APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

Alejandro Landaeta Salvatierra (CV)
PDVSA Servicios Petroleros, S. A.

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V.5. El presunto componente rentístico del salario

Hemos ofrecido un enfoque del modo en que se asimila la renta petrolera internacional en el proceso de valorización capitalista, así como un conjunto de aspectos dinámicos de ciclo corto. Los esquemas analíticos y el razonamiento trazado arriba, que nos han conducido a compilar varias hipótesis generales, señalan algunas precisiones sobre el alcance de las categorías estudiadas y los límites de sus ataduras. Una de ellas es el capital variable, un término de la ecuación de valorización sobre el cual cae la presunción de ser sujeto de absorción rentística, en atención a una perceptiva de Baptista y Mommer 1. Al respecto haremos algunos comentarios.

Hemos dicho arriba que la ecuación de valorización expresa el efecto de la renta en sus dos extremos, el capital constante en la forma de capital circulante, y en la ganancia. El capital variable queda constreñido a la esfera del valor agregado capitalista y está asociado a la plusvalía. Ambos son determinados por el tiempo necesario y el tiempo excedente, respectivamente. En este sentido hay una separación de fondo entre los trabajadores subsumidos al proceso de valorización y los que se encuentran en el ámbito público sin fines mercantiles. Los primeros, a diferencia de los segundos, no son sujetos de percepción rentística. El valor agregado producido como contrapartida de los salarios públicos no pertenece a la estructura de valorización. Ahora bien, cabe aquí una apreciación crítica de lo que sostienen Baptista y Mommer respecto de la remuneración al trabajo en Venezuela. En su análisis sobre el desarrollo del salario y el comportamiento de la economía rentística, refieren lo siguiente: “En lo relativo al desarrollo del salario real en el largo plazo, la única investigación que existe demuestra que, entre 1936 y 1978; éste creció en la industria manufacturera, mucho más rápidamente que la productividad. En condiciones normales, y así lo confirma la comparación internacional, hubiera crecido más bien a tasas inferiores o en el extremo a la misma tasa. Para los fines aquí perseguidos bastan esta referencia y la discusión anterior para admitir que, por lo menos hasta 1983, el salario real en Venezuela tuvo un importante componente rentístico.” (Distribución factorial…, p. 20, destacado propio).

La afirmación puesta en cursivas es falsa para los trabajadores asalariados al servicio del capital. No se trata de negar en modo alguno las observaciones empíricas sobre el comportamiento del salario real en el período estudiado, sino de ofrecer una explicación alternativa sobre la divergencia evolutiva de éste respecto de la productividad. Es importante ofrecer esta explicación para que podamos comprender a cabalidad el planteamiento teórico del proceso de valorización rentístico y la base funcional del sistema capitalista en la Venezuela petrolera. Antes hace falta decir que en todo metabolismo capitalista, mientras sea tal, los trabajadores asalariados no pueden ser sujetos de rentas implícitas en la remuneración normal si nos atenemos a una comprensión marxiana de dicho metabolismo social.2 Pero es menester dilucidarlo en lo que respecta a la apropiación de la renta y al efecto que ejerce sobre el sistema interno de acumulación. La ganancia comercial percibida por el capitalista importador es, prima facie, plusvalía producida en el país, que a su vez forma parte de la masa total de plusvalía a lo largo y ancho del sistema global de valorización. Sostener que parte de esa plusvalía “vuelva” de retruque a manos de los asalariados lleva a un sinsentido teórico por cuanto obliga a redefinir en segunda instancia tanto la propia masa de plusvalía como la masa de capital variable, cayendo en una tautología.

