Rodrigo García Schwarz
Candy Florencio Thome
Universidad de San Pablo, Brasil
rodrigo.schwarz@trtsp.jus.brResumen 
  Este  trabajo tiene por objeto el análisis cualicuantitativo de las decisiones de los  tribunales federales brasileños (Supremo Tribunal Federal, Superior Tribunal de  Justicia, Tribunal Superior del Trabajo y Tribunales Regionales Federales),  disponibles en los Portales de la Justicia Federal (Consejo de Justicia Federa)  y del Tribunal Superior del Trabajo hasta el mes de enero de 2014, con respecto  a la judicialización de políticas en materia de derechos sociales,  especialmente del derecho a la salud, en las que fue ponderada por el tribunal  la cuestión de la reserva del posible como  impedimento a la intervención judicial en las políticas públicas. Los  resultados demuestran que (a) los tribunales federales brasileños vienen  decidiendo actualmente que la escasez de recursos que supone la reserva del  posible no puede ser solamente alegada: debe ser demostrada concretamente por  la administración pública; (b) los tribunales federales brasileños, en la  mayoría de los fallos, no han aceptado el argumento de la reserva del posible  para que fuera impedida la judicialización de la salud en el ámbito de las  políticas federales; y, sobre todo, (c) los tribunales federales brasileños no  tienen ponderado, en sus decisiones, delante de la reserva del posible, el costo de oportunidad, o sea, el costo de  no implantación de una determinada política, con sus consecuencias para el  futuro, en el momento de decidir sobre la política en cuestión, ya sea para  acoger la intervención judicial en la política pública, ya sea para rechazarla. 
  Palabras-llave: costo de oportunidad, derecho a la salud,  derechos sociales, judicialización, reserva del posible.
Abstract
  This research aims a qualitative-quantitative analysis  of the decisions of Federal Brazilian Courts (Supreme Court, Superior Court of  Justice, Superior Labor Court and Federal Regional Courts) available in Federal  Justice Portals (Federal Council of Justice) and Superior Labor Court until the  beginning of January 2014, concerning the judicialization of  policies based on social  rights, especially referring to the health care law, in which the possible  reserve issue was analyzed as the impediment for Judicial intervention in  public policies. The results demonstrated that (a) Federal Brazilian Courts  have been deciding that the scarcity of resources may not only be alleged, but  they also have to be proved by the public administration; (b) Federal Brazilian  Courts, in most cases, have not accepted the argument of possible reserve as an  obstacle to the judicialization of health care in the range of Federal policies; and, overall, (c) Federal Brazilian Courts have not weighted, in their  decisions, before the idea of the “reserve of the possible”, the cost of  opportunity, that is, the cost of not implanting certain policy, with its  consequences for the future, at the moment of deciding about the present  policy, either to accept judicial intervention in the public policy, or simply  to refute it. 
  Keywords: judicialization  – opportunity cost – social rights – reserve of the possible – right to health.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato: 
Rodrigo García Schwarz y Candy Florencio Thome (2016): “La reserva del económicamente posible y el costo de oportunidad en la judicialización de políticas de salud en Brasil: la jurisprudencia federal brasileña”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (enero-marzo 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/01/salud.html
Introducción y revisión bibliográfica
            Este  trabajo se concentra en el análisis de la ponderación, por los tribunales  federales brasileños (Supremo Tribunal Federal, Superior Tribunal de Justicia,  Tribunal Superior del Trabajo y Tribunales Regionales Federales), del argumento  de la reserva del posible en la  judicialización de las políticas de salud. Se propone, sobre todo, demostrar  que: (a) los tribunales brasileños, en sus decisiones, vienen expresando el  entendimiento de que la escasez presupuestaria (la reserva del económicamente posible) no puede ser solamente alegada:  debe ser demostrada concretamente por la administración ante la falta de efectuación  de los derechos sociales, sobre todo del derecho fundamental a la salud; (b)  los tribunales brasileños, al menos en la mayoría de los casos, no aceptan el  argumento de la reserva del posible como obstáculo a la judicialización de la  salud en el marco de las políticas federales; y, especialmente, (c) los  tribunales brasileños no tienen ponderado, en sus decisiones, delante de la  reserva del posible, el costo de  oportunidad correspondiente a las políticas; es decir, el costo de no  implantación de determinada política, con sus consecuencias para el futuro, en  el momento de decidir sobre la política en cuestión, ya sea para acoger la  intervención judicial, ya sea para rechazarla.
              Especialmente en el marco de las  políticas de salud, el tema de la reserva  del posible viene ganando gran importancia teórica y práctica. La efectuación  de los derechos sociales, sobre todo del derecho fundamental a la salud, tiene  exigido un profundo redimensionamiento del papel de la política y de las  instituciones jurídicas en el cuerpo social. Aquel modelo de cuño marcadamente  conservador, en general poco sensible a las demandas sociales, a las luchas por  el derecho a tener derechos y a  mecanismos de tutela y control judicial en cuanto al diseño de las políticas  –programas reunidos en torno a la realización de objetivos socialmente  relevantes, políticamente determinados según el proyecto engendrado en el seno  de la Constitución–, viene siendo superado por un nuevo modelo, más abierto y  democrático, socializante e inclusivo, en el que el Estado asume obligaciones  prestacionales onerosas y, al buscar efectuarlas, en un marco de disputas por  recursos financieros escasos, dialoga con los distintos anhelos de los  diferentes actores sociales.
