Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


ARGUMENTACIÓN Y PERFORMATIVIDAD EN EL DISCURSO POLÍTICO DE SERGIO ALMARAZ PAZ

Autores e infomación del artículo

Roberto Vila De Prado*

Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Bolivia

titov@cotas.com.bo

Resumen:
En este artículo se pone  el acento en la relación discurso-praxis considerando que las cuestiones teóricas no tienen valor en sí mismas, independientemente de toda práctica, aunque posean coherencia lógica. Sergio Almaraz Paz (1928-1968) decía que “no se entiende la realidad sino obrando sobre ella” (1964.a, p.  33). Sobre este mismo tema,  Gramsci, en sus Cuadernos (1995),  apuntaba que  las ideas no son paridas por otras ideas, sino que expresan el desarrollo histórico. De acuerdo con Zemelman (1989, p. 91),  "en la misma medida en que  el discurso teórico deviene en discurso político, la verdad del primero se transforma en la posibilidad de hacer viables  las construcciones que propone el segundo".

Argument and performativity in political discourse Sergio Almaraz Paz
Summary:

In this article the emphasis is on speech-praxis relationship considering that the theoretical questions have no value in themselves, independently of any practice, although they have logical coherence. Sergio Almaraz Paz (1928-1968) said that "reality is not understood but working on it" (1964.a, p. 33). On the same subject, Gramsci, in his Notebooks (1995), noted that the ideas are not calved by other ideas, but express the historical development. According to Zemelman (1989, p. 91), "to the same extent that the theoretical discourse becomes in political discourse, the truth of the first becomes the possibility of viable constructions proposed by the second."

Palabras clave:

discurso teórico, estrategia, praxis, performatividad -

Key-words:

theoretical discourse - strategy - praxis – performativity -


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Roberto Vila De Prado (2016): “Argumentación y performatividad en el discurso político de Sergio Almaraz Paz”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril-junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/02/sergio-almaraz.html

http://hdl.handle.net/20.500.11763/CCCSS-2016-02-sergio-almaraz


Introducción

El presente estudio tiene como objetivo analizar la argumentación y la performatividad del  discurso de Sergio Almaraz. Aquí, como en  toda secuencia discursiva surgen, por lo menos,  cuatro  preguntas referidas a su exterior (Pecheux (1981):


¿Quién habla?:

  Sujeto hablante (enunciador)

¿En qué condiciones se produce el discurso,
se lo comprende y se lo interpreta?:

 

  Condiciones de producción del discurso

¿De qué habla el discurso?
¿A quién va dirigido?:

  Temas
  Destinatario

La siguiente exposición girará en torno a estas cuatro interrogantes.
Referencias teóricas
Sergio Almaraz Paz (SAP)  era partidario del nacionalismo con una visión humanista de fuerte inspiración existencialista, especialmente la que proviene de los escritos de Albert Camus. Según Oscar Terán (1991; 56), "es el cruce entre el existencialismo sartreano y el marxismo el que operará como 'humus' ideológico de la valorización de la praxis social en detrimento de la función propiamente intelectual", en los teóricos bolivianos de los años sesenta 1:
SAP adoptó el  marxismo como método antes que como ideología o doctrina. No era cuestión de repetir conceptos extraídos de la obra de los clásicos asumiendo una actitud sectaria, por el contrario, hay que razonar “con el rigor lógico de un obrero” y ser “capaz de sistematizar conclusiones en el nivel de una formación cultural superior” (Almaraz, 1969, p. 59).

La estrategia revolucionaria

Cuando se habla de "revolución",  el término se suele asociar con un momento de ruptura. Sin embargo, la revolución es un proceso, una relación histórica (temporal) entre el antes y el después de la ruptura; de una ruptura que  une y que a la vez separa a dichos momentos. El problema de la revolución es el problema de la transición, y éste está ligado a la necesidad de la estrategia.
La estrategia debe partir de una visión de conjunto, la que no puede ser una suma de fragmentos de conocimiento. “Para apreciar un paisaje hay que encontrar en él, el punto saliente y el resto del panorama será visualmente accesorio”.  (Almaraz, 1964 a, p. 32).