La opción coyuntural que tiene el capitalista de pagar salarios por encima del crecimiento de la productividad sólo conduce a una menor tasa de plusvalía. La complementación que recibe el capitalista comercial a través de una masa no producida para nada modifica este resultado, pues lo que altera es su tasa de ganancia. La ventaja circunstancial mercantil o de política pública que tiene el capitalista para apropiarse de renta es capaz de permitirle pagar mejores salarios, independientemente del comportamiento de la productividad en cada ciclo de valorización, pero eso no significa que esté transfiriendo renta al trabajador o compartiéndola con éste. La afirmación de que “el salario real en Venezuela tuvo un importante componente rentístico” debe dar lugar a una comprensión alternativa y un enunciado distinto: si la ganancia capitalista se hace de un componente rentístico, ésta puede tolerar salarios relativamente más altos al costo de una menor tasa de plusvalía. Esta comprensión puede ser reforzada con el tratamiento teórico de la fuerza de trabajo al servicio de los capitales no productivos, como el comercial y el financiero, con el objeto de que no haya dudas sobre la naturaleza homogénea del valor de la mercancía fuerza de trabajo. Toda fuerza de trabajo al servicio del capital, indistintamente de la posición funcional que éste tenga en el ciclo de metamorfosis, es productiva, por lo tanto crea valor y co-determina la tasa global de plusvalía.

Todo lo contrario sucede con la fuerza de trabajo al servicio de las actividades no capitalistas del Estado. Este segmento no crea valor para el capital, no interfiere en lo más mínimo en el ciclo de valorización salvo como agentes de demanda, siendo por lo tanto un elemento ajeno. La contrapartida de la remuneración al trabajo no productivo (desde el punto de vista del capital) que realiza la masa de trabajadores públicos sólo puede provenir de la plusvalía creada en el ciclo reproductivo y de los contribuyentes asalariados y no asalariados. Por esa razón se trata de una remuneración que afecta a posteriori la masa de plusvalía, sin interferir en la determinación de su tasa ni en la de ganancia. En el metabolismo capitalista “normal”, regido por la ecuación (V-1, supra), la remuneración a la masa de trabajadores públicos proviene de los impuestos cobrados tanto a los capitalistas como a los demás contribuyentes territoriales, asalariados y no asalariados. En el capitalismo rentístico, regido por la ecuación (V-2), la contraparte proviene en gran medida de la renta externa, con lo cual los salarios no productivos del sector público sí pueden contener un elevado componente rentístico, lo que no debe dar pie de ninguna manera a pensar que los trabajadores públicos sean rentistas, ni total ni parcialmente. Ese componente forma parte del poder adquisitivo del Estado devenido por los ingresos netos petroleros, transferido parcialmente a los trabajadores públicos en la forma de salarios, a cambio de un producto o servicio que constituye un valor agregado legítimo desde el punto de vista de las cuentas nacionales.

Para que el salario de los trabajadores al servicio del capital perciba un componente rentístico, la plusvalía tiene que ser negativa, es decir, p < 0. Una plusvalía negativa, económicamente hablando, no es plusvalía. Significa, ni más ni menos, que el equivalente a la totalidad del producto más una fracción de producto apropiado por algún prodigio distributivo es enajenado por los trabajadores al servicio del capital, en algún compartimiento o en su totalidad. Si mirásemos al núcleo de valorización como una rama económica y todos los medios de producción fuesen propiedad de un solo capitalista, la apropiación de renta tendría que ser suficientemente grande para posibilitar al capitalista sufragar salarios cuyos trabajadores podrían, si se antojaran, comprar todo el producto de valor producido en su industria y disponer todavía de su porción de renta. El capitalista realizaría su ganancia sólo con la venta de las mercancías importadas. Desde luego, en este escenario disparatado no habría quien las compre excepto el mismo capitalista.

El tiempo excedente de producción puede efectivamente disminuir, lo que equivale a una elongación del tiempo necesario, todo lo cual sucede dentro de los límites del producto de valor, no fuera de éste, por cuya razón los asalariados no pueden percibir ningún componente rentístico. Si el sentido común señala que los trabajadores asalariados al servicio del capital sean sujetos de percepción de renta a través del salario, como efecto de una apropiación rentística lograda en la realización mercantil, es menester desmitificar tal percepción aclarando la significación de cada categoría. Algo análogo sucedería con los trabajadores de una gran corporación monopolista, cuyos capitalistas podrían pagar mejores salarios relativos al lograr un precio más alto por succión de plusvalía social, pero en ningún momento los trabajadores estarían cobrando fracción alguna de dicha plusvalía.

