Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA IVª REPÚBLICA FRANCESA

Autores e infomación del artículo

David Pulido Sánchez

Universidad de Valladolid

davps85@gmail.com

RESUMEN
El desarrollo político experimentado durante la IVª República Francesa puede ser equiparado al económico en esos años de posguerra. Para entender este desarrollo hay que considerar la coyuntura de una Europa occidental que decidió apostar por una integración económica que aún hoy perdura. Desde el Plan Marshall hasta la creación de la C.E.C.A., Francia instauró los pilares de una economía que creció y se transformó en todos los sectores. El proceso de intervención estatal, que recurrió en muchas ocasiones a la nacionalización de empresas, ayudó a fijar unos cimientos sólidos en la configuración de la potencia económica que es hoy Francia. En el sector de la agricultura, la renovación de maquinaria  y el cambio de algunas estructuras ayudaron al aumento de la productividad y a la transformación del medio rural. La industria no solo se recuperó de la destrucción causada por la Segunda Guerra Mundial, sino que se adaptó a las nuevas exigencias del momento. Para entender este proceso hay que valorar diferentes cuestiones como la producción de materias primas, la extracción y el uso de fuentes de energía, la localización de los diferentes sectores y las políticas emprendidas para entender dicha transformación. Todos estos cambios económicos repercutieron en un imparable cambio social que tuvo dos vertientes no excluyentes. Por una parte, una nueva sociedad de consumo surgió como una pieza fundamental en el desarrollo de la implantada economía de mercado. Por otro lado, y al socaire de la conflictividad de la Guerra Fría, se configuró un Estado de Bienestar que sirvió para evitar la radicalización de las organizaciones obreras. De cualquier modo, todas esas medidas ayudaron a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. En general, el desarrollo económico francés de la IVª República fue la causa y consecuencia de unas transformaciones sociales y políticas de incuestionable importancia.

SUMMARY

The impressive political development under the fourth French Republic can be compared to its economical progress after the Second World War. European politicians decided to overcome the differences between countries by means of economical integration, which it is still working nowadays. France fixed the pillars of an increasing economy and the change of several sectors due to the invaluable support of the Marshall Plan and institutions like the European Coal and Steel Community. Furthermore, the state intervention -which usually turned to the nationalisation of companies- helped to establish strong foundations that have been essential in order to understand the configuration of France as an economical power at present. Focusing on agricultural matters, the renovation of equipments and the change of some structures gave a boost to productivity increase. What is more, those changes meant a new rural environment. Not only did the industry recovered from the ruin of the War, but also could it adapt itself to contemporary needs. It is necessary to value questions such as production of raw materials, extraction rates and use of energy sources, location of different industrial sectors and the Government’s economical strategies to come to understand that unquestionable transformation. All those changes generated a new society which had two important and new features. On the one hand, it was a consumer society essential in the proper functioning of the established market economy. On the other hand, taking into account the tensions and disputes of the Cold War, a welfare state had been set lest the trade unions and workers could become more radical. All the same, that improvement caused a growth of the worker’s quality of life. To summarize, the economic development during the fourth French Republic was cause and consequence of the important social and political changes that took place in those years.   


Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

David Pulido Sánchez (2015): “Aspectos económicos de la IVª República Francesa”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, n. 27 (enero-febrero 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2015/01/arbitraje.html




Introducción

El periodo comprendido en Francia entre 1945 y 1958, el relativo a la IVª República Francesa, ha sido analizado fundamentalmente desde un punto de vista meramente político debido a los grandes cambios y tensiones producidas en esos años. Las constantes crisis políticas, el colapso del imperio colonial francés a través de los conflictos armados en el Magreb y el sudeste asiático o la figura omnipresente del General Charles de Gaulle son motivo de extensos trabajos de investigación al respecto. Sin embargo, es preciso señalar que el estudio de la evolución económica de la IVª República Francesa, con frecuencia situado en un segundo plano, nos ofrece una serie de valiosísimos datos para entender el devenir del desarrollo económico de la Europa occidental durante los denominados Treinte Glorieuses1 . No obstante, pese a que el siguiente artículo se centra en aspectos puramente económicos, no hay que olvidar que la evolución económica francesa dependió notablemente tanto de la coyuntura política exterior como de la interior.

