APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

Alejandro Landaeta Salvatierra (CV)
PDVSA Servicios Petroleros, S. A.

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III.2. La renta diferencial de los hidrocarburos

La renta diferencial fue un tópico de la economía política en una época donde la producción agrícola chocaba con los intereses de los terratenientes. Hoy en día la industrialización agrícola y el hecho de que los capitalistas o el Estado son también normalmente los dueños de la tierra, ha hecho perder relevancia al asunto, con excepción tal vez de la renta urbana. No así en cuanto a la producción de hidrocarburos por las condiciones arriba comentadas. No existe un coeficiente técnico uniforme de productividad, como en las industrias manufactureras, así que cada campo y cada yacimiento imponen la capacidad de extracción. La productividad se mide, más que por el producto, por la optimización de costos. Un barril menos costoso significa más excedente bruto. Los yacimientos que conservan presión natural o están jóvenes requieren menos trabajos que aquellos que han declinado significativamente. Éstos ameritan la inyección de energía. A medida que un yacimiento va declinando, mientras no aumenta su factor de recobro, tiende a incrementar el costo unitario, salvo que puedan darse mejoras tecnológicas ahorradoras. En términos de Marx, el valor de cambio individual de un barril se determina por el tiempo técnico total de extracción, como sucede análogamente con cualquier mercancía que una vez producida permanece en los linderos de la fábrica.

No obstante, la mercancía debe realizarse para completar el ciclo de valorización, es decir, cumplir el segmento M-D, mercancía (M) que se cambia por dinero (D). Para completar el ciclo, debe entrar en competencia con todas aquellas mercancías producidas durante el ciclo que tengan el mismo valor de uso. Si el origen de tales mercancías difiere, es lo más probable que también difieran sus coeficientes de productividad, especialmente si no ha habido suficiente tiempo para difundir y homologar una tecnología nueva. El coeficiente más alto ofrecerá ventajas competitivas al capitalista, mientras el más bajo pondrá en riesgo al competidor. La demanda solvente, es decir, el potencial de realización en el ciclo de reproducción, co-determina el coeficiente definitivo, pues aunque los procesos más productivos tengan ventaja competitiva, si no logran abastecer la demanda (en condiciones de libre concurrencia), permanecerán al lado de los menos productivos que logren complementarla, al menos temporalmente. El precio de realización lo determina el capital menos productivo, que equivale a decir el de mayores costos de producción. En la agricultura, la adición de una parcela menos fértil es condicionada por la demanda, y la posibilidad de invertir en dicha parcela viene dada por las propias condiciones de la renta absoluta en la zona marginal: el potencial arrendatario deberá llegar a una fórmula de avenimiento para garantizar una tasa de ganancia uniforme. En el extremo la renta absoluta llega a ser nula si tanto la demanda como la expectativa de rentabilidad no imponen la adición, siendo entonces nulo el valor de la tierra. Este pudo ser el caso, por ejemplo, de la frontera agrícola del Medio Oeste norteamericano durante la expansión del siglo XIX.

Las diferencias en los costos de explotación de los hidrocarburos no obedecen al factor comentado de asincronía de los adelantos tecnológicos, que en cualquier rama de producción hace que el valor de la mercancía quede determinado por el tiempo social necesario medio de producción, que es un nivel algo más definido en que interviene la variabilidad normal de las productividades particulares, que son concretas. Estas diferencias responden, de acuerdo a las condiciones específicas comentadas, a las características de los yacimientos y de los hidrocarburos. La misma tecnología aplicada en distintos campos puede arrojar, como con seguridad debe suceder, distintas tasas de recobro sobre el potencial. La profundidad del yacimiento, su presión natural, las complicaciones de localización, el clima y, en fin, numerosos factores, determinan indefectiblemente diferencias considerables en los costos de cada barril extraído, que cambian incluso de un día para otro. Son diferencias estructurales.

