Transformando comunidades hacia el desarrollo local: metodología para el diseño arquitectónico, urbano y del paisaje

Transformando comunidades hacia el desarrollo local: metodología para el diseño arquitectónico, urbano y del paisaje

Rigoberto Lárraga Lara
Víctor Felipe Benítez Gómez
Benito de Jesús Delgadillo Amaro

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El Contexto

El arquitecto de mediados del siglo XX vs el arquitecto en la primera década del siglo XXI

En la segunda mitad del siglo XX, existían pocos arquitectos en San Luis Potosí, la procedencia de este pequeño gremio era del Distrito Federal y Monterrey. Los principales despachos de diseño y construcción en la ciudad eran Algara y Cossio, el despacho del Ing. Medius y SCTS Sandoval. Por otro lado, la vivienda en serie era atendida por un grupo constructor que sin ser arquitectos muchos de ellos tenían los recursos para incursionar en la industria de interés social, como lo fueron, González Ramírez, De la Rosa entre otros, con fraccionamientos como Himno Nacional y la Industrial Aviación. En este periodo la demanda de diseño y construcción era basta, los pocos especialistas podían con facilidad incursionar en su propio despacho desempeñando varios papeles en él -administrando, supervisando, dirigiendo, diseñando, dibujando, etc.- lo que lo hacía un profesionista independiente de otros profesionistas para desarrollar su trabajo, al mismo tiempo, el arquitecto podía combinar su oficio con la venta de materiales para la construcción, o bien de venta de muebles. Por su parte, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en la recién formada Escuela de Arquitectura pedía como único requisito para empezar a dar clases a los próximos arquitectos el estar titulado o a punto de ello.

En este periodo no existían tantos requisitos para darse de alta en Hacienda, los primeros trabajos eran para familiares y amigos, personas que con su capital podían aspirar a construir su patrimonio familiar contratando a un especialista. De esta primera generación, el 15% se dedicó a la función pública, ya que, la mayoría se dedicó al diseño y a la construcción por el vasto margen de demanda que se estima en 1 arquitecto por cada 5,000 habitantes, muy parecido a los datos del 2010 con la diferencia en que en este tiempo el poder adquisitivo era 10 veces mayor; existían 3 constructoras de vivienda en serie y 3 despachos grandes; la vivienda en serie cubría apenas el 15% de la demanda; y estaba repartido el 80 % de la vivienda por encargo en los 100 arquitectos que tenía la Ciudad; la competencia de grandes constructoras sobre la vivienda de interés medio era mínima; y el especulación de la tierra y el monopolio en la construcción aún no era tan evidente como en la actualidad.

Por otro lado, el Arquitecto de la primera década del siglo XXI, enfrenta la acumulación de los ajustes económicos del modelo capitalista y posteriormente el neoliberal, -1972, 1978, 1982, 1994, 2008- donde es muy clara la caída del poder adquisitivo del salario mínimo, en los 80´s un jornal con el salario mínimo podía comprar 52 kg de tortilla (alimento básico en la ingesta en México) para el 2010 solo permite comprar 5 kg, cinco décadas a tras había una concentración de la riqueza en el 10% de la población, hoy en día, se concentró en el 1%, esto representa, que sí, en los 60´s existían en SLP 50,000 habitantes de la clase media alta, en la actualidad solo existen 12,000. Además la distancia entre pobres y ricos creció, desapareciendo la clase media y surgiendo clases más pobres, como los que viven extrema pobreza y los de pobreza alimentaria, muy por debajo de la línea de bienestar mínima. El movimiento migratorio paso en cinco décadas de ser 30% urbano y 70% rural, a una configuración de 70% urbano y 30% rural, abandonando el campo para incrementar el número de pobres, dependientes de las ciudades industriales (concentrando la mano de obra barata en las urbes).

En el anterior contexto, el Arquitecto egresado intenta incorporarse a la dinámica laboral, enfrentando una profesión masificada y la competencia de aquellos con experiencia, prestigio y capital formado por muchos años. En la actualidad el 25% de los arquitectos combinan sus actividades con la enseñanza de la arquitectura, tan solo en la Facultad del Hábitat trabajan 183 arquitectos de los cuales 18% tienen una plaza tiempo completo como investigadores, el otro 82% concursan materias para contratos semestrales, recibiendo un salario mensuales promedio de 300 dólares. Un arquitecto recién egresado que aspire iniciar un despacho tiene pocas posibilidades al enfrentarse a las 73 empresas constructoras consolidadas, que no sólo construyen en la ZMSLP, sino además, en ciudades como Salamanca, Querétaro, León, Irapuato, Aguascalientes y Zacatecas; con contratos de miles de viviendas en serie, algunos de ellos, incluso con capital propio, dueños de reservas territoriales donde especulan con el precio y monopolizan la oferta de fraccionamientos en toda la ZMSLP.

