REFLEXIONES SOBRE EXPERIENCIAS DE INVESTIGACIÓN EN ALGUNAS ORGANIZACIONES EN CHIAPAS

Manuel de Jesús Moguel Liévano

LAS FINCAS CAFETALERAS ALEMANAS EN EL SOCONUSCO:
MÁS DE 150 AÑOS DE EXPERIENCIA.
Manuel Efrén López Echeverría1

Introducción.

El desarrollo agrícola del Soconusco –región sur y costa del Estado de Chiapas de una enorme riqueza natural y cultural constituido por 16 municipios, entre ellos Tapachula–, no hubiera sido posible sin la participación de las Fincas Cafetaleras Alemanas (FCA), que debieran figurar, en un sentido estricto, como las primeras organizaciones capitalistas agrícolas en México.


En este artículo se presenta solamente un fragmento de la investigación doctoral realizada durante el período 2003-2007, para alcanzar el grado de Doctor en Estudios Organizacionales –mediante convenio de colaboración ente la UNACH y la UAM Iztapalapa–, área del conocimiento cuya presencia fue fundamental para comprender su importancia y dimensionar su alcance tomando en cuenta los más de siglo y medio de ese mundo transcultural, que pudieron haber desviado la investigación de los Estudios Organizacionales.


Aquel Soconusco proveniente del comercio del cacao, de las plumas de quetzal y de la decadencia económica de las colonias españolas del siglo XVII, reside en la explicación de los cambios asociados con la producción y el comercio después de las guerras de independencia de México. Ese Soconusco referido, queda comprendido en las cortinas verdes de sus selvas, que circunscribían al México revolucionario, y terminaba en el istmo oaxaqueño, gracias al abandono de sus autoridades federales, preocupados por la permanencia en el poder.


Esto dio pié al desarrollo del comercio exterior mexicano de 1821 a 1872, quien presenta al Soconusco como un exportador de materias primas, como son el cacao, plumas de quetzal, cochinilla, etc. La presencia del café en el Soconusco de a mediados del siglo XIX, da un corte en la producción y comercialización de aquellos productos (Bárbara Borréis, 1991). A pesar de la existencia del café desde 1820 en el Soconusco, no es sino hasta 1850, con la presencia de las Fincas Cafetaleras Alemanas (FCA), cuando alcanza su verdadero desarrollo económico.


Las premisas analíticas y los conceptos aquí reseñados tienen su fuente en el hecho de estudiar no solo el aspecto inerte de estas organizaciones, sino también de las relaciones y las objetivaciones organizacionales que la singularidad de su actividad, el café, han permitido su existencia hasta nuestros días.
Fue nuestra intención estudiar estas organizaciones con una clarísima vocación regional. Fue así como llegué a las FCA. La tarea era ardua, pues debía cubrirse más de siglo y medio de historia y considerar su peso en la región sin perder de vista su singularidad y su diferenciación frente a otras organizaciones productoras de café que han operado en el Soconusco.


Todo esto consintió diferenciar las FCA de las haciendas, ranchos, granjas y otras formas de propiedad. Distinguirlas de las fincas cafetaleras no alemanas, las cuales no consiguieron perdurar, ni alcanzar la productividad, la racionalidad, la estandarización de su producción y, cosa todavía más importante, crear una cultura persistente y reconocida hasta la fecha.


También nos interesa contribuir a colocar el concepto de organización como focus del análisis, y no la estructura, el sistema o la sociedad. De igual modo, se trata es del estudio de una cultura organizacional, en términos de la acción humana en función de la racionalidad, de la estandarización, de una ética del trabajo y de la profesión.
El estudio comprendió a cuatro generaciones, desde la llegada de los primeros finqueros alemanes al Soconusco. Hoy, en la transición a la quinta  generación, se aprecian importantes diferencias organizacionales no observables hasta la segunda generación. A lo largo de la presente investigación, se observan los procesos llenos de significados y símbolos con su propio misterio dentro de un capitalismo difícil de aceptar, no por ello de entender ni comprender.


La producción en las plantaciones encierra la subjetividad organizacional, la complejidad de la racionalidad, de la división del trabajo, de la homogeneidad en la toma de decisiones, de la calidad de los granos de café, la cada vez más difícil contratación de mano de obra calificada, de la infraestructura adecuada, de la tecnología y su innovación para cada caso específico, con el fin de lograr la estandarización.
Todo ello, las  hace relevantes y generadoras de conocimientos, ubicándolas en un terreno de competencia o mejor dicho, de otra oferta organizativa diferente a la incipiente en Estados Unidos y en Europa; las grandes empresas postmodernas, principalmente en la industria metalmecánica, a la que Taylor llamó Staff de mandos medios.
Este tipo de organizaciones permite visualizar parte de su complejidad, y acepta para ello la carencia de otras ciencias sociales, a fin de comprender toda su complejidad. De ahí la importancia de la mayor colaboración e incorporación de nuevos planteamientos y la pertinencia de nuestro estudio. Esta complejidad tratada desde Weber (1910), nos hizo comprender de una manera más objetiva las referencias explicitas de tipos y del punto de vista, y nos ha legado reflexiones aún siguen vigentes en relación con el espíritu del capitalismo.2


