CIENCIA DE LA HOSPITALIDAD: UN NUEVO APORTE EPISTEMICO PARA COMPRENDER EL OBJETO DEL TURISMO

CIENCIA DE LA HOSPITALIDAD: UN NUEVO APORTE EPISTEMICO PARA COMPRENDER EL OBJETO DEL TURISMO

Maximiliano E. Korstanje (CV)
Universidad de Palermo

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INTRODUCCION: El Método

Indudablemente, el turismo es una actividad que ha crecido en los últimos años y que siga creciendo en los venideros. También se torna interesante la tendencia de varias disciplinas y claustros académicos de estudiarlo como un fenómeno específico. Obviamente, cada disciplina construye su objeto de estudio acorde a los “paradigmas” fundacionales de su propia rama. En este sentido, surgen diversas discrepancias a la hora de definir ¿qué es realmente el turismo?. Para la sociología y la antropología el turismo se convierte en una actividad relacional puramente social; por el contrario para la geografía éste adquiere una dimensión territorial espacial de distribución tangible. Los ambientalistas entenderán al turismo como un fenómeno plausible de protección, etc. El punto central de la discusión, es que cada disciplina comprende, analiza y trabaja la noción de turismo bajo un prisma determinado. Esto genera la falta de un consenso en la comunidad científica general sobre el fenómeno y sus implicancias.  Nuestro objetivo en el presente libro, es plasmar las diferentes definiciones sobre el turismo que manéjense en la comunidad internacional, para luego establecer los alcances y limitaciones de cada uno. Asimismo, consideramos más que necesario construir una definición académica la cual pueda reflejar lo más exacto posible que es el turismo. Hemos tomado estricto cuidado de escoger aquellas definiciones de los más distinguidos representares, académicos y estudiosos en el tema; y aunque no hemos podido agrupar a todos por una cuestión de espacio, creemos que la heterogeneidad en sus perspectivas, pueden llevar a buen puerto la presente propuesta.  En lo que respecta al estudio del turismo, Jafar Jafari introduce una división en cuatro etapas (plataformas) bien diferenciadas (veremos a lo largo de este trabajo las limitaciones centrales de su tesis). La primera de ellas, la plataforma apologética presta su atención en las consecuencias económicas positivas del turismo, tales como la generación de puestos de trabajo y la reactivación de ciertos sectores relegados. En segundo lugar, el autor destaca a la plataforma precautoria, como aquella posición que encuentra en el turismo algunos efectos no deseados como la inflación, la especulación territorial, la disgregación social entre otros; la idea parece simple a grandes rasgos, el turismo como actividad implica un costo. En la tercera plataforma llamada adaptativa, el turismo es estudiado en forma sustentable por medio de políticas reguladas alternativas y selectivas respetando los recursos locales. Por último, la posición científico-céntrica sostiene la posibilidad de estudiar el fenómeno desde una perspectiva objetiva acorde a los parámetros científicos occidentales. El objetivo de este enfoque versa en describir y explicar al turismo más que en emitir un juicio sobre sus efectos. Particularmente, cada una de estas plataformas ha contribuido de alguna u otra manera en el estudio del turismo a lo largo de las diferentes épocas (Jafari, 2005).  

Lo cierto es que el turismo como disciplina requiere de varios enfoques provenientes de la geografía, la sociología, la antropología, la psicología, la economía etc. En este sentido, la intersección de todas ellas crea un núcleo teórico para el estudio del mismo, seleccionando aquellos postulados o “paradigmas” adaptables y desechables a la realidad propia del fenómeno. En otras palabras, la complejidad del turismo necesita y merece de una perspectiva multidisciplinar. (Mota, 2004)  En esta misma línea, “el turismo es considerado una actividad económica de importancia global, que abarca elementos económicos, sociales, culturales y ambientales. Es uno de los fenómenos más importantes de los últimos tiempos, pues propicia el contacto entre culturas, la experiencia de diferentes situaciones, el paso por diferentes ambientes, y la observación de diferentes paisajes. Esto posibilita la globalización de la cultura” (Dos Santos y Antonini, 2004).

