Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


LA FAMILIA, EL MÁS IMPORTANTE DE LOS VALORES

Autores e infomación del artículo

Sonia Mayo García *

Dania Ondina Feria González **

Universidad de Holguín, Cuba

smayog@cum.uho.edu.cu

Resumen
La familia es definitoria en la vida de los seres humanos. Definir esta categoría desde la axiología obliga a dilucidar si ella misma es un valor. Desde esta perspectiva se realiza un análisis de fuentes para la conceptualización del término familia y se responde a  interrogantes cómo: ¿Es la familia un valor?, ¿Cómo ha avanzado la ciencia en la identificación de la familia como valor?, ¿De qué naturaleza son los elementos que permiten equipararla al más importante de los valores? Cómo resultado se aportan  los fundamentos que permiten considerar a la familia como un valor en sí misma.
Palabras claves: familia, valores, valor familia, convivencia, educación


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Sonia Mayo García y Dania Ondina Feria González (2017): “La familia, el más importante de los valores”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (julio-septiembre 2017). En línea:
http://www.eumed.net/rev/cccss/2017/03/familia-valores.html

http://hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1703familia-valores


Desarrollo
El término valor por analogía, es precio, costo, cuantía e  importe de algo pero  como categoría a los valores se le ofrece otra mirada desde la Axiología,  Fabelo (2001) admite tres planos de análisis, desde la objetividad  (parte constitutiva de la propia realidad y de la significación social que le atribuye el sujeto que valora), desde la subjetividad  (forma en que la significación social es reflejada en la conciencia individual) y desde el sistema de valores institucionalizados (modo de organización y funcionamiento de la sociedad en la que el sujeto vive y se desarrolla). Desde este punto de vista la familia, desde la objetividad, es un valor tangible desde los albores de la propia humanidad. Su significación para el sujeto que valora  es reconocible, desde los primeros años hasta la senectud, a decir de José Martí…  “Las cualidades de los padres quedan en el espíritu de los hijos, como quedan los dedos del niño en las alas de las fugitivas mariposas”
El otro aspecto no menos trascendente es la significación social que tiene la familia evidenciado en las formas de sentirla, pensarla, amarla por los individuos, independientemente de sus rasgos distintivos, dígase,  nivel cultural, nacionalidad, edad, sexo, edad, entre otros.
La consideración de la familia en el sistema de valores institucionalizados asume el precepto martiano de una educación que se inicia en la cuna y no acaba sino con la muerte y se aviene a la idea de Ortega P y Mínguez (2004) “la familia es el hábitat natural para la apropiación de los valores”, lo cual la ubica en el centro de su formación y  aunque intervienen otros factores, el contexto familiar es determinante.
Juan Pablo II se refirió a la familia como la estructura “ecología humana”. En su seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien, aprende qué quiere decir amar y ser amado y por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona.
Sobre el análisis axiológico acerca de la familia se identifican los trabajos del Centro de investigaciones Psicológicas y Sociológicas de Cuba (1989), Castro (2005), Martínez (2005), Ferreiro (2008).
Desde la investigación sobre la familia cubana actual de Reca, (1990), (1996), Álvarez, (1993), (1996), (1998), Díaz (2001) que avanzaron en la identificación de la familia como una de las orientaciones valorativas de esencia en la contemporaneidad. Estos autores, así como Ares (2003), le otorgan a la familia un lugar privilegiado, un valor especial dentro del sistema de relaciones sociales. Presenta a la familia como la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia. Precisa indicadores de su funcionabilidad para que pueda considerarse como un valor en sí misma:

  • Presencia de límites y jerarquías claras.
  • Respeto al espacio físico y emocional de cada miembro.
  • Reglas flexibles pero claras y precisas.
  • Capacidad de reajuste ante los cambios.
  • Posibilidad de expresar sentimientos y una comunicación clara y directa.
  • Presencia de códigos de lealtad y pertenencia sin perder  la identidad y la autonomía
  • Adecuada distribución de roles.
  • Adecuadas estrategias para resolver situaciones de conflicto.

