APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

Alejandro Landaeta Salvatierra (CV)
PDVSA Servicios Petroleros, S. A.

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IV. Efectos de la RPI en la estructura del sector externo

IV.1. Examen de la cobertura rentística de las importaciones en el período muestral 1973-1989

Antes de iniciar un intento por comprender la funcionalidad inherente al proceso de valorización capitalista, en tanto norma hegemónica del metabolismo social interno, es apropiado hacerse de una visión general de la cobertura de la RPI en el conjunto del sector externo. Para ello se tomará como muestra el período 1973-1989. Se complementará entonces el análisis de las deformaciones circulatorias con datos estructurales claves que servirán de puente para abordar el examen del proceso de valorización. Junto a las estadísticas a la mano se hará una estimación de la RPI a partir de una inferencia de las actuales cuentas nacionales, entre otros datos auxiliares, las cuales registran el excedente de explotación rentístico y lo que se denomina técnicamente excedente de explotación normal del sector petrolero.1 La razón por la cual se toma el lapso 73-89 es, como veremos más adelante, la de reunir hechos y condiciones que enmarcan un desempeño típicamente rentista previo a las medidas neoliberales adoptadas a partir de 1989.

El examen del sector externo en el período seleccionado brinda una inferencia del respaldo que la RPI ejerce sobre las importaciones, destacando la medición o estimación de algunas relaciones relevantes en la estructura económica bajo determinados criterios de análisis, ofreciendo así un enfoque cualitativo apoyado simultáneamente en datos certificados y estimaciones propias. En la balanza de pagos hallamos un soporte empírico de la polarización estructural entre la renta y las importaciones privadas rentísticas. Surge asimismo la revelación de la cancelación ex nihilo del saldo de ahorro rentístico, como se mostrará. Es por demás manifiesta la incidencia de conocidas contradicciones de fondo, entre las cuales se cuenta la constante depresión de las exportaciones no tradicionales. 2 El efecto fundamental de la RPI sobre las exportaciones consiste en el abaratamiento funcional de la divisa respecto de una tasa en ausencia de renta, asociada a una ratio entre las productividades interna y externa de una mercancía transable cualquiera. En el próximo numeral de esta sección se ofrece un enfoque conceptual de dicho efecto, introduciendo la noción de barrera de las exportaciones por depresión de la tasa de cambio, o barrera por depresión cambiaria. 3

La fuente de divisas fue y sigue siendo de lejos el sector petrolero. La tabla IV-1 muestra algunos datos bastante familiares, suficientes para confirmar la dependencia de los ingresos petroleros tanto de las importaciones totales como de los ingresos fiscales de origen petrolero. 4 Las ratios 1 y 2 expresan las respectivas proporciones y su comportamiento a lo largo de la serie. Obsérvese cómo el valor de las importaciones responde con cierto rezago relativo al impacto de ingresos del año 74 para remontar hasta 125 % en 1978, mientras los ingresos fiscales reaccionan con más sensibilidad para moderar seguidamente. Los promedios de ambas ratios son, en el mismo orden, 78 y 72 % sobre los ingresos petroleros.

Estas relaciones son claramente descriptivas de la dependencia fiscal y económica de las exportaciones petroleras, pero no son suficientes para desentrañar el puente estructural entre la RPI, la disponibilidad fiscal y las importaciones. Para eso necesitaremos hacer una aproximación o estimación de la RPI que lleve a mesurar las magnitudes estructurales inherentes a la balanza comercial correspondientes a los ámbitos rentístico y no rentístico. Se buscará con ese fin un coeficiente de ponderación de la ganancia media para deducir la RPI estimada, por cuanto a partir de 1976 y a lo largo de la serie no se dispone de datos discernibles en las cuentas nacionales. Hasta ese año hubo registro de expatriación de ganancias obtenidas por las corporaciones, las cuales durante el período 1960-1975 lograron el extrañamiento promedio anual de 26 % sobre el excedente de explotación. 5 Desde 1970 esta proporción comienza a disminuir hasta alcanzar 7 % (1974), gracias al incremento de la ganancia extraordinaria. Es probable que durante el resto de la década y al menos hasta 1986, año en que caen sensiblemente los precios, la participación de la ganancia normal haya sido moderada. Como el registro actual de las cuentas ya incluye la ganancia normal, se revisó el promedio de la década 2001-2010, situado en 9 %, 6 proporción que sirve de referencia mínima para realizar el ejercicio de estimación de la RPI mediante la premisa de un coeficiente de 15 %, que se puede considerar razonable. 7 Con este criterio se estimarán las proporciones de interés, que pueden variar en un rango (considerado a-priori) poco significativo, suficiente para no alterar el alcance de los resultados obtenidos.