              En ese contexto de  redimensionamiento de lo papel social del Estado, el Comité de Derechos  Económicos, Sociales y Culturales de la ONU ha sostenido que los poderes  públicos tienen el deber de asegurar, en todo momento e incluso en épocas de  crisis o de dificultades fácticas, económicas y políticas, aun delante de la  reserva del posible, al menos los contenidos esenciales de cada uno de los  derechos sociales fundamentales, como el derecho a la salud, imponiendo a los  Estados un deber de no regresividad en materia de derechos sociales, que obliga a los poderes públicos a que no  adopten medidas y políticas y, en consecuencia, no sancionen normas, que vengan  a desmejorar, sin una justificación razonable, la situación de los derechos  sociales en el país1 .
   Ese mismo principio de irreversibilidad de las conquistas sociales fue articulado  constitucionalmente desde la aprobación, en Alemania, de la Ley Fundamental de  Bonn (1949)2 , como corolario de  la fuerza normativa de la constitución y del contenido mínimo o esencial de los  derechos en ella reconocidos, y se extendió a diversos ordenamientos, como el  portugués3 , el francés 4, el español5 , el colombiano 6 y el brasileño 7.
              Diferentes ordenamientos consagran  la obligación de los Estados, de respeto al contenido  mínimo o esencial de los derechos  sociales reconocidos como fundamentales en constituciones o tratados  internacionales de derechos humanos8 .  Ese mínimo, el “núcleo duro” de los derechos fundamentales, relacionado al  mínimo existencial y, por ende, a la dignidad humana, será, siempre, una  barrera infranqueable que obliga a una permanente delimitación del hacer y del no hacer, de la acción y de la omisión, y demanda cierta  integración entre justicia, política y economía, entre jueces y administradores  públicos 9. 
              Así es que, por  ejemplo, la Corte Constitucional de Colombia ha decidido, en reiterados casos,  que aquellas medidas que implican retroceso en materia de derechos sociales  deben ser consideradas medidas lógicamente violadoras de los deberes del Estado  y, por tanto, deben estar sujetas a un alto grado de sindicabilidad  constitucional10 . 
              En  ese sentido, bajo el pretexto de vedar el retroceso, el Tribunal Constitucional  portugués declaró la inconstitucionalidad de una ley que abolía el servicio  nacional de salud existente, decidiendo que “Si la Constitución impone al  Estado la realización de una determinada tarea (...), entonces, cuando ella es  llevada a cabo, el resultado pasa a tener la protección directa de la  Constitución. El Estado no puede volver ni un paso atrás, no puede incumplir lo  que cumplió, no puede tornar a colocarse en la situación de deudor” (Decisión n. 39/84, de  11.04.1984). 
              En el mismo  sentido, la Corte Belga de Arbitraje viene interpretando el art. 23 de la  Constitución belga, sobre derechos sociales, como se impusiera un “efecto  congelante” (standstill effect),  prohibiendo el retroceso significativo en la protección de estos derechos ya  conferidos por las leyes en el momento de adopción de la Constitución. En un  precedente sobre la reducción de prestaciones asistenciales, la Corte belga ha  decidido que, con relación al derecho a la asistencia social, este efecto  “congelante” prohíbe el retroceso significativo en la protección dada por la  ley en el momento de entrada en vigencia del art. 23 de la Constitución,  preservando el derecho asegurado en la ley anterior mismo delante de la  posterior reforma de la Constitución (Decisión n 5/2004, de 14.01.2004).
   En África del Sur, la  Corte Constitucional ha decidido, en el caso Government of the Republic of South Africa and Others vs. Grootboom and  Others, que el Estado no había tomado todas las medidas razonables  necesarias, en el marco de los recursos disponibles, para concretar  progresivamente el derecho a la vivienda, pues los programas ofrecidos no  disponían de ninguna especie de auxilio para aquellos que no poseen acceso a un  abrigo básico; ordenó al Estado, en el caso Minister  of Health and Others vs. Treatment Action Campaign and Others, la  implantación de un programa oficial para la prevención de la transmisión, de  madre a hijo, del SIDA; declaró la inconstitucionalidad de la exclusión de los  inmigrantes de los planes de beneficios de la seguridad social (Mahlaule vs. Minister of Social Development,  Khosa vs. Minister of Social Development); y dictó sucesivas órdenes para  impedir desplazamientos urbanos y asegurar el acceso de personas desplazadas a  programas de reubicación (Port Elizabeth  vs. Various Occupiers; Jaftha vs.  Schoeman and Others; President of RSA  and Another vs. Modderklip Boerdery (Pty) Ltd and Others; Van Rooyen vs. Stoltz and Others; Occupiers of 51 Olivia Road, Berea Township  And Or. vs. City of Johannesburg and Others). 