El término familia en el “Proyecto de Orientación, género y familia en los procesos educacionales” de la Universidad de Holguín  se concibe diferente de otros grupos por sus características psicológicas:
La familia es una comunidad de personas que actúa objetivamente como sujeto de la actividad, cuya relación se apoya en los contactos personales promovidos por la identificación afectiva, la gran atracción y unidad emocional generada entre sus miembros que estimula la comunidad de intereses, de objetivos y la unidad de acción.
•           Cuando las personas no pueden contar ni disfrutar de este tipo de vínculo sufren, se angustian o se distorsionan sus sentimientos y esto puede llegar a afectar sus valores. El contenido psicológico de la actividad es muy personal
•           Predomina el tono emocional en la comunicación y la identificación afectiva, que responde en primer lugar a las necesidades íntimas de la pareja y a los lazos de paternidad y filiación privativos de este grupo con altos grados de empatía y cohesión.
•           Ejerce un control peculiar a través de normas y valores específicos que generan determinados mecanismos de regulación sobre sus miembros. Los contenidos de la normas y valores están socialmente pautados, condicionados por la herencia cultural, que se expresa en el contenido de los roles; el modo de ser madre, padre, esposo, esposa, hijo / hija, hermana / hermano, etcétera.
•           Al constituirse sus miembros aportan a las nuevas relaciones las condicionantes que traen de otros grupos humanos de procedencia y de referencia, que se van mediatizando lentamente por las características que va asumiendo el funcionamiento de la nueva familia.
•           La estructura de las relaciones es sui géneris y propia de cada familia, en dependencia del funcionamiento familiar. El estatus que cada miembro ocupa dependerá del desarrollo de los roles que asume.
A partir de este análisis “Familia es el grupo de personas unidas por lazos consanguíneos y/ o afectivos, que conviven en un espacio común durante un tiempo significativo, donde se satisfacen necesidades materiales, espirituales, se establecen relaciones afectivas estables. Es el grupo donde se manifiestan importantes motivaciones psicológicas con el cual se identifica y se desarrolla un fuerte sentimiento de pertenencia, se enfrentan y tratan de resolver los problemas de la vida en convivencia”. García (2001)
Sabater (1997), describe que  en este ámbito se aprende de un modo diferente por el grado de afectividad, el amor y  la connivencia que se genera, así ocurre  lo que los estudiosos llaman «socialización primaria» del neófito, por la cual éste se convierte en un miembro más o menos estándar de la sociedad. Después, la escuela, los grupos de amigos, el lugar de trabajo, etc., llevarán a cabo la socialización secundaria, en cuyo proceso adquirirá conocimientos y competencias de alcance más especializado. Si la socialización primaria se ha realizado de modo satisfactorio, la socialización secundaria será mucho más fructífera, pues tendrá una base sólida.
La familia es una institución en la que los valores humanos y los preceptos de amor entre sus miembros no pierden validez independientemente de la forma en que se viva,  se  ha llegado a considerar que “nacer, crecer, vivir y morir sin palpar, sentir, dar, el amor de los padres, hermanos, hijos (…) es privarse del más elemental derecho que le dio al hombre la vida en familia.” Louro (2007)
Su trascendencia social es evidente,  una nación que no cuente con una ciudadanía que ame a la familia desde el humanismo, el altruismo y  el respeto no evolucionará hacia la bienaventuranza de sus miembros,  a tal punto se tiene esta certeza, que se llega a considerar  el valor de  una sociedad  por el número de hombres que han sabido ser buenos hijos, buenos hermanos, buenos padres y buenos ciudadanos.
Fabelo (2003) , precisa que la familia posee una significación positiva para la sociedad y en tal sentido, es ella misma un valor, la familia es un valor en sí misma, es un factor instituyente de valores , como forma de organización humana relativamente autónoma y variada, es capaz de conformar ciertas normas que regulan el comportamiento de sus miembros y que se basan en valores que, por una u otra vía, se convierten en dominantes en su radio de acción y es mediadora de las influencias valorativas que se reciben tanto desde la vida como desde el Estado, la política y demás instituciones en la conformación de los sistemas subjetivos de valores , en este sentido, la familia actúa como especie de intermediario en relación con los factores de naturaleza valorativa que trasladan su influjo hasta cada uno de sus miembros desde la vida, la comunidad, otras instancias educativas, los medios masivos de comunicación, el discurso político, las leyes, los preceptos morales vigentes en la sociedad y también, a través de las tradiciones, desde las generaciones precedentes.