Un país desolado

Al término de la Segunda Guerra Mundial, Francia pretendía sobrevivir. El país había perdido alrededor de 600.000 habitantes y las destrucciones materiales eran ingentes. Cabe destacar los ejemplos de las ciudades de Le Havre, destruida en un 82%, Caen, en un 73%, o de todos los puertos del Atlántico, cuyos destrozos eran de suma importancia. Dos millones de viviendas habían sido arrasadas o dañadas y existía escasez de transportes por la acción de los bombardeos y el sabotaje. Por otra parte 24 de los 40 nudos ferroviarios y cinco de cada seis ferrocarriles habían sido destruidos. La destrucción también afectó a los 1900 puentes que habían sido cortados por las acciones militares, tanto de los alemanes como de los ejércitos anglosajones2 . La producción industrial y agrícola estaba seriamente dañada y la antigüedad de la maquinaria dificultaba la regeneración industrial. Ciertamente, la producción industrial en 1945 volvió a los índices de 1929, reduciéndose en un 80% respecto a 1938. Este hecho se debió en gran parte al descenso en la extracción de carbón, de las 67 millones de toneladas extraídas en la víspera de la contienda se pasó a 40 millones en 1945. La otra fuente de energía, la eléctrica, también se vio afectada ya que la mayor parte de los tendidos eléctricos fueron cortados o destruidos.
La parálisis industrial afectó, como no podía ser de otra manera, a la vida cotidiana de los franceses e hizo muy difícil que se cubrieran las necesidades básicas de los ciudadanos en lo relativo a la alimentación y a la higiene. Al término de la Guerra, en suelo francés, se tuvo que emprender una política de racionamiento. En septiembre de 1944 se distribuyeron 900 calorías por habitante. Este régimen de racionamiento se extendió hasta 1949, aunque la escasez de alimentos continuó hasta bien entrada la década de los cincuenta. No hay que olvidar que Francia, aunque su gobierno claudicó a las pocas semanas de la invasión alemana, fue un país que también sufrió la Segunda Guerra Mundial y que vio resentido su crecimiento demográfico 3. Aunque lejos de otras cifras más escalofriantes, como en el caso de la Unión Soviética, Alemania o Polonia, 150.000 soldados y 450.000 civiles murieron durante la Guerra 4. Los supervivientes, de los cuales cientos de miles sufrieron algún tipo de trauma físico, mostraron durante años sendos síntomas de subalimentación. Estos síntomas se reflejaron en los análisis militares que afirmaban que más del 45% de los jóvenes franceses no era apto para el servicio militar 5. La destrucción humana y material había dejado al país en un estado precario del que sería difícil salir.
El presidente provisional al final del conflicto, el General Charles De Gaulle, desarrolló una política rigorista en ese contexto de regresión. En aquellos días, tras la dimisión de Pierre Mèndes France, afirmó que el país estaba enfermo y había que protegerlo. Su objetivo era el de llevar a Francia al lugar que había perdido. Para ello había que expulsar a los alemanes definitivamente del territorio, reconstruir las infraestructuras del país y empezar a producir masivamente para mantener a una población que se encontraba al borde del colapso. Quedaba mucho trabajo por hacer y todo ello quedó sintetizado en las palabras del socialista Ramadier “Hay que remangarse”6 .