Los alemanes, de acuerdo con las experiencias aquí vividas, manejaron sus fincas sobre una base sistemática, trabajaron más intensamente que cualquiera de sus empleados, cultivaron hábitos frugales en su vida privada y aplicaron sus ganancias a la inversión. Y, lo más extraordinario, con su organización consiguieron sobreponerse a las desventajas de tener organizaciones de tipo “espíritu del capitalismo” en un medio ambiente donde predominaba un tipo de actividad económica de tipo tradicionalista.
Esto es lo encontrado en una investigación que data de mediados del siglo XIX. Esto es lo que no encontramos en otros contextos, en otros estudios, ni siquiera en otras organizaciones agrícolas.  Justamente esto es lo que encierra Weber en su estudio del espíritu del capitalismo, sin la necesidad del estricto deseo de la obtención del lucro o almacenamiento de capitales, sino la conjugación de valores como parte de esa cultura propia de un mundo empírico de “hacer bien las cosas” a base de trabajo, de honradez, de disciplina, de orden y de perseverancia.

1. Antecedentes del trabajo en las FCA en el Soconusco.

Esta obra encierra fenómenos multivariados desde su construcción, la sola complejidad de tratar de separar cualquiera de sus elementos constituyentes, llevaría a cambiar el concepto general de finca cafetalera en el Soconusco. Por eso nos apegamos al método histórico para poder llegar al alma y más allá de estas fincas, más acogedoras en sus relaciones humanas y en el imaginario dependiente de las mismas.
El estudio completo se divide en dos partes, la primera nos permite comprender la construcción de la zona cafetalera y sus propósitos, desde luego el proceso propio de los primeros finqueros. La segunda parte la comprende el estudio de la organización y sus relaciones con la  estandarización, con las culturas que lejos de chocar, formaron una, con pleno asentimiento  de la otra, hasta llevarnos a comprender los contenidos generacionales que hubo dentro de ella.


El antecedente de las grandes fincas en el Soconusco, podría decirse, tiene sus orígenes a partir de los deslindes de tierras declaradas baldías, desde  1820 (Villafuerte, 1864), pero fue en el periodo del Gral. Porfirio Díaz Mori (1877-1911) cuando estos, cobraron mayor relevancia, si las tierras eran comunales y no se encontraban tituladas como propiedad privada, las compañías deslindadoras simplemente las declaraban ociosas y se apoderaban de ellas prácticamente sin costo3 (García de León, 1985).
La organización de estas empresas agrícolas, conocidas como organizaciones frágiles4, creó sus medios organizativos de defensa. Así, las Fincas Cafetaleras Alemanas, crearon sus propias estrategias de permanencia, tales como fichas de pagos por tareas de trabajos (tiendas de raya), alimentación y pagos oportunos –factores decisorios en el aseguramiento de mano de obra en la próxima cosecha– galleras (viviendas), servicios médicos, entre otros.


El trato a sus fincas exigía innovación tecnológica, análisis de suelos, sus sistemas de comercialización, sus beneficios húmedos y secos, las estrategias de contratación de mano de obra5, situaciones difíciles de enfrentar por otras culturas. En relación con otras organizaciones agrícolas, acentuamos esa falta de racionalidad, de precisión, de especialización las que conceptualizamos claramente, del cómo se da esa estandarización en la producción, que sin tener la cultura adecuada, simplemente se quedaría en una conjetura o hipótesis.


La especificidad del estudio, consiste en subrayar cuál es la importancia de introducir el análisis y la composición de la tierra, de tener clara las diferencias orográficas, el abono más conveniente, el crecimiento de la planta, cuánto se puede obtener de rendimiento de cada planta, es decir, en esto hay una estandarización. No se trata solamente del análisis de la composición de la  tierra, sino de toda una serie de variables que finalmente tienen que ver con la producción de café, para la estandarización de la producción, para obtener un mismo tipo de café estable, un tipo de semilla estándar, del mismo tamaño, del mismo peso, para poder incluso asignar las tareas a los trabajadores, para saber cuánto se podía obtener de café de cada planta, para poder hacer un cálculo anual de cuánto se puede producir y cuánto se puede ofertar en el mercado, cuál va a ser la ganancia, cuánto se puede disponer de esta ganancia para reinvertir o comprar maquinaria, electricidad. Un cálculo hecho solamente por ellos, esto se llama estandarización del café.
Para alcanzar este objetivo, debían poseer maquinaria, organización y división del trabajo, permanencia de la mano de obra, capacitación, una plantilla de técnicos, de acapillados. Todo eso está en relación con la necesidad de un producto estable, que permita calcular racionalmente la producción, cuánto se puede obtener de ello, cuál es la mejor organización del trabajo, la mejor tecnología para aquello, la mejor fuerza motriz. Con esto estamos demostrando las características de la organización, y cómo la organización toda ella se imbrica, para producir ese grano de café estable del cual se puede hacer un cálculo también estable para saber cuántas semillas caben en un quintal y cuánto se va a obtener en el precio por cada costal, así como el costo de todo ello. 
Esto no lo podemos explicar  sin la presencia de  pautas rutinarias, que convierten a la producción de café con base a rutinas, que también establece estándares. Por esto se trata de fincas basadas en la ciencia, en el desarrollo de la investigación técnica, y esas rutinas son obra de ingenieros profesionales, quienes en realidad no hacen sino acordar tecnología científica con capitalismo, lo que ha permitido ese medio común gracias a la ingeniería moderna aplicada al campo, introducida por los finqueros alemanes en el Soconusco, en términos de Justus Von Liebig (1844). 


