PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

Volver al índice

 

 

B. LOS MARGINADOS DEL MUNDO MODERNO

“Ese continente de paradojas, exclaman Pierre Salama y Jacques Valier refiriéndose a la América Latina: riqueza y pobreza se entremezcla y se banaliza. La extrema pobreza se encuentra presente, pero es poco visible para quien no busca a verla.”

En los orígenes de la humanidad, el grupo social utilizó el proceso de trabajo a mano desnuda para subvenir a sus necesidades. Pero, si esta forma de trabajar quisiéramos utilizarlo para resolver lo esencial de nuestras necesidades de la actualidad, estaríamos lejos de conseguirlo. ¡Y este “error” se sigue cometiendo en los países del Tercer Mundo! Se sigue utilizando formas de trabajar que pertenecen a los origines de la humanidad y, con ellos, sin mayor exageración, queremos resolver nuestros problemas del siglo XXI. En realidad, no es un error. Se trata de los efectos perversos de la repartición individualista cuando toma la forma de la Configuración Mundial.

Mientras ella persista, la mayor parte de la población del Tercer Mundo no podrá realmente despegar ni las grandes diferencias disminuirse. Una gran parte quedará marginada, viviendo en el olvido de su propia sociedad, como es el caso, actualmente, de las tribus recolectoras y el de las economías de agricultura primitiva. Son los marginados del mundo moderno. Y no son pocos, ellos constituyen casi la mitad de la población mundial.

a. Las tribus recolectoras

¿En donde todavía encontramos tribus recolectoras? ¿En los países del Norte? No, la totalidad se encuentran en los países del Sur. En los bosques de los países del Sur. Y no porque ellos no tengan grandes bosques. ¿Por qué todavía grupos sociales viven en condiciones que el resto de la población lo ha superado hace miles y miles de años? De otra manera, “por qué el estudio de la historia económica pre-capitalista en general ha sido casi siempre excluido del campo del análisis económico,?” se pregunta Christophe Bormans. El va aún más lejos y dice: “¿porqué invariablemente ubicamos el nacimiento de la ciencia económica con el análisis de Adam Smith y no con el de Aristóteles?”

En julio del 2008, desde Australia, el Papa Benedicto XVI lanzó una defensa de los pueblos indígenas en todo el mundo, y llamó al reconocimiento de sus derechos fundamentales y de su aporte a la sociedad. El pontífice destacó el pedido de perdón y la búsqueda de reconciliación del gobierno australiano con los aborígenes del país. “Este ejemplo ofrece esperanza en todo el mundo a aquellos pueblos que anhelan ver afirmados sus derechos, reconocidos y promovidos sus contribuciones a la sociedad”, afirmó. Calificó de “valiente” la decisión de reconocer las “injusticias cometidas” del pasado contra los pueblos indígenas gracias a la cual, dijo, se están cumpliendo “pasos concretos para alcanzar el respeto recíproco”. Pero, la cuestión no es de “reconocer” una ignominia, es de aplicar una solución a enfermedades de sociedad.

i. No son el resultado de una evolución truncada de la humanidad

Es difícil pensar que ellos sean el resultado de una evolución truncada de la humanidad, en medio de la selva. Es difícil pensar que sus orígenes se encuentren en el bosque, de donde nunca se atrevieron salir para intentar nuevas formas de vida.

Lo más probable es que, como lo consignan historiadores y antropólogos, ante la violencia de otros grupos humanos en búsqueda de tierras de cultivo y de riquezas, estos grupos sociales se vieron forzados a abandonar sus chacras, propiedad, pertenencias, y protegerse en medio de los grandes bosques. En ellos encontraron formas de supervivir y, desde entonces, continúan sirviéndose de la recolección y en muy reducida proporción de la agricultura.

Pero, ¿por qué, a través de miles de años, no han intentado utilizar formas de trabajo más evolucionados que le permitan vivir en condiciones mucho más interesantes de confort y alimentación? Difícil a pensarlo si sabemos que constantemente son motivo de agresión. Notemos rápidamente algunos ejemplos recientes .

