Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


EL PATRIMONIO CULTURAL TANGIBLE DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE ZACATECAS (MÉXICO)

Autores e infomación del artículo

Elena Sofía Beltrán Zhizhko*

Universidad Autónoma de Zacatecas, México

sofia_57loquilla@hotmail.com

Resumen
Este trabajo presenta los resultados de una investigación, cuyo objetivo fue revelar los “nuevos” significados que manifiestan los edificios-patrimonio de la ciudad de Zacatecas, México, para esclarecer suy posibles usos con fines de turismo cultural y remanente económico de la misma ciudad, lo cual requiere mejoras en la infraestructura de la industria turística (hotelería, restaurantes, servicios y recintos culturales). El estudio realizado mostró que para los turistas el valor principal del Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas está en su estética, omitiendo su valor como elementos simbólicos de un pueblo con herencia histórica. Los imaginarios sociales consideran el espacio urbano zacatecano sólo como el lugar idóneo para rentabilizar el ocio, de ahí que es necesario reformular el proyecto para el Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas que integre no sólo los intereses relacionados con la producción económica, también que sea respetuoso de los valores culturales que representa y que permite recrear.

Palabras clave: turismología – arte arquitectónico– comunicación ‑ patrimonio cultural tangible ‑ edificios-patrimonio de la ciudad de Zacatecas
Abstract
This paper presents the results of a scientific research, which goal was to reveal the "new" meanings of the heritage buildings of the city of Zacatecas, Mexico, to clarify its possible uses for cultural tourism and economic remnants of the same city, which requires improvements in the infrastructure of the tourist industry (restaurants, services and cultural venues). The study showed that for tourists the main value of the Historic Center of the city of Zacatecas is in its aesthetics, omitting its value as symbolic elements of a town with historical heritage. The social imaginaries consider the zacatecan urban space only as the ideal place to make the most of leisure, so it is necessary to reformulate the project for the Historic Center of the city of Zacatecas that integrates not only the interests related to economic production, but also respectful of the cultural values that it represents and that allows to recreate.
Keywords: turismology ‑ art ‑ communication ‑ tangible cultural heritage ‑ buildings-heritage of the city of Zacatecas

JEL classification: L83 Sports • Gambling • Restaurants • Recreation • Tourism


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Elena Sofía Beltrán Zhizhko (2017): “El patrimonio cultural tangible del Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas (México)”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril-junio 2017). En línea:
http://www.eumed.net/rev/cccss/2017/02/patrimonio-cultural-zacatecas.html

http://hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1702patrimonio-cultural-zacatecas