              El Supremo  Tribunal Federal brasileño, a su vez, juzgó procedente la Acción Directa de  Inconstitucionalidad n. 1946/DF para dar, a la Enmienda Constitucional n.º 20,  interpretación conforme a la Constitución Federal, para vedar el retroceso (en  su caso, la limitación del valor de la ayuda) en el seno del derecho al permiso  remunerado por maternidad.
              La idea de no  regresividad no retira al Estado la posibilidad de promover ciertas reformas en  el ámbito de sus políticas sociales, prima  facie regresivas, por ejemplo, para (re)asignar los recursos necesarios a  la inclusión social de determinados grupos en situación de mayor  vulnerabilidad. Ahora bien, los poderes públicos tienen que demostrar siempre a  la ciudadanía que las alteraciones que pretenden promover redundan, al final,  en una mayor protección de los derechos sociales. La razonabilidad o proporcionalidad  de un programa o de una acción aparentemente regresiva, en materia de derechos  sociales, puede ser contrastada 11, de modo que pueda  permitir al Estado justificar el programa o política, sin perjuicio del  reconocimiento de un núcleo mínimo absolutamente protegido12 , contra lo cual no  cabe limitación alguna, aunque sea “proporcional”13 .
              El deber de no regresividad  en materia de derechos sociales está relacionado con un deber de progresividad.  Ese principio autoriza a los poderes públicos a adoptar programas y políticas  de desarrollo de derechos sociales de manera gradual, en la medida en la que  existan recursos disponibles (la reserva del posible), pero desautoriza a los  Estados la postergación indefinida de la satisfacción de los derechos en pauta.  Por el contrario, demanda acciones concretas, comenzando por la de demostrar  que están realizando el máximo de esfuerzos y empleando el máximo de recursos  disponibles para la satisfacción, al menos, del contenido esencial de los  derechos sociales y para dar soluciones, de forma prioritaria, a los grupos en  situación de mayor vulnerabilidad 14.
              Todos los  derechos tienen un costo15 . Los derechos  civiles y políticos, en síntesis, comportan, de la misma forma que los derechos  sociales, una dimensión distributiva cuya satisfacción demanda recursos: no  solo los derechos sociales implican costos para el Estado; los derechos civiles  y políticos, en tanto en cuanto exigen una abstención del Estado o de los  particulares, es decir, la no intervención en la esfera de autonomía y libertad  de los individuos, dependen de una gravosa estructura estatal para ser hechos  realidad. Lo que está en juego, por tanto y normalmente, no es cómo garantizar  derechos “caros”, sino decidir cómo y con qué prioridad serán asignados los  recursos que todos los derechos exigen para su satisfacción.  
              Hay que añadir a todo eso una  tradición, en algunos casos, como el brasileño, según la cual las decisiones  producidas en el proceso deliberativo presupuestario han sido superadas por  actos del Poder Ejecutivo, que simplemente retiene o desvía recursos, sin si  quiera exponer los motivos por los cuales lo hace 16.  La inejecución del presupuesto, con la promoción de cortes que atingen áreas en  las que la actuación del Estado es notoriamente deficiente, relacionadas a  derechos sociales, crea amplias distorsiones en el marco de la reserva del  posible, con francas violaciones a los derechos fundamentales de las personas17 . 
              Por tanto, la  escasez presupuestaria, por sí sola, no puede ser vista como argumento suficientemente  sólido para el alejamiento del imperativo de la efectuación de los derechos  sociales, sobre todo del derecho fundamental a la salud, relacionado al mínimo  existencial y a la dignidad humana, núcleo mínimo absolutamente protegido,  contra lo cual no caben cualesquiera limitaciones, incluso en tiempos de crisis18 : aunque los  recursos públicos sean limitados de hecho, el Estado debe alocar verbas  presupuestarias específicas para la efectuación de los derechos sociales, en la  medida de la posibilidad, pero siempre realizando el máximo esfuerzo19 .
   Por eso, en un contexto de disputas por recursos  escasos, donde lo que está en juego, en realidad, es  decidir cómo y con qué prioridad serán dispuestos los recursos que todos los  derechos –y no sólo los derechos sociales–   exigen para su efectuación, el   poder político, al invocar la reserva del posible, debe, siempre,  demostrar que está haciendo el máximo de fuerza, en todos los campos, hasta el  máximo posible, y que está priorizando, en su actuación, los grupos más  vulnerables20 .