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí, -en los últimos 5 años- ha convocado para la carrera de arquitectura, una o dos Plazas Tiempo Completo por año, lo que representa menos del 2% de los maestros subempleados, considerando como requisitos: experiencia por 5 años en la docencia, evidencia de expertísimo en la materia, experiencia en la construcción, con grado de Maestría y de preferencia Doctorado, artículos en revistas indexadas, evidencia de investigación, asesoría de tesis, libros publicados, participación de congresos internacionales como ponente, certificación de Toefl por 450 puntos, entre otros muchos requisitos más; convocatorias abiertas a nivel nacional con libre competencia incluso con profesionistas de otros estados que consolidados en sus universidades migran por la violencia e inseguridad de sus ciudades, recorriéndose al centro del país.

En general, las condiciones de la incorporación del arquitecto al mercado laboral han cambiado, el desempleo y subempleo son la norma y no la excepción, en este contexto es necesario innovar en la oferta del quehacer profesional, convertirse en proactivos del autoempleo y adquirir competencias colaborativas que nos permitan trabajar de manera interdisciplinar, multidisciplinar y meta-disciplinar.

La masificación de la profesión y el desempleo

La expansión de la cobertura de la educación superior en México derivó en el crecimiento desmesurado de las instituciones públicas. La migración estudiantil fue aminorada con diversas modalidades de regionalización desde las décadas de 1960 y 1970, -periodo cuando da inicio la escuela de Arquitectura en San Luis Potosí-. Uno de los resultados ha sido la caída de los niveles de calidad y el establecimiento de sistemas selectivos de acceso, la masificación ha generado un aumento de la tasa de deserción, repetición y abandono.

De acuerdo con Ramos (2009), otra de las complejas derivaciones de la masificación de la matrícula y también de la expansión de los egresos ha sido la caída relativa del salario de los docentes y de los profesionales, lo que tiene variadas y complejas determinaciones. Por un lado, el número de egresados universitarios no guarda correlación con los niveles de demandas efectivas de los mercados. Durante la década de los noventa, el mercado laboral mantuvo una sostenida demanda por personas altamente calificadas y un significativo premio salarial para los graduados. Sin embargo, al mismo tiempo, registra cómo se ha producido un aumento de los niveles de desempleo de los profesionales y técnicos universitarios.

Más allá del impacto de los profesionales en la posible reestructura productiva y cambio en el modelo de acumulación hacia una mayor densidad tecnológica, el fuerte y creciente egreso de profesionales universitarios afectará a los mercados laborales.

El crecimiento de la matrícula y de las instituciones ha promovido un incremento de la demanda de empleo sobre los docentes universitarios, primero, y sobre los profesionales en general, después. La modalidad cada vez más frecuente de remuneración por horas tornó a los mercados laborales docentes más flexibles. Este aumento de los espacios laborales, sin embargo, está correlacionado con un aumento de la competencia de profesionales que necesariamente tenderá a afectar los niveles salariales, tanto docentes como profesionales (Rama 2009:192).

Siguiendo a Rama (2009), en el sector público, las diferencias de calidad han sido resultado de la existencia de múltiples restricciones financieras, de la diferenciación de los presupuestos por alumnos entre las distintas instituciones públicas, de la creación de nuevas instituciones sin efectivos mecanismos de control internos de calidad, así como resultado de los distintos grados de autonomía universitaria que han dado lugar a una amplia diferenciación de políticas en las cuales, mientras unas instituciones han privilegiado los ingresos sobre la calidad, otras han establecido rígidos mecanismos de acceso que han promovido mayores estándares de calidad y mayor gasto por alumno.

Tal proceso de diferenciación, más allá de la inequidad social que constituye distribuir estudiantes de distintos sectores en tipos diferentes de instituciones y educaciones, afecta a los mercados laborales al depreciar nacionalmente el valor de las certificaciones universitarias y complejiza el impacto real de la masificación y deselitización de la educación superior. El aumento de estudiantes y egresados tiende a impulsar la mencionada deselitización universitaria, pero, también las fuertes diversidades en los niveles de calidad en circuitos institucionales imponen una nueva elitización, nuevas formas de exclusión y modalidades diferenciadas de conformación de las elites sociales.

La masificación ha presionado e incentivado un amplio debate y también cambios radicales en las concepciones académicas y en las formas de las organizaciones universitarias, al imponer la racionalización de los procedimientos de gestión a través de la informática y al estandarizar los procesos académicos. La construcción de las fábricas universitarias ha sido, en este sentido, una derivación de la expansión de la matrícula, que focaliza su acento en la formación de mano de obra y no en la democratización de las instituciones (Rama. 2009:193).

