LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL DESORDEN DE LA VIOLENCIA

LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL DESORDEN DE LA VIOLENCIA

Coordinadoras(es): Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara (CV), Laura Isabel Cayeros López (CV), Fabiola González Román (CV), Arturo Murillo Beltrán (CV), María del Refugio Navarro Hernández (CV), Elena Susana Pont Suárez (CV), Dalinda Sandoval Acosta (CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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EL GÉNERO EN LA FAMILIA: ¿BUSCANDO LA ESTRUCTURA DEL SISTEMA?

Eduardo Abedel Galindo Meneses1
Aurelia Flores Hernández 2
CIISDER Universidad Autónoma de Tlaxcala

Introducción

La familia como sistema complejo -cuya estructura/estructurante alude a la jerarquía y la singularidad establecida- es puesta en práctica a partir de la dinámica y la organización familiar que componen y permite su conjunción. La familia funge como escenario, donde las relaciones entre sus miembros –mujeres y hombres- se distinguen por la re-significación que la estructura del sistema económico e ideológico, les permite gradualmente en el momento de aprehender el mundo. En este aprendizaje continuamente renovado, destaca el reacomodo continuo de las relaciones género. Una de las transformaciones de mayor singularidad se encuentra en la preeminencia en aumento de mujeres posicionadas como jefas de hogar. (Gonzales, 1997; García y Olivera, 2005; Lázaro, C. y Zapata M. 2007).

            Utilizando como lente central del análisis al enfoque de las relaciones de género y una mirada interdisciplinaria -antropológica, sociológica, psicológica, pedagógica-, se discutirá la relación entre las categorías analíticas familia y género, a través de la reflexión sobre tres ejes centrales: a) la familia como sistema estructurado; b) la estructura/estructurante en la familia; y c) la re-significación en las dinámicas familiares a partir de los cambios en las funciones entre mujeres y hombres. El enfoque de las relaciones de género es fundamental para comprender y explicar cómo las relaciones tejidas en el seno familiar son complejizadas, y la manera en cómo –individualmente- cada integrante se relaciona e interactúa con el resto de dimensiones de la vida social. El trabajo se basa en fuentes documentales, y es aplicado en el estado de Tlaxcala, considerando ciertos indicadores: i) la inserción laboral; ii) la economía doméstica; y iii) el nivel de escolaridad. Interesa esta entidad, en razón de su posición en el lugar 24 del Índice de Desarrollo Relativo de Género (2006), además por medio de fuentes de información local se indica que la presencia de hogares con jefatura femenina alcanza el 70 por ciento, registro que supera la información estadística oficial3 .

La Familia ¿un sistema?

Sin pretender plantear el fin de la familia, creemos que ésta como célula social ya no es posible, considerarla homogénea y de orden moral hoy día, es más un obstáculo, que una manera de atribución con objeto a la prevalencia. La diversidad sexual por ejemplo, representa no solo un reto para la moral en turno, sino a su vez, una imagen de resignificación para el común establecido en la etapa inicial de la familia: la pareja. Lo que al principio, fue una manera de incitar al mundo y dar una revuelta al orden social: devenido por la característica rígida del establecimiento judeo-cristiano; hoy día, es parte de la cotidianidad y tarea en busca de la reeducación social; una mirada hacia los iguales, los semejantes, los (hasta hace un minuto) desconocidos (Monsiváis, 2010).

            La familia es un elemento de análisis social, que emplea múltiples disciplinas provenientes de las ciencias sociales. Sin embargo, en este trabajo partimos de que la familia -misma que describe una estructura sistémica- ejemplifica la necesidad de repensar el abordaje tanto conceptual, como de orden teórico-metodológico, que la constituye. Es así, que la familia plantea y se organiza en un escenario generacional de discerciones sociales. Dicho de otra manera, la familia exige un pensar epistémico -de carácter sistémico- que entrelace un repensar categorial4 .

            Pensar y constituir a la familia, como el ejemplo de una mirada -o quizá diagnostico- sistémica, nos habla de la adaptabilidad que la familia tienen para el presente socio-económicoo que representa su entorno, su realidad. Es decir, la necesidad y a la vez premisa de la familia en la elaboración de distintas tipologías (nuclear, monoparental, extensa, entre otras) para su estudio, es la respuesta a la complejidad social: como método a la significación de la variada organización que los actores entretejen -miembros de un grupo doméstico.

