COMPONENTES DE SOSTENIBILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL EN EL áMBITO RURAL DE LA REGIóN HUASTECA DE SAN LUIS POTOSí: HACIA UNA ARQUITECTURA RURAL SUSTENTABLE.

COMPONENTES DE SOSTENIBILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL EN EL áMBITO RURAL DE LA REGIóN HUASTECA DE SAN LUIS POTOSí: HACIA UNA ARQUITECTURA RURAL SUSTENTABLE.

Rigoberto Lárraga Lara (CV)
Universidad Autónoma de San Luis Potosí

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2.1-Vivienda tradicional: conceptos principales

Al hablar de vivienda tradicional inevitablemente necesitamos referirnos a sus creadores, su cosmovisión, la continuidad y el dinamismo del conocimiento empírico, la forma de trasmisión de este conocimiento, así como la manera en que usan sus recursos naturales, y refuerzan su sistema de solidaridad e intercambio de fuerza de trabajo en sus construcciones.
La arquitectura tradicional o vernácula soluciona las necesidades de habitabilidad de los pueblos en la adecuación continua a su medio ambiente (Maldonado, 2009). La cual comienza a ser estudiada desde mediados del siglo XX, como respuesta a la homogeneidad de las respuestas arquitectónicas que la arquitectura “moderna” proponía para cualquier parte del mundo.
Maldonado (2009) refiere los orígenes del concepto de la arquitectura tradicional y sus principales exponentes entre los que están: Moholy-Naguy, (1954), Rudofsky (1977), Goldfinger (1970), Rapoport (1969) y Oliver (1978). Estos autores definen algunas características de las construcciones vernáculas como: el trabajo en comunidad, la importancia que tiene el contexto natural y físico, cualidades de durabilidad y versatilidad, así como conceptos de valores trasmitidos de generación en generación.
Estos primeros trabajos están rodeados de polémicas exposiciones fotográficas y descripciones de técnicas y materiales que no se habían estudiado antes y que para la mayoría no tenía importancia su estudio por considerarse sin relevancia científica.
Por ejemplo, Rapoport (1969) distingue entre la arquitectura vernácula y la tradicional, incluyendo la segunda en la primera y definiendo la arquitectura tradicional como aquella relacionada a grupos indígenas con características de identidad cultural ancestrales.
En México se publicaron algunos estudios de la vivienda vernácula en el mismo tenor descriptivo. Entre otros textos, está La vivienda indígena en México y el mundo de Moya Rubio (1982); en él se hace un estudio detallado de las construcciones vernáculas en 5 zonas de México. Su conclusión está dirigida a que toda cultura desarrolla las condiciones propicias para su habitabilidad (vivienda primitiva) a través de la observación de cómo otros animales hacen sus refugios utilizando materiales vegetales e inertes de su entorno. Además, en este libro se detallan materiales y técnicas constructivas diversas de las diferentes regiones de México; entre las regiones estudiadas está la Huasteca potosina; destaca el caso particular de Matlapa, Tancanhuitz y Aquismón. Su metodología es principalmente descriptiva, y parte de la observación y comparación con otros elementos en otras zonas e incluso otros países. No incluye datos que nos muestren una diferenciación de la vivienda dentro de las mismas comunidades. No podemos saber si hace 30 años las comunidades que el autor visitó tenían elementos híbridos o qué porcentaje de la vivienda en ese entonces conservaba más elementos tradicionales, ya que al parecer sólo se tomó en cuenta la singularidad de estas construcciones. Cabe notar que Moya Rubio menciona una clasificación a la que llama vivienda indígena evolucionada, la cual no define pero describe en casos excepcionales. Asimismo, este autor utiliza la clasificación de los antropólogos Miguel O. de Mendizábal y W. Jiménez Moreno hecha por grupo lingüístico. Utilizar esta clasificación en una región más pequeña, como la Región Huasteca, implica dificultades por el estrecho intercambio de conocimiento entre las etnias Nahuas y Tének; no obstante, las pocas diferencias en los tipos de construcción de ambos grupos étnicos debido a su raíz mesoamericana y el clima que los determina, hay pequeñas diferencias explicadas por su origen étnico, que analizaremos.
Más recientemente está el trabajo de Torres (2010) quien hace un planteamiento de aproximación al análisis de los componentes de la casa Xi`iu, (Región Media del Estado de San Luis Potosí) donde las variables son de tipo cualitativo y estas son contrastadas y cuantificadas a través de un “modelo de constelación”, técnica para la interpretación del hábitat, mostrando precepciones como la seguridad, gustos, intimidad, anhelos, útiles en el entendimiento de la habitabilidad. Este instrumento de registro de la percepción de los usuarios de la vivienda tradicional nos permitirá conocer cómo consideran los usuarios los cambios en la vivienda e identificar cuáles elementos consideran indispensables para su continuidad cultural.
La tesis de Echeverría (2008), documenta la conservación y destrucción del patrimonio arquitectónico como una representación y reproducción del paisaje cultural. La autora considera la lectura hermenéutica como instrumento para analizar el “objeto arquitectónico” como síntesis socio-física y expresión de un determinado orden que regula las relaciones de intercambio entre personas, elementos físicos y el entorno.
Echeverría menciona que los pueblos aplican valores y normas que crean paisajes culturales tan próximos a lo ideal como sea posible, lo cual crea la identidad de los paisajes culturales y por ello la importancia de conservar dichas prácticas. Echeverría intenta definir el objeto arquitectónico como patrimonio cultural, por cuanto representa y reproduce un paisaje cultural. Sus conceptos enfatizan la continuidad cultural, pero hace a un lado algunos elementos de igual importancia necesarios para determinar la continuidad de las expresiones arquitectónicas tradicionales, como son los económicos, sociales, ambientales y políticos.
