Un escollo para la “Patria Grande”
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Un escollo para la “Patria Grande”

Sí. Cada tanto reaparece esa duda existencial, que anidan algunas personas de distraída buena fe, apoyada pareciera en la añoranza de una “patria grande” que nunca existió pero fue propuesta, como recordamos, por Bartolomé Mitre, en 1868, cuando las profundas crisis económicas y políticas que acompañaron la gestión presidencial de Lorenzo Batlle o, antes, en las acciones de un Juan Manuel de Rosas, exterminador de indios, libertades y esperanzas. Rosas, el auto designado tirano y fundador del Partido Restaurador Apostólico, gobernador de Buenos Aires  (1829-1832; 1835-1852). Es el Rosas que antes de tener vigencia nuestra Constitución de 1830 ya plantea el primer incidente diplomático, mientras actuaba como gobernador provisorio Juan Antonio Lavalleja. Por entonces se enfrentan las posiciones del ministro de Guerra, coronel Ignacio Oribe (1795-1866) – quien le da la razón al mandatario porteño - y su ministro de Relaciones Exteriores Juan Francisco Giró (1791-1863), el cual defiende nuestra condición de país independiente. Y triunfa la tesis de éste último, sin pasar las cosas a mayores[i]. No por las luces de Juan Antonio Lavalleja, sino por las de Rosas, que a poco comprendió que el futuro declarado Libertador por nuestro gobierno de facto - sin aclarar debidamente de que nos liberó - podía ser su aliado, no mucho tiempo después. Así sucedió.

 . Cuando Rosas se preocupaba por hegemonizar las provincias argentinas, un planteo que no estaba apoyado en una versión negativa de Uruguay sino en una traducción del pensamiento artiguista es sostenido por Fructuoso Rivera y conocido por lo que se ha llamado “el Uruguay Mayor” .

Con ese fin Rivera realiza diversos acuerdos. El primero con el gobernador de Corrientes, Genaro Berón de Estrada y luego con el gobierno separatista de Río Grande del Sur, la “República de Piratiní[ii], en diciembre de 1841

Anteriormente, el general Juan Lavalle (1797-1840), quien de acuerdo con Rivera intentaba movilizar otras provincias de la Confederación, es derrotado en Famaillá, Tucumán, en setiembre de 1841.

Por esa circunstancia se firma el conocido como Pacto o Protocolo de Paysandú el 14 de octubre de 1842, haciéndolo José María Paz (1791-1854), ex gobernador de Córdoba y triunfante en Entre Ríos, Juan Pablo López, gobernador de Santa Fe, Pedro Ferré, gobernador de Corrientes y Bentos Gonçalvez, presidente “gaúcho”, quien percibía que una de las bases políticas que sostendrían la recién llegada presencia en Río Grande del futuro duque de Caxías era el espíritu expansionista demostrado por Rosas. Y así fue. Esa circunstancia representó una de las primeras razones invocadas por el futuro duque de Caxías para pregonar la unión de todos los riograndenses. Y uno de los motivos por los cuales Rivera no quiso que participara Gonçalves directamente en las deliberaciones de Paysandú. Es lógico creer que también sabía que Caxías podía ser un aliado en la misma lucha.

El propio Caxías recordaba algún tiempo después, insistiendo en el buen trato a dar a los vecinos de Uruguay, que más de trescientos brasileños eran dueños de grandes extensiones de campo al norte del Río Negro[iii].

El general José María Paz venía de obtener, poco menos de un año antes, un importante triunfo sobre las fuerzas rosistas en Corrientes, en la batalla ocurrida en el paso de Caaguazú, en noviembre de 1841. Inmediatamente después, Paz decide invadir Entre Ríos por lo que Justo José de Urquiza debe huir de su provincia. Era la época en que ya regía el decreto de Rosas prohibiendo la navegación del río Uruguay (y del río Paraná) a cualquier pabellón que no fuera el de Buenos Aires.

