LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

Diego Alfredo Pérez Rivas (CV)
Universidad Complutense de Madrid
diego.perez.rivas@ucm.es

 

3.3 Aplicaciones y técnicas del conocimiento político

Tres son al menos las ideas que atraviesan el pensamiento aristotélico en lo referente a las aplicaciones y técnicas del conocimiento político. La primera de ellas, aquella que predica que toda ciudad es una comunidad y que toda comunidad está constituida en vista de algún bien.1 La segunda de ellas, aquella que predica que la ciudad es una de las cosas que existen por naturaleza y que el ser humano es por naturaleza un animal político.2 Y la tercera, aquella según la cual la ciudad es por naturaleza anterior al individuo. 3 Dichas ideas orientan y en cierto sentido determinan la perspectiva de Aristóteles respecto a las actividades y las técnicas que debe poseer el político para que su trabajo sea considerado como científico.
            Respecto a la primera idea, Aristóteles considera que lo primero que debe saber el político es cuál es el fin al que tiende la comunidad política en la cual participa y a la cual tiene que gobernar. Dicho saber tiene que tomar en consideración, primeramente que “No es lo mismo el gobierno del amo (δεσποτικῶς) que el del político (πολιτικός)…uno se ejerce sobre esclavos (δοῡλος)… el gobierno político sobre hombres libres e iguales (ἐλεύθερος καί ἴσος)”.4 Es decir, el gobierno despótico es oikonomico (pertenece a la administración del hogar) y monárquico, en tanto que uno sólo es el que gobierna. En cambio, el gobierno político se ejerce en una comunidad de ciudadanos libres que son considerados seres humanos en el estricto sentido de la palabra. Por lo mismo, la ciencia del amo se reduce a saber usar los esclavos. Mientras que, “la política no hace a los hombres sino que los toma de la naturaleza y se sirve de ellos”.5

Si el bien al que tiende la comunidad amo-esclavo es al beneficio del primero, en la relación política gobernante-gobernado el bien es la conservación y consolidación de la comunidad política. La diferencia entre las relaciones viene dada por la dependencia y por el beneficio, ya que el esclavo es considerado meramente como un útil y es despojado de su humanidad.

            Otro de los conocimientos que requiere el político es el que se refiere a las características de la forma más recta (ὀρθός) y útil (χρήσιμος) para gobernar la ciudad. 6  Debe tener en consideración que la ciudad es por naturaleza multiplicidad (πλῆθος) y no unidad. Por lo mismo, debe ser considerada no sólo como multiplicidad de hombres, sino también como multiplicidad de distintas clases de aquellos. De hecho, es necesario saber que los elementos que constituyen la ciudad difieren cualitativamente. Dicha diferencia hará decir a Aristóteles que “Es mejor que gobiernen los mismos si es posible, pero en los casos en que no sea posible, por ser todos naturalmente iguales, es justo que todos participen”.7 Al considerar también que una de las múltiples causas de las sediciones se desprende del hecho de que gobiernen siempre los mismos, propondrá que es más útil, aunque no mejor, que el gobierno se ejerza alternativamente entre los distintos ciudadanos libres.
            El político debe tener conocimientos respecto a la creación de las leyes, ya que precisamente aquellas son las que van a dotar de un marco normativo a la ciudad. Dentro de los conocimientos que competen a las leyes y que son considerados de vital importancia por Aristóteles se encuentran los referentes a la repartición de las tierras, de los honores y de los cargos públicos, ya que a su consideración esas son las tres principales causas de las sediciones.

El político debe buscar que la ciudad sea autosuficiente y que haya armonía interna. La importancia de la repartición de las tierras es que precisamente los seres humanos que forman parte de la ciudad lo primero que tienen en común es un lugar de residencia. La importancia de la repartición de honores viene dada porque la apetencia de la irascibilidad es causante de que algunos se subleven por no ser considerados en el reconocimiento público. La participación en el gobierno es fundamental porque aquellos que se sienten marginados del poder público sin merecerlo se sublevan a causa de la ineficiencia de los gobernantes. La importancia de mantener en orden esos tres aspectos de la ordenación de la ciudad es porque para Aristóteles “Los hombres delinquen para satisfacer sus deseos”.8 Si la posesión de la tierra tiene que ver con el apetito vegetativo en tanto que aquella permite la sobrevivencia, los honores tienen que ver con el sensitivo e irascible, mientras que la participación en el gobierno se refiere a la inteligencia deseosa que busca su reconocimiento en la vida moral y jurídica de la ciudad.