Lo ideológico, de acuerdo con estas experiencias en la forma de organizarse en términos de Weber (1910), no siempre es consecuencia de lo económico, puede darse en sentido inverso. La visión del mundo en el individuo puede estar condicionada, más allá de lo económico, por sus creencias y religión, y éstas pueden ser causa de cambios; por debajo de una economía subyacente en una visión del mundo impregnada de determinados valores; cuando cambian estos valores, entonces el hombre cambia la sociedad y a las estructuras económicas.


Estas apreciaciones las identificamos en las FCA; mismas que por su importancia han sido objeto de estudio, bajo el punto de vista del historicismo, de la sustentabilidad, del manejo estadístico, pero nunca en México se ha hecho un estudio organizacional; a lo más que se han ocupado es a hablar de la producción de café, así sabemos que en Brasil, África, Vietnam, Argentina y algunas partes de Colombia y Guatemala, la producción se hace con el apoyo de automotores. En el Soconusco, exigido por las condiciones del terreno, es trabajo a mano, lo que le da una mejor calidad al aroma, al sabor y a la presencia del grano de café.
Sabedores de la importancia de la historia para la comprensión del presente, reconocemos ampliamente al gobierno de Guatemala, esta dedicación, quien supo captar registros histórico, estadístico, económico y migratorio del mundo de la caficultura; por eso hoy sabemos que la cultura alemana se extendió de Guatemala al Soconusco en 1850, teniendo su auge en el Soconusco en 1870 y que Wagner (1996), obsequia al mundo. 


En México, por desgracia no tenemos un estudio pormenorizado sobre las fincas alemanas. De hecho, el nuestro está también sesgado en la medida en que se ocupa principalmente de la cuestión organizacional, aunque no podemos desconocer la existencia de otros enfoques que pudieran permitir hacer un estudio más detenido sobre innovación tecnológica, migración de la mano de obra, participación de los mercados en las fincas, la salud dentro de las fincas, el sexo en las fincas cafetaleras, la relación entre chamulas y alemanes, las costumbres, religión, vestimenta, las comidas, etc.,
Encontramos en este estudio la vocación. Si todo aquello que por vocación, por “llamado”, se hace o se debe hacer, hay que hacerlo bien, para corresponder a ese llamado, a esa vocación, para no traicionar esa vocación. Este es un tipo de actividad económica, distinto. Este tipo se caracteriza porque en general hoy día, los trabajadores prefieren tener menos trabajo a mayor paga, cuando en las horas de trabajo buscan un máximo de comodidad y un mínimo de esfuerzo, cuando no pueden o no quieren adaptarse a métodos de trabajo nuevos (tradicionalismo).  


El tradicionalismo basado en los hábitos del trabajo no fundados en el rigor sino en la comodidad y un “cálculo económico moderado”. Vivir y dejar vivir; hacer y dejar hacer; dejar hacer, dejar pasar. Aquí se apuntala una perspectiva que nos permite subrayar la emergencia de un tipo de actividad económica por obra de los finqueros alemanes que no tiene como fundamento ni la avaricia ni la rapacidad sin escrúpulos, fenómenos, actitudes, conductas que difieren por completo del trabajo bien hecho, de la ética del trabajo bien hecho, de la cultura del trabajo bien hecho. Cultura que difiere contrasta de la voracidad, de la falta de escrúpulos, de la ganancia como fruto de la conquista o de la aventura. 
Las FCA de las dos primeras generaciones no son empresas tendientes a obtener logros eventuales. Aquí dominan consideraciones éticas en las relaciones incluso con los trabajadores, coincidentes con una moralidad estricta. La moral no está ausente de los negocios.


Las tendencias universales de la acción han sido demasiado poderosas para que pudieran ser eficazmente contrarrestadas por estos pocos finqueros excepcionales del período 1850-1900.


Hoy descuella el concepto de ganancia, que no es el de sus padres y abuelos: la ambición, la codicia, la obtención de ganancias a costa de un mínimo de esfuerzo disciplinado, el trabajo ya no entendido como un deber y una vocación, concebido ahora como una carga a evitar tan pronto como se pueda.


La relevancia de este trabajo se encumbra al encontrar los cortes generacionales dictados también por cortes históricos, originadores de un imaginario que nos transporta en tiempo y espacio, recubriendo valores propios de la división del trabajo de las organizaciones agrícolas, con una cultura adecuada auna clara autonomía de las organizaciones.

2. Racionalidad, innovación y trabajo en las FCA en el Soconusco.


Este imaginario parte de la realidad del trabajo, el cual exige el conocimiento total de los retos de la naturaleza, a partir del trabajo mismo, así tenemos:
a) La racionalidad en el trabajo. Esta refiere a las organizaciones agrícolas ponderando la trascendental importancia de la cultura de la inmigración alemana proveniente de Guatemala, en el trabajo de las FCA. Una cultura que solo ellos pudieron hacer incólume a las distintas influencias de que fueron objeto (dos guerras mundiales, la independencia de México, la reforma agraria, las guerras de castas, entre otras, al interior del estado chiapaneco).


