MIRADAS SOBRE LA HISTORIA DEL ARTE UNIVERSAL

MIRADAS SOBRE LA HISTORIA DEL ARTE UNIVERSAL

Aurora Arjones Fernández (CV)

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El muro como soporte del mensaje medieval

Cuenta el beato Agnellus que Carlomagno hizo traer desde Rávena la obra que consideraba más bella, se refiere a la escultura ecuestre de Teodorico “El Grande”. También Carlomagno manifestó su voluntad de aprovechamiento, y en cierto modo rindió culto a la belleza de las columnas procedentes de la Antigüedad Grecorromana. En suma, queremos comenzar este capítulo dedicado al Románico, a las manifestaciones de la Edad Media cristiana, rompiendo con la convicción según la cual arte medieval es sinónimo de renuncia, olvide, rechazo,... de la estética clásica, de la cultura Grecorromana. En cualquier caso, no debemos confundir el Románico con una versión de las manifestaciones de la Antigüedad Grecorromana, es más de hacerlo caeríamos en un gran error dado que por ejemplo si nos centramos en arquitectura comprobaremos que mientras el arquitecto griego y romano prioriza los valores plásticos del edificio, casi lo conciben como una obra para ser contemplada antes que para deambular por su interior; por el contrario el arquitecto románico justamente se concentra en la organización del espacio. La arquitectura románica prioriza el valor espacial sobre el estético. En este sentido comprenderemos que una de las señas de identidad de la arquitectura de peregrinación será la adecuación de la planta basilical de herencia romana a las necesidades reales de los peregrinos: galerías para descansar, espacios para esperar, acceso directos a las reliquias que no interfieran en la celebración de la eucaristía, ... 

Cuando nos proponemos un acercamiento a las manifestaciones del Románico, a esas formas de expresión que en torno al año 1000 comenzaron a poner de manifiesto que más allá de las fronteras marcadas por los señores feudales había una forma de expresión común para los cristianos europeos. El Románico es intrínseco al cristianismo en Europa, más concretamente a los territorios romanizados en Europa que más tarde se aferraron al cristianismo como vehículo de lo clásico, de las reminiscencias de la Antigüedad Grecorromana frente a las tradiciones de los pueblos Germánicos.

Por el momento para introducir el Románico hemos aludido al feudalismo, así como al año 1000, quedaría el tercer principio fundamental de esta cultura: las peregrinaciones. Las teorías que emergen con el fin del milenio sobre el fin del mundo parecen ser un factor cultural especialmente presente a la hora de explicar el fenómeno de las peregrinaciones. El peregrinaje de cristianos hacia las ciudades santas, Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela respondía a la necesidad de dar gracias por las bondades concedidas o bien para solicitarlas. El tránsito de cristianos desde ciudades centroeuropeas a Roma, Santiago de Compostela, Jerusalén, ... se nos ofrece un aspecto decisivo para comprender que el Románico es un estilo internacional como podemos comprobar al contemplar el pórtico de la Iglesia de la Magdalena de Vezelay  y el de la Catedral de Santiago de Compostela. Es más, incluso no podemos dejar de subrayar que también esta cultura de los cristianos de la Edad Media comparte con las manifestaciones coetáneas claves- a las que nos referíamos en el tema anterior- tales como el predominio del contenido sobre la forma; es decir, en las manifestaciones medievales ya sean cristianas o musulmanas se prioriza lo que se cuenta, el tema o argumento, sobre la forma en que se plasma. Justamente este principio nos va a permitir comprender que tanto las manifestaciones musulmanas como las románicas participan del naturalismo conceptual, se mimetiza de la naturaleza lo necesario para que el penitente identifique el tema, el personaje, ... Pero en ningún caso se llega a la personificación o realismo romano.

“mira” el pórtico e interior de la Iglesia de la Magdalena de Vezelay (Francia)

La arquitectura románica se concibe como eminentemente funcional tanto es así que los muros no se enfoscan, ni decoran sino que el material constructivo se visualiza. Ahora bien, no se trata de una concepción estética del material constructivo sino sencillamente se concibe el muro como elemento sustentante. En este sentido cabe comentar que en el conjunto de una iglesia románica, ya sea de peregrinación o no, predomina el muro sobre el vano. La historiografía explica este principio atendiendo a una exigencia derivada del peso de los materiales utilizados para las techumbres. En el conjunto de la catedral o duomo de Pisa este principio también se cumple dado que no podemos olvidar que los arquillos del campanario, baptisterio y fachada principal de la catedral, son ciegos, no permiten el acceso de la luz natural al interior. La Catedral de Parma, entre otros espacios en los que las fachadas se organizan a partir de arquillos vivos, no son frecuentes sino que se trata de una variante específica del románico italiano más directamente relacionado con la arquitectura de la Roma Antigua.  

