POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

Gloria Valle Rodríguez (CV)
Universidad Autónoma de Zacatecas

Volver al índice

I.4 DE QUÉ DESARROLLO SE HABLA.

En esta parte del trabajo se parte del reconocimiento de que la exposición de un segmento del conjunto actual de elementos concernientes al desarrollo como derecho humano requiere realizar algunas aproximaciones a lo que se está entendiendo aquí por desarrollo.

Gloria Bonder se ha preguntado ¿cómo puede un modelo de crecimiento dominado por la lógica del mercado, centrado en asegurar la eficacia independientemente del crecimiento de la desigualdad y las exclusiones, aceptar la realización de políticas sociales que vayan más allá de ciertas medidas compensatorias de carácter asistencialista? “El panorama invita al pesimismo, -se responde la especialista- sin embargo hay algunas voces que plantean la necesidad de generar un nuevo acuerdo social, una nueva visión de desarrollo que articule lo económico con lo social, orientada hacia políticas de equidad tanto en materia de género como étnicas o raciales”. 1

De lo anterior se desprende, entre otros aspectos, que el desarrollo debe expresarse, no solamente en el marco del incremento cuantitativo de los niveles de actividad económica, sino que debe reflejarse también en la forma de distribución de la producción y en las formas de superación de las  desigualdades económicas y sociales que la pobreza supone, en una concepción en la que la población es a la vez el sujeto y objeto del mismo. Es decir, lo anterior implica recuperar a los seres humanos como sujeto y objeto del desarrollo.

No es nuestra intención examinar aquí los vaivenes de las concepciones que sobre el desarrollo han imperado en la región. Ya en una revisión de los principales hitos históricos relacionados con el concepto y la práctica de la participación social desde la década del '60 hasta la actualidad Cardarelli y Rosenfeld2 han dado cuenta en buena medida de la evolución de los enfoques a propósito del desarrollo, en particular, en América Latina, hasta conducirnos a la ‘mirada de las Naciones Unidas’, centrada en lo que conocemos hasta hoy como ‘desarrollo humano’, y que es la noción que con sus virtudes y defectos queremos adoptar aquí a los efectos de nuestro planteamiento.

Puede destacarse al respecto, como lo hace Gutiérrez-Espeleta 3 que Naciones Unidas adoptó el concepto de desarrollo desde su creación en 1946.

Como señalan Rao y Kelleher4 en 1990 el primer informe sobre desarrollo humano puso a las personas de vuelta en el centro del desarrollo definiendo desarrollo humano como el proceso de ampliación de opciones de las personas. El desarrollo humano está fundado sobre el marco de ‘capacidades’ de Amartya Sen, que propone que la posibilidad de disfrute de capacidades de una persona está ligada al ejercicio de “derechos”. A la vez, insinúa este autor,  demanda nuevas formas de control democrático de parte de los gobiernos para reestructurar el gasto público en el desarrollo de los más pobres y debe extenderse para incluir al empoderamiento de las mujeres y justicia de género.

Con relación al desarrollo humano se plantea que el mismo supone dos lados. Uno lo constituye la formación de capacidades humanas, como mejoras en la salud, conocimiento y habilidades. El otro es el uso que las personas hacen de esas capacidades adquiridas ya sea en empleo, actividades productivas, asuntos políticos o tiempo libre. Una sociedad necesita desarrollar capacidades humanas así como también asegurar un acceso equitativo a oportunidades. Cuando la balanza del desarrollo humano no logra equilibrar ambos lados adecuadamente, las personas experimentan una gran frustración. Es vital por demás el que las personas puedan satisfacer las necesidades básicas que presupone su reproducción.

En materia de necesidades básicas ha comentado Bustelo “en la programación y política social, necesidades "básicas" son aquellas necesidades humanas mínimas para asegurar la subsistencia de una persona (por ejemplo: nutrición y salud) y al mismo tiempo; indispensables para su desarrollo pleno (por ejemplo: educación). Estas son necesidades sobre las que existe una responsabilidad pública para su satisfacción y esto debe hacerse sobre bases universales: nadie puede estar abajo de un determinado nivel mínimo de nutrición, salud, educación, etc.” 5

