LOS LENGUAJES DE LA ECONOMÍA

Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.

PARTE TERCERA: LOS MARCOS CONCEPTUALES DE LA ECONOMÍA.

CAPÍTULO 9.- LA IMPORTANCIA DE LA DEMANDA Y DEL CORTO PLAZO ECONÓMICO: JOHN MAYNARD KEYNES.

Introducción

“John Maynard Keynes no sólo se relacionó con las instituciones más tradicionales y prestigiosas, sino que, además, formó parte de la élite de todas las instituciones en las que participó. Seguramente no hubo un momento en su vida en que no contemplara al resto de Inglaterra, y a buena parte del mundo, con gran distanciamiento. Se educó en el mejor Colegio inglés, Eton, donde fue un «Colleger» (la élite intelectual de la institución) y miembro de «Pop» (la élite social). Estudió y fue «Fellow» en King’s, uno de los principales centros universitarios de Cambridge, así como miembro de aquel selecto grupo de intelectuales llamado «Los Apóstoles». Como funcionario estuvo en el Tesoro, el departamento más importante de los relacionados con temas internos. Tuvo una conexión muy estrecha con un Primer Ministro y aconsejó a otros muchos. Como discípulo favorito de Marshall, se encontró en el centro de la economía académica inglesa. Como presidente de la National Mutual Life Assurance Society perteneció al corazón de la oligarquía financiera del país. En el terreno artístico, militó en el grupo de Bloomsbury, el círculo cultural más influyente de Inglaterra. Cuando se dirigía a una audiencia educada, siempre lo hacía revestido de una autoridad indiscutible. En gran medida alcanzó esta posición gracias a su deslumbrante inteligencia y a su genio práctico. Pero ya desde los comienzos de su vida contó con ventajas considerables que le ayudaron a recorrer cómodamente las etapas a las que sus talentos le destinaban. No hubo problemas de cuna o de acento. Entre tales ventajas la principal fue haber nacido en Cambridge, ser hijo de John Neville y Florence Ada Keynes, y crecer rodeado de una comunidad de intelectuales.”

Con estas palabras inicia Robert Skidelsky (1983) el recorrido biográfico de Keynes y en ellas se sintetiza la personalidad de éste y el contexto de su formación que le permitirían desempeñar el papel que llegó a alcanzar. Éste tuvo lugar en un terrero para el que no había recibido una especial preparación inicial. Tal y como dice el biógrafo antes citado en un capítulo posterior:

“Como la mayoría de los economistas de la época, Keynes comenzó a enseñar Economía sin tener un título universitario en la materia. Su aprendizaje se redujo a un trimestre de trabajo como graduado, bajo la supervisión de Marshall. En la Oficina de India había ocupado su tiempo libre trabajando sobre Probabilidad. Aceptó un cargo docente en Economía no por creer que la Economía iba a ser su ocupación durante el resto de su vida, sino porque quería volver a Cambridge. Casi todo lo aprendió sobre la marcha. En comparación con lo que sucede actualmente, había poco que aprender y además no era difícil. La mayoría de los economistas británicos anteriores a Marshall eran hombres educados con un solo libro, los Principles de John Stuart Mill. También los sucesores tendieron a nutrirse de un libro único, los Principles de Marshall, más la tradición oral y las alegaciones de Marshall ante un par de Comisiones Reales y algunos fragmentos publicados privadamente, del pensamiento del Maestro. ... Sus conocimientos los obtuvo no tanto de la lectura como por el análisis personal de los problemas y la discusión de los mismos con otras personas. De este modo adquirió una comprensión profunda de un territorio teórico bastante limitado.”

El influjo de Keynes y lo keynesiano ha sido enorme. La presencia de Keynes en el mundo contemporáneo se manifiesta por doquier. De un modo directo y claramente visible se manifiesta en la configuración y la sustancia de la teoría económica, pese al rechazo que en la actualidad produce para una amplia parte de la profesión. También se manifiesta en las concepciones de política económica y social y en rasgos institucionales de países y organizaciones internacionales. La superior influencia de Keynes en relación con otros autores es debida a una conjunción de circunstancias, científicas y extracientíficas, que se da pocas veces en la historia. La influencia de su obra depende tanto de la naturaleza objetiva de ésta como de la naturaleza de la secuencia de circunstancias históricas con las que la obra se va enfrentando, sin olvidar las amplias posibilidades interpretativas que permitía.

La obra de Keynes y la estructura keynesiana, en sus distintas versiones, constituían a la vez una ruptura y una continuidad con el pasado. Una ruptura, al menos, por tres grupos de motivos. En primer lugar, abarca un campo y pone un énfasis que hace diferir de manera importante su punto de vista del de las doctrinas opuestas. En segundo lugar, es nueva porque destruye en parte las viejas teorías. Y, en tercer lugar, es innovadora en la medida en que sustituye el cuerpo de teoría que destruye, con el consiguiente reemplazamiento de conceptos y categorías. “Sustituye el interés convencional por los mercados, y los precios individuales por una mayor atención hacia las magnitudes agregadas. Sustituye las funciones individuales de demanda por una función de demanda global, una función de consumo y una función de inversión realmente notable. Sustituye la teoría del interés convencional por la doctrina de la preferencia por la liquidez. Sustituye el supuesto de una tendencia hacia el pleno empleo por el equilibrio de subempleo. Finalmente, sustituye la hacienda pública neutral del pasado por las doctrinas intervencionistas de la moderna teoría fiscal. Las perspectivas, los instrumentos y las medidas de política económica resultan, pues, alterados.” (Lekachman, 1964).

Pero, este mismo autor nos dirá que “no puede negarse que una gran parte de la estructura keynesiana había sido anticipada, a veces con un notable grado de elaboración.” Esta continuidad se refiere a la técnica, a los instrumentos y a las teorías específicas y se da, principalmente, en relación con la Economía marginalista.

La ruptura y continuidad de la obra de Keynes y las varias posibilidades interpretativas que ofrece, principalmente la Teoría General, dan lugar a corrientes de pensamiento económico divergentes. Las más fácilmente reconocibles serían, por una parte, la síntesis neoclásica o el keynesianismo de la síntesis, y por otra los economistas a sí mismos denominados postkeynesianos. Los primeros remarcarán la continuidad del pensamiento de Keynes, los segundos erigirán la bandera de la ruptura. De unos y otros tendremos que ocuparnos. Pero antes conviene mostrar algunas de las ideas del propio Keynes

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