Al respecto, Fernández Fuster advierte “con ello llegamos, pues, a la palabra mágica: turismo. ¿Qué es el turismo?, turismo es por una lado, conjunto de turistas, que cada vez son más numerosos; por el otro son los fenómenos y relaciones que esta masa produce en consecuencia de sus viajes. Turismo es todo equipo receptor de hoteles, agencias de viajes, transporte, espectáculos, guías, interpretes, etc” (Fernández Fuster, 1967:28), Existe una dicotomía a la hora de considerar o encuadrar al turismo ya que éste además de ser un hecho social sino que también es una industria de gran magnitud. (Schluter, 2005:10); y particularmente ésta impresión no parece ser un tema menor ya que las dinámicas de los negocios en parte parecerían enfrentadas a las científicas. En efecto, el turismo como fenómeno comercial requiere de definiciones (a las que vamos a llamar) acumulativas, mientras que las ciencias (cualesquiera sean) implican o buscan una definición exhaustiva. En este sentido, no es difícil encontrar definiciones acumulativas, como aquella que esbozara la Organización Mundial de Turismo: “toda actividad de individuos que viajan y permanece en lugares fuera de su ámbito de residencia por motivos de ocio, negocios u otros propósitos por más de 24 horas pero menos de 1 año”.

La definición de la O.M.T aunque puede parecer laxa, ha sido y aún sigue siendo utilizada por varios investigadores especializados en estudios de mercado y marketing. Por su parte, Toledo, Álvarez y Pollero comprenden al turismo como una actividad que agrupa empresas e instituciones cuyo fin es posibilitar el desplazamiento de personas de un lugar a otro, por motivos de ocio o negocio. (Toledo, Álvarez y Pollero, 2002). Las relaciones comerciales se establecen bajo ciertos conceptos comunes estableciendo una dinámica de intercambio y sinergia. Consecuentemente, las definiciones surgidas desde esta perspectiva buscan la integración de diversas actividades o fenómenos dentro de uno mismo. Esto si bien, representa una ventaja considerable en lo que es la unificación conceptual del fenómeno, en ocasiones tiene serias dificultades para contemplar las diferencias que encierra la actividad en sí misma. Por el contrario, la disciplinas científicas se esmeran por tener en cuenta estas mediaciones empero (por ese motivo) no logran integrar un consenso en lo que se comprende realmente por turismo. Al no poder establecer ciertas bases conceptuales en lo que se refiere a su objeto, deben recurrir a conceptos prestados de otras disciplinas. En otras palabras podemos afirmar que el turismo como ciencia adolece de una definición consensuada de lo que se comprende por tal. Para gran cantidad de autores, el turismo es una actividad económico-social que implica movimiento y desplazamiento de personas fuera de su residencia inmediata. Como proceso social, éste ha surgido de la lógica legal racional propia del capitalismo a mediados de la década del 50 y de los avances tecnológicos derivados de tal fenómeno. (Munné, 1980) (Acerenza, 1991) (Cooper, 1992) (Brandis y del Río, 1995) (Grunewald, 2003) (Pinto Soares, 2005) (Cioce Sampaio, 2005) (Korstanje, a2007) (Korstanje, 2008). Sin embargo, la primera dificultad aparece a la hora de establecer si el turismo y el viaje son parte del mismo fenómeno. De esta forma, según Pinto Soares, el turismo debe comprenderse como “un conjunto de elaciones y fenómenos debido a los viajes y a las estadías temporarias de personas que se desplazan por diversos motivos; cuya permanencia en un lugar puede producir y reproducir espacios posibilitando espacios y restricciones” (Pinto Soares, 2005:274)

Como se puede observar en la definición de Pintos Soares, se toma (de alguna manera) la lógica acumulativa cuando sostiene cierta ambigüedad en el objetivo del viaje (desplazan por diversos motivos); precisamente estos motivos pueden ir desde atención médica hasta satisfacción o placer. Si bien vamos a descartar esta definición ya que es muy abarcativa, he aquí un elemento más que interesante en la definición de la actividad: el motivo del viaje. Al respecto Andrade afirma que los viajes de placer son parte integrada y destacada del turismo, implicando tanto actividades propias del desplazamiento como aquellas destinadas a entretener al viajero durante su permanencia. En ambos, se trata de una actividad que se realiza fuera del ámbito residencial (Andrade, 2004).

