PLAN ESTRATÉGICO DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN RED PARA RORAIMA (BRASIL)

Silvio Testa

1.3.2 Conceptos de las Nuevas Teorías del Desarrollo


Como ya señalamos en el capítulo sobre perspectiva histórica,  podemos situar los orígenes de las nuevas teorías del desarrollo en la declaración del simposio celebrado en la ciudad mejicana de Cocoyoc en el año 1974. Entendemos por NTD toda una serie de reflexiones alrededor del desarrollo que asumen una línea crítica en relación a la economía tradicional y que tienen una postura de corte ecologista (entendiendo ecología en sentido amplio) más radical. Todas ellas proponen en contra de las teorías del desarrollo como crecimiento un desarrollo de corte ecológico-humanista. Entran en este grupo las llamadas, de forma genérica,  economía ecológica, el desarrollo a escala humana, el ecodesarrollo. Quizás la característica común de estas teorías es la de disociar de forma clara y contundente el concepto de desarrollo del de crecimiento, cosa esta que daba lugar a muchas contradicciones como hemos podido ver más arriba. En esta línea el término desarrollo se entiende como desarrollo de los seres humanos. La racionalidad económica del desarrollo como crecimiento es criticada y se formula la idea de que el desarrollo tiene que ser entendido como un proceso dirigido a la satisfacción de las necesidades humanas con criterios  de autonomía económica, de endogeneidad y equilibrio ecológico.
El fin del desarrollo es el de satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos y esto es algo que no hay que confundir con los medios que sirven para alcanzar el fin. El desarrollo convencional confunde los medios con los fines e identifica desarrollo con la acumulación económica; se consideran prioritarias las necesidades materiales mientras que las no materiales no son consideradas básicas y se considera que la única manera de alcanzar las satisfacción de las necesidades se da proporcionando más satisfacciones materiales a los que ya tienen para que estas puedan revertir en los que están privados de ellas. El primer objetivo del desarrollo es por lo tanto orientar la gestión de los recursos escasos  a la consecución de la satisfacción de las necesidades humanas. La producción de objetos, los sistemas, las estructuras son medios para satisfacer las necesidades de los sujetos con el único límite impuesto por el ecosistema natural. Un ejemplo de esto es el desarrollo a escala humana:

“El Desarrollo a Escala Humana no excluye metas convencionales como crecimiento económico para que todas las personas puedan tener un acceso digno a bienes y servicios. Sin embargo, la diferencia respecto de los estilos dominantes radica en concentrar las metas del desarrollo en el proceso mismo del desarrollo. En otras palabras, que las necesidades humanas fundamentales pueden comenzar a realizarse desde el comienzo y durante todo el proceso de desarrollo; o sea, que la realización de las necesidades no sea la meta, sino el motor del desarrollo mismo. Ello se logra en la medida en que la estrategia de desarrollo sea capaz de estimular permanentemente la generación de satisfactores sinérgicos”.1