Toda estructura de acción -  dice  Rene Lourau (1974; 365)-  se halla sometida a la contingencia, la racionalidad y la obsolescencia.  Dicho de otra manera, la  estrategia se encuentra en los niveles de lo posible, lo contingente y lo no –necesario (Dussel, 2004) Si bien, como afirma Weber (1919) y nos recuerda Borón (2004), no se consigue lo posible, sino se intenta lo imposible.
Se trata de  mejorar la condiciones de la gente en forma inmediata, tratando de que al mismo tiempo se abran oportunidades para victorias futuras: "unir lo inmediato /posible con lo mediato posible (Soto & Crespo, 2005, p. 27).
Coincidiendo con estas ideas, dice SAP:
Una revolución es un corto y fluido período de la historia. Los acontecimientos no siempre pueden ser controlados ni los errores evitados. Todo lo que importa es que los aciertos pesen más en el balance  último (Almaraz, 1969, p. 52).
Un planteamiento que conciba al conocimiento como respuesta a la pregunta estratégica ¿qué hacer?, es ya un planteamiento organizativo.
... La organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica [...] mientas que en la mera teoría pueden convivir pacíficamente las concepciones y tendencias más dispares y sus contrastes toman simplemente la forma de discusiones que pueden desarrollarse en el marco de una misma organización sin que necesariamente rompan con ésta, cuando estas mismas cuestiones se presentan desde el punto de vista organizativo irrumpen como orientaciones contrapuestas e irreconciliables (Lukacs, 1969, p. 312).
Si el alcance de un error queda circunscripto al plano de la superestructura (es decir, al ámbito de las relaciones políticas e institucionales momentáneas), esto no podrá  cambiar el curso de una revolución.

La infecundidad del sectarismo

Una orientación equivocada puede descomponer el cuerpo de una revolución. La esterilidad teórica del sectario - por ejemplo -  lo lleva a confundir los objetivos centrales de la estrategia y a adoptar comportamientos políticos innecesariamente violentos (Almaraz, 1969, p. 59).
Una de las características más manifiestas del pensamiento sectario es la creencia de que se puede hacer siempre ciertas cosas aunque la situación político – militar haya cambiado (Gramsci, 1990, p.90). "El dogma es menos útil que la bosta de vaca", le dijo Mao a  Malraux, en una entrevista. (1983, p. 522). El sectarismo en Bolivia, dice SAP,  no ha producido más que piezas de divulgación  doctrinaria de escaso valor, se limita a repetir conceptos extraídos de los clásicos (Almaraz, 1969, pp. 58-59).