            Para continuar con la reflexión de las características a priori de la familia, es necesario detenernos y preguntarnos ¿a qué nos referimos cuándo empleamos a la familia como un sistema? Primero, queremos alejarnos de una visión de la familia centrada en la ppracticidad y en consecuencia reelaborar un discurso sobre ésta. Segundo, comprendemos como sistema familiar a aquel “sistema abierto constituido por varias unidades ligadas entre sí por reglas de comportamiento y por funciones dinámicas en constante interacción entre sí y en constante intercambio con el exterior” (Andolfi, 1985:18; citado en Eguiluz Romo, 2001:111).

            Esta mirada sistémica acerca de la familia nos induce a una propiedad de los sistemas como es el concepto de la sinergia. Esta propiedad, quizá permita comprender la interacción de la familia con la sociedad. Empero, dado que la sinergia es aquella propiedad que “no explica ni permite predecir el comportamiento del todo” (Füller, en Johnsen, 1986; citado en Eguiluz Romo, 2001:111) es importante prever que el reflexionar entorno a la familia y su tipología, no nos lleva a comprender una sociedad en su conjunto. Lo que en la misma lógica nos lleva a saber, que el entendimiento de una sociedad no nos induce al entendimiento de un sistema familiar. Con lo anterior, no concluimos y predecimos que la familia es un objeto alejado y distante de la sociedad; pero sí permite pensar e inducir que cada sistema familiar es único y distinto a otros sistemas, dado que cada sociedad se complejiza.

            Esta manera de mirar a la familia, crearía -en primera instancia-, un alejamiento a la posibilidad de la elaboración y construcción de un enfoque macro de carácter teórico, que explique y aproxime a la comprensión del sistema familiar. Pero este no es el punto que buscamos llegar con la precedente reflexión. Más bien, el objeto de tal argumentación es: posicionar a la familia como una ejemplificación de la complejidad que hoy día genera el ejercer un método científico.

            Una de las herramientas que las ciencias sociales: en especial la disciplina de la antropología; ha dado para el estudio de la familia y distintos procesos sociales es el uso de la genealogía5 . Esta herramienta, ejemplifica la complejidad que un sistema familiar  o proceso social constituye. El uso de la genealogía, permite la recolección de información, representación y análisis de distintos momentos del sistema familiar u proceso social. El conocimiento de la genealogía de un sistema familiar, nos adentra a la manera de ver la historia que a su vez guarda el sistema. La historia familiar, para este trabajo, es a lo que llamamos estructura/estructurante. Conceptualización que nos lleva a discutir y poner en consideración dos de los tres ejes analíticos (la familia como sistema y su estructura/estrcuturante) entorno a los conceptos de familia y género y señalar una de las hipótesis de este trabajo: el sistema -familiar- construye y ejerce estructuras, sin embargo, la categoría género y otras categorías analíticas como la edad, la generación, la posición jerárquica, entre otras se constituyen en marcas diferenciales al interior del sistema familiar. 
            La mirada sistémica hacia la familia, permite darnos cuenta de la complejidad conceptual que es requerida en el momento de su estudio y análisis. A su vez, denota la interacción que tiene con el sistema social: siendo un factor que la caracteriza -sin limitarla- al no ser una determinante. Es decir que la sociedad, así construya un panorama de pobreza, inequidad de género, entre otros, el sistema familiar acogerá estas circunstancias debido a su capacidad de morfogénesis 6 y homeostasis7 -propiedades de los sistemas- para la búsqueda continua del equilibrio. Dado que el equilibrio constante del sistema familiar, es casi imposible; se sostiene que la familia recrea la continuidad de su búsqueda, así no lo alcance. Por ende, esta continua búsqueda del equilibrio, abre la posibilidad de hablar y distinguir a la familia de cualquier sistema doméstico.

¿Buscando la estructura del sistema familiar?