Entre el Plan Marshall y el Plan Monnet

Las soluciones para una Europa en ruinas vinieron de la mano de la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) y, básicamente, del Plan Marshall. A su vez, del Plan Marshall salió la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE). En líneas generales el Plan Marshall puede definirse como un programa de ayuda estadounidense para la reconstrucción de Europa. El Congreso estadounidense aprobó una ayuda de más de 13.000 millones de dólares y de ellos algo más del 70% se gastaron en comprar bienes a los Estados Unidos. El proceso por el que se distribuía y se empleaba la ayuda norteamericana era el siguiente: la Administración de la Cooperación Económica distribuía el dinero, y la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE) era el órgano encargado en decidir su destino. No obstante, a medida que crecieron las tensiones por la Guerra Fría en 1949, los fondos empezaron a destinarse más a los gastos militares que a la reconstrucción industrial.
En el caso de Francia, ayudada de una manera determinante por el Plan Marshall, se pusieron en marcha soluciones concretas para salir de la crisis. En primer lugar se siguió una economía dirigida por el Estado que apostó por las nacionalizaciones. Entre 1946 y 1950 se emprendieron tres planes, bajo la responsabilidad de Jean Monnet, que se bautizaron con el nombre de éste: el Plan Monnet. Este economista de Charente se marcó el objetivo de sacar a Francia de la miseria desde unos presupuestos pragmáticos y realistas.
El plan Monnet se basó en la reconstrucción de la economía teniendo en cuenta que eran más importantes las carencias heredadas del periodo de entreguerras que las destrucciones materiales de la propia guerra. Para estimular la economía había que reorganizar y mejorar todo el aparato industrial y energético apostando por un desarrollo con bases en el carbón y en la hulla blanca, la siderurgia y la producción de maquinaria agrícola de última tecnología7 . Por último, para lograr estos objetivos, había que integrar la economía francesa en la europea. Todos estos objetivos se organizaron de acuerdo a la elaboración de unos varemos para evaluar el cumplimiento de los objetivos en cada sector económico e industrial. 
La ayuda norteamericana inició el denominado periodo de “los Treinta Años Gloriosos” en los que se fueron alcanzando objetivos del plan Monnet de modernización. Sin embargo los beneficios del Plan Marshall no llegaron a ciertos sectores, que en el futuro tendrían gran importancia, como los hidrocarburos, los antibióticos, la aeronáutica, la investigación, la electrónica o la industria agroalimentaria. Para desarrollar estos planes se necesitaba un capital que llegaría por medio de la concesión de créditos desde el extranjero. Por aquel entonces, en el invierno de 1946, el jefe del gobierno provisional de la República Francesa era Léon Blum, quien obtuvo dichos créditos por parte de los Estados Unidos gracias al Plan Marshall. En junio de 1947 el Plan Marshall empezó a actuar en Francia con el objetivo de ayudar a la joven república frente al peligro de una dominación extranjera. Claramente los Estados Unidos trataban de evitar que la fuerza del PCF, que en ese tiempo iba en aumento, hiciera de Francia un país satélite de la URSS. Además Francia, al igual que los demás países favorecidos por el Plan Marshall, era un mercado imprescindible para la producción norteamericana y por ello se debía de reconstruir igualmente la capacidad adquisitiva de sus habitantes. En última instancia el gobierno norteamericano trataba, por medio de la ayuda económica, de comprar la fidelidad y el sometimiento de Francia, pero esta tarea resultaría más complicada debido a la determinación y el orgullo de un Charles de Gaulle que, a su vez, estaba representando a toda la nación.
El Plan Marshall suponía que Francia pasaba a depender económicamente de los Estados Unidos, pero Jean Monnet con su plan pretendió una cierta independencia económica, tanto del marco norteamericano como del soviético. El economista francés tenía el ideal de una Europa asociada a EE. UU, pero autónoma. De esa idea surgió la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA). Europa debía de olvidar los conflictos del pasado para integrar las economías nacionales y convertirse en una referencia a nivel mundial. El primer paso fue el de unir el carbón, punto fuerte de la economía alemana con el acero, motor de la francesa. Sin embargo, conviene señalar que la producción alemana de hierro y acero siguió siendo netamente superior a la francesa aunque el diferencial porcentual fuese menor que en el periodo de entreguerras 8.
Francia, por medio de la economía, empezaba a asociarse con su eterno enemigo para así poder mirar de frente a sus tradicionales aliados anglosajones. Este planteamiento de integración económica lo desarrollarían más adelante, en 1951, el  ministro de relaciones exteriores francés, Robert Schuman, con el canciller alemán Konrad Adenauer. Posteriormente se unieron a este proyecto Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo e Italia. En esta integración económica se encontraba el germen de la Unión Europea. El nuevo plan económico relativo a la integración económica europea, el Plan Schuman, fomentó la libre circulación de productos y de mano de obra en el sector del carbón y del acero. La canalización del río Mosela para facilitar la importación de carbón alemán fue un ejemplo de esta colaboración 9. La Europa en ruinas de la posguerra estaba renaciendo de sus cenizas para convertirse, paulatinamente, en un gigante económico. Sin embargo, las catastróficas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, siempre fueron una rémora en su recuperación. Por ese motivo Francia no recuperó el ritmo de crecimiento de la renta nacional, anterior a la Gran Guerra, hasta finales de los años 5010 .