En su trabajo principales tendencias en el turismo contemporáneo, Eric Cohen explica que la actividad adquiere tres características principales que marcan los perfiles de los viajeros, huéspedes y turistas acorde a sus intereses: a) turismo de distinción, orientado a individuos de elevado capital cultural quienes buscan en sus viajes experiencias autenticas y extraordinarias; b) turismo de fantasía, orientado a un público de bajo capital cultural que encuentra en el consumo homogeneizado un espacio de fantasía y por último c) turismo extremo, el cual se vincula a individuos que buscan emoción, excitación y riesgo en sus emprendimientos. (Cohen, 2005:22)

En la actualidad, existe una tendencia a escoger viajes que se relacionen con lo autóctono, la naturaleza, y los ambientes culturales. Como acertadamente señalan Gouvea y Hranaiova “los viajeros se están interesando cada vez más en ambientes naturales, culturales y de aventuras. Escenarios prístinos. Observación de fauna y oportunidades para el senderismo y el trekking se están haciendo cada día más atractivos para un amplio segmento del mercado de los viajes y el turismo”. (Gouvea y Hranaiova, 2004:132). Suponer al viaje como un aspecto que define per se al turismo, es a nuestro juicio una idea que requiere ciertas mediaciones (Korstanje, b2007). Otro punto en discusión la supuesta naturaleza “comercial” que algunos de los teóricos de la disciplina le dan al fenómeno. A nuestro modo de entender, el aspecto comercial no solo que no es inherente a la naturaleza del turismo, sino que per se está sujeto a estructuras sociales y temporarias específicas que lo fundamentan. Dicho lo mismo en otros términos, el turismo adquiere un carácter comercial o gratuito acorde a la organización estructural de cada grupo (lo cual a su vez depende de variables endo y exógenas multicausales). 

En un trabajo de notable calidad académica, Coles, Duval y Hall señalan que el turismo ha sido estudiado como un fenómeno económico, descuidando precisamente aquellos aspectos no comerciales que lo vinculan más a la migración o a la diáspora como elemento de movilidad geográfica y cultural que a la mercadotecnia: a este tipo lo llaman “turismo diaspórico“, ya que “la esencia de la movilidad humana descansa en cómo se enlaza con el viaje de placer y con el reconocimiento social”. (Coles, Duval y Hall, 2005:96). Los debates en turismo adquieren un carácter, en ocasiones frívolo o superficial. El tránsito parece haber adquirido un lugar esencial dentro de la dinámica que conforma al turismo. En este sentido, el trabajo de Tim Coles, David Duval y Michael Hall titulado Sobre el Turismo y la movilidad en tiempos de movimiento y conjetura posdisciplinar,  se conforma como uno de los trabajos más serios que se hayan escrito al momento sobre la significación del mismo como disciplina científica.

El trabajo fue publicado en el año 2005, Volumen 42, número 1 de la prestigiosa revista Política y Sociedad, perteneciente a la Universidad Complutense de Madrid. La traducción al español estuvo a cargo y revisión de Rubén Blanco. Los autores, son destacados investigadores y docentes de las Universidades de Exeter, Reino Unido; y la Universidad de Otago en Nueva Zelanda. El artículo comienza describiendo los obstáculos que encuentra el turismo para ser tomado como ciencia y su estereotipación como producto de viaje. “El Turismo es a menudo caracterizado por las manifestaciones bipolares del viaje humano contemporáneo, en el que de una parte, se le presenta dentro de una investigación basada en las ciencias sociales, por ejemplo, las relaciones invitado-anfitrión, las tipologías de turistas y las motivaciones del viajero. De otra, están aquellos trabajos con una fuerte orientación económica y de gestión. Su ámbito son las investigaciones sobre la calidad de la hospitalidad y del esparcimiento, el grado de satisfacción e incluso la mercadotecnia”.  (ibid: 87)

