LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA: FORTALEZAS Y DEBILIDADES (SEGUNDA PARTE)

LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA: FORTALEZAS Y DEBILIDADES (SEGUNDA PARTE)

Raúl Quintana Suárez (CV)
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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1.- Inicio de las luchas por la independencia.

Coincidentemente con la  corriente de pensamiento conocido como Reformismo Ilustrado, en el decursar de la primera mitad del siglo XIX cubano, se manifiestan los primeros movimientos independentistas, tempranamente fracasados, dado que no estaban dadas aún, como  vaticinara Félix Varela, las condiciones objetivas y subjetivas que favorecieran su desarrollo exitoso, tal como se valora en la primera parte de este trabajo (Ver bibliografía).
No obstante los mismos  nos revelan la existencia ya en embrión, de un pensamiento independentista, que, en su gradual maduración, propiciará la concientización en los sectores más revolucionarios, que les permita percibir en la lucha armada, la única vía posible para la consecución de la real soberanía de la patria.

1,1.- Primeros movimientos independentistas.

Solo a partir de lo que el hombre piensa, se conocerá mejor el mundo en que transita su vida y por ende su propia existencia real. La historia de nuestra sociedad  decursa por caminos pletóricos de detalles y hechos irrepetibles, pero  en cierta forma conducente a regularidades, que en ciertos límites, permiten descubrir leyes que se abren al conocimiento humano y predecir  comportamientos, que  en su obrar y pensar, hacen posible el trueque de oníricos  sueños  en presentes realidades.
Ese sueño inextinguible de amor a la libertad,  en un pueblo de caràcter levantisco y rebelde como el nuestro, lo impele a buscar, por caminos  disímiles, la concientizada verdad, en no escasas ocasiones, obstruida por intolerancias, voluntarismo o meramente nublada por la irracional satisfacción de disgregadores intereses individuales  o de clase.
El independentismo como la corriente política más avanzada en el pensamiento cubano, en el contexto del siglo XIX,   es el resultado de un proceso de maduración   del sentido de pertenencia a una nación,  con profundas raíces en  el ideario precedente de destacadas  personalidades, que propiciaron  con sus ejemplares modelos de conducta,  en las diversas esferas del actuar, del ser y el conocer, un paradigma  signado por  la capacidad  y la virtud.
Sus antecedentes hay que avizorarlos en múltiples hechos, que denotan el nacimiento del criollo, con intereses contrapuestos al peninsular,  con disímil pertenencia ideológica a diversas clases, etnias y estamentos sociales, pero que por primera vez se reconocen como cubanos. Los primeros síntomas de ese despertar, aún indefinido y vago, apenas disfrazado de reclamos económicos, lo constituye la conocida como sublevación de los vegueros, en la región occidental, particularmente en la periferia de La Habana, en las primeras dos décadas del siglo XVIII. (3)
Ya adentrado el siglo XIX  tienen lugar los primeros movimientos, que inspirados en programas con aún difusos objetivos libertarios, encuentran inspiración, en ese primer momento,  en la Revolución Haitiana y  que tienen en su mayoría, como protagonistas, a negros y mulatos libertos.
Una de las primeras conspiraciones fraguadas en Cuba, es liderada  por los habaneros Román de la Luz Sánchez Silveira, Luis Francisco Bassave Cárdenas y Manuel Ramírez, miembros todos de la logia masónica El Templo de las Virtudes Teologales la que es prontamente descubierta y abortada en 1810. Está vinculada a la misma el abogado bayamés Joaquín de Infante simpatizante del ideario de Simón Bolívar con quien mantuvo contacto durante la estancia de este en Jamaica en su periplo libertario. Posteriormente durante  su exilio en Venezuela, Infante redacta una singular constitución, ilustrativa de las ideas de la época, que proclama en su parte introductoria el derecho inalienable de Cuba a la independencia, sostenido en dos supuestos: la interrupción de los vínculos coloniales al asumir el trono español una dinastía extranjera y el derecho de la Isla, como de toda América, al gobierno propio. La misma establecía cuatro poderes del Estado: legislativo, ejecutivo, judicial y militar. Sólo los blancos nativos de América o vecinos de la isla, mayores de 30 años, podían ser electos diputados y para los demás poderes, mientras que a los electores se sumaban también los no americanos de todas clases, establecidos o naturalizados, para quienes se limitaba el acceso solo a la diputación. Bajo el orden militar quedaban obligadas todas las razas y clases sociales, excepto los esclavos. Aceptaba la libertad religiosa, aunque reconocía a la católica como la dominante, y establecía la desamortización de los bienes eclesiásticos. Por otra parte se aceptaba la permanencia de la esclavitud, mientras la precisase la producción agrícola. (4).
A fines de 1811 y principios de 1812 se origina la llamada Conspiración de Aponte, igualmente fracasada por diversas circunstancias,  con  objetivos abolicionistas e independentistas con ramificaciones en  la capital,   Puerto Príncipe, Remedios, Bayamo y Holguín. De todas las  conspiraciones realizadas hasta ese momento, en esta estaban implicadas el mayor número de personas, abarcaba la mayor parte del territorio nacional y son ajusticiados la mayor proporción de participantes. 