La nacionalización como motor del desarrollo económico y comercial

El Plan Monnet, como señalamos anteriormente, apostó desde un primer momento por las nacionalizaciones para reactivar la economía de la nación. Las principales nacionalizaciones que se llevaron a cabo en 1945 fueron las del Banco de Francia, los cuatro grandes bancos de depósito, las compañías de seguros, las empresas de producción de gas y electricidad, las minas de carbón, una parte de la siderurgia, la construcción aeronáutica y la aviación civil y, por razones ocasionales, las fábricas de automóviles como en el caso de Renault. Estas acciones fueron tildadas por algunos como un “anticapitalismo purificador cargado de una planificación tecnocrática”11 . Hacia 1957 la política de nacionalizaciones había surtido efecto. Éstas se habían ejecutado, en un 100%, en el sector del carbón, el gas natural, la energía atómica, el ferrocarril y la banca de emisión. En la franja porcentual del 80%-99% encontramos la nacionalización de la producción de la electricidad, el gas procedente del carbón y el transporte aéreo. Ya en menor medida podemos ver cómo descendieron las nacionalizaciones, comparándolas con las cifras dadas en 1945, de los bancos generales, un 44%, las aseguradoras, un 43% y las constructoras aeronáuticas, un 61%12 a mediados de los años cincuenta.
Pero la ausencia de un control estricto de los precios y la moneda, dio paso a una política engañosa de deuda pública que destruyó los efectos benéficos de las medidas anteriores. Hasta 1959 se dieron dos problemas: la crisis financiera y el constante déficit de la balanza comercial. Por otro lado las guerras coloniales fueron un constante lastre. Esa era la razón por la que debían sucederse nuevos planes de recuperación económica ante los nuevos problemas que iban surgiendo de manera esporádica, como el gasto militar en las guerras coloniales, o con una base estructural como en el caso de los problemas inducidos por las soluciones de los planes anteriores.
La banca francesa se especializó tras la aplicación de estos planes de reestructuración económica. Hubo una separación entre los bancos de depósito, los bancos de negocio y los bancos de crédito a corto y medio plazo. Evidentemente el papel del Estado creció con la nacionalización del Banco de Francia, el control de las finanzas y ofrecer una seria garantía de seguridad a los ciudadanos mediante una serie de leyes. Por otra parte los créditos fueron controlados por las instituciones públicas de la Caisse des Dêpots et Consignations o el Credit Foncier. En cuanto a la relación del sistema bancario con las industrias, cabe destacar que las empresas industriales siguieron el modelo de la autofinanciación utilizando las reservas de capital de la empresa. La renovación de la maquinaria industrial es un ejemplo de ello. Pero en el caso de la industria pesada y las empresas de pequeñas dimensiones fueron los poderes públicos quienes, por medio de inversiones o préstamos, orientaron el crédito y el capital para reactivar o crear esas industrias.
En cuanto al comercio, también se vio estimulado tanto por la política de nacionalizaciones como por la inyección económica del Plan Marshall. Europa occidental tras la Guerra vio paralizado su comercio por la incapacidad evidente a la hora de producir. Con la restauración económica, gracias a la ayuda norteamericana, se inició un comerció basado en la globalización. A partir de 1945 se adaptó el comercio al sistema de la producción en masa y para ello se necesitó de la modernización del sistema de transportes. Esa modernización tendió también a una significativa reducción de material como en el caso del ferrocarril francés, donde se pasó de tener 21.000 locomotoras, antes de la Guerra, a 9.000 en 1959, aunque cabe destacar que en el caso de las locomotoras eléctricas se pasó de las 400 unidades en 1925 a 2.000 en 1959. Dato aun más contundente presentó el incremento de locomotoras diesel, pasando de 60 a 1.700 en el mismo periodo de tiempo. La clave estuvo en la destrucción de unas 16.000 máquinas de vapor durante la Guerra. Pese a la reducción numérica de la maquinaria, el transporte de mercancías creció en un 25% entre 1921 y 195113 . Por otro lado, la marina mercante aumentó el arqueo bruto anual de tres millones de toneladas en 1948 a 4’2 millones en 1958, aunque este crecimiento es mínimo si se compara con el crecimiento espectacular de Alemania Federal que pasó, en el mismo periodo de tiempo, de cero a 4 millones. En general, el desarrollo de los transportes, unido a la modernización de las industrias, supuso un enorme abaratamiento de los costes de producción. Todo esto hizo que creciese la capacidad adquisitiva de un consumidor que por aquel tiempo empezó a ser bombardeado por unas, cada vez más eficaces, campañas de publicidad.

