EVALUACIÓN DE LA VULNERABILIDAD DEL SECTOR PRIMARIO REGIONAL ANTE EL IMPACTO DE LA VARIABILIDAD CLIMÁTICA

Ricardo Jesús Ramírez Castillo
Eduardo Meza Ramos

Vulnerabilidad y adaptación

El Cuarto Reporte de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, 2007c), describe la vulnerabilidad como el grado al cual un sistema es susceptible e incapaz de hacer frente a los efectos adversos del cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los extremos.
El término vulnerabilidad se refiere al sistema vulnerable,  por  ejemplo,  cultivos, ganado,  ciudades costeras, zonas bajas; el impacto en este sistema,  inundaciones en ciudades costeras y tierras agrícolas o migración forzada, o los mecanismos que ocasionan estos impactos. Como la desintegración de la capa de hielo Antártica (IPCC-AR4, 2007c:97).
Además, indica el mismo reporte que la vulnerabilidad es una función del carácter, magnitud, y el ratio del cambio climático y variación a la cual un sistema está expuesto, su sensibilidad y su capacidad adaptativa. En general los conceptos de adaptación y vulnerabilidad, han sido entendidos de diversas formas, para establecer las políticas de actuación ante los efectos del cambio climático. En este sentido citamos algunas de las definiciones consultadas:
Para (Carter et al., 1994 IX-X y 3), la adaptación está relacionada con la respuesta a los efectos tanto positivos como negativos del cambio climático. Se refiere a cualquier ajuste, pasivo, reactivo o anticipado, que pueda responder a consecuencias actuales o anticipadas asociadas con el cambio climático. De esta forma, se reconoce implícitamente que el cambio climático ocurrirá y debe ser reconocido en una política. Por otra parte, vulnerabilidad se refiere al grado para el cual una unidad de exposición es alterada o afectada de manera adversa como resultado de los efectos del clima. En este sentido, tanto los factores físicos como los socio-económicos son importantes para determinar la vulnerabilidad.
Por su parte la Comisión Intersecretarial ante el Cambio Climático (CICC, 2007: p 105) afirma que la vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad, expuesta a una amenaza natural, pueda sufrir daños humanos y materiales según el grado de fragilidad de sus elementos: infraestructura, vivienda, actividades productivas, organización de sistemas de alerta y desarrollo político institucional. La magnitud de estos daños, da cuenta del grado de vulnerabilidad. Esta condición no está determinada por la posible ocurrencia de los fenómenos peligrosos, sino por la forma en que las sociedades se desarrollan, se preparan o no para enfrentar el riesgo o para recuperarse de los desastres. Es entonces una condición que se manifiesta durante el desastre, cuando no se han invertido suficiente en el diseño y la instrumentación de medidas preventivas y se ha aceptado un nivel de riesgo demasiado elevado.
Es fundamental entender que, de no iniciarse un proceso de adaptación, la vulnerabilidad puede ir en aumento (Conde, 2003:3-14) ya que obedece a un proceso dinámico, por lo que resulta prioritario crear una verdadera cultura preventiva en todos los proyectos económicos y de desarrollo; esto requiere voluntad política y corresponsabilidad social. Igualmente importante es el manejo de la información oportuna y transparente para la sociedad (Carter, et al., 2007).
Por lo tanto, se comprende que la vulnerabilidad es la extensión para la cual un sistema natural o social es susceptible al daño sostenido del cambio climático. En ese sentido, la vulnerabilidad está en función de la capacidad de respuesta de un sistema a los cambios en el clima (el grado para el cual un sistema responde a un cambio climático dado, incluyendo los efectos benéficos y dañinos), la capacidad de adaptación (como el grado para el cual los ajustes en las prácticas, procesos o estructuras pueden moderar o contrarrestar el potencial de daño o tomar ventajas de las oportunidades creadas por un cambio climático dado), y el grado de exposición del sistema a los desastres climáticos (Perrings, C. 2003).
Bajo este esquema, un sistema altamente vulnerable podría ser muy sensible a cambios modestos en el clima, donde la vulnerabilidad incluye el potencial de los efectos dañinos sustanciales, y para los cuales la habilidad de adaptarse está severamente restringida. La Resilencia es la contraparte de la vulnerabilidad –en donde un sistema resilente de población no es sensible a la variabilidad y cambio del clima y tiene la capacidad de adaptarse (McCarthy, et al., 2001: p.89)(citado en Ramírez-Muñóz (2008:18)
Para efectos del estudio, el concepto de adaptación se tomó como el conjunto de medidas asociadas o dirigidas a promover un cambio, ajuste, innovación o adquisición de nuevas metodologías o conocimiento relacionada con las condiciones actuales que forman parte del individuo, de su modo  de vida, producción, asociación y organización (Conde, 2003ª). En cuanto a la vulnerabilidad, se ha convenido en considerarla como las circunstancias actuales que presentan los actores dentro de la zona de estudio que precisan  medidas enfocadas hacia el mejoramiento de aquellas que son desfavorables, en  las personas, entornos, sectores y formas de organización(. Estas definiciones no pretenden establecer una discusión teórica, pero se establecen para hacer operativa la búsqueda y selección de medidas susceptibles a ser utilizadas bajo esquemas de adaptación y vulnerabilidad.
La vulnerabilidad de acuerdo a Conde (2003ª:G7) se refiere  al grado al cual una unidad de exposición o sistema es susceptible de, o es incapaz de afrontar a los efectos adversos del cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los eventos extremos. El IPCC AR4 (2007c) afirma que la vulnerabilidad es una función  de la exposición del sistema, y depende también de la sensibilidad así como de la capacidad adaptativa del sistema según la fórmula: 
