ANÁLISIS TEÓRICO E HISTÓRICO DEL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN AMÉRICA LATINA 
EN EL SIGLO XX

ANÁLISIS TEÓRICO E HISTÓRICO DEL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN AMÉRICA LATINA EN EL SIGLO XX

Lucina Aguilar Orejel (CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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3.2 LA DÉCADA DE 1980.

3.2.1 CAMINO A LA GLOBALIZACIÓN.
Al inicio de los años ’70s tuvo lugar una nueva crisis económica mundial, en la cual quedó de manifiesto que el modo de regulación y la estructura social de acumulación fordista 1 no podía seguir garantizando la tasa de ganancia del capital. Por consiguiente, el fordismo entro en crisis. Algunos hechos contribuyeron a su agravación, como fueron la creciente internacionalización de la producción y del papel de las empresas (es decir, el creciente desbordamiento del marco nacional en que se había desenvuelto el fordismo); y la pérdida relativa de hegemonía de Estado Unidos, centro económico y político del modelo.

El capitalismo tiene que sustituir al viejo régimen de acumulación fordista2 , por lo que se entra a una etapa distinta, más no divergente, de la expansión capitalista, “la globalización” la cual se vio favorecida por dos hechos de singular importancia: la creación de un marco normativo internacional propicio y el progreso tecnológico. El marco normativo se orientó a crear condiciones que facilitaran la apertura de los mercados y la estabilidad monetaria. La globalización del comercio fue favorecida por el desmantelamiento de las barreras proteccionistas mediante sucesivas rondas de negociación del Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT) entre 1973 y 1979.

Aunque a partir de 1970 las tasas de crecimiento del comercio mundial fueron menores a las de los dos decenios anteriores, la mayor parte de los países resultan estar más estrechamente vinculados mediante el comercio que antes de esa fecha. En este resultado se ha hecho sentir la influencia del comercio intrarregional estimulado por los numerosos acuerdos de integración formal suscritos en años recientes, no obstante, con la excepción de la Unión Europea, sigue predominando el comercio extrarregional.

Dicho fin del auge de las exportaciones en la década de los 70, y la conmoción de la crisis económica en la década siguiente mostró crudamente a América Latina que la historia esta condicionada a que salga mal del mal paso. Mientras los países industrializados salieron de la recesión en poco tiempo, la demanda de exportaciones latinoamericanas se mantuvo bastante débil, los precios sufrieron una fuerte caída y los términos de intercambio sufrieron nuevos deterioros.

En consecuencia el arribo de la “globalización” para América Latina no pudo haber sido más desafortunado, fue en los años 80, justo cuando se cerraba el ciclo de crecimiento de la segunda posguerra con una nefasta crisis.

¿Pero que es la globalización? En palabras de Hirsch la “globalización significa la estrategia decisiva del capital como solución de la crisis del fordismo”. Esto implica ponerle fin a los compromisos de clase institucionalizados y de sus bases institucionales, revertir el reparto social del ingreso a favor del capital, la libre movilidad internacional del capital en procura de costos salariales más bajos; en fin, el debilitamiento de los sindicatos y de las organizaciones sociales, con lo cual la relación de fuerzas se ha modificado profundamente.

En opinión del M.C. José Manuel Sánchez Bermudez, las ideas generales sobre el periodo histórico de la globalización son:
1. Una fracción que organiza su acumulación a partir de asegurar libre movilidad para sus capitales.
2. Estados que se posicionan para asegurar la libre movilidad de los capitales de sus grandes monopolios.
3. Los estados imperialistas se organizan en tres bloques y reorganizana sus respectivas “periferias": les asignan una nueva funcionalidad para elevar su tasa de ganancia. Aumento de tasa de plusvalor, disminución de capital constante, disminución de capital variable. Organizan nuevas formas de transferencia de plusvalor: la deuda externa como mecanismo privilegiado.
4. Los países subdesarrollados son obligados a garantizar la libre movilidad de los capitales de los grandes monopolios y a competir entre ellos para ser "atractivos" para los grandes capitales.
5. Libre movilidad como estrategia política básica para destruir todos los compromisos de clases del Keynesianismo y configurar una nueva correlación de fuerzas entre clases sociales y entre países desarrollados y subdesarrollados.

Y en opinión del Dr. Alfredo Guerra-Borges la globalización no sólo implicó el paso de un régimen de acumulación a otro, sino también la voluntad política de consumarlo. La liberalización, la desregulación y la privatización, esos tres motores de la globalización, la flexibilización de las condiciones de trabajo, la ofensiva contra los sindicatos, la seguridad social y otras conquistas sociales, son todos actos deliberados para operar la profunda reestructuración social, institucional y tecnológica que requiere el establecimiento “de una forma nueva de capitalismo, con relaciones de clase radicalmente modificadas, con un nuevo significado de la política y un papel completamente distinto del estado”. La envoltura ideológica de esta reestructuración en tan vasta escala es el neoliberalismo.