“mira” el conjunto del duomo de Pisa (Italia, exterior)

Las iglesias de San Miniato al Monte y San Isidoro de León,  y más concretamente sus fachadas, son buenos ejemplos de la relación entre la arquitectura románica y la procedente de la Roma Antigua, esta relación se basa en la proporción matemática, simetría, geometría, ... Estos principios de la arquitectura de la Roma Antigua subyacen en toda arquitectura románica como es el caso de la planta de Santiago de Compostela, San Martín de Frómistas,... aunque sin lugar a dudas la bicromía de la fachada de San Miniato al Monte y la sobriedad de San Isidoro de León resultan especialmente pragmáticas en relación a estos principios. Por el contrario, la fachada de San Miniato al Monte, como la arquitectura románica italiana en su conjunto, se contrapone al principio según el cual los materiales constructivos no se recubren en la medida en que en el Románico no se conciben desde un punto de vista estético sino funcional. En última instancia, como vamos a ver a lo largo de este tema el Románico es un estilo internacional pero no estándar ni globalizado, por ello presenta variantes en las distintas regiones.  

“mira” el exterior de San Miniato al Monte Florencia (Italia)

“mira” el exterior e interior de San Isidoro de León (León, España)

No todas las iglesias románicas son de peregrinación, pero sí que buena parte de las iglesias románicas así como también las de peregrinación presentan planta de cruz latina en la que se advierte la reminiscencia de la planta de las basílicas romanas y paleocristianas. La planta basilical está determinada por la cabecera o ábside, lugar de mayor simbolismo en la arquitectura románica y de peregrinación; en la cabecera o ábside tradicionalmente se disponen pinturas murales sobre la cúpula o bien se sitúan las reliquias del santo para que sean visitadas por los peregrinos. La preferencia de la planta basilical en la arquitectura románica se explica por la interpretación de la misma como metáfora del cuerpo de cristo crucificado así como el camino que debe recorrer todo cristiano. Por tanto el espacio es simbólico en las iglesias románicas y en las de peregrinación. El ábside simboliza el espacio divino; las naves longitudinales el mundo terrenal y el transepto el tránsito entre el mundo terrenal y celestial. Esta simbología del espacio nos permite comprender además la iconografía de la portada de los pies con  el Juicio Final; los capiteles de las naves longitudinales con pasajes del Antiguo Testamento en los que se exaltan conductas ejemplares como la de Daniel en el foso de los leones; y el ábside en el que nuevamente nos encontramos al Dios que enjuicia. 

El Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela plasma el tema del juicio final o pantocrátor. Además la planta de Santiago de Compostela se ajusta a la simbología de la planta basilical de peregrinación. Como detallan los profesores Fatás y Borras en el Diccionario de términos de arte, se estructura en tres naves longitudinales, una central más alta y ancha y dos laterales de menores dimensiones;  estas naves laterales se desarrollan hasta el ábside dando lugar al transepto y en el centro de este el crucero; tanto al transepto como al ábside se le adosan pequeñas capillas o absidiolos en las que se daba la posibilidad de celebrar misas en distintos momentos de la jornada; el ábside o cabecera se recorre a través de un pasillo que se denomina girola o deambulatorio, la función de la girola era favorecer el transito de los peregrinos a la cripta donde se atesoraban las reliquias, la cripta se localiza en el centro del ábside. En la Catedral de Santiago de Compostela el triforio o pasillo de anchura inferior a la nave lateral sobre la que se eleva normalmente en el segundo o tercer piso. Llamamos la atención sobre la común confusión del triforio como la tribuna, reafirmamos que la tribuna presenta la misma anchura que la nave lateral sobre la que se eleva mientras que como hemos visto en la Catedral de Santiago de Compostela el triforio es de menor proporción que la nave lateral sobre la que se eleva; la tribuna es más frecuente en los templos góticos que en los románicos. En Santiago de Compostela el triforio es una innovación arquitectónica. 