La nueva agricultura

Los planes económicos para reestructurar la fisonomía del país también afectaron, y de qué manera, a la agricultura francesa. La pequeña propiedad agrícola fue sucumbiendo paulatinamente, ante el avance de la nueva economía capitalista surgida en Europa, tras la implantación del Plan Marshall. Este fenómeno cobró una gran importancia en las áreas más deprimidas del país galo. Las pequeñas propiedades tenían que transformarse para resultar rentables ante la nueva política de mercado. Una tercera revolución agrícola, basada en la utilización de maquinaria ultramoderna y el empleo de pesticidas, obligó a los pequeños agricultores a renovar sus granjas para gestionarlas como empresas. El uso de tractores pasó de 35.000 en 1939 a 151.000 en 1951 y a 700.000 en 195814 .
La eficiencia de la mecanización puede comprobarse al comparar las 90 áreas de trigo segadas por una persona al día con una segadora con tractor, en 1920, y las más de 100 cosechadas con la segadora-trilladora en 194515 . El trigo siguió siendo el cereal fundamental en la Francia de posguerra. Sin embargo, con los adelantos técnicos no se incrementó la producción del mismo. La producción de trigo se estabilizó debido a las restricciones de las leyes del mercado. Tanto en 1935 como en 1950 la producción de trigo se estabilizó en la cantidad de 77 millones de quintales métricos. Pero el rendimiento sí que aumentó notablemente, pasando de 29,4 quintales métricos en 1935 a 33 en 194916 . De todos modos, Francia fue con diferencia el mayor productor de trigo en la Europa occidental con un porcentaje, sobre la producción mundial de trigo, del 4%. Las regiones donde más trigo se produjo fueron las de Alsacia, Bretaña y el entorno de Paris.
En cambio la ganadería no experimentó el salto cualitativo que dio la agricultura por aquel tiempo en cuanto a rendimiento. Llama la atención que, en un periodo de tanto crecimiento, la producción de leche por vaca y año creció tan solo desde los 17,8 hectolitros de 1934 a los 18’8 de 1950. En otros países como en Canadá, se experimentó un crecimiento de 18,4 hectolitros en 1934 a 25’6 en 1950 17. Este hecho se apoya en la mayor apuesta por la ganadería en Norteamérica, ya que en Francia el 45% del cereal producido se destinaba al consumo humano, mientras que en Norteamérica éste tan solo suponía el 10% 18. Esta transformación era muy cara y supuso el endeudamiento de la mayoría de los pequeños agricultores y ganaderos. Por ese motivo muchos de ellos se vieron obligados a vender sus granjas e iniciar el éxodo hacia la ciudad para trabajar en el sector industrial. Las áreas metropolitanas de Paris, Lyon y Lille crecieron espectacularmente, con la construcción de nuevas barriadas 19, y así lo atestigua el crecimiento del área parisina, la cual pasó de 6’3 millones en 1946 a 8 millones en 196020 . El mundo rural francés estaba despareciendo rápidamente. Aún así, la agricultura francesa puede considerarse que, en esas décadas, gozó de una gran importancia tanto a nivel interno como a nivel europeo. No hay que olvidar que se trataba de la agricultura europea más importante, en cantidad de productos, tras la de la URSS.
Las explotaciones agrícolas y ganaderas descendieron hasta el 2% en 1960 y los agricultores, que en 1958 suponían el 25% del total de la población francesa, pasaron al 12% en 1974. Si bien es cierto, pese a las restricciones de la Unión Europea, la producción agrícola se duplicó desde 1946 hasta 1974, aunque evidentemente hay que contemplar el hecho de que en 1946 se acababa de salir de una guerra que había desolado gran parte del país. En cuanto a la importancia de la agricultura en el PIB, ésta paso de ocupar un 17% en 1946 a un 5% en 1974. La agricultura había perdido su importancia dentro del paisaje económico y social. Cabe destacar que el empobrecimiento, y el abandono por parte de los gobiernos, que sufrieron los pequeños agricultores y ganaderos fue contestado por éstos. La mayor parte pasaron a formar parte de los sindicatos de izquierdas franceses, y en muchas ocasiones no dudaron en actuar, a veces violentamente, contra las políticas de los gobiernos.

