Contribuciones a las Ciencias Sociales
Marzo 2010

LA ETNOMETODOLOGÍA COMO HERRAMIENTA PARA LOS ESTUDIOS DE GÉNERO: LAS MASCULINIDADES EN MOA, ESTUDIO DE CASO


 

Victor Hugo Pérez Gallo (CV)
dantes@ismm.edu.cu

 

Resumen

El presente trabajo tiene el objetivo de introducir la etnometodología al campo de los estudios de género, específicamente de las masculinidades. La forma en que nuestra perspectiva concibe e investiga la construcción social de las masculinidades ha contribuido, por una parte, a establecer una relación entre identidad masculina y su construcción a través del discurso tácito, y, por otra, a crear una revolucionaria metodología de intervención que denominamos conversación de ruptura que está determinada por acciones y discursos que contradicen los cánones sociales de las masculinidad hegemónica. Esta metodología ha sido útil para: 1) Determinar el discurso tácito que practican los hombres en la comunidad minero metalúrgica de Moa para la construcción de su identidad genérica y el problema que afrontan con la asunción de nuevos roles hegemónicos por parte de las mujeres y el fortalecimiento del status social de otras masculinidades (Ej. Las masculinidades homosexuales); 2) generar nuevas definiciones con el fin de promover una conversación crítico reflexiva sobre las prácticas discursivas de las masculinidades. Creemos que este trabajo puede ser extensivo a otros contextos debido a la flexibilidad y aplicación de su metodología.

Summary

The present work has the objective of introducing the etnometodology to the field of the gender studies, specifically the masculinities. The form in that our perspective conceives and investigates the social construction of the masculinities it has contributed, on one hand, to establish a relationship between masculine identity and its construction through the tacit speech, and, for other, to create an revolutionary intervention methodology that we denominate rupture conversation that is determined by actions and speeches that contradict the social norms of the masculinity hegemony. This methodology has been useful for: 1) to determine the tacit speech that the men practice in the community miner metallurgy of Moa for the construction of their generic identity and the problem that confront with the assumption of new rolls hegemonic on the part of the women and the invigoration of the social status of other masculinities (E.g. The homosexual masculinities); 2) to generate new definitions with the purpose of promoting a reflexive conversation critic on the discursive practices of the masculinities. We believe that this work can be extensive to other contexts due to the flexibility and application of its methodology.

Keys words: masculine identity, revolutionary intervention methodology, construction of the masculinities.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Pérez Gallo, V.H.: La Etnometodología como herramienta para los estudios de género: las masculinidades en Moa, estudio de caso, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, marzo 2010, www.eumed.net/rev/cccss/07/vhpg.htm 


1. La etnometodología como método de indagación de la realidad.

Gilgamesh, cuyo cuerpo era dos tercios de dios, y un tercio de hombre, vivía en Erech. Era invencible entre los guerreros, y gobernaba con dureza. Los jóvenes lo obedecían y se acostaba con todas las vírgenes. Su pueblo imploró la protección divina, y el principal de todos los Dioses ordenó a Aruru (la diosa que había formado al primer hombre con arcilla) que moldeara un ser capaz de enfrentarse a Gilgamesh y ayudar a su pueblo.

Aruru formó una criatura a la que llamó Enkidu. Era enmarañado, tenía largas trenzas, se cubría con pieles, vivía con las bestias en las selvas y comía hierba. Se dedicaba a desmembrar las trampas y a salvar a los animales. Cuando Gilgamesh lo supo, ordenó que se le presentara una muchacha desnuda. Enkidu cuando la vio conversó largamente con ella y “la poseyó durante siete días y siete noches y al cabo las gacelas y las fieras lo desconocieron y él notó que sus piernas ya no eran tan ligeras. Se había transformado en hombre.”(Borges, Jorge Luis, 1975, Pág. 3). Esta antigua leyenda es una metáfora para los estudiosos de las ciencias sociales, además de su contenido bélico, su principal mensaje es el del proceso de socialización de Enkidu, ya que la muchacha lo lleva a la ciudad a convivir con los hombres y Enkidu deja las bestias con las que había convivido hasta entonces. La muchacha lo convence con palabras, mediante un discurso cuyo objetivo es llevarlo a la ciudad y cambiar su vida cotidiana. Evidentemente estamos ante un proceso de internalización de nuevos valores (en este caso contextualizado en el paso de la ciudad al campo) y donde el sexo y las palabras son símbolos. Enkidu se hace humano, pero el primer vehículo que lo lleva a su nueva vida es la conversación, el arte del discurso.