              Así,  eventuales impactos económicos y presupuestarios de las decisiones judiciales  en el marco de los derechos sociales no pueden ser usados como obstáculo  absoluto a la judicialización de los derechos sociales, sobre todo cuando la  administración no demuestra, concretamente, la escasez de recursos en cuestión.  Además, es inevitable que las decisiones judiciales pertinentes a derechos  sociales tengan repercusiones financiero-presupuestarias, pero la verdad es que  eso también ocurre con relación a la tutela de otros derechos, incluso el  derecho de propiedad, tutela que incluye compensaciones monetarias, fomentos,  subsidios y desembolsos 21.
              En  realidad, es inevitable el impacto financiero-presupuestario de las actuaciones  del Poder Judicial en la tutela de los derechos –de todos los derechos, por  supuesto, y no sólo de los derechos sociales– si aceptamos las condiciones que,  al menos en el plan formal, caracterizan una democracia constitucional. La  existencia de ciertos intereses indisponibles para los poderes de turno,  relacionados al mínimo existencial y a la dignidad humana, implica la  existencia de un límite infranqueable para la libre configuración de los gastos  públicos22 . 
              Nos  parece, sin embargo, que el hecho de que la libre configuración de los gastos  públicos no sea absoluta no quiera decir que las intervenciones judiciales  nunca deban tener en cuenta las consecuencias no solamente presupuestarias y  financieras, sino, y sobre todo, las consecuencias políticas y sociales de sus acciones.  Pero cierta sensibilidad ante las consecuencias de su propia actuación no puede  ser confundida con el ideario pragmático según el cual toda intervención del  Poder Judicial con repercusiones económicas pone en peligro el equilibrio  fiscal-presupuestario, o constituye una intervención ilegítima en un campo  reservado a la política y a la economía. En la práctica, los tribunales tienen  pautada su acción, en ese contexto, por la búsqueda de la mediación posible  entre la garantía de los derechos civiles, políticos y sociales básicos, el  principio de división de poderes (en verdad, división de funciones) y el  equilibrio presupuestario23 .
              Además,  la reserva del posible no es una especie normativa, pues no determina un estado  de cosas a ser alcanzado, tampoco es un mandado de optimización. En verdad,  siquiera puede ser identificada como un principio: lo que se pondera, en  realidad, ni siquiera es la reserva del  posible, sino la escasez de recursos que esta supondría. 
              Sin  embargo, existe una diferencia sustancial entre inexistencia de recursos y  elección de prioridades en la distribución de recursos. Si es en el  cumplimiento de la función presupuestaria del Estado que las teorías de los  costos de los derechos –y su corolario de la reserva del posible– se presentan  de forma más evidente, lo que ocurre es que el argumento de la reserva del  posible puede ser refutado a partir de la perspectiva de que no hay recursos  verdaderamente inexistentes, sino que la realización de ciertos derechos  sociales no se da en virtud de cuestiones económicas como el pago de intereses y  ayudas al capital especulativo, renuncias fiscales y subsidios destinados a  beneficiar la actividad de ciertas empresas u otras elecciones realizadas a  partir de los intereses de las elites24 .  Existe, pues, la necesidad de diferenciar lo que no es posible hacer porque no  existen medios suficientes, con la observancia de las normas constitucionales  que determinan la distribución de recursos a áreas sensibles, como la educación  y la salud, y lo que no es posible hacer porque los medios disponibles fueron destinados  a otras prioridades.
              Por  otro lado, el  control judicial de la actividad administrativa en el seno de las políticas  públicas no elimina, lógicamente, las márgenes de acción estructural y  epistémica del administrador público, que puede y debe decidir cuáles son los  medios más convenientes y adecuados a la satisfacción de los derechos sociales  entre todos aquellos medios legítimos, válidos y eficientes, de forma que el  fortalecimiento de un control judicial de la administración pública no supone,  obviamente, la instauración de un “gobierno de los jueces”, ni la eliminación  de las competencias discrecionales del administrador público; sin embargo, el  reconocimiento de esos márgenes de acción jamás podrá dar causa a espacios  libres de control judicial, pues la configuración jurídica y política de los  medios de protección de los derechos sociales debe siempre atentar para el  contenido mínimo o esencial de los derechos fundamentales según los parámetros  de la justicia social constitucional.
              En síntesis, los poderes  públicos no pueden, de hecho, ser llevados a hacer lo imposible. Sin embargo,  lo que es posible –o imposible– en la esfera económica, social y cultural debe  ser probado, y no solamente presunto. 
              Por  tanto, el argumento de la escasez de recursos (la reserva del posible) no puede  ser considerado un argumento absoluto y definitivo a impedir el control  judicial. Necesario es, sin embargo, que el Poder Judicial sea más juicioso en  el análisis de los costos implicados en las políticas: si, por un lado, en  muchas oportunidades los tribunales han demostrado que la actuación pública  requerida no era tan compleja u onerosa como sustentaban los órganos políticos,  utilizándose de números y datos alternativos, por otro lado hay que ponderar,  en esos cálculos, costos deliberadamente excluidos, como el costo de oportunidad, es decir, los  costos que la postergación de determinada política puede generar para el futuro  (19).