Para ilustrar la relación entre una mejora salarial al margen de la productividad en condiciones de bonanza rentística, utilizaremos el esquema de la sección anterior que compara un capital foráneo cualquiera con un capital interno que produce la misma mercancía, como aparece en el siguiente cuadro:

Diremos que este capital foráneo puede estar situado en cualquier país de la periferia, para aplicar convenientemente la premisa de identidad de las productividades particulares. Ambos capitales logran asimismo iguales tasas de ganancia. El capital interno es casi una réplica del foráneo multiplicado por una tasa de cambio de 4,30 bolívares por dólar. Es exacto en cuanto a los capitales circulante y fijo. Sin embargo, el peso relativo del capital variable es mayor en el capital interno. Si los procesos productivos son idénticos, el volumen de fuerza de trabajo debe ser también igual en ambos procesos, cambiando por ende sólo el salario, que es más alto en el caso del capital interno. Las respectivas tasas de explotación difieren, en consecuencia: para el capital foráneo, es de 633 %, mientras para el capital interno es de 551 %. La tasa de explotación del segundo está atenuada. La masa de ganancia es también algo más elevada relativamente, alcanzando 77 al cambio (330,7 / 4,3) contra 76 (redondeados). El segundo cuadro muestra las mismas magnitudes en divisa.

Las estructuras de costos son transparentes y tienen el mismo peso para ambos capitalistas, pues el rédito es el mismo (46 %). Sin embargo, la masa de valor no es igual, siendo mayor para el capital interno (244 contra 241). Si las productividades son idénticas, las masas de valor no pueden diferir. Difieren porque el capital interno captura una fracción de valor extra que, siendo mayor el precio de realización, corresponde a renta internacional (ver cuadro en divisas). El monto de la renta capturada es de 2,9 dólares, que aparentemente está distribuido entre el capital variable (2,0) y la ganancia (0,9). Pero no es exactamente así. Toda la renta (2,9) es apropiada por el capitalista. El tiempo excedente se reduce, incrementando el tiempo necesario, de manera que toda movilidad de la magnitud de V a lo largo del tiempo social necesario para objetivar el producto de valor sucede en el rango del tiempo de producción, no fuera de éste, con lo cual la magnitud V sigue correspondiendo a la categoría capital variable sin degenerar de ningún modo a un híbrido. Los asalariados siguen percibiendo salario en todo momento, nunca renta, sin importar en lo más mínimo que la productividad decline. Si declina, puede suceder que disminuya el producto de valor (dentro del cual se definen los segmentos de tiempo necesario y excedente) mientras el capitalista complementa el déficit con renta.

El producto de valor inherente al precio de producción de ambos capitales es de 88 (12 + 76), suponiendo que ambos son estrictamente especulares (que ceden o absorben la misma porción de plusvalía). El capital interno suma al producto de valor la cantidad de 2,9 dólares, llevando el valor agregado aparente a 90,9 (14 + 76,9). Esto le permite disminuir la ganancia (plusvalía apercibida) de 76 a 74, elevando el capital variable de 12 a 14. De esa forma el proceso de determinación interno de plusvalía se modifica hasta reducir ésta exactamente en 2 dólares. Para mantener la tasa de ganancia, la disminución de la plusvalía se cubre con renta, llevando la ganancia de 74 a 76,9. En resumen, lo que sucede es lo siguiente: se desplaza la divisoria entre el tiempo necesario y el tiempo excedente a favor del asalariado, atenuando la tasa de explotación, sin medrar la ganancia del capitalista, que es complementada con renta internacional. Sólo por mediación de la ganancia el capital puede absorber renta internacional. Por definición, los trabajadores al servicio del capital no pueden percibir renta, aunque puedan ser beneficiarios indirectos de la bonanza rentística. 3

1 Mommer / Baptista, “Renta petrolera y distribución factorial del ingreso.” Referido supra., p. 20. Destacado propio.

2 Esto forma parte de una comprensión en torno al conocido “problema de la transformación de valores en precios de producción”, que conlleva a entender el carácter pivotal del capital variable en la determinación de los precios de producción a partir de los valores.

3 Un recurso extremo de entender esto es imaginar que todo el producto de valor se transforma en capital variable. En ese caso, la plusvalía es nula y la totalidad de la ganancia se logra por absorción de renta. Tal absorción haría nula la tasa de explotación. Por otra parte, los trabajadores asalariados al servicio del capital pueden disfrutar beneficios de la renta a través del gasto social del Estado, hecho que se halla fuera del ámbito de valorización.