Las Palabras han regido nuestras vidas desde el primer gruñido de nuestras ascendientes hasta la actualidad, según los estudiosos marxistas el lenguaje fue una forma de identificar a los miembros de determinado grupo social, pero a la vez es una guía social, y por medio de él conocemos lo que debemos ser a nivel societal, en nuestra vida cotidiana.

En nuestras vidas cotidianas nos está vedado ir dudando de todo a nuestro paso: nos volveríamos locos. A medida que nos convertimos en un ser social a través del proceso de socialización vamos aprehendiendo ciertas habilidades que llamaremos tipificaciones para nuestra comodidad y que rigen nuestros roles en la sociedad. Digamos que estos constructos de primer orden administran nuestras vidas cotidianas y nos aconsejan que hacer y que no, y en caso de desviarnos y no usarlos, la sociedad nos sanciona con sus diferentes formas de aplicar el control social. El lenguaje ocupa un lugar importante durante el proceso de tipificación, mediante este interiorizamos normas, pautas de conducta, valores que nos trasmiten nuestros padres, amigos, escuela y medios de difusión masiva. Durante los procesos de socialización vamos tomando la capacidad de objetivar una serie de significados subjetivos que nos convierten en parte de un grupo humano y la vez tenemos el poder de trasformarlos. Siempre que hacemos uso del lenguaje estamos tipificando, cuando decimos “yo soy hombre”, o “ella es mujer”, estamos tipificando y asignándole a ese “algo” que denominamos un conjunto de características que ya están tipificados en la sociedad y que están almacenados en el imaginario colectivo. La mayoría de estas tipificaciones ya se han institucionalizado de alguna forma y nos sirven de instrumentos tradicionales y habituales para nuestra vida habitual. La mayoría las aprendemos en el proceso de internalización de las normas y valores que al decir de los sociólogos estructurales nos hacen un ser social.

Llega un momento en que dominamos las habilidades de nuestra lengua. A partir de ese momento la palabra “Hombre” significará algo y la palabra “Mujer” significará otra cosa. Todo ello será mucho antes de comprender a cabalidad las diferencias sustanciales entre los sexos. De ahí la utilidad de estudiar los fenómenos sociales que ocurren entre las relaciones de género a través de los estudios del lenguaje y la construcción que hacemos con este del mundo donde vivimos.

El resultado más importante de nuestra aproximación consiste en un desplazamiento de nuestro punto epistemológico sobre el actor social y las instituciones, este va, desde la perspectiva de las macro teorías sociológicas que discurren que la realidad social tiene que estudiarse desde el punto de vista normativo y suyo concepto de socialización parece ser un tratado para idiotizar a los individuos , hasta las micro teorías sociales que identifican a los pequeños grupos sociales como el objeto de su estudio. Nuestra aproximación parte de las interpretaciones de la vida cotidiana que hacen las propias personas a través de sus gestos, de sus discursos, de sus inflexiones de voz. De esta forma, en nuestra perspectiva tenemos en cuenta que al relatar o argumentar, los individuos originan señales, que antes los cientistas sociales consideradas banales (entonación, pausas, titubeos y demás expresiones verbales y no verbales) que por su carácter colectivo, dan al investigador prototipos de interpretación y guían sus suposiciones y deducciones .

Desde la perspectiva del paradigma cualitativo el pensamiento y la realidad están dialécticamente ligados, la realidad social es construida por nuestra imaginario colectivo y a través del acciones sociales entre la que queremos destacar el discurso, el lenguaje hablado por los actores que organizan y recrean su mundo a través de él. El objeto de estudio en el paradigma cualitativo pasa a ser un objeto “que habla” según Bordieu. El lenguaje configura el mundo, a decir verdad configura nuestro mundo, al principio era el verbo, dice la Biblia y después vino todo demás. El lenguaje se puede definir como un hecho social, no al sentido durkheniano, sino más bien por su carácter subjetivo y su descubrimiento a través del sujeto que actúa en la sociedad regido por normas y valores que ha internalizado durante su vida social.