En la historia de la explotación petrolera del siglo XX, a medida que avanzó a escala planetaria la actividad exploratoria de las grandes compañías, esas diferencias se acentuaron, en especial cuando fueron descubiertos los enormes campos del Medio Oriente, como el campo Ghawar de Arabia Saudita. Los campos sauditas y del norte de África son ricos en crudos livianos, lo que los hace especialmente ventajosos en cuanto a los costos de extracción. Desde luego, la industria petrolera se ha hecho de innumerables técnicas para explorar y explotar estos recursos minerales, lo que no incide en lo más mínimo en el hecho de presentarse las diferencias derivadas de la naturaleza de los yacimientos, es decir, por causas distintas de la aplicación tecnológica. Las grandes compañías y los Estados a través de las empresas nacionalizadas se han encargado que las inversiones contemplen por lo regular todos los adelantos a la mano, no hay razones para suponer retrasos tecnológicos significativos que puedan convertirse en un factor adicional. No obstante, esto carece de relevancia en la determinación de la renta diferencial, pues de presentarse rezagos localizados, los mismos igualmente se presentan en un grado u otro en todas las ramas productivas y tienden a ser temporales. La industria petrolera, por su significado estratégico en la actual civilización energófaga, cabe pensar que sea la menos afectada en ese sentido.

La renta diferencial, que deberíamos llamar con mayor propiedad ganancia extraordinaria tal como la llamó Marx, no depende de la propiedad efectiva del suelo, es completamente objetiva, aparecerá indistintamente de que el suelo sea de un tercero o de quien lo explota. Dice Lenin sobre el particular: “El problema de si existe o no propiedad privada sobre la tierra no guarda relación alguna con el problema de la formación de la renta diferencial, que es inevitable en la agricultura capitalista, aun tratándose de tierras municipales, del Estado o sin dueño.” 1 También Marx: “Esta ganancia extraordinaria existiría aunque no existiese la propiedad privada sobre el suelo.”2 Es también inevitable en la industria hidrocarburífera. Cuando el explotador del recurso es el mismo dueño de la tierra, se apropia directamente de la renta como tal dueño de la tierra, no como capitalista (Marx dixit). La renta diferencial es, en ese sentido, una ganancia extraordinaria apercibida por el capital, que presupone su entrega al dueño de la tierra si es un tercero, pero que igualmente constituye un ingreso distinto de la ganancia capitalista ordinaria o media cuando el dueño de la tierra es el mismo capitalista. La formación de la tasa de ganancia media presupone el descuento de la renta diferencial. Sin embargo, el asunto de fondo nos lleva a la ecuación de valorización, que remite a la formación de la plusvalía.

El capital hidrocarburífero es, por excelencia, internacional, está enfrentado al mercado mundial, es un capital pelágico, de allí que forme un nudo en el ámbito global del metabolismo capitalista. La formación de plusvalía en esta rama está co-determinada por la esfera mundial de intercambios, en que intervienen todas las ramas capitalistas involucradas en el comercio mundial y en la explotación del trabajo en cada uno de los compartimientos geográficos donde tienen sus enclaves productivos. La realización mercantil de todos estos capitales cierra el ciclo de co-determinación de la masa de plusvalía y de sus respectivas tasas, formándose así los precios de mercado y la distribución de esa masa de acuerdo a la presión por la tasa media de ganancia que haya incidido en dicho ciclo, estableciendo las ganancias particulares y las desviaciones respecto de los valores, así como también respecto de los precios de producción de todas y cada una de las mercancías realizadas. Siendo por lo tanto la vocación petrolera eminentemente volcada hacia el mercado mundial, la incidencia de la renta diferencial ocurre en ese ámbito del metabolismo global, actuando como un factor intrusivo en dicho metabolismo que, como hemos dicho, es objetivamente inevitable. Aquí aun no estamos considerando como factor adicional la cartelización o las estrategias de precios de los exportadores petroleros, que puede inducir una alteración del nivel objetivo del precio de realización, pero no la anulación de la fuente estructural (las diferencias objetivas). La cartelización es capaz de ensanchar cuantitativamente la renta diferencial hasta el nivel que lo permita la demanda solvente, como ocurre con cualquier capital monopolista en cuanto al precio de oferta. Procede analizar entonces en qué forma incide la renta diferencial y cuál es la fuente constitutiva de la ganancia extraordinaria, es decir, de la renta petrolera. Este análisis requiere la compatibilidad lógica de la formación y distribución de la masa internacional de plusvalía respecto de la formación de la tasa media de ganancia, que remite a la estructura de valorización.

