Revista: Atlante. Cuadernos de Educación y Desarrollo
ISSN: 1989-4155


LA PSICOLOGÍA EDUCATIVA Y LOS PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN

Autores e infomación del artículo

María del Carmen Quevedo Marín

Alicia Quevedo Marín

Felipe Olmos Ríos

Centro Universitario de los Lagos / Universidad de Guadalajara, México

felipe_olmos@hotmail.com

Resumen
La psicología educativa se ha ido consolidando cada día más como una disciplina independiente, es decir, con sus propios métodos y teorías dirigidas a atender el fenómeno de la educación, mismo que se centra en los procesos de enseñanza-aprendizaje, sin perder de vista que se requiere del trabajo interdisciplinario para poder atender eficazmente los problemas complejos que la educación implica.
Palabras clave: psicología, psicología educativa, educación.
Summary
Educational psychology has consolidated more and more as an independent discipline, it means, with specific methods and theories aimed at addressing the phenomenon of education, which focuses on the teaching – learning process, without losing sight that it is required an interdisciplinary work to effectively address the complex issues involving education.
Key words: psychology, educational psychology , education.



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

María del Carmen Quevedo Marín, Alicia Quevedo Marín y Felipe Olmos Ríos (2016): “La psicología educativa y los problemas de la educación”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (febrero 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/02/psicologia.html


¿Qué es la Psicología Educativa?
La psicología educativa es “una disciplina que estudia los procesos de enseñanza y aprendizaje; aplica los métodos y las teorías de la psicología, y también posee los suyos propios” (Woolfolk, 2006). La psicología educativa como ciencia aplicada estudia la conducta que tiene lugar en situaciones educativas, la conducta que cambia o la conducta que se produce como resultado de la práctica instruccional  (Arancibia, 2009) y que hacen referencia al aprendizaje.
Se trata de un aprendizaje en el contexto educativo, ligado a una serie de  condiciones específicas expresamente instrumentadas para estimular y optimizar los resultados de acuerdos con unos objetivos educativos previamente programados, el aprendizaje guiado, influido por estrategias instruccionales adecuadas, lo que se llama proceso de enseñanza aprendizaje  (Arancibia, 2009).  Es por eso que tanto en el pasado como en la actualidad, los psicólogos educativos estudian el aprendizaje y la enseñanza y, al mismo tiempo, buscan mejorar la práctica educativa (Woolfolk, 2006).
La psicología de la educación dirige su actividad, entre otras cosas, a programas de entrenamiento de profesores, padres de familia, estudiantes y niños con problemas de aprendizaje y de conducta, así como a la orientación de las personas en la elección de su vocación (Harrsch, 2005).  Se ha insistido en identificar a la psicología general con la psicología que acontece en el colegio o en el aula. Ciertamente, esta situación constituye el marco institucional de la educación, pero no abarca las demás situaciones educativas que requieren también de la ayuda psicológica, a menos que se organicen otros tipos de psicologías educacionales  (Hernández Hernández, 1991).  Es por ello que aun hoy en día se discute sobre la distinción entre psicología general, educación y psicología educativa.