La transformación de la industria francesa

Francia, tradicionalmente, había sido uno de los países más industrializados del mundo debido a su pronta incorporación al proceso de la Revolución Industrial y a la gran disponibilidad de recursos naturales tales como el hierro, el carbón, la bauxita, el cobre, el plomo… Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial quedaba un gran trabajo por hacer en lo relativo a la regeneración industrial del país. Muchos economistas tildaron a Francia, desde el punto de vista industrial, como el “hombre enfermo de Europa” tras la Segunda Guerra Mundial, y aunque es cierto que no alcanzó el nivel de gigantes industriales como el británico o el alemán, hay que destacar la capacidad que tuvo para sobreponerse a la destrucción causada por la Guerra y al déficit acumulado durante la primera mitad de la centuria. El crecimiento porcentual del producto industrial por habitante fue de un 28% entre 1929 y 195521 . Muy pobre si se compara con el 98% de Inglaterra, el 67% de la media de la Europa occidental o el espectacular 138% sueco. Pero en líneas generales el desarrollo industrial francés tras la Segunda Guerra Mundial fue notable.
La pertenencia a la CEE facilitó el dinamismo económico y la posibilidad de una mayor integración de las industrias regionales. Además, el aumento de población fue esencial para el incremento de mano de obra en las fábricas. En este aspecto hay que destacar el proceso de inmigración que experimentó Francia tras la Guerra. Entre 1947 y 1954 Francia tuvo un excedente inmigratorio de 585.000 personas y en el periodo que va entre 1954 y 1963 este excedente fue de 1.150.00022 . De estos inmigrantes, 400.000 fueron europeos de diversas nacionalidades y más de medio millón de pieds-noirs procedentes de Argelia. Además, también se registró la llegada de unos 120.000 inmigrantes de origen magrebí. Este hecho supuso un incremento espectacular de la población urbana, pasando de 24 millones en 1954, el 56% de la población total, a 29 millones en 1962, un 62% del total. Aunque todavía se estaba lejos de porcentajes como el alemán, el cual ya se situaba en un 70% en 195023 .
Las principales materias primas para la industria francesa fueron el carbón24 , el hierro y la hulla. Esta última servía de base para la industria siderúrgica y la química. Los principales yacimientos de estos minerales se encontraban en el noreste del país, en las regiones Alsacia y Lorena. La industria siderúrgica se basó, fundamentalmente, en la producción de acero en los altos hornos de Lorena. Este acero servía de base para otras muchas industrias. Una de ellas era la industria naval, la cual en los años sesenta entrará en una notable crisis al exceder la producción a la demanda.
La industria textil había tenido mucha importancia a lo largo del siglo XIX en Francia, destacando centros productores como el de Lille o el de Saint Etienne. Pero tras la Segunda Guerra Mundial muchos de los nuevos países industrializados del tercer mundo empezaron a apostar por este sector suponiendo una dura competencia para las fábricas textiles francesas. Las industrias textiles de Lille, Roubaix y, en menor medida, Valence entraron en crisis y tuvieron que reconvertirse como productoras de nuevos tejidos de fibras artificiales y sintéticas.
La industria química fue otro de los motores de la industria francesa de posguerra. El centro clave de Grenoble se convirtió en el eje de una red de factorías a lo largo y ancho del país. Cada fábrica se aprovechaba de los recursos naturales propios de su región y así podemos destacar las industrias de química pesada en Lorena gracias a los yacimientos de sosa de los que disponía. Además, la industria química sirvió de acicate para la transformación de muchas fábricas tradicionales en nuevas industrias como la del plástico. Esta red se complementaba con la entrada de materias primas importadas desde los grandes puertos mediterráneos. En el área metropolitana de Marsella se multiplicaron las refinerías gracias a la llegada de petróleo procedente del Oriente Medio y del Sahara.
Pero, por producción y número de trabajadores, la industria más importante fue la metalúrgica de transformación. Sus centros estaban en las áreas metropolitanas de grandes ciudades como Lyon, Saint Etienne, Lille y Paris. Podemos destacar la fortaleza de las tradicionales industrias mecánicas como es el caso de las de equipamiento industrial o la de transporte, en la cual Francia fue una referencia a nivel mundial. El sector del automóvil se nutrió con la proliferación de factorías en la región del Loira y los centros de Lyon y Clermont Ferrand. La industria del automóvil fue muy floreciente en estos años, llegando a acaparar, prácticamente, el mercado interno e inundar el de otros países europeos. Por otra parte, la construcción de ferrocarriles también fue clave para el transporte de mercancías y de viajeros. Desde muy pronto, la flota de trenes franceses se convirtió en una referencia a nivel mundial. Por último merece una mención especial el inicio de la industria de tecnología punta en los campos de la aeronáutica y la electrónica. En el primero de ellos, la aeronáutica, destacó desde el principio el centro de Toulouse. 
Para hacer funcionar estas industrias había que desarrollar un eficaz sistema de extracción y aprovechamiento energético. A parte del carbón, en claro retroceso, es la energía eléctrica, a partir de la hidráulica fundamentalmente, la que permitió tener una disponibilidad de 1.600 Kwh. por habitante en los años 50. El abaratamiento del precio medio del Kwh fue considerable. Dado un índice de 100 en 1936, se aprecia como el precio del Kwh bajó hasta 30 en 1945 y luego se estabilizó, entre 1947 y 1953 en un 6025 . Las principales centrales hidroeléctricas se localizaron en los valles de los ríos de La Rhône, en los Alpes, y La Rhin, en Alsace y Lorraine.
En el espacio temporal que nos ocupa una tercera fuente energética va a ser capital: el petróleo. Su prodigioso auge va a estar fundamentado en el desarrollo y uso del automóvil, la aviación, el uso del diesel en el transporte de mercancías y personas, tanto por carretera como por ferrocarril, sistemas de calefacción y en la industria petroquímica. Su creciente demanda se basó en su poder energético, superior al de la hulla, a su fácil transporte y a su almacenamiento. Los puertos mediterráneos, destacando el de Marsella, en pocos años se llenaron de refinerías que posibilitaron un gran dinamismo económico en la zona. En 1963, Francia producía tres millones de toneladas de petróleo, una cifra que la situaba por encima del Reino Unido, Francia o los Países Bajos, pero que era prácticamente la mitad del petróleo extraído en Alemania occidental 26
 A estas fuentes habría que añadir el uso y explotación del gas natural. En el caso francés sus mayores reservas, de unos 500.000 millones de m3, se localizaban en los yacimientos de Lacq en la región de Béarn. La explotación se inició en 1953. Los yacimientos, descubiertos un año antes en 1952, supusieron la revitalización económica de una región, tradicionalmente agrícola, que apostó a partir de entonces por una reconversión sectorial basada en la extracción de gas de Lacq y la explotación turística de Pau y sus alrededores pirenaicos. Este ejemplo del pequeño Béarn sirve de ejemplo para la inmensa mayoría de los departamentos franceses. 
La energía nuclear, la más importante y utilizada en la Francia de hoy en día, inició su actividad en 1957 con la inauguración de la primera central nuclear. Aunque no sería hasta la crisis del petróleo de los años 70 cuando se erigió como el sector energético más importante de Francia. Las centrales nucleares, como las de Tricastin, Avoine-Chinon o Civaux, pronto empezaron a cambiar el paisaje energético de Francia ya que todos los gobiernos apostaron por esta energía como motor del desarrollo económico francés, a parte de un elemento de prestigio y  fuerza gracias a su aplicación al desarrollo de armamento nuclear. Además, la abundancia de uranio en el Limousin hizo que la energía nuclear francesa no tuviera que depender de la injerencia económica de otros países.