Antes tomaremos nota de unos puntos clave sobre la materia señalados por Marx: a) “…la renta del suelo no nace del aumento absoluto de la capacidad productiva del capital empleado o del trabajo apropiado por él y que, en términos generales, sólo puede disminuir el valor de las mercancías, sino de la mayor productividad relativa de determinados capitales concretos invertidos en una rama de producción, comparada con las inversiones de capital que no gozan de estas excepcionales condiciones favorables de productividad creadas por la naturaleza.” b) “La fuerza natural no es la fuente de la ganancia extraordinaria, sino simplemente la base natural de ella.” c) “…[la] productividad acrecentada del trabajo no se convertiría nunca en plusvalía si el capital no se apropiase la capacidad productiva, natural y social, del trabajo empleado por él, como si fuese un atributo suyo.”3 Marx hace referencia del capital productivo asociado por privilegio a una fuerza natural, que permite gozar de una mayor productividad relativa. La ventaja se vincula al aumento de la productividad y la reducción del valor de las mercancías por efecto de dicho privilegio. La estructura de costos es distinta gracias a la fuerza natural confinada, lo que puede aumentar la plusvalía relativa siempre y cuando se extienda el tiempo excedente.4 Si hay aumento de plusvalía relativa corresponderá estrictamente a la valorización propia del capital en cuestión, es decir, aunque derive del privilegio natural, es creada en virtud del proceso de trabajo inherente a dicho capital, constituye una ganancia estructural o “por derecho propio”.

La reducción del valor del capital constante en una industria particular, derivada de un incremento de la productividad de los medios de producción por ella empleada, es lo que he denominado en otra parte transformación de primer orden,5 cuyo efecto es el de reducir el valor de la mercancía y de la masa de mercancías si la producción permanece estanca, sin modificación de la masa ni de la tasa de plusvalía. La tasa de ganancia en este caso aumenta sólo por efecto de la disminución del valor del capital constante. Pero para examinar la especificidad de la industria hidrocarburífera a la luz de los ejemplos dados es necesario hacer un ajuste conceptual. Como hemos visto, las diferencias de costos no obedecen a la ventaja tecnológica, sino a las propiedades físicas del yacimiento y del hidrocarburo, que exigen tecnologías específicas.6 Una misma tecnología aplicada en distintos yacimientos produce distintos resultados, no por una variabilidad estadística normal, sino por causas estructurales. Desde este punto de vista, la diferencia de costos está asociada al volumen de producción, es decir, la productividad no es esencialmente controlable.

Si lo vemos mediante la nivelación de los volúmenes de producción, el resultado será un menor costo por barril entre un campo y otro, aunque la tecnología sea la misma. Una diferencia de profundidad del yacimiento habrá de requerir más material, más tiempo, indistintamente que el hidrocarburo tenga las mismas características o gravedad de otro situado en un yacimiento más somero. En estos casos, la transformación de primer orden no actúa en su forma pura, sino en forma análoga, decimos que es como si el costo del capital constante se redujera en un caso respecto del otro. Las diferencias de las productividades no obedecen a ahorros en el tiempo necesario, o sea, en el proceso de producción inmediato, lo que equivale a decir que la fuerza de trabajo es la misma en un campo que en otro. En las demás ramas industriales esto no aplica, indistintamente de que los ahorros en el tiempo necesario también ocurran en la industria hidrocarburífera por adelantos tecno-científicos. En aquellas ramas las diferencias tienden a desaparecer a través de la difusión, sobre todo una vez que los derechos de propiedad intelectual han caducado. Sin embargo, las necesidades concretas de ingeniería hacen inevitables las diferencias cuando la realidad objetiva así lo exige. Hallamos entonces dos situaciones límite: cuando aplicamos la misma tecnología en dos campos con resultados distintos en los volúmenes; y cuando las tecnologías son distintas aunque sean iguales los volúmenes. En ambas situaciones el efecto es el mismo: el costo unitario difiere entre un campo y otro, lo que no se puede modificar por difusión, homologación o control de la productividad (descartamos aquí por supuesto las ineficiencias o problemas que no dependen de las condiciones dadas). La renta diferencial hidrocarburífera no ocurre, en consecuencia, por un privilegio que incida sobre la productividad estructural, es decir, sobre la técnica de producción. El “privilegio” es dado por la mayor o menor disponibilidad objetiva del recurso.

