NATURALEZA DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA. RECUENTO DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA EN MÉXICO Y EL MUNDO.

Rodrigo Hernández Gamboa

Capítulo IV.
La planeación en Latinoamérica y en los países subdesarrollados.

En este capítulo se explica la trascendencia de la planeación en los países subdesarrollados con una especificación en los actuales modelos de planificación Latinoamérica. También se retomaran las vías de planificación de los países subdesarrollados que más seriedad le integraron a esta herramienta en los años en que esta fue la predominante.  

4.1.- Antecedentes; América Latina

La región que nos interesa en sobremanera por su experiencia en la planeación económica y por sus semejanzas endémicas con México, es América Latina, ya que la práctica de esta tendencia planificadora, no es proclive a años posteriores, ni tampoco se centra en una modelo económico constante que efectué la planeación, sino que termina por ser un mosaico en el que se expresan desde una planeación socialista cubana, hasta un planeación neoliberal mexicana, y que aun ahora es sinónimo, la planeación, de una organización económica más o menos estructurada dependiendo el caso. Sin embargo, en este capítulo sólo nos detendremos a presentar la experiencia de ciertos países muy característicos de la herramienta planificadora y que presentan actualmente una marcada pauta hacia esta forma de política económica.

Por lo pronto habrá que hacer algunas similitudes entre tantas tendencias políticas-ideológicas diferentes para agruparlas de manera que se correspondan los casos. Primeramente, se volvió frecuente que en Latinoamérica la planeación fuera sólo una elaboración de las oficinas técnicas encargadas de la misma, sin tener en todos los casos la aprobación parlamentaria, ni una aprobación por decreto del poder ejecutivo, con ello tampoco fue frecuente que se publicaran en el boletín oficial del Estado. Esto propició que el plan quedara en una buena parte de los casos, reducido a un simple libro técnico, sólo llamando la atención a los especialistas. Esta deficiencia se originó por la ausencia de una normatividad que en la mayoría de los casos provocó en el plan una falta de sustento adecuado como para poder considerarlo siquiera un plan indicativo o imperativo. Ni siquiera en el caso de ser un plan indicativo se le pudo considerar como tal, pues la falta de una aprobación normativa, quitó a las recomendaciones del plan el carácter que pudo propiciar una influencia en los factores de producción. Hay que sumar a esta falta de sustento jurídico en los márgenes latinoamericanos, una nula participación social y más aún de la administración pública. La planeación terminó por ser una herramienta económica de carácter unilateral y paternalistas, que constituyó el rasgo distintivo de la planeación latinoamericana (A. Gordillo, 1973: 98-99). En algunos países se intentó que los planes indicativos tuvieran más vigor, transformándolos en leyes de la República, sin ser esto un atenuante eficaz para solucionar los problemas sustanciales (Luis Lira, 2006: 10)

A excepción de Cuba, en los demás países latinoamericano las reglas del mercado y el papel de la burguesía empresarial cumplieron y cumplen, con un rol decisivo en la vida económica de las naciones, incluso cuando el Estado pudo tener una amplia influencia en la conducta de los agentes económicos. Dentro de las décadas en la que la planeación se aplicó como el eje rector de la economía y el responsable directo del desarrollo, se formaría una tendencia clara hacia una mayor participación estatal en las economías. Esta tendencia que con frecuencia nos previene sobre el carácter mixto de la economía, era manifestada tanto en la producción de bienes y servicios, como en el poder de la regulación del Estado sobre la actividad económica. Y es que fue en la planeación donde se pudo inferir el contexto de la vida económica y social de los países latinoamericanos, con su marcada búsqueda de distribución de la riqueza y con su más grande propósito de desarrollo económico acelerado. Esto, durante las décadas en las que el paradigma planificador fue el dominante en el contexto del Estado Benefactor. Pero en la actualidad, se discute su eficacia y se aplica en diferentes contextos que nos remontan a hacer un análisis, sí bien un tanto rezagado por los antecedentes en la última mitad del siglo pasado, si con intentos focalizados en la época contemporánea, como para hacer de este apartado una complementación con el análisis nacional.  

El proceso de planeación en América Latina pasó por la incapacidad económica para importar bines duraderos, suscitando soluciones que conducían casi en todos los casos a la sustitución de importaciones de insumos industriales. Fue así que el proceso planificador pretendió incorporar metas específicas atendiendo a las actividades de producción y a los requerimientos y condicionantes para dicho progreso productivo. Pero acompañado de esta búsqueda por impulsar la actividad productiva, se ha particularizado dentro de la planeación el tratamiento de los problemas de los sectores sociales; como lo son el sector salud, educación, vivienda, etc., y la búsqueda de vínculos entre estos y las cuestiones estrictamente económicas (Cibotti, 1973: 42-43).