Antecedentes
Ya en la filosofía griega Aristóteles y Platón comenzaron los planteamientos de la psicología educativa, ellos abordaron temas de trascendencia para la educación como la naturaleza del aprendizaje y la relación profesor – alumno  (Arancibia, 2009). Durante todo el tiempo que la psicología educativa ha existido se han originado debates de que lo que esta disciplina realmente es, algunas personas consideran que la psicología educativa es sólo conocimientos obtenidos de la psicología y aplicados a las actividades en el salón de clases; otros creen que implica el uso de las técnicas de la psicología para estudiar el salón de clases y la vida escolar (Woolfolk, 2006).
La psicología educativa se identifica con las disciplinas que constituyen dos campos de estudio diferentes: las ciencias psicológicas y las ciencias de la educación (Arancibia, 2009).  Hay quienes sostienen que la psicología educativa, en un carácter dependiente, trata sólo de recoger información procedente de la psicología general y transferirla al campo de la educación.  Esto contrasta con el carácter autónomo, constituido en saber que surge de la investigación de los fenómenos psicoeducativos  (Hernández Hernández, 1991).  Dentro del carácter dependiente menciona que el rol de la psicología educativa seria únicamente el aplicar conocimientos psicológicos en el campo educativo.  Negando la posibilidad de una investigación y formulación de métodos propios para aplicarse en el las instituciones educativas. 
Existen por lo tanto, dos opiniones contrarias sobre lo qué es la psicología educativa.  Por un lado existen los que sostienen que la psicología general debería de proporcionar un cuerpo de conocimientos válidos para que la psicología de la educación los utilice en su práctica teórico – metodológica.  Otros, sostienen que la disciplina no debería constituirse usando exclusivamente los principios obtenidos de la investigación básica sobre temas como el aprendizaje y el pensamiento, los cuales en muchas ocasiones no resultan tan pertinentes para los contextos educativos reales (Hernández Rojas, 1996).
La perspectiva que por lo general se acepta actualmente es que la psicología educativa es una disciplina que tiene  sus propias teorías, métodos, problemas y técnicas de investigación. Withrock señala que “La psicología educativa es distinta de otras ramas de la psicología, porque su principal objetivo consiste en la comprensión y el mejoramiento de la educación” (Woolfolk, 2006, pág. 9).
Lo que se encuentra en debate es si la psicología educativa es un saber autónomo, que investiga especialmente y crea su propia materia y modelos o, por el contrario, es una mera etiqueta que disimula a una psicología general que tiene posibles aplicaciones educativas (Hernández Hernández, 1991). El punto de encuentro radica en que la psicología educativa depende de la psicología general, pero su desarrollo y su realización son autónomos (Hernández Hernández, 1991).
La función de la psicología educativa es determinar los modelos eficaces de influir sobre los hechos en orden a un fin y las normas para establecer esa distinta eficacia de intervención. Mientras la psicología general observa, dentro de un determinado proceso el orden de los sucesos que lo regulan, la psicología educativa, los somete a un cambio y estudia las leyes de dicho cambio con el fin de lograr un flujo eficaz.  Debe estructurarse en torno al proceso de enseñanza – aprendizaje que guía sus contenidos y la define como sistema coherente y organizado de conocimientos. (Arancibia, 2009). Sus centros de acción profesional se concentran en universidades, centros de educación superior, guarderías, primarias, secundarias, y preparatorias; así como centros de educación especial (Harrsch, 2005).  La psicología educativa es una ciencia de enlace, con una mayor autonomía de la psicología general en cuanto al desarrollo de sus discursos teórico – técnico y que reconociera las peculiaridades de las situaciones educativas (Hernández Rojas, 1996).
Existen múltiples situaciones como los problemas de aprendizaje y de conducta dentro de las instituciones educativas que marcan la necesidad de una disciplina que estudie dichos problemas desde un punto de vista particular.  Parece evidente la necesidad de un tratamiento psicológico de los fenómenos educativos (Arancibia, 2009).  Un enfoque desde los paradigmas de la psicología de la educación (Hernández Rojas, 1998)
Funciones del Psicólogo Educativo
Las funciones del psicólogo educativo consisten en identificar las variables que facilitan el aprendizaje significativo, en especial de aquellas personas, grupos o sectores de la población que están más alejados del sistema educativo nacional; además de analizar y numerar los principales problemas existentes en el proceso enseñanza – aprendizaje.  Interviene también en la asesoría de las políticas de planeación educativa, y contribuye en la creación de programas de formación y/o entrenamiento acordes con los recursos humanos y la realidad nutricional, social y cultural del país.  Son profesionales instruidos para realizar estudios de evaluación ocupacional y vocacional, de selección y clasificación tanto de estudiantes como de profesores.  Están capacitados también para comunicar los resultados, orientar a la persona o responsable, y atender aquellos casos en los cuales está indicada su intervención profesional, por lo que deben manejar diferentes técnicas de prevención, remediación y/o rehabilitación para distinguir cuándo deben remitir a los personas con los especialistas indicados (Harrsch, 2005).
