PROPUESTA PARA EL PERFECCIONAMIENTO DEL DESEMPEÑO DE LA FUNCIÓN SOCIAL DEL TRABAJADOR SOCIAL DESDE EL ROL PROFESIONAL.

Yusniel Barreras Pérez

Proyecciones del trabajo social en Cuba.1

En el estudio desarrollado por Enrique Javier Gómez Cabeza con el propósito de definir las proyecciones del Programa de Trabajadores Sociales para el desarrollo de la profesión en el contexto de la sociedad cubana actual,2se aprecia con claridad las definiciones para este y el curso que deben seguir las acciones futuras para lograr este propósito. Por ello resulta pertinente tratar el tema en el presente trabajo.
La valoración crítica de la actividad profesional del Programa a lo largo de todos estos años, que permite acumular una importante experiencia analizada desde los referentes teóricos fundamentales del Trabajo Social, junto a la visión estratégica contenida en el pensamiento del compañero Fidel y las ideas rectoras para el desarrollo de la profesión del Trabajo Social, posibilitaron a la dirección del Programa de Trabajadores Sociales el planteamiento de nuevas proyecciones que persiguen el objetivo de proyectar el desarrollo de un ejercicio profesional, como elemento garante de la estabilidad social y el sentido ético de la acción de la Revolución, de carácter humano y de justicia social.
En consecuencia se hace necesario tener en cuenta:

Las condiciones actuales del país y los procesos de cambios constantes que ocurren en una realidad social compleja, heterogénea y dinámica, entran en franca contradicción con las políticas sociales sectoriales, homogéneas y verticales que constantemente son superadas por la realidad.
De ahí el aporte significativo que realiza el Trabajo Social al proyecto social revolucionario al posibilitar la presencia de un profesional que acciona en el espacio de encuentro entre las necesidades sociales, las políticas y los servicios sociales. Su objeto lo constituyen las regularidades que tienen lugar en el espacio de encuentro de las necesidades y demandas de la población y los servicios que en función de éstas otorgan las instituciones. Este espacio es de praxis (reflexión y acción).
El trabajador social debe aportar un análisis de los problemas sociales desde una mirada integral de las personas, tanto desde la individualidad como desde sus relaciones sociales, es decir, como un ser social en toda su dimensión y en su medio.
Desde esta perspectiva él orienta sus acciones en función de potenciar las políticas y los servicios para atender las situaciones problemas, promueve la participación social y el autodesarrollo de los sujetos sociales para enfrentar y superar de manera cooperada y emancipadora sus propios problemas. Educa, orienta, moviliza y concientiza, entre otros objetivos específicos, logrando que el conjunto de acciones que se organizan desde la intervención profesional, cobren significados que van más allá de la suma del efecto aislado de cada una de ellas.
De todo lo planteado se deriva la necesidad de legitimar la profesión del Trabajo Social en Cuba y que este cuente con el reconocimiento de las demás instituciones para interactuar desde la perspectiva social en los espacios de evaluación, modificación y proyección de las políticas sociales y los Programas y estrategias sectoriales.

Para lograr el perfeccionamiento del ejercicio profesional del Trabajo Social, resulta imprescindible reorientar la práctica a:

Como proyección del ejercicio del Trabajo Social, se asume como premisa, en la metodología del Trabajo Social, la concepción del proceso de desarrollo comunitario como autodesarrollo comunitario, conceptualmente asumido como “(…) el proceso de gestación de lo comunitario (…)”, tal como ha sido planteado por el Centro de Estudios Comunitarios de la Universidad Central de Las Villas. Desde cuya perspectiva, como se define por los investigadores de este centro, “(…) la participación y la cooperación constituyen variables esenciales.”3
“Lo comunitario”, constituye una cualidad del funcionamiento de los grupos humanos, que va más allá de su convivencia en un espacio físico determinado y el hecho de compartir una cultura y una historia común.
Gestar lo comunitario, significa para la acción social capacitar a las personas para que participen de manera activa en la reflexión crítica sobre su cotidianidad, la identificación de sus necesidades y situaciones problemas, para desentrañar las causas de sus malestares y promover la cooperación de los implicados en proyectos de transformación de la realidad, confiando en sus potencialidades y asumiendo conscientemente el rol de protagonistas de su propia historia.
Otro elemento indispensable es que el Programa precisa potenciar desde lo interno la reflexión crítica de su cotidianidad, las relaciones horizontales y la participación creativa de los trabajadores sociales, como profesionales, en la construcción del modelo propio del Trabajo Social que demanda la realidad social.
Constituye una necesidad desarrollar el método de “lo comunitario”, como cultura organizacional del Trabajo Social.
Se requiere de espacios de sistematización de experiencias que contribuyan a una cultura más participativa dentro del Programa, a la vez que estimulen la investigación y la actitud científica como estilo de trabajo del profesional del Trabajo Social.

Se impone la necesidad de una práctica profesional científica del Trabajo Social, que supere el asistencialismo y el empirismo, con un enfoque integral, centrado en lo social para el abordaje de la realidad y de las situaciones sociales que son influenciadas por múltiples mediaciones, y se utilice para ello el arsenal propio de herramientas teóricas y metodológicas existentes y en construcción permanente, que resultan imprescindibles para la comprensión de la realidad y la transformación social.
La definición del tipo de relación que se establece entre el trabajador social y las personas o grupos con que interactúan en su ejercicio profesional, están determinadas por el paradigma de Trabajo Social, con un fuerte compromiso con la emancipación humana, por lo tanto una práctica liberadora que debe apostar a la construcción de una relación sujeto-sujeto entre el profesional y los individuos o grupos que interactúan en un contexto, es decir, la implicación de los sujetos individuales o colectivos con disposición para cooperar en procesos de autodesarrollo para la transformación social, que represente la satisfacción de sus necesidades y por consiguiente la elevación de la calidad de vida, a partir de promover la conciencia crítica de su realidad y el conocimiento de que en el sujeto existen potencialidades que serán la base de la trasformación, o sea, ver a éste como protagonista de su historia.

La posición del profesional del Trabajo Social en el espacio de encuentro entre las necesidades sociales, las políticas y los servicios sociales, así como su actuar a nivel microsocial, mediando en complejas y dinámicas relaciones sociales, le permiten identificar las carencias y problemas sociales no resueltos, como consecuencia del diseño desde lo macrosocial de las políticas sociales a cierta distancia de la realidad cotidiana, con enfoques sectoriales y rígidos, a lo que se suma la subjetividad que media su implementación.
El enfoque integral del Trabajo Social, que aporta una visión de la realidad como un todo y de los problemas sociales que en ella se presentan, le permite actuar en función de la articulación de las políticas sociales y de los programas y estrategias ramales, para poder dar respuesta efectiva a problemas y necesidades que sobrepasan el enfoque sectorial.
Corresponde al trabajador social, a partir del conocimiento de la realidad heterogénea y dinámica, aportar una visión con un enfoque integral, que permita la articulación de las políticas y de los programas sobrepasando el enfoque sectorial, así como evaluar la efectividad de estas políticas sociales y trabajar de conjunto con otras instituciones, en el ajuste que se demande para prevenir los problemas sociales o minimizar sus consecuencias, en función del bienestar social, la calidad de vida y la cohesión social.