La Etnometodología se centra en el estudio de los métodos, de las recetas con las que los individuos rigen su vida, los que lo guían en el entramado de la sociedad, el laberinto de normas , valores y pautas de conducta que el individuo debe cumplir para ser un individuo “normal”, a los ojos del resto de la sociedad que integra. O sea, el mundo social se mira como una construcción del individuo en su desarrollo social, pero constreñido de alguna formas por leyes que rigen su vida cotidiana. Dice Jorge Luis Borges, escritor argentino, que la cultura no se puede modificar, que solo podemos modificar levemente la tradición, pero los seres sociales constantemente están construyendo su mundo, creemos por tanto que los actores sociales no son los idiotas “determinados culturalmente”, como intentan definirlos las macro teorías sociológicas, sino actores que son capaces de cambiar su mundo, de trasformar su existencia, aunque en muchos aspectos de su vida cotidiana sean rutinarios, mecánicos y relativamente irreflexivos. Los actores sociales tienen la capacidad recrear, complejizar y modificar las pautas de conducta aprendidas durante la socialización, esto lo conciben mediante acciones que hacen más cómoda su vida social.

La Etnometodología nace, como una corriente definida, con la obra de Harold Garfinkel, Studies in Ethnomethodology publicada en 1967, y en la que ordena sus ideas sobre el estudio del mundo y se desliga de la influencia de Parsons y la fenomenología de Schutz : "En contraposición a ciertas versiones de Durkheim que enseñan que la realidad objetiva de los hechos sociales es el principio fundamental de la sociología, tomamos la enseñanza y proponemos como política de investigación que, la realidad objetiva de los hechos sociales, entendida como realización continua de las actividades concertadas de la vida cotidiana, realización efectuada por miembros que conocen, usan, y consideran como obvios los procedimientos ordinarios e ingeniosos para esta realización es, para los miembros haciendo sociología, un fenómeno fundamental." (Garfinkel, Harold, 1967, Pág.7). Evidentemente para Durkheim los hechos sociales son externos y coercitivos para los individuos, o sea son determinados por las estructuras sociales que legitiman el orden institucional atribuyendo validez cognoscitiva a sus significados objetivados, o sea, haciendo ver como si fuera natural el orden de las cosas. Desde nuestra postura creemos que el orden de la sociedad deriva sobre todo de la reflexividad de las personas, rechazamos el orden estructural funcionalista donde el individuo es una simple marioneta de las normas y valores, Sartre decía que somos libres pero no lo sabemos y efectivamente la capacidad de ser reflexivos, la capacidad que tiene los actores sociales de anticipar como van a reaccionar los otros ante sus acciones es lo que dispone el orden en el mundo cotidiano. La reflexibilidad es la capacidad que tenemos los seres humanos para crear la realidad social mediante nuestro pensamiento y nuestras acciones y modificar el futuro, que los estructuralistas dicen que es inalterable, al menos dentro de los márgenes establecidos por los cánones sociales.

Uno de los alumnos de Garfinkel, Wilson, afirmaba que hay dos paradigmas distintos en sociología: el normativo y el interpretativo. Asocia el normativo al funcionalismo de Parsons, Merton, Jeffrey C. Alexander entre otros, afirmando que imagina la dependencia del actor con las normas de un modo completamente fijo, rígido y formal. La etnometodología al contrario, basa el significado en las interpretaciones de los actores (no en el significado fijo de las normas mismas). O sea en la construcción de las múltiples realidades de los individuos.

Le damos vital importancia al lenguaje natural, tal y como se desarrolla en un contexto dado que es “el sistema de prácticas que permite a las personas hablar, escuchar y presenciar la producción y realización objetiva de la vida social” (Ritzer, George, 2008, Pág. 291).El lenguaje natural no solo se compone de los símbolos que usamos para comunicación, sino “el conjunto de elementos no lingüísticos de la comunicación interpersonal” (Ritzer, George, 2008, Pág. 291).

