José Manuel García López (*) (CV)
josman9_1@hotmail.com   
			
Resumen 
 
En el presente documento se realiza un análisis de lo que representa el control 
de las emociones en los niños y jóvenes, la problemática se borda desde una 
perspectiva clara para hacer consciencia a maestros y padres de familia de lo 
importante que resulta el poder controlar las emociones y todo lo que implica el 
no poder realizarlos, las acciones que se deben implementar en los centros 
educativos con el propósito de mejorar la autoestima de los niños y jóvenes que 
les permita una mejor y mayor interacción con sus grupos y la sociedad en 
general, 
 
Abstract 
 
In this document is analyzed the problem of when the childs and young people 
can’t control their emotions. The problem is aborded from a clear perspective in 
order to make conscious to teachers and family fathers of the importance of 
emotions control, and what to and how to do it in order to reinforce the self-steem 
in the school so they can have better interactions with their camarades and the 
society in general. 
Términos claves: alfabeta emocional, impulsividad, empatía, paradigmas  
 
En los últimos años se ha desatado una creciente ola de incidentes en la que el 
principal elemento es la falta de control de las emociones, de tal forma que una 
necesidad apremiante es el aprender a manejarlas y controlarlas y poder zanjar 
nuestras diferencias con el diálogo y la razón en forma pacífica y constructiva. 
Es frustrante ver como las instituciones educativas hacen muy poco para que los 
programas educativos cuenten con planes que desarrollen habilidades a los 
alumnos en el manejo de las emociones y se preocupan solamente porque el alumno 
aprenda más cada vez de las ramas del conocimiento que les ocupa y que cada vez 
seamos más analfabetas emocionalmente hablando. Esto es, nos preocupa que el 
alumno sea mejor cada vez más en matemáticas, que lean y escriban mejor que 
saber si estarán bien en el futuro. 
Según estadísticas, en los Estados Unidos ha habido una gran cantidad de 
incidentes en los que los principales protagonistas son adolescentes desubicados 
emocionalmente, suicidios, embarazos tempranos en las jóvenes adolescentes. De 
tal forma que la expectativa de que los jóvenes tengan una vida futura estable y 
armoniosa está cada vez más lejos de llevarse a cabo en cada generación que 
pasa. Estas estadísticas son un aviso de lo que se pudiera presentar en el 
futuro cercano si no se toman las medidas adecuadas en forma inmediata. 
En estudios realizados entre la población juvenil en los Estados Unidos, se 
encontraron algunas deficiencias consistentes, que iban en aumento y que se 
reflejaban en un rendimiento decreciente y pobre. Estas fueron las siguientes: 
 