A partir de esta cultura, encontramos el concepto de finca a que refiere nuestra investigación, no referimos a los mitos alrededor de ella, es decir nos avocamos al estudio del uso del conocimiento, a la infraestructura y al café,  cuya presencia otorga consistencia no solo al marco teórico, sino también al marco contextual.
He aquí, los procesos en el trabajo racionalizado que definen a las FCA y a las fincas definidoras de dicha racionalización; su historia en el Soconusco desde el año de 1850, aunque desde 1820 se tienen registros de la existencia de fincas cafetaleras, y en el mundo, la importancia dada al surgimiento de la administración moderna, de los mandos intermedios (Staff) de Frederick W. Taylor (1898), en la industria metalúrgica. 
Se encuentra, además, la historia de aquellos finqueros pioneros en Chiapas, provenientes de Guatemala, donde vivían del cultivo y exportación de azúcar, añil, cochinilla, palo amarillo y de tinte; zarzaparrilla, cueros, carey, perlas y oro; pero principalmente del café, su mundo empírico. Otros provenientes directamente de Alemania (Ponce, 1985; Rébora, 1982 y Spenser, 1983). Dejando como testimonio no solo el trabajo realizado en las FCA, sino el bello florecimiento del Soconusco en el terreno no solo agrícola, sino también comercial e industrial, así como los efectos observados por sus descendientes hasta la tercera y cuarta generación6
En cuanto a la distribución física de las FCA, es toda una invitación a la racionalidad. Su  estructura concéntrica, invita al imaginario de la dinámica del trabajo, de la precisión, del ahorro de tiempo y de costos, combinada con esa paz fruto del trabajo bien hecho del día a disfrutarse por las tardes, en el merecido descanso familiar en el casco de la finca (primer círculo); seguido por las casas de los acasillados, oficinas y beneficio seco (segundo círculo) y el resto, el tercer círculo, lo forman las plantaciones, arroyuelos, puentes y veredas.


El patrón, “el buen patrón”, lo distinguen los jornaleros, por los pagos oportunos y dos comidas con carne de res, de puerco o de pollo a la semana, esto quiere decir que el resto, solo proveía frijol, arroz y tortillas.


Hoy día los salarios son fijados por la Ley Federal del Trabajo y las obligaciones patronales en las fincas, es la de proporcionar al trabajador una ración diaria de maíz (3-7 tortillas); 130 gramos de frijol; 130 gramos de carne; aunque pudiera disminuir, a cambio de aumentar la de maíz y frijol; 40 gramos de café y de azúcar; desde la tercera generación, se volvió opcional para éstos, asistir a una u otra finca.
En esta quinta generación, aún se puede observar aquellos trabajadores que se allegan a las fincas, más por gratitud a los patrones que por vocación (Montagua, Santa Anita y la Granja7).


Los finqueros alemanes, sostiene Charles Helbig (1964), “… llegaron al Soconusco para invertir su capital y obtener ganancias y estar al frente de las innovaciones agrícolas...”.
Frente a las técnicas usadas tradicionalmente, ellos “opusieron una técnica de producción perfecta, encaminada hacia el provecho económico, basada en el empleo de especialistas pagados, con reinversiones de grandes capitales privados de la venta del producto en el mercado mundial”. Los finqueros alemanes, por ningún motivo se puede afirmar, eran simples colonos ya que éstos además de legar su cultura, se quedaron y formaron familias e hicieron escuelas, fundaciones o asociaciones civiles de beneficio social.


b) La innovación tecnológica, entendida como aquella herramienta utilizada para la perfección de la calidad, trátese ésta de utensilios, maquinaria o equipo, así como el propio trabajo de laboratorio, de ensayo, de datos o registros que ayudan a la precisión en términos de Schumpeter (1912). 


Mucha de esta pesada maquinaria como la despulpadora, fermentadora, secadora, desmucilaginadora, retrilladora, separadora, eran transportadas en partes, por bestias de carga, o a “lomo de chamulas”8,  y donde se podía,  utilizaban troncos para rodarlos. Las instalaciones de las fincas se sitúan sobre los cursos de los numerosos ríos que surcan las montañas de la región, pues necesitaban el agua para lavar, despulpar, fermentar, transportar el café y como generador de energía eléctrica, para lo cual se necesitó la contratación de profesionales (Spenser, 1987).
Aquí se explican las innovaciones realizadas a las máquinas en el proceso de despulpe, hasta obtener el café pergamino u oro. Máquinas originarias de Costa Rica, Guatemala, Colombia y más tarde se realizaron algunas en las propias fincas y otras en Veracruz. Adaptaciones obligadas por el medio ambiente, para el transporte del grano aprovechando la fuerza del agua de los ríos, el sobrecalentamiento y el rendimiento9. Racionalidad al servicio de la calidad10


c) La mano de obra. Este es un renglón donde los sindicatos agrícolas no hubiesen podido ser sin la presencia de las FCA del Soconusco, debido a la gran cantidad de mano de obra requerida éstas para su cosecha, principalmente. 
Las estrategias para hacerse de ella, provenían desde las políticas del  gobierno del estado, imponiéndoles castigos a los indígenas para servir como fuerza de trabajo en las FCA ("Guerra de castas"11); endeudamiento; iniciativas de ley aprobadas por el Congreso del Estado, hasta acuerdos entre cafeticultores del Soconusco y “alteños” de San Cristóbal, (García de León, 1985).