Las personas son capaces de reflexionar sobre sus acciones y por tanto capaces de darle una explicaron lógica, esta reflexividad, que llamaremos colectiva, es la que le da sentido a las acciones de las personas y que explica parcialmente su vida cotidiana. Evidentemente esta reflexividad destaca el hecho de que el lenguaje no solo se utiliza para referirse a algo, sino también (y aquí diríamos que sobre todo), para hacer algo; o sea, no se limita a representar el mundo, sino que interviene en ese mundo de una manera práctica. Interviene en el mundo y lo construye, lo transforma, lo rehace a su propia comodidad. Podemos decir que la reflexividad destaca el hecho de que una descripción es una referencia a algo y, al mismo tiempo, forma parte de su construcción. Podemos ejemplificar mejor cuando decimos que un hombre le dice al hijo que no llore, “porque llorar no es de hombres”, el sentido de la frase utilizada va más allá de la representación o referencia de algo, establece la interacción padre-hijo(que socialmente es más importante ya que de esa forma el hijo va internalizando la pauta de conducta de que él , como es hombre m, no debe llora, al menos no públicamente), interacción que a su vez se da con otros miembros de la familia que participan/ observan este cuadro que es cotidiano en la comunidad donde desarrollamos la investigación. Entonces, aunque “llorar no es de hombres”, sea una referencia a una persona especifica, desde nuestra perspectiva es algo que se origina, desarrolla y tiene sentido solo en la conversación y la práctica social

Ahora bien la etnometodología usa un concepto indexicalidad , para significar que las proposiciones tienen significados que son diferentes, según el contexto donde sean expresados. Por ejemplo “fuego” puede tener diferentes significados, durante un incendio es indicio de alguna propiedad o casa que se quema, significa peligro, muerte, pérdida. Sin embrago la misma palabra para personas que anden errantes y congeladas por la fría Siberia rusa significa precisamente lo contrario, significa una fogata para sus ateridos brazos, significa salvación, vida, ganancia. Esta, como podemos ver, se refiere tanto a nuestro discurso cotidiano como a las acciones que emprendemos como miembros de una sociedad para la ejecución de nuestras actividades habituales. La indexicalidad hace referencia a la idea de que la realidad social es construida a través del lenguaje desde el interior de las cotidianidades de las personas. Evidentemente Garfinkel ha tomado de la fenomenología la idea de que el sentido de un discurso no puede saberse si no tenemos un conocimiento previo de la biografía y propósito de quienes lo emplea, así como el contexto histórico social, sin el cual a nuestra opinión no se puede hace una análisis conversacional. Garfinkel opina que se debe de hacer “una distinción entre las expresiones objetivas (libres del contexto, referidas a la ciencia) y las expresiones indexicales referidas al lenguaje natural” (Álvaro, J.L. y Garrido, A. 2003, Pág. 49), evidentemente los miembros de una sociedad mediante estas expresiones construyen su mundo y legitiman ciertas prácticas que hacen más cómoda su estancia en él.

Desde nuestra perspectiva, toda la acción social es descriptible, perceptible, relatable y analizable. El concepto de discurso no se limita al uso lingüístico, sino que se refiere a toda la acción social. Es como hacer visible el mundo y hacer comprensible la acción al describirla mediante nuestras palabras, ya que el sentido de la acción social se revela en el marco de los procedimientos que se emplean para expresarla en la vida cotidiana. De este modo, cuando el padre le dice al hijo que no llore, “porque llorar no es de hombres”, detrás de tal máxima existe toda una explicación razonable por parte del padre, de lo ha aprendido ya el propio hijo (la internalización de patrones de masculinidad se produce desde muy temprana edad ya, con elementos socializadores como el color de la ropa y frases tales como “ que grande tiene el pipi el niño”, “a las niñas se les hace así” ), de otros miembros de la familia que participan del mismo cuadro social y de la sociedad en general que aprueba estos elementos desestabilizadores de los que debería ser una masculinidad sana. Todo este conglomerado humano está organizado mediante explicaciones legítimas que ellos mismos han producido y legitimado con sus prácticas, y que, curiosamente, si se les pregunta y escucha, nos sorprenderá conocer que tienen una respuesta sensata y lógica.