1. Aislamiento o problemas sociales: los jóvenes prefieren la soledad, se 
vuelven muy reservado, es decir, poco interactivos con sus semejantes, y con un 
mal carácter en extremo. 
2. Ansiedad y depresión: inseguridad y miedos, nerviosismo, falta de sentido de 
pertenencia, tristeza y depresión. 
3. Problemas de atención y del pensamiento: no pueden prestar atención, ni 
permanecer quietos, son hiperactivos y con un pobre desempeño académico,  
4. Delincuencia y agresividad: rodearse de amistades conflictivas, mentirosos, 
una especial tendencia a discutir, rechazo a la propiedad y a lo establecido, 
etc. 
Estos problemas en forma aislada no representan un gran problema, porque siempre 
han existido, pero se convierten en una patología social cuando su recurrencia 
es muy frecuente. Lo que es peor aun, es que estos problemas no son sólo 
privativos de los Estados Unidos, sino de todo el mundo. Desde luego que no 
todos los niño agresivos son unos criminales, algunos son aislados, otros 
rechazados por la sociedad en que viven, o que reaccionan violentamente ante 
cualquier provocación por mínima que sea, pero las tendencias a percibir en 
forma equivocada la realidad es cada vez más frecuente. El camino a la 
agresividad comienza con los jóvenes que son intolerantes y difíciles de manejar 
en los primeros años escolares, su escasa capacidad de dominarse contribuye a 
que sean malos estudiantes y que sean considerados como estúpidos tanto por 
ellos mismos, como por sus demás compañeros y que se confirma cuando son 
enviados a educación especial por los trastornos conductuales presentados. Son 
también conocidos como casos perdidos por su falta de disciplina, por lo regular 
el CI en estos niños es más bajo que en sus compañeros y muestran una 
impulsividad muy marcada. Conforme avanzan en sus años escolares, por sus 
características impulsivas son rechazados por sus compañeros y algunos ya son 
fracasados académicamente y apartados sociales, que buscan desafiar las leyes 
establecidas, con ausencias frecuentes a clases y por lo regular se unen a otros 
grupos marginados o de delincuentes y en lo que respecta al sexo femenino, no se 
convierten en delincuentes, sino en madres a muy temprana edad. 
La estructura mental de los niños agresivos con toda seguridad los llevará a 
meterse en problemas, si tienen algún desacuerdo con alguien, de inmediato lo 
ven con una actitud antagónica y aventuran las conclusiones hacia la hostilidad 
en lugar de pretender resolver en forma pacífica los desacuerdos, y lo curioso 
es que justifican su comportamiento, de tal forma, que para ellos es normal lo 
que hicieron. Una ayuda oportuna podría cambiar estos desajustes conductuales, 
pero sin embargo y desgraciadamente no se está actuando como se debiera, tanto 
por los padres, como por las instituciones educativas, que como ya se mencionó, 
sólo se preocupan porque el alumno aprenda a leer y escribir cada vez mejor, 
pero en el aspecto humano y conductual, no les interesa, al menos a muchas 
instituciones educativas. 
Es muy fácil que entre la gente joven, se desencadene un proceso de depresión y 
esto es debido a sus problemas de relacionarse con los demás, como con sus 
mismos padres, con frecuencia son incapaces de hablar sobre la causa de su 
tristeza, porque casi no pueden identificar las causas o porque están renuentes 
hacerlo, en realidad no pueden clasificar adecuadamente sus sentimientos y esto 
los hace agresivos, hoscos e irritables. 
Al parecer esto tiene su fundamento en dos aspectos: por un lado, la incapacidad 
de relacionarse con los demás y la forma como intervienen los contratiempos y 
por otro lado, también interviene la genética. Lo peligroso de esto es, que cada 
vez se van dando altos índices crecientes de depresión por la dinámica de la 
modernidad, los síntomas aparecen en edades cada vez más temprana, aunque la 
posibilidad en realidad aumenta con la edad, por lo que se recomienda que los 
síntomas de la depresión no deben ser sólo tratadas, sino prevenidas, es decir, 
si se detectan síntomas de depresión en los jóvenes a muy temprana edad y se 
piensa que éstos podrían desaparecer con el paso del tiempo y la edad, es 
totalmente erróneo, es al contrario, se incrementan con el paso del tiempo y la 
edad. 
Cuando se comparan a los niños que padecen depresión con los que no la tienen, 
se les haya socialmente ineptos, con pocos amigos, no son elegidos o aceptados 
por sus compañeros menos populares y con más problemas por no poder relacionarse 
con los demás. Y desde luego todo esto lo impacta en forma negativa en su 
rendimiento escolar y está claro el por qué, simple y sencillamente, porque el 
mismo estrés que les provoca el sentirse rechazados, no les permite concentrarse 
en sus tareas y mucho menos prestar atención y se cae en un círculo vicioso, a 
mayor tensión, menor atención y capacidad de retención y a menor capacidad de 
atención y retención, mayor tensión, etc. 
Es interesante ver lo que se ha encontrado en estudios realizados en niños de 
los Estados Unidos, por ejemplo, algo que tiene que ver con la depresión es la 
actitud ante las situaciones no favorables de la vida, pero que tiene mucho que 
ver con la actitud positiva o negativa que se tenga de la misma, las personas 
pesimistas son las que con mas frecuencia padecen de depresión, en la medida, 
que mediante ayuda profesional les podamos hacer cambiar esa actitud ante la 
vida, podrán tener mayor tolerancia a la frustración y de esa manera podrán ver 
con mayor positivismo la vida y a reaccionar menos con conductas agresivas e 
intolerantes. Es decir, las conclusiones a las que han llegado los 
investigadores, es que se puede mejorar si se actúa como se piensa, es decir, si 
pienso positivamente, voy a actuar positivamente ante la vida, pero si no pienso 
así, es todo lo contrario. Por otro lado el reconocer que las cosas no son como 
uno quiere, porque uno mismo provoca que se den, es un gran paso para la mejora. 
En realidad, existen dos clases distintas de tendencias emocionales inadecuadas 
que llevan a los niños a terminar como proscriptos sociales, como se ha visto, 
una de ellas es la tendencia a tener ataques de furia y a percibir hostilidad 
donde no la hay y la otra es la tendencia a ser tímidos, ansiosos y ser 
socialmente retraídos o socialmente “sordos” –aquellos niños que continuamente 
tienen problemas para leer y responder a las emociones, terminan siendo aislados 
sociales, por esto, es mucho muy importante que durante las etapas de 
aprendizaje del niño, éste pueda desarrollar habilidades de interacción en el 
juego con sus compañeros, para evitar que queden excluidos o rechazados por los 
demás, porque esto trascenderá a sus relaciones futuras. Desde la edad temprana 
aprendemos a “negociar” en las relaciones personales, a zanjar diferencias y 
compartir nuestros sentimientos más profundos, pero cuando somos rechazados 
socialmente, tenemos el 50 % de probabilidades de refugiarnos en un grupo muy 
reducido de amigos, o algo peor, a tener un sólo amigo y esto nos hace perder la 
oportunidad de crecer emocionalmente, aunque para nuestra buena suerte, ya 
existen programas de entrenamiento para que los niños pocos sociables puedan 
desarrollar estas habilidades, y si los pueden hacer con los niños, seguramente 
podrán hacerlo con los adultos, sin embargo el principal requisito es estar 
totalmente convencidos de que sí se necesita en realidad, de lo contrario, no 
podrán hacer gran cosa con el analfabetismo emocional. El porcentaje de 
efectividad de estos programas ha variado entre el 50 y el 60 %  
 