INTRODUCCIÓN

México se posiciona en el primer lugar entre los países latinoamericanos que obtienen nombramientos de la UNESCO para designar sus distintos tipos de patrimonio cultural de la humanidad tangible e intangible. Así, en Zacatecas se aprovecha la gran riqueza de la arquitectura medieval para mostrar a los visitantes nacionales y extranjeros la invaluable herencia de los que nos presidieron.
El legado cultural se preserva a partir del conocimiento, adopción y difusión de lo que una sociedad reconoce como “propio”. Una de las razones de este reconocimiento es el mensaje que aquel objeto tangible o intangible porta al otro acerca de la sociedad. Entonces, hay que conocer, valorar, aprovechar y ofrecer al turista nuestros productos culturales de manera sustentable sin caer en mercantilización o desvalorización.
Los edificios emblemáticos de la ciudad de Zacatecas tienen su origen en el período de la Conquista y han desplazado su uso y significado a los nuevos símbolos culturales asumidos por la sociedad que les oferta y les consume.
Este patrimonio cultural tangible heredado es un importante vínculo de identidad, pues por medio de él se transmiten ideas y experiencias que fueron adquiridas siendo éste parte de la sociedad zacatecana medieval. La relación entre arte y sociedad es una comunicación fluida, dinámica, que ha ido variando a lo largo del tiempo, como afirma Hauser, “todo arte está condicionado socialmente” (Furió, 1995, pp. 15-24).
A través de la difusión de las distintas formas de nuestro patrimonio cultural, se crea el dialogo entre el visitante y la sociedad zacatecana receptora, haciendo que la cultura sea el instrumento de reflexión sobre el pasado, la tradición y el presente (Tugores, Planas, 2006).
La relevancia de esta investigación radica en la importancia del estudio de la problemática del desarrollo turístico en el estado de Zacatecas en sus distintas variantes, reconocido internacionalmente, el cual, sin embargo, no ofrece un plan de acción que involucre la cohesión de la comunidad y se vea beneficiado por su contenido cultural.
Para el desarrollo turístico, la divulgación de la cultura, debe ser primordial. El patrimonio cultural como producto turístico de calidad por excelencia, sin duda, deja ingresos importantes y obtiene gran relevancia para la comunidad que lo hereda (Querol, 2010), sin embargo, es necesario prevenir los casos de excesiva comercialización y mercantilización de este bien, promover su uso racional y comprensión de su formidable valor.
El fenómeno turístico en México se ha desarrollado en los distintos segmentos para el disfrute, ocio y/o negocios. A finales del siglo XX – inicios del siglo XXI, los principales destinos turísticos de México (atractivos tanto para el turista extranjero, como para el nacional), eran el sol y la playa.
No obstante, la última década se ha distinguido por el crecimiento de los viajes a través de los cuales se adquiere el conocimiento y experiencia del lugar al que se visita, los viajes con una carga cultural, información sobre el desarrollo de una comunidad en particular (los “pueblos mágicos”, ciudades coloniales, ciudades prehispánicas, etc.).
Zacatecas es el destino turístico que puede satisfacer estas aspiraciones del turista actual. El Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas fue nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1994. A lo largo de treinta años ha cambiado paulatinamente su vocación de ser eje de los símbolos de poder eclesiástico y civil (la Catedral, el Palacio de Gobierno, dependencias institucionales estatales y municipales) a ser el centro de oferta cultural y de servicios para visitantes nacionales y extranjeros.
El mensaje que manifiestan estos edificios-patrimonio, el desplazamiento de su “sentido” en actualidad, constituye el objeto del presente estudio para esclarecer sus “nuevos” significados y posibles usos con fines de turismo cultural y remanente económico de la misma ciudad, lo cual requiere mejoras en la infraestructura de la industria turística (hotelería, restaurantes, servicios y recintos culturales).
La investigación se inscribe en el marco del enfoque cualitativo, basado en el constructivismo social, donde el mundo se entiende como un agrupamiento de artefactos sociales resultante de intercambios históricos entre personas; y la teoría de cultura que orienta la realización del saber en ciencias desde una generación colectiva del significado, compuesta por el lenguaje y otros procesos sociales que lo apoyan. Se realizó el estudio de los individuos dentro de su ambiente sociocultural para entender los efectos del entorno en su desarrollo (Álvarez-Gayou Jurgenson, 2004, p. 50).
Además, se tomaron los elementos del análisis de la historia cultural, material (bienes inmuebles) y de la vida cotidiana usando las técnicas de registro fotográfico, mapeos físicos, geográficos, sociales, antropológicos. Se estudió el contenido de las fuentes documentales y bibliográficas.
Todo arte porta un discurso, comunica algo. Cada obra posee en sí misma un universo de saberes, un sistema de referencias múltiples y complejas que se instrumentalizan con una finalidad discursiva. Toda la pintura, la escultura y la arquitectura de la época, en palabras de Baudrillard (1978), se regulan bajo el principio de la observancia de la realidad, un mundo jerárquicamente escenificado, objetivado según las reglas de la profundidad. De ahí que, “[…] se trata de seccionar lo real para abrirse a lo imaginario. Escamotear una verdad tras otra, un hecho tras otro, una palabra tras otra, escamotear lo real a lo real”, ya que tras las imágenes se oculta el discurso (Baudrillard, 1978, p. 27).