A lo largo y ancho de toda la actividad extractiva hallaremos una combinación compleja que, no obstante, nos brinda parámetros analíticos para dimensionar el fenómeno de la renta diferencial. La distribución de la fuerza de trabajo en función de los diferentes métodos de levantamiento efectivamente presenta un grado de variabilidad estructural, pero no parece ser muy significativa respecto del estándar. Si se toman casos extremos es fácil destacar estas diferencias (por ejemplo una explotación somera en tierra de una profunda costa afuera), pero en el promedio de los yacimientos la variabilidad descansa en la madurez de éstos, su declinación, su profundidad, el grado del hidrocarburo, el contenido de azufre o metales pesados, etcétera. El costo estructural de extraer crudo de arenas superficiales bituminosas o de fracturación de roca de esquisto es muy distante de la perforación de pozos en yacimientos convencionales, pero son estos casos extremos los que definen los límites de la distribución del espectro de productores con arreglo a la demanda solvente. La distribución debe concentrar al grueso de productores en torno a un estándar tecnológico con un coeficiente de fuerza de trabajo relativamente homogénea, que permite inferir la mayor incidencia de la capacidad de levantamiento en la determinación del costo unitario para el conjunto de yacimientos convencionales. Es decir, que cabe esperar que el coeficiente de fuerza de trabajo por pozo no difiera demasiado en relación a la diferencia de los volúmenes de crudo puesto en la superficie, salvo en los casos en que intervienen factores naturales como climas extremos o la ubicación de los pozos en lagos o costa afuera. Aun así, un pozo costa afuera muy productor ofrece ventajas respecto de uno somero que ofrezca unos pocos barriles, aunque esté en el patio de la casa. Esta variabilidad objetiva de los costos unitarios arroja una distribución del valor individual o interno de cada barril que constituye la base de la renta diferencial, aunque las tasas de plusvalía no presenten diferencias significativas.

Podemos suponer un conjunto de campos explotados con una tecnología uniforme, cuyo rendimiento difiere. Al alcanzar el máximo de producción en cada campo los costos totales se homologan, permanece constante el valor total y las plusvalías son iguales, pero los costos unitarios difieren. Es posible una situación inversa, en que el costo del capital fijo es distinto por efecto de distintos métodos, la producción es uniforme, disminuye el valor total conservándose o aumentando las tasas de plusvalía, y diminuyendo igualmente el costo unitario. Los distintos métodos pueden aumentar la tasa de plusvalía si logran extender el tiempo excedente para el mismo nivel de producción. En general, es razonable hallar una combinación en la cual habrá un grado de variabilidad estructural de las tasas de plusvalía y del valor de la masa producida, pero con una alta variabilidad del valor y los costos unitarios. La renta diferencial no se modifica por la variabilidad de las tasas de plusvalía, pues permanece constante el valor agregado mientras no cambie la extensión de la jornada de trabajo vivo. Pero mientras mayor sea la variabilidad de los costos unitarios mayor será la renta diferencial, y será aun mayor si hay diferencias significativas en los volúmenes de producción. Hallamos así dos variables determinantes: a) el costo unitario; y b) el volumen diferencial. Una primera definición de la renta petrolera, suponiendo que los precios coinciden con los valores, viene dada así:

Rd = (wR - cu) q - P,

siendo Rd la renta diferencial, wR la magnitud del valor unitario que rige para todos, cu el costo unitario, q el volumen de producción y P la plusvalía. La plusvalía se define a su vez como p W, donde p es el coeficiente de plusvalía y W el valor de la producción. 7 Puede verse que en condiciones de homogeneidad tecnológica el capital de mayor costo es el que marca la longitud estándar del tiempo necesario. En condiciones de heterogeneidad tecnológica priva la determinación de ahorro en el capital constante. En la realidad la longitud rectora del tiempo necesario recae en el capital de mayor costo, cuya situación límite es Rd = 0. En este punto el capitalista debe abstenerse de producir si el suelo o el recurso no son propios. Esta expresión puede escribirse igualmente considerando la desviación precio-valor introduciendo el precio de referencia y la ganancia g, siendo g = P ± d, donde d es la desviación debida a las diferencias en las composiciones orgánicas de todos los capitales involucrados en el ciclo de reproducción. Habrá renta diferencial si (wR - cu) q > P.