Respecto a la segunda idea que moldea la perspectiva de Aristóteles conforme a las actividades y técnicas que debe poseer el político, una de sus expresiones más importantes la encontramos en la diferencia que se establece entre el buen ciudadano y el buen ser humano. Para el de Estagira, el contenido del concepto ciudadano es distinto en cada una de las formas de gobierno. De tal modo, quien es ciudadano en una democracia no lo es necesariamente en una oligarquía o aristocracia. Por lo mismo, lo que mejor define al ciudadano, a su parecer, es la participación en las judicaturas y en el poder.9   

Los rasgos de excelencia que distinguen al buen ciudadano y al buen ser humano son distintos. El que se refiere al de buen ciudadano es relativo y se encuentra determinado por la forma de gobierno establecida en la ciudad. Mientras tanto, el rsngo de excelencia del ser humano es universal y absoluto. De hecho, la ética trabaja con el concepto de ser humano y naturaleza humana que se refiere al ser humano en cuanto ser humano y no en tanto que ciudadano. Por lo mismo, dota de un paradigma universal que es complementario al trabajo prudencial que proviene del conocimiento político.
 
La preferencia aristotélica respecto a una forma de gobierno determinada está influida en gran medida por su concepto de ser humano, de conocimiento político y por la distinción que lleva a cabo entre buen ciudadano y buen ser humano. Desde su punto de vista, en la ciudad ideal el buen ciudadano tendrá las mismas características que el buen ser humano. Sin embargo, dado que es imposible que aquella situación sea realizable, Aristóteles expone que los gobernantes son los que deben poseer las virtudes del buen ser humano. Por lo mismo dice que “la virtud del buen ciudadano no es la misma que la del buen gobernante”, a lo que agrega, “la virtud del hombre bueno es de mando, la del ciudadano es de mando y obediencia”.10 Para Aristóteles el conocimiento político requiere bondad y prudencia. Mientras tanto, para los gobernados, que no requieren  conocimiento político epistémico, lo fundamental será la posesión de la opinión verdadera (δόξα ἀλήθής). 11

            Si bien Aristóteles reconoce que la ciudad, en tanto que comunidad política, es algo que existe por naturaleza, al igual que reconoce que el ser humano es esencialmente un animal político, de ello no se deduce necesariamente que el conocimiento político sea una cualidad de todos los miembros que configuran la ciudad. Es decir, el conocimiento político no es algo que le viene dado por naturaleza al animal político más que como una mera facultad. El desarrollo del conocimiento político epistémico pertenecerá a los gobernantes, mientras que a los ciudadanos les bastará con la opinión verdadera.

            Dentro de las negativas que encontramos en el pensamiento aristotélico para montar un cerco de seguridad en torno a la forma de gobierno ideal, una de las más significativas es su rechazo a que los obreros (βάναυσος) sean ciudadanos. 12 Lo mismo pensará también acerca de los mercaderes. En tal sentido, Aristóteles considera que en la naturaleza política del ser humano no es definitiva la ayuda mutua que necesita el individuo para sobrevivir. Lo que le parece más importante es la alegría que produce naturalmente la convivencia, acompañada con la procuración de la virtud. Por lo mismo, piensa que el factor más importante para tener la condición de ciudadano será el de poseer libertad para expresar nociones acerca de lo justo y lo injusto desde la opinión verdadera.

            Respecto al tercer principio, según el cual la ciudad es considerada como anterior al individuo, hay que decir que aquella premisa es la que da como origen la distinción entre formas de gobierno rectas y desviadas. Al parecer de Aristóteles la procuración de la felicidad ya sea por parte de uno, pocos o muchos individuos es insuficiente para considerar al régimen como recto. La rectitud del régimen viene dada, más bien, por la capacidad de aquel para procurar el bien común de toda la sociedad política.13

De hecho, para el de Estagira “Todos los que se interesan por la buena legislación (εὐνομία) indagan acerca de la virtud y maldad cívicas (ἀρετή καί κακός πολιτικός)”.14 Y así, de tal modo, “el fin de la comunidad política son las buenas acciones y no la convivencia”.15

            El político debe prepararse con una educación especial para realizar su labor, contrariamente al ciudadano común y corriente para quien la educación de la ciudad bastará. Dicha preparación especial será para conseguir conocimiento epistémico en tanto que se refiere a un objeto inmutable: la naturaleza humana. Por lo mismo, para Aristóteles “el político deberá legislar teniendo en cuenta todo lo que se refiere a las partes del alma, teniendo en cuenta las cosas mejores y los fines”.16 Para los ciudadanos dicho conocimiento no será indispensable. Participarán de los beneficios del régimen recto, pero sin conocer necesariamente las causas de que la ciudad esté ordenada de determinada manera y no de otra.