              En  ese sentido,  Langford cita el caso Auton, de 2000.  En ese caso, el gobierno de Columbia Británica, en Canadá, se valió del  argumento de la reserva del posible para no financiar un programa de  tratamiento de niños autistas. El tribunal supremo provincial rechazó el  argumento, considerando la vulneración del derecho básico de no ser  discriminado de las personas afectadas por el autismo. Para justificar su  decisión, el tribunal se sirvió de dos criterios que tenían en cuenta el  presupuesto público y la economía. Por un lado, sostuvo que los costes  demandados por el programa para la asistencia de menores en edad de desarrollo  educacional y social serían considerablemente inferiores de los necesarios para  su tratamiento a largo plazo si el referido programa no fuera implantado. Por  otro, opuso a la argumentación del gobierno provincial el hecho de que otras  regiones del territorio canadiense habían implantado programas semejantes,  debilitando el argumento de que el valor científico del programa no justificaba  un gasto semejante25 .
              Este abordaje, de ponderación del costo de oportunidad 26 de implantación de la política, relativamente inédito, todavía no es realizado  por los tribunales brasileños. Lo que procuramos demostrar, en adelante, es que:  (a) los tribunales brasileños, en sus decisiones, vienen expresando el  entendimiento de que la reserva del económicamente  posible, es decir, la escasez presupuestaria, no puede ser solamente  alegada, debiendo ser demostrada concretamente; (b) los tribunales brasileños,  en la mayoría de los casos, no han aceptado el argumento de la reserva del posible como óbice a la  judicialización de la  salud en el marco  de las políticas federales; pero, sobre todo, (c) los tribunales brasileños no  tienen ponderado, en sus decisiones, delante de la reserva del posible, el costo de oportunidad concerniente a las  políticas, sobre todo a las políticas de salud, es decir, el costo de no  implantación de determinada política, con sus consecuencias para el futuro, en  el momento de decidir sobre la política en cuestión, ya sea para acoger la  intervención judicial en la política pública, ya sea para rechazarla. 
Metodología
              Para  la coleta de los datos que embazan el presente trabajo, fue utilizada la base  de datos de la Justicia Federal, a través de consultas a la jurisprudencia  unificada de los tribunales federales en el Portal de la Justicia Federal y en  el Portal del Tribunal Superior del Trabajo. Fueron seleccionadas, hasta el mes  de enero de 2014, a partir de expresiones de búsqueda, 109 decisiones de los  tribunales federales brasileños.
   A  partir de las 109 decisiones, examinadas exhaustivamente, una a una, fueron  seleccionadas 90 decisiones relacionadas a la judicialización de políticas  públicas en el marco de los derechos sociales: 11 corresponden a educación,  7  al trabajo y a la seguridad social y  72 a la salud; fueron descartadas las demás decisiones relacionadas a otras  materias, pues trataban de temas ajenos a nuestra temática como indemnizaciones  debidas a los amnistiados políticos, “externalización” de servicios, reajuste  salarial del personal funcionarial de la administración pública e implantación  e interiorización de órganos de la defensoría del pueblo.
   Seleccionadas  estas 90 decisiones, 72 de ellas relacionadas a la salud, fue realizada una  nueva búsqueda, que confirmó la selección de estas mismas 72 decisiones. 
              Esas decisiones fueron examinadas  exhaustivamente con el fin de verificar, en cada fallo, si: (a) el tribunal, en  su decisión, ponderó –o no– la cuestión de la “reserva del posible”,  acogiéndola o no, total o parcialmente; y (b) el tribunal, en su decisión,  ponderó –o no–, para acoger o rechazar la cuestión de la “reserva del posible”,  el costo de oportunidad de las  políticas públicas sociales en cuestión.
   La  selección de esas decisiones tuvo en cuenta que era de interés, en este  trabajo, seleccionar decisiones judiciales que, en el ámbito de la  judicialización de políticas sociales, ponderasen la cuestión de la “reserva  del posible”, y, además, decisiones judiciales en las que el derecho a la salud  no fuera solamente verificado puntualmente, sino en las que fuera ponderado  especificadamente el argumento de la “reserva del posible” y que tratasen de  analizar, de alguna forma, para acoger o rechazar la judicialización de los  derechos sociales en general y del derecho a la salud en particular, los  impactos de la propia judicialización en esas políticas. De ahí también la  opción por la jurisprudencia federal.
Resultados y discusión 
              Analizadas  las decisiones seleccionadas, se puede verificar que en la totalidad de los 35  fallos de los tribunales superiores (Supremo Tribunal Federal, Superior  Tribunal de Justicia y Tribunal Superior del Trabajo) fue rechazado el  argumento de la reserva del posible en el marco de la judicialización de  políticas públicas. Ponderadas las 55 decisiones de los tribunales regionales  federales, se verificó que, por la media, el argumento de la reserva del  posible fue, de alguna forma, ponderado para que se limitase la intervención  judicial en las políticas públicas, especialmente en las políticas de salud, en  unos 26,39% de las decisiones, atingiendo tal ponderación los índices de 42,86%  en el TRF de la 1.ª Reg., 44,83% en el TRF de la 2.ª Reg., y 3,45% en el TRF de  la 5.ª Reg. Los datos concernientes a los demás TRF fueron desconsiderados para  fines de análisis específico, teniéndose en cuenta el pequeño número de fallos. 