La RPI se estima a partir del coeficiente del excedente de explotación (medido en bolívares) sobre la producción bruta petrolera, multiplicado por los ingresos de exportación (medidos en USD) y el coeficiente de la ganancia normal. Los resultados de las estimaciones se exponen en la tabla IV-2. En las columnas 6, 7 y 8 se muestran el excedente de explotación del sector externo petrolero expresado en millones de USD, la ganancia normal ponderada y la renta petrolera internacional. Las columnas 9 y 10 contienen las ratios calculadas para la RPI contra las importaciones totales y contra los ingresos fiscales petroleros. Cabe esperar que la proporción de la RPI respecto de las importaciones sea elevada, como se desprende ya de la proporción de los ingresos por exportación petrolera. La RPI normalmente supera las importaciones, especialmente en los años de altos ingresos (74; 80), y también en aquellos años en los cuales disminuyen las importaciones (v. gr., 83). La media del período para esta ratio muestra una proporción de 0,91. Es de esperar que esta relación tienda a permanecer por debajo de la unidad, toda vez que deberían formarse reservas internacionales estratégicas.8 Para la relación de la RPI contra los ingresos fiscales, tenemos que en 1973, durante el período 77-80, y en 1989, el resultado supera la unidad, lo que hace presumir una utilización fiscal completa de la renta, indistintamente de que se haya destinado preferentemente al gasto corriente o la inversión. A lo largo del período 73-89 la media anual de la ratio se mantiene cerca de la unidad (0,93), indicando una elevada utilización de la renta.

Procederemos ahora a evaluar lo que aquí llamaremos cobertura rentística de las importaciones, es decir, la estimación de la porción de mercancías importadas que son respaldadas por la RPI. Estas mercancías forman el universo de importaciones rentísticas. Las exportaciones proporcionan las distintas fuentes de divisas que sirven para respaldar las importaciones. Las fuentes de divisas pueden clasificarse en petroleras y no petroleras, tradicionales y no tradicionales9 , públicas y privadas, rentísticas y no rentísticas. Interesa aquí mesurar las importaciones rentísticas y su estructura para hacernos de una idea de la absorción material de la ganancia extraordinaria y algunos relacionamientos fundamentales. La fracción de ingresos por exportación distintos de la RPI constituyen lo que aquí entenderemos por divisas duras, es decir, las fuentes monetarias externas obtenidas por exportaciones no petroleras más la porción de exportaciones petroleras que equivalen a los costos de operación y la ganancia normal. Las divisas duras, por así decirlo, tienen un respaldo en el esfuerzo de trabajo y son, por lo tanto, no rentísticas. Para una ponderación lo más adecuadamente posible de las divisas duras se dedujo de los ingresos por exportación total la renta petrolera internacional y el saldo neto en balanza de pagos de los ingresos sobre inversiones y las transferencias unilaterales. Únicamente en el trienio 73-75 se computa extrañamiento de ganancias petroleras. En la tabla IV-3 se muestran las divisas duras, la RPI y la porción de la cobertura rentística de las importaciones. Las dos últimas columnas contienen las ratios de cobertura rentística y no rentística. La media anual estimada de la primera alcanza a 81 % de las importaciones FOB, 10 quedando el restante 19 % a la porción no rentística.