Tenemos pues que

Rd = (pR - cu) q - g,

siendo pR el precio de referencia del mercado y cu el costo unitario expresado ya como precio de costo. La magnitud positiva Rd es la renta diferencial económica o bruta, que puede contener la renta absoluta. La renta petrolera al mismo tiempo contiene las desviaciones estructurales y estocásticas entre los valores y los precios de producción. La ganancia g es una magnitud límite y se determina exactamente como en todos los capitales, mediante la tendencia a la nivelación de la tasa global de ganancia, prescindiendo aquí de posibles distorsiones ajenas a la libre movilidad. Como la industria petrolera es eminentemente capital-intensiva, cabe suponer que sea tributaria de plusvalía, de manera que g = P – d. Esto sin embargo carece de relevancia analítica. Un aspecto que sí tiene interés es la cuantía de la plusvalía, pues la renta diferencial no guarda relación con ésta sino con el valor total del producto. Podría ser teóricamente válido que la tasa de plusvalía se aproxime a cero sin modificar en lo más mínimo la magnitud de la renta, pero una plusvalía cuasi-nula en condiciones de libre movilidad de capitales tendrá que reducir igualmente la masa de ganancia, lo que está negado para el metabolismo del capital. Por lo tanto, los capitales petroleros, como todo capital, tienen que dar su aporte de plusvalía al fondo común para la determinación de la tasa general de ganancia.

Vamos ahora a lo medular, la fuente de la renta petrolera. Hemos visto hasta ahora las condiciones de la renta, su base. Como dice Marx (ut supra), “La fuerza natural no es la fuente de la ganancia extraordinaria, sino simplemente la base natural de ella.” La apropiación intrínseca de los capitales petroleros termina donde acaba la plusvalía, como en cualquier capital; depende únicamente de la extensión del tiempo de plustrabajo. Ahora bien, la apropiación rentística es, por lo tanto, una apropiación ajena al proceso de producción inmediato, si bien se asocia a éste gracias a sus particularidades. ¿Quién sufraga esta porción? La respuesta se halla en el propio metabolismo del capital. En el ciclo de reproducción se definen los distintos componentes distributivos en función de la realización mercantil y la constitución de los precios de producción. Éstos son el resultado distributivo final, si bien aun no expresan las desviaciones estocásticas de los precios de mercado. Las magnitudes adquisitivas están expresadas en la composición de los precios de producción, cuyos elementos fundamentales son el precio de costo del capital constante, la forma-precio del capital variable y la ganancia. Pero en el mismo ciclo aparecen otras magnitudes, como los intereses, los impuestos y también las rentas. Las magnitudes básicas son sincrónicas, pues son estructuralmente interdependientes. Las demás son diacrónicas, son determinadas ex ante o ex post a las primeras. Los intereses o rendimientos sobre el capital-dinero pueden estar predeterminados según las deudas fijadas con anterioridad al ciclo, de manera que no dependen de sus resultados. De hecho, estas magnitudes se hallan en la fase inicial del ciclo de metamorfosis del capital. Los impuestos sobre los ingresos netos son ulteriores, dependen de los resultados económicos. Esta variable afecta por igual al capital que al salario. Los intereses igualmente pueden afectar al salario siempre que los trabajadores hayan contraído deudas.

La renta del suelo, cando el arrendatario es el capitalista, será una magnitud predefinida si ha sido fijada en su forma absoluta por el terrateniente, o ulterior si depende de los ingresos netos, una vez establecida la renta diferencial. En ambos casos compete al capital y es independiente de la fijación metabólica del valor de la fuerza de trabajo. Para el capitalista la renta del suelo se trata de un costo de producción que suma a los demás componentes de costo, es decir, el capital constante y el variable. Se deduce de ello que, descartados los ingresos laborales como fuentes potenciales de financiamiento de la renta, sólo queda la plusvalía social como fuente material de la renta del suelo. Los capitales petroleros deben cobrar de la masa de plusvalía la renta diferencial, pero esto no puede distorsionar la determinación de la tasa general de ganancia. Sucede entonces que la renta del suelo como renta absoluta es un costo formal, no real, siendo así una porción de plusvalía que sale de la masa puesta en juego durante la determinación de la tasa uniforme de ganancia. Es una porción que tiene su propia partida de nacimiento que la sustrae del rebaño antes de determinarse la tasa general de ganancia o, dicho de otro modo, que está ya descontada cuando los capitalistas calculan y comparan sus expectativas de rentabilidad. Ocurre así porque rige el precio del capital de mayor costo. La renta absoluta es entonces una aspiradora de plusvalía.