Debido a la carencia de esta fuerza de trabajo se importaron 400 esclavos negros jamaiquinos e indios kanakas de Polinesia en 1897, para el pesado trabajo en las fincas, quienes fueron muriendo poco a poco. Los chinos en 1896 se negaron a trabajar en las plantaciones (Seargent, 1888; Baumann, 1983). 


Los enganchadores surgieron como valiosos elementos en esta necesidad, así la Unión de Cafetaleros del Soconusco, significó nueva estrategia en la contratación y traslado de mano de obra a las fincas (Baumann, 1983; Pohlenz, 1979; García de León, 1985). El origen de las tiendas de raya; sistema de peonaje por deudas; la “Ley de ejidos” decretada por el gobernador Emilio Rabasa (1911) consistente en la privatización de tierras baldías; así como la “Ley de capacitación" que obligaba a los indígenas a tener dinero para poder pagar el nuevo impuesto, son tomados como nuevas formas de retención de esa mano de obra y todo lo que ello significó en las FCA (Baumann, 1983; Pohlenz, 1979).


La misma Revolución Mexicana significó relevante proceso de lucha en las FCA, con una connotación protagónica (Rébora, 1982); hasta la fundación del Partido Antirreleccionista en Tapachula. La intervención del ministro alemán von Eckardt, ante el gobierno de Carranza, quien logró la “alianza de beneficios comunes” (Baumann, 1983), hasta el reconocimiento de la "Perla del Soconusco", relatan como las FCA se convierten en una enorme potencialidad económica y el papel de éstas frente a la Primera y Segunda Guerra Mundial. (Spenser, 1988). 


La contratación de la mano de obra en las FCA, sirvió de antecedente para la formación del Sindicato de Obreros y Campesinos del Soconusco, afiliado a la (CROM) en abril de 1922; así como el nacimiento del Partido Socialista del Soconusco, en Tapachula y la Confederación Socialista de Trabajadores de Chiapas (mayo de 1925),  sumando a ella a la mayoría de los trabajadores de las fincas. Así, nace la Junta Central de Conciliación y Arbitraje y Municipales de Conciliación, hasta la promulgación de la "Ley laboral” (1927) que obliga a substituir los contratos individuales por los colectivos (García de León, 1985). 


Los indígenas libres de deudas huían de los centros de trabajo. A finales de 1936, los cafeticultores y las autoridades gubernamentales crearon el Sindicato de trabajadores indígenas, que tenía por función asegurar su mano de obra; pero después de 1950, los indígenas trabajaban en las fincas cafetaleras por voluntad propia debido a la necesidad de obtener ingresos monetarios, dando origen a las estructuras de acasillados y jornaleros, vigentes hasta la fecha (García de León, 1985). 
d) La comercialización. Este proceso, observado en la primera y segunda generación, enlaza con el financiamiento para el trabajo en las fincas y el mercado alemán y no se mantiene para la tercera y cuarta. Sin embargo, estos cambios no se hubiesen definido sin el análisis organizacional practicada en las FCA; funciones y formas en  la toma de decisiones en las FCA (Pohlenz, 1994). 


Las primeras generaciones observó la producción como una constante en los mercados, más tarde, fue la demanda y hoy día, los precios regidos en la bolsa de valores de New York. La mano de obra con fuerte tendencia migratoria y la sobreoferta de café en el mercado mundial, así como el coyotaje, aparece desde la tercera generación (1950), tutelado por aquella demanda no cubierta con su propia producción. 
En las últimas tres o cuatro décadas, la comercialización del café ha sido bastante criticada por las ONGs y las nuevas modalidades como el comercio justo, sin embargo éstas también son sometidas a severas críticas, ya que los beneficios ofrecidos, no se reflejan en la calidad de vida de los campesinos.


No se cuentan con criterios para homologar el valor del dinero, pero si se señala el estudio comparativo de Weber sobre las conductas católicas y protestantes y el tradicionalismo, para tratar de explicar el desamor por el trabajo y el concepto del dinero por los nativos, hasta mitad de los años 50s. 


Lo observado en las primeras generaciones de finqueros, es esa forma de pertenencia al terruño, al  trabajo, al “hacer las cosas bien”, de ese finquero “socrático” de Nietzsche; y al jornalero que se vuelve poco a poco parte de la finca y se convierte en “la gran familia”, la cual en caso de existir, aún añora. 


Los finqueros alemanes se procuran el bienestar a partir de proteger el habitat de sus fincas, con base en las ciencias naturales. Estamos en presencia de la ciencia aplicada a la agricultura, a la industria, a la naturaleza, al campo, a la producción de café, a la enseñanza experimental. Utilizando la relación entre los componentes de la tierra, del agua y del aire, que participan en la vida de las plantas y de los animales, en términos de Justus Von Liebig (1844). 