La proporción de la cobertura moderó durante la racha del 74, pero hay que considerar el sesgo de la estimación de la ganancia normal, siendo la medición para la ganancia neta durante ese año menor a 15 %. Sin embargo, esta subestimación acusa todavía la elevada proporción de la ratio (66 %), que se hace mayor hasta el año 78, en que sobrepasa 100 %, es decir, se hace deficitaria. El comportamiento deficitario se repite en el 82, en vísperas de las medidas cambiarias. La contracción de las importaciones en 1983 explica la baja del indicador, a pesar de lo cual tiende a subir nuevamente hasta alcanzar el 89 % en 1988. La tendencia, como se deduce de estas estimaciones, es tenaz hacia arriba, mostrando la persistencia de la dependencia rentística de las importaciones aun en los períodos de baja en los ingresos de exportación de los hidrocarburos. Hay que señalar además que esto ocurre a pesar del esfuerzo exportador público de las industrias básicas, que hace que las exportaciones pasen de un magro monto de 293 millones de dólares en 1975, año de la nacionalización del hierro, a 1.340 millones en 1989. No obstante, este esfuerzo se diluye en la vorágine de la cobertura rentística de las importaciones, tal como muestran las cifras relativas. Las importaciones públicas no petroleras (FOB) aumentan también sensiblemente en el período, elevando incluso su proporción sobre las privadas (al pasar de 19 % en el 73 a 31 % en el 89). 11 Mientras las importaciones públicas alcanzaron 1090 millones de dólares en 1975, frente a los 293 millones no tradicionales, en 1989 las respectivas cifras son de 2018 y 1.340 millones, es decir, a despecho del drástico cierre de brecha, las exportaciones no tradicionales todavía no alcanzan a cubrir por sí mismas las importaciones públicas. Hay que apuntar ahora a las importaciones privadas para despejar el grueso de la polarización rentística del sector externo.

En la tabla IV-4 se muestra en la primera columna de datos las importaciones privadas FOB, cuyo valor totaliza en el 73 la cifra de 2.212 millones de dólares a precios corrientes. La segunda columna de datos contiene el peso de dichas importaciones sobre el total, quedando claro su dominio sobre el conjunto de las mercancías en puerto de embarque. En 1973 el peso fue de 84 %, alcanzando el máximo del período al año siguiente, con 85 %. La media anual para toda la serie se calcula en 73 %, rozando dos tercios sobre el universo. La tercera columna de datos muestra las exportaciones FOB del sector privado, comprendidas entre 330 millones de dólares en 1973 y 1.713 millones en 1989, a precios corrientes. Puede verse un aumento de las exportaciones en el 74 que sin embargo se desinfla rápidamente, en contraste con las importaciones. Mientras éstas crecen 302 % entre el 73 y el 82, las exportaciones apenas aumentan en 25 %. Esto revela el fuerte efecto del 74.

Sólo a partir de 1983 las exportaciones adquieren mayor significación, revirtiéndose la relación, pues crecen en 596 % en contraste con la contracción sufrida por las importaciones, de 47 %, señalando una importante estimulación endógena en virtud de la depreciación del tipo de cambio. A pesar de esto, el peso de las exportaciones no sobrepasa el histórico 15 % sobre las importaciones de 1974 sino hasta el 89, en que alcanza 36 %. El promedio entre 1983 y 1988 es de apenas 10 %, frente a 6 % correspondiente al período 73-82. La proporción más regresiva tocó algo menos de 3 % entre el 81 y el 82, habiendo bajado a menos del 4 % previamente entre el 77 y el 78.12 A lo largo de la serie, el peso promedio es de 10 %. Es pues claro que las exportaciones del sector privado no alcanzan a cubrir en promedio sino el 10 % de sus importaciones, quedando el restante 90 % a merced de la disponibilidad de divisas originadas en el sector público. En verdad esta cobertura es todavía menor si se descuenta el saldo neto de la cuenta de ingresos sobre inversiones (cuarta columna de datos), cuyo signo muestra un claro sesgo de salida de inversiones (lo que hace que en algunos años la cobertura sea nula). 13 La columna a la derecha contiene el saldo final de las importaciones sin cobertura endógena de divisas en el nivel de la cuenta corriente. De aquí saltamos a la tabla IV-5, donde hallamos las estimaciones de las importaciones rentísticas privadas.

Con los conceptos ya trabajados es posible estimar la proporción de las importaciones privadas sin respaldo endógeno sobre el valor neto de las importaciones rentísticas, para hallar las cifras de las importaciones rentísticas privadas. Esta es la porción que encuentra respaldo exclusivamente en la RPI. La segunda columna de datos contiene el total de importaciones cubiertas por la renta, estimando así lo buscado en la columna 3. No es sorprendente advertir la alta proporción del sector privado, que registra en 1973 una participación de 79 % y cierra en 1989 con 43 % en forma atípica. El promedio para todo el período estudiado es de 67 %. Significa todo esto que la mayor cantidad de las importaciones es rentística, y de ésta la mayor cantidad es imputable al ámbito privado. Quiere decir, en otros términos, que el suministro de mercancías extranjeras pagadas con renta petrolera satisface principalmente la demanda privada, que a su vez está dominada por sociedades mercantiles. Puede verse, a juzgar por los resultados de la estimación, que el peso sobre el total de las importaciones FOB se mantiene estable salvo los años de 1983 y 1989.