Cómo poder concebir la idea -quizá excéntrica- que puede crear el poner como objeto de análisis, el sostener que la familia busca el equilibrio sin ser alcanzado. No con esto pensemos en alejar a toda familia de un momento de bienestar, aludiendo a la idea de pensar un sistema familiar como espacio y ambiente de conflicto con consecuencia a la desfragmentación emocional de sus miembros. Ese no es el objetivo de nuestra argumentación. Sino que es necesario, dejar de creer que el bienestar familiar es permanente.
            La familia tiene un ciclo vital 8, en el cual distintas etapas son vividas por sus miembros. Este ciclo vital familiar, constituye el proceso por el cual la familia hace caso y crea historia. La historia que constituye la familia como ya hemos hecho referencia -vista por la genealogía del sistema familiar- es a lo que reconocemos como estructura/estructurante. Esta genealogía posee una estructura al ser la creación de generaciones una prevalencia de su práctica. Es decir, que el pasar de una etapa del ciclo vital familiar a otra, la familia hace caso a la jerarquía que alude el sistema, a su estructura. Los padres o tutores de los hijos, son esta jerarquía. Esta construcción social, permite distinguir las estrategias de reproducción que el sistema familiar recrea con el fin de subsistir.

            La idea de llamar la historia familiar como una estructura/estructurante, parte en el hecho social por buscar una estructura. Pero para esto, se es necesario plantear y discernir en un primer instante ¿qué es una estructura?. Esta interrogante es discutida, a partir de priorizar lo que la teoría estructuralista de Anthony Giddens (1979), refiere  exclusivamente como potencialidades constitutivas de la vida social. Estas potencialidades aluden tanto a: a) las capacidades humanas y genéricas; y b) las condiciones humanas que responden una multiplicidad de formas empíricamente discutibles en el transcurrir de los procesos y acontecimientos. Lo que se busca aludir con la concepción en un primer momento de estructura, para la búsqueda de su continua conceptualización, es lo siguiente: la estructura es el instrumento y el resultado de la reproducción de las prácticas sociales (Gidden, 1984).

            La familia, es entonces resultado de las reproducción de las prácticas sociales, es decir un sistema estructurado. La manera, en que podemos ejemplificar esta argumentación en el sistema familiar, es la maternidad y paternidad. A partir de concebir esta acción, propia de la familia, como un hecho histórico-social y no un hecho meramente biológico. Dado que quienes procrean, así partan de otras formas de reproducción asistida, en ocasiones no necesariamente ejercen la maternidad y la paternidad. Sino que en ocasiones, esta acción es llevada a la práctica por una persona ajena a un vínculo meramente biológico: abuelos, tíos, hermanos, padres adoptivos, etcétera.

            Por tanto, cuando queremos referirnos a la posibilidad de hallar una estructura/estructurante en la familia, distinguimos que “la estructura forma parte de la constitución de las prácticas sociales y existe en los momentos que se genera su constitución” (Giddens, 1984). Es decir, que la praxis del hecho social: la maternidad y la paternidad; constituyen la jerarquía que el sistema familiar debe poseer para la continua búsqueda del equilibrio.

            La necesidad de comprender una jerarquía dentro del sistema familiar, es a partir del saber que este espacio, donde la interacción de actores sociales son constantes y de manera diaria. El no existir una jerarquía que hegemonice esta interacción: quizá nos daría a prever la no necesidad de coexistir dentro de un sistema familiar. Sin embargo, la misma necesidad y característica biológica del ser humano cuando nace y necesita del cuidado inmediato, nos induce al sentido de propiedad que un miembro de la familia vive por parte de sus progenitores.
            Este mismo sentido de propiedad 9, es revivido en la constitución/estructuración de la familia que se da en la elección de pareja. Por tanto, la estructura en el sistema familiar es posible, siempre y cuando permita el paso de una etapa del ciclo vital familiar, a otro. Es decir, que si la estructura familiar no permitiera el paso de una etapa a otra, la estructura no respondería a la necesidad familiar y por tanto no habría cavidad de esta10 . Es así que la familia necesita de una estructura de carácter estructurante; es decir, una estructura no rígida, sin representar una limitante, sino más bien, una apertura de posibilidades de crecimiento y construcción de una nueva etapa en el ciclo vital familiar.