Luego sabemos que la renta diferencial es objetiva, no depende de determinaciones formales, como la renta absoluta o los impuestos. De una forma análoga a la renta absoluta, que hace parte de un costo para el capitalista en calidad de una magnitud predefinida sustraída a la masa de plusvalía social, la renta diferencial, generada necesaria y objetivamente por las diferencias estructurales de los distintos capitales, está constituida ex ante por una masa de plusvalía no distribuida. La renta diferencial surge en cada ciclo de reproducción como ganancia extraordinaria susceptible de apropiación por parte de las dos entidades vinculadas por la relación contractual: arrendador y arrendatario. Esa magnitud, no siendo predefinida ni pre-definible, no puede ser objeto de una mesura consciente capaz de conferir al propietario del suelo o del recurso un cartabón diáfano de su derecho de propiedad. Es por ello que, cuando el arrendatario percibe una porción de la ganancia extraordinaria debe hacerlo como capital monopolista o usufructuario exclusivo del contrato de arrendamiento del suelo o concesionario del recurso, condición necesaria para suprimir la competencia de capitales.

En la situación extrema definida cuando el capitalista es el propio terrateniente, como hemos visto, éste se apropia de la renta como terrateniente (Marx), sin distingo de su papel como capitalista, porque el productor que juega en la determinación de la tasa general de ganancia es el menos favorecido, de modo que al fijar el precio de referencia, el capitalista con ventaja se apropiará de toda la masa diferencial de plusvalía apercibida. Aquí hallamos la clave antitética en la relación de los capitalistas arrendatarios con los Estados anfitriones, pues la praxis de apropiación de renta puede leerse simple y llanamente como usurpación real sobre la propiedad del suelo y/o los yacimientos. La plusvalía más la renta diferencial constituye el excedente bruto o la ganancia extraordinaria, deriva de la diferencia que impone el cálculo del volumen por los precios de venta una vez descontado el precio de costo, y viene a ser lo mismo que un ingreso neto no distribuido. El excedente neto o ganancia bruta comprende los descuentos de todas aquellas rentas ocasionales o regulares calculadas sobre volúmenes o superficies territoriales (canon o renta absoluta superficial), más la regalía, esto es, el precio fiscal del recurso. Estos son costos contables, siendo así que la ganancia contable o ganancia bruta es la base financiera para el cálculo y descuento del impuesto sobre la renta. Es posible percibir ya que la renta petrolera puede hallarse en distintos componentes de la estructura distributiva formal. La renta petrolera no es, como hemos podido mostrar, renta del suelo en el sentido jurídico o contable. Es renta diferencial en el sentido económico, y comprende las rentas absolutas derivadas de la propiedad del suelo y los recursos. Al descontar el impuesto sobre la ganancia bruta el operador obtiene la ganancia neta, definiéndose así la composición distributiva formal en un período dado o ciclo de reproducción. Esta distribución no da cuenta de la magnitud de la renta diferencial, que como hemos visto es la diferencia entre los ingresos brutos, los costos de operación y la ganancia normal. La renta diferencial, siendo una ganancia extraordinaria, es pues susceptible de apropiación indistinta entre el arrendador y el arrendatario, con lo cual normalmente una porción es apropiada por el primero y otra por el segundo. Circunstancialmente el arrendador puede recibir la totalidad de la renta, dependiendo de las condiciones establecidas en cuanto a los derechos fiscales y el nivel de ganancia media.

El siguiente esquema de distribución de la renta diferencial nos puede apoyar para dimensionar los vínculos entre las magnitudes formales y reales del excedente de explotación en la industria petrolera. Se definen siete columnas comprendidas entre la magnitud del ingreso bruto y el reparto de la renta diferencial. Definidos los costos de operación (columna II), resta el ingreso neto, que es idéntico al excedente bruto de explotación. Al descontar las rentas absolutas (columna III), resta el excedente neto que es idéntico a la ganancia bruta (antes de impuestos). Una vez cobrado el impuesto a la ganancia bruta (impuesto sobre la renta en nuestra legislación), queda el saldo de la ganancia neta. Todavía faltarían aquí ingresos fiscales si una parte de la ganancia neta resultara apropiada por el Estado como empresario, pero para simplificar omitimos este concepto.

La columna IV representa la distribución formal ordinaria, formada por la ganancia neta, el impuesto sobre la ganancia bruta, las regalías y los costos de operación. La columna V, en contraste, expresa la determinación de la renta diferencial como el residuo entre los ingresos brutos, la ganancia media (también llamada normal), y los costos de operación. La ganancia media o normal es intrínseca al capital de mayor costo. La columna VI determina la porción de la renta diferencial que es apropiada por el operador y la porción apropiada por el Estado, aunque esto es sólo esquemático, pues no necesariamente el operador tiene que disfrutar de ganancias extraordinarias todo el tiempo. La columna VII resume los bloques distributivos reales, siendo el bloque (1) la ganancia extraordinaria del capital y el bloque (2) los ingresos fiscales totales, idéntica (en este esquema) a la renta fiscal petrolera.

