CULTURA POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN ELECCIONES LOCALES DE LA CIUDAD DE TEPIC, NAYARIT

CULTURA POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN ELECCIONES LOCALES DE LA CIUDAD DE TEPIC, NAYARIT

Lucina Aguilar Orejel (CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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5. Conclusiones finales

          A lo largo de la investigación se resolvió la pregunta central de investigación referente a cómo es la cultura política de los ciudadanos de Tepic, para ello se hizo uso tanto de datos estadísticos como de elementos históricos que permitieron conocer e interpretar algunos de los aspectos más relevantes de la cultura política actual en la ciudad de Tepic, de tal manera que se logró gestar una visión tanto con elementos concretos objetivos como subjetivos.
Lo anterior se hizo tratando de no interpretar la cultura política en un sentido peyorativo, ya que no hay una cultura única que lleve al progreso de la democracia (como se llegó a plantear en la investigación de The civic culture Almond y Verba, 1963). La principal intención fue, entonces, dar conocer el estado actual para trabajar sobre los elementos que ayudarán a la gente a tener un mayor nivel de participación política en general. En éste sentido la investigación aportó elementos para avanzar hacia una sociedad más incluyente.
          A continuación se harán unas últimas conclusiones uniendo los campos históricos y subjetivos de la cultura política a la luz de las teorías inicialmente estudiadas.
          En los 70 años en los que el PRI estuvo continuamente ganando las elecciones, en votaciones poco competitivas y predecibles, se fomentó una cultura política en la ciudad de Tepic en la que se generó apatía hacia los procesos electorales, ello se ha visto reflejado en una gran abstención electoral, que subsiste hasta el día de hoy. En éste sentido Heras (2002) dice que las acciones políticas no se sitúan en un nivel superficial sino que tienen un sentido anterior, por lo que esta pauta de comportamiento se ve acompañada de creencias específicas. Buendía y Somuano (2003) dicen que acuden más a

votar las personas que creen que los políticos se preocupan por la gente y que perciben el proceso electoral como limpio, lo que es una tendencia en la ciudad ya que los ciudadanos que no van a votar no creen en la fiabilidad de los resultados electorales. De  la muestra que se levantó el 70% de los ciudadanos que dijeron que no votaron en las elecciones de gobernador 2005 y no lo hará en las de 2010 no tienen confianza en los resultados electorales ni en el IFE; en cambio el 85.5% de los que dijeron que sí votaron en las elecciones de gobernador 2005 y votarán en las próximas elecciones de gobernador 2011 confían en el IFE o en los resultados electorales o ambos.
          Aunado a lo anterior, Barreiro (2002) dice que cabe esperar que aquellos individuos que piensen que no hay diferencias entre unos grupos políticos y otros sean más propensos a la abstención que los que sí vean divergencias. Al respecto en la ciudad existe una tendencia a que los que votan digan que les conviene que cierto partido gobierne (46.5%), mientras que los que no votan dicen que no les conviene o no responden la pregunta (87.5%).
          Asimismo, Doménech (2007) habla de una tendencia que también es aplicable en la ciudad: los ciudadanos que por motivos morales consideran que es su deber hacerlo irán a votar. Lejos entonces de ser un coste, puede llegar incluso a ser una fuente de satisfacción personal. En la ciudad existe una diferencia entre los que votan y los que no lo hacen en relación a cómo ven el acto de votar: el 23.1% de los que votan dicen que es obligación mientras que los que no votan, sólo el 12.5% opina que es una obligación, por lo que los que votan tienden a ver más el acto de votar como una obligación en relación a los que no votan. Asimismo, Doménech habla de que si ven que existen posibilidades reales de influir en el resultado final la gente participa con la esperanza de influir en el resultado final, ésta circunstancia termina también siendo una tendencia en la ciudad de Tepic, ya que los que sí van a votar, el 78.1% dice que un voto sí hace la diferencia, mientras que los que han decidido dejar de votar, sólo el 47.5% dice que hace la diferencia, por lo que la tendencia se confirma.
          Lo anterior muestra que es necesario que se fomente la confianza en los procesos electorales para aumentar la participación y crear una nueva percepción de los institutos electorales; y tal como piensa Nohlen (2004) para que exista una mayor participación electoral es importante que estén reducidas al mínimo las circunstancias contradictorias para que la gente acuda a votar. En ese sentido, es vital que existan factores como: cultura política que sustente la participación política; credibilidad en el sistema democrático y en la clase política; tradición democrática: centralidad del sistema representativo, o sea rechazo de la violencia, y tolerancia con la disidencia y respeto por las personas con opiniones contrarias. 