Anteceden también trabajos en torno al rescate del conocimiento vernáculo en la arquitectura como el Atlas de la vivienda rural en Morelos (2000), o las memorias publicadas del “Seminario Iberoamericano de vivienda rural” (volúmenes I, II, III y IV) del 1999-2002, donde se conjuntan las últimas investigaciones del tema realizadas por investigadores de varios países invitados. En estas publicaciones, el estudio sobre la vivienda tradicional en el ámbito rural está cargado de propuestas relacionadas con la sostenibilidad, calidad de vida, la participación social y la conservación del patrimonio cultural, discursos que reproducen la reflexión y conciencia ambiental-social de las últimas décadas al integrarse dichos conceptos a la disciplina de la arquitectura, en especial en la vivienda tradicional en el ámbito rural.
En particular, algunos elementos que utilizaremos para caracterizar el conocimiento arquitectónico tradicional (primordialmente indígena) se encuentran en los siguientes trabajos: Toledo (2000), Stresser-Péan (2008), Ruvalcaba (1996), y algunos principios normativos de la UNESCO (2009) para el conocimiento indígena.
La UNESCO (2009) identifica las siguientes siete características del conocimiento indígena:
El conocimiento indígena tiene sólidas raíces para un desarrollo sostenible; el conocimiento masculino y femenino tienen formas complementarias del saber; el conocimiento indígena desafía los supuestos de la ciencia occidental; la continuidad y el cambio son principios del dinamismo del conocimiento 'tradicional'; existen sinergias entre el conocimiento indígena y el científico; se debe proteger el conocimiento indígena; por último, se debe reactivar la transmisión del conocimiento en el seno de las comunidades indígenas.
La observancia de estos principios normativos permite caracterizar el conocimiento indígena sin poner en riesgo su sostenibilidad cultural. La UNESCO reconoce que cuando idealizamos o subestimamos el conocimiento indígena corremos el riesgo de plantear acciones que paralicen su desarrollo o bien que deterioren su identidad cultural, por lo que esta organización ha propuesto normas que permitan entender el dinamismo y la autonomía del conocimiento indígena.
Utilizando la definición y clasificación de la vivienda tradicional de Rapoport (1969), Rudofsky (1977), Rubio (1982) y los principios de UNESCO (2009) se proponen las siguientes definiciones:
La arquitectura tradicional es el corpus de conocimiento empírico de los pueblos originarios acerca de técnicas y materiales de construcción, principalmente de uso habitacional, con las siguientes características: es didáctica y homogénea; mantiene una estrecha relación entre sociedad y el objeto arquitectónico; en su ejecución interviene el trabajo colectivo; utiliza los materiales disponibles en su medio natural y no intervienen especialistas para su construcción; la arquitectura tradicional respeta el contexto cultural y el medio ambiente; sus cualidades son de durabilidad y versatilidad y se reproduce a través de conceptos y valores trasmitidos de generación a generación. Además, la arquitectura tradicional es dinámica y flexible porque incorpora innovaciones que devienen nuevas tradiciones o componentes de ellas. Asimismo, mantiene viva o actualiza la tradición constructiva prehispánica.
No obstante su sencillez, en lo fundamental, la arquitectura tradicional debe su existencia a que satisface –sin prejuzgar su eficiencia, eficacia o nivel de confort- las necesidades de habitabilidad de sus practicantes. De igual modo, destaca el carácter “independiente” o “autárquico” de este tipo de arquitectura porque no depende –o su dependencia es mínima- de la llamada “arquitectura moderna”, que está representada por sus practicantes, su respectivo “know-how” y sus materiales “modernos”.
A partir de la arquitectura tradicional se construyen tres tipos de viviendas: la vivienda tradicional primaria; la vivienda tradicional preindustrial o híbrida; y la vivienda vernácula “moderna”, o sustituida. A continuación presentaremos nuestra definición de cada una de estos tipos de viviendas.
La vivienda tradicional primaria (mencionada por Rapoport (1969) como “primitiva”), incluye a aquellas construcciones hechas principalmente por las sociedades indias, que utilizan modelos con pocas variaciones; la practican las comunidades originarias, en donde todos son capaces de construir su propia vivienda, y en el conjunto se logra la uniformidad en el paisaje cultural.
La vivienda tradicional preindustrial o híbrida -Moya (1982) la llama “evolucionada”- es un modelo más flexible que los utilizados en las construcciones primarias, pero conserva una gran parte de sus técnicas, funcionalidad y materiales vegetales y geológicos. A su vez, conserva el sistema de participación solidaria en su construcción, su topología, multifuncionalidad, escala y forma. Utiliza algunos materiales preindustriales pero los ha incorporado eficientemente a su habitabilidad cultural.
La vivienda vernácula “moderna”, o sustituida, está ejemplificada por las viviendas construidas en el ámbito rural con un empobrecido conocimiento tradicional de sus rasgos primarios, donde se utilizan materiales y técnicas exógenas, por voluntad propia o bien, por el uso de los subsidios gubernamentales, en forma de paquetes de materiales industriales.
Estas definiciones nos ayudarán a distinguir los rasgos más sobresalientes de la vivienda tradicional, sus relaciones, dimensiones, categorías de análisis y criterios. Los cuales nos servirán para establecer los principios generales de la sostenibilidad de la vivienda tradicional.