Su función consiste también en construir instrumentos de medición y evaluación de las diferentes áreas de la personalidad, así como diseñar material educativo, e instrumentar programas de intervención y conducir dinámicas que buscan promover el desarrollo de las personas que colaboran y están relacionadas con el proceso, la organización y la administración educativa.  El psicólogo educativo se encarga de  la tarea de estudiar las condiciones y métodos que faciliten los procesos de aprendizaje, y los factores emocionales que se involucran en las etapas del desarrollo, esto es desde el desarrollo del niño hasta la educación profesional.
Finalmente y no por ello menos importante, se encuentra la función del psicólogo educativo como un profesionista crítico y ético ante una realidad educativa compleja que se vive en nuestro país; en México existe una gran deficiencia desde hace muchos años en la educación, a pesar de los intentos fallidos de implementar sistemas para “mejorarla” como las metodologías basados en el aprendizaje o la metodología basada en competencias, que quedan sin el efecto deseado por la falta de una visión integral y consideración de los elementos más importantes que se ven involucrados, como son los docentes y los estudiantes. Por lo tanto, los programas educativos establecidos en las escuelas, no están adaptados a las necesidades de la población estudiantil, incluso las metas a alcanzar por ellos, están desfasados de la realidad.
Entre las principales causas de esta situación, se encuentran la falta de objetivos claros y precisos, así como la falta de criterios generales basados en la realidad, es decir, en las circunstancias históricas, sociales y políticas que forman el contexto donde la educación se llevará a cabo. Lo cual obstaculiza la formación adecuada de programas dirigidos a la educación en todos sus niveles.
Otra de las causas, es la falta de una formación adecuada a los encargados de impartir la educación. Este grave problema no reside en los últimos años en los que se estudia el nivel superior, sino que viene desde que el infante cursa los niveles básicos.
Quesada Castillo (1988), señala que si un alumno no posee la estrategia correcta, fracasará en el aprendizaje, ya que no basta con sólo poseer la información y repetirla, sino que es necesario transformarla y crear nuevos conocimientos que permitan el avance y superación del propio alumno. Por lo tanto, si al niño no se le enseña a aprender desde el nivel básico, es fácil deducir el por qué existen tantas deficiencias en los alumnos y por qué a éstos les cuesta tanto trabajo aprender; además si estos estudiantes en un futuro son profesionistas del área educativa, llámense profesores, pedagogos, psicólogos educativos, etc., no tendrán las habilidades y estrategias necesarias para formar a sus educandos, lo cual conduce a que se vuelva a repetir el mismo modelo educativo deficiente que ellos recibieron.
Lo anterior es solo uno de los problemas educativos que existen en la actualidad, pues además están implicados el sistema político – social como un factor externo y la orientación vocacional como factor interno en el sistema educacional.
La orientación educativa juega un papel muy importante pues es esencial como guía al alumno para que éste tenga las herramientas necesarias para tomar decisiones fundamentales como es la elección de carrera. Si el estudiante toma la decisión correcta es menos probable que en un futuro deserte de la Universidad y que se sienta frustrado cuando esté laborando. Un profesor que elige serlo por cualquier otro motivo que no sea el de vocación y que no tiene las habilidades para enseñar, es seguro que reflejará esta problemática en sus alumnos, lo cual pasa en muchas escuelas de todos los niveles en México.
Entre los obstáculos que se presentan para poder realizar una adecuada orientación vocacional, se encuentran los que Gilio Medina (1990) señala, tales como el ver el trabajo de orientación como irrelevante y poco agradable. Incluso en la mayoría de las escuelas, la orientación vocacional es una materia de relleno en la carga horaria de los docentes. Cuando en realidad es esencial para evitar que una mala elección por parte del adolescente le provoque un desequilibrio en su estabilidad emocional.
Otro obstáculo, es que los orientadores son personas que no tienen la formación adecuada para cumplir con esta función, pues equivocadamente ésta se visualiza como fácil, cuando en realidad para ser orientador se requiere una preparación especializada que permita emitir juicios con bases científicas, haciendo uso de los aportes de la psicología, sociología y otras ciencias.
Sin embargo, lamentablemente existen personas que se consideran especialistas en la educación, por cursar una maestría en este ámbito, sin tener la formación realmente necesaria y se atreven a dar indicaciones sobre quién y qué debe hacer un orientador, cuando en realidad lo único que hacen es desorientar y hacer señalamientos equivocados sobre este tema.
Díaz Barriga (1987) señala que la evaluación de múltiples aspectos de la institución universitaria se hace a través de indicadores meramente porcentuales. Esto supone un grave reduccionismo y una pérdida notable de aspectos cualitativos que atañen a la especificidad de la tarea académica.
Lo escrito por Díaz Barriga es cierto, sin embargo, es un error considerar como aspectos contrarios lo cualitativo y lo cuantitativo en lo respecta a la evaluación, ya que lejos de ser así, pueden complementarse y lograr una evaluación más verídica. Es decir, se puede evaluar el contexto histórico – social que se está viviendo a través de la observación directa y al mismo tiempo puede ser cuantificado por medio de diversos instrumentos, como por ejemplo, las encuestas, entrevistas, etc. Sin embargo, lo más importante es que antes de evaluar alguna situación debe estar siempre claramente definida.