            Esta misma estructura/estructurante encargada de revivir cada etapa del ciclo vital, permite reflexionar en razón de lo que entendemos como la re-significación de las dinámicas familiares. Solo basta pensar, que cuando una familia es constituida, la pareja en cada uno de sus miembros no pueden conservar el rol de hijos el uno con el otro; con el objetivo de que la familia recién constituida prevalezca y viva a través de las siguientes etapas del ciclo.

            Esta re-significación es posible, a partir de que el miembro de la familia funge como un arquetipo de carácter colectivo. ¿Qué es un arquetipo colectivo? es “un modelo hipotético, no intuible, que responde a un estrato en cierta medida superficial que descansa en otro estrato más profundo que es innato, escapando a la adquisición personal al ser una expresión universal en la que la psique individual, generando contenidos y modos de comportamiento que son cum grano salis (los mismos en todas partes y en todos los individuos)” (Jung Carl, 1970).

            Es decir, entendamos que la presencia de un ser dentro de la familia, tenga o no en común la búsqueda del bienestar, tendrá influencia dentro del sistema familiar. Por ende, la significación dentro del sistema será dependiente -directo e indirectamente- al fin establecido. Partiendo de aludir una jerarquía dentro de la estructura/estructurante, para el caso de madres/padres por ejemplo, se espera que estos tengan a bien representar y generar el cuidado a sus dependientes. La imagen de ser los responsables del cuidado (jefe/as del hogar), es pensada a partir de que en el colectivo y consenso social, el arquetipo de un padre o madre, no es visto como dependiente de los hijos/hijas, sino significa la persona en la que puede recaer un sentimiento de dependencia tanto emocional, material y social.

            Moralmente se espera que el padre se distinga de la madre por ser el jefe del sistema familiar. Asimismo, se espera (colectivamente) que dentro del sistema familiar existan estas dos imágenes. Sin embargo, en la realidad del hecho social, hoy día la presencia de ambos ha dejado de ser una constante. El caso del estado de Tlaxcala, puede ser una ejemplificación y alejamiento de esta constante establecida por una moral de carácter judío-cristiano. Donde, la presencia de las jefas de familia, se hace presente no solo en el sistema familiar, sino en el sistema social. Aludiendo así a las propiedades de los sistemas como lo es la morfogénesis y homeostasis, para la búsqueda y presencia de la familia como respuesta que el hecho y realidad social establecen.

            Estos retos por parte del hecho social, son enmarcados y tienen mayor énfasis  dentro del orden económico. Donde la equidad para ambos géneros es más bien símbolo de una inequidad, que de una hegemonía en oportunidades. Sin embargo, antes de continuar con el siguiente apartado y discutir con profundidad lo que se pretende sustentar en base a indicadores económicos, podemos destacar a manera de cierre del presente apartado, por discutir si hay o no, una estructura en el sistema familiar y que características representa.

            Por tanto a manera de hipótesis creemos: a) Quizá la familia, a partir de ser un sistema abierto en búsqueda continua del equilibrio, representa la necesidad de una jerarquía y estructura que posibilita y da apertura a esta continua búsqueda; b) La estructura dentro de un sistema familiar quizá responde al carácter estructurante del hecho y prácticas sociales. Siendo la maternidad y la paternidad una manera empírica de corroborar lo aquí argumentado. Y por último c) La re-significación de las dinámicas familiares, quizá son en respuesta a la tendencia -especialmente más no única- económica. Dado que el significante económico, dentro de la familia no deviene de la jefatura puesta en práctica. Es decir que el jefe/a de familia no es un estatus dado por la mayor o menor disposición económica otorgada a la familia, sino que el jefe o jefa es aquel actor social quien decide el uso y la distribución del bien económico, lo que crea una paradoja.

            Las anteriores hipótesis, no señalan una mirada determinista y de conclusión que  busquen únicamente validar la forma del análisis establecido y constituido para el abordaje del sistema familiar. Más bien, son enunciadas a manera de ser puestas en discusión. Sin embargo para el siguiente apartado, estas hipótesis construyen el enfoque con el que se hace una aproximación, quizá no sea significante, al caso del estado de Tlaxcala, en la búsqueda del papel que el género representa dentro de la familia. Es así, que se ve la necesidad de enunciar la manera en que serán tratados los indicadores económicos que permiten ejemplificar y aproximar los ejes centrales de análisis de este trabajo: a) la familia como sistema estructurado; b) la estructura/estructurante; y c) la re-significación de las dinámicas familiares; para con los conceptos analíticos: familia y género.

