y nuevos desafíos por enfrentar” artículo publicado en el 1º número de la revista (link: http://www.eumed.net/rev/china/01/mvn-02.htm )

[14] García Martínez, op. cit. Pág. 80 y ss.

[15] Fuente: www.iberglobal.com newsletter del 21 de diciembre de 2005.

[17] Domenach, op. cit., págs. 220-221.

[18] Story, op. cit., pág. 71.

[19] Story, J., op. cit., pág 307.

 

 


 
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