   El  análisis de la jurisprudencia de los tribunales superiores revela,  inicialmente, que tales tribunales no han aceptado el argumento de la reserva  del posible como óbice a la judicialización, sobre todo en el ámbito de las  políticas de salud:
  “La  destinación de recursos públicos, dramáticamente siempre muy escasos, lleva a  situaciones de conflicto, ya sea con la ejecución de políticas públicas  definidas en el texto constitucional, ya sea con la propia implementación de  derechos sociales garantizados por la Constitución de la República, resultando  de ello contextos de antagonismo que imponen, al Estado, el encargo de superarlos  a través de opciones por determinados valores, en perjuicio de otros también  relevantes, impulsando el Poder Público, en virtud de esa relación dilemática,  causada por la insuficiencia de disponibilidad financiera y presupuestaria, a  proceder a verdaderas ‘elecciones trágicas’, en decisión gubernamental cuyo  parámetro, fundado en la dignidad de la persona humana, deberá tener en  perspectiva la intangibilidad del mínimo existencial, de forma a conferir real  efectividad a las normas programáticas positivadas en la propia Ley  Fundamental. (...) La cláusula de la reserva del posible –que no puede ser  invocada, por el Poder Público, con el propósito de inviabilizar la  implementación de políticas públicas definidas en la propia Constitución–  encuentra insuperable limitación en la garantía constitucional del mínimo  existencial, que representa, en el contexto de nuestro ordenamiento positivo,  consecuencia directa del postulado de la esencial dignidad de la persona  humana” (Supremo Tribunal Federal, ARE-AgR 639337, 23/08/2011);
  “La  reserva del posible no es una carta libre para el administrador incompetente,  relapso o insensible a la degradación de la dignidad de la persona humana, ya  que es impensable que pueda legitimar o justificar la omisión estatal capaz de  matar a lo ciudadano de hambre o por negación de apoyo médico-hospitalario. La  excusa de la ‘limitación de recursos presupuestarios’ frecuentemente no pasa de  pantalla cerrada para esconder la opción del administrador por sus prioridades  particulares al revés de aquellas estatuidas en la Constitución y en las leyes,  superponiendo el interés personal a las necesidades más urgentes de la  colectividad. El absurdo y la aberración presupuestarios, porque ultrapasan y  vilipendian los límites del razonable, las fronteras del bueno senso y hasta  las políticas públicas legisladas, son plenamente sindicables por el Poder  Judicial, no integrando, en absoluto, la esfera de la discricionariedad del  Administrador, ni indicando rompimiento del principio de separación de los  Poderes” (Superior Tribunal de Justicia, RESP 200801379303, 08/03/2012).
   Por otro lado, en el ámbito de los tribunales  regionales federales, se observa una tendencia más conservadora, siendo  admitida, en un 42,86% de las decisiones oriundas del TRF de la 1.ª Reg. Y en un  44,83% de las decisiones oriundas del TRF de la 2.ª Reg., la escasez  presupuestaria y la cuestión de la reserva del posible como óbice ponderable a  la intervención judicial en el marco de las políticas públicas. Sin embargo, se  observa una tendencia, en esas decisiones, reforzar la necesidad de que la  escasez no fuera solamente presunta; esto es, que la escasez de recursos fuera  concretamente demostrada por la administración:
  “En  oposición a esta tesis de la ‘reserva del posible’, tenemos la adopción por el  Supremo Tribunal Federal de la preservación del núcleo consustanciador del  ‘mínimo existencial’. La Corte viene aceptando la denominada ‘dimensión  política de jurisdicción constitucional’, que permite el ejercicio del control  judicial en el marco de la implementación de políticas públicas para garantizar  el ‘mínimo existencial’. (...) El STF solamente viene aceptando la aplicación  de la cláusula de la ‘reserva del posible’ cuando la Administración Pública  comprobar, de forma objetiva, en cada caso concreto, su incapacidad económica  para implementación de determinada política pública. Tal entendimiento de la  Suprema Corte está resumido en el fallo del STA 175-Agr/CE (...). In casu,  cumple consignar que, aunque el demandante no sea persona de edad, no queda  razonable exigir la espera de 4 (cuatro) años para ser operado, si hay  indicación médica para la sujeción al procedimiento quirúrgico, incluso ya  siendo el autor encaminado para la realización de los exámenes preoperatorios.  Además de eso, señalamos que los recurrentes no demostraran objetivamente la  ausencia de recursos para la realización de la cirugía, debiendo ser superada  la alegación de la ‘reserva del posible’, según el entendimiento del Supremo  Tribunal Federal” (TRF-2, AC 201151680030859, 18/07/2012).