Los estudios de la cultura y las obras de arte religioso medieval, inician en el siglo XVI (Giorgio Vasari, 1568; Rafaello Borghini, 1584; Karel van Mander, 1604; Francisco de Holanda 1548; Giovanni Paolo Lomazzo, 1584; Giovanni Pietro Bellori, 1672; Filippo Baldinucci, 1681; Nicholas Revett, 1762; Robert Wood, 1757, Robert Adam, 1764, entre otros). El estudio de la historia del arte como una disciplina académica nace en el siglo XIX. En los siglos XX – inicios del XXI, surge una amplia red de estudio, difusión y conservación de todo el legado artístico producido por la humanidad a lo largo de su historia.
Los trabajos sobre el arte desde un planteamiento metodológico basado en la sociología (sociología del arte), aparecen desde mediados del siglo XIX y se consolidan después de la Segunda Guerra Mundial (Francis Klingender, 1947; Friedrich Antal, 1948; Arnold Hauser, 1951; Nicos Hadjinikolaou, 1973, entre otros).
Así, Baudrillard (1978) en Cultura y simulacro, plantea que “[…] la «realidad» es un principio bajo cuya observancia se regulan toda la pintura, la escultura y la arquitectura de la época, pero nada más que un principio, y un simulacro al que pone fin la hipersimulación experimental del engaño visual […]”, el arte visual “[…] trata, mimando la tercera dimensión, de introducir la duda sobre la realidad de esta tercera dimensión y, mimando y sobrepasando el efecto de lo real, de lanzar la duda radical sobre el principio de realidad. Pues la tercera dimensión, la de la prospectiva, es también la dimensión de la mala conciencia del signo para con la realidad […] (Baudrillard, 1978, pp. 30-31).
El autor ve una relación estrecha entre el arte de la época y la política: “[…] la querella milenaria de los iconoclastas, es todavía la nuestra de hoy […], pues es muy arriesgado desenmascarar unas imágenes que disimulan el vacío que hay tras ellas […]. Tras el barroco de las imágenes se oculta la eminencia gris de la política”; asimismo determina las fases de la imagen: el reflejo de una realidad profunda, la desnaturalización de esta realidad, el enmascaramiento de la ausencia de la realidad (simulacro) (Baudrillard 1978, pp. 11-13).
Por otro lado, para Champeaux y Sterckx (1989), las obras de arte religioso medieval crean las experiencias religiosas más profundas y dilatadas a través de la oposición entre el cielo y la tierra, el arriba y el abajo, la región de las tinieblas y la de la luz, la búsqueda del centro, de una puerta del acceso al más allá, las meditaciones sobre el origen de la vida, el motor del mundo, etc. (Champeaux, Sterckx, 1989, pp. 153-154).
Asimismo, Grabar (1994) sustenta que la iconografía construye una imagen de la misma forma que se estructura una frase o un discurso, utilizando y combinando elementos de origen diferente, según reglas comparables a las de la gramática. En una imagen realizada por un pintor o escultor, la parte creativa, personal, es mínima: todo lo demás pertenece al vocabulario de las artes visuales, al lenguaje de utilización general, técnico especial ya constituido, incluso usando los esquemas y motivos corrientes empleados obligatoriamente. De esta forma, el creador es comprometido por quienes le rodean, lo que constituye el objetivo evidente de toda expresión, tanto en imágenes como en palabras (Grabar, 1994, pp. 39-41).
A su vez, Panofsky (1998), distingue tres clases de significado de una obra de arte: la primaria o natural y la secundaria o convencional pertenecen al dominio del fenómeno; y la tercera, intrínseca o contenida, se define como un principio unificador que sustenta y explica a la vez la manifestación visible y su significado inteligible, y determina incluso la forma en que el hecho visible toma forma. Este significado intrínseco o contenido está tan por encima de la esfera de las voliciones conscientes como el significado expresivo está por debajo de esta esfera (Panofsky, 1998, pp. 3-4). Este último significado intrínseco de la arquitectura de la catedral de Zacatecas se estudiará en esta investigación.
El análisis de los relatos o las imágenes que presentan la vida y la muerte de los santos, Flores García (2014) considera una estrategia valiosa para la reconstrucción de un campo social en un momento determinado. (Flores García, 2014, pp. 9-11). Según la autora, el estudio de nuestro legado histórico permite a conocer el conjunto de signos y símbolos, localizaciones de origen, referencias, procesos de ceremonias que dirigieron los mecanismos mentales a través de los cuales el espíritu novohispano se mostró para aprehender lo real, situándose frente al espacio, tiempo, imagen y frente a la palabra, proyectando también, en el imaginario, sus deseos e inquietudes y haciendo de “lo santo” la imagen ideal de sí mismos (Flores García, 2014, p. 303).
A decir de Flores García, las imágenes hablan por los dogmas, grupos sociales, impulsos de los donantes, “[…] no son los santos los que gritan, sino una sociedad, sus gestos, sus palabras, sus acciones, los pesares y los arrepentimientos de un grupo social volcado hacia su lenguaje tácito, aprendido, comprendido y asumido por los otros […]”. Las imágenes comunican el modelo de comportamiento del hombre en la sociedad: todos debían imitar las cualidades y virtudes del santo (Flores García, 2014, p. 304).