Se abandona la tradición de artesanía en la construcción y se masifica en diseño de los edificios; esto permite una alta especialización de las partes del proceso constructivo del hábitat, quedando el arquitecto en el control de una parte del proceso. Se producen así espacios vacíos que son llenados rápidamente por otras profesiones que se desmiembran del rol tradicional del arquitecto. Los constructores civiles encuentran un espacio vital que los arquitectos no han vuelto a recuperar nunca; los edificadores mantienen e incrementan su intuición (…) El arquitecto tiende a alejarse de la obra y aquedarse en el tablero al margen de los clientes. (…) Por otra parte, la interpretación del espacio urbano desde una perspectiva social es asumida en propiedad por la geografía urbana. Igual cosa sucede con la interpretación en las realidades sociales, campo que en las ciudades pasa a ser materia de los cientistas sociales. (…) La Arquitectura queda así, provista de una herencia formal fuertemente restringida y dependiente, fácilmente sustituible por lenguajes alternativos, al no tener capacidad de expresión de las necesidades de la población a la cual sirve y de su realidad social (Pérez, Rowena. 1990:119).

Lo anterior, se ve reflejado en ignorancia de las necesidades del usuario por parte del diseñador y una profunda arrogancia de la inspiración divina de sus trazos en el diseño.

La inter-disciplina. El arquitecto más allá de sus fronteras disciplinares

La Arquitectura ha sido históricamente concebida como una disciplina humanista conectada fuertemente con los contextos políticos, sociales y culturales en que se desenvuelve y desarrolla. Frente a estas premisas, cabe preguntarse cómo las escuelas de Arquitectura se han hecho cargo en cierta manera, de este historial y cómo se piensa la Arquitectura y la misión de los arquitectos desde el ámbito académico. De esta manera sería posible analizar los énfasis que ha tomado la formación y bajo que referentes éticos y técnicos se forja el trabajo del arquitecto en el ámbito interdisciplinar.

La demanda social no satisfecha, requiere de arquitectos y diseñadores urbanos, proactivos que identifiquen problemas y los aborden en equipos multidisciplinarios. En el desarrollo comunitario siempre habrá espacio para las habilidades adquiridas por un diseñador de espacios como lo es el arquitecto y el urbanista, por lo cual, es necesario reflexionar sobre la interdiciplina y la sustentabilidad.

Cuando el arquitecto o el diseñador urbano intenta utilizar el concepto de la sustentabilidad es necesario e indispensable lo haga bajo una perspectiva interdisciplinar, la cual requiere metodológicamente de la contribución de diversas y diferentes disciplinas, así como, la adquisición de capacidades colaborativas con especialistas procedentes de diversas áreas (Lárraga: 2014).

El concepto complejo de la sustentabilidad, debe ser abordado desde la perspectiva de la autosuficiencia, autonomía y autodependencia de las comunidades receptoras de los proyectos generados con herramientas participativas. Una de las virtudes del enfoque disciplinar es el dominio del lenguaje sobre los temas que ha ido apropiando, No obstante, este enfoque encuentra dificultades al retomar conceptos complejos que implican relaciones multidimensionales en su abordaje como es el caso de la sustentabilidad, cometiéndose errores de interpretación o bien quedándose en aportaciones superficiales y no precisas.

Por lo tanto la apertura es necesaria. Ocurre que aún una mirada ingenua de un amateur, ajeno a la disciplina, aún más a toda disciplina, resuelve un problema cuya solución era invisible en el seno de la disciplina. La mirada ingenua que no conoce evidentemente los obstáculos que la teoría existente impone a la elaboración de una nueva visión, puede, frecuentemente, pero a veces con razón, permitirse esta visión.

Marcel Proust decía: "un verdadero viaje de descubrimiento no es el de buscar nuevas tierras sino tener un ojo nuevo". Jaques Labyrie nos ha sugerido el teorema siguiente, que sometemos a verificación: "Cuando uno no encuentra la solución en una disciplina, la solución viene desde afuera de la disciplina". (Morin:2013:3).

Esto lo apreciamos en las propuestas de ecovillas y ecoaldeas donde los “no arquitectos” experimentan con: técnicas y materiales sustentables, de carácter ancestral, locales, integradores, con ciclos de vida de bajo impacto antrópico, con énfasis en la gobernanza, diversidad cultural, equidad, asequibilidad, uso eficiente de energías renovables, calidad de vida, desarrollo endógeno entre otros. Ejemplos para ser estudiados en los proyectos de desarrollo comunitario.

