ARTE Y CULTURA DIGITAL: PLANTEAMIENTOS PARA UNA NUEVA ERA

José Luis Crespo Fajardo

Almodóvar y la pintura

El realizador Pedro Almodóvar aporta en su corpus filmográfico su particular ideario, así como su percepción y concepción del mundo que le rodea.  Notario de su tiempo, y gracias también a ese tiempo, de la sociedad emergente en España, desde la llegada de la democracia. Una filmografía, rica y variada, que arranca en el inicio de la democracia y que supone además la consolidación de una forma narrativa concreta y determinada, que ha generado hasta copias, en ocasiones de mala calidad. Almodóvar configura un universo con unas singularidades, fáciles de reconocer, y  cuenta con unos personajes concretos, que representan fielmente su universo,   a lo largo de toda su filmografía.  Es decir, hay una serie de atributos que permiten detectar con facilidad el producto almodovariano.  Estas particularidades suponen un lenguaje particular, que el público reconoce y que por tanto se han convertido en un código, que lleva a críticos y espectadores en general a detectar “ese producto” dentro de otras producciones cinematográficas.  Junto a ello Almodóvar cuenta con una estética particular, que surgirá en toda su filmografía y que no es más que reflejo de lo que realmente quiere aportar Almodóvar. Esa estética plantea un ideario, un universo pictórico particular y definitorio de las relaciones del realizador con la pintura.

Almodóvar cuenta con el arte pictórico y con los creadores del mismo, desde los inicios de su filmografía. En ocasiones la pintura será un complemento artístico  y en otras se verá implicada en la dramaturgia interna de la narración almodovariana.

Pedro Almodóvar desarrolla el arte pictórico en sus creaciones cinematográficas por diversos modos, en concreto cuatro formas de implicar el arte pictórico en su universo. Pero esa involucración sirve de refuerzo para la dramaturgia original, que arranca del guión, de la base primigenia de la película. Así los cuadros de Warhol en Los abrazos rotos (2009) simbolizan la opresión a que se ve sometido el personaje de Lena (Penélope Cruz).

            En ¡Átame!  los colores servirán para marcar la intensidad de la atracción que hay entre Marina Osorio (Victoria Abril) y Ricky (Antonio Banderas), la presencia de una imagen pixelada en Los abrazos rotos (2009), que acaricia. Henry Caine (Lluis Homar), muestra lo desestructurada y deshilvanada que es la vida de este personaje tras la  muerte de Lena (Penélope Cruz).

Es decir Almodóvar se sirve de la pintura en un principio para enriquecer sus decorados o la imagen previa de su película, cartelería y títulos de crédito, pero poco a poco el arte pictórico se entrelazará con sus personajes y con su mundo formando parte también de la estructura dramática, del corpus almodovariano,  en una fusión, que ha supuesto un enriquecimiento notable para la filmografía del realizador manchego.

Por ello la filmografía almodovariana supone una conceptualización de la pintura, del arte pictórico, en un soporte audiovisual, pero con muchos de los elementos de la pintura primigenia. A fin de cuentas el realizador manchego compone los planos, como si de cuadros “a la manera clásica” se tratara, ya que planifica la disposición de la figuras, los escorzos y puntos de fuga, como lo haría una pintor, y además utilizará el color, con fines narrativos, al igual que han realizados los abstractos como   Rothko o Mondrian.

Esto da cuenta de cómo muchas de sus obras han traspasado barreras idiomáticas y culturales, para convertirse en símbolos, en iconos, dado que ha creado un mundo donde el discurso se enriquecía notablemente con todos los elementos posibles, no solo el lenguaje oras o gestual, sino que ha contado con otros como la pintura, lo que le ha dotado de esa universalidad, que ha hecho de Pedro Almodóvar uno de los realizadores más destacados y canónicos del discurso de la posmodernidad.

La  presencia del arte pictórico en Pedro Almodóvar  se plantea de cuatro formas que se agrupan en dos vertientes:

  1. Incorpora cuadros (pinturas ya conocidas, en los espacios donde se desarrollan sus películas) y plantea la  creación de  nuevos cuadros para sus títulos de créditos o carteles.
  2. Crea  nueva pintura, por un lado la  recreación de cuadros conocidos, o por la conceptualización de lo que se conoce como tableaux vivants y por otra origina nuevas pinturas influidas por pintores (abstracción; realismo) por medio de la técnica o la sintaxis fílmica.

Además como ya hemos indicado presenta figuras escultóricas, ya sea como creación artística o por la disposición de los personajes, como la figura de La piedad, que conforman los dos  protagonistas masculinos de La ley del deseo.

Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón (1980), obra primigenia y donde ya aflora el ideario, el mundo interno almodovariano, está rodada en casa de una pareja de pintores, Enrique Naya y Juan Carrero, conocidos como “Costus”,  adalides de lo que fue la movida y que incorporaron a su forma de hacer todas las reminiscencias del pop-art, vertido a la española. Así aparecen colgados de las paredes de su casa-estudio los retratos de artistas como Lola Flores, Bibiana Fernández, Tino Casal, los emperadores de Persia o Fabiola de Bélgica.

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