DESARROLLO
En el presente estudio se recupera la naturaleza multidisciplinar de la turismología retomando las perspectivas de varias ciencias: enfoque antropológico de la teoría del turismo, sociología del arte y la cultura, economía de la cultura, la perspectiva de salvaguarda del patrimonio cultural.
            Así, se aplicó el estudio antropológico de la comunidad receptora del turismo de la moderna teoría del turismo, cuyo objetivo, por un lado, es conocer qué de lo que ofrece esta comunidad al turista, asimila como propio (imaginario colectivo), y por el otro, identificar aquellos elementos que exige el desarrollo encaminado al capitalismo: los servicios que hacen el lugar apto para el disfrute y el ocio, favoreciendo así la adaptación a las necesidades de los visitantes (Kottak, 2006). De modo que a través de esta estrategia se pretenden ajustar la infraestructura turística frente a la globalización y el mundo cambiante y cada vez más exigente, y a la vez, buscar las alternativas para resolver el problema de la preservación de una sociedad auténtica, sin perder su identidad.
Además, a partir del conceptos de aculturación, que refiere a los procesos y acontecimientos provenientes del encuentro de dos o más culturas, en los cuales todas las culturas implicadas se ven afectadas (Santana, 2006), se analizó un menor impacto a estos procesos al momento de destinar recursos y servicios para el disfrute del turista a un entorno ajeno al suyo.
Por otro lado, en el presente estudio se utilizaron los elementos del análisis del impacto social y económico en pro y en contra de las sociedades, en las cuales esta patente el fenómeno turístico (Pastor, 2009). De ahí que para entender éste fenómeno, se centró en la postura sobre él de un país concreto (en este caso, México), en particular, se recuperó la idea de Castillo y Panosso (2010) de que para el desarrollo más sustentable a beneficio de las comunidades receptoras, el turismo debe ser visto desde la teoría de sistemas y emplearse para su estudio el enfoque de tres modelos hipotético-deductivos: el turismo como sistema, la industria turística y el modelo fenomenológico.
A su vez, se estudió el patrimonio cultural bajo el paradigma anglosajona de Ballart (2008), según la cual “[…] desde la misma manera que existe una herencia individual, también debe existir una herencia colectiva […] la noción de herencia colectiva, en un sentido antropológico, parece aceptable” (Ballart, 2008). De modo que el término “patrimonio cultural” refiere a un constructo que implica la visión del mundo de una comunidad o sociedad, mismo que debe ser valorizado (Ballart 1997). En México esta área tiene pocas aportaciones: algunas definiciones o aplicaciones que se establecieron desde la UNESCO, por lo que es pertinente desarrollar enfoques a necesidades propias de nuestro país.
Finalmente, se apoyó en la teoría del valor (valor estético, valor espiritual, valor social, valor histórico, valor simbólico, valor de autenticidad) de Throsby (2008).
El estudio realizado permite sostener que el patrimonio cultural es un concepto subjetivo y dinámico que no depende de los objetos o bienes sino de los valores que la sociedad en general les atribuyen en cada momento de la historia y que determinan qué bienes son los que hay que proteger y conservar para la posteridad. De esta forma patrimonio cultural, cuenta con una larga y compleja evolución. Sus definiciones están directamente ligadas a ideologías, escuelas, movimientos e ideas políticas que hallaron en el patrimonio una fuente de inspiración, de memoria, de legado y también de rechazo.
La definición de patrimonio, en su sentido histórico y artístico, tiene sus orígenes en el Renacimiento, cuando se buscaba recuperar el mundo grecolatino. Durante la Ilustración renace esta preocupación y se suma al concepto de legado común bajo los principios de la Revolución Francesa. Sin embargo, es a partir del siglo XIX, con el despertar del interés por la Edad Media y la destrucción de monumentos por las continuas desamortizaciones y reformas urbanas, cuando se comienza con la valoración y recuperación de los monumentos desde las instituciones, bajo los principios del romanticismo y la toma de conciencia política de las burguesías nacionales (Tapía Gómez, 2011).
En México del XIX, esta discusión se enmarcaba en una historia de destrucción de monumentos debida a la guerra de la Independencia que afectó las propiedades de la iglesia católica, como poseedora, hasta entonces, de gran parte de las tierras y de los edificios importantes de las ciudades (iglesias, monasterios, hospitales, escuelas).
El actual concepto “patrimonio” se establece a partir del siglo XX. Anteriormente se denominaba como monumentos, sólo las obras construidas y de valor histórico-artístico. La evolución del concepto patrimonio incorpora tres principios: por una parte establece mecanismos de conservación; por otra, su valor no sólo se basa en criterios estéticos o históricos sino en ser un reflejo de la cultura; y finalmente, considera a estos bienes herencia y propiedad de un pueblo, es decir un legado común (Tapía Gómez, 2011).
A inicios del siglo XX, en forma paralela al desarrollo del Movimiento Moderno en arquitectura, la preocupación internacional por la conservación del patrimonio se debió en gran parte a la destrucción que se estaba haciendo de él. El patrimonio debía ser protegido más allá de sus fronteras político-administrativas. No obstante, los avances se vieron paralizados en Europa por el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En 1945 se funda la UNESCO y con ella se estableció la necesidad de crear un órgano exclusivo que se ocupe del tema de la protección y conservación patrimonial, aunque tardó 27 años en cobrar cuerpo. El rápido crecimiento urbano durante la etapa del desarrollismo (1950-1970), tuvo un impacto negativo para el patrimonio. Hasta 1972, en la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, se establecieron los criterios de gestión e intervención en el patrimonio que hoy siguen actualizándose y siendo un referente ineludible.