La tesis de los autores, es que los viajes y el turismo se encuadran (de alguna u otra manera) dentro de un fenómeno similar: el movimiento temporario. Estos hallazgos y comentarios son interesantes ya que coinciden con la corriente de investigación que hemos iniciado en el presente año la cual apunta al origen del viaje como ritual vinculado a un mito fundador (judeo-cristiano) que se basa en el desplazamiento como modo de expiación y regeneración en forma cíclica. (Eliade, 1968) (Eliade, 2006) (Korstanje, d2007). Estos comentarios, nos llevan a distanciarnos notablemente de la posición del profesor, José Dos Santos para quien los rituales adquieren una naturaleza procesal de reformulación constante de estatus. (Dos Santos, 2005) (Korstanje, c2007).

En este sentido, Coles, Duval y Hall sostienen “nuestra opinión es que los estudios del turismo deben estar dispuestos a adoptar el lenguaje de las movilidades dedicado y enraizado en los individuos por oposición a los turistas”. (Coles, Duval y Hall, 2005: 87) …“Bosquejamos cómo conceptos tales como migración, transnacionalismo y diáspora – como formas de movilidad y movimiento transitorio- tienen bastante en común con los asuntos de la producción y consumo en turismo” (ibid: 88). Los objetivos del trabajo versan en esbozar una vinculación conceptual teórica entre viaje e intenta presentar una tipología seria sobre las diferentes formas de turismo contemporáneo surgidos de la lógica global. Desde esta perspectiva, el turismo se ha transformado hoy en una disciplina que por un lado, toma elementos analíticos de otras mientras que por el otro, también es estudiada por diversas ramas académicas.

Con un excelente manejo de fuentes bibliográficas en la materia, Coles, Duval y Hall apuntan a que el turismo tiene una presencia académica notable en los claustros universitarios, y posee elementos suficientes, a pesar de sus detractores, para ser considerado una disciplina científica. Sin embargo, existe por parte de las ciencias sociales una tendencia a trivializar los alcances de las investigaciones en la materia.

No obstante, existen otros problemas más pragmáticos que minan el genuino esfuerzo para los Estudios del turismo obtengan la aceptación de disciplina. Por ejemplo, Gustafson (2002) identifica un movimiento antiturismo en las ciencias sociales. Hall habla de una relativa falta de seriedad en las ciencias sociales hasta hace poco en su consideración del fenómeno turístico”. (ibid: 89)

El punto es que las barreras impuestas por la propia disciplina son aún débiles y muy permeables. Si bien de un lado o del otro se hacen esfuerzos por construir del turismo un objeto de estudio, no queda claro aún los “paradigmas fundacionales” de la propia disciplina. “El turismo se ha caracterizado por su flexibilidad al ser abordado tanto por aquellos investigadores interesados en desplazarse a zonas de mayor comodidad en sus ámbitos disciplinares como por aquellos otros que han tratado de aproximarse al turismo por encima de las divisiones disciplinares” (ibid: 90)

Este hecho no debe ser pasado por alto, ya que presupone una construcción totalmente dispar. En este sentido, podemos afirmar que cada disciplina (acorde a sus propios paradigmas) construye postulados teóricos propios en cuanto al turismo; esto en sí no implica ningún riesgo salvo por la fragmentación que se deriva de ello. No es extraño observar que se habla de una antropología del turismo, una geografía del turismo, una psicología del turismo, todas ellas con su propia definición y sustento del problema.  Para Coles, Duval y Hall el turismo es ante todo, un fenómeno que requiere de una movilidad temporal voluntaria; “a pesar de los avances en la comprensión de la motivación y psicología de los turistas, el turismo en tanto que fenómeno todavía se clasifica y mide a través de datos estadísticos brutos, a menudo como un simple conteo de unidades. Desafortunadamente, la aproximación fracasa en su intento de reconocer al turismo como una suerte de formas de movilidad voluntarias, lo cual supone un escaso solapamiento con otros campos interesados en las movilidades, el transporte, el comercio o los movimientos migratorios”. (ibid: 93)