En esta visión existe un marco mental propio de la sociedad occidental que domina en todo el mundo, donde los conceptos de espacio, tiempo, conocimiento, relación entre seres humanos y entre estos y la naturaleza, tienen todas ellas una única fuente que es la racionalidad occidental que se manifiesta con un corte de superioridad sobre todo lo que está al margen de ella. La fragmentación del conocimiento y la segmentación de la vida han entrado a formar parte del sentido común de las cosas de manera que no causa sorpresa la identificación del crecimiento económico con riqueza social y progreso. En este panorama se sitúan los especialistas encargados de orientar las necesidades de los sujetos sin tener en cuenta la complejidad de los ámbitos de los problemas.
Esta situación de fragmentación hace difícil escaparse de las ideas globales dominantes de la racionalidad económica hasta tal punto que para una crítica hay que acudir a los ámbitos de la conciencia y  de la ética.
La propuesta alternativa es la construcción de estructuras que respeten en su justa medida la finalidad del desarrollo que como ya se ha dicho es la de satisfacer las necesidades humanas (en relación con las necesidades humanas es interesante la aportación que hace Max-Neef – 1994 - sobre la diferenciación entre los conceptos de “necesidades” y “satisfactores” que quiere establecer un cambio a nivel espistemológico  sobre la concepción tradicional del desarrollo). Esto debe hacerse a través del protagonismo real de las personas para generar una interdependencia de corte horizontal  sustentada en la participación. Los conceptos de autodependencia (Max-Neef) o autonomía (Galtung) se dirigen hacia una participación efectiva de la sociedad en los procesos de decisión en todos los ámbitos en una red de “nuevos ordenes económicos locales” que funcionen en sentido horizontal. En esta óptica el estado tiene que asumir el papel de estimulador de estos procesos moleculares a nivel social.
En la conferencia de Cocoyoc se aceptó el término de ecodesarrollo en su dimensión alternativa a la racionalidad económica dominante, pero éste fue descartado precisamente por la economía convencional liderada por los EEUU. Entre el concepto de desarrollo convencional, y el de ecodesarrollo, en la imposibilidad de ignorar la crisis ambiental, se afianzó el de desarrollo sostenible. La crisis ambiental puede ser entendida en el sentido que el medio ambiente es una variable del sistema económico o por el contrario la economía puede ser considerada como parte del medio ambiente. En ambos casos los fundamentos de sostenibilidad se plantean desde los dos principios de la termodinámica: el principio de conservación de la energía y el de entropía. Así los sistemas físicos son soporte de de la actividad humana y de la organización social y está dependerá de la posibilidad de que éstos puedan abastecerse de recursos para su supervivencia y de posibilidad de deshacerse de los residuos. El sistema económico actual es un sistema de alta entropía que no permite posibilidades, por lo tanto una economía que apunte a la sostenibilidad tiene que convertirse en una economia de los sistemas abiertos para una decreciente utilización de los recursos no renovables y un creciente uso de los recursos renovables.
Existe una frontera de sostenibilidad que impone unas restricciones a la actividad económica que son la base de las discusiones entre la racionalidad económica tradicional y las nuevas teorías del desarrollo. La incertidumbre sobre el funcionamiento de los sistemas ecológicos a la que apuntaba también Pearce, da lugar a un complejo análisis de externalidades; si desde la visión del desarrollo tradicional este análisis es inevitable para ir hacia la sostenibilidad, desde el punto de vista de las NTD este análisis es radicalmente imposible. Para estas es necesario establecer criterios de medición cualitativos y no cuantitativos. Los principios son que el nivel de explotación no exceda el de regeneración natural de los ecosistemas, que el nivel de emisión de residuos no exceda la capacidad de asimilación natural, que desarrollo y crecimiento económico se desvinculen, y que la economía se vincule a la política como única vía de reducir los desequilibrios interterritoriales.
Las críticas formuladas por las NTD tienen como dificultad la operatividad de sus principios. Aunque la urgencia de introducir cambios es necesaria, en la situación actual no se puede ignorar los medios disponibles y esfuerzos hechos que existen en seno a la racionalidad económica dominante. En aras a una efectividad concreta para una formulación del desarrollo con criterios de sostenibilidad es necesario abrir un periodo de transición que implica una cierta complementariedad con el enfoque de la economía ambiental. Los cambios no serán posibles desde estrategias excluyentes porque la interrelación entre los problemas de sostenibilidad local y los de sostenibilidad a escala planetaria nos piden estrategias para un desarrollo sostenible en las que tienen que converger las dos dimensiones. Rescatar las potencialidades locales en la visión de la  economía convencional de corte planetario  y la tolerancia de las NTD con las efectivas posibilidades de la racionalidad económica dominante, abre el paso a un periodo de transición hacia la formulación de un desarrollo sostenible que en el momento actual reviste una gran complejidad. La propuesta de Julio Alguacil Gómez (1988) 2 es la de introducir el concepto de corresponsabilidad como punto de encuentro entre la economía ambiental y la ecológica. Este concepto tiene como contenido el principio de democracia que garantiza la práctica política a niveles locales a través de una descentralización administrativa y unos proceso de participación ciudadana; la información entre los distintos niveles sobre las consecuencias locales de la insostenibilidad global y actuaciones locales dirigidas al beneficio de la biosfera; Adopción de tecnologías adecuadas que respeten las exigencias sociales y ambientales; una economía de escala, basada en un modelo descentralizado para valorar los recursos locales y  autocentrado para establecer objetivos y tomar decisiones adaptadas a las necesidades locales; cooperación integral  dictada por la interdependencia de los problemas ambientales que supera la dinámica de la competencia en la línea de equidad, redistribución y mantenimiento de los recursos naturales.

En definitiva podemos afirmar que al hablar de desarrollo tenemos que elegir entre dos posturas que a menudo están enfrentadas entre ellas: la preservacionista (NTD) y la conservacionista (economía ambiental). La primera tiende a enfrentar desarrollo con medio ambiente, mientras que la segunda afirma la posibilidad de transformación del hábitat a favor de proyectos de desarrollo sin por ello perjudicar de forma irreversible el medio ambiente. Tanto la una como la otra tienen argumentos dignos de ser tenidos en cuenta y no podemos tildar de superficialismos a ninguna de las dos. Los fundamentos de los preservacionistas y de los conservacionistas contemplan aspectos éticos que en algunos casos se radicalizan en determinados aspectos creando divergencias, mientras que las diferencias más profundas las encontramos en las concepciones económicas. Para los unos desarrollo es sinónimo de destrucción, para los otros es una necesidad dirigida a elevar el nivel de vida de las personas.

Podemos concluir esta breve panorámica sobre los conceptos económicos de desarrollo sostenible teniendo en cuenta que éste incorpora obligatoriamente el aspecto ecológico, el cual se perfila como un problema que está imponiendo unas modificaciones de las relaciones entre economía, medio ambiente y los seres vivos. Es un problema que, por su globalidad, se revela como muy complejo, que rebasa el horizonte de los intereses inmediatos y se inserta en el ámbito de los valores humanos o éticos.

1 M. A. Max-Neef. Desarrollo Escala Humana. Concepto, aplicaciones y algunas reflexiones. Barcelona 1994. En htpp://dev.fecovi.org.uy

2 J. A.Alguacil Gómez. Calidad de vida y praxis urbana. Madrid 1988. En http://habitat.aq.upm.es

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