La ética y la economía de la violencia

El existencialismo de Camus influye en su valoración del individuo y su papel en la historia, desde una perspectiva ética en contra del absurdo, la crueldad y la violencia, y en general contra todo lo que amenaza la existencia del hombre.
En SAP encontramos, como en Maquiavelo, una economía de la violencia2 , es decir un uso estratégico de la violencia, pero indisolublemente ligado a una visión ética del tema. Él se opone a  “la violencia por la violencia”, pero reconoce la dignidad del hombre que se rebela.
No es necesario buscar una medida de la nobleza de un pueblo en su aptitud para tomar un fusil. Es cierto que hay momentos en la vida de un pueblo en que un fusil es más importante que toda la sabiduría del mundo. Pero la dignidad no se puede medir en términos de muerte... Dignidad y muerte son conceptos no equiparables porque el hombre que muere, muere simplemente (Almaraz, 1964c, p. 84).
Ya Camus decía que si el individuo acepta morir y muere en el momento de su rebelión está mostrando que se sacrifica en beneficio de un bien del que estima que sobrepasa a su propio destino (Camus, 1996).
La visión estratégica de SAP se pone de manifiesto cuando, desde una perspectiva sociológica, señala el carácter institucional de la violencia en Colombia (que en lugar de impulsar, detiene; en lugar de afectar, distrae). La violencia institucionalizada es un elemento que pertenece a la estructura de la sociedad colombiana, y la complementa:
Una violencia del  tipo de la colombiana puede estar tan  lejos de la revolución como podría estarlo un país que por la satisfacción plena de sus necesidades ha llegado a un estado de saciedad e indiferencia. Se trata de un “tío vivo” enloquecido, que gira sobre su propio eje sin avanzar en ninguna dirección. El país no avanza ni retrocede, se queda (Almaraz, 1964c, p. 74).
SAP no aboga por  un pacifismo dogmático de inspiración religiosa. No se trata de sustituir el fusil por el crucifijo, sino de emplear un arma más, el pensamiento: “... En Bolivia y en América Latina respiramos los agrios olores de la revolución, sea ella bienvenida. Pero si una revolución puede triunfar únicamente por la violencia, para mantenerse necesita el diálogo” (Almaraz, 1964.a, p. 31).
En un ensayo escrito en 1964, advierte sobre los peligros de una violencia ciega e irreflexiva, que puede poner en riesgo los avances de la revolución:
La violencia en Bolivia está agazapada esperando el momento del salto que será sobre el vacío. Las milicias privadas, al ardor irreflexivo de los dirigentes sindicales, la incitación abierta a la oposición a emplear la violencia, ese estado de permanente “tour de force” de los sectores políticos y el gobierno, son las semillas dispersas que empezaron a germinar (Almaraz, 1964b, p. 83).
 Según Camus,  violencia y  no-violencia, ambas deben encontrar sus límites. El hombre rebelde no puede dejar de vivir en  contradicción: No puede aspirar a no matar ni mentir sin renunciar a su rebelión, pero tampoco puede aceptar el asesinato y la mentira sin destruir sus razones para la insurrección (Camus, 1996, pp. 338- 339).
La idea más grande  vale  menos que la vida del hombre más humilde, admite SAP, pero hay  momentos en que las únicas alternativas visibles son la muerte o la vida, y la vida es la revolución (cultura, dignidad, seguridad y bienestar). “¡Cuánto respeto merece la condición de boliviano cuando a uno le reconocen el derecho a la rebeldía!” (Almaraz, 1967; 95).
Camus dice que el hombre rebelde está dispuesto a sufrir la muerte por este derecho que, aunque arranca del corazón del individuo, no es personal sino humano.

