LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

Diego Alfredo Pérez Rivas (CV)
Universidad Complutense de Madrid
diego.perez.rivas@ucm.es

 

4.3 La justificación del rey filósofo y del gobierno constitucional

Las preferencias políticas y filosóficas de Platón respecto a la forma de gobierno más perfecta atraviesan por al menos dos etapas. La primera de ellas, situada en el contexto de la juventud y la madurez, en donde considera que la monarquía instaurada por un rey filósofo es la más adecuada. La segunda, situada en la época de vejez, en donde dicha preferencia es reemplazada por el gobierno constitucional. En el fondo, tales formas de gobierno no son del todo incompatibles ni excluyentes entre sí, aunque guardan sus diferencias. De hecho, se puede llegar a hablar de que el ideal platónico consiste, en síntesis, en la instauración de una monarquía a cargo de un rey filósofo que sea regida conforme a constitución o derecho. En el presente apartado no hablaremos fundamentalmente acerca de las peculiaridades de cada una de las formas de gobierno ni de la tesitura del giro preferencial. Únicamente mencionaremos cuáles son los tópicos mediante los cuales se justifica la preferencia por una forma de gobierno concreta, así como la conexión de dicha justificación con la configuración ontológica del ser humano, del ciudadano y del conocimiento político.

En la República,  Platón expresa que “A menos que los filósofos reinen en las ciudades o que cuantos ahora se llaman reyes y dinastas practiquen noble y adecuadamente la filosofía, que vengan a coincidir una cosa y otra, la filosofía y el poder político, y que sean detenidos por la fuerza los muchos caracteres que se encaminan separadamente a una de las dos, no hay tregua para los males de la ciudad ni tampoco, según creo, para los del género humano”. 1

El filósofo es definido unas líneas más adelante como aquel ser humano que con la mejor disposición quiere deleitarse de toda enseñanza.2 Pero también se agrega que esa enseñanza debe estar orientada a la contemplación de la verdad.3 De tal modo, la preferencia política de Platón respecto a una forma de gobierno determinada está orientada por una concepción filosófica muy precisa. El gobernante requiere, desde su punto de vista, de conocimientos respecto a la justicia y a la bondad en sí para poder llevar a cabo su actividad con la mayor perfección posible. Por el mismo motivo, considera que “…son filósofos aquellos que pueden alcanzar lo que siempre se mantiene igual a sí mismo y no lo son los que andan errando por una multitud de cosas diferentes”.4

En tanto que el conocimiento acerca del ser humano y de los asuntos políticos le parece a Platón que tienen el carácter de estables y duraderos, y no son meramente doxásticos, solamente los individuos que poseen ese saber -los filósofos- podrían conducir a las sociedades humanas a la máxima realización de sus potencialidades. De tal modo, saber político y saber humano no se desligan jamás, en cuanto a sus objetivos sustanciales, del uso del poder político. La finalidad del gobierno sobre seres humanos cimentará de esa manera una de sus premisas fundamentales en el ámbito moral, es decir, el gobierno será pensado como un mecanismo dispuesto para la conducción de la máxima virtud en las sociedades humanas. El funcionamiento de dicho mecanismo será idóneo cuando el filósofo, que más que nadie conoce sobre pasiones humanas, conduzca a los gobernados al desenvolvimiento de la justicia perfecta.

Desde el punto de vista de Aristocles, es preciso que el gobierno más perfecto se encuentre a cargo del ser humano más perfecto en lo que se refiere al acercamiento a la verdad y a la virtud. De tal forma, las cualidades de dicho gobernante tendrían que ser en teoría la buena memoria, el estudio esforzado, la altivez de mente, la buena disposición, y por último, quizá lo más importante, que tenga una amistad con la verdad, la justicia, la valentía y la templanza.5

En una metáfora muy conocida, en la que Platón explica de qué manera tiene que llevarse a cabo el gobierno de la ciudad para ser perfecto, compara dicho gobierno con el de un navío. Expone, a grandes rasgos, que los filósofos son los que están mejor dispuestos y preparados para gobernar, independientemente de que la opinión popular sea la contraria. En ese tópico, refiere que “…el que está enfermo, sea rico o pobre, tiene que ir a la puerta del médico, y todo el que necesita ser gobernado, a la de aquel que puede gobernarlo; no que el gobernante pida a los gobernados que se dejen gobernar…”. 6  

Contrariamente al gobierno oligárquico y timocrático, en donde el ansia de guerra es constante, dado que los gobernantes y los gobernados son movidos por la ambición; y contrariamente a la democracia, donde los placeres dominan al ser humano; en el gobierno de naturaleza filosófica Platón considera que se realiza de mejor manera el elemento diferencial entre el ser humano y los distintos tipos de entes: la racionalidad. Por lo mismo, cree que no será la guerra ni el placer lo que domine en un régimen de tales características, sino más bien, la contemplación de la verdad. 7 En sus propias palabras: “…Por convivir con lo divino y ordenado, el filósofo se hace todo lo ordenado y divino que puede serlo un ser humano…”.8

Para Platón resulta fundamental la instauración de un gobierno de naturaleza filosófica en la que los gobernantes se encuentren plenamente comprometidos a procurar las máximas virtud y felicidad.9 Considera que solamente los filósofos estarán preparados para llevar a cabo esa tarea debido a que son los que conocen de mejor manera la naturaleza humana, pero también la naturaleza de la sociedad política.

En suma, la justificación del gobierno del rey filósofo no puede ser entendida al margen del concepto de ser humano, ciudadano y conocimiento político en Platón. Contrariamente, sólo desde ese horizonte conceptual pueden ser comprensibles las causas filosóficas por las cuales nuestro pensador se inclina por una forma de gobierno específica. El pensará que, dada la naturaleza humana, aquella forma es la que de mejor manera puede desarrollar las aptitudes y facultades humanas. Igualmente, al pensar que el conocimiento político pertenece al tipo de saberes epistémicos y no sólo doxásticos, considerará que los gobernantes tienen que ser los mejor preparados en lo que al saber más estable y cierto se refiere. Es decir, aquellos que pueden discernir acerca de las ideas trascendentales que se encuentran en la cúspide de la filosofía platónica. El saber técnico y las nociones doxásticas no serán suficientes para establecer un gobierno que se encuentre a la altura de las entidades a las que ordena. Sólo en el conocimiento político epistémico sería posible la realización de la ciudadanía, del conocimiento político y también del género humano.

1 Ibid, 473 d.

2 Ibid, 475 c.

3 Ibid, 475 e.

4 Ibid, 484 b.

5 Ibid, 487 a.

6 Ibid, 489 c.

7 Ibid, 500 b y ss.

8 Ibidem.

9 Ibid, 520 a y ss.