A través de los vínculos afectivos prevalecientes al interior de la familia, se reciben las orientaciones primarias de valor.
La familia instituye, “oficializa” en su radio de acción, convierte en normas, ciertos valores que son los que operan a su nivel, regulan las relaciones intra-familiares y proyectan una determinada actitud hacia el mundo extra-familiar a través de las funciones familiares. Se caracteriza por valores asociados a la solidaridad, la justicia, la reciprocidad,  el apoyo mutuo, el respeto por el otro, lo cual debe reflejarse en su interior en relaciones democráticas,  coordinadas y dirigidas al cultivo de una elevada sensibilidad y espiritualidad, de modo que sea la familia una especie de refugio de valores y antídoto contra influencias de una sociedad en crisis.
El modelo de familia que se corresponde con cierto deber ser, es la que prioriza las necesidades vinculadas al desarrollo de la calidad de vida. Por "calidad de vida" entiende sobre todo, el ser y no tanto, o no exclusivamente, el tener, el centro es lo humano mismo, lo genéricamente valioso. Los intereses intra-familiares se desplazan hacia lo educativo, lo cultural, lo social, lo filosófico, lo ecológico, lo político, entendido como proyección de una sociedad más justa y equitativa.
Se caracteriza por valores asociados a la solidaridad, la justicia, la reciprocidad, el apoyo mutuo, el respeto por el otro, lo cual debe reflejarse en su interior en relaciones más democráticas,  coordinadas y dirigidas al cultivo de una elevada sensibilidad y espiritualidad, de modo que sea la familia una especie de refugio de valores y antídoto contra las negativas influencias valorativas que provienen de una sociedad en crisis.
La familia   para Quintana (1993), es un grupo vital con historia. Es una red comunicacional natural que atraviesa fases en su desarrollo, que suponen crisis naturales, por las que la familia se transforma, crece, madura y/o se rompe.
Por este motivo parece más prudente reflexionar sobre un marco de referencia en el que situar la educación que se produce en la familia -que incluye - valores y estilos de vida, de apoyo, de refuerzo, de control de comportamientos, recursos, roles, conocimientos, actitudes, hábitos, afectos. Para todo ello será esencial el ejemplo de las personas adultas responsabilizadas con la educación en la familia.
Por ello se entiende, que el comportamiento cotidiano y el desempeño de roles sociales de los padres, forman un fuerte mecanismo de transmisión de valores, conclusión refrendada en la reiteración en los hijos de características, actitudes y formas de relaciones sociales observadas en los padres y otros familiares adultos es expresión del importante papel que la familia asume en el proceso de reproducción de valores en la sociedad.
Los valores constituyen líneas a seguir en el seno familiar por los individuos de todas las edades, constituyen guías para la conducta en torno a los cuales se estructuran las relaciones familiares,  de este modo la familia se erige como el principal de los valores.
La concepción de valor principio de Batista (2012) considera un principio como la idea que guía, la regla fundamental de conducta. Kopnin (1980) en su obra Lógica Dialéctica dice que el principio es la definición primera y más general, lo cual le confiere el carácter de punto de partida en la estructuración de la idea científica.
En cualquier análisis axiológico, la familia es definición primera y más general por lo que el valor familia direcciona, guía, define metas. El valor familia se considera valor principio que al ser contentivo de valores que acompañan al sujeto durante toda la vida, orientan la actividad valorativa mediante su función formativa al regular las formas de conocer, pensar, sentir y actuar de cada uno de sus miembros desde los primeros años de vida hasta su envejecimiento.
La familia no existe en abstracto, sino en un contexto social determinado que favorece u obstaculiza su labor formativa, por eso, el convivir, favorece el valor familia  al generar relaciones esencialmente afectivas y humanitarias que le son consustanciales y naturales.
La familia es un valor porque en ningún contexto se tiene la posibilidad de fortalecer las relaciones interpersonales y  lograr un espacio favorecedor de  buenos sentimientos como la ternura,  la aceptación, la tolerancia, las  expresiones de afecto,  el sentido del humor   y la capacidad de experimentar la beatitud, tal y como precisa Fabelo (2001), la familia puede convertirse en el embrión, de relaciones comunitarias cada vez más amplias, donde al ser humano se le asuma no como medio, sino como fin y valor más alto.