El género en la familia

¿Qué es el género? Según Linda McDowell, la conceptualización del género, “ha pasado de las desigualdades materiales entre los hombres y las mujeres (...) a una nueva convergencia de intereses en el lenguaje, el simbolismo, el sentido y la representación en la definición del género, así como en los problemas de la subjetividad, la identidad y el cuerpo sexuado” (1999:19). En tanto a lo anterior, antes de aludir una definición; pensemos que la búsqueda de la conceptualización del género, es la misma que la búsqueda del equilibrio: una tarea constante y quizá un tanto imposible de alcanzar en su totalidad. Dado que el género -en su conceptualización y como filosofía de vida- responde a dos perspectivas: “como construcción simbólica y como relación social” (Moore H., 1988; citada en McDowell Linda, 1999:20). Destacando así su constante búsqueda, pues las relaciones sociales, como la construcción simbólica dependen del espacio y tiempo.
            La economía, quizá enmarca y describe el espacio y tiempo. Sin embargo, esta premisa de constituir a la economía como la clave y respuesta a la conceptualización del género nos regresaría a atender la desigualdad material. Obstante a esto, no se descarta a la economía como herramienta que aproxima la presencia del concepto de género en el hecho y realidad social. Debido que es a partir de su carácter cuantitativo -de la economía-, que la objetividad de su praxis a través de los datos que proporciona, facilitaría la tarea de conocer la presencia del género en el hecho y realidad social.

            Por tanto, aludimos al concepto de género como aquella “construcción simbólica y/o como relación social”. Para una mayor visibilidad de esta concepción, se debe atender como espacio y tiempo a la familia. Es decir que el sistema familiar, es el espacio que enmarca los tiempos (a través de su ciclo vital) que el género necesita para su constitución. Por lo tanto, el género en la familia es aquella construcción simbólica, producto de la relación entre miembros del sistema y de estos con su entorno y sistema social.
 
            El periódico El Universal (16 de febrero del 2010) en una publicación referente al tema, colocó al estado de Tlaxcala como número uno a nivel nacional de las 20 entidades del país que están a cargo de mujeres jefas de familia. Señalando, que el 70% de los hogares en el estado, el sostén económico es de género11 femenino. Asimismo, la nota periodística daba a conocer que son 5.7 millones de hogares con jefatura femenina en el país. Sin embargo, para el mismo año 2010, el INEGI consideraba la presencia de 272 507 hogares, de los cuales el 77% (210 993 hogares) eran de jefatura masculina, y solo el 23% de jefatura femenina. Lo que nos lleva a discutir, a sabiendas de conocer y analizar la metodología con la que fue arrojada la cifra dada a conocer por el medio periodístico, ¿cuál es la cifra que representa la verdadera situación de los hogares del estado de Tlaxcala?.

            Sin embargo, un dato que genera la necesidad de hacer investigación en torno al estatus que las mujeres representan, es el ámbito de la inserción laboral, la economía doméstica y los niveles de escolaridad. Dado que en el estado de Tlaxcala, hasta el año 2006 la tasa de alfabetización era de 91.2 % para las mujeres por el 95.3 % para los hombres. En relación a la matriculación en los niveles de primaria-licenciatura las cifras arrojadas por el INEGI, otorgaron un 66.3 % a mujeres, y un 66.6 % a los hombres. En este último dato podemos hacer mención de la matrícula universitaria de la máxima casa de estudios de esta entidad (Universidad Autónoma de Tlaxcala). Para el ciclo escolar 2005-2006, el total de la matrícula de esta universidad era de 10 768 alumnos, de los cuales el 60.7% eran del sexo femenino y el 39.2% era del sexo masculino.

            En relación a los ingresos económicos que tenían las mujeres y los hombres en esta entidad, según el INEGI, para los años 2006-2007: las mujeres ganaban un 40% menos que del total obtenido por los hombres ya que para éstos, su estimado de ingresos oscila entre los 7 192 dólares por los 2 888 dólares anuales que representan los ingresos de las mujeres. Para el año 2007 la tasa de participación económica femenina, estaba por debajo de la media nacional: 41.4% al alcanzar esta el 39.8%; mientas que en el sexo masculino en el mismo año, 75.5% era la tasa de participación económica masculina, por debajo de la tasa promedio nacional que para esa fecha representaba un 78.2%.