Por otra parte, también es necesario que exista una mayor representación de los intereses de los ciudadanos por los partidos políticos, ya que actualmente hay una crisis de representación de intereses en la ciudad, más de la mitad de la población (el 52.8%) dijo no saber qué partido representa sus intereses -15.9%- o bien dijo que ninguno -36.9%-, lo que significa que no encuentra representación política en los partidos actuales.  Esta crisis de representación tiene como origen principal el sistema económico neoliberal en que se vive, un sistema que a través de la democracia representativa les da a todos los ciudadanos los mismos derechos políticos y libertades, pero que a pesar de todo, sólo fomenta el beneficio de algunos cuantos. También es posible decir que el actual sistema económico reproduce pobreza y por ello hay que preguntar cómo generar una cultura política participativa frente a una estructura económica que reproduce pobreza.
Nohlen (2004) habla de que son especialmente las clases bajas las que son menos representadas por los partidos políticos y que son las más susceptibles de ser clientela electoral ya que perciben las elecciones no tanto como un acto a través del cual se transmite un mandato político, sino como un intercambio de productos y favores. Al respecto en la ciudad el 58.3% de las personas que deciden no votar son los que pertenecen a un nivel socioeconómico marginal, en otras palabras son mayoritariamente muy pobres.
          Los partidos políticos tienen una alta responsabilidad en relación a la circunstancia descrita, ya que son ellos los responsables de articular la sociedad a sus estructuras y fomentar la participación democrática. Esto evidencia la necesidad de que se acerquen más a la sociedad que dicen representar y dejen de convertirla en clientela electoral. Ante esto, los partidos políticos tienen la gran necesidad, pero a su vez la gran oportunidad de articular a la ciudadanía a los partidos, de tal modo que se refresque la estructura y se representen intereses más públicos que privados.
          La crisis de representación también se ve reflejada en que el 31% de las personas encuestadas está poco o nada satisfecho con el respeto de sus derechos ciudadanos, ya que si nadie representa sus intereses entonces no hay satisfacción al respecto de sus derechos ciudadanos; también en que el 54.6% de los encuestados no confía en los funcionarios e instituciones políticas.
          En este orden de ideas un elemento fundamental para que haya una mejor representatividad de intereses es: que los ciudadanos exijan más sus derechos ya que si no lo hacen, los partidos políticos no tomarán en cuenta sus intereses y seguirán siendo sólo clientela electoral, para evitarlo se ocupa educación política. Sin embargo, en la ciudad existe poca educación política y ello se refleja en que el 42.8% de los ciudadanos encuestados no ubica a ningún partido en el espectro político derecha izquierda, asimismo en que el 91.8% de los encuestados dijo no conocer nada la constitución política (72.3%) o que la conocía poco (19.5%).
La anterior falta de conocimientos políticos descrita hace que la gente no esté en posición de poder exigir sus derechos y por tal hacerlos valer, al respecto si se tiene un bajo nivel de conocimientos políticos así como apatía por lo que sucede en la esfera política en general se produce un círculo vicioso: los ciudadanos no votan por las opciones políticas más eficientes, por aquellos que si cumplieron con lo que prometieron en campaña, ni tampoco ejercen un voto rechazando a aquellos que sólo hicieron falsas promesas. Esta situación provoca que los funcionarios no tengan incentivos para cuidar lo que dicen en campaña ni cumplir sus promesas, lo cual a su vez fomenta más desilusión y apatía hacia la política en general que provoca que la gente no desee aumentar sus conocimientos políticos, y se presenta así una circunstancia que se reproduce y es urgente romper. Por ello es fundamental afirmar que falta educación política de calidad para los ciudadanos, sobre todo para que puedan tener mayor control del gobierno, sean más activos políticamente hablando y sean capaces de canalizar sus intereses.
          No obstante, lo anterior debe plantearse en contraste al hecho de que aunque la ciudadanía tiene pocos conocimientos políticos formales, tiene un modo y una actitud ante la esfera política, tal y como piensa Regalado (2009) la gente se burla de los procesos electorales y hace uso utilitarios de los mismos: recibe su paga por entregar su credencial de elector; recoge la despensa o la torta que cínicamente le ofrecen por su voto y luego va a apoyar otro partido, se desaparece el día de la elección o va y anula su voto. La ciudadanía juega y simula y es en este punto dónde habrá que preguntarse sobre la calidad de las instituciones que tenemos. La ciudadanía no confía en las instituciones políticas, por lo que no sólo hace falta educación política sino un también voluntad política para que exista una mayor transparencia, rendición de cuentas y control de lo que se hace en las instituciones por parte de la ciudadanía. Se ocupan instituciones más incluyentes.