El escenario y el clima intelectual de la época

En el período comprendido entre las dos grandes crisis que conmovieron al mundo (nos referimos a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial), los gobiernos de los países centrales adoptaron políticas económicas  intervencionistas. A partir de ese momento, en las formaciones sociales latinoamericanas nuevas exigencias impusieron la ruptura de las viejas estructuras  y se pusieron en práctica transformaciones sociales, especialmente en lo que respecta a la reforma agraria, los proyectos de industrialización y la regulación de las inversiones extranjeras.
El Estado conducido por gobernantes inspirados por una ideología que podríamos denominar “nacionalismo popular” intervino activamente en la vida económica  para fortalecer la formación de un empresariado nacional.
A pesar de la violencia que se desencadenó en algunos países y de la fuerte resistencia de las elites tradicionales, los proyectos nacionalistas  se inscribieron dentro de la perspectiva de un  “capitalismo de Estado” que en ningún momento  intentó abolir la propiedad privada. El Estado considerado como un planificador y un gestor, tenía como misión afrontar los altos costos que demandaban  las obras de infraestructura, así como el desarrollo de las industrias básicas. Ninguna de estas tareas podía ser encarada por las débiles burguesías nacionales (Faletto, 1979, p. 41).
Para poder enfrentar con éxito a la oposición, las nuevas  elites dirigentes construyeron un sistema de alianzas con fuerte participación popular. De manera que cada proyecto político concreto podía ser considerado como más a la izquierda o más a la derecha, según se pusiera más énfasis en  lo popular o en la formación de un empresariado nacional.
Los éxitos relativos que alcanzaron estos movimientos dependieron básicamente de una coyuntura internacional favorable. Cuando la situación cambia, la contradicción entre acumulación y consumo (que correspondía a diferentes intereses en el seno de la coalición  dominante) contribuyó  al debilitamiento de estas políticas.
La base de la estrategia era la nacionalización de los recursos naturales de propiedad extranjera para reorientar la actividad económica  y utilizar los beneficios que estos produjeran con propósitos de inversión. También se admitía la posibilidad de que el capital extranjero, sobre todo en el período de despegue, pudiera ofrecer una ayuda complementaria dada la falta de maquinaria y materias primas, siempre y cuando las garantías ofrecidas por el país que recibiera las inversiones no afectaran  sus derechos de soberanía (Lange, 1977, p. 45).
En un mundo militarmente  bipolar pero políticamente multipolar, la rivalidad de las superpotencias – según H. Kissinger – ofrecía a terceros países muchas  oportunidades para el "chantaje" (Kissinger, 1976, p. 90), y esto que afirmaba uno de los grandes estrategas del imperio, también era sostenido por  un eminente economista marxista:
Los “regímenes intermedios” 3 son los proverbiales terneros que maman a dos vacas: ambos bloques les demandan ayuda financiera y compiten por ello. Así ha sido posible lograr el “milagro” de obtener algunos créditos de los EEUU sin condiciones en cuanto a política económica interna (Kalecki, 1979, p. 130).
En Bolivia, la revolución nacional modificó radicalmente la estructura socioeconómica del país; la nacionalización  de las minas, la reforma agraria, la diversificación de la producción, así como esfuerzos orientados hacia la integración del espacio económico,  constituyeron las principales reformas.
La situación de Bolivia con respecto a los EEUU era diferente a la de otros países que habían realizado una revolución similar.  El país  del Norte interfirió en mucha menor medida que en la revolución guatemalteca, por ejemplo, y las causas de esta tolerancia puede encontrarse en un conjunto de circunstancias:
En primer lugar ningún lobby poderoso de EEU, como la United Fruit Co., tenía intereses en Bolivia; los intereses de la minería del estaño no tenían conexiones tan importantes; y la reforma agraria no afectó a ninguna plantación de EEUU  ya que éstas no existían. La explotación de las minas de estaño nacionalizadas  no constituía una propuesta muy atractiva ya que, al estar agotadas en gran medida, suponen definitivamente unos costos elevados. Además, el mineral se suele vender en el mercado norteamericano y no hay fundiciones en el país  (Kalecki & Kula, 1980, p.228).
EEUU no interfirió en la nacionalización del estaño y la reforma agraria, aunque mediante la llamada “asistencia económica” influyó poderosamente en los asuntos del país.
Un tema que demandó la preocupación constante de SAP fue el de  las relaciones Bolivia – EEUU. Puede ser, como afirma R. Barrios, que su enfoque no haya escapado al clima anti - yanqui de aquellos años, lo cierto es que enfatizó los aspectos “antagónicos, conflictivos y excluyentes (de estas relaciones) sin opción a introducir eventuales elementos cooperativos”. Sin embargo,  este mismo autor admite que el análisis que hace SAP  sobre  las condicionalidades cruzadas, condiciones que limitaban las conductas de Bolivia a cambio de créditos, está  suficientemente fundado. (Barrios, 1993, pp. 40 - 41).
SAP  era partidario de la doctrina de la  neutralidad positiva que sostenía el bloque de los países no alineados (al que Bolivia no adhirió) y se mostraba contrario a los efectos de la guerra fría.

Los recursos naturales, una pieza estratégica  clave

La estrategia para la construcción de un poder nacional efectivo, según SAP, debía tener como base fundamental el aprovechamiento de los recursos naturales. La vulnerabilidad de Bolivia, en cuanto nación, sólo podría reducirse fortaleciendo el poder nacional mediante el control de su riqueza natural. Las preguntas que era necesario responder para formular una estrategia de desarrollo eran las siguientes:

¿Cómo reducir nuestra vulnerabilidad externa?  [...] ¿Cómo hacer de este territorio y riqueza un país de “verdad”, ¿Cómo transitar de lo potencial a la expresión del poder nacional efectivo?  (Barrios, 1993, p. 35).

 Si el Estado dejaba de defender aquellas empresas estatales que eran claves para su soberanía y símbolos de modernidad, no sería viable ni como Estado ni como nación. La gestión nacional de la riqueza minera e hidrocarburífera era un factor que contribuiría a alterar las relaciones de poder a favor de los países productores de materias primas.

