PROPUESTA PARA EL PERFECCIONAMIENTO DEL DESEMPEÑO DE LA FUNCIÓN SOCIAL DEL TRABAJADOR SOCIAL DESDE EL ROL PROFESIONAL.

Yusniel Barreras Pérez

Capítulo II. La intervención en el contexto actual de los profesionales del trabajo social. La propuesta para el perfeccionamiento del desempeño de la función social del trabajador social.

Concepción metodológica.1

Para producir una transformación en la función social del trabajador social desde el rol existente, se impone el empleo de la metodología del autodesarrollo comunitario, teniendo en cuenta que constituye una herramienta viable y eficaz para la intervención profesional en trabajo social, permitiendo la recolección de información para la elaboración de un acertado diagnóstico. Para este fin, ofrece categorías analíticas que posibilitan la reflexión profunda de las problemáticas existentes en un contexto dado.
El desarrollo de la conciencia crítica permite conocer y trabajar las contradicciones existentes en la realidad, que producen malestares en el transcurso de la vida cotidiana. Por ello se hace necesario que el grupo de trabajadores sociales sea capaz de expresar esos malestares y contradicciones que obstaculizan y dificultan el buen desempeño de su práctica profesional, imposibilitando la transformación de la realidad social concreta.
La participación constituye una acción humana, necesaria y encaminada a fines concretos, influyente, multidimensional, que expresa una relación social democrática y permite aprendizajes de actitudes y de vínculos. En ella se hace necesaria la construcción del saber popular a partir de las posiciones y conocimientos acumulados de los profesionales y las comunidades objeto de intervención. Es significativa la importancia del suministro de información, la reflexión colectiva y la decisión. Por lo que, una vez desarrollada la conciencia critica en el grupo de trabajadores sociales, comienza la construcción de nuevas ideas o referentes a partir de la conjugación del conocimiento de la actividad práctica y de los referentes teóricos y metodológicos existentes en ese espacio de relaciones simétricas, empleando técnicas de intervención grupal y de la investigación-acción como vehículos que propicien la interacción e integración de sus miembros, en pos de reflexionar sobre la realidad concreta y así poder direccionarla, organizarla y orientarla en función de las decisiones que de dicha reflexión se deriven. Es decir, conquistar los medios y espacios para la transformación de problemas concretos, como fin o meta propuesta.
Más que un aporte para alcanzar los fines propuestos, la cooperación implica entrega y colaboración en el desarrollo de las actividades. Por lo que los trabajadores sociales deben coordinar sus acciones en los niveles correspondientes y en la medida de sus posibilidades, en función de alcanzar los objetivos y metas propuestos, propiciando la integración entre ambos una vez determinada la decisión.
El proyecto es el hecho que marca la consolidación y cohesión de las comunidades. Constituye la máxima expresión de la dignificación y emancipación humana, pues para alcanzarlo ha de haberse logrado lo comunitario como cualidad del desarrollo humano en su amplia dimensión. Por tanto, la atención del grupo de trabajadores sociales debe centrarse en alcanzar este propósito teniendo en cuenta que no es tarea fácil. El cumplimiento de muchas metas no solo depende de ellos. Esto no significa que por difícil, sea inalcanzable. Se necesita lograr una articulación sistemática y coherente entre necesidades y recursos, entre el grupo de base y los niveles estructurales superiores, entre actividad práctica y teoría para que puedan responder a las necesidades existentes en la realidad concreta. No se puede hablar en idiomas diferentes, porque los fines del proyecto propuesto, deben contribuir a cumplimentar el proyecto social de la Revolución Cubana, como proyecto de emancipación y dignificación humano. Se necesita además conocer el movimiento de la profesión no solo a escala local y nacional, sino también a escala global, pues sirve de brújula para conocer hacia donde se mueve la lógica de la profesión, aun cuando constituya una disciplina en construcción y aunque su práctica responda a las necesidades de pueblos diferentes. Para esto el interés y el mayor esfuerzo tiene que partir de los integrantes del grupo. Pues son precisamente los principales interesados y los necesitados de la transformación.
