DIVERSIDAD CULTURAL Y EMPRESAS FAMILIARES VOL.I

Mónica Colín Salgado
Alejandra López Salazar
María del Carmen Pedroza Gutiérrez

La “Cía. Industrial Cerillera de San Juan”, una empresa familiar y su impacto cultural en el entorno rur-urbano de Querétaro.  Manuel Basaldúa Hernández , Gaspar Real Cabello y Marja Teresita González Juárez

Resumen

El ámbito cultural configura los procesos de la producción en las sociedades en desarrollo y desarrolladas.  Pero se encuentran connotaciones de organización industrial incipientes en algunas empresas históricas ligadas a estos grandes procesos. Este tipo de estructuras organizativas laborales guardan patrones de conducta que no se han modificado sustancialmente en el tiempo ni en el proceso productivo. Pensamos que esta discusión contenida en este documento nos posibilita ubicar  formas de organización que se pueden encontrar recurrentemente en la zona del bajío mexicano. Es por ello que se toma como base una empresa familiar dedicada al ramo de la producción de cerillos, para explicar el mundo cultural cambiante en estos primeros años del Siglo XXI. La visión antropológica nos guía para encontrar los ejes de explicación de los procesos de desarrollo de la industria en uno de los municipios importantes de Querétaro.

Introducción.

La sociedad contemporánea ha adoptado la industrialización para responder a las demandas de abastecimiento de suministros y de servicios,  necesarios en todos los ámbitos y esferas de la vida de los humanos. En este mundo contemporáneo la sociedad muestra una compleja relación en sus áreas de operación. La tecnología es un campo que reviste a la actividad industrial, y ahora también se ha unido la digitalización a través de los sistemas computacionales y virtuales, de tal forma que observamos más frecuentemente que esta parafernalia instrumental se ha convertido en una serie de herramientas a las que deben adaptarse, adoptarse y familiarizarse  sus operarios, y así poder dominar el campo de trabajo.
En esa adquisición de habilidades se ha posicionado una forma de pensamiento que imperceptiblemente ha permeado en sus patrones de conducta de dichos operarios. Este fenómeno de transformación en la adquisición y dominio de elementos tecnológicos también se refleja en el entorno social en donde se desenvuelven. Podemos decir que las  formas  organizacionales han estado marcadas en los últimos años por este ambiente generado en el mundo de la producción en masa, y la manera en que los grupos sociales son trastocados por los procesos técnicos con los que conviven. 
Esos entornos dan paso, a su vez,  a la trayectoria técnico-simbólica que se define por constantes y profundas negociaciones culturales al interior de las comunidades que las acogen como parte del ambiente laboral en donde se desenvuelven. Esto nos lleva a encontrar marcos  de funcionamiento en donde “los significados se reconstituyen a partir de las tecnologías de la misma manera en que las tecnologías se reconstituyen considerando los significados.” (Santos y Márquez, 2003: 85) Así, encontramos que las complejas relaciones industriales parecen imponer nuevas formas de relación entre los integrantes que participan en los procesos productivos.
Por eso debemos poner énfasis en que  estas relaciones  encuentran sus formas culturales contenidas en los integrantes de comunidades particulares, no solo de obreros, a los que les llamamos en ocasiones “operarios”, sino también de los demás agentes que intervienen en estos procesos productivos, y aquí nos referimos a los empresarios, como actores dinámicos, así como aquellos a los que se dedican al sector de los servicios.
Si las familias empresariales son protagonistas en este campo cultural donde la industria se desarrolla en un enclave territorial, las familias de los obreros y las obreras son también protagonistas en este proceso.  Las familias empresariales a través de sus redes económicas  se han articulado en las esferas de la inversión, por su lado las familias obreras participan en un sistema de redes laborales y de estrategias para su sobrevivencia.  Este podría parecer un patrón de comportamiento en la parte central de México. Formas de comportamiento demasiado flexibles tanto en lo económico, como en lo cultural y que se ven reflejadas en lo social. Señala Patricia Arias al referirse a un estudio en el bajío guanajuatense: “las familias rurales del Bajío han tenido que aprender a sobrevivir diversificando sus fuentes de ingreso que provienen de ofertas laborales, diversas y cambiantes,  que surgen, pero también desaparecen en los diversos ámbitos rurales y urbanos de la región” (Arias; 2007).  Las unidades particulares de la organización social, tal como lo representan y son las familias, son las que estructuran los espacios culturales y le dan una connotación social particular a una región, a un espacio, y a un territorio.
Gilberto Giménez nos trae la referencia muy pertinente en este sentido, en uno de sus trabajos de finales de la primera década de este siglo, nos trae la idea propuesta de Bonfil  Batalla en este sentido, remarca “la expresión espacial, en un momento dado, de un proceso histórico particular”, es lo que nos ayuda a observar una región sociocultural. Enseguida Giménez refiere las palabras del geógrafo francés  Dollfus,

 “Durante varias  generaciones los pobladores de una determinada  área territorial experimentaron las mismas vicisitudes históricas, afrontaron los mismos desafíos, tuvieron los mismos líderes y se guiaron por modelos de valores semejantes; de aquí el surgimiento  de un estilo de vida peculiar y, a veces, de una voluntad de vivir colectiva que confiere su identidad a la colectividad considerara.” (Giménez; 2007:133).

Las bases de tales valores semejantes que se cristalizan en un identidad colectiva, derivan de los contactos de elementos que empiezan a concretarse por las relaciones constantes entre los habitantes, y regularmente sucede con las imitaciones y adecuaciones que hacen las familias obreras de las familias empresariales, a las que toman como modelos no para alcanzar el éxito, sino para encontrar un nuevo estilo de vida.
Este último aspecto es el que nosotros hemos encontrado en San Juan del Río, cuando nos hemos acercado a revisar y estudiar la trayectoria de comportamiento de los sujetos sociales que rodean a la fábrica de cerillos de San Juan del Río, a la que hacemos alusión en este trabajo. Este es un rasgo que también nos permite proponer que las acciones de las familias y de los hombres no son meramente mecánicas, ni tampoco meramente economicistas.


1 Dr. En Antropología Social, manuel.basaldua.h@gmail.com.  Universidad Autónoma de Querétaro.

2 Dr. Antropología Social, gaspar.real@yahoo.com .Universidad Autónoma de Querétaro.

3 Candidato a Doctor en Administración, marjaglez@gmail.com. Universidad Autónoma de Querétaro

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