Por su parte –señala a continuación el especialista- a principios de los '90, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo planteó a través del concepto de Desarrollo  Humano, la identidad entre desarrollo y libertad al entender que el desarrollo amplía el ámbito de oportunidades de las personas. El proceso de desarrollo debe crear el contexto propicio para que las personas-individuales y colectivas-puedan desenvolver todas sus potencialidades y contar con una oportunidad razonable de llevar su vida productiva y creativa conforme a sus necesidades. Aun cuando aparece aquí el ámbito de la libertad como una dimensión esencial del desarrollo, tanto el enfoque general como el índice de desarrollo humano que se propone en los informes del PNUD, están definidos sobre variables asociadas a las necesidades básicas. Ahora bien, definir conceptos como ‘mínimo’, ‘básico’ o ‘indispensable´ es también una cuestión controvertida, puesto que las necesidades "básicas" están siempre asociadas a una prioridad o nivel de satisfacción normativamente definidos. En otras palabras, se necesita siempre la definición de un umbral normativo para que una necesidad sea considerada como "básica" y por lo tanto, pueda ser públicamente satisfecha”. 6

Vinculando todo lo anterior con el nudo articulador de este trabajo, es bien importante tener claras7 las relaciones entre desarrollo y reproducción social, toda vez que de esta última depende la calidad de sujetos con que cuenta una sociedad para la creación y la producción.

La reproducción como un proceso de desarrollo humano, de optimización de potencialidades como lo plantea Amartya Sen 8 al ser relegado y subvalorado como un asunto doméstico (femenino), va recargando el tejido familiar, agotando a las mujeres, y deteriorando la calidad de vida de amplios sectores de población. La ausencia de los hombres de las tareas de cuidado y afecto, limita la formación de nuevos ciudadanos como sujetos integrales, lo mismo que la exclusión de las mujeres de las esferas económicas, políticas y societales, priva a la sociedad como un todo de sus valiosas contribuciones. El Estado al soslayar sus obligaciones frente al bienestar colectivo, delegarlas al ámbito privado y además, subvaluarlas o desconocerlas, está forzando a las mujeres a aumentar cada vez más sus cargas vitales.

El trabajo reconoce como punto de partida el concepto de desarrollo recogido en la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de la ONU de 1986 que lo califica como "un proceso global económico, social, cultural y político, que tiende al mejoramiento constante del bienestar de toda la población y de todos los individuos sobre la  base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se deriven".9   El concepto se profundiza  -si se permite la expresión- y se aclara con la Declaración de Río en la Cumbre Mundial sobre la Tierra en donde se incorpora el término ‘desarrollo sostenible’.

Viene al caso la consideración de Artigas,  en relación a que el desarrollo, a partir de un enfoque de derechos, está centrado en las personas, es participativo y ambientalmente sustentable. Involucra no solamente el crecimiento económico, sino la equitativa distribución de sus beneficios, el mejoramiento de las capacidades de las personas y la ampliación de sus opciones.10

Muchas instituciones y actores, sobre todo en el plano internacional han insistido en considerar determinados elementos que actúan en la integración del desarrollo:

  • debe ser un proceso global que tiene como sujeto principal al ser humano y cuya finalidad es la plena realización de éste en todas sus dimensiones (física, intelectual, moral y cultural) en el seno de la comunidad;
  • el referido proceso requiere de la participación activa y consciente de los individuos y las colectividades en la adopción de decisiones en todas sus etapas, partiendo de la determinación de los objetivos y los medios para alcanzarlos hasta la puesta en práctica de los mismos y la evaluación de los resultados;
  • no se valora un modelo único ni preestablecido de desarrollo, y en consecuencia  un auténtico desarrollo reclama la libre determinación de los pueblos, el reconocimiento de su soberanía sobre sus recursos y riquezas naturales y el pleno respeto de su identidad cultural;
  • no se trata de un problema que concierne únicamente a los así llamados países “países en vías de desarrollo”, sino que el objetivo del desarrollo interesa a toda la comunidad internacional, habida cuenta de la interdependencia que existe entre todos los países.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propuso en 1990 la utilización del Índice del mismo nombre como indicador del nivel de desarrollo de una población. La idea parte del hecho de que si bien es cierto que el crecimiento económico es una condición necesaria para explicar el grado de avance de un país, no es sin embargo, una condición suficiente. Dicho en otras palabras, crecimiento económico y desarrollo son conceptos relacionados, pero no equivalentes. Por lo tanto, hablar de desarrollo humano es poner énfasis en que el desarrollo no se explica únicamente a partir del ingreso de la población y que ésta única dimensión no representa la suma total de una vida humana.
           