CONCLUSIONES
De modo que el estudio realizado mostró que el Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas (México) se ha convertido en el lugar ideal para turistas y consumidores de altos ingresos, mediante el aprovechamiento de un casco colonial que, en tanto patrimonio cultural, obliga a implantar una política de rehabilitación. Actualmente el Centro Histórico de Zacatecas es un espacio público con uso privado que se concibe como estéticamente espectacular, idóneo para actividades de ocio, dejando atrás su imagen como un lugar donde convergen las luchas de clases.
Esta revitalización del centro histórico ha permitido revalorar los imaginarios urbanos y las prácticas colectivas que se traducen en una mayor participación ciudadana en las decisiones urbanas; pero en las ciudades subdesarrolladas, por el contrario, el capital y la gestión estatal han intensificado su voraz política neoliberal de reestructuración del espacio urbano, aunque la innovación ahora es utilizar la identidad urbana y los imaginarios del patrimonio cultural colonial como los instrumentos que permiten transmutar la conciencia de las clases sociales hacia la inercia, por un lado, y excluir a quienes no pueden acceder a la industria del ocio, por el otro. La centralidad sigue teniendo un fin económico.
La revitalización del Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas, efectuada a partir de expectativas de explotación turística, es un elemento que ha reforzado el carácter monocéntrico de la estructura urbana. Las encuestas realizadas perfilan referentes espaciales distintos para el Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas que implican áreas de intercambio económico diferenciadas por el tipo de visitante. La política gubernamental ha privilegiado la dotación de servicios a los turistas tradicionales y sus espacios de disfrute dejando de lado la atención y el fomento de servicios para visitantes de características distintas, como los visitantes regionales.
Las áreas que frecuenta este grupo no han sido receptoras de mejoras urbanas sustanciales y constituyen una zona de oportunidad para las políticas de mantenimiento urbano. Las demandas de los visitantes regionales contribuyen a la actividad económica local en dimensiones no estudiadas, pero que pueden ser significativas. Por otro lado, las percepciones sobre la funcionalidad del Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas acerca de la generación de beneficios económicos han ganado terreno en la población residente, en tanto que para los turistas el valor principal de estos espacios está en su estética, omitiendo su valor como elementos simbólicos de un pueblo con herencia histórica. La transmutación de la conciencia social es cada vez más evidente. Actualmente, las reivindicaciones y protestas sociales existen en el espacio urbano zacatecano, pero el Centro Histórico ya no se concibe como el escenario de esas manifestaciones, pues los imaginarios sociales lo consideran el lugar idóneo para rentabilizar el ocio. De acuerdo con la aquí expuesto, es necesario reformular el proyecto para el Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas que integre no sólo los intereses relacionados con la producción económica, también que sea respetuoso de los valores culturales que representa y que permite recrear.

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* Licenciada en Sociología por la Universidad de Estrasburgo, Francia.

Recibido: 17/02/2017 Aceptado: 16/05/2017 Publicado: Mayo de 2017

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