Desarrollo económico y  alianza de clases

En un ensayo escrito en 1963, SAP sostenía que la conducción organizada de las fuerzas nacionales  estaba debilitada por la confusión que era, a su vez, el resultado de una crisis ideológica 4. Pero la construcción de una ideología y su difusión era un proceso lento, y la pragmática revolucionaria exigía  encontrar alivio a la miseria que asfixiaba a los bolivianos (Almaraz, 1969, p. 64).
Sólo el desarrollo puede atacar con éxito a la pobreza. Cualquier tarea que quede pendiente repercutirá en lo ideológico y provocará cambios en el rumbo de la revolución.
La única respuesta descubierta por el ingenio humano contra la pobreza es el desarrollo. Pero hay una profunda diferencia entre lo que se entiende por desarrollo en una sociedad estancada en los moldes capitalistas y la idea que se tiene de él y de los medios disponibles para promoverlo, en otra que vive transformaciones dinámicas (Almaraz, 1969, p. 63).
La estrategia para el desarrollo debía ampliar la base económica del Estado y para ello era necesario movilizar a los sectores medios:

Hay que fomentar la acción del capital nacional por pequeño que sea y allí donde se encuentre. Esta línea de la economía no significa debilitar o excluir el desarrollo de la empresa estatal. El Estado no debe perder el control sobre los recursos básicos mineros, sobre la energía, el comercio exterior y sobre determinados sectores del transporte. (Almaraz, 1969, pp.  63 -64).
Hay que aumentar la producción minera con el esfuerzo fundamental de la minería pequeña sin debilitar la COMIBOL, para lo cual habrá que revisar la política de fomento de créditos; como la producción agropecuaria se encuentra engrilletada por el minifundio, será indispensable, aplicando el sentido común, volver los ojos hacia la propiedad mediana, único soporte de la producción cuando sobrevienen las transiciones de la reforma agraria: hay que salvar la industria elevando los niveles productivos... (Almaraz, 1969, p. 62).
De esta manera, se aliviaría al Estado,  poseedor del 70% del patrimonio nacional, ampliando su base económica y al mismo tiempo su base social mediante la alianza de los obreros con las capas medias.
Tapia (2002, p. 85) dice que SAP no escribió sobre el movimiento obrero, y que su análisis  privilegia  el estudio de la estructura de poder. Sin embargo, esto no significa que no tuviera en cuenta el importante papel del proletariado como  sujeto revolucionario, tal como se pone de manifiesto en uno de sus artículos más difundidos:
La juventud del proletariado boliviano no disminuye su vigor político. Su vacilante presencia en el escenario nacional en los años 20, afirmase que en la década del 40 y actualmente es decisiva. Sociológicamente, condensa y cataliza. Condensa, porque los derechos sociales de los trabajadores constituyen el punto de gravitación de los demás problemas económicos; y cataliza porque a través de su lucha une y divide, compone y recompone la posición de las capas medias tornándolas en partidarias o adversarias (Almaraz, 1969, p. 49).
Con respecto a las masas campesinas, su posición es otra. Reconoce en diversos pasajes de sus obras el despojo de las tierras y la explotación que soportaron, así como su potencial rebelión que suavizara el antagonismo entre conservadores y liberales en la primera  mitad del siglo. Sin embargo, es posible que pensara que la capacidad revolucionaria de esta clase había mermado; es  decir,  su capacidad para contribuir a un orden social nuevo con posibilidades de evolucionar hacia las estructuras propias de una nación moderna 5.
De esta manera, describe SAP a los sectores medios rurales:
Nuestra economía - la nuestra y la de Latinoamérica - por su atraso es agraria. Con la gran propiedad en aquellos países a los que no ha llegado la reforma agraria coexisten la mediana y pequeña propiedad. Y en los que se ha parcelado la tierra, hay miles o cientos de miles de nuevos propietarios. Este es el venero inagotable de las nuevas capas medias rurales (Almaraz, 1969, p. 48).
En cambio, los sectores medios urbanos tienen una composición diferente. Al  igual que Lukacs (1969, p. 287), SAP pensaba que la ideología nacionalista estaba viva en las capas medias, así como en el proletariado, especialmente en el de las naciones oprimidas, y que la receptividad del proletariado para con el internacionalismo dependería de la maduración de la clase.

