ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

Carlos Ruz Saldívar (CV)
Universidad Veracruzana

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Griegos y Macedonios.

La derrota de los persas en manos de Alexandro Magno, trajo consecuencias importantes en la vida judía, Alexandro conquistó Judá en el 332 a.e.c.(Levine, 2011, pág. 237), pasando de ser sometidos de los persas a los Griegos – Macedonios, pero la diferencia fue significativa, ya habíamos anotado la ventaja que representaba la libertad religiosa que mantenían los persas, que el propio Ciro y posteriormente Darío I, no solo permitirían sino cubrirían fuertes erogaciones para permitir el culto de los dioses de los pueblos dominados y su propia cultura, no sin cierta influencia, pero los persas se conformaban con la lealtad a su reino y el pago de impuestos, en lo concerniente a la religión y cultura se notaba un grado de respeto. En el caso de Alexandro no sería igual, a pesar de no haber sido griego sino macedonio, no debemos olvidar que fue alumno del propio Aristóteles1 , quien le inculcó   la cultura griega y la pasión por la misma, por lo que al parecer Alexandro decidió propagar la forma de vida griega, sus instituciones, lengua normas e ideas, lo que los historiadores llaman Helenismo. Los nuevos conquistadores estaban dispuestos a crear una cultura de tipo griega en toda las zonas de influencia, ya que tenían cierto desprecio o prejuicio a otras culturas considerando superior la propia, por lo que fundaron nuevas ciudades de tipo griego y las que reconstruyeron lo hicieron bajo el modelo griego, la cultura implica desde luego el aspecto religioso, los dioses griegos impregnaron en las ciudades y panteones, pero el principal medio de difusión de la cultura lo fueron las escuelas y el entretenimiento, la educación y los famosos teatros griegos proliferaron en todos los territorios dominados. La cultura judía no pudo resistir, un siglo y medio después de Alexandro, Jerusalén ya era una polis griega. A la muerte de Alexandro el reino se dividió entre sus generales, los más importantes fueron el de Siria, bajo la dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica, Judá se encontró en el campo de batalla de estos dos reinos, pero algo fue común, ambos influyeron con su cultura a los judíos (Levine, 2011, págs. 238 - 239). Los judíos llegaron a estar divididos frente al helenismo, por una parte es clara la influencia recibida, por otro lado es evidente que otro grupo tenía un fuerte rechazo a la influencia helena.
Martin Goodman señala que en el 160 a.e.c. era patente la influencia de la cultura griega, al grado de que algunos sacerdotes en Jerusalén adoptaron nombres griegos, pero para otros el helenismo era una ruptura con las tradiciones judías, por lo que cuando las fuerzas del rey seléucida Antíoco IV profanaron el templo en el 168 a.e.c., lo interpretaron como un castigo divino por adoptar las costumbres griegas (Goodman, Jan/Feb 2010), las leyendas judías de la época mencionan que le preguntaron a un Rabino si se podía enseñar griego a los hijos, el Rabino respondió sí, siempre y cuando no sea ni de día ni de noche, porque la Tanaj ordena en Josué 1:08 El libro de esta ley nunca se apartará de tu boca: antes de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito: porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Al parecer los grupos religiosos siempre presentaron una oposición al helenismo, quizás la leyenda que se cuenta sea cierta ya que existía una posición contraria a esa cultura que avasallaba y resultaba llamativa, pero así como existía una franca idea de oposición otros la admitían sin mayor problema.
Levine nos da cuenta de que entre el 300 al 250 a.e.c., circularon una gran cantidad de monedas de plata del régimen Tolomeo, además del hecho de que en las excavaciones en Jerusalén, que corresponden al periodo de influencia Helena, se han encontrado más de 1000 jarras o pedazos de ellas con la estampa oficial de Rodas, lo que indica cierto grado de integración al nuevo orden mundial. Pero también el judaísmo lograría influir en la cultura helena, ya que durante el periodo del Tolomeo II entre el 285 – 246 a.e.c., pidió y soportó el gasto de la traducción de la Torah al griego, 72 judíos conocedores del griego se trasladaron a la ciudad de Alejandría y realizaron la magna obra conocida como la Septuaginta, se revela por tanto la curiosidad por la cultura judía, pero es también signo inequívoco que algunos judíos hablaban y escribían correctamente el griego. La traducción de la Torah al griego, al final tendría una importancia suprema para el futuro cristianismo, sin ella quizás no hubiera proliferado esa religión en el mundo griego y de ahí al romano. Además de lo anterior, la cultura de las competencias atléticas invadió a los judíos, ya que en el 173 a.e.c. una delegación de Jerusalén fue enviada a participar en Tiro. Levine considera que las familias más acomodadas y en las zonas urbanas recibieron con mayor agrado la cultura helena; la gente más alejada de las zonas urbanas, los más religiosos, los nacionalistas que defendían su identidad y los que menor desarrollo social tenían, se vieron menos afecto a su influencia (Levine, 2011, págs. 239 - 240, 242 - 243, 245). Ehud Netzer al parecer coincide con esta opinión, ya que se tienen noticias de un judío que se hiciera amigo de Ptolomeo V 204-180 a.e.c., y quien viviera durante algún tiempo en Transjordania en una ciudad llamada Tiro, aunque no la ciudad fenicia de dicho nombre, sino una ubicada a unos 10 kilómetros al suroeste de la moderna Ammán, de los restos más impresionantes de la casa de este judío, se cuenta con un edificio monumental llamado Qasr el-Abd, descrito por el propio Josefo que contenía una piscina y con clara influencia helena (Netzer, Winter 1999), por lo que al parecer las clases judías mejor acomodadas imitaban el estilo de vida griego, que era el estándar de vida del mundo conocido y la potencia más temida.
Pero los reinos no son eternos y los griegos – macedonios al no estar unidos y luchar entre sí, estaban destinados a caer en manos del Imperio que se gestaba, el más grande y culto de la historia del mundo, Roma.

1 Aristóteles (384-322 a.C.), filósofo y científico griego, considerado, junto a Platón y Sócrates, como uno de los pensadores más destacados de la antigua filosofía griega y posiblemente el más influyente en el conjunto de toda la filosofía occidental. Fuente: Microsoft Encarta 2008.