La filosofía  dialéctico materialista, considera que con el fin de orientar y regular la conducta de las personas, la sociedad crea todo un sistema de representaciones morales, ideales, principios, estimaciones. 
Desde el punto de vista ético se refiere a una o varias normas que caracterizan a los miembros de la sociedad lo cual se corresponde con el significado de la familia como valor, las representaciones de valor no solo reflejan determinada realidad, no solo constituyen un saber acerca de algo, sino que, además, orientan la actividad de los hombres, es decir, tienen un carácter práctico.
A partir de este  punto de vista, Feria (2012) equipara el término “valor familia” a valor principio que significa    el punto de partida en torno al cual se agrupan otros conceptos. El valor familia es un valor principio que revela el papel conferido a la familia como institución.  Precisa su significado a partir del sentido de adhesión, el prestigio y autoridad que se le confiere en la convivencia humana.
Se especifica como sistemas de influencias que trascienden desde lo individual a la trasformación del grupo familiar mediante aprendizajes individuales y grupales de conocimientos, preceptos morales, normas de convivencia, principios, tradiciones familiares que se trasmiten de generación en generación  y van conformando desde las primeras edades, los sistemas subjetivos de valores de la relación del individuo con la sociedad, en el cual se integran orientaciones valorativas de esencia, por ejemplo: 
Respeto a la ancianidad, una cualidad de la personalidad cuya formación es factible desde las primeras edades, es la forma adecuada de comportarse con las personas con las que se convive, practicar la cortesía y tener en cuenta sus derechos.
El respeto a la ancianidad es asumir una actitud de estima y consideración hacia las personas ancianas, desde la manifestación  de sentimientos de amor y el cumplimiento de las normas familiares, su enaltecimiento y veneración como patriarcas o fundadores de la familia, evidenciado en los saludos respetuosos, la caballerosidad, la empatía, la expresión de afectos, la solidaridad en palabras y en acciones, su reconocimiento como seres humanos que se encuentran en una etapa de la vida que requiere del apoyo de los más jóvenes para la supervivencia, entendida como la forma de llegar a la longevidad.
La tolerancia constituye el reconocimiento a los derechos de los otros miembros de la familia, aún cuando sus gustos e intereses difieran de los nuestros; lo cual permite ser pacientes con las que tengan limitaciones físicas y psicológicas, demostrar, ternura en el trato que se les brinda y cooperar en sus cuidados.
Sentido de pertenencia a la familia: Significa identificación, compromiso, el orgullo sano de reconocerse como miembro de una familia, solidarizarse con sus miembros, sensibilizarse con los problemas familiares, la capacidad de comprenderse, ayudarse y apoyarse en las situaciones que genera la convivencia intergeneracional, cooperar con las tareas esenciales de la familia para no afectar su funcionamiento, sentir orgullo de descender de esa familia, hacer perdurar sus costumbres y tradiciones familiares, identificarse con las personas que fundaron esa familia, reconocer su papel en el mantenimiento de la familia.
El valor familia se visibiliza al comprobar su papel en la supervivencia de la especie humana, la salud es un hecho que determina y está determinado por el funcionamiento de la familia como unidad bio - social en el contexto de una sociedad dada.
La forma en que en ella se conviva, los vínculos afectivos en ese marco tienen relación directa con el deseo de vivir, de cuidarse, de enfrentar los problemas que se dan en la convivencia, contar con apoyo,  ayuda, tolerancia y empatía de los semejantes. 
El actual proceso de envejecimiento de la población marca pautas a la familia como institución responsabilizada en los cuidados y atención de sus miembros desde una llamada “Abuelidad de la esperanza” que interroga  ¿hay abuelidades diferentes?
Desde esta perspectiva el adulto mayor elige opciones para sus cuidados que no necesariamente se centran en la casa de familia como ha sido tradicional. A pesar de la importancia de la familia y su evidente repercusión  en el bienestar diferentes autores, Viamontes M y  Espín AM(2006)  sistematizan experiencias de la convivencia fuera de este marco que no son desestimadas y se observan en aumento  (…) vivir en hogares institucionales no es sinónimo de aislamiento familiar. Algunos prefieren mantenerse en contacto pero no habitar necesariamente en la misma casa, porque la vida en familia depende mucho de las relaciones de sus miembros, sus personalidades y gustos.