              Aún en el ámbito de la  jurisprudencia de los tribunales regionales, sin embargo, llama la atención el  hecho de que es precisamente en el ámbito territorial de jurisdicción del TRF  de la 5.ª Región, que corresponde a la región más empobrecida del país  (Alagoas, Ceará, Paraíba, Pernambuco, Rio Grande do Norte y Sergipe), de  menores índices de desarrollo humano (el IDH medio de la región es de 0,719,  contra la media nacional por Estado de 0,770) –y también con los mayores  indicies de desigualdad del país según el índice de Gini–, donde los recursos  materiales tienden a ser más escasos, que el argumento de la reserva del  posible, como óbice a la efectuación del derecho fundamental a la salud, es  rechazado con mayor intensidad por el Poder Judicial Federal (de las 29  decisiones del TRF de la 5.ª Reg., todas en el seno de las políticas de salud,  solamente una limitó la intervención judicial en virtud de la alegación de la  reserva del posible).
              Por un lado, si la cuestión de la  falta de recepción del argumento de la escasez de recursos por los tribunales  superiores puede estar ligada a la propia dinámica procesal en cuestión (porque  los tribunales superiores, excepto en procesos de su competencia originaria, o  cuando actúan como instancia ordinaria de recursos, normalmente no reexaminan cuestiones  fácticas de los fallos recurridos), el contenido de esas mismas decisiones pone  claro que los tribunales superiores, con apoyo en el mínimo existencial y en la  dignidad humana, no aceptan la tesis de la subordinación de los derechos  sociales al vigor económico. Por otro lado, aunque acogido, en parte, tal  argumento en las instancias judiciales intermediarias (tribunales regionales  federales), se verifica la preocupación, en la amplia mayoría de los fallos,  con la necesidad de demonstración concreta de la escasez de recursos, que no  puede ser solamente alegada para justificar la falta de efectuación de derechos  sociales. Y, por fin, se evidencia una mayor sensibilidad del Poder Judicial  precisamente en aquella región que, presuntamente, siendo aquella con menores  índices de desarrollo humano, necesita más de una intervención judicial ajena a  la cuestión de la reserva del posible.
              En todo caso, sin embargo, se  verifica que los tribunales federales brasileños no tienen ponderado, en sus  decisiones, delante la reserva del posible, el costo de oportunidad en el marco de las políticas, sobre todo de  las políticas de salud, o sea, el costo de no implantación de determinada  política, con sus consecuencias para el futuro, en el momento de decidir sobre  la política en cuestión, ya sea para acoger la intervención judicial en la  política pública, ya sea para rechazarla. 
   Así  es que la ponderación del costo de  oportunidad, en el seno de la judicialización de las políticas, es un desafío  de primer orden que se pone para los tribunales, delante de las cuestiones  relacionadas a la economía y a la escasez de recursos (la reserva del posible)  y a la efectuación de los derechos sociales, sobre todo del derecho fundamental  a la salud, envuelto en disputas asociadas y, consecuentemente, en decisiones  dramáticas: con el recurso a la economía, se podrá mejor demostrar, para que  los tribunales tengan mejores condiciones de decidir, nuevos elementos que  puedan ser sopesados frente al argumento de la reserva del posible en el marco  de las políticas sociales en general, y de las políticas de salud en  particular.
Bibliografía citada
   ALEXY, R. (1994): Teoría de los derechos  fundamentales (Madrid,  Centro de Estudios Constitucionales).
   AMARAL, G. (2001): Direito, escassez e escolha (Rio de  Janeiro, Renovar).
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2 Sobre el caso alemán, v. Franco apud COURTIS, C. (Coord.). Ni un paso atrás: la prohibición de regresividad en materia de derechos sociales. Buenos Aires, CELS, 2006, p. 361.
3 En Portugal, Canotilho apunta a la existencia de cláusulas constitucionales implícitas que prohíben una “evolución reaccionaria” o el “retroceso social” (CANOTILHO, J. J. G. Direito constitucional e teoria da constituição. Coimbra, Almedina, 2002).
4 Según Roman, el Consejo Constitucional francés ha hecho uso, aunque de forma irregular, del llamado cliquet anti-retour (ROMAN, D. Le droit public face à la pauvreté. Paris, LGDJ, 2002, p. 280).
5 En España, el tema de la irreversibilidad de los derechos sociales fue tratado por Marín (MARÍN, A. O. Estado social y crisis económica. Madrid, Complutense, 1996, p. 91).
6 Cf. Arango apud COURTIS, C. (Coord.). Ni un paso atrás: la prohibición de regresividad en materia de derechos sociales. Buenos Aires, CELS, 2006, p. 153.