Una tendencia incremental es la afición a las drogas y el alcohol porque se 
tiene la creencia de que surten efectos medicinales, es decir, si tomo o me 
drogo es más fácil sobrellevar mis problemas y frustraciones, esto explica el 
porqué del abuso de estas substancias y que cada vez sean más las personas de 
todos los estratos sociales y edades las que recurren a estos paliativos y 
convertirse en adictos y que desgraciadamente, al parecer también puede tener 
antecedentes genéticos. 
En los últimos años, se ha desatado una ola de ataques o guerras contra las 
adicciones o desviaciones conductuales en los adolescentes y que esperemos que 
también se vuelvan preventivos, más que correctivos porque en realidad hacen 
mucha falta en nuestra sociedad cada vez más desintegrada. 
Desafortunadamente también el entorno de crecimiento como el hogar, el barrio y 
la escuela misma, tienen mucho impacto en el comportamiento futuro del niño con 
problema social, pero que por otro lado, afortunadamente ya se tienen los 
conocimientos (psicólogos) para tratar estos tipos de desviaciones conductuales. 
Un niño con entrenamiento en destrezas emocionales y sociales es más proclive a 
evitar abusos de cualquier tipo, porque les ayuda a tener más confianza en ellos 
mismos, no culparse cuando algo malo les ocurre y a sentir que tienen el apoyo 
de sus padres y maestros a quienes pueden acudir en caso de ser necesario. Sin 
embargo, ¿qué debe incluir un programa de entrenamiento emocional?, es lo que se 
llama desarrollo de la inteligencia emocional y debe incluir lo siguiente: 
 
1. El auto conocimiento 
2. La identificación 
3. La expresión 
4. El manejo de los sentimientos 
5. El control de los impulsos 
6. El manejo del estrés y la ansiedad 
 
Una habilidad clave para el control de los impulsos es reconocer la diferencia 
entre sentimientos y acciones y el aprendizaje de cómo tomar mejores decisiones 
emocionales y mediante el control del impulso a actuar sin juicio ni análisis 
del impacto que vayan a causar esas decisiones. Lo mejor es identificar 
alternativas de solución y prever las consecuencias futuras de nuestras 
decisiones. La gran mayoría de las aptitudes necesarias son interpersonales 
como: prestar atención, poder resistir las influencias negativas, ser empáticos 
y en especial comprender cuál debería ser el comportamiento adecuado para tal o 
cual situación y actuar en consecuencia y concordancia con la situación. 
LA EDUCACIÓN DE LAS EMOCIONES 
 