La riqueza de estas FCA, no radica en la propiedad, organización, producción, sino en su historia, precisamente por que ya existía todo esto.  Cuando Taylor llegó, esto era parte elemental de estas organizaciones flexibles, existía como fundamento, como sustrato, como principio del cual partir. Las FCA, no salen de la nada.
Esta es ya la cultura, servir a la humanidad, aplicar los conocimientos al bienestar de la humanidad, ideología proveniente de la ilustración predominante en Europa. En otras palabras,  esta es la racionalidad del capitalismo. Es mantener la fecundidad del campo y aumentarla. Es un constante aprender de ella. Es subyacer en la organización, como en un organismo vivo, un ser orgánico, y lo podemos apreciar en todos los procesos del trabajo.

3. Formas de organización en las FCA en el Soconusco.

Los cortes generacionales practicados en esta investigación nos enseñan las diferencias entre una y otra generación, reflejadas en la vida cotidiana del finquero y su familia; su educación; la mano de obra especializada y tipo de integración, hasta llegar al profesional especializado mexicano; la participación de la patrona, esa fuerza invisible presente tanto dentro de la finca, como en la sociedad urbanizada; el tipo de toma de decisiones y su impacto en la finca.


            El histórico imaginario dentro de las FCA y sus cortes generacionales, ilustran no el imaginario movimiento del tiempo en la vida de las organizaciones agrícolas, sino su interpretación en las relaciones de comunicación y la toma de decisiones en la estructura organizacional. Se observa la relación administrativa de las fincas; la participación de los maestros y médicos, al servicio de la comunidad de la finca, hasta la intervención de la SEP y del IMSS (1956) y los juegos de los hijos de los patrones, jornaleros y acasillados12.


Los salarios que se asignaban en las fincas eran con base en la confianza, antigüedad, lealtad y desempeño, y superaban y por mucho, a los pagados en las dependencias oficiales y empresas privadas de las ciudades. En respuesta a ello, se exigía mayor responsabilidad en los trabajos de las fincas, que en periodos de floración, ofrecían mayor fragilidad y procuraban más trabajo y cuidados, desde conservar la planta, hasta la cosecha en verde, maduro y pepena.


            La toma de decisiones en las primeras generaciones se practicaba en forma circular y con la participación de toda la plantilla laboral, esto era debido a que los trabajadores junto con los patrones, recorrían palmo a palmo la plantación permitiéndoles conocer hasta el último rincón del terruño, precisando los puntos que exigían mayor cuidado (puentes, caminos, brechas).


La tienda de raya se convirtió en la principal herramienta para la retención de la mano de obra, el planillero asentaba en la planilla desde producción hasta préstamos personales, los cuales se cobraban el día de pago, pasando previamente a cubrir las deudas de la tienda.


La organización de las FCA en la primera y segunda generación, si bien se realizaba de manera empírica, deja entrever la capacidad de la división de trabajo propuesta por Adam Smith y popularizada en la literatura del management por Taylor y Fayol a principios del siglo XX. Esta forma de organización se centraba en el patrón como director general de la organización, con círculos de allegados en una primera instancia funcionarios administrativos, funcionarios Staff en un segundo nivel, y personal operativo y supervisores en el tercer nivel.

Una serie de cambios se fueron asentando en las nuevas forma de vida de los nuevos finqueros como se puede observar en los cortes generacionales, desde la contabilidad llevada dentro de las fincas, tal como podemos observarla en el siguiente esquema, a diferencia de las primeras que se hacía en la ciudad de México; bajo un concepto de “manejo de flujo de efectivo” y no de la contabilidad ortodoxa, practicada hoy día.
En la nueva forma de organización de las FCA en las dos últimas generaciones, aunque la figura pretende demostrar un esquema circular, la toma de decisiones se promueve en forma vertical, donde el control se convierte en el común dominador de la certidumbre y la rigidez organizativa, en rutinas dictadas por la oferta y la demanda.

En este nuevo modelo organizacional, es posible observar la evolución de las características constituyentes de la misma, y su correspondiente con el proceso de toma de decisiones de la alta gerencia, como consecuencia de la interacción entre la propia organización y su medio ambiente social, económico y cultural.

Exegético

4. Cortes generacionales para el estudio de las FCA.

En el presente apartado se presenta una de las formas hermenéuticas adoptadas para el estudio de la FCA, seccionando el estudio organizacional en cuatro cortes generacionales.

1ª generación: 1850-1900

 

Vivió en la finca

Educación y costumbres alemanas

Construcción del casco de la finca y cafetales.

Uso del conocimiento de precisión.

Profesionistas alemanes.

Uso de la racionalidad y de la ética en el trabajo.
Capacidad de ahorro.

La patrona, fuerza invisible en el equilibrio del hogar.

Todos los trabajadores administrativos son alemanes.
Decisiones en el trabajo: patrón y administrador.

Esto nos permitirá distinguir los elementos que dan vida a la primera y la segunda generación. Advertimos más de cerca el significado por el terruño y los valores propios de él: el trabajo, la honradez, el orden, la disciplina y la perseverancia.
El lograr enfrentar la adversidad por perversa que pareciera, hizo que la segunda generación (1900-1950), trascendiera en el campo agrícola, comercial, financiero y social.