La renta diferencial unitaria de los distintos países productores y exportadores es, desde luego, desigual, y sitúa a cada uno de ellos en un rango comprendido entre el costo más alto y el más bajo dado un nivel del precio medio de referencia establecido por la demanda solvente global. La distribución se puede visualizar a través de una curva logarítmica 8 que va de un extremo al otro, en cuyo espacio se ubican todos los oferentes intermedios y sus respectivas diferencias unitarias. La magnitud de la renta dependerá de los volúmenes que, a un diferencial dado, puedan explotar los productores. Es razonable suponer una correlación positiva entre los diferenciales y los volúmenes: a mayor diferencial, más renta. Sin embargo, no necesariamente, pues países con tradiciones de costos altos como Estados Unidos producen volúmenes equivalentes a los de Arabia Saudita. Desde luego, la producción de Estados Unidos se consume domésticamente, de modo que no hay apercibimiento conspicuo de renta internacional. El gráfico III-3 muestra esquemáticamente, entre otros aspectos, la curva de renta diferencial, aplicable, por ejemplo, para grupos de países. La renta diferencial bajo este modelo se define como

Rd = q [pR – (eλ + g)],

donde eλ es una distribución del rango comprendido entre los costos mayor y menor de un universo dado,9 y g es la ganancia media. Cada productor intermedio puede ubicarse en cualquier punto de la curva continua. El productor de mayor costo i determina el precio de realización, que es eiλ + g. La curva de renta diferencial se distribuye mediante pR – (eλ + g) (ver apéndice, punto 1). Cada oferente tiene un potencial instalado de producción que constituye un techo en el corto plazo. El potencial de los yacimientos viene determinado por el factor de recobro, permitiendo un margen de libertad en la capacidad de la oferta. Este margen es lo que permite incidir en forma adicional sobre precios y volúmenes mediante la cartelización, cuyo efecto es el de maniobrar la capacidad instalada para elevar o conservar precios y niveles de renta. Al restringir la oferta, los productores de menor costo logran mayor renta diferencial. El gráfico III-3 relaciona la curva de renta diferencial unitaria con el potencial y la capacidad empleada, determinando así el precio de realización y el universo de oferentes que pueden permanecer en el rango establecido.

La ausencia de cartelización tenderá a alcanzar el máximo de potencial por cada uno de los oferentes hasta equilibrar la demanda solvente. Pero al cartelizarse, los oferentes pueden ampliar el rango de participación e igualmente la renta diferencial. La renta diferencial unitaria máxima es la que corresponde a la utilización del máximo potencial si así lo determina la demanda solvente. El gráfico representa un modelo donde entran en juego varias variables: a) el costo diferencial unitario; b) la tasa media de ganancia; c) el potencial de producción de cada oferente; d) la demanda solvente; y e) la producción sobre el potencial. Estas son variables determinantes. El precio de realización y la renta diferencial son variables dependientes. Igualmente intervienen dos conjuntos de parámetros: a) la estructura del potencial, que se puede describir como una curva teórica; y b) la distribución de la producción, que corresponde a las capacidades individuales y a los acuerdos que puedan darse en el seno de un cártel. Esta distribución también se puede manejar como una curva teórica. Ambas curvas son sólo facilitadores metodológicos, aunque podrían tener algún apoyo en evidencias empíricas. Como sea, en la realidad la distribución del potencial y de la producción es irregular, pues no depende de los costos unitarios ni de acuerdos cartelizados, toda vez que sólo los miembros de la OPEP constituyen un cártel institucional que alcanza acuerdos sobre cuotas que, si bien no siempre se respetan, normalmente son observadas por sus miembros al menos desde fines de los 90.