La necesidad de superar el alto grado de verticalismo y el centralismo que ha caracterizado la organización estructural del Programa, así como los Frentes de Trabajo que reproducen el sectorialismo, son exigencias para el desarrollo del Trabajo Social, puesto que los mismos dan una visión parcelada de la realidad y limitan el análisis integral y el enfoque sistémico requerido para poder desarrollar una acción social que promueva la transformación.
Se define la estructura base del Programa, como el grupo de trabajadores sociales organizados en la demarcación de cada Consejo Popular, espacio principal de actuación del trabajador social como ámbito de desarrollo de las relaciones vecinales y comunitarias, así como en las escuelas de los diferentes niveles de enseñanza, otros servicios educacionales y los establecimientos penitenciarios.
El proceso de rediseño que demanda el Programa de Trabajadores Sociales, significa cambios en su estructura, funciones y en su objeto, en correspondencia con las ideas que les dieron origen, los conocimientos desarrollados y la experiencia práctica adquirida. También exige definiciones en cuanto a sus relaciones institucionales, que posibiliten el perfeccionamiento del Trabajo Social y la legitimización de su ejercicio.

Para cumplir con este propósito se establece un sistema de formación situada, como hoy son denominadas las tecnologías educativas en las que se plantea desarrollar los procesos de instrucción en los propios puestos de trabajo, que permitirían el desarrollo de una estrategia de capacitación propia, ajustada a cada contexto, donde se socialicen las mejores experiencias prácticas del Trabajo Social.
Se impone también perfeccionar la formación de los nuevos trabajadores sociales, para lo que se propone pasar de la modalidad de cursos emergentes a la carrera universitaria en Trabajo Social, que garantizaría una calificación superior, mayor estabilidad en el ejercicio de la profesión, así como una formación homogénea.
Otra vía que debe ser potenciada es la formación de postgrado en Trabajo Social, para los trabajadores sociales graduados de nivel superior en otras especialidades. Pero se requiere de un sistema integrado de formación de grado, de postgrado y de capacitación de recursos humanos y no como instancias separadas4. Todo ello contribuirá al desarrollo de una labor investigativa desde el Trabajo Social, que permitirá emprender la construcción de un modelo propio.
La formación de trabajadores sociales en el país, como proceso de humanización, debe estar caracterizada por el esfuerzo colectivo de garantizar la preservación del proyecto social cubano.

