PLANTEAMIENTO DE LA NECESIDAD DEL CAMBIO ESTRUCTURAL EN AMÉRICA LATINA

Luis Gutiérrez Santos

El neocolonialismo

El panorama actual de América Latina está íntimamente influenciado por las fuerzas exteriores. Se han señalado en el curso de este trabajo las características básicas de los problemas a la emancipación latinoamericana. Se pasará ahora a analizar los aspectos políticos que inciden desfavorablemente en la región.
Los países de América Latina son naciones periféricas que se mueven en medio de las tensiones mundiales provocadas por los dos grandes bloques económicos, militares y políticos que dominan la situación internacional. El centro del bloque al cual pertenece América Latina, con la excepción de Cuba, son los Estados Unidos.
La dominación que ejerce Estados Unidos en Latinoamérica es en esencia la de que las naciones de la región son en teoría independientes, con toda la gala externa de países soberanos, siendo en realidad estas economías y sus políticas, dirigidas en buena medida desde la metrópoli norteamericana. Cuando un régimen no es del agrado de Estados Unidos, promueven su caída por otro más afín a sus intereses.
Los métodos y la forma de esta dominación se le suele llamar “neocolonialismo”. Estos procedimientos pueden adoptar diversas maneras. Por ejemplo, si un régimen no es favorable a los intereses del centro, donde reside el poder colonial, se cambia por otro, ya sea provocando y financiando un golpe de estado a través de sus aliados, los militares, o en el caso extremo, las tropas del poder imperialista pueden ocupar el territorio del estado neocolonial y controlar su gobierno. Sin embargo, es más frecuente que el manejo neocolonialista sea ejercido mediante medidas económicas o monetarias. Ya se ha visto que las naciones de América Latina están presionadas a comprar los productos manufacturados de los Estados Unidos, en virtud a la implícita prohibición de importar de otros mercados.
El neocolonialismo significa, por una parte, poder sin responsabilidad para el país que lo practica y por la otra, para quienes lo sufren, explotación sin resarcimiento.1 El neocolonialismo engendra subproductos trágicos en los estados que no son dueños de sus destinos, como las guerras limitadas y el hambre. Estos son los factores que hacen de este sistema una seria amenaza contra la paz mundial.
La multiplicación de las armas nucleares en los dos bloques ha formado la certeza de una eventual destrucción total, previniendo una conflagración atómica; por lo tanto, los conflictos militares se han reducido a pequeñas guerras localizadas o de escalada. Estas hostilidades de carácter limitado tienen por objeto el de establecer en un país pobre el régimen neocolonialista y el de permitir una aceleración económica en la nación colonialista.
La confrontación dialéctica de los bloques capitalista y socialista también ha hecho que cada uno de ellos trate de convencer a los pueblos que sus sistemas son los más eficaces para lograr el bienestar social. Los Estados Unidos trataron recientemente de poner en marcha una política de acercamiento con América Latina, pero dado que el objetivo económico del neocolonialismo norteamericano es obtener mayores beneficios sin complicaciones, los estándares de vida de los latinoamericanos siguen bajos y probablemente continúen bajos en el futuro inmediato. Sólo cuando se comprende esta contradicción puede explicarse el limitado impacto de la Alianza para el Progreso y los programes de ayuda.
En Iberoamérica se está viviendo el fracaso de las economías de mercado, porque aparte de ser mala caricatura de las economías de los países industrializados, acentúan el falseamiento de una verdadera jerarquización de las necesidades. Estas no han sido estudiadas ni entendidas como un orden de prioridades, sino, como ya se explicó, como unas carencias que se mantienen o se multiplican en el propio atraso o en función del beneficio más rápido.
Los problemas del neocolonialismo vienen desde el fondo de la sociedad industrial. Están en el engranaje mismo de la sociedad de consumo, en el planeta de la publicidad, en la enajenación del hombre noble y limpio, en el desmembramiento y absorción progresiva de la libertad y la crítica por el auto movimiento de los fenómenos engendrados por la tecno-estructura de la producción y el consumo.
La cuestión viene de fuera de la región latinoamericana; se implanta y se autoalimenta en estos países. Su continuación está en la medida del poder de unión de estas naciones para exigir el inaplazable trato justo. La integración latinoamericana permitiría el funcionamiento de una verdadera economía de mercado en función de sus necesidades y recursos, pues no solamente se ampliaría el mercado, sino se negociarían mejores términos de intercambio con los países ricos.
Hasta ahora las colonias latinoamericanas son una de las fuente de riqueza de los Estados Unidos, que sirven para mitigar los conflictos de clase dentro de la sociedad norteamericana. Por lo tanto, su cese implicaría una serie de modificaciones del ordenamiento estructural de la economía estadounidense y un leve descenso en el nivel de vida de este pueblo. Esta significación es la que presiona a la vigencia implacable del neocolonialismo.
Los países latinoamericanos se convierten en esta forma en receptores de tecnología inadecuada, productos caros, formas de organización productiva ineficaces, capitales prestados a títulos leoninos, etc. El éxito de esta política norteamericana se comprueba ante el aumento paulatino e incesante de la pobreza latinoamericana y la riqueza estadounidense.
El neocolonialismo en Iberoamérica es una realidad, aunque cambien las formas, los métodos o sus aliados. Es tangible que Estados Unidos mantiene un control indirecto en ciertos países latinoamericanos y en otros directos, por lo que se hace imperante en las circunstancias actuales de penuria de liberarse de ese yugo.
Las formas de liberación están dadas por varias medidas expuestas a lo largo de este trabajo, son medidas basadas en desafíos comunes de los países latinoamericanos y acciones de sentido común. Políticas económicas de fortalecimiento de los mercados internos enmarcadas en un contexto creciente de integración regional. Claro, antes de poder llevarlas a la práctica es necesario analizar la estructuración de la política del gobierno de los Estados Unidos, como una serie de actos tendientes a encadenar las naciones latinoamericanas a sus intereses para la consecución de un fin determinado: mayores beneficios. Los problemas de la dominación plantean a América Latina graves responsabilidades y, ante todo, un entendimiento global de la crisis. La necesidad de cambiar la práctica hasta ahora seguida –de reforzar la superficie y no el fondo– es imperante, pues significa, un dilema que se desarrolla, por entero, ante la existencia latinoamericana.


1 Ver de Kwame Nkrumah, Neocolonialismo, la última etapa del imperialismo (México, 1966).

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