En la  familia se crean las condiciones para la interiorización de los valores que se  forman en los diferentes contextos, es por excelencia un espacio de convivencia múltiple, conviven todas las generaciones en su seno.
En esta convivencia intergeneracional el valor familia tiene un marco propicio para su formación pero es imprescindible  trabajar por la unidad de influencias educativas y la  cohesión familiar si se tiene en cuenta que es un grupo donde priman las contradicciones.
En este sentido es considerada por Fabelo (2001), como la sede fundamental de las contradicciones entre generaciones (padre-hijo) y géneros (hombre-mujer) debido a la interpretación que cada uno de ellos tiene de los procesos de cambio que ocurren en su seno.
 Los jóvenes por lo general, son más sensibles a esos procesos, tienden a cierta rebeldía asociada a la búsqueda de una autonomía en el desarrollo de su personalidad.
Las generaciones más viejas tienden a educar en el espíritu en que ellos fueron educados, de este modo, se produce en el seno familiar la confrontación entre sistemas subjetivos de valores de diferentes generaciones.
Desde la ética del ejemplo las generaciones adultas educan a las más jóvenes mediante un aprendizaje colectivo donde cada miembro de la familia aporta.
Según Sabater (1997) El proceso educativo puede ser informal (a través de los padres o de cualquier adulto dispuesto a dar lecciones) o formal, es decir, efectuado por una persona o grupo de personas socialmente designadas para ello, la primera titulación requerida para poder enseñar, formal o informalmente y en cualquier tipo de sociedad, es haber vivido: la veteranía siempre es un grado.
De aquí proviene sin duda la indudable presión evolutiva hacia la supervivencia de ancianos en las sociedades humanas. Los grupos con mayor índice de supervivencia siempre han debido ser los más capaces de educar y preparar bien a sus miembros jóvenes: estos grupos han tenido que contar con ancianos (¿treinta, cincuenta años?) que conviviesen el mayor tiempo posible con los niños, para ir enseñándoles. Y también la selección evolutiva ha debido premiar a las comunidades en las cuales se daban mejores relaciones entre viejos y jóvenes, más afectuosas y comunicativas.
El favorecer las relaciones afectivas con los ancianos y ancianas como resultado del diario convivir es otro punto a favor de la familia como valor,  de modo especial, la comunicación con los de más edad enaltece los sentimientos de identidad con el hogar y dan ese orgullo de pertenecer a la familia, a tener veneración hacia las personas que la fundaron y le han dado vida.
Se coincide con Fabelo (2001) que el modelo de familia ideal es aquel que prioriza las necesidades vinculadas al desarrollo de la calidad de vida, por "calidad de vida" entiende sobre todo, el ser y no tanto, o no exclusivamente, el tener, el centro es lo humano mismo, lo genéricamente valioso. Los intereses intra-familiares se desplazan hacia lo educativo, lo cultural, lo social, lo filosófico, lo ecológico, lo político, entendido como proyección de una sociedad más justa y equitativa.
En la familia el aprendizaje no es unidireccional, se aprende y se enseña desde el grupo, cada uno hace su aporte a los cuidados, se aprende a servir y a ser servido, a dar y a recibir sin disensiones, es el marco ideal para aplicar la regla de oro de la convivencia, no hacer a los demás lo no queramos nos hagan a nosotros.  
La familia se caracteriza por valores asociados a la solidaridad, la justicia, la reciprocidad, el apoyo mutuo, el respeto por el otro, lo cual debe reflejarse en su interior en relaciones más democráticas,  coordinadas y dirigidas al cultivo de una elevada sensibilidad y espiritualidad, de modo que sea un refugio contra las negativas influencias valorativas que provienen de una sociedad en crisis.
Feria (2012) identifica ejes orientacionales para   formar el valor familia  que significan  la organización e integración de contenidos orientacionales conforme a los aprendizajes básicos para la vida para lo cual se utiliza la orientación, que es lo que connota la especificidad de este contenido.