Desde luego que sí se pueden educar las emociones, tal como lo demuestra una 
escuela en los Estados Unidos, en la cual, al pasar lista el maestro, los 
alumnos en lugar de decir “presente”, mencionan un número del 1 al 10, el 1 
representa un estado anímico depresivo o de desagrado y el 10 la felicidad o 
agrado, de tal forma que, el alumno al mencionar el número también deben decir 
el por qué se califican así. Es una clase de “ciencia del yo”, o escuela de la 
inteligencia emocional. El contenido de la “ciencia” del yo son los 
sentimientos, los propios y los que se generan en la relaciones interpersonales, 
la estrategia que se utiliza es el analizar las tensiones y traumas de los 
niños, así como el sentirse desplazado, la envidia, los desacuerdos que pueden 
llegar convertirse en conflictos, todo esto basado en el concepto de que “el 
conocimiento no es un hecho separado de los sentimientos, ser un alfabeta 
emocional es tan importante como saber matemáticas y leer”. Esta “ciencia” está 
siendo precursora de programas de entrenamiento denominados: “destrezas para la 
vida”, “desarrollo social”, aprendizaje social y emocional”, etc. Entre otros 
nombres que se le han asignado, pero llámesele como se les llame, su objetivo es 
entrenar o capacitar a los individuos a tener un mejor control de sus emociones 
y habilidades para interactuar en grupos, y no necesariamente son para personas 
que se hallan calificados como problemáticos o conflictivos, sino para todos en 
general como parte de los programas educativos comunes y corrientes. La 
efectividad de estos programas es mayor cuando se concentran en puntos focales 
de aptitudes emocionales y sociales, tales como el control de los impulsos, la 
ira y la propuesta de soluciones para situaciones conflictivas sociales 
difíciles. Las clases en si podrían parecer simples y carentes de practicidad, 
pero efectivas a los programas que se enfocan, aunque son modestas también son 
muy significativas, porque surten efecto regular y sostenidamente, de esta 
manera se puede decir que se instala la educación emocional, al repetirse con 
frecuencia la experiencia, porque el cerebro funciona adquiriendo la experiencia 
y guardándolo como un hábito adquirido y fortalecido, a los cuales recurre la 
mente en situaciones de conflicto. 
Durante las clases de la ciencia del yo o entrenamiento en inteligencia 
emocional, se realizan dinámicas con restricciones para los participantes con el 
propósito de simular situaciones de incomodidad y tensión para ver como 
reaccionan, eso por un lado y por el otro, para que se entrenen en tolerancia a 
las mismas situaciones de incomodidad y presión. Los estudiantes que cursan la 
“ciencia del yo” aprenden que la cuestión no es evitar las situaciones de 
conflicto, sino resolver los desacuerdos en forma madura y correcta, sin 
pleitos, ni agresiones que pudieran desencadenarse en tragedias lamentables, por 
decirlo así, sino una manera positiva de enfrentar los conflictos y desacuerdos. 
E insiste en que a los sentimientos no hay que reprimirlo, deben aflorar con la 
fuerza necesaria, pero en forma correcta, no agresiva. De alguna manera se 
requiere de la actitud positiva y la escucha activa de las personas para no mal 
interpretar los mensajes del interlocutor. 
Para muchos es sabido que el manejo de las emociones es algo muy difícil, ya que 
para ello se requiere de un entrenamiento para adquirir o desarrollar las 
habilidades y adquirir la actitud de acudir a ellas en los momentos en que se 
requieran, pero curiosamente, se requieren cuando se está en una situación de 
controversia, que hace que las emociones salgan a flote sin control alguno, 
entonces, ¿en qué momento estoy consciente de que debo recurrir a las 
habilidades adquiridas para manejar las emociones?, ¿no resulta algo 
paradójico?, yo creo que si, pues cuando debo estar consciente que debo acudir a 
los recursos que tengo para controlar las emociones que se han salido de 
control, entonces ya estoy en descontrol. El entrenamiento nos debe llevar a que 
sea algo preventivo, que cuando el sujeto en cuestión del manejo de las 
emociones sienta que sus emociones empiezan a salirse de control, de inmediato 