 

2ª generación: 1900-1950

 

Vivió en la finca

Educación y costumbres alemanas

Mantenimiento del casco de la finca y compra de maquinaria y equipo. Reparación del beneficio.

Uso del conocimiento de precisión de profesionistas mexicanos especializados que nacieron en la finca.

Uso de la racionalidad y de la ética en el trabajo.
Capacidad de ahorro.

La patrona, fuerza invisible en el equilibrio de la  comunidad.

Decisiones conjuntas entre patrón y todos los trabajadores administrativos  alemanes.

Esta generación acepta la transición de esa herencia cultural y continúa con la finca de igual manera. Su construcción la hizo con lo propio, lo existente en la finca, con quienes estaban en ella. Reconoce la bonanza de los precios de la época, debido a las heladas en Brasil, lo que permitió conocer a los finqueros el fuerte poder del capitalismo tradicional referido por Weber, capital que embriaga en el humo de la ambición y de la suntuosidad. 

 

3ª generación: 1950-2000

 

Vivió en la finca y en la ciudad de Tapachula.

Educación en la ciudad de México y Monterrey.  Costumbres biculturales alemanas y mexicanas.

Compra de productos suntuosos. Adquieren propiedades en otras ciudades, y  viajan por el mundo.

Uso del conocimiento de precisión de profesionistas mexicanos especializados que nacieron en la finca o los mandaron a estudiar

Uso de la racionalidad y de la ética en el trabajo.

La patrona, fuerza invisible en el equilibrio de la  comunidad. Ocupa cargos en la sociedad

Decisiones conjuntas entre patrón y administrador. Comunicación con todos los trabajadores administrativos. 

La tercera generación (1950-2000), recibe esas bonanzas y se pierde en ellas atestando a hijos y esposa de ese capitalismo tradicional, más no racional. Esa ruptura generacional los llevó a la ruptura cultural. Señoreó la mala administración, no se previeron dificultades; se fomentó la proterva hasta la fecha.
La cuarta generación (2000-2006) se identificó con el mundo citadino, dejando de lado el trabajo de los cafetales. El desánimo se dejó sentir, sumado a los bajos precios nunca más recuperados, la ausencia de la mano de obra, las fuerzas cada vez más inclementes de las tormentas tropicales, han dejado a los finqueros en una fuerte abstracción: el futuro de las fincas.

 

4ª generación: 2000-a la fecha

 

Viven en la ciudad de Tapachula.

Educación en la ciudad de Tapachula y México.  Costumbres biculturales alemanas y mexicanas.

Se dificulta sostener los productos suntuosos, las propiedades en otras ciudades y los viajes por el mundo.

Acepta su mala administración y la falta de previsión ante la crisis de precios.

Acepta fallas en el uso de la racionalidad y de la ética en el trabajo de la 1ª y 2ª generación.

La disociación entre los alemanes culpa del fracaso en las fincas. La patrona ya no es exclusivamente alemana.

Decisiones verticales del administrador.
Recuerdos de los primeros patrones. Comunicación con los trabajadores del beneficio y  administrativos. 

 

La línea divisoria entre las dos primeras y la tercera y cuarta generación es muy clara. La disociación observada desde un principio proporciona elementos al interesado en este tema, percibir la situación apremiante en las FCA. No se advirtieron puentes de conexión interculturales. No existió el trabajo asociado entre finca y finca y entre finquero y finquero.
Sin embargo, coexistieron escenarios históricos de afiliación de finqueros, dictados por las insuficiencias: en el período 1850-1870 por las conveniencias de las inmigraciones conjuntas; la segunda, en 1920-1948, alianza para enfrentar las amenazas de expropiación de las tierras; la tercera, en 1970, para redefinir los porcentajes de los impuestos; en la cuarta 1980-1985, se asocian para la comercialización del café (la más alta venta recordada en los últimos  años; en la quinta en el año 2005, se asocian para lograr la diversificación de la producción en sus fincas y en  para enfrentar las contingencias del huracán Stan.


Hoy día la Asociación de Productores de Café del Soconusco, presidida por el Sr. Ricardo A. Trampe Taubert13, acepta la inexistencia de una cultura de la asociación entre los finqueros alemanes de la tercera y cuarta generación. Hoy trata de conquistar el trabajo asociado, a partir de la confianza en beneficios comunes a través de programas federales emergentes y de acopio, así como de proyectos productivos conjuntos, aunque aún se encuentran en la fase diagnóstica y de gestión. La propiedad de las tierras en diferentes altitudes y condiciones ecosistemáticas, es la virtud más grande de los finqueros, reconoce. De no lograr confianza en el trabajo asociado, continúa, las fincas inexorablemente desaparecerán bajo el estadio de la aculturación.
El poder más importante de nuestra vida moderna el capitalismo, adoptado también por los finqueros cafetaleros del Soconusco, desde la tercera generación. No quiero decir con esto, que el finquero alemán no se identifique con la aspiración a la ganancia lograda, con el trabajo capitalista incesante y racional, esa ganancia renovada a la rentabilidad, pues todo esfuerzo individual no orientado a la búsqueda de la rentabilidad, está condenado al fracaso.