Las metas que sugirieron en la planeación latinoamericana, indicaron un proceso planificador dentro de las décadas de los años cincuenta a los años ochenta, en donde se buscó, se atendieran y orientaran dos problemáticas coyunturales a la vez; por un lado, el de encarnar los problemas económicos y de producción, como lo son; el déficit de la balanza de pagos o la inadecuada estructura productiva; pero por el otro se expresaron dentro de la planeación, la urgencia de atender la pauperización de la vida urbana y rural, y sus deficiencias y necesidades. Esta concretización de las problemáticas cruciales que se expusieron en la planificación, no propiciaron en todos los casos una mayor o menor estatización, o por el contrario, una preeminencia o decadencia de la iniciativa privada, sino que solamente dio para que se reconociera la diatriba y se buscara en el mejor de los casos una buena política social y económica para atender estos dos males. Aunque existieron los casos donde la planeación no fue sino una espejismo, un desplegado de análisis y buenas intenciones, pues la planeación como se dijo, no tiene en la mayoría de los casos un nivel que implique su obligatoriedad.

En la mayoría de los países latinoamericanos, la planeación con estos u otros objetivos, se vio revitalizada como instrumento de desarrollo en las resoluciones de la Carta de Punta del Este en 1961. Pues se afirmó a la planeación como un requerimiento básico para el desarrollo económico, señalando en el titulo II del Capítulo uno de dichas resoluciones lo siguiente;

“1) Que se ponga en práctica, de acuerdo por los principios democráticos, programas nacionales de desarrollo económico y social bien concebidos y comprensivos, dirigidos al logro del crecimiento auto sostenido; 2) Que estos programas nacionales de desarrollo económico y social se basen en el principio de auto-ayuda tal como se estableció en el Acta de Bogotá y en la utilización al máximo de recursos internos tomados en consideración de las condiciones especiales de cada país; y 3) Que la preparación y ejecución de estos planes de desarrollo económico y social, las mujeres sean consideradas en igualdad de condiciones que los hombres…”

Así mismo, en el Capítulo II de dicho resolutivo manifiesta que ”…que los países latinoamericanos participantes concuerdan en introducir o reforzar los sistemas de preparación para la ejecución y para la revisión periódica de los programas nacionales de desarrollo económico y social coherentes con los principios, con los objetivos, y con los requisitos contenidos en este documento. Los países latinoamericanos participantes deben formular, si es posible dentro de los próximos dieciocho meses, programas de desarrollo a largo plazo…”

Esta carta en la que participaron 20 países latinoamericanos fue propulsor de medidas planificadoras, pues después de estas resoluciones casi todos los países de Latinoamérica diseñaron un sistema de planeación nacional. Estos sistemas institucionalizados de la planeación que se desarrollaron dentro de las décadas de los sesenta y ochenta, se concentraron en la elaboración de los planes de desarrollo con mucho cuidado, incluso con más cuidado que la aplicación misma del plan. Esto se debió a factores como; la poca capacitación de los especialistas en las técnicas planificadoras, o la deficiente información que se obtenía de ciertas ramas de la economía que se manejaban discrecionalmente, o el descuido de los gobiernos al hacer que los planes tuvieran la misma temporalidad del gobierno en turno, dándole menor énfasis a los planes antecesores para establecer los propios, etc. Estas fueron las causas por las que los planes sólo sugerían postulados primarios y enunciados generales, sin adentrarse a una planificación de fondo  (Lira, 2006: 10).

Como resultado inevitable de la deficiencia en la práctica, se percibió en los años ochenta una idea general, en la que se descubría a la planeación en un momento de crisis, tomando poca relevancia a los anteriores intentos que las más de las veces pasaban inadvertidos.
Entre las deficiencias que ya hemos mencionado se encuentran otras nuevas, como un proceso planificador excesivamente complejo y con gran dificultad para acoplarlo al aparato político así como a la administración pública (García D´Acuña, 1982: 15-42).

En fin, estos podrían ser los factores generales que intervienen en la planeación latinoamericana en su conjunto, pero es evidente que para articular un análisis más completo es vuelve indispensable hacer un recuento de los países que plantearon como funciones del Estado la planeación económica y social. Por eso desmenuzaremos los casos que personalmente nos parecen los más apropiados para ejemplificar a la planificación en Latinoamérica.

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