Las mejoras sociales de la IVª República

Por último, dentro de este estudio económico, es necesario hacer un breve análisis de la situación de los trabajadores durante este periodo de tiempo. En general, muchas medidas se aplicaron para mejorar las condiciones de los trabajadores dentro de la economía capitalista. Una de ellas fue la participación de los obreros en la gestión de las empresas, formándose Comités de Empresa, en 1946, a partir de 50 obreros. En estos Comités estarían los delegados de personal elegidos por los diferentes sindicatos. Gracias a ellos se crearían servicios para los trabajadores como guarderías obreras, cantinas, jardines de infancia…
Otras medidas que se negociaron fueron los planes de producción, la ubicación de fábricas, el crédito y el reparto de materias primas. De esta manera, los principios fundamentales del capitalismo liberal tales como la separación entre el capital y el trabajo, la libertad patronal de fijación de precios y salarios, el derecho de propiedad… fueron relativamente cuestionados. En todas estas mejoras obreras tuvieron mucha importancia la acción de los sindicatos, fundamentalmente la Confédération Générale du Travail (CGT), y el temor de los gobiernos a una posible radicalización obrera en plena guerra fría.
En general, la IVª República Francesa fue un periodo en el que se alcanzaron muchos logros sociales y en la que se dieron muchas mejoras en la vida cotidiana de los ciudadanos. Así podemos destacar la construcción de viviendas más confortables, la generalización de electrodomésticos, teléfonos y automóviles, el desarrollo de la comunicación televisiva y el crecimiento de la demanda de la prensa de masas… También se generalizó la denominada tercera semana de vacaciones pagadas, se creó un fondo de pensiones para los ancianos, se promocionó la vivienda de protección oficial y se fomentó la igualdad de oportunidades laborales. Todo esto vino también por la concienciación política de los ciudadanos, hecho que pudo estar relacionado con el éxodo rural provocado por el auge del sector industrial frente al agrícola y del sector servicios frente al primero con el paso del tiempo.
Estas mejoras sociales fueron establecidas mediante decretos y planes gubernamentales como el de Pierre Laroque, el cual estableció las inversiones presupuestarias y la creación del régimen de la seguridad social y los subsidios familiares. Los trabajadores enfermos, los accidentes laborales, las bajas por invalidez, la asistencia a la vejez, las ayudas a las familias, los seguros ante las defunciones… todos ellos venían registrados en estas mejoras. En general, podemos concluir que la IVª República Francesa se marcó el objetivo de atenuar las desigualdades sociales y de hacer efectivo el lema de “Liberté, Égalité et Fraternité”.