Nuestra investigación etnometodológica se ha centrado en tres grupos de hombres, cuya conformación es heterogénea, son grupos de hombres con las edades comprendidas entre 20 y 60 años. Todos viven en la Comunidad Minero Metalúrgica de Moa . Para una cabal compresión de nuestra investigación debemos de tener en cuenta el concepto de miembro de un grupo. Ser miembro de un grupo o de una organización no supone solo adaptarse, sino también participar activamente en la construcción de este. El miembro no adopta pasivamente las normas y valores de un grupo, es decir, no es un "idiota culturalizado"(volvemos a diferir de las macro teorías sociológicas), sino corresponsable de su construcción en tanto participa activamente en él. Los grupos, organizaciones o instituciones se crean y se recrean en la práctica cotidiana de sus miembros. El individuo que forma parte de ellos es una persona dotada de un conjunto de tácticas, procedimientos y acciones que la hacen capaz de ingeniar dispositivos de acomodo para dar sentido al mundo que lo rodea. Digamos que la familia de hemos puesto tantos ejemplo es la familia Hernández y ser miembro de esta de esta familia involucra participar en un orden de credos y métodos que la distinguen de otras familias, de modo que cada uno de sus integrantes es miembro activo y constructor de la familia Hernández, y por tanto recreador, tanto dentro de su familia como fuera, de los cánones de una masculinidad equivocada donde “el hombre no debe llorar”.

Nos parece interesante el enunciado de Mehan y Wood, tal vez el enunciado programático más cardinal de la etnometodología en la actualidad: “la persona empieza con ciertos materiales que ponen límites y luego actúa, y, al actuar, varía esos límites. Estos nuevos límites constituyen el material de otro acto creativo, y así hasta el infinito” (Mehan y Word cit. por Caballero Romero, Pág. 10, 2002). Creemos que este enunciado es importante para los etnometodologos, pese a que soslaya de cierta forma el papel que juegan las instituciones sociales que limitan el libre arbitrio de los seres humanos.

Existen variedad de estudios desde las diferentes ciencias sociales a los diferentes fenómenos que ocurren en la sociedad, la mayoría se centran en las estructuras, en las normas, en las pautas de conducta, olvidándose muchas veces del individuo, al que denominan positivistamente “objeto de estudio”. Realmente los estudios desde estas perspectivas dejan afuera al hombre, a su subjetividad, su discurso. Ella no están completamente determinadas por estas fuerzas exteriores, más bien estas son una guía para conformar su mundo, son las que les dicen que deben hacer ante determinada situación y las que conforman su accionar.

El enfoque de Juan José Caballero Romero nos parece muy valioso para el uso de la etnometodología como herramienta para los estudios de género, y específicamente los de masculinidades. He aquí las cinco perspectivas básicas que él menciona en sus estudios de etnometodología:

1) La realidad como actividad reflexiva. Para los etnometodólogos, todos estamos embarcados en un proceso de creación de realidad social a través de nuestros pensamientos y acciones. Sin embargo, raramente somos conscientes de este proceso (en general, porque nos lo ocultamos a nosotros mismos). Por eso utilizan los etnometodólogos los “experimentos disruptivos” .

2) La realidad como cuerpo coherente de conocimientos. Las personas en sus vidas cotidianas, así como los sociólogos que las estudian, organizan el mundo en realidades coherentes. Pero surgen problemas cuando el científico social impone un orden que no es el mismo que el de los actores. Los etnometodólogos, con su compromiso básico con el estudio de la reflexividad, son más conscientes de este problema y se esfuerzan por limitar las distorsiones.

3) La realidad como actividad interactiva. La realidad social no está implemente «ahí fuera». Su existencia depende más bien de la incesante interacción recíproca y construcción social de la realidad de los participantes

4) La fragilidad de las realidades. Las realidades sociales no son sólidas estructuras, sino creaciones muy frágiles que pueden quebrarse de diversos modos. Dada su fragilidad, las realidades sociales pueden ser quebradas tanto por el etnometodólogo como por el profano, con la diferencia de que el etnometodólogo puede forzar conscientemente esa disrupción («experimentos disruptivos») para estudiar el proceso de construcción de la realidad.

5) La permeabilidad de las realidades. Las personas viven en diversos mundos sociales, pudiendo moverse de una a otra realidad. Así, conductas que resultan reprensibles en un determinado contexto social pueden ser aceptables en otro contexto distinto. (Caballero Romero, Juan José, 2004, Pág. 11)

2 Las masculinidades: la etnometodología como instrumento para su descripción.

La comunidad minero metalúrgica de Moa según Matos y Aldana (2007) tiene problemáticas societales dentro de las relaciones de género que las diferencian del resto del país, debido a que la principal actividad económica del territorio es la extracción del mineral de níquel y cromo, y sus derivados, actividad económica que históricamente ha sido masculina. Según su tesis de grado “en el territorio existen ciertas características que denotan un profundo arraigo patriarcal en cuanto a las manifestaciones de las masculinidades” (Matos y Aldana, 2007, Pág. 25). Evidentemente la sociedad tradicionalmente ha designado a los hombres como idóneos para la realización de las tareas vinculadas a la minería y que deja a las mujeres en una posición desventajosa en el momento de desempeñara roles que las aproximen a estados de igualdad. No obstante, las mujeres, se han ido imponiendo poco a poco en cargos dirigentes y otros no asociados directamente a la producción.

