NUEVAS PERSPECTIVAS EN LA RELACIÓN ECOLOGÍA Y EDUCACIÓN

Jorge Alirio Peñaloza Páez

EL HOMBRE Y SU AMBIENTE SOCIAL

LA SOCIEDAD Y LOS ECOSISTEMAS HUMANOS.

La evidencia muestra que la vida social existe, en algún grado, en todos los seres vivos y que ella se hace más necesaria mientras más dependencia se establece entre el individuo y el grupo. De las sociedades animales basadas enteramente en la herencia genética, llegamos, a través de muchas formas intermedias, a la sociedad humana basad en la cultura y en la transmisión social de la experiencia del grupo a los demás. El hombre acumula conocimientos, experiencias, cultura y los transmite socialmente. El hombre adquiere la cultura humana por aprendizaje. Aún cuando el aprendizaje no es privativo del hombre, su elevado nivel se la diferencia mayor entre las sociedades animales y las humanas. Por lo tanto, la sociedad de tipo humano depende, en su génesis y estructuración de varios factores: del equipamiento biológico mental del hombre (genético); del ambiente; de la cultura y los grupos sociales. El ambiente natural influye cada vez menos sobre el hombre a medida que la cultura es más compleja.
La vida social comienza aparecer en el grupo humano cuando los individuos y los grupos (familias, clanes, tribus, entre otros), se dan cuenta de las influencias que se ejercen entre los que viven agrupados y toman conciencia de la existencia de intereses comunes. Entonces se establece una interrelación entre cultura y sociedad, en tal forma que la vida social actúa como motor de la cultura a través del intercambio de ideas y experiencias. Precisamente, la característica de la sociedad humana es el sistema de relaciones que establece, con cierta regularidad pero también con cierta diversificación, una conducta adaptativa de los individuos al grupo organizado.

El sistema sociocultural humano forma parte del ambiente de vida nuestro e influye mucho sobre el. El hecho de que la sociedad humana este basada en la cultura introduce un factor nuevo en nuestro ambiente: este constituye un verdadero ecosistema social de relaciones que le exigen al hombre una conducta adaptativa de tipo social. El problema surge porque no siempre hay concordancia entre el sistema social y el sistema biológico nuestro. De aquí provienen todos los conflictos, la mayoría ecológicos entre la sociedad y la biología humana. Según el nivel de desarrollo técnico de los grupos humanos y según la importancia de su intervención en la Naturaleza, el ambiente es más o menos obra del hombre o de la propia Naturaleza. Cuando los factores naturales originales predominan, nos encontramos frente a una ecología primaria: cuando el ambiente aparece modificado o transformado por el hombre, este y su técnica toman un papel decisivo en el futuro del ecosistema humano, lo cual no significa que la leyes físicas y biológicas naturales no continúen actuando.
El aumento de la población humana en la tierra ha sido posible precisamente, por la modificación y transformación intensiva del ambiente natural, el que ha cambiado hacia un ecosistema humano. Las ciudades, aparentemente independientes en su complejidad técnica, son, en realidad, estrechamente dependientes de un sistema agrícola rural, que es también artificialmente mantenido en sus equilibrios por el hombre, al costo de una inestabilidad muy grande. Sobre grandes extensiones de tierra el hombre mantiene muy ocas especies animales y vegetales vivas, suprimiendo las comunidades naturales que disminuyen la productividad neta debido a la actividad respiratoria de los descomponedores”.
Rápidamente los ecosistemas naturales van siendo reemplazados por ecosistemas productivos rurales y por ecosistemas urbanos. Los ecosistemas urbanos y el sedentarismo de los grupos humanos se comenzaron a desarrollar hace unos 10000 a 8000 años, con el descubrimiento de la agricultura en el periodo neolítico. Hoy complejas ciudades, constituyen ecosistemas abiertos controlados por el hombre: la ciudad recibe del ecosistema rural agrícola los alimentos, la energía, las materias primas, el agua, entre otras; concentra todos estos, los transforma, los almacena, y los distribuye entre los habitantes. Por otro lado, la ciudad elimina productos de su actividad, aguas contaminadas, aire con materias extrañas a su composición natural, desechos de la actividad industrial y comercial, entre otras, muchos de los cuales van a producir su efecto nocivo en la misma ciudad o en lugares lejanos.
El desarrollo de las sociedades humanas, fundadas en las relaciones culturales, crea un nuevo ambiente dice Ruffié: “el ambiente humano y social que dará al hombre mayor libertad frente al ambiente total pero que, al mismo tiempo, impondrá nuevas tensiones de naturaleza psicosocial. El conjunto de la cultura y los comportamientos sociales crean nuevas fuerzas de presión selectiva”. Si el hombre crea y desarrolla la sociedad humana, a su vez, la sociedad no cesa de crear y desarrollar las capacidades del hombre. En realidad, “a pesar de su inteligencia individual, el hombre no habría llegado a ser lo que es si sus capacidades potenciales no hubieran sido multiplicadas por la vida en sociedad”. El ambiente social es indispensable al desarrollo de la personalidad humana; aisladamente no podría haberse desarrollado tal como lo ha hecho. De aquí la importancia enorme del ambiente ecológico social en nuestra vida y en nuestra salud.

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