NATURALEZA DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA. RECUENTO DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA EN MÉXICO Y EL MUNDO.

Rodrigo Hernández Gamboa

Conclusión

     
El fin pronto llegó con la caída del muro de Berlín. Las visitas constantes con el gobierno de los Estados Unidos, la creciente oposición que fue encauzada por las reformas políticas que otorgaron mayores libertades a los individuos, en fin, la situación sucumbió con un golpe de Estado fallido y la declaratoria el 25 de diciembre de 1991 de la disolución de la Unión Soviética. Un duro golpe para los intelectuales y las personas en general que apostaban por un cambio en las estructuras del poder constituido en las democracias liberales, y que se decantaban por una dictadura proletaria que diera paso a un ideal social.

En lo que respecta a la planificación, se dieron muchas enseñanzas, pues fue la URSS el primer Estado que implementó a la planificación como forma de organizar la economía, sin ésta ser todavía el resultado de un teorización concienzuda y bien fundamentada. El hecho de llevarla a ejecución en gran incertidumbre, demostró el hecho de la racionalidad evidente del instrumento, pues se llevó a cabo sin mayores debates teóricos. La recurrente anarquía en la que se desarrollan las fuerzas del mercado, interpone pronunciamientos éticos un tanto criticables. Pues se deja de lado, dentro del liberalismo, un cauce por donde no se hace hincapié en la moralidad de las acciones individuales, ni en la que se describen las benevolencias del espíritu humano; es en la economía, donde la ambición, la violencia, el egoísmo y la insolidaridad se legitiman en la búsqueda del respeto a la propiedad privada.
La planificación en la forma soviética desde su concepción tiene problemas de fondo. Es cuestionable la regresión de las implementaciones socialistas primitivas que se introdujeron en el Comunismo de Guerra; como la autogestión obrera y su organización propia, así como el impulso campesino de la apropiación de tierra y su organización consuetudinaria. Este impulso que fue posteriormente controlado y corporativizado, sirvió para que consecutivamente se organizara a la economía de manera digamos clásica, como se organizan las economías mixtas, con los objetivos muy presentes de la ganancia, pero con un autoritarismo próvido.

En primer lugar la intención principal de la economía socialista se centra en la organización armónica de las relaciones sociales de producción, ajustando la producción y el consumo; todo esto en base a las necesidades del individuo. Es allí el conflicto, pocas veces se pensó en el individuo y sus necesidades para la formulación del plan, las verdaderas prioridades trascurrían en las metas que en la mayoría de las veces eran desmesuradas; esto, conjuntado con la afirmación constante del régimen establecido.

Las siguientes dos variables son desde mi perspectiva, las dos condicionantes que terminaron por sucumbir el modelo de economía planificada soviética;

En primer lugar, es incuestionable el carácter perentorio de las intenciones del Estado como forma de organización inquebrantable e inmutable. Este es el deseo de todo gobierno instituido, su perenne establecimiento. Pero en el caso de la Unión Soviética, se tenía el supuesto de ser un simple paso hacía otra forma más elevada de organización humana. En cambio, los líderes se fundaron en el carácter presente de la situación soviética, tratando de hacer viable en todo momento la situación económica, política y social del régimen, que tal vez, probablemente se desentendieron de la cuestión primaria de la revolución obrera, que termina siendo la utopía del comunismo y la búsqueda constante, dentro de este régimen de transición, de organizar a la sociedad para el nuevo mundo.

Estas concepciones pragmáticas de las cuestiones económicas, forjaron un sistema planificador que puso gran énfasis en las metas, en las complicaciones internacionales que evidenciaban un antagonismo con la dictadura proletaria y en la perpetuidad tanto del Estado, como del líder en turno. La noción de las necesidades se basó, no en las del individuo, sino en las del propio Estado.

Esta nula atención hacia las necesidades de individuo se demuestra en muchos factores; como un ejemplo, la anteposición de la producción de bienes de industria o armamentistas, a los bienes de consumo o a la creación de viviendas. De esta forma es que se termina por aplicar algo que se intentó desde el principio erradicar en el modelo de producción socialista; el avasallamiento de los medios de producción a los individuos. Esta acción que es aborrecida y estudiada por los intelectuales marxistas, se introdujo en la sociedad soviética. En la economía capitalista esto es normal, tanto, que el beneficio de obtener los medios de producción se debe a la posesión de los mismos y al plusvalor que se obtiene de ellos, en la conjugación de los factores de la producción, tierra, trabajo y capital. Pero en la sociedad socialista, adonde la posesión de estos medios de producción es social, es normal que se piense en una organización laboral que anteponga el usufructo que se puede obtener, por la simple obtención de las necesidades humanas en la jornada laboral. En el análisis de la Unión Soviética esto no es así, la apropiación de los medios de producción por parte del Estado, y la implementación de un plan quinquenal que en un inicio se obligaba a terminar en cuatro años, fue obra de una explotación desmesurada de la fuerza de trabajo.