Tres son los conocimientos fundamentales que al parecer de Aristóteles debe poseer el político para ser considerado realmente con tal adjetivo. Dichos conocimientos son:

  1. Cómo se establece el mejor régimen.
  2. Ya establecido, cómo puede conservarse más tiempo.
  3. Cuál régimen se adapta mejor a todas las ciudades. 17

 
Igualmente, el político como legislador además de lo anterior debe tener conocimiento de:

  1. Cómo deben distribuirse las magistraturas.
  2. Cuál es el elemento soberano en una forma de gobierno determinada.
  3. Cuál es el fin de la comunidad en cada caso.18

La defensa aristotélica al régimen denominado como Politeía, o gobierno de las clases medias,se funda en un primer momento en los lineamientos señalados. Sin embargo, también toma en consideración otros elementos. Para Aristóteles dicha forma de gobierno puede ser definida como “El régimen constituido por los mejores en virtud”. 19 Igualmente, pensará que en una ciudad que tenga tal forma de gobierno el ser humano bueno y el ciudadano bueno serán prácticamente idénticos. Dicha forma de gobierno será entendida como una mezcla de democracia y oligarquía que está cargada hacia la democracia por el número de gobernantes. Pero también porque se busca más la educación que la nobleza para la elección de los gobernantes. Por lo mismo, será denominada como la mejor forma de gobierno posible.

            A favor de la estabilidad del régimen, Aristóteles da varias razones que pueden ser resumidas de la siguiente manera:

  1. La comunidad implica la amistad.
  2. Los ciudadanos de la clase media son los más estables.
  3. La mejor comunidad política está constituida de elementos iguales y semejantes en el mayor grado posible, y está condición se da especialmente en la clase media.
  4. El régimen intermedio es el mejor porque es el único libre de sediciones.
  5. Los mejores legisladores (Sólon, Licurgo y Carondas) han sido de la clase media. 20
  6. El árbitro siempre es más digno de confianza, y el que está en medio es árbitro. 21

En suma, la defensa del gobierno de la clase media por parte de Aristóteles se encuentra justificada por su concepto de ser humano, ciudadano y conocimiento político. Para el de Estagira, al igual que para su maestro, la ciudad es simplemente una manifestación de lo que es el individuo en macro. Por lo mismo, los mecanismos que permiten el accionamiento de la virtud en el individuo serán los mismos que accionen la virtud en la ciudad.

Para Aristóteles no puede existir nunca una separación entre ética y política, debido a que la primera dota de elementos a la segunda. El conocimiento político será de carácter epistémico cuando se refiere a la naturaleza humana; así como técnico y prudencial cuando se refiere a la solución de conflictos concretos por parte del político; y doxástico cuando se refiere a las nociones mínimas que deben tener los ciudadanos sobre los asuntos comunes. De tal modo, su visión no es tan rígida como la de Platón, ya que si bien es cierto que considera que el mejor régimen, el más divino de todos, es la monarquía, no por ello pretenderá que dicha forma sea la mejor forma posible.

 Según su manera de observar el asunto, la mejor forma de gobierno posible es el gobierno de las clases medias, ya que dicho régimen admite la procuración de la virtud y la felicidad sin la necesidad de correr los riesgos que una monarquía atrae al poderse convertir fácilmente en tiranía.

Indudablemente, el concepto de virtud ética entendida como justo medio también moldea la concepción de Aristóteles respecto a una forma de gobierno determinada. Sin embargo, aquel concepto es solamente comprensible dentro del horizonte que abarca la naturaleza humana y el conocimiento político. Si el conocimiento de la naturaleza humana ayuda a comprender los mecanismos por los cuales los seres humanos se desvían del camino de la inteligencia deseosa, el conocimiento político encuentra los medios para realizar la naturaleza humana en su máxima expresión. Por lo mismo, la teoría del justo medio, del ser humano y del conocimiento son tres engranes que hacen operar un mismo mecanismo. Así entonces, la forma de gobierno es simplemente el dispositivo que hace asequible en la vida pública la procuración de la mayor virtud que conlleva a la felicidad y a la realización de las facultades propias del ser humano al menos de forma ideal.  

1 Aristóteles, Política, 1252 a.

2 Ibid, 1252 b.

3 Ibidem.

4 Ibid, 1255 b.

5 Ibid, 1258 a.

6 Ibid, 1260 b.

7 Ibid, 1261 b.

8 Ibid, 1267 a.

9 Ibid, 1276 b.

10 Ibid, 1277 a.

11 Ibid, 1277 b.

12 Ibid, 1278 a.

13 Ibid. 1279 a.

14 Ibid, 1280 b.

15 Ibid, 1281 a.

16 Ibid. 1333 a.

17 Ibid, 1288 b.

18 Ibid, 1289 a.

19 Ibid, 1293 b.

20 Ibid, 1295 b-1297 a.

21 Ibidem.