Este trabajo no pretende constituir un análisis esquemático de la cultura de los finqueros alemanes, pero sí marca los cortes relevantes de cada generación, demostrando con ello los agentes de identidad, expresados a través de su cultura, y ventilados en esta investigación.


El papel de la patrona en las fincas y en la sociedad tapachulteca ha jugado un papel trascendental y por vía de la presente investigación, se comprenderá el reenjuego de la moral, de la educación y de la ética en las familias alemanas del Soconusco. En la tercera y cuarta generación, estos valores las hicieron ser instadas a ocupar cargos honorarios en la vida social tapachulteca, conquistando el respeto por su virtuoso desempeño.
Las fortalezas y debilidades de esta investigación, serán producto de la calidad de su interpretación y de su historia. Es un trabajo, pensamos, destinado a ser superado en mayor medida de lo hasta ahora presentado. Su identidad radica en el recorrido del trabajo arduo en las fincas y en el abandono en que se encuentran ahora, del jornalero buscador  "oportunidades" en las zonas urbanas nacionales y extranjeras. 
Los inacabados procesos de certificación en la calidad, ella misma y los precios del café,  golpean fuertemente a los costos de operación y producción. Estos "controladores" de la nueva cultura del café, han logrado hacer el cambio en los escenarios, en el paladar y en las preferencias; han caído en la vorágine mañosa del comprador mayoritario. Al parecer, esto no preocupa a nadie; pareciera que el sistema advierte la desaparición de una cultura, cuyo eje es “hacer bien las cosas” apostándole al café de mercado, al consumismo novedoso.


En opinión de los actuales caficultores alemanes del Soconusco, no supieron entender la diversificación. La falta de asociabilidad en el trabajo, en las finanzas y en los proyectos productivos, transformó su cultura, reconocen, en una cultura simple, individual, suntuosa y de subsistencia. No será extravagante en un futuro muy próximo, registrar a los propietarios de estas fincas bajo esquemas de trabajo asalariado o rehacerse en el trabajo asociado, en el trabajo ético; en el trabajo propio, el de la honestidad, el del orden, el de la perseverancia y el de la disciplina, construcción organizacional que permaneció fuerte por más de ciento cincuenta años.

5. Reflexiones y conclusiones finales.

Las experiencias vividas durante el presente estudio en las fincas cafetaleras del Soconusco, nos dejan profundas reflexiones imposibles de circunscribirlas en procesos acabados. Entre las cavilaciones más importantes encontramos las siguientes: 

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1 Doctor en Estudios Organizacionales por la UAM Iztapalapa, profesor–investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias de la Administración C-IV, con sede en Tapachula, de la Universidad Autónoma de Chiapas, con más de 20 años de experiencia docente y administrativa, miembro de número de la Red Mexicana de Investigadores en Estudios Organizacionales, integrante del Cuerpo Académico con registro ante el Promep Estudios organizacionales y aprendizaje organizacional.

2 No en términos de la obtención del lucro por explotación y el provecho que rinde la dirección de una fábrica, y mucho menos designar como “espíritu del capitalismo” toda aspiración a la adquisición del dinero, dice que con lo segundo se pierde toda precisión en los conceptos y con lo primero, la posibilidad de destacar lo específico del capitalismo occidental, frente a otras formas capitalistas.

3 En 1908, 150 propietarios extranjeros trabajaban ya el 40% del territorio chiapaneco. Manuel Romero Rubio, suegro de Porfirio Díaz y secretario de gobernación (1884-1892), prestaba sus “servicios espaciales” a Luís Huller, de la empresa Mexican Land and Colonization, Ltd, de capital británico. Sólo en 1887, se titularon a nombre de esta empresa casi dos millones de hectáreas, gran parte de ellas en el Soconusco.  

4 Llamadas así, por que es poca la resistencia que ofrecen a la naturaleza.

5 Los convenios firmados entre el gobierno del estado de Chiapas y embajadores alemanes, dirigieron la mano de obra de los chamulas a los trabajos de las fincas cafetaleras. No existía el concepto del trabajo en las etnias, al menos no del trabajo a cambio de dinero; dinero que para ellos no tenía muchos usos (N del A).

6 Entrevista a profundidad con el Ing. B. Giesemann. Finca Argovia. 9/marzo/2006.

7 Entrevista a profundidad con la Srita. Ingrid Hoffmann. Tapachula. 27/julio/2005.

8 Perteneciente a la etnia de los tojolobales, tzotziles o tzentales, de la zona de los altos de Chiapas cuyo término “chamula” en zoque, significa cargador (Galdamez, marzo del 2002).

9 Schumpeter J. Teoría del desenvolvimiento económico. 1912.

10 Entrevista a profundidad con don Marcos Romero Córdova. Tapachula, Chiapas. 17/Junio/2006.

11 Este movimiento se inició por haber realizado un culto a un ídolo nativo, cosa que molestó a la iglesia, en 1860. La “Rebelión de Cuzcat” como también se le conoció a dicho movimiento, fue reprimida en 1870 donde los vencidos cayeron en la servidumbre como "baldíos".

12 Entrevista a profundidad con la familia Castellanos Martínez. Tapachula, Chiapas. Julio/15/2006.

13 Entrevista a profundidad. 10/02/06. En las oficinas de la Asociación de productores de café del Soconusco, Tapachula, Chiapas.

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