PLANTEAMIENTO DE LA NECESIDAD DEL CAMBIO ESTRUCTURAL EN AMÉRICA LATINA

Luis Gutiérrez Santos

El decaimiento de las exportaciones y la crisis del comercio exterior

Las exportaciones de los países de América Latina vienen experimentando una constante caída en términos relativos. En 1950 la participación de la zona en el comercio mundial era del 7.4%, bajando al 4.25% en 1970.1 Esta disminución también se observó en los otros países subdesarrollados del mundo, cayendo su participación del 22.2% en 1950 al 14.3% en 1970. Sin embargo, la caída relativa de las exportaciones de los países latinoamericanos fue mayor que la de los otros países subdesarrollados. En efecto, mientras la tasa de crecimiento promedio de las exportaciones de los primeros fue de 3.5% de 1950 a 1970, la de los otros países subdesarrollados fue de 4.5%. Claro los países industrializados aumentaron su participación en las exportaciones globales, pasando del 70.4% del total en 1950 al 81.5% en 1970, creciendo sus exportaciones a una tasa promedio anual de 8.4%.
grafica El quantum de las exportaciones aumentó de 1950 a 1970, pero no así su valor, pues bajaron los precios de los artículos primarios. Las importaciones se comportaron de manera opuesta, su valor, o sea sus precios, subieron mientras su quantum bajó. El déficit de la balanza comercial como porcentaje de las importaciones paso del -3.9% en 1960 al -5.7% en 1970.
La coincidencia entre el aumento en el costo de las importaciones y el estancamiento de los ingresos de exportación significó para América Latina una reducción del excedente comercial y un mayor desequilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos, cuyo déficit aumentó desde 397 millones de dólares en 1960 a 855 millones en 1970.2
El comercio de bienes primarios disminuyó de valor en un 25% de 1960 a 1970 y los países en proceso de desarrollo fueron los más afectados por esta evolución. Esto se debió en parte a que los estados ricos acumularon grandes excedentes de estos productos y en gran medida al deterioro de los precios de los materiales básicos en el mercado internacional. Las potencias desarrolladas continuaron aumentando la producción primaria, gracias a las nuevas técnicas de elaboración de artículos sucedáneos y a la mecanización del agro. El volumen de los ingresos en la exportación de productos agrícolas declinó en 1967 a 21.3 miles de Millones de dólares. De esta suma le correspondieron a las naciones subdesarrolladas 10,123 millones de dólares y la cantidad de 9,854 millones a las desarrolladas.3