Las masculinidades hegemónicas son expresiones particulares de la masculinidad y formas predominantes de la sociedad patriarcal donde vivimos, creo que podemos definir sus principales características como las siguientes:

- las masculinidades hegemónicas son moldeadas de acuerdo a los paradigmas que la sociedad patriarcal ha concebido como modelos dominantes.

- Una marcada tendencia heterosexual.

- Repudio a las masculinidades homosexuales.

- El empleo de la violencia física o simbólica, explicita o implícita, para lograr el predominio de su status.

- Son dinámicas, varían según los contextos y según las condiciones histórico sociales en que se desarrolla, es por ello que siempre que nos referimos a ella lo hacemos en plural.

Podemos referirnos a las masculinidades hegemónicas como “la construcción social del sexo anatómico masculino, resultante de todo un conjunto de categorías de percepción, pensamiento y acción, que se expresan en una forma dominante de la masculinidad, en una sociedad determinada y que constituyen una relación históricamente móvil” (Pérez Regalado, Madelagnia; Obregón Ramírez, Raciel, 2008, Pág., 15)

Según las oficina municipal de estadísticas de que indican la población en edad laboral del municipio solo 9677 mujeres de un total de 23 016 se encuentran trabajando, siendo los hombres los más vinculados a la esfera laboral (16 648 de un total de 24 273).

Mediante la entrevista informal estuvimos indagando con un grupo de hombres que bebían cerveza en el Teatro del Pueblo , luego del rapport usamos el rol de plataforma del sediento que quiere beber cerveza, usando la ventajas de tener algunos conocidos en el grupo. A la pregunta de por qué habían tantas mujeres sin trabajar y amas de casa en Moa recibimos las siguientes respuestas.

S1: Las mujeres están para estar en la casa, la calle no es para ellas.

S2:¿Para qué mi mujer va a trabajar si yo lo hago?. Eso no hace falta, además, ella tiene que atender a los muchachos.

S3: Asere , las jevitas son para estar trancadas porque si no se tiran por la calle del medio.

S4: Mi hermano, ¿Tú te imaginas a Teresa trabajando y después cuando sale del trabajo tomando aquí cerveza?

S2: Además ella tiene que esperarme en la casa para que cuando yo llegue de la pincha tener el agua caliente y la comida lista.

Cuando indagamos por las que son jefas o las que trabajan en otros lugares recibimos las siguientes respuestas:

S2: Chico yo no me sentiría bien si mi mujer fuera una jefa, menos mal que yo trabajo en la mina y allí casi no hay jevas, creo que la que reparte la merienda y huye.

S4: ¿Quién dijo que la mujer servía para jefa?(esta frase va acompañada de un gesto violento con el pomo de cerveza). Las mujeres lo que sirven es para templar y ya.

S1: A mi me parecen que cuando ellas son jefas las cosas van peor, mira lo que pasó en……………es que ellas son como el pescado, que le quietas la cabeza y todo lo demás sirve.

Hubo otras respuestas que no reproducimos aquí por su similitud con las anteriormente dichas, todas evidencian que existen estereotipos en la sociedad moense que tienden a mediatizar (desde las relaciones patriarcales del poder) los vínculos entre hombres y mujeres; es curioso ver como dicha relación de poder es legitimada por la entrevista hecha a un grupo de cuatro amas de casa que se le hicieron similares preguntas que a los hombres en el Teatro del Pueblo:

M1: Mira lo mío es que él me traiga comida a la casa y le compre ropa a los niños, me da lo mismo con quien se acueste. Yo le tengo la comida lista y sus cosas cuando él llega a la casa.

M2: Los hombres siempre han trabajado en la calle y es mejor estar en la casa, yo me paso todo el día mirando telenovelas en un dvd que él compró. Lo mío es que traiga el dinero a principio del mes.

M3: Yo me gradué de maestra, pero después que trabaje dos años él no quiso que siguiera trabajando, dijo que mejor me ocupaba de los niños por un tiempo y desde entonces estoy aquí en la casa, ya me acostumbré.