CONCLUSIONES
El proceso educativo es muy complejo e implica una diversidad de elementos que se deben analizar con mucho cuidado, para no caer en el error de dar soluciones descontextualizadas como “recetarios de cocina”. En realidad es sencillo hacer una crítica, pero lo difícil es dar soluciones reales.
Este escrito no aporta soluciones, sin embargo a través de él se pretende fomentar la reflexión al psicólogo educativo y al psicólogo general, para empezar a hacer algo que permita mejorar las condiciones de la educación en México y quizás una de las principales actitudes que debe desarrollar este profesionista es la crítica con reflexión, y no solamente criticar con palabras “bonitas” que impresionan a los demás.
Es difícil cambiar un sistema que se ha estado implementando durante muchos años, sin embargo, todo cambio histórico empieza cuando cada una de las personas se hace responsable y toma conciencia de su realidad, y empieza a poner un “granito de arena”. El granito de arena de cada psicólogo dependerá de lo que esté dispuesto a aportar a la psicología a través de la investigación y del trabajo constante; tratando de modificar los esquemas establecidos y siendo realmente independientes al buscar herramientas que le permitan superarse cada día más. Es muy importante que en particular los psicólogos educativos se den cuenta que su capacidad de intervención va más allá del ámbito académico ya que pueden contribuir en el desarrollo de las comunidades que se encuentran vulnerables, al ser la educación un medio para hacer que las personas se empoderen así mismas y puedan transformar su realidad.
No se busca cambiar el mundo colocando al psicólogo en un papel de héroe que viene a dar su vida por los otros sino como un agente de cambio que con su conocimiento genera estrategias que pueden hacer que los demás comiencen a transformar la realidad.

Bibliografía

Arancibia, Violeta.  (2009).  Manual de psicología educacional.  (6ta. ed.).  México: Alfaomega.

Díaz Barriga, A. (1987). Problemas y Retos del campo de la evaluacón educativa. Perfiles Educativos, 37, (Jul-Ago-Sep), 3-15.

Gilio M. M.. (1990). En torno a la orientación vocacional. Revista psicología y sociedad, 10, (Oct-Dic), 15-17.

Harrsch, Catalina.  (2005).  Identidad del psicólogo.  (4ta. ed.).  México: Pearson.

Hernández Hernández, Pedro.  (1991).  Psicología de la educación.  (1ra. ed.).  México: Trillas.

Hernández Rojas, Gerardo.  (1996).  Paradigmas en psicología de la educación.  (1ra. ed.).  México: Paidós.

Quesada Castillo, R. (1988). ¿Por qué formar profesores con estrategias de aprendizaje? Perfiles Educativos, 39, (Ene-Feb-Mar), 28-35.

Woolfolk, Anita.  (2006).  Psicología Educativa.  (9na. ed.).  México: Pearson.


Recibido: 05/02/2016 Aceptado: 08/02/2016 Publicado: febrero de 2016

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