Esta polarización estructural ofrece indicios de un metabolismo social mercantil normalizado sobre la base de la renta, a pesar de los estertores y contradicciones que produce su fluir errático. Obliga a indagar en qué forma puede sostenerse la polaridad entre un poder adquisitivo privado sin respaldo endógeno yla renta internacional que es, como sabemos, de dominio público. Este es el problema que se abordará como eje de investigación, aspecto correspondiente al ámbito más general de la absorción de la RPI, esencial para tratar de entender cómo puede ser funcionalmente compatible el capitalismo con la administración de una masa de plusvalía internacional socializada en la forma de renta estatal. De qué modo la renta “paga” un conjunto de importaciones privadas que no tienen contrapartida en la producción es lo que se busca dilucidar, hecho estrechamente ligado a la peculiar forma como se comportan los agregados macroeconómicos y que tanta tela que cortar ha dado a los que intentan leer los desequilibrios con las lentes ortodoxas de una economía típica de mercado. Es la fuente del sentido común de los observadores que se contentan con la superficie y encuentran en la gestión pública el chivo expiatorio de las “crisis”, especialmente en lo que atañe al exceso de gasto y la expansión monetaria en calidad de vectores autoevidentes. Pero la preocupación implícita detrás de esta casuística descansa en la justificación tácita del elaborado provecho privado de la renta gracias a su desconocimiento y mistificación.14

La última columna de la tabla IV-5 contiene las cifras derivadas de un concepto que procede aclarar. La demanda fiscal rentística aparente es la ratio entre las importaciones rentísticas y los ingresos fiscales petroleros, que expresa el peso de esa fracción de mercancías sobre los ingresos fiscales que giran aparentemente contra ella. Los ingresos fiscales petroleros rentísticos son, en un sentido restringido, aquellos que están respaldados por las importaciones rentísticas. En un sentido ampliado son los ingresos respaldados por todas las importaciones equivalentes a la RPI, la que a su vez respalda los pagos internacionales. Aquellos ingresos fiscales que son formalmente de origen externo y no están respaldados por estas importaciones, una vez que pasan a ejecutarse a través del presupuesto de gastos, pueden provocar (en teoría) tres efectos: 1ro) un efecto de estimulación monetaria en el mejor estilo keynesiano; 2do) un efecto inflacionario por no contraponerse a ninguna masa circulatoria; y 3ro) una combinación de ambos. 15 Pero los ingresos fiscales petroleros guardan una relación media anual bastante cercana a la unidad, de 0,92 con respecto a las importaciones rentísticas. En otras palabras, este coeficiente expresa que los ingresos fiscales petroleros estarían respaldados en un 92 % por las importaciones rentísticas. 16

La columna 5 de datos refleja luego la demanda fiscal aparente respecto de las importaciones rentísticas privadas FOB, expresando la masa de valor de las mercancías importadas por el sector privado que guardan una relación de equivalencia con una cuota-parte de la renta fiscal de origen petrolero. Este cociente es importante para procurar entender uno de los pivotes del relacionamiento normal del Estado con los agentes privados a través del gasto público, que se encuentra en el fundamento rentístico de la funcionalidad capitalista y del propio proceso de acumulación de capital privado. La capilarización de la renta hace opaca la evidencia directa de esta bisagra funcional al desdibujar los saldos finales de su apropiación por parte de estos dos grandes actores, los cuales hacen intercambios en un sistema mercantil donde juegan a la vez dos monedas en una compleja red institucional y social. El actor privado que nos interesa es el capitalista, que interviene en el sistema mercantil con el propósito de valorizar capital-dinero invertido. La media anual calculada de la demanda fiscal rentística aparente relativa al sector privado es de 73 %, es decir, durante el  período de evaluación, casi tres cuartas partes de los ingresos fiscales transformados en gasto presupuestario sirvieron para cubrir importaciones del sector privado a cuenta de la renta petrolera internacional. Estas importaciones agrupan mercancías destinadas al consumo final y también al consumo intermedio. A lo largo de la serie destaca la variación del peso de la demanda rentística aparente, disminuyendo sensiblemente durante el gran aflujo de ingresos del 74 y durante la crisis del 83. En los períodos de estabilización económica se hace relevante la alta participación privada, que salvo las dos mencionadas ocasiones no baja del 40 % de los ingresos. En los años en que la relación es mayor a 100 %, como veremos, la RPI no alcanza para cubrir las propias importaciones rentísticas FOB.