Ante ésta circunstancia, los partidos políticos deben de estar a la altura de una ciudadanía que lejos de ser sencillamente ignorante, es cada vez más sofisticada, activa y crítica. Sin embargo será muy difícil lograrlo sin que antes los partidos mejoren su cohesión como institución política, reparen sus rupturas y mejoren su administración y rendición de cuentas interna. Por lo que la abstención y la manera en como vota la gente hay que dimensionarla no sólo desde un punto de vista de irresponsabilidad de los ciudadanos, sino desde un dimensión más estructural, siempre considerando las peculiaridades coyunturales.
          Los ciudadanos de Tepic tienen primordialmente un dinamismo político bajo, sobre todo porque no creen en las instituciones políticas ni en sus representantes. Asimismo, el 41% de los encuestados no se siente libre de expresarse sobre cualquier tema sin que haya represión política o de algún tipo. En este sentido es posible preguntarse cómo van a participar los ciudadanos en política o electoralmente hablando si no creen ser tomados en cuenta y si no se sienten libres de expresarse donde sea. También se puede hablar de que existe una desilusión respecto a la política en la ciudad ya que para el 32.8% representa aspectos negativos e inclusive la palabra democracia para el 7.4% de los encuestados representa algo negativo.
          La apatía que se muestra hacia la política y las elecciones en general es resultado de muchos años en los que se ha ignorado las necesidades de la gente, de conflictos electorales, etc.
          En cuanto al comportamiento político específico en las elecciones, en la ciudad los partidos han buscado ganar y se han apoyado más en los candidatos que en las ideologías políticas, esto ha sido una de las causas que ha provocado que la gente tenga percepciones confusas respecto a si un partido es de derecha o de izquierda. Al respecto los ciudadanos que ubicaron a los partidos en el espectro político (derecha-izquierda) no tienen unanimidad para decir si son centro derecha, centro izquierda, centro, etc. lo cual muestra que para la mayoría de los ciudadanos han dejado de cobrar sentido dichos términos.
          Por otra parte, al interior de la ciudad hay zonas donde tradicionalmente gana el PRI, otras dónde hay más votos para el PRD y otras para el PAN, al igual que para otros partidos. Por lo que se tiene que el enfoque de la geografía electoral que revela que hay pautas sociodemográficas que influyen sobre las preferencias electorales, es válido para la ciudad, donde ciertas características económicas están ligadas a aspectos geográficos y estos, a su vez, a determinadas preferencias electorales. Por otra parte, las preferencias electorales no varían demasiado en el tiempo, evidencia de ello es el voto duro que es del 35%, y si el PRI ha dejado de tener la mayoría absoluta de los votos, continúa siendo el que más votos obtuvo en todas las elecciones desde 1996 hasta el 2008, sobre todo, por su voto duro, del total de votos duros de la ciudad, la mitad es para el PRI.
          La segunda fuerza electoral en la ciudad la disputa el PAN y el PRD y ante esto existen áreas en la ciudad donde predomina la fuerza panista o perredista y no hay mucha variación en el tiempo, ello se evidencia en los resultados electorales por seccional.
          En cuanto a la forma en cómo vota la ciudadanía se encontró que la principal razón de voto es por el partido, por lo que las teorías referentes a la identificación partidista son evidentemente importantes para explicar las preferencias electorales de los ciudadanos de Tepic, estas teorías hablan de la identidad político partidaria que tiene la gente, de su identificación partidista como elemento fundamental para fundamentar su decisión de voto, pero también se hablan de las etiquetas ideológicas como atajo informativo (Fraile, 2007): lo que quiere decir que los ciudadanos prefieren permanecer desinformados en materia política, salvo que adquieran esa información por razones diferentes de las elecciones. Al respecto Gramacho (2004) dice que gran parte del marco interpretativo de la gente que no vota ejerciendo un voto castigo-recompensa se deriva de las informaciones y juicios emitidos por líderes partidistas, ya que es menos costoso repetir la posición del partido al que se pertenece (si se conoce) que recabar información necesaria para formar la propia opinión. En éste sentido en general los ciudadanos tienen un bajo interés en asuntos políticos. Por otra parte no es de extrañar que sean los priistas quienes mejor evalúan el desempeño económico que se ha tenido desde hace cinco años para acá, ya que la mitad del voto duro existente en la ciudad es del PRI, y según estas teorías el desempeño del gobierno (económico, político, social) lo aprueban los que son partidarios, aunque haya resultados muy malos (Gramacho, 2004).