Conceptualmente, la discusión sobre el desarrollo humano fue redefinida por el Premio Nobel de Economía de 1998, Amartya Sen, que considerando al desarrollo humano como un aliado de los pobres más que de los ricos y los opulentos, se pregunta ¿qué hace el desarrollo humano?  De acuerdo con Sen, lo importante son las capacidades para generar ingreso futuro. La expansión de la asistencia sanitaria, la educación, la seguridad social, etc. argumenta, contribuyen a la calidad de la vida y a mejorarla. “El desarrollo humano no sólo mejora la calidad de la vida sino que también influye en las capacidades productivas de los individuos y, por lo tanto, en el crecimiento económico, beneficiando a todo el mundo” 11
 
La propuesta del Índice de Desarrollo Humano hace énfasis en el carácter instrumental del acceso a bienes y servicios, concibiéndolos únicamente como un medio para poder alcanzar un plan de vida o una realización individual plena. Así, la medición del bienestar debería verse como un proceso con varios componentes: el acceso a bienes y servicios, una función de ‘conversión’ de dicho acceso en opciones reales de planes de vida, y por último, una función de ‘evaluación’ que transforma la elección hecha en un determinado nivel de satisfacción personal.

Siguiendo el comentario de Rivera,12 en el curso de la década de los noventa el sistema de Naciones Unidas realizó varias conferencias mundiales en las que se acordaron estrategias nacionales y mundiales para encarar problemas urgentes del desarrollo. En las mismas, a través de  sus Declaraciones y Planes de Acción se avaló la conceptualización fundamental de desarrollo humano sostenible propuesta en los Informes de Desarrollo Humano. Significa que  los gobiernos del mundo han ido generando un determinado consenso en pro de este enfoque del desarrollo.

En línea con todo lo anterior, para la Organización de las Naciones Unidas, existe un renovado mandato en torno a la realización del derecho al desarrollo como traducción más inmediata de lo que significa dicha perspectiva de derechos y que la Asamblea General definió en 1986 como “un proceso integral económico, social, cultural y político que tiene por objeto el mejoramiento constante del bienestar de toda la población y de cada uno de los individuos con base en su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él resultan”.13

1 Gloria Bonder: El estado en la mira. Actualización del trabajo presentado en el Foro de Organizaciones No Gubernamentales de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing, 1995. Publicado por CEM (1999), Buenos Aires, Argentina. PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

2 Graciela Cardarelli y Mónica Rosenfeld: Las participaciones de la pobreza: programas y proyectos sociales. Buenos Aires: Editorial Paidos, 1998.

3 Edgar Gutiérrez-Espeleta: Indicadores sociales: Una breve interpretación de su estado de desarrollo.  En Carlos Sojo (Editor): Desarrollo social en América Latina: Temas y desafíos para las políticas públicas. FLACSO, 2002. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Costa Rica. PRIGEPP- FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

4 Aruna Rao y David Kelleher: Corriendo el velo de la desigualdad de género institucional. PRIGEPP- FLACSO, Buenos Aires, Argentina, 2002.

5 Eduardo Bustelo: Planificación social: del Rompecabezas al Abre Cabezas y La Mano Invisible: Ensayos sobre Planificación y Democracia, en De otra Manera, ensayo sobre Política Social y Equidad, Buenos Aires, Homo Sapiens Ediciones. PRIGEPP FLACSO, Buenos Aires, Argentina, 2000.

6 Eduardo Bustelo, Ob. Cit.

7 Ana Rico de Alonso: Equidad de género en la planeación del desarrollo en Colombia: Reseña y lecciones de la experiencia. Programa Regional de Formación en Género y Políticas Públicas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,  PRIGEPP FLACSO, Buenos Aires, Argentina 2006, Pág. 4.

8 Amartya Sen: Desarrollo y libertad.  Planeta,  México, 2000.

9 ONU: Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. 1986. Naciones Unidas.

10 Carmen Artigas: El enfoque de derechos aplicado en programas sociales: Una apuesta por la superación de la desigualdad y la pobreza. Comentarios de la Sra. Carmen Artigas, Jefa de la Unidad de Derechos Humanos de la CEPAL. MIDEPLAN/CEPAL SEMINARIO PERSPECTIVAS INNOVATIVAS EN POLÍTICA SOCIAL Sede de la CEPAL, Santiago de Chile, 29 y 30 de octubre del 2002.

11 Amartya Sen: La pobreza como privación de capacidades. En Desarrollo y Libertad. Edit. Planeta S.A.  Buenos Aires 2000, pp.114-141

12 Marcia Rivera: La participación, motor del desarrollo humano sostenible. En: Tejiendo Futuro. Los caminos posibles del desarrollo social. San Juan, Ediciones Porto, 2000. Pág. 2

13 Organización de Naciones Unidas (ONU). Asamblea General 1986. Naciones Unidas.