El arco de medio punto y la bóveda de cañón, es decir la cubierta arqueada que resulta del desplazamiento de un arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal, son los elementos sustentantes y sostenidos básicos de los espacios románicos como podemos contemplar en la nave central de la Magdalena de Vezelay, Santiago de Compostela,... En la nave central de Santiago de Compostela se introducen arcos fajones y formeros que refuerzan el sistema de sustentación de la techumbre. Recordemos que además del muro con escasos vanos construido con sillares de piedra, el Románico también se caracteriza por la utilización de macizos y anchos fustes de columnas o bien por columnas adosadas a un pilar como es el caso de la nave central de Santiago de Compostela.

“mira” el cimborrio de la Catedral de Zamora (España)

La Catedral de Zamora y la Iglesia de San Martín de Frómistas son dos ejemplos de iglesias románicas de planta de cruz latina que no se inscriben en circuitos de peregrinación de ahí la ausencia de girola en el ábside.

“mira” la Iglesia de San Martín de Frómistas (España)

Las conclusiones recogidas, a instancias de Carlomagno, por teólogos del conjunto de la cristianada en el Libri Carolini (en torno al 791) nos permiten comprender la función didáctica de la imagen para la Edad Media. Entre las conclusiones versadas en el Libri Carolini nos resultan especialmente significativas: las imágenes no pueden ser adoradas dado que no tienen valor religioso; no pueden ser destruidas porque no tienen valor por si mismas sino conforme a la liturgia. Las imágenes tienen una doce función, didáctica para facilitar la comprensión de la liturgia a los que no conocer la lengua o son ágrafos; y estética, dado que a través de a través de la belleza podía contribuir a la convicción de la liturgia. Estos principios son fundamentales para comprender el uso de la imagen en el Románico y en el Gótico, y por extensión cuando alcancemos el Renacimiento valoraremos como estos principios se desarticulan.

 La caracterización del personaje de San Pablo, el atributo que porta cada uno de los doce apóstoles, o bien la disposición de Santo Tomás de perfil frente a la ley de la frontalidad que predomina en el conjunto de la Duda de Santo Tomás de Silos, nos resulta un ejemplo paradigmático de la escultura románica; efectivamente predomina el contenido sobre la artisticidad o maestría técnica a la hora de representar la escena de ahí que podamos comprobar la voluntad del artífice al detallar a cada apóstol con un atributo distinto, su objetivo es que el penitente o peregrino pueda llegar a identificar a cada uno de los doce apóstoles a partir del libro, pluma o pergamino que portan; es más, aunque la intención es representar al personaje y no a la persona observamos en que medida el artífice de este relieve se esfuerza por diferenciar a cada apóstol por ejemplo a partir de la barba, gesto de la mano, sentido de los pliegues de las túnicas... Estos aspectos justifican el naturalismo conceptual o esquemático. En cualquier caso no podemos pasar por alto que en este relieve observamos la ley de adecuación al marco que ya comentábamos en los relieves de los frontones del Partenón; los apóstoles se organizan en tres niveles en altura y se adaptan al espacio que describe el arco de medio punto que enmarca la escena. En la disposición de los apóstoles también subyace la prioridad del contenido dado que todos los personajes dirigen su mirada hacia el punto central de la composición: la herida de  Cristo en la que incide Santo Tomás. El canon simbólico que ya era común en el relieve del Antiguo Egipto ahora vuelve a ser un recurso del maestro escultor para central la atención del espectador sobre uno de los personajes representados. Sin lugar a dudas la temática de la escultura románica es religiosa, así en este relieve del claustro de Santo Domingo de Silos tenemos una buena muestra. En cualquier caso, uno de los temas más frecuentes es el Juicio Final.
Dios padre enjuiciando acompañado de los cuatro evangelistas (pantócrator), el Juicio Final, pasa a ser el tema central de las portadas de los templos románicos tal y como vemos en el Pórtico de Santa Fe de Conques (España), en el Pórtico de la Iglesia de San Pedro de Moissac (Francia), en el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela (España). Llamamos la atención sobre la expresividad de los altos relieves de las jambas de los pórticos de San Pedro de Moissac frente al esquematismo y adecuación al marco de los ropajes de los mismos.

