CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

Luis Héctor Perego (CV)

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Concepto de red:

Una red consiste, básicamente, de nodos y relaciones. Los nodos son empresas industriales y sus socios innovadores, sean sus proveedores, clientes, consultoras privadas o públicas y por supuesto, competidores.
Desde el punto de vista general la organización industrial, podemos considerar las redes industriales como una forma institucional situada entre “mercados y jerarquías” cuya finalidad radica en superar las debilidades conocidas de esas formas.
Cuando se analiza de qué manera y por qué motivos las redes influyen sobre las empresas y de qué modo afectan las capacidades de innovación de las empresas industriales, resulta muy importante encuadrar el análisis de las redes en un modelo más amplio de desarrollo industrial como el modelo del ciclo de vida de la industria.
Visto de esta manera, el desarrollo industrial puede dividirse en cuatro fases principales: la fase de innovación, la fase competitiva, la fase oligopólica y la fase de declinación. Las cuatro características de las fases se describen en términos de localización, importancia de la proximidad, crecimiento y por ultimo por desarrollo tecnológico.

Rol del Estado

En la economía política, es un tema de controversia el rol del estado en la economía. La economía neoclásica, con su énfasis en la distribución de recursos escasos, define los límites de un posible programa de intervención legítima del Estado, cuando éste falla, se apela a la intervención del gobierno para corregir estas fallas.
En la economía clásica keynesiana el enfoque es hacia el problema de la subutilización del trabajo. El programa de intervención legitima se amplia respecto del neoclásico con el fin de mantener a la economía cerca del pleno empleo y los gobiernos deben intervenir para compensar la incertidumbre inherente a las decisiones de inversión y a socializar estas inversiones.
Extrapolando el tema económico a la problemática que despierta al conocimiento y su acumulación como activo podemos establecer un esquema similar, donde aparecen los intervencionistas, los antis y los evolucionistas.
Estos últimos entienden a la evolución como un proceso abierto regido, en parte, por la contingencia y en parte por la generación imprevisible y accidental de conocimientos nuevos. La importancia que revisten la novedad inesperada y la supervivencia del más afortunado en el enfoque evolucionista tiende a convertirse la predicción y la planificación para el futuro en cuestiones bastante inciertas y parece dejar escaso margen para políticas efectivas de innovación.
El enfoque anti intervencionista, sostiene que el mecanismo de mercado constituye un proceso de descubrimiento muy efectivo, cuyos resultados no podrían mejorar los encargados de diseñar políticas. La importancia del mercado radica en que coordina el uso de conocimientos dispersos y, en ese proceso, a través del ingreso y la intervención de empresarios competitivos, descubre nueva posibilidades. En palabras de Hayek, el mercado resulta más eficiente de digestión de información dispersa que cualquiera que haya diseñado el hombre en forma deliberada. (Marshall A. 1959)
Esta visión del mercado como proceso de descubrimiento se encuentra estrechamente conectada con un rechazo más general de la posibilidad de la predicción y pro ende, de la formulación efectiva de políticas. Cuando al conocimiento se lo piensa como proceso, es necesario permitir que transcurra el tiempo, lo cual es imposible sin que nada ocurra. La novedad inesperada se experimente; las expectativas se confirman o refutan. En cualquier caso, la constelación de conocimientos resulta modificada. Pero el conocimiento determina la acción humana y la acción determina el mundo; por lo tanto es imposible predecir cualquier estado futuro del mundo. No podemos tener conocimiento cierto en el futuro. (Benge-Aske Lundwall. 2009)
En la sociedad humana, la comunicación social es en extremo importante porque tiene como resultado la acción colectiva que da lugar a nuevas instituciones que influyen sobre la creación de variedad, la reproducción y la selección de conocimientos y tecnologías.
La inteligencia humana es limitada frente al entorno complejo y cambiante, pero no totalmente impotente. Por consiguiente, no es razonable suponer que haya expectativas racionales, pero tampoco suponer que los individuos o colectivos humanos se ven movidos de manera exclusiva por olas de accidentes.
El rol tradicional de los gobiernos nacionales en materia de política industrial y tecnológica enfrenta un desafío. En este contexto, adquiere importancia comprender que rol desempeño el sector público en el pasado y que rol debe desempeñar en el futuro próximo en relación con la innovación y el cambio técnico dentro de las fronteras nacionales. (Andersen Esben Sloth. 2009)
En muchos aspectos, el rol fundamental del sector público en lo que respecta a crear, mantener y desarrollar sistemas nacionales de innovación modernos es comparable al papel desempeñado por el encargado de marcar el ritmo en las carreras de remo. Si la demanda del sector público va muy por delante en términos cualitativos y cuantitativos, pierde contacto con la capacidad de innovación de los proveedores nacionales. Si en cambio la demanda del sector publico avanza a un ritmo excesivamente lento, es posible que los proveedores nacionales también reduzcan la velocidad del proceso de renovación y se aferren a la pura rutina.
En numerosos países el sector público procura desempeñar el que marca el ritmo mediante programas de tecnología, políticas públicas de compras, etc.
Los roles participativos directos e indirectos que puede desempeñar el sector público en lo que respecta a crear, mantener y desarrollar sistemas nacionales de innovación modernos son muy complejos y multifacéticos, y por consiguiente no es posible analizarlos en el presente trabajo, no obstante es posible establecer como foco de atención el rol de marcador de ritmo del sector público, a través de su rol de usuario y regulador que posee, como así también como productor de I+D y de disponer recursos humanos fundamentales para el proceso. (Gregersen Birgitte. 2009)
En los programas de políticas tecnológicas implementados en la mayoría de los países, ha prevalecido una estrategia de empuje tecnológico. La finalidad de los programas radico en brindar apoyo directo a los productores y se prestó menor atención a los usuarios.
No obstante, diversos estudios demostraron que fortalecer el lado de la demanda, en términos cuali - cuantitativos, podría constituir una estrategia nacional complementaria efectiva. (Martner, C. 1995)
 La existencia de usuarios competentes, capaces de comunicar sus necesidades de una manera que brinde a los productores la posibilidad de adaptar y desarrollar productos de alta calidad que den respuesta a esas necesidades constituye una base esencial del aprendizaje interactivo dinámico.
La mayoría de los análisis teóricos y empíricos de los incentivos a la innovación o adopción de nuevos productos y procesos hacen hincapié en el afán de lucro y el incremento del a participación en el mercado y excluyen las actividades no lucrativas del sector público de las diadas dinámicas integradas por usuarios y productores innovadores.