Grandes áreas de la selva en África Central han sido convertidas en parques o reservas nacionales desplazando por la fuerza a sus dueños, los pigmeos. En Bangladesh, el líder de la tribu Jumma ha sido sentenciado a 17 años de cárcel por protestar contra el desalojo de su gente de sus territorios. En Boswana abren una reserva nacional y los de la tribu son impedidos de utilizar el agua que les pertenece. En la selva amazónica de Brasil, más de mil buscadores de oro han invadido las tierras de los Yanomami. En Camerún, cuatro miembros de la tribu Mbororo fueron apresados, torturados y puestos a la disposición de la justicia militar. El único delito es resistir a los planes de Alhadji Baba Ahmadou Danpullo, un hacendado multimillonario con intereses en África del Sur, Europa y los Estados Unidos. Es el más grande hacendado en la parte noroeste de Camerún. En la India, la empresa británica Vedanta pretende destruir la montaña sagrada perteneciente a la tribu Dongria Kondh. Esta empresa pertenece al millonario indio Anil Agarwal, quien durante el año 2007 realizó 8,2 billones de utilidad. Cuando los británicos colonizaron las tribus de las Islas Andaman, la población superaba las cinco mil personas. Ahora no son más que 41. En Paraguay, la tribu Ayoreo-Totobiegosode es arrasada de su territorio a golpe de buldózer. Las chozas de por lo menos mil personas pertenecientes a las tribus Penan, Kelabit y Kenyah del estado de Sarawak de Malasia serían sumergidos en las aguas de una represa. En el Perú, los pueblos indígenas de la Reserva Territorial Murunahua y Mashco-piro están siendo desplazados por la presencia de empresas madereras legales e ilegales. En Sri-Lanka, cuatro personas de la tribu Zanniyala-Aetto han sido arrestados por el hecho de recolectar miel en sus propias tierras. La Suprema Corte de Guyana debe decidir sobre el derecho que tienen los indígenas de la parte superior de Mazaruni de sus suelos, subsuelos y de sus aguas. Y no es nada más que algunos datos recientes de una lista tan larga que comenzó a escribirse hace diez mil años.

ii. La forma de vida de los vecinos de las montañas no es realmente alentadora

Existen evidencias de que estos grupos sociales han intentado desarrollar la agricultura primitiva en la selva pero, cada vez sus tierras han sido arrasadas por los buscadores de madera, del caucho o arrebatadas por el avance de la “civilización”. Ahora se agrega la peste del petróleo, del gas natural y de las materias primas para los productos ecológicos. No tienen otra alternativa que adentrarse más en la selva.

Los grupos sociales aledaños y fuera del bosque se sirven de las tierras de cultivo y se alimentan de su producción pero, viven ya sea en espacios reducidos y sobre las colinas de difícil acceso o al servicio de los hacendados. Nada envidiable, y lo que es más grave: existe una alta probabilidad de perder esa libertad de la que ellos gozan en medio de la selva virgen.

¿Cómo explicar que las tribus selváticas se encuentren, por un lado, viviendo sobre modelos económicos de por lo menos diez mil años de antigüedad y, segundo, completamente marginados de la sociedad a la cual pertenecen? ¿Cómo explicar que el resto de la población, los que dirigen la economía y los gobernantes del país, solamente lancen excusas piadosas, enarbolen acciones estériles, y permitan que las tribus selváticas vivan durante cientos o miles de años en esas condiciones?

Son los efectos perversos de la repartición individualista. Con el ánimo de acumular más riquezas, los buscadores de fortuna comienzan por, en el mejor de los casos, ahuyentar a los propietarios de las tierras cultivables. El resto de la población actúa con el mismo criterio. No tienen otro interés que el de ocuparse de sus propios problemas. Pero, incluso, si ellos lo desearan, ¿con qué medios podrían hacer algo, si ellos mismos se encuentran descartados de tomar parte en la repartición del resultado neto de la actividad económica?

b. Las economías de agricultura primitiva

La situación de los que viven en base a la agricultura primitiva es menos lamentable que el modus vivendi de los “selváticos”, pero igualmente tan atrasado como modelo económico si lo comparamos con los que viven bajo los fundamentos del proceso artificial de producción y, más aún con aquellos que han comenzado a desarrollar el proceso de trabajo de concepción.

Ellos son el producto despiadado de la repartición individualista que. Eduardo Galeano lo pinta de cuerpo entero. “Los indios de la América sumaban no menos de setenta millones, y quizás más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a solo tres millones y medio.” “En 1581, Felipe II había afirmado, ante la audiencia de Guadalajara, que ya un tercio de indígenas de América habían sido aniquilados, y que los que aún vivían se veían obligados a pagar tributos por los muertos.” “La ‘mita’ era una máquina de triturar indios. El empleo del mercurio, para la extracción de la plata por amalgama, envenenaba tanto o más que los gases tóxicos en el vientre de la tierra. Hacía caer el cabello y los dientes y provocaba temblores indominables.”

Dentro de este contexto se instala con toda normalidad un clima de fatalidad entre los comuneros, los peones de las haciendas y los minifundistas.

i. Los comuneros

Los comuneros son propietarios de sus tierras. Ellos mantienen una propiedad privada con relación al resto del mundo pero, una propiedad colectiva con relación a los miembros de la comunidad. Su status, en ciertos aspectos, es más precario que los “selváticos” porque se encuentran constantemente asediados por los invasores con el apoyo de leguleyos corrompidos o por la ley que quebranta su organización social y económica.

“Este gamonalismo que residía en las ciudades del Callejón de Huaylas implantó no sólo un régimen de trabajo de vil explotación, sino que usurpó sus tierras, creando en los indígenas de las zonas de las Vertientes un espíritu de rebeldía,” testimonia el historiador Claudio Augusto Alba Herrera. “Tomás Campos, que fue el juez de paz de Pamparomás el año de 1840, declaró […] que ‘los indígenas estaban errantes en las cumbres de los cerros, que dieciocho casas las encontró demolidas con barretas, las demás destrozadas por el fuego y las restantes destechadas a mano, que los sembríos servían de forrajes a las bestias de Arias (gamonal de Yungay)’; y parte de los ganados habían servido de ‘presa a los auxiliares del despojo.”