Para adentrarnos en el tema es necesario partir de la concepción de que la dialéctica es tanto un modo de pensar, como una imagen del mundo. Por un lado es un modo de pensar que subraya la importancia de los procesos, las relaciones, las dinámicas, los conflictos y las contradicciones, una forma de reflexionar sobre el mundo más dinámica que estática. Por otro lado, es una visión según la cual el mundo no se compone de las estructuras estáticas, sino de proceso, relaciones, dinámicas, conflictos y contradicciones.5
Por tanto desde la dialéctica, la sociedad se articula para que funcione como un todo integrado de forma orgánica. Para que esto ocurra, cada uno de los elementos que la integran debe cumplir una función social determinada. La función social está relacionada con lo que la sociedad necesita, requiere para su funcionamiento y, el rol no es más que la expectativa socialmente establecida para una determinada función.
Según el Diccionario Enciclopédico Grijalvo, rol es el papel que un actor representa, cometido o función que uno desempeña. Específicamente se considera rol del trabajador social comunitario como el conjunto de derechos y obligaciones que devienen de normas y expectativas aplicadas a esa posición particular de la estructura social.
Función se define como capacidad de acción o acción propia de los cargos y oficios. Entendido en trabajo social como aquellas características observables que favorecen el trabajo armónico entre el trabajo social y sus destinatarios: la comunidad6.
De acuerdo con el Dr. Ramón Rivero Pino, se conoce que el encargo social que sostiene el rol del profesional del trabajo social comunitario tiene diversas fuentes, de ellas, quiero resaltar dos: De una parte, los intereses de la clase dominante. La aceptación desde el poder de este profesional, la delegación a él del poder técnico para ejercerlo, está condicionado en la medida en que éste responda a ese interés. De otra parte, los intereses de las masas populares, quienes reconocerán o no la labor de este profesional, a partir de la contribución que pueda hacer a la satisfacción de sus necesidades cotidianas. De forma que, la actividad del profesional del trabajo comunitario, está atravesada por decisiones de carácter ideológico que confrontan demandas de la clase que sostiene el poder con las necesidades reales de las comunidades. Por tanto, también está presente el reto de trabajar para el desarrollo de la conciencia crítica acerca del contenido asignado al rol del profesional del trabajo social comunitario y la función básica que éste debe cumplir, lo que supone asumir, coherente, auténtica y partidistamente la contradicción rol versus función en el ejercicio profesional del trabajo comunitario.7
¿Dónde está la cuestión? El profesional de trabajo social se rige por un grupo de funciones estructuradas por el programa al cual pertenece, estas funciones no son más que la modelación del rol que él debe jugar en su ámbito de actuación. Entonces, ¿Qué es lo que requiere la sociedad? Pues la solución de los problemas que permiten satisfacer sus necesidades. De ahí que, el rol del trabajador social no debe estar dirigido a decirle a la población que es lo que deben hacer, sino a contribuir a que desarrollen sus capacidades para que puedan realizar proyectos de transformación propios, que se conviertan en sujetos del cambio. Al mismo tiempo debe responder al proyecto social cubano, el cual sirve de ideología a la clase dominante.8 En otras palabras, no es darles el pescado, sino darles la vara y enseñarlos a pescar para que puedan desarrollar su vida.
Entonces, para que esto constituya un hecho, el trabajador social debe transformar el modo de desempeñar su función social a partir del rol establecido por su organización, de manera tal que le permita darle cumplimiento exitoso a su encargo social.
De acuerdo con Ezequiel Ander- Egg, en lo referente a la demanda social: cada época histórica genera nuevas necesidades que se transforman en demandas potenciales específicas. Se trata de las demandas potenciales derivadas de los cambios que se producen en la sociedad como, por ejemplo, las demandas producidas como consecuencia del envejecimiento de la población. Si la profesión no está presente en ese segmento del mercado o no se prepara para ella, otras ocuparán su lugar.9
Sin lugar a dudas se puede entender que de la misma manera en que esto ocurre, la función social del profesional de trabajo social también debe ajustarse a cada época histórica en el contexto donde realiza su práctica profesional para que pueda lograrse la transformación de las problemáticas sociales en ese ámbito de actuación. Pero esto debe hacerse a partir del rol existente en cada contexto, para que pueda responder a las necesidades y contradicciones existentes, contribuyendo de este modo a la emancipación y dignificación de los individuos.

1 Las proyecciones del Trabajo social en Cuba han sido tomadas de “Evaluación de Eficacia de la Implementación de las Proyecciones sobre Trabajo Social en el Programa de Trabajadores Sociales en Villa Clara”. 2010. Cuba: Universidad Central ”Marta Abreu” de Las Villas, p 37.

2 Ver: Gómez Cabeza E. J. “Proyecciones del Programa de Trabajadores Sociales”. Tesis de Maestría. 2009. Cuba: Universidad Central ”Marta Abreu” de Las Villas.

3 Ver: Rivero. P. R. (Comp.). El Autodesarrollo Comunitario. Críticas a las mediaciones sociales recurrentes para la emancipación humana. 2004, Ed. Feijóo. p. 26.

4 Kisnerman N. Pensar el Trabajo Social. Argentina; Ed. Lumen Humanitas. 1998, p. 221.

5 Ver: George Ritzer, Teoría Sociológica Clásica, Ed. Félix Varela, 2007. Ciudad de La Habana, Cuba. p. 20.

6 Ver: Lourdes Urrutia Barroso (Comp.) Selección de lecturas sobre Sociología y Trabajo Social Aplicado.2003 ed Félix Varela, La Habana, p 39.

7 Ver: Ramón Rivero, Intervención profesional en trabajo social Comunitario, 2008. Santa Clara, Cuba, p 59.

8 Ver: Joaquín alonso Freyre, Liderazgo y Gobernabilidad. Sujeción y Emancipación Humana, CEC, UCLV.

9 Ver: Ezequiel Ander-Egg, La práctica del trabajo social, imprenta Alejo Carpentier, 2009, Cuba.

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