Nota: La díada es el término acuñado por el sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918), en su investigación sobre la dinámica de los grupos sociales pequeños,para referirsea los grupos sociales compuestos por dos personas. Los matrimonios, las relaciones de pareja o las amistades íntimas son grupos de este tipo.
En los grupos de dos la interacción social es mucho más intensa que en los grupos más numerosos, ya que en una relación uno a uno no existe una tercera persona con la que se deba competir por la atención del otro. Por este motivo, en estos grupos se establecen habitualmente los vínculos sociales más fuertes o significativos. En contrapartida, estos grupos son más inestables y precarios, ya que mantener vivo un grupo de dos necesita del esfuerzo de ambos componentes de la relación. En cambio, en grupos más numerosos la deserción de uno o varios de sus miembros no incide forzosamente en la supervivencia del grupo.

Las organizaciones del sector público suelen describirse como monstruos parasíticos, ineficientes y burocráticos, oposición a las empresas privadas, caracterizadas por su flexibilidad, eficiencia y productividad. Una de las expresiones clave a la hora de explicar la supuesta ineficiencia del sector público es “defectos del sistema”.
Los economistas han atribuido que los mencionados defectos se pueden deber a la ausencia de fuerzas de mercado, provocando esto un desconocimiento profundo de la demanda real, lo cual llevaría a la sobreproducción o el racionamiento. La fijación de precios es incierta, dada la ausencia de afán de lucro, no existiendo motivación para ajustar y racionalizar la producción.
Por otra parte no hay estándares de eficiencia dinámica, en el sentido schumpeteriano, y falta de capacidad de innovación.
Los teóricos de la elección pública han puesto de relieve que las decisiones tomadas en el sector público no son óptimos de Pareto, puesto que la mayoría puede controlar a la mayoría.
Por último los teóricos de la organización apuntan a elementos como organización y gestión ineficientes, contratos salariales rígidos, escasa sensibilidad a los costos y metas oscuras y vagas.
La demanda del sector público influye sobre la capacidad de innovación del sector privado en forma directa, a través de su volumen y calidad. En los sistemas nacionales de producción e innovación modernos, la demanda pública es considerable.
Si bien existen variaciones en cuanto a la participación de los mercados gubernamentales, según diferentes áreas de productos, en lo que se refiere al desarrollo de los sistemas nacionales de innovación en el largo plazo, es importante destacar estas diferencias entre áreas de productos, puesto que la participación de la demanda del sector público en el mercado parece ser dominante y encontrarse en aumento particularmente en los mercados en expansión de los productos de alta tecnología vinculados a la informática o a la biotecnología. (Vázquez 1996)