Los ejes orientacionales constituyen un marco referencial que sustenta el carácter conceptual y generalizador de las metas o tareas educativas  definitorias en una situación histórico concreta, a partir de valores morales y cívicos de solidaridad, convivencia social, tolerancia, respeto por la familia y por las personas ancianas.
Saber, que es la familia, su significado, las  características de las personas que la fundaron y las problemáticas relacionadas con el envejecimiento, estilos de vida sanos, estrategias de solución de conflictos.
Saber hacer, habilidades sociales para enfrentar las problemáticas de convivencia en la familia y en la sociedad: empatía y asertividad para concebir un crecimiento personal junto a los otros y no a través de los otros.
Ser, solidarios como demostración de una cultura en el reconocimiento de los mitos, los prejuicios y estereotipos en relación con la familia y sus estilos educativos y los modos de superarlos en la convivencia, aprender a ser responsables de su propia actuación con el cumplimiento de lo legislado en materia de convivencia, identificarse con su familia y considerarla espacio de amor y cuidados de todas las generaciones que en ella conviven.
Saber convivir, aprender a convivir es un tipo de aprendizaje que requiere de nexos familiares afectivos y no contractuales, de relaciones de afecto, de amor, donde se entregue lo mejor de cada uno, a partir del deseo de ofrecer sin pedir nada a cambio, del desinterés material, el altruismo, la tolerancia y la solidaridad,  sensibilizarse con las personas ancianas, manifestarles respeto, tolerancia, tenerlos en cuenta, ayudarlos, comprenderlos, ponerse en su lugar, conscientes que representan lo que seremos en el futuro cuando lleguemos a la etapa de la vejez.
El que la familia conozca de la existencia de los valores, los interprete y socialice   mejora la calidad de vida de sus miembros, posibilita la  negociación y desarrolla una actitud mutua de respeto y tolerancia. Para esto López L (2006 recomienda:
-Hacer explícito los valores. Los miembros  de la familia deben conocer el significado de los valores, tomar conciencia de los valores que defienden para demostrar su racionalidad, su funcionalidad y a su vez  conocer si son propios de la familia o si son impuestos y así reforzarlos o desecharlos.
A veces las familias no desean fundamentar sus valores y estos se conservan por la tradición aunque generen insatisfacción. Esto se agudiza si la familia ve el cambio como antivalor. En tal caso se fundamenta más bien el inmovilismo.
-Definir concretamente los valores. Se trata de buscar las diversas expresiones concretas, comportamentales de los valores que se han elegido. También supone establecer los límites  del valor, pues la defensa de un valor sin límite  puede llevarnos a abordar otros aspectos de la realidad, otros valores o ser expresión de otras necesidades o motivaciones no conscientes.
-Buscar indicadores de la conducta pasada. Reflexionar y tomar conciencia acerca de la conducta pasada puede ayudar a resolver conflictos aparentes.
-Conocer el nivel  de acuerdo, intolerancia y discrepancias familiares. Cada miembro de la familia no solamente debe clarificar para sí sus valores, sino que es preciso que mutuamente conozcan sus valores y que esperan los unos de los otros tratando así de conocer las coincidencias y discrepancias e intentar negociar o comprenderlas. Se abre una vía de acercamiento y acuerdo familiar.
-Negociar las propuestas. A partir de la toma de conciencia, clarificación y aceptación de las discrepancias se buscan soluciones negociadas.
Como se ha argumentado la familia es el más importante de los valores, para que se materialice esta tesis en la cotidianeidad debe erigirse como un contexto socializador por excelencia y conducir al grupo familiar a la adquisición de conocimientos, al perfeccionamiento de sus habilidades sociales y a la formación de los valores que le son consustanciales como institución más importante de la sociedad. 

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* Estudiante de la Maestría “Ciencias sociales y Axiología” Universidad de Holguín. Actividad académica: Profesora y Responsable de las actividades de superación y postgrado en el CUM Rafael Freyre. Dirección electrónica: smayog@cum.uho.edu.cu

** Universitario Municipal Rafael Freyre Actividad académica: Responsable de las actividades de Ciencia, Técnica e Innovación. Dirección electrónica: ondinaf@cum.uho.edu.cu


Recibido: 13/06/2017 Aceptado: 22/08/2017 Publicado: Agosto de 2017

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