debe poner en acción el “mecanismo de defensa” adquirido. 
Hay dos formas de entrenar la inteligencia emocional, la primera es desarrollar 
sus propios programas con un contenido específico y la otra, que es la más 
sencilla, es que en los programas escolares normales se apliquen técnicas de 
desarrollo de las habilidades, siendo éste el más recomendable porque al fin de 
cuentas, es en la vida rutinaria o normal en la que se deben aplicar los 
principios de comportamiento social y emocional adecuados. Una de las formas más 
recomendadas para enseñar la inteligencia emocional es enseñando a los maestros 
a reflexionar sobre la aplicación de medidas disciplinarias cuando se requieren, 
de esa manera se les enseña a los niños modelando con el ejemplo de cómo manejar 
las emociones por parte del profesor, de que existen formas diferentes y más 
adecuadas formas de mantener la disciplina que la coerción. 
El mejor momento para educar las emociones, es la infancia, pues es en ésta 
etapa de la vida donde las experiencias traumáticas son más trascendentes e 
impactantes en nuestra conducta y por consiguiente en nuestras relaciones con 
los demás, sin embargo, si en esa etapa no fue posible hacerlo, también se 
podrán tener buenos resultados en la adolescencia, pues es también una etapa de 
cambios biológicos que en muchos de los casos se genera inestabilidad emocional 
y conductual. Ya en la etapa adulta es más difícil, pero no imposible, debido a 
que las costumbres están muy arraigadas y muchas personas piensan que no 
necesitan un cambio y esa actitud es precisamente lo que dificulta su 
implementación, pero si el individuo está consciente de que necesita un cambio, 
entonces también la adultez es una buena etapa para mejorar. Lo importante es 
que se implementen programas que ayuden tanto a los jóvenes en la escuela y 
adultos en sus trabajos para que aprendan a manejar las emociones, tales como el 
programa de “Resolución creativa de conflictos” que existe en muchas de las 
escuelas de los Estados Unidos, en donde el principal elemento es el prohibir 
que la agresión sea parte de la resolución de los problemas de interacción, es 
decir, no está permitido acudir al enojo, la ira y la agresión para solucionar 
los conflictos y otros sentimientos como los celos, el orgullo y la culpa. 
Aprenden que el enojo y las otras emociones si bien es correcto sentirlos, no 
deben aflorar sin control, por lo que es muy importante el autodominio. 
Si los niños no reciben una ayuda adecuada en la vida familiar para aprender a 
desarrollar la habilidad de poder controlar sus emociones, entonces la escuela 
adquiera una importancia trascendente para prepararlos con estas aptitudes 
sociales y emocionales. La alfabetización emocional implica un aumento de las 
responsabilidades de las escuelas teniendo en cuenta la pobre actuación y 
participación de las familias. Esta tarea implica dos cosas importantes: que los 
maestros vayan más allá de su misión tradicional y que los miembros de la 
comunidad se involucren más con las actividades escolares. El que haya una clase 
dedicada exclusivamente al desarrollo de la inteligencia emocional puede no ser 
tan importante, sino el cómo se impartan estas lecciones, quizá esta sea una de 
las materias en la que importa mucho la calidad del maestro, ya que la forma en 
que se lleve la clase es en si misma un modelo a seguir, de hecho una lección de 
aptitud emocional. Luego entonces, es muy importante un entrenamiento especial a 
los maestros antes de asumir el reto de impartir su materia de una forma en que 
se apliquen los conceptos y principios de alfabetismo emocional. 
Adicional a la capacitación y preparación de los maestros para la alfabetización 
emocional la misión de la escuela se ve amplificada, convirtiéndola en un agente 
más concreto de la sociedad para asegurar que la niñez vaya adquiriendo o 
desarrollando las aptitudes emocionales y sociales en todos los aspectos de sus 
vidas que le permitan adaptarse e interactuar en la vida con cierto nivel de 
probabilidad de éxito, es decir transformar sus momentos de crisis personal en 
lecciones de aptitudes emocionales. 
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL 
 