En el gráfico hay dos cuadrantes que vinculan la distribución de precios de producción con el potencial, la producción convenida y el límite de la demanda solvente. Este límite es determinado por la capacidad económica de los consumidores fijada en el curso del ciclo de reproducción. Desde luego, hablamos de consumidores como usuarios finales del recurso, pero el mercado petrolero está configurado por las compañías capitalistas, incluyendo las financieras y de corretaje de bolsa, así como los Estados, agentes que ponen en la mesa sus propias estrategias de participación en las ganancias y fijación de precios. Después de 1973 las condiciones de un mercado más o menos ortodoxo mudaron a una práctica de salvaguarda por parte de los Estados consumidores, sobre todo por ser ya Estados Unidos un importador de petróleo. Entre la OPEP, los oferentes autónomos, y los consumidores de la OCDE organizados en la AIE, fue modelándose una práctica de moderación de la demanda que, no obstante, experimentó una relajación en los 90 para volver a contenerse. La capacidad económica del capitalismo global es la que determina en última instancia el nivel de demanda, al no aparecer un sustituto de los hidrocarburos con fuerza para competir. La posibilidad de optimizar el energético debido a los adelantos tecnológicos de los últimos 20 años ha influido en la moderación del consumo, pero más importante es la irrupción de períodos recesivos que tienden a ser más prolongados.

En el cuadrante superior del gráfico se dibuja la curva de distribución de precios de producción, que toca en el extremo derecho el nivel del precio de realización fijado por la demanda solvente. La curva expresa cada nivel de precios de producción de los oferentes que estén situados en sus respectivos puntos. La diferencia entre el precio de realización y el precio de producción es la renta diferencial unitaria, que multiplicada por el volumen extraído da por resultado el monto de la renta diferencial. El potencial, el volumen de la oferta y la renta están representados en el cuadrante inferior. El límite de la demanda marca el nivel del volumen y determina la participación de los oferentes, quedando en el extremo el que garantiza la ganancia media. La línea horizontal del cuadrante inferior toca el extremo de la curva de producción, que al cruzarla por la vertical marca el punto de intersección con la curva de distribución de precios de producción en el cuadrante superior, determinando el precio de realización. La brecha entre el potencial y el volumen producido revela la capacidad objetiva de la industria de elevar la producción. En el nivel extremo, si se cierra la brecha, la curva de producción se desplaza hacia arriba, hasta coincidir con la curva de potencial. De permanecer invariable la demanda, la línea vertical se desplaza hasta el punto donde la horizontal atraviesa la curva de potencial, provocando una baja en el precio de realización y dejando fuera del mercado a los oferentes situados entre ambos puntos. La cartelización lo que hace es, pues, aprovechar mejor una situación objetiva para incrementar la renta diferencial. Para ver un análisis más detallado de las modificaciones en las variables, véase el apéndice, punto 2. Aquí basta con mostrar el modelo de hipótesis para completar una visión de las condicionantes del “lado externo” del capitalismo rentístico, de su fuente primordial.

1 V. I. Lenin. La teoría de la renta, compilado en La renta del suelo en América Latina. (Varios, Fondo Editorial Salvador de la Plaza, 1975, p. 28).

2 Marx, Carlos. La teoría de la renta, compilado en La renta del suelo en América Latina. (Varios, Fondo Editorial Salvador de la Plaza, 1975, p. 22).

3 Marx, Carlos. La teoría de la renta, compilado en La renta del suelo en América Latina. (Varios, Fondo Editorial Salvador de la Plaza, 1975, pp. 11-24).

4 El incremento de la plusvalía relativa descansa siempre en el incremento de la productividad, que modifica la proporción entre el tiempo necesario y el tiempo excedente a favor de este último. Requiere por lo tanto el desplazamiento de fuerza de trabajo, aumentando la tasa de plusvalía.

5 En la transformación de primer orden se reduce el valor del capital constante, pero el producto de valor permanece constante.

6 Entre las principales características que determinan el componente tecnológico para explotar un yacimiento están el grado API del hidrocarburo (American Petroleum Institute, -una gravedad mayor a 10 significa que el petróleo es más liviano que el agua), la relación gas-petróleo, la profundidad, la declinación de la presión natural, la presencia de azufre o metales, etcétera.

7 Esta relación se puede expresar como (wR – wi) q, donde wi es el valor unitario de la mercancía individual. La magnitud unitaria wi no es más que un término de la ecuación de valorización del capital, esto es, wi = ci + vi + pi (capital constante, capital variable y plusvalía en términos unitarios). Aquí pi no debe confundirse con el coeficiente p.

8 Se expresa como eλ, donde λ es un coeficiente calculado a partir de valores máximo y mínimo de una agrupación de datos. El precio unitario individual para elaborar la curva de renta diferencial se define como wi = eλ + gi, siendo gi la ganancia unitaria del capital.

9 Para ver la deducción de la curva, ir al apéndice.