M4: Yo me casé a los 16 años y dejé la escuela, y por eso no trabajo.

El gobierno cubano le ha dado oportunidad de continuidad de estudios a muchas mujeres amas de casa y/o con bajo nivel académico pero en muchos casos ellas mismas dicen que no estudian porque el esposo no las deja. Cuando se les pregunta a ellos las razones muchos coinciden en que no se aprende nada en los cursos por que:

S1: …los cursos esos de por la noche lo que hacen es que las mujeres se vuelvan unas putas y le peguen los tarros a sus maridos

S2:… yo sé de una caso de una que decía que iba a estudiar y cuando salía iba a verse con el otro en la calle,

S3: ¿Para qué más estudios?, lo que ella tiene que hacer es saber cocinar y templar y las dos cosas las hace muy bien.

La violencia de género se ha posicionado en nuestra sociedad patriarcal, y específicamente en Moa, como algo cotidiano, normal. Las estadísticas mencionan a Moa como un lugar donde la vida de las mujeres corre peligro, un peligro que está legitimado desde el imaginario cotidiano como veremos a continuación. Pasamos por alto acciones violentas como algo corriente porque nuestra educación nos ha enseñado que está bien, o al menos es permisible, que el hombre le peque a su pareja. La violencia se ejerce desde la ferocidad de un asesinato hasta el inocente piropo vulgar que acentúa los atributos sexuales de la mujer en la calle. Según Connell “la mayoría de los hombres que ejercen la violencia contra las mujeres sienten que están completamente justificados, que están ejerciendo un derecho”. En muchos casos la violencia es usada no solo para ejercer el control sino como confirmación de masculinidad. Son muchas las formas en que puede estar reflejada la violencia, pero nos interesa desde el punto de vista del discurso, como hacemos uso de nuestro lenguaje legitimando la violencia sin percatarnos de ello. En este caso conversamos con un grupo de hombres que jugaban dominó en el vecindario, nos mezclamos con ellos y estas fueron las respuestas.

S1: ¿A B.?, sí yo me enteré de que le cayeron a golpes, estuvo bien que le dieran porque es una perra, él lo lleva todo para la casa y ella pegándole los tarros. (y dio un golpe en la mesa con la ficha de dominó)

S2: Yo no sé si le pegó los tarros o no, pero algo haría cuando él le dio .

S1: A F. la mataron por esa misma gracia, lo que pasa es que aquí ya no respetan a los hombres.

S3: La culpa es de la televisión, se creen que esto es La Habana donde todas las mujeres pegan tarros y nadie se entera de nada, pero aquí uno se entera de todo. (y luego hace un chiste sobre la mujer de otro individuo que esta jugando y se ha mantenido callado hasta el momento).

S1: Mira no le digas eso que es capaz de matarla a golpes (todos reímos como si fuera un chiste)

Como podemos ver está implícita la legitimación de la violencia usada contra la mujer para defender el “honor” ofendido (diríamos para defender el status de este tipo de masculinidad), es este caso, retomando a Bordieu podemos decir que los “sistemas simbólicos” como instrumentos de conocimiento y de comunicación, no pueden ejercer un poder estructurante por sí mismos sino porque son constantemente estructurados. Y el lenguaje es un poderoso vehículo de estructuración. El poder simbólico es un poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseológico: nos brinda a los actores sociales un sentido inmediato del mundo social, estamos jugando dominó, escuchamos y participamos de la conversación y nos podemos convencer de que sí, que tal vez si el esposo golpeó o asesinó a la mujer era porque esta casi seguro que hizo algo malo, y si no lo hizo, de seguro ella lo pensaba hacer. Estamos hablando de lo que Durkheim llamó el conformismo lógico, es decir “una concepción homogénea del tiempo, del espacio, del número, de la causa, que hace posible el acuerdo entre las inteligencias”. Durkheim ( y después de él, el antropólogo Radcliffe-Brown,) hace reposar la solidaridad social en el hecho de que todos compartimos un sistema simbólico, en este caso es un sistema simbólico de dominación del hombre sobre la mujer, pero una dominación que va más allá de lo simbólico porque implica mecanismos de fuerza física. En ese juego de dominó un hombre homosexual no hubiera tenido cabida, o uno que no compartiera esos preceptos de masculinidad hegemónica. Radcliffe-Brown ha señalado explícitamente que la función social (en el sentido del estructural-funcionalismo) del simbolismo, es política, ya que legitima el poder de un grupo social sobre otro. Los símbolos son los instrumentos por excelencia de la llamada “integración social”. Son instrumentos de conocimiento y de comunicación y hacen posible el consenso sobre el sentido del mundo social, que contribuye fundamentalmente a la reproducción del orden social: la integración lógica es la condición de la integración moral. Vemos que el hecho de la violencia es algo “moral”, porque el marido al que la mujer le ha sido infiel lo ve como algo malo, que va más allá del matrimonio, es algo a nivel de barrio, de comunidad, algo social, que de repetirse amenaza el status quo de su hombría y la de los demás que a través de chistes o de conversaciones “hombre a hombre” se lo hacen ver al implicado. Y como hemos podido ver este tipo de discurso construye realidades que divergen mucho del modelo de masculinidad que deseamos formar.