Esta relación ya revela de por sí el fuerte engranaje entre la renta fiscal y la oferta privada de importaciones rentísticas, pero para complementar la evaluación del sector privado en la estructura del sector externo falta todavía estimar la presión final que ejerce contra la renta petrolera. Para revelar esta presión, así como la presión virtual sobre las divisas equivalentes a los ingresos fiscales, se elaboró la tabla IV-6 en la cual se agrega una columna con los saldos de la cuenta de capital del sector privado, a fin de obtener los saldos netos de requerimiento de divisas. Estos son saldos de descarga de presión cambiaria si se presume que el financiamiento de las importaciones pueda hacerse con cargos anticipados por exportaciones propias futuras. Los saldos de descarga deben tener signo negativo. Pero la suma de todos los saldos arroja un déficit de financiamiento de más de 14 mil millones de dólares. Lo que revelan las cifras es una presión media contra las divisas proporcionadas por la renta petrolera de 91 %, esto es, que desde el sector privado hubo una demanda efectiva estimada de divisas equivalente al 91 % de la RPI.

Si se hace el cálculo contra los ingresos fiscales, la ratio alcanza 82 %, significando esto que hubo una presión de divisas superior en 9 puntos a las requeridas para satisfacer la demanda rentística aparente del sector público. Si estimamos la demanda anual media de divisas para cubrir las importaciones rentísticas en 5.693 millones de dólares (promedio de la columna 1 de datos), al hacer el cálculo de la media anual de los saldos de descarga, que alcanza 6.524 millones de dólares (promedio de la columna 3 de datos), obtenemos una diferencia de 831 millones anuales que constituye una demanda de divisas rentísticas para fines distintos de la importación de mercancías, igual al 15 % adicional interanual de presión rentística del sector privado. No estamos considerando aquí la demanda de viajeros ni remesas. Obsérvese que en los años de aflujo de ingresos tiende a bajar la presión, mientras sube en los años de regularización económica. Los picos de elevada presión se producen en el 78, en el 82 y en el período 86-89 en que bajan los precios del crudo. Como se ve claramente en la columna de los saldos de la cuenta de capital (columna 2 de datos), entre 1980 y 1985 se produce una sangría de expatriación de divisas, que más adelante volveremos a señalar al traer a colación el fenómeno de la fuga de capitales. La interrogante que cabe es la siguiente: si ya es exigente identificar la base de legitimación del poder importador rentístico del sector privado, ¿dónde se encuentra el respaldo patrimonial de ese 15 por ciento adicional?

A decir verdad, vale arriesgarse a sostener que la renta petrolera, en el período 73-89, todavía no dio abasto para satisfacer el apetito de divisas. La tabla IV-7 muestra la estimación de la RPI, la cobertura rentística de las importaciones FOB y el saldo de la RPI para reservas (columnas 1, 2 y 3 de los datos). Los saldos negativos significan que la RPI registrada en ese año es deficitaria, o sea, no fue suficiente para cubrir las importaciones FOB. Estas importaciones se calculan deduciendo de las importaciones FOB las divisas duras (columna 1 de la tabla 3). Son deficitarios los saldos de los siguientes años: 77, 78, 82, 86, 87 y 88. No es demasiado lógico pensar que estos saldos queden en el aire, siendo entonces de esperar que la RPI los cubra en años superavitarios. Las reservas provenientes de la renta efectivamente cubren la salida de divisas con un saldo negativo neto acumulado para el período de 595 millones de dólares. Las tres últimas columnas corresponden a la cuenta corriente, a la cuenta de capital y al saldo de la balanza de pagos según los registros de las cuentas nacionales. Las exportaciones e importaciones no rentísticas son iguales y su saldo neto es en consecuencia nulo. El saldo neto de reservas producidas a lo largo del período (en cuenta corriente) alcanza 10.102 millones de dólares (suma de los saldos en cuenta corriente), mientras el saldo de la cuenta de capital es negativo en 10.697 millones, restando un déficit acumulado de 595 millones. Estas divisas no cubren transacciones reales durante el período, de alguna manera respaldan operaciones financieras derivadas de obligaciones públicas y privadas, y expatriación de capitales sin contrapartida.