La aplicación de la metodología del autodesarrollo comunitario se concibe desde las cinco etapas en que esta se realiza: intercambio inicial con el sujeto demandante, en la que se conocen la percepción que poseen los sujetos demandantes de la acción profesional respecto al fenómeno, es decir como ven e interpretan el problema, se priorizan los que requieren de atención inmediatas, así como la formulación hipotética de contradicciones subyacentes a la problemática planteada por el sujeto demandante, así como acordar el plan inicial de la acción profesional.
La formulación del prediagnóstico constituye la segunda etapa. En ella se captan los datos empíricos relacionados con la problemática del demandante y se confrontan con la demanda formulada para de esta forma contar con elementos que permitan organizar y planificar los pasos o etapas posteriores de la intervención. Aquí se hace necesario el empleo de técnicas de obtención de datos para apropiarse de toda la información necesaria. Ello, unido a los referentes teóricos de partida, son precisamente los que permite al profesional construir los indicadores teóricos con los que -según su apreciación- se organizará la propuesta metodológica de intervención. A partir de los mismos se elabora entonces la matriz para el diagnóstico participativo.
La matriz no es más que el esquema que sintetiza a partir de cierta organización la información con que cuenta hasta ese momento el profesional para continuar llevando adelante el proceso de intervención. Sus elementos constituyentes son:
 Problemas: situaciones negativas que afectan directamente al demandante.
Prioridades: el criterio para definirlas es analizar cada problema en relación con los efectos e impactos futuros.
Factores condicionantes: es la caracterización e identificación de elementos claves asociados al origen de los problemas.
Posibles acciones: actividades concretas que contribuyan a las soluciones, las mismas pueden ser: acciones inmediatas (asistencia técnica, gestión política, convenios de trabajo comunitario, campañas con población, etc.), ideas de proyectos (estudios), decisión política, acuerdos interinstitucionales, otros.
Recursos: medios que pueden ayudar a mejorar o solucionar la problemática planteada.
Aportes del municipio y la comunidad: identificación de los aportes que la organización comunitaria y las instituciones municipales pueden realizar.
Responsables: definir el encargado de la coordinación de las acciones.
Período de ejecución: fecha de inicio y terminación de las actividades.
La tercera etapa es el proceso en sí de diagnóstico y búsqueda de soluciones. Como su nombre lo indica, los objetivos fundamentales de la misma son realizar el diagnóstico de la problemática a resolver por parte del demandante y facilitar el proceso corrector. Ello ocurre al unísono a través de diferentes vías, pero especialmente, a través de los espacios grupales de reflexión. Si desde otros referentes metodológicos, los programas de intervención se organizan, emergen, como resultado de la confrontación que hace el profesional de los datos empíricos obtenidos y los referentes teóricos de partida, lo que da luz sobre las áreas que necesitan ser objeto de intervención, desde esta metodología, la elaboración de los indicadores teóricos para la intervención es acompañada por la construcción de indicadores diagnósticos de población, o sea, por la definición de aquellas características del modo de vida de la población, relacionadas con el problema demandado, sobre las cuales ésta no reflexiona y por tanto no se hace cuestionamientos, lo que se logra a través de técnicas y procedimientos descritos anteriormente.
Esta particularidad otorga al proceso de diagnóstico y búsqueda de soluciones un gran realismo y fuerza transformadora, pues las situaciones objeto de análisis y reflexión en los espacios correctores, están relacionadas directamente con las causas fundamentales de los malestares que el demandante sufre y sobre las que no tiene conciencia crítica.
El empleo del grupo reflexivo permite a los participantes desarrollar una conciencia crítica, al producir un clima de profundo debate, análisis de experiencias y búsqueda de alternativas. Esto, unido al uso de otros métodos como la observación, encuestas, etc., ofrece al grupo la posibilidad de orientar el rumbo que deben tomar sus acciones y, en este sentido, trazar las metas encaminadas a solucionar las dificultades que generan malestares.