“mira” el  claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos (España)

“mira” el pórtico de la Iglesia de San Pedro de Moissac (Francia)

El Pórtico de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela al igual que los relieves del claustro de Santo Domingo de Silos datan del siglo XI; esta portada ofrece un significativo valor histórico testimonial en la medida en que es la única que se conserva de las descritas en el Codex Calixtinus. El Pórtico de las Platerías se organiza en dos pórticos resueltos en arco de medio punto; en el pórtico de la izquierda el tema central del tímpano o intradós es la tentación de Cristo por un grupo de demonios mientras que en el pórtico de la derecha se plasma el tema de la pasión de Cristo, la Adoración de los Reyes Magos la Virgen entronizada con el niño. Los relieves de una y otra portada presentan adecuación al marco, en ellas los personajes y escenas se yuxtaponen,... Las jambas de estas portadas no se resuelven mediante figuras bíblicas sino que se trata de columnas salomónicas y con fuste y capiteles de relieves bíblicos. En suma los relieves de los dos pórticos que conforman el Pórtico de las Platerías se ofrecen característicos de un relieve románico frente a la expresividad gótica de los relieves del Pórtico de la Gloria. En cualquier caso, recordemos que estos grupos escultóricos fueron objeto de intervenciones a lo largo de los siglos que nos permiten explicar la incorporación de figuras que originariamente se localizan en otras puertas o espacios de la catedral.


“mira” el pórtico de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela (España)

El valor plástico de los relieves del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela frente al de las Platerías, así como al conjunto de la escultura románica, no está condicionado por su soporte, es decir no hay adecuación al marco. Justamente esta característica nos permite afirmar que el Pórtico de la Gloria es una obra de transición al Gótico. Se concibe como un conjunto escultórico en la medida en que jambas, arquivoltas, intrados y dovelas de las jambas se ofrecen soporte de las diversas escenas que conforman el Juicio Final. En el parteluz del arco central, Santiago apóstol entronizado; sobre el parteluz, en las arquivoltas los ancianos del Antiguo Testamento que muestran tal expresividad (conversan entre ellos). Detengámonos en el intrados, Dios padre entronizado a mayor proporción que el resto de los personajes (canon simbólico) acompañado del tetramorfo, su disposición además marca la simetría de esta composición en alto, medio y bajo relieve; y en las jambas los apóstoles y profetas. El peregrino al alcanzar el acceso principal de la Catedral de Santiago de Compostela leía a través de estos relieves el tema del Juicio Final, y tenía constancia de que los apóstoles y profetas de las jambas le acompañarían en su transitar por el templo símbolo de la vida terrenal a lo largo del cual en los capiteles nuevamente podrían leer a través de imágenes escenas del Antiguo Testamento dispuestas cumpliendo una función moralizante.

“mira” el pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela (España)

Como comentábamos en líneas anteriores la cultura medieval en su conjunto concibió el lienzo de muro como soporte del mensaje, lo vimos en la cultura hispano musulmana y también lo observamos en el Románico y Gótico. El relieve y la pintura mural son las técnicas con mayor desarrollo durante el Románico. Entre los lugares simbólicos del templo recordemos que el pórtico y los capiteles de las columnas de la nave central era donde se disponían los relieves. Pues bien, la pintura mural cuyo soporte es el lienzo de muro, preferentemente se ubica en la techumbre del ábside como comprobamos en el interior de las iglesias de San Clemente de Tahull, Santa María de Tahull, el Panteón de los Reyes y en San Isidoro de León.


“mira” pintura mural del ábside de San Clemente de Tahull (España)

El predominio del contenido que destacábamos en los relieves ahora se pone de manifiesto también en la pintura, se trata de una pintura delineada en negro en la que la línea o contorno favorece la identificación y lectura de las imágenes por parte de los penitentes. Por tanto, en la pintura románica predomina el dibujo sobre el color. Veamos con más detenimiento este principio. Si contemplamos la Virgen entronizada con el niño del ábside de Santa María de Tahull (hoy en el Museo Nacional de Cataluña) comprobaremos que aun a pesar de que se trata de una pintura en la que se da una variada gama de tonos, los colores son planos no hay gradación de tonos de ahí la escasa volumetría de las figuras. Es más, si percibimos volumen, éste no es fruto de la artisticidad del maestro sino que es común en la pintura románica el principio de la adecuación al marco en el sentido de que si el soporte es curvo (puesto que se pinta sobre la techumbre de la bóveda o cúpula) el artífice adecua la representación a la forma del soporte curvo; de ahí, que en la pintura románica no podamos hablar de composición puesto que no hay sensación de la tercera dimensión ni perspectiva.  En este sentido también cabe llamar la atención sobre el espacio, las escenas se contextualizan en ambientes irreales, no hay paisaje aunque en San Isidoro de León podamos contemplar los elementos propios de un paisaje: animales, árboles, personajes, ...

“mira” la pintura mural del ábside de Santa María de Tahull (España)

“mira” la pintura mural de las bóvedas del Panteón de los Reyes de San Isidoro de León (España)