Por otra parte, algunos defectos más que observamos en la planeación soviética se encuentran en la especificación puntillosa, tanto de la producción como en la distribución de los productos manufacturados. Esta forma de planear no tiene ninguna justificación, pues mientras más específico sea el plan, mayores probabilidades hay de distorsionar las cifras y de fallar en el cálculo. Aunado a que una económica no se puede cuantificar del todo por su propio carácter imprevisible en algunas circunstancias, y la generalidad de estas cifras sólo obedecen a deseos que en la mayoría de las veces son inverosímiles.

Pero es relevante señalar que la planificación no se basa solamente en la utilización de objetivos cualitativos o cuantitativos dentro de un plan, sino también considerar las medidas que se adoptaran para obtener dichos resultados. En el caso soviético, este se consideró poco relevante.

Es evidente que son muchos los errores de la planificación soviética, entre ellos podemos vislumbramos los siguientes:

Como fundamento de este estudio y pilar medular del mismo, es necesario decir que son limitadas el número de decisiones que la autoridad planificadora central puede abarcar en una multitud de decisiones que han de ser adoptadas por los administradores-planificadores subsecuentes en el organigrama, ya sean estos actores regionales, sectoriales, directivos, etc. Estas decisiones tomadas por estos actores secundarios, sólo pueden tener un criterio relativamente lógico si se apegan al plan. Pero el defecto mayor está integrado en la concepción del plan mismo, en los cuales se integran rubros específicos que lo pueden hacer disímil con el todo. Es decir, el plan de suministros puede no ser compatible con el de producción, y el de producción puede a su vez no ser incompatible con el de consumo, etc. Este es un defecto integrado mayormente en la segunda etapa de la planificación soviética, posterior a la era estaliniana.

Otro defecto de la planificación soviética, es que en la búsqueda de cumplir con las metas se incurrió recurrentemente en errores intrínsecos a la propia naturaleza del plan; por ejemplo, en los indicadores que favorecen las macro-cifras, es decir, la implementación de criterios como toneladas, o metros cuadrados o kilómetros; alentando con ello no a la eficiencia y eficacia, sino simplemente a la producción de suministros con la única finalidad de acoplarse con los lineamientos del plan, haciendo insumos con pesos inverosímiles para su necesidad y aplicando recorridos sin sentido, pero que verificaban el cumplimiento del plan y su adelanto. El problema se hace más grande cuando estos indicadores macros se mantienen a pesar de sus ambigüedades práctica, pues se prevé que de otro modo se trasformen las cifras ya concordadas y se amenace al desorden.

Se suman a estos errores, el problema de que las proyecciones, las más de las veces eran precedidas de cifras anteriores, y la planificación nunca alcanzaba para proyectar en todos los sentidos las necesidades imperantes de cada industria.

La planificación soviética también incurrió en errores al imponer precios que no eran aplicados por la atenuante del mercado negro; y los órganos centrales, o decidían ellos mismos todas estas cuestiones como los precios o la producción de todos los bienes e industrias que resultaba por demás específico y por ende complejísimas, o dejaban a las unidades subordinadas operar con sólo algunos límites impuestos que no aseguraban el espíritu de planificar la economía al estilo soviético.

Otro problema resultó ser la toma de estas decisiones por los órganos centrales, pues estos establecían su preferencia por ciertos rubros de la industria siguiendo ciertos postulados políticos y directrices económicas sustentadas en peticiones individualizadas.

Fue así, que la nula influencia del mercado para el control de las manufacturas, que se convertían posteriormente en consumo, perjudicaban en gran medida a la actividad económica. No se entienda lo anterior como una sugerencia personal sobre la actividad del mercado como el rector del consumo y la producción, pero es característico ver que al no tomar en cuenta la demanda y la oferta, se desarrollan patologías que postergan a la industria, sin esto ser una incitación al libre mercado y sí una experiencia favorecedora para la planificación en lo que respecta a la producción y al consumo (Nove; 1973: 377). Situación semejante a la desarrollada por el economista Oskar Lange, en la que respondiendo a las criticas que aseguraban la no viabilidad de los cálculos racionales en los regímenes socialistas en los que se evidenciara la ausencia de un mercado al estilo capitalista; éste afamado economista y planificador, demostró que simulando los flujos y contenidos de la información propia de un mercado de competencia pura y perfecta, se podría asignar recursos y tomar decisiones económicas con tanta precisión como la del sistema capitalista, pero estos, en un régimen socialista. Esta comprobación dio la pauta a la acuñación del concepto “socialismo de mercado”, en el que se implementaron medidas de la planificación centralizada, en economías descentralizadas, dando un cauce para reformas en los países socialistas referentes a la planificación, y ayudando a la implementación de la planificación en Estados de economías mixtas (Arana Aguilar, 1990: 100

Finalmente, no porque el sistema mal llamado socialista de la URSS, haya fracasado, es evidencia suficiente de la imposibilidad de la planificación económica o de la concepción obrera del Estado. Esto solamente expone el poco análisis teórico que produjo a su advenimiento, y la necesidad de retomarlo con más impulso, para desechar modelos y métodos que están fincados en la irracionalidad del pensamiento.

Fuentes Consultadas.

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