La geografía ha intentado bajo una nueva perspectiva abordar el tema, desde una óptica que combina movilidad temporal y espacial, representando un número total de viajes sobre interacciones en tiempo y espacio se obtiene un esquema “ideal” en el estudio del problema. Así, el turismo va desde un alojamiento en segunda residencia, hasta un viaje de negocios. Todas estas tipologías, alcanzan de alguna manera una especie de movilidad anclada en espacio y tiempo. Al respecto, los autores sostienen “de igual modo, la geografía del tiempo examina las formas en las cuales la producción y la reproducción de la vida social depende de sujetos humanos informados trazando caminos rutinizados a lo largo del espacio y a través del tiempo y cumpliendo con proyectos particulares cuyas realizaciones están limitadas por la capacidad de bloqueo mutuo y por las restricciones de su gobierno y combinación” (ibid: 94). En este sentido, existe una similitud entre la geografía del tiempo y la teoría de la estructuración en Anthony Giddens. La rutinización como práctica legitima el orden estructural y le da sentido a la acción en forma cíclica. Además, se establecen una trama de significados compartidos que fijan específicamente pautas, normas y costumbres que rigen y guían la actividad. Lo curioso, tal vez, es que el turismo es excluido en el momento en que las geografías del tiempo estaban de moda. “Por el contra, ahora que el turismo es objeto de una considerable atención académica, las geografías del tiempo y los modelos de interacción espacial prácticamente han desaparecido del interés académico”. (ibid: 94) 

Los aportes del trabajo analizado son varios ya que, por un lado articula las diferentes posiciones sobre un tema que ha desvelado durante mucho tiempo a aquellos que nos hemos dedicado al estudio del turismo: definir hasta que punto éste puede ser considerado una actividad económica o una disciplina científica y  establecer el papel del viaje como mecanismo plausible de status y por consiguiente, generador de orden social. En efecto, como los autores lo señalan “la esencia del la movilidad humana descansa en cómo se enlaza el viaje de placer y el reconocimiento social” (ibid: 96). Surgen, de esta forma, diferentes representaciones del turismo que lo despojan de ese estereotipo que presupone una actividad exclusivamente reglada por el intercambio comercial. Los autores, nos hablan de turismo “diaspórico”, al cual definen como aquel viaje que se concreta por espacios de tránsito y cuya búsqueda radica en las rutas de los propios antepasados. 

Finalmente, Coles, Duval y Hall concluyen que se deben extender los límites conceptuales, temporales y geográficos en los cuales el turismo se desenvuelve, ya que como ellos han demostrado existen en el desplazamiento voluntario diversas formas  que relacionan a la migración y a la diáspora; aunque este hecho no haya podido ser observado por la comunidad académica internacional.

Como hemos tratado de demostrar, algunas formas de turismo presentan fuertes vinculaciones con la migración, el transnacionalismo, y la diáspora, pero en términos generales la comunidad académica centrada en el análisis del turismo no ha podido ver más allá de la naturaleza del turismo orientado por el negocio de la producción, consumo y mercadotecnia” (ibid: 97).Los valores culturales y sociales influencian movilizaciones que se ubican dentro de una identidad diaspórica que llevan a construir lazos comunes entre grupos humanos. “Así, pues, defendemos una reconceptualización del turismo contemporáneo que vaya más allá de la exclusividad de pensar en el turismo en forma aislada para sostener que, en algunos casos, las nuevas formas de producción y consumo de turismo son mucho mejor entendidas por la referencia a sus conexiones con otras formas de actividades en el espectro más amplio del movimiento humano. En general, sostendríamos que tales movilidades, en tanto que constructo emergente metateórico, ofrecen un medio de unificar los estudios del turismo y de introducirlas en la década venidera.” (ibid: 98) A nuestro modo de ver, existen diversas definiciones de lo que realmente el turismo es. Cada una de ellas, obedece a elementos analíticos propios de las disciplinas que se esfuerzan por estudiar. Indudablemente, no existe aún un consenso interdisciplinario que nos permita establecer una definición sostenida de lo que se entiende por turismo. Esta falta de consenso, se convierte en un obstáculo importante para quienes nos dedicamos al estudio del tema, y más aún para aquellos que se esfuerzan por demostrar que el turismo es una disciplina científica.