Es de destacar la llamada Conspiración de Soles y Rayos de Bolívar, liderada por José Francisco Lemus y financiada por independentistas latinoamericanos, con el objetivo de separar a Cuba de España, con el apoyo de tropas bolivarianas. Durante la segunda mitad de 1822 y los primeros meses de 1823, el movimiento se extendió desde La Habana a Matanzas, las Villas y Camagüey, vinculándose con otras logias y organizaciones secretas, como los Caballeros Racionales de Matanzas y la Cadena Triangular de Puerto Príncipe. Su plataforma política logró atraer a sus filas a numerosos criollos ilustres, como Miguel Teurbe Tolón; José María Heredia; el abogado Martín de Nueces; José M. Oro, propietario de la imprenta Filantrópica o Tormentaria; Mariano Seguí y otros, entre los cuales figuraban jueces, sacerdotes, oficiales de la milicia y pequeños propietarios. (6)
Asimismo la denominada Conspiración de la gran legión del Águila Negra, inspirada en fines independentista es fomentada por México, bajo la forma de logias masónicas, orientadas a culminar la liberación de América y preservar la independencia de las jóvenes repúblicas. (7)
Son conocidos, o al menos deben serlo, los criterios de Félix Varela respecto a las posibles invasiones al país promovidas desde Colombia y México y sus perjuicios más que beneficios que estas acarrearían al país y a su pueblo.. Los  descabellados planes fraguados por España, con la ayuda de la Santa Alianza, con el objetivo de recuperar sus antiguas colonias, crea la alarma en dos polos geopolíticos, por objetivos bien distintos: En los países recién liberados, temerosos de que la entonces colonia de Cuba sea usada  como cabeza de puente en el empeño; para los Estados Unidos guiados  por su permanente objetivo de consumar la anexión de la isla antillana y que prefieren a esta en manos de una España débil.
Para Varela”… aun los más obstinados en la adhesión a España, creo que si no han perdido el sentido común, confesarán que una gran parte de la población de la Isla (para mí es casi toda) está por su independencia, y otra solo está por su interés particular y se agregará a los que puedan garantizarlo; que es más que probable la invasión de la Isla, y que con tales elementos es casi evidente su toma. ¿Y cuál será en este caso probabilisimo, cual será, digo, su desgraciada suerte? ¿Se habrá economizado la sangre? ¿Sentirá mucho verterla un ejército extranjero (porque a mi nadie me alucina con parentescos de pueblos) pisando un país donde sólo encuentra objetos de venganza? ¿Quedarán en aquellos campos los frutos que forman su riqueza? ¿Qué propiedad o qué vida estará garantizada? ¡Ah! Es preciso confesar que hay apatías más crueles que las mismas furias. Una revolución inevitable, prevista y no preparada, es a la vez la ruina y la ignominia de un pueblo […], Si por desgracia, se diere lugar a la invasión de tropas colombianas o mexicanas, es menester unirse a ellas; no tomar la defensa de un gobierno que sólo pide sacrificios inútiles; cambiar el orden de cosas, y despedir prontamente los huéspedes con las indemnizaciones que fueren justas y con las pruebas de la más sincera amistad y gratitud. Cualquier otro partido que se tome, es inútil, es absurdo, y es destructor del país. ¿Por qué se pelearía entonces? ¿Por la tranquilidad? Sería el medio de perderla para siempre. ¿Por la riqueza? Sería el medio de aniquilarla. ¿Por el comercio? ¡Ah! Este desaparecería en el momento. ¿Por un amo? NO puedo hacer a mi país la injuria de suponerlo” (8)
En 1844 es igualmente  abortada la denominada Conspiración de la Escalera, movimiento de objetivos antiesclavistas y separatistas  liderada por el ex cabo primero del Batallón de Morenos, ebanista y presidente de un cabildo negro, José Antonio Aponte y Ulabarra. En esa década  sucesivas sublevaciones esclavas estremecen La Habana y Matanzas, por lo que España envía como capitán general a Cuba, a uno de sus más altos oficiales, el general Leopoldo O Donnell, quien desata una terrible represión contra los esclavos y las capas medias de color, negros y mulatos libres. Esta conspiración se conoció con el nombre de Conspiración de la Escalera y es víctima de la feroz represión desatada contra los supuestamente implicados en la misma, como el poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido). (9)
El 23 de agosto de 1852, es sorprendido por las autoridades coloniales el joven Eduardo Facciolo Alba, quien mantenía estrechas relaciones con elementos partidarios del anexionismo, cuando componía en su imprenta, ubicada en la calle Obispo, el cuarto número del periódico La Voz del Pueblo Cubano, que se editaba de forma clandestina y había sido declarado subversivo por el gobierno colonial. Sometido a juicio sumarísimo y ajusticiado, éste  es reconocido por algunos investigadores como el primer mártir del periodismo cubano. (10)
Tales intentos separatistas, entre otros tantos acaecidos en la época, eran expresión de una amalgama de idearios, de difusas fronteras ideológicas, inspiradas en intereses contrapuestos, según respondiesen a los requerimientos de hacendados blancos liberales, negros y mulatos libertos o  esclavos. No obstante, estos anuncian una nueva forma de enfrentar al vasallaje colonial y crean las premisas necesarias al nacimiento de una doctrina independentista más madura y consciente.