 
	
	3.1.2 Relación Gobierno, Universidad y Empresas en México
La experiencia acumulada en las relaciones  universidad empresa en el contexto nacional, ha estado sujeta a las  modificaciones que se han producido en la dinámica económica nacional desde que se asumió el modelo de sustitución de  importaciones, momento que en el orden histórico determinó los orígenes de este  sistema de relaciones, ya que resultó coincidente con el surgimiento o  consolidación del sistema de universidades públicas en el país. 
  La gradual implementación del andamiaje  conceptual y práctico del neoliberalismo, determinó el inicio de una nueva  etapa en las relaciones entre las universidades, las estructuras de gobierno y  el entramado empresarial, el cual estuvo acompañado de cambios sustantivos en  la dinámica empresarial fruto de la intensificación de las medidas de apertura  económica, en tanto la evolución de este proceso estuvo acompañado de la  ampliación de la presencia de filiales de empresas extranjeras en el país que  trajeron consigo, la necesidad de dar respuestas al incremento de los  requerimientos en la formación de capital humano y en las prácticas de asesoría  directa a las empresas. Un rasgo característico del aumento de estas demandas,  lo constituyó la falta de capacidad inicial del sistema universitario nacional  para asumirlas, convirtiéndose la progresión de estos requerimientos en un reto  tanto a escala nacional como regional. 
  En estas circunstancias comenzaron a emerger  diferentes modelos relacionamiento universidad-empresa, que atendiendo a las  peculiaridades socioeconómicas y los niveles de desarrollo del contexto  regional o local, posibilitaron ir sorteando paulatinamente algunos de los  retos que se derivaron de la intensificación del proceso de apertura económica. 
  Los diversos modelos que asumieron las  relaciones entre las instituciones académicas y el sistema empresarial, fueron  creados tanto en las universidades de carácter público como en las privadas.  Algunos de los referidos modelos lograron estructurar un marco de  relacionamiento que en muchos casos arrojó resultados exitosos. 
  La segunda mitad de la década de los años  ochenta constituyó el momento en que comenzaron gestarse los referidos modelos  en todo el país, alcanzándose los mayores progresos durante los años noventa a  partir de que gobierno federal decidió estimular la creación de empresas de  base tecnológicas, sistema de innovación regionales, parques tecnológicos e  industriales, incubadoras de empresas, así como llevó a vía de efecto la  implementación de diversos programas de carácter federal destinados a  fortalecer los vínculos entre instituciones académicas y las empresa. Al  respecto cabe mencionar INNOVAPYME, Innovación Tecnológica para Negocios de  Alto Valor Agregado,  INNOVATEC, Innovación Tecnológica para la Competitividad y PROINNOVA,  Desarrollo e Innovación en Tecnologías Precursoras. 
  En términos estaduales y de las instituciones  universitarias sobresale la labor desarrollada en Baja California con el  programa de creación de empresas de base tecnológicas, las acciones realizadas  con similares propósitos por la Universidad de Guadalajara en Jalisco. Otras  iniciativas de interés fueron las desarrolladas en la Universidad Autónoma de  México (UNAM) y el Politécnico Nacional. Asimismo, se destacan las experiencias  del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuyos proyectos iniciales  estuvieron relacionados con la creación de empleos y el mejoramiento de los  índices calidad de diferentes productos, lo que a la postre representó un modo  específico de estimular la elevación de la competitividad en un grupo de  empresas. 
  Otro referente importante de relacionamiento de  universidad-empresas lo van constituir múltiples iniciativas desarrolladas por  el Sistema del Tecnológico de Monterrey, institución que comenzó construir en  similar período un modelo propio de incubadoras de empresas y de emprendedurismo  empresarial, los cuales representan en la actualidad un referente obligado a  nivel nacional. 
  Con independencias de los progresos tangibles que se han  obtenido en la vinculación entre las instituciones de la educación superior y  en las empresas en todo México, aún persisten un grupo de limitantes que van  desde de la propia capacidad de las universidad para producir conocimiento con  aplicación productiva y tecnológica, hasta el pobre apoyo gubernamental a las  labores de I + D y los exiguos fondos que destinan las empresas a las labores  de innovación. 1 A esto se adiciona la presencia de marcadas diferencias en estos temas en  términos de prioridad gubernamental a nivel estadual. 
  En  general, el sistema de interacción entre las empresas, gobierno y universidades  se caracteriza por presentar en México problemas de adecuada integración y/o de  funcionabilidad. Una limitación inicial lo constituye el amplio entramado  institucional que participa de forma directa en la dinámica de estos vínculos  como son: el Congreso de la Unión, las Secretarías Federales, el Consejo  Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), los Consejos Estatales de Ciencia y  Tecnología, los organismos paraestatales, las cámaras de comercio, asociaciones  industriales, el sector académico; etcétera. 2  
  En  orden organizacional y del diseño de políticas se destaca la presencia de  limitaciones en el diseño ―y en casos específicos la ausencia― de políticas de  ciencia y tecnología con un enfoque regional, por tales razones resulta difícil  establecer los requerimientos en materia I + D de las referidas entidades y,  sobre todo la armonización de estos esfuerzos de transformaciones estructurales  que se desarrollan en las entidades estaduales con los requerimientos en  materia de I + D. De igual modo, es pobre la generación de tecnologías y de  patentes, mientras que las relaciones hacia el interior de las instituciones de  educación superior no son proclives al fomento de relaciones de cooperación  sino de competencia. 
  La experiencia  acumulada en México evidencia que se ha realizado un esfuerzo sustancial en pro  de lograr un marco de vinculación o relacionamiento más orgánico entre el mundo  académico, las estructuras gubernamentales y las empresas. Sin embargo, aunque  existen progresos, la realidad es que aún persisten un grupo de fallas que  determinan que deberá recorrerse hacia el futuro, un largo camino que conduzca  al logro de una mejor integración en el denominado modelo de “Triple Hélice”. 
1. Según los resultados recopilados en la Encuesta sobre Desarrollo Tecnológico (ESIDET) que realiza anualmente el INEGI y el CONACYT que sólo el 5% de las empresas mexicanas desarrollaron actividades de investigación y desarrollo en el 2011. Véase. El Economista, 23 de noviembre de 2013.
2. Véase para mayor detalle. OCDE, 2009, Op. Cit, pp.12-13