En esta línea de trabajo, los trabajos de los profesores Coles, Duval y Hall se transforman en verdaderos “faros de luz” para todos aquellos que nos interesamos por un turismo científico e inserto dentro de la Academia de Ciencias. Lo interesante en este sentido es que el viaje (como institución social) parece ser un elemento analítico fundamental, aun cuando discutible, para conciliar las diferentes definiciones y poder articularlas en un corpus teórico coherente y demostrable empíricamente. Aún en esta línea, hay mucho para decir e investigar.   También en Cioce Sampaio, el turismo debe ser considerado como un acuerdo para posibilitar el desplazamiento de personas entre grupos o comunidades diferentes y reforzar el lazo de solidaridad. Según los comentarios del autor “el turismo es un instrumento (prescindiendo de manipulación) que facilita el desplazamiento humano, o sea, presupone la coordinación de algunas actividades como hospedaje, comidas y esparcimiento para que el evento turístico se lleve a cabo”.  (Cioce Sampaio, 2005:293)

En contraposición, Sampaio no hace referencia al motivo que lleva o implica el desplazamiento sino más bien a las facilidades instrumentales que concretan y hacen posible el hecho en sí (hospedaje, accesos, alimentación y otros). Ahora bien, suponemos que el autor confunde a la estructura (inora o super) que permite la actividad con el objeto que intenta definir. En realidad, esto no nos autoriza a señalar que el turismo es aquello (material) que contribuye a su realización; ya que sería suponer de antemano aquello que por deducción metodológica intentamos definir.  Para Korstanje “indudablemente el turismo es un fenómeno conocido en forma masiva a partir de mediados del siglo XX. Si bien, siempre han existidos desplazamientos, aventuras, travesías y contactos inter-culturales no necesariamente deban ser llamados movimientos turísticos”. En este sentido, hay que ser realmente cautos a la hora de considerar al viaje como un hecho estrictamente turístico.  (Korstanje, b2007:15)

Desde otro punto de vista, Brandis y del Río sostienen que el turismo “constituye una actividad de ocio que viene motivada por la búsqueda y el descubrimiento de lo desconocido y de lo diferente al medio cotidiano, acompañado por la obtención de satisfacciones personales de diferente naturaleza” (Brandis y Del Río, 1995:157). La definición de Brandis y Del Río nos provee de otro elemento que debe ser analizado: el ocio. Según los autores, el turismo se convierte en una forma de ocio cuyo motivo principal es la búsqueda de lo desconocido y la satisfacción en haberlo encontrado. Sin embargo, no existe en esta perspectiva alusión alguna al desplazamiento o al viaje. Es decir, un sujeto puede satisfacer su necesidad de encontrar algo exótico en sus ratos de ocio sin desplazarse de su lugar de residencia.

