LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

Diego Alfredo Pérez Rivas (CV)
Universidad Complutense de Madrid
diego.perez.rivas@ucm.es

 

3.2 Objetivos del conocimiento político

A la par de la indagación acerca de los conocimientos concretos que debe tener el político para Platón, resulta necesario visualizar cuáles son los objetivos de tal conocimiento, pues aquellos dos encuentran su realización de manera simultánea. Es importante saber qué contenidos tiene el saber político en el mismo sentido en el que debemos saber el para qué. En el presente subparágrafo hablaremos de los lineamientos que establece la teoría platónica en ese respecto. Para ello, utilizaremos principalmente el texto de las Leyes para encontrar los tópicos que consideramos como mínimos para tener un acercamiento medianamente objetivo sobre el asunto.

El primer requisito del buen político es indudablemente el de tener una noción exacta acerca de ideas tales como lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. La primera tarea que surgirá de la concepción de tales representaciones será la de producir leyes o reglas del juego para la ciudad. En tal sentido, el político que conoce verdaderamente su labor tiene que ser un buen legislador y no tiene que permitir que sean las opiniones contingentes y equivocas del pueblo las que se establezcan como leyes. En otros términos, “los buenos legisladores disponen las leyes mirando a la mayor virtud”.1 El conocimiento político servirá primordialmente para que el gobernante sea capaz de visualizar cuál es la justicia perfecta y su forma de implementación en la vida colectiva por medio de leyes escritas. En algunos casos, apelará a la creación de leyes no escritas, a través de la modificación o metamorfosis de las costumbres o del carácter del pueblo para dirigirlo hacia la anhelada virtud. El conocimiento político se mueve en tal sentido en los límites de la legalidad y de las fuentes de donde emana aquella.

Otra de las cuestiones de suma importancia que debe tener en consideración el gobernante son la clase de elementos que componen a la ciudad y su dominio, ya que una de las misiones más importantes y más difíciles será mantenerla siempre como unidad. El buen político procurará que la guerra (πόλεμος) y la sedición (στάσις) no se presenten en su ciudad y, por el contrario, coadyuvará al establecimiento de la paz y de la buena concordia.2 De tal manera, y sólo de tal manera, su cometido podrá estar satisfecho, ya que la desaparición de la ciudad implicaría la desaparición de todas sus misiones en tanto que gobernante. Por mor de aquello, lo que en el Renacimiento se titulo con el nombre de “razón de Estado”, es lo que Platón denominará como la misión mediadora del gobernante en los conflictos internos de la ciudad.

 El conocimiento de la constitución esencial del ser humano resultará necesario para el buen gobernante, pues precisamente su gobierno se establecerá con la finalidad de administrar y regular las actividades humanas. En tal cauce, Platón considera que “Cuando los hombres investigan acerca de las leyes casi todo su examen tiene por objeto los placeres y dolores que se dan en las ciudades y en las vidas de los individuos. Esas dos son las fuentes que manan y corren naturalmente…”.3

En una tesis interesante y que no pierde vigencia en la actualidad, expone que los seres humanos violan los lineamientos legales debido a dos causas fundamentales, a saber, para evitar el dolor y para procurar el placer. Por lo mismo, el conocimiento político debe incluir el conocimiento de la realidad ontológica de la que trata: el ser humano. De hecho, hasta se podría decir sin temor a recurrir a anacronismo alguno que para Platón el conocimiento de la naturaleza humana resulta fundamental para el buen gobernante, pues precisamente su misión es la de conducir a los gobernados hacia la virtud, siguiendo los lineamientos de la susodicha naturaleza. 4

Mientras las leyes punitivas son hechas en general para castigar las omisiones o violaciones a las disposiciones de la ciudad, la educación es el mecanismo mediante el cual se introduce en las reglas del juego a los futuros ciudadanos procurando que no se violenten tales disposiciones posteriormente. Así entonces, si las leyes punitivas sirven para castigar, la educación sirve fundamentalmente para prevenir. Por lo mismo, el político deberá entender también de educación e intentará implementar un sistema formativo que sea acorde a la forma de gobierno implantada en la ciudad. De ahí precisamente la importancia de la παιδεία platónica. En palabras de Platón: “La educación es la conducción de los niños hacia el principio enunciado por la ley como recto, tenido igualmente como tal de consuno por los hombres de provecho y por los ancianos”.5

Hermanado con el problema de la educación se encuentra uno de los temas más controvertidos de la filosofía platónica, a saber, su visión respecto a la poesía en particular y respecto al arte en general. Su enfoque respecto a este tema ha sido catalogado como tiránico y enfermizo por filósofos como Popper. Sin embargo, dentro de su teoría política ocupa un lugar fundamental, pues considera que los seres humanos no dejamos de ser educados en la niñez, sino que lo seguimos siendo durante todas nuestras vidas.