Vulnerabilidad = f (Exposición, Sensibilidad, Capacidad Adaptativa)
Un sistema es vulnerable si se presentan condiciones dentro del espacio en riesgo que rebasen los límites de tolerancia del sistema, como en el caso de eventos extremos, la magnitud de estos o si los niveles de tolerancia del sistema se hallan reducidos como consecuencia de factores adicionales que limiten dicha capacidad. En los estudios de impacto del cambio climático se utilizan conceptos que son usados indistintamente en los que produce la variabilidad climática o eventos extremos lo que caracteriza la vulnerabilidad actual del sistema, por lo tanto los estudios de vulnerabilidad actual o futura tienen dos componentes uno externo, (impacto potencial) y una interna del sistema (la capacidad adaptativa) (Yohe and Tol, 2002; Smit and Wandel, 2006; IPCC, 2007c, Chapters 17, 19) (citado en Binder, et al., 2010).
La vulnerabilidad del sistema al cambio o la variabilidad climática varía en el tiempo y es una propiedad intrínseca de ese sistema. Esta puede incrementarse si los factores internos (ambientales o socioeconómicos) impiden o dificultan la aplicación de medidas o estrategias tendientes a la adaptación. También se puede dar el caso que los impactos sean tan grandes que rebasen el límite de tolerancia del sistema, en tales casos se puede observar que el sistema se extingue, o “cambia de estado”, por ejemplo en el caso de la agricultura de temporal, si las condiciones de sequía se dieran por un largo período de tiempo, o permanentes, se podría pensar que esta actividad sería abandonada por otra (cambio de estado) o bien, que la región de estudio sea abandonada por los agricultores, (extinción). (Conde 2003:1-12).
(Watts y Bohle, 1993:117) afirman que la vulnerabilidad se ha estudiado en términos ecológicos, o en relación con la política económica o con las condiciones sociales, (clase, castas, generación o género) y/o, espacialmente (local, regional, nacional, internacionalmente) y hace notar que en algunos de esos casos el clima no es considerado como un factor importante para evaluar la vulnerabilidad.
Dentro de esta perspectiva, la vulnerabilidad la podemos entender como un proceso que se da en múltiples escalas y es dinámico. Para el caso de los sistemas humanos, se encuentra determinado por factores políticos, sociales y económicos Kasperson y Kasperson (2001). La evaluación de la vulnerabilidad permitirá integrar un sistema donde  la información que proveen los modelos del clima y las amenazas del cambio climático estén representadas  de tal manera que el  tomador de decisiones pueda acceder a información para desarrollar las capacidades de adaptación (Pérez, J. 1997).
La vulnerabilidad al cambio climático, en el nivel de unidades productivas, está determinado por uno o más factores socioeconómicos y no únicamente  por la variabilidad climática y el cambio continuo. En casos de estudio recientes (Turner et al., 2003; Walker et al., 2002; Adger et al., 2007; Matson et al., 2003)  las unidades productivas en estudio han demostrado que su prioridad viene siendo la gestión del riesgo enfrentado por los ajustes a  los recientes cambios en la política nacional y la liberalización del mercado, dejando a los riesgos climáticos  como una consideración secundaria.
Esto significa que sus estrategias de ajuste se dirigen hacía la relación con la mejora de su estabilidad actual y que estas estrategias no necesariamente se enfocan a paliar los posibles daños que causarían  los riesgos climáticos que enfrentan. En conjunto, las respuestas de los productores rurales a las nuevas oportunidades y obstáculos en la economía de forma indirecta puede exacerbar la sensibilidad ante fenómenos climáticos (Turner et al., 2003).  Independientemente del cambio climático, la región en la que estamos basando nuestro estudio también se encuentra bajo presión continua por la demanda de espacios urbanos y el cambio de uso de suelo. Aunado a esta circunstancia la aparición de plagas que afectan la producción en los árboles frutales ha sido fuente de incertidumbre y pérdidas económicas para los productores. A principios del año 2004 en los municipios de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta se detectó oficialmente a la plaga cochinilla rosada del Hibiscus Maconellicoccus Hirsutus (GREEN) y después detectada en la región de Las Varas del municipio de Compostela en abril de 2005. Esta plaga  causa grandes pérdidas en el cultivo de mango, guayaba, plantas de ornato, cultivo de teca, entre otros.
Otros retos que enfrentan los productores ante un futuro con escenarios adversos de variabilidad climática son exacerbados debido a la degradación ambiental y el cambio de uso del suelo. En nuestra revisión teórica no se encontró que un sistema particular de producción sea necesariamente más sensible a los impactos del cambio climático en comparación con otros, sino más bien, que aquellos sistemas que tienen acceso a recursos financieros y cuentan con economías de escala tienen mejores herramientas para adaptarse a los cambios y salen mejor librados. La producción familiar y los pequeños agricultores que se enfrentan a dificultades económicas ven disminuida la disponibilidad de estrategias tradicionales de gestión de riesgos como por ejemplo, el precio inalcanzable de la semilla mejorada capaz de soportar períodos de sequía o el no poder acceder al crédito por no poseer suficientes activos que garanticen el préstamo o las primas altas de los seguros contra desastres. Esto disminuye su capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias (Turner, et al., 2003).

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