La Gráfica 4 ilustra la desfavorable posición de América Latina con relación a las exportaciones mundiales. Las exportaciones de América Latina han ido empeorando; ha continuado el distanciamiento de los altos niveles alcanzados por los países industrializados y, en menor medida, de los demás países en vías de desarrollo. Como el comercio mundial siguió ascendiendo, aunque a ritmo inferior al de años anteriores, lo ocurrido en América Latina quiere decir que ha sufrido un nuevo deterioro en su posición relativa al no participar de aquel aumento.
Las exportaciones per cápita en América Latina sólo aumentaron desde 39 dólares en 1960 a 55 dólares en 1970; su crecimiento en volumen físico corresponde en los últimos 15 años a una tasa anual de 5%, pero el poder de compra que generaron –esto es, la capacidad efectiva para adquirir importaciones– sólo aumentó en un 3.6%, como consecuencia de la evolución adversa de los precios.4
Dentro de este marco, el papel de América Latina se caracteriza por su defectiva estructura de producción, la cual en parte importante ha frenado hasta ahora su crecimiento; la porción sustancial de sus exportaciones proviene del sector agropecuario y de las industrias extractivas, que se producen casi en exceso en el ámbito mundial para la demanda efectiva, con el consecuente deterioro de sus precios. Los factores adversos que pesaron sobre las exportaciones latinoamericanas en la década actual no se vieron suficientemente atenuados por la expansión del comercio entre los países de la región; este comercio también mostró un relativo estancamiento en los 60s.
Otro hecho que viene a empeorar el panorama del comercio mundial es la crisis monetaria internacional, en la cual se desenvuelve. Ello ha determinado una recesión de la demanda de importaciones debido a la disminución del crecimiento de algunos estados desarrollados, situación que se comunica a otros que, a su vez restringen sus compras externas en previsión de desequilibrios de sus balanzas de pagos, con los consecuentes efectos perturbadores a los pueblos en desarrollo. La devaluación de la libra esterlina y de las monedas de su área de influencia provocó trastornos en América Latina. Las exportaciones de estos países a la zona de influencia de la libra disminuyeron, bien porque los productos fueran más caros y no fue posible competir, o por la desconfianza de los empresarios de las potencias desarrolladas ante la libra y la inflación en el área del dólar.
Es de suponer que las crisis monetarias que azotan periódicamente a las economías capitalistas continuarán en línea con los ciclos económicos. Estas crisis conducen a contracciones de la economía global y quienes resienten más sus efectos son obviamente los pueblos subdesarrollados.
El proteccionismo excesivo implantado por el gobierno de los Estados Unidos –aparte de lo anterior dicho– también obedece a que piensan que América Latina debiera ofrecer concesiones recíprocas para obtener ventajas comerciales. ¿Pero qué acaso esas concesiones no fueron entregadas por anticipado y se siguen entregando actualmente, mientras que las de Estados Unidos están todavía por recibirse?
La situación de América Latina se ha ido agravando. Así, tenemos que las exportaciones de EE. UU. a Latinoamérica en 1960 fueron de 2,740 millones de dólares, pasando a 5,100 millones en 1968 y se calcula que en 1970 fueron poco más o menos de 6,900 millones de dólares. Las ventas de los Estados Unidos a América Latina en el período 1960-70 crecieron en promedio anual al 9.7%, significando un incremento de 151%, mientras que las exportaciones latinoamericanas destinadas a ese mercado aumentaron tan solo al 4.2% anual, esto es un aumento porcentual de tan sólo 51%.5 Esto sitúa a Iberoamérica dentro de los tres primeros mercados para las exportaciones de Estados Unidos. A pesar de lo anterior, dicha potencia continúa con su tradicional política, que ocasiona serios perjuicios a las economías latinoamericanas; en 1960 el porcentaje que le correspondía a la región del mercado norteamericano era de 21.3% y pasó a 13.3% en 1970.6
grafica2 La falta de equidad del comercio con los países desarrollados y en especial con Estados Unidos, resalta aún más por el hecho indiscutible de que mientras a las exportaciones de la América Indo-ibérica se les imponen precios y cuotas que causan severas pérdidas a sus respectivas economías, América Latina se ve obligada a importar productos industriales al precio que establece el vendedor. Estas relaciones comerciales, como es fácil comprender, afectan la balanza de pagos de la región: cada día son más las divisas que se tienen que desembolsar para adquirir bienes elaborados y menos las que se reciben por concepto de venta de materias primas.
Sin embargo, es justo reconocer que existen otros factores, no atribuibles a las naciones industrializadas, que conspiran lenta pero firmemente en contra de la economía latinoamericana. Uno de ellos es el contrabando; otro es la insólita compra, en los mercados de naciones desarrolladas, de bienes de consumo inmediato y duradero que América Latina produce y exporta a estos mercados. Se trata del asombroso negocio de comprar a sobreprecio la misma mercancía que se ha vendido.
En cuanto a las causas de la importación de mercancías propias, se deben al desconocimiento real del mercado nacional, lo que conlleva el peligro de excederse en las exportaciones y dejar insatisfechas las necesidades internas. De ello se plantea la urgente necesidad de mejorar y ajustar a la realidad la planeación de la producción, así como la de satisfacer con productos propios de calidad (y a precios más bajos que los importados) los requerimientos de los estados de la región, que prácticamente dependen de mercados extranjeros.
Ningún pueblo, ni siquiera los que se ufanan de un alto desarrollo, puede darse el lujo del despilfarro mucho menos los países de América Latina que requieren de todos sus recursos, por insignificantes que sean, para mantener su ritmo de progreso.


1 Datos de la UNCTAD.

2 Datos de UNCTAD.

3 Ídem.

4 UNCTAD.

5 Datos provenientes de UNCTAD y U.S. Census Bureau, Foreign Trade Division.

6 Ídem.

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