La gran preocupación platónica puede ser resumida en el hecho de que considera al arte como una mera imitación o falseamiento de la realidad que pasa como algo natural en lugar de como algo artificial. De ahí precisamente su peculiar peligro. Desde el punto de vista de Platón, el arte en general y la poesía en particular deberían estar reguladas para que en ellas se expresen los valores supremos, ya sea de los seres humanos, ya sea de la vida en sociedad. La teoría de los valores platónica juega en este respecto un papel sumamente importante, pues las equivalencias trascendentales entre lo bueno-justo-bello-verdadero le parecen innegables y objetivas. En pocas palabras, nuestro filósofo piensa que “El poeta ha de decir que el hombre de bien, siendo templado y justo, es feliz y dichoso, ya sea corpulento y fuerte, pequeño y débil, ya rico, ya pobre”.6 La virtud será considerada como la única fuente real de felicidad, siendo menospreciados los valores hedonistas y utilitaristas del placer o de la posesión de bienes materiales.

En suma, tres serán los conocimientos fundamentales que tiene que poseer el político para llevar a cabo su tarea de forma efectiva. Esos tres conocimientos deben estar enfocados a los siguientes puntos:

  1. Que la ciudad para la que legisle sea libre (ελευθέρα).
  2. Que esté avenida consigo misma (φίλη εαυτή).
  3. Que sea racional (νοūν έξει).7

Otro de los aspectos fundamentales para Platón, respecto al conocimiento político, es que los gobernantes deben saber siempre que son servidores de las leyes y que nunca pueden estar por encima de ellas.8 Aunado a esto, los dos aspectos que deben considerar los seres humanos que se dediquen al quehacer político para no fomentar la disensión serán: la atribución de las magistraturas a sus respectivos titulares y la distribución de los reglamentos para regular las susodichas magistraturas. 9 El político debe saber que los tres bienes por los que siempre lucha el ser humano o son del cuerpo, o del alma, o monetarios. 10 Por tal motivo, debe saber jugar con dichas apetencias para conseguir que la ciudad sea virtuosa en sí misma o bien  para evitar que unos se destruyan a otros en la búsqueda de tales bienes.

Entre los temas que competen al conocimiento político de manera general y que no tienen gran incidencia para nuestro estudio se encuentran los referentes a la repartición de tierras 11, la organización del culto12 , el estado civil13 , los delitos del fuero común14 , y los que incumben al trato con las otras ciudades15 , entre otros.

En suma, la labor del político en cuanto político requiere cierto tipo de conocimientos particulares. A grandes rasgos, podemos resumirlos en tres líneas generales: el cuidado de la ciudad para evitar la disensión, creación de leyes punitivas y creación de lineamientos legales para la educación de los ciudadanos.

1 Platón, Leyes, 630 e y ss.

2 Ibid, 628 c.

3 Ibid, 636 d.

4 Ibid, 664 e.

5 Ibid,  659 b.

6 Ibid, 660 e. Platón considera que el arte mimético debe tener en consideración la dimensión de las ideas y de las formas, la de la verdadera realidad, para efectuar su trabajo de buena manera. La finalidad del arte sería así la de imitar la naturaleza de lo Bello en sí. Por lo mismo, indica que “La rectitud de la imitación consiste en reproducir lo imitado en su cantidad y calidad…si no se ha de errar en el juicio de una producción es preciso conocer  en cada caso su naturaleza, su esencia e intención”, en 668 b y ss. 

7 Ibid, 701 d.

8 Ibid, 715 c.

9 Ibid, 735 a.

10 Ibid, 743 d-e.

11 Ibid, 763 a y ss.

12 Ibid, 759 a y ss.

13 Ibid, 770 a y ss.

14 Ibid, 913 y ss

15 Ibid, 941 a.