El neoliberalismo tiene de la globalización un concepto normativo, lo que significa que la concibe como un proceso al que deben ajustarse las conductas individuales y sociales para conseguir la liberalización plenamente satisfactoria de los mercados, en virtud de lo cual los Estados dejarán de tener sentido, como no sea servir de correas de transmisión del capital global.3 De igual manera que se procedió para hacer del neoliberalismo una forma de hegemonía cultural, la globalización va precedida y acompañada de un vasto aparato de formación ideológica que lo presenta como un proceso del que solo cabe esperar beneficios y recompensas. En tal virtud la globalización ha llegado a ser también "una ideología, cuya función es reducir cualquier resistencia al proceso, presentándolo como algo que es altamente benéfico e indetenible" 4

Asimismo nada de lo que ha pasado es resultado mecánico del desarrollo de las fuerzas productivas sino tiene un componente subjetivo de primordial importancia, la voluntad política, la decisión de las fuerzas sociales dominantes de llevar adelante la globalización en la forma y con el ritmo que se le viene imprimiendo.

3.2.2 LA INTEGRACIÓN EN LOS ’80S.
El cambio brusco de orientación general se produjo en la década de 1980; un cambio introducido con violencia por la banca internacional, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, amparados tras una intensa ofensiva ideológica para implantar las prescripciones del neoliberalismo. La implantación debió hacerse en plazos perentorios, con un radicalismo autoritario. Todo aquel que cuestionara las medidas, los plazos o las virtudes atribuidas a la desregulación y el libre mercado fue estigmatizado como nostálgico del "estatismo". La preocupación por las consecuencias del "ajuste estructural" en la población fue desdeñada como "populismo". Si algo ha singularizado al neoliberalismo es su intolerancia.

No obstante sacudida por la crisis América Latina volvió a pensar en los años ’80s en las vías para su desarrollo, y en este esfuerzo de búsqueda cobró fuerza nuevamente el planteamiento de la integración regional. En los años ’70s se debilitó el apoyo político a los procesos de integración, pues mientras este exhibía las dificultades para cambiar el patrón histórico de crecimiento, el dinamismo mostrado por las exportaciones al mercado mundial y el fácil acceso al financiamiento externo rivalizaron la fe que se había perdido en los años ’50s en el potencial de desarrollo de las relaciones económicas internacionales. La integración ofrecía resultados a futuro, mientras el mundo industrializado ofrecía recursos frescos de inmediato.

Ante el apremio 5 se volvió a la idea de que la integración es un medio idóneo para aliviar el peso de la crisis actual y para facilitar los procesos de producción, transformación y distribución en la región, así como para la creación de un espacio económico común que abre más amplias perspectivas para el crecimiento económico y el bienestar de nuestros pueblos. Sin embargo, los países de más alto desarrollo tecnológico vienen remodelando la economía mundial a imagen de sus intereses, y esta remodelación se la imponen a la periferia.

Frente a la pérdida de terreno por el avance de Europa y Japón se unen los mercados de Canadá y EU. El acuerdo entre Canadá y EU tiene carácter defensivo frente a la Europa del 92, fue la respuesta hemisférica de EU al desafío Europeo.

La política de comercio exterior de EU responde a la pérdida de competitividad y de liderazgo tecnológico frente a Europa y Japón. Las razones económicas (la carrera por el liderazgo comercial y tecnológico con Europa y Japón) son las que han inspirado el cambio más trascendental que podía esperarse de la política comercial estadounidense hacia América Latina.

“Las expresiones de preocupación” de la hegemonía por el estado de los procesos latinoamericanos de integración hacen referencia a la caída del comercio intrarregional.

Una caída tan violenta del comercio intrarregional fue “un justificado motivo de preocupación”, pero el deterioro resalta aún más al tomar en cuenta las altas tasas de crecimiento que el intercambio tuvo en años anteriores. Tan drásticas caídas se relacionan directamente con las medidas tomadas para hacer frente a los profundos desequilibrios de las balanzas de pagos. En particular, la brusca interrupción del crédito internacional a América Latina tuvo un impacto desquiciador.

Las importaciones intrarregionales cayeron más que las del resto del mundo debido a la mayor rigidez de estas últimas, porque en ellas (las del resto del mundo) predominan bienes indispensables para el funcionamiento de las economías. Además, las importaciones intrarregionales fueron muy sensibles a las presiones de los empresarios de cada país para que aquellas se restringieran como una medida para proteger la producción local.