El ahorro cero de reservas rentísticas en el período 73-89 es un signo de la barrera ejercida por la renta al estímulo de las exportaciones no tradicionales por parte del aparato productivo mercantil. Mientras la RPI sirva para dotar de las divisas requeridas por los privados, éstos no tendrán razones de orden económico para dar impulso a la producción orientada al comercio mundial. Parece que ha sido objetivamente impracticable por parte de las administraciones estatales lograr una eficaz política de manejo de reservas debido a la alta presión que los actores privados ejercen sobre la demanda de dólares. Esta alta presión se manifiesta en las deformaciones circulatorias que hacen extremadamente difícil cuidar y administrar las reservas internacionales. La depresión estructural de las exportaciones no petroleras privadas puede considerarse una evidencia indirecta sólida de la existencia de la renta petrolera internacional.

La tabla IV-8 muestra con mayor claridad los componentes estructurales rentísticos y no rentísticos de la balanza de pagos obtenidos bajo las premisas y mediciones aplicados. La columna 1 contiene los ingresos rentísticos (RPI); las columnas 2 y 3 los egresos rentísticos y no rentísticos. Se omiten los valores de los ingresos no rentísticos por ser iguales a su contraparte de egresos. El saldo de la columna 4 es el de cuenta corriente de la balanza de pagos. La última columna registra la ratio de los ingresos rentísticos sobre el total de ingresos, que es igual a los egresos rentísticos sobre la suma del total de los egresos y los saldos en cuenta corriente. La media de los ingresos rentísticos para el período observado es de 53 %. Éstos fueron principalmente atenuados por las exportaciones no tradicionales del sector público.

1 Es lo que a lo largo de este trabajo se ha llamado ganancia media.

2 Pese a los sanos propósitos de ahorro y prudencia en la asimilación de los brotes rentísticos prescritos por gobiernos, economistas e intelectuales de la talla de Pérez Alfonso o Uslar Pietri, es posible poner en evidencia que los agentes dominantes de la economía se encargan de ponerla al servicio del enriquecimiento fácil a través del efecto revaluacionista de la moneda, ejerciendo tanta presión sobre las reservas que hace supremamente difícil a la administración estatal un uso racional, productivo y jerarquizado de las disponibilidades de divisas.

3 No debe confundirse la deflación del tipo de cambio con la sobrevaluación del signo monetario. Un tipo de cambio “barato” como efecto artificial de la renta no significa necesariamente sobrevaluación monetaria.

4 Los datos de los ingresos fiscales son tomados de la ponencia de Francisco Mieres titulada ¿Qué nos dicen las cifras petroleras?, referida supra..

5 Balanza de pagos, cuenta de ingresos sobre inversiones del sector petrolero privado, BCV, Series estadísticas de Venezuela.

6 Las estadísticas que sirvieron para calcular el coeficiente corresponden a los informes del Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo, “Petróleo y otros datos estadísticos” (PODE), de los años 2005 y 2009-2010.

7 Más adelante se empleará el método descrito en el PODE para otras estimaciones.

8 Estas estimaciones no discriminan los ingresos petroleros correspondientes al mercado interno.

9 Las exportaciones tradicionales están formadas por el sector petrolero y las industrias básicas.

10 FOB: Free on board, mercancías a bordo en puerto de origen.

11 El peso promedio de las importaciones públicas no petroleras (FOB) respecto de las importaciones privadas es de 30 % a lo largo del período.

12 Repitió en el 81.

13 La fórmula de la columna de respaldo endógeno lógicamente no puede ofrecer cifras mayores a las importaciones. En estos casos, se dejan los datos originales.

14 A ningún apologista del sistema económico burgués se le ha ocurrido admitir que el fundamento de la ganancia capitalista adolezca de un fundamento de legitimación ética. Más problemático resulta conseguir algún letrado en economía que pueda siquiera intuir que la ganancia de los empresarios venezolanos esté repleta de valor sustraído de la renta fiscal soberana que nace como propiedad social.

15 Revisando el comportamiento del período 73-89, sólo en los años 74, 81 y 84 se antoja señalar indicios del segundo efecto con alguna razonabilidad. Brotes de exceso de liquidez e inflación en esos mismos años y otros en los cuales los ingresos fiscales petroleros son menores a las importaciones rentísticas, tendrían otras causas.

16 La porción de los ingresos fiscales petroleros que corresponde a la ganancia normal es no rentística. La cobertura de la RPI bajo la forma de importaciones debería ser en teoría, por lo tanto, menor a los ingresos (ratio menor a la unidad).