La táctica complementaria

Después del  fracaso de la guerrilla, SAP propone seguir una "táctica complementaria de la situación". La misma consistía en desplazar el campo de lucha desde lo político global a  temas concretos como la defensa de las materias primas, pensando que sería más difícil para el gobierno combatir a alguien porque atacaba a la Gulf, que por apoyar a la guerrilla:
... Es admisible la posibilidad de una variante si los militares nacionalistas desplazan a la camarilla comprometida con el Pentágono” [...] la condición previa es que tal desplazamiento sea respaldado por un movimiento popular (Almaraz, 1969; 88).
A partir de 1965,  el Gral. Ovando reunió  en secreto a un grupo de jóvenes nacionalistas contrarios a la política de Barrientos; integrantes de dicho grupo eran el escritor Marcelo Quiroga Santa Cruz, Alberto Bailey (editor del matutino Presencia), José Ortiz Mercado  y Sergio Almaraz, entre otros. Cuando Ovando accede al gobierno mediante un golpe de estado en 1970, algunas de estas personas  fueron designadas ministros 6.

Los efectos performativos del discurso de SAP

Los escritos de SAP generaron una ola de nacionalismo que arrastró también al ejército. Él sabía que la oficialidad boliviana provenía de las clases medias  de la ciudad y del campo, de condición modesta. Sin embargo,  el ejército estaba demasiado fragmentado para servir de sostén al gobierno del Gral. Ovando y, además, la extracción social de sus miembros fue siempre un factor ambiguo.
Es evidente que la función performativa, es decir los “efectos de verdad” que amplían el campo de maniobra política son más importantes que las prácticas discursivas, (Richards, 2002).
El discurso de SAP y su  constante batallar despertaron  la conciencia del país sobre la defensa de los recursos naturales, dedicando a esta tarea "los mejores años de su vida, entre los 25 y los 40 años, por lo menos, aun en prejuicio de su propio logramiento personal" (Zavaleta Mercado, 1979, p. 165).
Pese a que los dueños de los diarios silenciaron su muerte, para  obreros y  estudiantes la nacionalización de la Gulf tenía un dueño: SAP.
El nombre de Almaraz se hace sonoro y magnífico, mucho más poderoso que la simple mención de los intereses políticos (Zavaleta Mercado, 1979, p.159)
La acción de SAP iba desde las charlas de  persuasión política a técnicos y dirigentes gremiales, hasta la redacción de artículos,  comunicados y votos resolutivos a nombres ajenos,  y  la inspiración de foros y congresos estudiantiles.
En la presencia de los generales Torres y Ovando en los funerales de SAP, hecho que causó gran sorpresa entre sus amigos  y familiares, tenemos un símbolo de los efectos de su discurso. "Estos hombres querían permanecer asociados a la memoria del muerto" (Zavaleta Mercado, 1979, p. 159).
Las recomendaciones estratégicas de SAP se basaron el análisis de la relación de las fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura; así como en el análisis de las fuerzas políticas, es decir el grado de auto-conciencia de las clases subalternas.

Bibliografía
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* Candidato al doctorado en ciencias sociales por la UAGRM (Santa Cruz de la Sierra) y Magister en Sociedad de la Información y el Conocimiento (Universidad Abierta de Barcelona). Profesor Emérito de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.

1 Terán se refiere a los nacionalistas argentinos, pero este comentario es válido para  los intelectuales latinoamericanos de la corriente nacional y popular.

2 El tema de la economía de la violencia en Maquiavelo ha sido estudiado por S. Wolin (1974, p. 241): "La aprobación pública, lejos de limitar su iniciativa, podía ser utilizada para reducir el alto costo en violencia que implicaban las reformas profundas”. La comparación de las ideas de SAP con Gramsci, Malraux y Lukacs tiene por objeto mostrar la coincidencia de ellas con las de dichos pensadores. Esto no significa que SAP se haya necesariamente apoyado en estos textos.

3 Kalecki (1980, p. 225) utiliza el término “regímenes intermedios” para designar a países que llevaron a cabo la reforma agraria e iniciaron un proceso de desarrollo económico con una participación significativa del Estado, pero que no pueden ser considerados capitalistas ni socialistas.

4 Aunque el ensayo fue escrito en 1963 fue publicado en 1969  en la revista Letras Bolivianas No. 4, Cochabamba, UMSS.

5 En los marxistas de la época se advierte un reduccionismo clasista cuya lectura de la realidad social deja fuera del análisis a  las masas indígenas  en cuanto actor político, con excepción de J.  Ovando Saénz, cuya obra  El problema nacional y colonial en Bolivia (1984) tuvo escasa repercusión. Véase García Linera (2005)


Recibido: 02/04/2016 Aceptado: 13/06/2016 Publicado: Junio de 2016

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