A ello se debe agregar que el gobierno contribuye al exterminio de los comuneros. El decreto legislativo nº 1015 del 20 de mayo 2008 establece que la venta y las inversiones privadas en las tierras de las Comunidades Indígenas y Campesinas del Perú pueden ser autorizadas por el voto de una mayoría simple (la mitad de miembros más un voto), de los miembros de las asambleas comunales. Este decreto modifica la ley 26505 que exigía como requisito el voto del 66.6 % de los miembros calificados de cada comunidad para la venta de tierras comunales.

Las herramientas de trabajo de los comuneros no son más eficientes que aquellos que se utilizaron para labrar la tierra hace diez mil años. La superficie de terreno cultivable es inmensamente reducida. Su cultivo no puede ser, entonces, intensivo. No existe ningún acceso para las maquinarias pesadas: tractores, fumigadores, cortadoras o cosechadoras. Se utilizan los bueyes o caballos. En esas condiciones, es imposible competir en el mercado internacional. Su producción es de autoconsumo. Para completar su canasta de consumo con bienes industriales, se encuentran obligados a trabajar fuera de la comunidad.

Puesto que su salario sirve para completar la canasta de consumo del comunero, indirectamente está definiendo el salario mínimo. Un nivel de salario que desafía todo tipo de competencia y que, sin embargo, sirve de estándar para el contrato de trabajadores. Es el peldaño inferior de la escalera de remuneraciones. Y mientras esta situación subsista, los sueldos y salarios del país no podrán crecer sustancialmente. Es el imán que jala a los sueldos y salarios hacia abajo. Esta situación pasa desapercibida por el resto de la población, quienes piensan que la situación lamentable del comunero no les afecta en absoluto. ¡Grave error!

Los comuneros son presentados como los descendientes de una gran civilización. En realidad, ellos son los sobrevivientes de una ola de exterminio o de una sobre explotación por la parte de quienes nunca estuvieron interesados en la agricultura como medio principal de desarrollo de la economía y de la sociedad.

ii. Los peones de los fundos

Los peones son las personas y familias que deciden quedarse a vivir bajo la protección del hacendado, llamado gamonal. Ellos son parte de las pertenencias del fundo y viven de las migajas que el gamonal les brinda.

El peón es un objeto que hay que alimentar, justo como para que haga su faena. El y su familia dependen de la bondad del gamonal. Todo pertenece al gamonal. A cualquier hora del día o de la noche, deben estar dispuestos al trabajo que el gamonal ordene.

La única diferencia con los esclavos es que no son vendibles. Por el resto, la vida del peón y el de su familia es como la de los esclavos: ninguna posibilidad de expresarse libremente, alejados del núcleo familiar del patrón, sin ninguna participación en las decisiones de la actividad económica. La marginación es total.

Como lo dice John J. Johnson, profesor de la universidad de Stanford, Estados Unidos: “la hacienda llegó a ser una unidad social cuyo gobierno era la persona del hacendado. Este dispensaba pago, castigo y protección.”

iii. Los minifundistas

Los minifundistas se encuentran en mejor posición que los comuneros y mucho más aún que los peones de fundo. Ellos han recuperado esencialmente la expresión de su personalidad e iniciativa en el trabajo, en base a la propiedad de su minifundio. No obstante, se encuentran atrapados por las limitaciones de su modelo de desarrollo y por encontrarse incrustados dentro de una economía dependiente sin espíritu de progreso autónomo.

Los minifundistas son generalmente el resultado de un desmembramiento o extinción del latifundio. No guardan mayormente una tradición de propietarios privados a interés individualista dentro de un proceso artificial de producción. La tradición de cultivo del latifundio continúa en el minifundio. Las técnicas de producción son rudimentarias y, no existen los incentivos, experiencias y conocimientos para aventurar nuevas formas de producción mucho más rentables. Influye igualmente de una manera negativa, el orgullo de haberse liberado del dominio del señor gamonal. Una ebriedad que les conduce a interesarse más en una sociedad de consumo que en un nuevo modelo de producción.

Por la ubicación del terreno, su acceso a puntos de agua y su naturaleza mayormente plana, los minifundistas se encuentran en mejor posición que los comuneros, pero se encuentran limitados por la extensión de la superficie de terreno cultivable. Los espacios no soportan técnicas modernas de producción agrícola y, por consiguiente, no tienen acceso a los créditos bancarios. A ello debe agregarse el nivel profesional de los propietarios para iniciar la producción, comercialización y financiamiento de su empresa. Dominios que escapan a un peón de hacienda convertido en propietario.

Es lamentable. Vivimos en una economía-mundo de abundancia, dado los altos niveles de productividad, pero una franja extensa de la población mundial vive en la época de la recolección o de la agricultura primitiva. Y para colmo, en lugar de que la sociedad se interese en su suerte, son desterrados de sus tierras, de su hábitat; son encarcelados por reclamar, pisoteado sus títulos de propiedad, torturados y asesinados en las prisiones.