          En este orden de ideas, el 10.3% de los ciudadanos ejerció la última vez que votó, un voto de castigo/premio (lo que quiere decir que votaron por la oposición, porque no les gustó lo que hizo el gobierno en turno -7.7%- o bien por el mismo partido que estaba gobernando porque les gustó su desempeño -2.6%-). Realmente son muy pocos los que emplean este tipo de voto, Fraile (2007) dice que para aplicar un voto de castigo los ciudadanos deben de contar con un nivel mínimo de conocimiento y entendimiento de lo político, para juzgar a los gobiernos y partidos en función de su ideología o de los resultados de sus acciones, y para ello se ocupan conocimientos políticos e interés por lo que pasa en la política y en la economía, elementos escasamente presentes en la sociedad de Tepic, donde se encuentra como elemento representativo de la cultura política de los ciudadanos de Tepic, la apatía, indiferencia y miedo.
          Hay otras teorías como la espacial y direccional del voto que también aplica para la ciudad, dice que los votantes eligen como candidatos a quienes defienden con mayor intensidad sus preferencias (Sáez, 1998), al respecto la segunda opción de voto más importante, es votar por el candidato (el 20.5% de los ciudadanos lo hizo así). La teoría del votante dual también aplica y dice que: los ciudadanos no son fieles a un determinado partido, sino que cambian sistemáticamente el sentido de su voto en función del tipo de elección en la que participa. Asimismo, la teoría de las elecciones de segundo orden, la cual se refiere a que en las elecciones intermedias se acude menos a votar (Riba, 2000).
          Finalmente hay que decir que somos los ciudadanos los que vamos a ir incorporando nuevas pautas de comportamientos, nuevas actitudes que repercutirán en la edificación de instituciones más incluyentes y de representantes políticos más responsables. Somos la sociedad quienes podemos apostar por una cultura política más democrática y  quienes podemos cuestionar los viejos valores. Es en la cotidianidad donde negociaremos el orden vigente; y aunque reproducimos comportamientos anquilosados está en nosotros la posibilidad de estar mejor informados para cambiar y mejorar el orden actual de las cosas, en elecciones y fuera de ellas.


5.1 Bibliografía
Barreiro, Belén (2002). “La participación de los españoles en elecciones y protestas”. Universidad Complutense (www.falternativas.org, consultado el 29 de mayo 2008).
Buendía, Jorge y Somuano, Fernanda (2003). “Participación electoral en nuevas democracias: la elección presidencial de 2000 en México”. Política y gobierno. Vol. X Núm. 2      CIDE Pág. 281-323 (www.politicaygobierno.cide.edu, consultado el           26 de mayo 2008).
Domènech, Antoni (2007). “Raíces de la abstención electoral”. (http://tierradegenistas.blog.com.es, consultado el 2 de mayo 2009).
Gramacho, Wladimir (2004). “Partidos políticos versus voto económico: Un primer análisis comparado”. Universidad de Salamanca (www.usal.es, consultado el 29 de mayo del 2008).
Heras, Leticia (2002, diciembre). “Cultura política: el estado del arte contemporáneo”. Reflexión Política. Número 8. Universidad Autónoma de Bucaramanga Colombia pp. 181-191 (www.redalyc.com, consultado el 10 de enero 2009)
Nohlen, Dieter (2004). “La participación electoral como objeto de estudio”. Elecciones No. 3 pp. 137-157 (www.ripeoea.org, consultado el      29 de mayo 2008).
Regalado, Jorge (2009). “Comunicación directa con experto en Cultura Política”, Guadalajara, Jalisco         (13 de Julio)
Riba Clara (2000). “Voto dual y abstención diferencial. Un estudio sobre le comportamiento electoral en Cataluña”. Universitat Pompeu Fabra. Reis 91/00 pp. 59-88 (www.recercat.net, consultado el 19 septiembre 2008).
Sáez, José (1998). “La decisión del elector: partidismo, racionalidad-economía y estructura social”. Reis 98/02 pp. 139-169 (http://dialnet.unirioja.es/, consultado el 19 septiembre 2008).