El último de nuestros experimentos fue de ruptura. Este fue uno de los primero métodos de la etnometodología y nos parece muy útil, pese a que cientistas sociales como Mehan y Wood, han opinado que su uso es riesgosos en el sentido de en ocasiones las reacciones son extremas. (Ritzer, George. 2008, Pág. 295). En los experimentos de ruptura se viola la realidad social, se violan normas y pautas de conducta, con el fin de modificar(al menos momentáneamente) la producción metódica de la vida cotidiana de manera que pueda observarse y estudiarse el proceso mediante el cual se construye y se recrea el mundo cotidiano.

Le pedimos a un estudiante nuestro que se le insinuara a una muchacha en una fiesta de la universidad y luego que se negara a bailar con ella, o a hablar al respecto. Sus compañeros sabían que él le gustaba a ella desde antes. Cuando él se negó a compartir con ella esa noche, estas fueron las reacciones.

S1: Tú lo que eres es un verraco, la jevita allí la lado tuyo y no le hiciste ni pinga.

S2: Pa´ mí que lo que tú eres es pato, asere creo que te vas a pasar al otro lado.

S3: Chico, con lo buena que está esa jevita, yo no sé que tú quieres, ni que la tuvieras de oro.

S4: Eres de pinga, la tallas y después nada, tú eres medio bobo.

S2: Este lo que es mongólico, no va a coger ni al culpable.

Como podemos ver las reacciones son parecidas, después pudimos constatar que el prestigio grupal del estudiante disminuyó debido a que muchos de los integrantes de su grupo de amigos lo consideraban medio tonto, o, los más generosos, creían que había tenido un fallo esa noche, fallo que después fue comentado muchas veces (según el estudiante) en forma de chiste o insulto a él mismo. La misma muchacha pensaba que era medio tonto de su parte el hecho no haberse acostado con ella esa noche. Vemos aquí claramente lo que conceptualiza Bordieu, “la violencia simbólica impone una coerción que se instituye por medio del reconocimiento extorsionado que el dominado no pude dejar de prestar al dominante al no disponer, para pensarlo y pensarse, más que de instrumentos de conocimiento que tiene en común con él y que no son otra cosa que la forma incorporada de la relación de dominio.”

3 Para unas conclusiones inconclusas

La etnometodología esta básicamente influida por planteamientos hermenéuticos de la teoría social, ya que estudia los métodos o procedimientos con los que los integrantes de las sociedades dan sentido a la vida cotidiana o actúan en ella y creemos que es un método eficaz para el estudio de fenómenos sociales, método que los científicos sociales no hemos explotado lo suficiente. Esta presupone una nueva forma de estudiar la realidad social, dándole al análisis del discurso la importancia que merece.

La etnometodología nos da guías para posteriores intervenciones en cualquier fenómeno social que se estudie desde las micro teorías. Esta ha sido objeto de crítica debido a que muchos de sus estudios se centran en la empiria, pero creemos que sus supuestos gnoseológicos van más allá de esta.

Pese a sus detractores la etnometodología, como método científico de indagación de la realidad cada vez gana más fuerza, y desarrolla técnicas revolucionarias y halla nuevos campos en las ciencias sociales. Los estudios de género es uno de estos donde el uso de este método nos dará muchos frutos. Es un método que articula la teoría con la acción. El cambio es posible en nuestras sociedades patriarcales. Intentémoslo, pues.

Bibliografía

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Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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