La evaluación, integra la cuarta etapa del procedimiento. En ella se contrasta sistemáticamente lo que va ocurriendo a partir del punto de partida y los objetivos. Como hecho educativo, la evaluación posibilita a todos los participantes en este proceso, apropiarse en forma colectiva de sus resultados. Además, puede tener carácter cuantitativo o cualitativo.
Por tanto podemos referirnos a dos evaluaciones específicas. La ``evaluación de impacto,´´ que está dirigida al impacto transformador de la realidad objeto de intervención y la ``evaluación de eficacia,´´ esta última se dirige a evaluar el cumplimiento de los objetivos propuestos en los programas e intervención.
La evaluación de eficacia es un tipo de evaluación del proceso de intervención comunitaria. Ella es de gran importancia si tenemos en cuenta que es en ese proceso donde se constituyen las alternativas de cambio, donde se va gestando a partir de los proyectos que cada grupo elabora, la propia comunidad. Cada uno de los elementos de la concepción puesta en práctica es necesario someter a exámenes, los referentes teóricos y los metodológicos. Debemos comprobar que tanto uno como otros, posibilitan que los participantes apropiándose de nuevos conocimientos y experiencias puedan construir sus proyectos y encontrar así las respuestas necesarias.
La evaluación de impacto, como el nombre lo indica debe realizarse pasado un tiempo de culminada la experiencia de intervención comunitaria. Su objetivo fundamental es comprobar los grados y modos de efectividad que tuvieron los espacios correctores abiertos, su incidencia en el cambio real del orden de cosas existente y la forma en que transcurrió la multiplicación de la experiencia al interior del entramado comunitario, a partir de sus fuerzas endógenas. Es un medio de comprobar el efecto transformador de la estrategia empleada.
Es por ello que la evaluación constituye una necesidad, sobre todo para adecuar y avanzar en la práctica de experiencias, para comprobar la correspondencia entre los programas educativos y las necesidades de los demandantes, para comprobar el nivel de asimilación de los contenidos por los participantes, para recoger el sentir de los participantes, para ir adecuando los temas a las necesidades de los participantes, para mejorar los métodos y técnicas de evaluación.
En este sentido la evaluación tiene que ser tanto individual como colectiva, permitiendo tanto la crítica como la autocrítica, debe ser participativa, permanente, sencilla, debe aportar pistas para el trabajo futuro, tomar en cuenta que no es un hecho neutro sino que está en función del principio del autodesarrollo y emancipación humana , su objetividad la otorga el referencial teórico de partida, debe partir de un adecuado criterio de selección y formulación de indicadores así como de los instrumentos para su medición (indicadores de autodesarrollo), evaluar precisa de un registro, tener en cuenta el balance entre los resultados de autodesarrollo como práctica y el desarrollo de la ciencia.
El cierre del proceso de intervención en trabajo social lo constituye su quinta etapa, la sistematización. Esta representa una mirada crítica sobre las experiencias y procesos vinculados a la acción profesional de intervención. Es un nivel de reflexión superior a la evaluación aunque se apoya en ésta, es de más largo plazo que la evaluación. La sistematización no es solo la recopilación de datos, sino una primera teorización sobre las experiencias, en las que se les cuestiona, se les ubica, se las relaciona entre sí permitiendo un análisis más profundo en términos de continuidad.
La sistematización se lleva a cabo para someter a prueba en el tiempo y perfeccionar tanto el tipo de metodología como los referentes teóricos con que trabajamos, para buscar la eficacia del trabajo.
Se puede sistematizar el diseño y ejecución de los programas de intervención, la eficacia y utilización de las técnicas, el papel de la coordinación, los resultados prácticos obtenidos con la aplicación de las metodologías, el proceso vivido por los grupos de coordinadores y demandantes, la experiencia de otros compañeros, las fallas, avances y limitaciones.
La sistematización puede realizarse en talleres por medio de grupos de control, a través de la revisión de evaluaciones parciales, mediante las memorias de cada actividad.


1 La Concepción metodológica ha tomado de Colectivo de autores, El Autodesarrollo Comunitario Critica a las Mediaciones Recurrentes, Ed. Feijoo, 2004, Santa Clara. Cuba.

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