            En consecuencia, un factor importante de ese año, donde la Universidad Autónoma de Tlaxcala presentaba un mayor porcentaje en su matrícula femenina aunado a la diferencia porcentual en relación a la tasa de participación económica: permite señalar el panorama que presenta pocas oportunidades de iniciativa laboral, a pesar de que existe una mayor posibilidad de preparación profesional en este estado. De igual forma, cabe mencionar que para el 2007 el INEGI adjudicaba una tasa de desocupación para las mujeres de Tlaxcala, en 5.2% por arriba de la media nacional 3.7%, mientras que para el sexo masculino, dicha tasa a nivel nacional representaba el 3.2% y para Tlaxcala un 4.7%. Existiendo así, para ese periodo, una falta de productividad de empleos para ambos sexos, empero marcando un mayor porcentaje de poder ingresar a un empleo para el sexo femenino.

            Siguiendo con este análisis en relación a la tasa de participación económica, que el estado del Tlaxcala presentaba para el año 2007; pero ahora haciendo referencia a esta, a través de grupos decenales de edad y sexo. Se puede visualizar un mayor grado de inequidad en la oportunidad del ingreso laboral para ambos sexos. Solo hacemos referencia a tres grupos decenales que van de: los 20 a 29 años, 30 a 39 años y 40 a 49 años; estos grupos decenales han sido considerados como la edad promedio de las jefas de hogar. Para el primer grupo decenal: que va de los 20 a 29 años, la participación femenina representaba el 44.1% por el 85% de la participación masculina. El segundo grupo, que oscila en los 30 a 39 años representaba 51.8% para las mujeres por el 96.7% y el último grupo decenal considerado en los 40 a 49 años el 54.6% era la participación femenina por el 95.6% masculina.

            Podemos así mencionar que en los tres grupos decenales, existe un marcado porcentaje de inequidad para la iniciación laboral por parte del sexo femenino, donde la labor femenina en estos 30 años de productividad tiene un fuerte impacto en la economía del hogar. Esta situación permite repensar y cuestionar ¿cuál es el panorama que representa la entidad Tlaxcala a la jefa de familia?. La discusión podría quizá ser detenida, en razón a la distancia que representan los cinco años que han transcurrido desde la recolección de datos que arrojaron las cifras aquí presentadas. Sin embargo, lejos de ser una cuestión que induzca a eludir el tema y presencia de la inequidad de género en el estado de Tlaxcala, la premisa de ser un campo a investigar es abierta.

            Asimismo, el considerar las anteriores estadísticas, deja ver la importante presencia que el género en la familia significa. Siendo este un eje de análisis que aproxima aún más a esa complejidad que es un sistema familiar. Es decir, abordar y pensar en discutir una investigación, así como un estudio, en torno a temas que señalan características y elementos que constituyen un sistema familiar, no solo describe la necesidad de una mirada transdisciplinaria, sino a su vez, permite describir la posibilidad que el uso del concepto de género en investigaciones y estudios familiares otorga al quehacer académico. 

A manera de reflexión final

El presente trabajo, tuvo por objeto describir el enfoque transdisciplinario que debe ser constituido, para la compleja tarea que el estudio e investigación de temas familiares representa. El género puede ser el eje que lleve de la mano el enfoque transdisiciplinario construido, para llevar el análisis de los posibles datos obtenidos, a través de las distintas relaciones que el sistema familiar en su estructura tiene con la realidad social.
             El género al igual que el sistema familiar, está en constante construcción simbólica para su presencia y entender social. Esta continuidad, a su vez, enmarca la relación social que el sistema familiar y el género necesitan para su constitución conceptual. Esta constitución  conceptual, se ve en constante resignificación debido a la directa interacción que el sistema familiar, y el género tiene con la sociedad.
            Es decir, pensar el género en la familia, es una manera de aproximarse a la consecuencia que la complejidad social tiene en estos tiempos, para el actor social. Quizá el género, sea la manera presente y futura de seguir pensando en no solo realizar estudios de la familia, sino hablar y repensar, la existencia del sistema estructurado familiar dentro de nuestra cambiante, compleja y quizá caótica realidad social.