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POUNDS, N.J.G. Geografía del Hierro y del Acero, Labor, 1968
POUNDS, N.J.G. Lorraine and the Ruhr. Economic Geography, Clark University, 1954

1 FOURASTIÉ, J., Les Treinte Glorieuses ou la révolution invisible de 1946 à 1975, Fayard Ed., 1976

2 PÉREZ LÓPEZ, P., Charles de Gaulle, una idea de Francia,  Acento Ed., 2003 Pág. 114

3 PÉREZ LÓPEZ, P., Charles de Gaulle, una idea de Francia,  Acento Ed., 2003 Pág. 114

4 PIRENNE, J., Historia Universal - Las grandes corrientes de la Historia vol.9 “Los años de posguerra”, Éxito, 1971, p.135. Los datos del historiador francés han sido contrastados con los ofrecidos por BARRIE PITT, B., Así fue la Segunda Guerra Mundial vol. 6, Editorial Noguer, 1972, p. 387. Según Barry Pitt las bajas militares francesas se elevarían a 250000 y las civiles a 360000.

5 PIRENNE, J., Historia Universal - Las grandes corrientes de la Historia vol.9 “Los años de posguerra”, Éxito, 1971, p.135

6 FERRO, M., Historia de Francia, Cátedra, 2003, p.329

7 FERRO, M., Historia de Francia, Cátedra, 2003, p.336

8 POUNDS, N.J.G. Geografía del Hierro y del Acero, Labor, 1968, p.117

9 POUNDS, N.J.G. Lorraine and the Ruhr. Economic Geography, Clark University, 1954,  pp.149-162

10 VARIOS, Réflexions sur la croissance, Études et conjoncture, noviembre 1958

11 BOUVIER, J., La France restaurée, 1944-1954, Fayard, 1986, p.149

12 LESOURD, J.A. &  GÉRARD, C., Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p.357

13 LESOURD, J.A. & GÉRARD, C.,  Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p.468 y 469.

14 ANNUAIRE S.G.F., Tableaux de l’économie française 1958,1960.

15 FOURASTIE, J., La civilisation en 1960, P.U.F. p.96

16 LESOURD, J.A.  & GÉRARD, C. Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p. 213

17 CLARK, C. Conditions du Progrès économique, P.U.F., 1960, p.117

18 LESOURD J.A. & GÉRARD, C. Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p. 441

19 BAHAMONDE A. y HERNÁNDEZ SANDOICA E. Hacia la unidad económica europea, Historia 16, Historia Universal del Siglo XX, 1983: La construcción de casas se incrementó espectacularmente en estos años: 70.000 nuevas viviendas en 1950, 100.000 en 1953, 200.000 en 1955 y 300.000 en 1958.

20 LESOURD,  J.A. & GÉRARD, C., Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p. 411 según el Annuaire statistique abrégé de la région parisiense, p.30.

21 PARETTI y BLOCH, Production industrielle en Europe occidentale et aux États-Unis (1901-1955), Quarter Review nº39, 1956.

22 FERRER REGALES, M., Geografía descriptiva, Textos GER, Rialp, 1974, p.73

23 JONES, E. Geografía humana,  Labor, 1977, p.179

24 Conviene recordar que Francia era el sexto productor mundial de carbón a finales de los años 50. ANNUAIRE S.G.F., Tableaux de l’économie française 1958, 1960

25 LESOURD, J.A.  & GÉRARD, C., Historia Económica Mundial Moderna y Contemporánea, Vicens Universidad, 1976, p.424

26 ESTALL, R.C. & BUCHANAN, R.O., Actividad Industrial y Geografía Económica, Labor, 1970, p.232


Recibido: 26/11/2014 Aceptado: 15/01/2015 Publicado: Enero de 2015

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