De alguna forma, esta definición se desprende del resto ya omite el ámbito espacial  donde se lleva a cabo el turismo. Aun cuando, esto no sea una limitación (in facto esse) a nuestro estudio conviene prescindir de esta definición (desde el momento en que no puede ser integrada al resto del corpus teórico).  En la perspectiva de Dachary y Burne, el turismo es una forma ideológica de alienación y colonización capitalista. En efecto, los autores sostienen “La recolonización no es una especulación teórica, sino por el contrario es una opción ideológica que el sistema promueve para generar las ilusiones o utopías que debe tener todo mortal para sobrevivir en la selva del mundo del consumo, un lugar donde las leyes de la naturaleza han sido superadas con creces y que hoy se expresan en esa profunda asimetría existente entre países y el interior de los países desarrollados”. (Dachary y Burne, 2005:313)

En concordancia con estos investigadores, Ascanio advierte “de hecho, se ha criticado, a menudo, que la planificación turística es impuesta sobre las necesidades de la población local anfitriona; y que esta planificación se ha convertido en una actividad dominante dentro de una economía de transición” (Ascanio, 2005). Tanto Dachary y Bume como Ascanio, ponen el acento en la fase política del turismo. A nuestro modo de ver, si bien su lectura no es incorrecta desde el momento en que es posible que el ocio y el turismo sean manipulados políticamente como forma de control social, en primera instancia esto no es un elemento privativo del turismo sino también de otras actividades. La misma lógica se aplica para el capitalismo: no es el turismo aquel que ha creado al capitalismo sino que éste último se refleja (extensivamente) en varias esferas de la vida social incluyendo al turismo también.

Gran parte de la investigación sobre el turismo sigue siendo unidireccional. Los académicos que adoptan un marco de economía política, por ejemplo tienden a alegar que las corporaciones metropolitanas y las condiciones del mercado determinan el ritmo y la forma del desarrollo turístico en los destinos de todo el mundo y que los actores locales no juegan más que roles periféricos en el proceso… aún así, pocos estudios han considerado la manera en que las relaciones de poder gobiernan el comportamiento de los turistas en los sistemas turísticos” (Salazar, 2006: 116-117). En resumidas cuentas, el poder político puede disponer y utilizar instrumentalmente al turismo como a cualquier otra actividad sin que ello la defina por ese acto. Por otro lado, afirmar que el turismo es aquel que refuerza las diferencias económico-sociales entre los pueblos parece una idea con escasa probabilidad de comprobación empírica. Aún así, los autores recién mencionados introducen otro elemento importante: el estatus como mecanismo destinado a reforzar el orden político social y las relaciones que de él se derivan. Luego del material expuesto y sometido a crítica, nos inclinamos por definir al turismo como “una forma moderna de ocio (comercializado o no) que implica un desplazamiento temporario y consecuente retorno satisfaciendo así necesidades psico-sociales específicas de descanso, relajación y afirmación de estatus en espacios socialmente determinados y destinados para tal fin.” 

En el siguiente capítulo introductorio, hemos podido llegar a una definición que alcanza los dos niveles necesarios: exhaustivo y acumulativo. En este sentido consideramos, que el turismo debe ser comprendido como una disciplina científica propia que si bien puede tomar elemento teóricos de otras, construya su objeto de estudio en base a definiciones, paradigmas y concepciones compartidas que hacen a su dinámica. De esta manera, comprendemos por turismo a “toda forma moderna de ocio (comercializado o gratuito) que implique un desplazamiento temporario y consecuente retorno satisfaciendo así necesidades psico-sociales específicas de descanso, relajación y afirmación de estatus en espacios socialmente determinados y destinados para tal fin.”

En ocasiones, los investigadores consideran al turismo un fenómeno complejo, dinámico y cambiante. El modelo experimental tomado de ciertas ciencias decimonónicas como la sociología, la antropología y la psicología confunden más de lo que aclaran. En parte, debido a que este modelo de naturaleza positivista que presupone a la comparación como la única forma de explicación científica posible, encuentra varias dificultades en escenarios de cambio social constante o de variables no controladas. En este sentido, la inducción se transforma como otra manera de estudiar al turismo. Particularmente, el turismo se va a situar como disciplina científica sólo cuando pueda construir un objeto propio de estudio, que lo distinga del resto de las ciencias. Para que eso suceda es conveniente llegar a un acuerdo teórico y epistemológico de lo que comprendemos por tal. El vicio de estar todo el tiempo y en cada investigación definiendo un concepto implica la falta de un conocimiento cierto sobre lo que se pretende estudiar.

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