Bibliografía

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El Universal (16/02/2010). Consultado el día 11 de Octubre del 2012 en: http://www.eluniversal.com.mx/notas/659166.htl

1 Maestrante de Análisis Regional en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre el Desarrollo Regional (CIISDER) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Licenciado en Ciencias de la Familia por la UATx, correo electrónico tetemekatdafter@hotmail.com.

2 Profesora-investigadora en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre el Desarrollo Regional (CIISDER) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Reconocida como candidata al Sistema Nacional de Investigadores (2011-2013) y Perfil Deseable del PROMEP/SEP (2010-2013).

3 El Universal (16 de Febrero de 2010).

4 Cuando se pretende inducir el planteamiento a una necesidad del “repensar categorial”, se alude al uso crítico de la teoría: en especial en el campo de las Ciencias Sociales. Es decir, que el modo en que se construye el enfoque con el que se tratara el hecho social, sea un modo falsable (Popper Karl. 1934:76) “cómo criterio para decir si un sistema teórico pertenece o no a la ciencia empírica”. Por lo tanto, la manera de construir el enfoque con el que se analiza el presente objeto de estudio: la familia y el género; debe tener como punto de partida al análisis del mismo. Dicho de otro modo, “el problema de cómo un sujeto establece la relación de conocimiento con la realidad cuando quiere influir sobre ella; [pretendiendo], también, buscar caminos alternativos que permitan enriquecer las formas de construcción de un conocimiento social presente” (Zemelman 2009:37).

5 Una percepción más amplia del uso de la genealogía puede ser la que se encuentra en el consenso general en las ciencias sociales. Que conciben a la genealogía como el “método que permite estudiar los más diversos patrones de comportamiento humano, tales como la persistencia de oficios a través del tiempo, los desplazamientos geográficos, la escolaridad, el comportamiento o afiliación política, los patrones de matrimonio y fecundidad, la tendencia a contraer ciertas enfermedades, los rasgos fenotípicos persistentes, el uso o abuso de alcohol, entre otros” (Davison P, 2007:184). Por tanto, la genealogía es una herramienta de amplio uso, donde el eje de análisis es el grupo familiar.

6 Se entiende como morfogénesis: a la capacidad de la familia de estar abierta al cambio; es decir la posibilidad de modificar y adaptar a la familia ante los nuevos retos que le sociedad impone. Todo esto, con el objetivo de no concebir una constante y asignación única a un patrón familiar (Eguiluz Romo, 2001).

7 Se entiende como homeostasis: a la capacidad de la familia como búsqueda continua de equilibrio del sistema. Puede suscitarse que la búsqueda del equilibrio del sistema devenga del desequilibrio de éste. Es decir, la adaptabilidad se recrea conforme a la necesidad que la interacción con la sociedad establezca (Euiluz Romo, 2001).

8 Lauro Estrada (1987), en su libro: “El Ciclo Vital de la Familia”, menciona la existencia de seis fases críticas de la familia: 1) Desprendimiento; 2) Encuentro; 3) Los hijos; 4) La adolescencia; 5) El reencuentro; 6) La vejez.

9 Enmarcar un sentido de propiedad, alude la dialéctica establecida por Friederich Engels (1891) en su obra: “El origen de la familia, la propiedad y el Estado”; en la cual se enmarca, la relación entre naturaleza-cultura, y cultura-sociedad, donde la familia puede ser vista como un elemento de mediación en la relación dada entre las complejidades: cultura, naturaleza y sociedad.

10 A manera de ejemplificación: pensemos en que los hijos siempre representaran una edad de niños para los padres, permaneciendo así en la etapa del ciclo vital familiar: padres con hijos. Negando su reproducción tanto biológica como social. Este suceso, traería como consecuencia la no preservación de la raza humana, así como la imposibilidad de pasar a ser recurso humano con potencialidad de generación económica. Podrá parecer un ejemplo un tanto absurdo, pero para la practicidad del argumento, es necesario y un tanto posible.

11 Tlaxcala se encontraba para el año 2006 en el lugar 24 del Índice de Desarrollo Relativo de Género. Esto según estadísticas proporcionadas por el INEGI, 2006-2007.