7 Para Barroso (BARROSO, L. R. Interpretação e aplicação da constituição. São Paulo, Saraiva, 2009) y Sarlett (SARLETT, I. W. A eficácia dos direitos fundamentais. Porto Alegre, Livraria do Advogado, 2005), es un principio implícito, propio del Estado democrático de derecho, de la dignidad humana, de la seguridad jurídica y de la protección a la confianza (en ese mismo sentido, v. BARROSO, L. R.; BARCELLOS, A. P. “O começo da história. A nova interpretação constitucional e o papel dos princípios no direito brasileiro”. In: BARROSO, L. R. (Coord.). A nova interpretação constitucional: ponderação, direitos fundamentais e relações privadas. Rio de Janeiro, Renovar, 2006).
8 V. Cara (CARA, J. C. G. Derechos fundamentales y desarrollo legislativo: la garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales en la ley fundamental de Bonn. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994) y Martínez-Pujalte (MARTÍNEZ-PUJALTE, A. L. La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997).
9 V. Courtis (COURTIS, C. “Critérios de justiciabilidade dos direitos econômicos, sociais e culturais: uma breve exploração”. In: SOUZA NETO, C. P.; SARMENTO, D. (Coord.). Direitos sociais: fundamentos, judicialização e direitos sociais em espécie. Rio de Janeiro, Lumen Juris, 2008).
10 La Corte colombiana ya declaró inconstitucionales leyes que fueron consideradas regresivas en el marco de pensiones (T-789/2002), acceso a los servicios de salud (T-671/2002), educación (C-931-2004) y vivienda (T-1318/2005).
11 Según Pulido (PULIDO, C. B. El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2003), hay elementos básicos que integran la “prueba” de proporcionalidad en algunos ordenamientos contemporáneos, como el alemán, al que podemos recurrir. Esos criterios incluirían: a) la legitimidad de la medida en pauta – su vinculación al ordenamiento y, sobre todo, a los fines prescritos; b) la aptitud de la medida en pauta –su carácter realmente adecuado a la protección de los fines prescritos; c) la necesidad de la medida en pauta– su carácter imprescindible y, antes de nada, la inexistencia de medios menos gravosos para los derechos afectados, y d) la proporcionalidad, en sentido estricto, de la medida en pauta – si de ella derivan más beneficios y ventajas de interés general de lo que para otros bienes y valores en conflicto.
12 Sobre las llamadas “teorías absolutas” del contenido esencial de los derechos, v. Alexy (ALEXY, R. Teoría de los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, pp. 288 y ss.).
13 Comité DESC/ONU, Observación n. 4/1991.
14 Comité DESC/ONU, Observación n. 3/1990.
15 V. Holmes y Sunstein (HOLMES, S.; SUNSTEIN, C. The cost of rights: why liberty depends on taxes. New York, Norton, 1999) y Amaral (AMARAL, G. Direito, escassez e escolha. Rio de Janeiro, Renovar, 2001).
16 Cf. Mendonça (MENDONÇA, E. “Da faculdade de gastar ao dever de agir: o esvaziamento contramajoritário das políticas públicas”. In: SOUZA NETO, C. P.; SARMENTO, D. (Coord.). Direitos sociais: fundamentos, judicialização e direitos sociais em espécie. Rio de Janeiro, Lumen Juris, 2008, p. 232).
17 Cf. Sabbag (SABBAG, C. Orçamento e desenvolvimento – recurso público e dignidade humana: o desafio das políticas públicas desenvolvimentistas. São Paulo, Millennium, 2006, p. 153).
18 Cf. Alexy (ALEXY, R. Teoría de los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, p. 288).
19 Comité DESC/ONU, Observación n. 3/1990.
20 Aquí tenemos un mandado claro, dirigido al poder político: si hay un grupo más vulnerable y los recursos son, de facto, limitados, las políticas posibles deben ser prioritariamente dirigidas a las necesidades de los grupos más vulnerables.
21 Cf. Langford (LANGFORD, M. “Judging resource availability”. In: SQUIRES, J.; LANGFORD, M. (Coord.). The road to a remedy: current issues in the litigation of economic, social and cultural rights. Sydney, UNSW, 2005, p. 91).
22 V. Arango (ARANGO, R. “Promoción de los derechos sociales constitucionales por vía de protección judicial”, El Otro Derecho, n. 28, Bogotá, 2002).
23 Cf. Langford (LANGFORD, M. “Judging resource availability”. In: SQUIRES, J.; LANGFORD, M. (Coord.). The road to a remedy: current issues in the litigation of economic, social and cultural rights. Sydney, UNSW, 2005, p. 106).
24 Cf. Krell (KRELL, A. Direitos sociais e controle judicial no Brasil e na Alemanha: os (des) caminhos de um direito constitucional comparado. Porto Alegre, Fabris, 2002, p. 99).
25 Cf. Langford (LANGFORD, M. “Judging resource availability”. In: SQUIRES, J.; LANGFORD, M. (Coord.). The road to a remedy: current issues in the litigation of economic, social and cultural rights. Sydney, UNSW, 2005, p. 94).
26 Sobre el costo de oportunidad, v. Karl y Ray (KARL, C.; RAY, F. Principios de microeconomía. Bogotá, Prentice Hall, 1997).
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