El acuerdo de Paysandú posteriormente se frustró, primordialmente porque Ferré no permitió el paso de las tropas “gaúchas” y Paz no envió los hombres acordados, lo que llevó a Rivera a enfrentarse a las fuerzas rosistas en Arroyo Grande, sin el auxilio prometido y previsto de los aliados.

Esos hechos sellan la imposibilidad de reeditar el núcleo político del recordado “Uruguay Mayor”.

Pero éste último proyecto no obedeció, como quedó dicho, a una visión negativa del país como ocurriría casi siempre que se destacaba la supuesta inviabilidad económica nacional, por lo reducido de su tamaño y el escaso número de nuestra población.[iv]

Más de una vez fue señalado en el siglo XIX la necesidad de apartarnos de las crisis que provocaba Argentina, y cuyo contagio resultaba siempre inminente. No otro era el sentido de lo propuesto durante el gobierno de Juan Francisco Giró (1852-1853) o el de Gabriel Antonio Pereira (1856-1860), cuando se buscaba la neutralización nacional ante los peligros de conflicto generados por Buenos Aires en la región. A lo Bélgica antes, a lo Suiza si se quiere, incluso ahora, pero en lo que hace a las políticas económicas.

Algo se acerca a lo actual lo acordado con Alemania durante la administración de Juan Idiarte Borda (1894-1897) al no considerarse comprendidos en ese convenio, dentro de la cláusula de la nación más favorecida, los privilegios comerciales concedidos a la Argentina, Brasil o Paraguay. El gobierno ya intuía que por ahí iban a marchar las cosas de continuarse lo que caracterizaba su régimen político.

Una de esas “desavenencias” la provocó, unas décadas antes por cierto, el triunfador de Ituzaingó, el general Carlos de Alvear (1759-1852) cuando, caído en desgracia en Argentina y encontrándose desterrado en Brasil, ofreció sus servicios al Imperio para enfrentar a Buenos Aires. Posición, la anterior, de la que había acusado a todos sus enemigos. Claro, tenía como argumento el haber nacido en Santo Ángel Custodio, uno de los siete pueblos misioneros bajo dominio lusitano desde 1801. Ya antes como director de las Provincias Unidas había ofrecido la región a Gran Bretaña. Ofrecimiento que instrumenta a través de la misión de Manuel José García enviado a Río de Janeiro como portador de una carta al primer ministro británico e interlocutor ante el embajador británico en la corte de Juan VI, lord Strangford. Pero el diplomático era radicalmente contrario a una fórmula de esa naturaleza. Ya se había opuesto asimismo al apoyo de Carlota Joaquina a la idea de ocupar la región en nombre de Fernando VII.

Si se quiere, fue ése otro antecedente del Mercosur frenado por intereses imperiales ... y una manifestación, ya alejada en el tiempo, de la “feliz” unión de las coronas de España y Portugal. Puede ser ilimitada la desesperación de quienes intentan apoyar en la historia lo que fue producto espontáneo de una convergencia de intereses circunstanciales argentino-brasileños.

[i] Eduardo Acevedo. Anales Históricos... Op. Cit. 

[ii] El acuerdo consignaba que: “S.Ex. o sr. presidente da república Riograndense prestará a S.E. o sr. presidente da república Oriental do Uruguái un auxilio de 400 homens de infantería e 200 de cavaleria, todos de linha, para invadirem e ocuparem a provincia de Entre Ríos, depondo sua actual ominosa administração, cujas tropas armadas e equipadas obedeceram, durante a campanha, ás ordens de S. Excia. o sr. presidente da mencionada republica Oriental do Uruguái .  

[iii] Al respecto, poco más de una década después, el 26 de abril de 1860 el diputado por Tacuarembó, Dr. José Vázquez Sagastume, observaba en la Cámara de Representantes: "la ciudadanía oriental se está extinguiendo al Norte del río Negro. Los usos, costumbres, el idioma, el modo de ser, todo es brasileño: puede decirse como continuación de Río Grande del Sur...". 

[iv] Es de consignar lo señalado por Sarmiento quien refirió al alto número de extranjeros que habitaban en Montevideo en la década del 80 del siglo XIX.

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