Por ejemplo: la ciencia ecológica ha podido no solamente utilizar los servicios de diferentes disciplinas, sino también crear científicos poli-competentes teniendo además la competencia de los problemas fundamentales de este tipo de organización.

Hoy, hace falta tomar conciencia de este aspecto que es el menos esclarecido en la historia oficial de las ciencias y que es un poco como la cara oscura de la luna. Las disciplinas están plenamente justificadas intelectualmente a condición de que ellas guarden un campo de visión que reconozca y conciba la existencia de las relaciones y solidaridades. Más aún, ellas no están plenamente justificadas a menos que ellas no oculten las realidades globales.

La arquitectura trata de diseño de espacios, materiales y técnicas de construcción, pero esta no es solamente techos y paredes sino también responde a un entorno tanto económico, institucional, social, cultural y evidentemente ambiental-geográfico, las ciencias humanas están de cierta manera enraizadas en las ciencias biológicas, las cuales están enraizadas en las ciencias físicas, ninguna de ellas, evidentemente, reductibles la una a la otra, las ciencias tienen cada una, no sólo su propio lenguaje, sino conceptos fundamentales que no pueden pasar de una lengua a la otra.

En fin, de acuerdo con Morin (2013) no es sólo la idea de ínter y de transdisciplinariedad lo que es importante. Debemos "ecologizar" las disciplinas, es decir, tomar en cuenta todo lo que es contextual comprendiendo las condiciones culturales y sociales, es decir, ver en qué medio ellas nacen, plantean el problema, se esclerosan, se metamorfosean. Es necesario también lo metadisciplinario, el término "meta" significando superar y conservar. No se puede quebrar aquello que ha sido creado por las disciplinas; el problema de la ciencia como el problema de la vida: es necesario que una disciplina sea a la vez abierta y cerrada.

El papel del arquitecto y el diseñador urbano como facilitador del desarrollo

En la dinámica de un nuevo quehacer del diseñador, se debe contemplar en la instrumentación de sus aportes académicos un “nuevo enfoque profesional” llamado facilitador de desarrollo dejando atrás el esquema tradicional que Geilfus (1997) denomina como “verticalista” (donde los métodos de investigación extraen la información de la población sin su participación consiente, sobre la base de esta información se toman decisiones de las cuales la gente casi nunca tiene parte, originando desconfianza y casi nula apropiación de los elementos introducidos). Tomando como papel profesional la de “arquitecto o diseñador urbano facilitador del desarrollo comunitario sustentable” el cual conlleva tres aspectos que no pueden ser desligados: uso de métodos apropiados, un cambio de actitudes y el intercambio de informaciones entre todos los actores.

Geilfus (1997) menciona que deben buscarse nuevos métodos y hacer un cambio de actitud en el desempeño profesional del investigador que trabaja en las comunidades, en base a su propuesta daremos algunas consideraciones para el desempeño del “arquitecto como facilitador de innovaciones en la arquitectura rural sustentable”.

El arquitecto como facilitador de innovaciones en la arquitectura rural sustentable:

I. Respeta todos los conocimientos por su valor propio.

II. Trata a los miembros de la comunidad con respeto.

III. Trata de aprender de los miembros de la comunidad y de sus colegas (apertura de espíritu).

IV. Busca fomentar la cooperación (es democrático).

V. Trabaja a lado de los miembros de la comunidad, aporta sus experiencias cuando son necesarias o solicitadas.

VI. Le gusta ir al campo donde hace su trabajo; le gusta compartir con los miembros de la comunidad.

VII. Evita el sesgo de “las vitrinas de proyectos”, trata de llegar a todas las áreas y a la gente incluyendo a los más pobres y aislados.

VIII. Siente que tiene mucho que aprender; se olvida de cuestiones de estatuto, prestigio y experiencia.

IX. Está convencido de que el aprendizaje es un proceso mutuo.

X. Muestra su interés y entusiasmo para aprender de la gente de campo; reconoce y respeta sus conocimientos.

XI. Relativiza sus conocimientos y valores; evita juzgar a los demás y busca comprender.

XII. Respeta los protocolos y reglas de cortesía de la gente de campo; hace sentir a todo mundo importante.

XIII. Escucha con atención y deja fluir la información, nunca interrumpe.

XIV. Da crédito a todos los participantes por sus aportes; explica claramente el uso que va a dar a la información.

XV. Esta siempre dispuesto a rendir cuentas y a solicitar la aprobación de la gente.

Estas normas de conducta le permiten al facilitador ser un observador participante de la dinámica interna de innovación de conocimiento en el seno de la comunidad.