La contracción del ingreso externo por la vía del crédito y de las exportaciones al resto del mundo redujo extraordinariamente la disponibilidad de divisas; todos los países implantaron sistemas restrictivos de las transferencias internacionales; se generalizó la práctica de las medidas no arancelarias para contener las importaciones; y la capacidad de los mecanismos latinoamericanos de compensación y de crédito intrarregional (de la ALALC-ALADI, del MCC al CARICOM) fue completamente superada.

Lo anterior es lo que generalmente se destaca, sin embargo en opinión del Dr. Alfredo Guerra-Borges hay otras causas que hubieran producido la crisis de los procesos de integración regional, aún en ausencia de la crisis de los ‘80s. Una de ellas es que en diversos aspectos los convenios de integración establecieron compromisos que estaban reñidos con la realidad, y ello se tradujo necesariamente en violaciones a las normas pactadas. La aplicación de los convenios chocó con intereses locales y transnacionales difíciles de contravenir y con estructuras económicas y sociales muy resistentes al cambio.

Por otra parte, el apoyo de los gobiernos a las instituciones regionales, así como su voluntad de ejecución de los convenios pactados, se debilitó en los años ’70s debido a cambios introducidos en las estrategias de desarrollo al diseminarse desde los países centrales postulados del neoliberalismo.

Tan rápido agotamiento del dinamismo de los esquemas de integración y su temprano encuentro con los obstáculos que imposibilitan el logro de los objetivos propuestos, es decir la vertiginosa crisis orgánica6 tiene una explicación que trasciende los elementos que antes se indicaron como elementos constitutivos de estas. Se refiere a que los procesos de integración se inscriben en el espacio de una crisis estructural de las sociedades latinoamericanas, presente en mayor o menor grado en todas ellas, y sufren el impacto de uno de los grandes condicionamientos del desarrollo económico de América Latina, que es la configuración histórica de sus relaciones económicas internacionales.

El hecho es que fue por entonces cuando los gobiernos comenzaron a hacer suyas las propuestas neoliberales de abandonar las políticas de “desarrollo hacia adentro” y de hacer descansar el desarrollo en el sector de exportación de acuerdo con las ventajas comparativas de cada país. Gracias a estos cambios “se aseguraba a los latinoamericanos una generosa participación en la prosperidad de los países centrales”. En los 80, esa misma prédica se presentó como receta infalible para salir de la crisis. El BM argumenta al respecto que “el propósito de la liberalización comercial es alcanzar una mayor integración en la economía mundial…”.

Bajo ese mismo contexto ideológico la integración regional queda excluida o cuestionada. “En una economía mundial plenamente integrada –ha dicho el BM- habrían pocas razones para suscribir la integración regional, puesto que ésta ya sería un subproducto implícito de la integración internacional”. 7

1 La fase de acumulación ininterrumpida del capital más prolongada que ha conocido el capitalismo desde la primera guerra mundial, es el fordismo.

2 Los rasgos principales fueron la producción en masa, fundamentalmente destinada al mercado interno, la elevación regular de los salarios, el mantenimiento del nivel de competitividad mediante la incorporación sostenida de tecnología y la ampliación del mercado interno con base en una amplia intervención estatal y de compromisos de clase institucionalizados. En lo fundamental el fordismo se organizó bajo una forma nacional.

3 David Held et al, Global transformations, Stanford, Estados Unidos, Stanford University Press, 1999

4 Edward Herman, The threat of globalization, Global Policy Forum, 1999 (por internet)

5 La crisis de los ‘80s : desquició de todos los esquemas de integración, las exportaciones tradicionales se derrumbaron, la deuda externa (las economías latinoamericanas han sido sometidas a un esfuerzo extenuante en procura de divisas a costa de lo que sea, a fin de cubrir el servicio de la deuda externa), la agresión del proteccionismo de los países desarrollados, el éxito muy precario de las políticas de ajuste, cuando no su completo fracaso, y otros tantos motivos de frustración.

6 “Un esquema de integración entra en crisis cuando sus objetivos no pueden ser alcanzados, a menos que el esquema sea reformulado sustancialmente, lo que implica modificar o sustituir los objetivos del acuerdo; o bien, cuando deja de haber correspondencia entre las demandas de desarrollo del proceso de integración y las formas jurídicas en que se la ha encuadrado, lo que tarde o temprano dará por resultado una sustitución de esas formas y una adopción de aquellas que restablezcan la correspondencia con los procesos reales. O bien, cuando habiéndose avanzado en la consecución de los objetivos de un esquema se opera una reversión del proceso (no un reflujo de este, sino una auténtica reversión, cuyo lógico resultado será la disolución del acuerdo correspondiente)”.
“En cualquiera de los casos, se está presente en una crisis orgánica de los procesos, pues su origen esta en la esencia misma de éstos, en su concepción y conformación y no en situaciones o factores económicos o políticos coyunturales”.

7 Citado por Alfredo Guerra-Borges en “Globalización e Integración Latinoamericana”, pág. 126.