Muchos son los beneficios concretos que provee el desarrollo del alfabetismo 
emocional, aunque los cambios no se dan de la noche a la mañana, pero en la 
medida en que se avanza y se profundizan se van observando mejoras en forma 
paulatina evidentes en las aptitudes emocionales. Se han realizado evaluaciones 
en alumnos que han tomado el entrenamiento comparándolos contra los que no lo 
han tomado, y al igual a los que lo han tomado se les evalúa antes de iniciar 
con el programa y después y se han encontrado las siguientes características: 
 
1. AUTOCONOCIMIENTO EMOCIONAL: 
• Mejora en el reconocimiento y la designación de los sentimientos. 
• Mayor capacidad para entender las causas de los sentimientos. 
• Reconocimiento de la diferencia entre sentimiento y acciones. 
2. MANEJO DE LAS EMOCIONES : 
• Mayor tolerancia ante las frustraciones y control del enojo. 
• Menor cantidad de bromas, peleas e interrupciones de la clase. 
• Mayor capacidad para expresar adecuadamente el enojo, sin pelear 
• Menos comportamiento agresivo o autodestructivo. 
• Más sentimientos positivos sobre ellos mismos, la escuela y la familia 
• Mejor manejo del estrés. 
• Menor soledad y ansiedad social. 
3. APROVECHAMIENTO PRODUCTIVO DE LAS EMOCIONES: 
• Más responsabilidad. 
• Mayor capacidad de concentrare en la tarea que se tiene entre manos y de 
prestar atención 
• Menos impulsividad y mayor autocontrol. 
• Mejora el rendimiento. 
4. EMPATÍA: INTERPRETACIÓN DE LAS EMOCIONES: 
• Mayor capacidad para comprender el punto de vista de otra persona. 
• Mejora de la empatía y de la sensibilidad para percibir los sentimientos de 
los demás. 
• Mejora de la capacidad de escuchar. 
5. MANEJO DE LA RELACIONES PERSONALES: 
• Aumento de la habilidad para analizar y comprender las relaciones. 
• Mejora en la solución de los conflictos y de la negociación en los 
desacuerdos. 
• Mejora en la solución de problemas planteados en las relaciones. 
• Mayor habilidad y actitud positiva en la comunicación. 
• Más popularidad y sociabilidad: actitud amistosa e interesada con sus 
compañeros y colegas. 
• Más actitud “pro-social” y armoniosa en grupo 
• Mayor cooperación, ayuda y actitud de compartir. 
• Actitud más democrática en el trato con los demás. 
El punto que sobresale en la evaluación es el de la Mejora del rendimiento y no 
parece como un hecho aislado, sino que aparece siempre en este tipo de estudios. 
Más allá de estas ventajas, los cursos ayudan a cumplir más eficazmente los 
papeles en la vida de los niños, volviéndose mejores amigos, alumnos e hijos y 
con la posibilidad futura de ser mejores esposos y esposas, mejores 
trabajadores, patrones y padres y desde luego mejores ciudadanos. 
La palabra adecuada para denominar el conjunto de habilidades que conforman la 
inteligencia emocional se llama carácter, si el desarrollo del carácter es la 
base de la sociedad es democrática, debemos considerar la forma en que la 
inteligencia emocional apoya este fundamento. El carácter se sustenta en la 
autodisciplina, la vida virtuosa, en el autodominio es la capacidad de auto 
motivarse y guiarse no mismo, ya sea haciendo lo que nos corresponde, cumpliendo 
los compromisos, diferir las gratificaciones y de controlar y canalizar la 
urgencia de actuar que es una de las habilidades emocionales básicas, 
necesitamos controlar nuestras pasiones y apetitos para poder desempeñarnos 
mejor en la vida personal y profesional, aunque se dice fácil, no lo es, se 
necesita mucha fuera de voluntad para mantener las emociones bajo el control de 
la razón. 
El poder controlar los impulsos nos rinde muchos beneficios: nos hace ser más 
empáticos, nos capacita para escuchar mejor y efectivamente, nos permite ver 
desde la perspectiva de los demás y romper paradigmas promoviendo así la 
tolerancia y la aceptación de las diferencias. Estas aptitudes son cada vez más 
requeridas y valoradas en nuestra sociedad porque nos permiten vivir en comunión 
en nuestras comunidades y sociedades con respeto mutuo. 
BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA 
 
1. Cuartero Requeio, Norberto, documento en INTERNET, Como educar las emociones, 
http://www.ciamariaz.com/milo/05-06/emociones.htm, consultado 14 de abril del 
2010. 
2. Goleman, Daniel, Inteligencia social, la nueva ciencia para mejorar las 
relaciones humanas, 1ª edición, editorial Planeta, Bogotá, 2006. 
3. Goleman, Daniel, la inteligencia emocional, 1ª edición, editorial Bantan 
books, Bogotá, 1997. 
 
* José Manuel García López, Dr. en Administración de Negocios, Profesor 
Investigador Titular de tiempo completo, Universidad del Istmo, campus Ixtepec, 
Oaxaca, México. jmgacial@bianni.unistmo.edu.mx, josman9_1@hotmail.com
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