DIVERSIDAD CULTURAL Y MIGRACIÓN. ECONOMÍA, CULTURA, SALUD Y POLÍTICA

María del Carmen Cebada Contreras
Eduardo Fernández

Tipología de la migración de retorno contemporáneo: impactos y reflexiones desde  una población michoacana. Eduardo Fernández Guzmán, Rubén Ramírez Arellano y Héctor Daniel Vega Macías

Universidad de Guanajuato*

Resumen

El abanico de consecuencias que han traído consigo todo este espectro de retornados van desde la activación de la economía local y la generación de empleos, la diversidad religiosa, hasta la agudización de los problemas sociales y familiares. El retorno, no dejó de afectar, para bien o para mal, las aristas macro, meso y micro de la comunidad. Es decir, la migración de retorno en Huandacareo, Michoacán ha traído cambios sociales significativos.

Introducción

Muchos de los descubrimientos empíricos actuales enfatizan no únicamente los cambios acaecidos, sino la gran complejidad que ha adoptado el proceso migratorio actual. La migración internacional es parte de una revolución transnacional que está reconformando las sociedades y la política en todo el mundo. Así tenemos que los esquemas migratorios de larga duración sobreviven con nuevas modalidades, que surgen como consecuencia del cambio económico, las luchas políticas y los conflictos violentos.

La nueva era de las migraciones, surgida a finales de la década de 1970 e inicios de los ochenta, se caracteriza por una gama de factores que se interrelacionan en un contexto global muy complejo y contradictorio, que por un lado, demanda una gran cantidad de mano de obra barata y de una movilidad de todos los factores productivos, de la generación de procesos de integración económica y la liberalización de flujos financieros; y por el otro, genera barreras para la restricción de las migraciones internacionales (Ibarra, 2007:10-11).

En las últimas tres décadas el patrón migratorio proverbial México-Estados Unidos ha tenido cambios en cuanto a su magnitud, intensidad, modalidades y características, sellando con ello un nuevo ciclo en este fenómeno. De la década de 1940 a inicios de la de 1980 el perfil y los patrones del migrante mexicano se caracterizaba por ser: trabajadores con niveles bajos de escolaridad, hombres, jóvenes, solteros, con poco dominio del inglés, con una baja calificación ocupacional, concentrados prácticamente en el suroeste estadounidense desempeñando en la agricultura, y provenientes de las zonas rurales de unas cuantas entidades de la región centro-occidente de México, quienes trabajaban durante seis u ocho meses en Estados Unidos y el resto del año se mantenían ocupados en sus lugares de origen (Verea, 1982:49; Tuirán, 2007:111-112).

Los estudiosos del fenómeno migratorio a Estados Unidos coinciden en señalar las características de este nuevo panorama que las diferencian de manera muy notable con las registradas en periodos anteriores (Zúñiga y Leite, 2006:49;  Zenteno, 2007:85; Arizpe,  2007:90-92; Tuirán, 2007:111-114; Trigueros, 2004:97-98; Delgado y Márquez, 2007:134; Ávila, 2006:109): aumento en volumen de la migración que abarca  toda la geografía nacional (Roberts y Hamilton, 2007) (Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Zacatecas han perdido participación relativa, aunque aún envían alrededor de la mitad de los migrantes) cambios en el perfil sociodemográfico (aumento de los indígenas, mujeres y de origen urbano) y en la temporalidad de los migrantes (ahora es más permanente por el aumento de la migración indocumentada y las políticas de contención fronteriza)1, y diversificación de los sectores de inserción económica y de la geografía en la sociedad de destino, migración de familias completas, aceleración del proceso de ciudadanización -hacerse ciudadano estadounidense- (Escobar, 2007:231-232; Faist y Gerdes, “Doble, 2006:97), y aumento de la fuga de cerebros, entre otras.
Las repercusiones en el ámbito sociocultural no son menos significativas, destacando entre ellas la expansión de las organizaciones transnacionales, los cambios en las prácticas comunitarias y las tensiones en los procesos de identidad y socialización de las nuevas generaciones (Ariza y Portes, 2007:24).

El estudio de las consecuencias de la migración internacional

Se afirma que el desentrañamiento de los efectos causados durante el proceso migratorio es lo que mejor permite develar las particularidades de este fenómeno. No obstante, muchos autores señalan que existe un gran vacío en cuanto al estudio de las consecuencias de la migración, la escasez bibliográfica en este sentido es notoria. Al respecto Roberto Herrera nos dice que esto se debe a lo intrincado que presenta el análisis de los efectos globales producidos por la migración y porque su estudio se ha perfilado fundamentalmente en los aspectos que conciernen al migrante individualmente considerado. Pero incluso, la investigación de esta arista del fenómeno, tanto en las comunidades de origen como en las de destino, no ha sido muy relevante, ni en cantidad, ni en resultados. No obstante, aun cuando es verdad su limitación en cantidad, las contribuciones teóricas sobre las consecuencias de las migraciones que han resultado de ellas han tenido relevancia en ciertos aspectos nodales (Herrera, 2006:161-162).

La asimilación es tal vez uno de los temas más tratados sobre las consecuencias de las migraciones y de los más controversiales, sobre todo  por sus efectos psicosociales y el mar de discusiones que giran en torno al significado del concepto y su capacidad para reflejar la realidad. De ahí que no se agote las discusiones sobre el angloconformismo (movimiento tendiente a integrar culturalmente a los inmigrantes a la sociedad de destino), melting pot (mezcla e intercambio cultural que devendría en un nuevo sistema cultural, sin predominio de unos u otros), y el multiculturalismo (una convivencia sin fusión de diferentes grupos étnicos y culturales).

Ha merecido también atención de los investigadores sociales la relación que establece el migrante con el medio receptor, por lo que se ha estudiado su grado de inserción social por medio de la  participación (cultural, económica,  ecológica y política) e integración o de lo contrario su marginalidad2 y sus múltiples y nefastas manifestaciones, no sólo en la sociedad huésped, sino también, en el caso de los deportados, en la sociedad de origen.

Por esto una veta de investigación inconmensurable es el estudio de los efectos psicosociales de la migración. Los migrantes son más proclives a enfermedades y desajustes mentales que la población que se queda. La complejidad de los procesos de adaptación son factores que inciden fuertemente en potencializar desequilibrios psíquicos (Thomas y Znaniecki, 1957).

Los efectos de la migración también se dan a nivel económico individual y macroeconómico. Para muchos investigadores la migración ha traído saldos positivos a nivel individual. El concepto de “capital humano” y el de “valor descontado” en la inversión del ciclo vital, ha sido tratado periódicamente para observar las consecuencias de este fenómeno. Bajo este enfoque analítico se enfatiza que el individuo puede visualizar la alternativa de acceder a un mejor rendimiento para sus futuros años de trabajo mediante la migración, lo que es considerado como una inversión de “capital humano” que incurre en costos y produce beneficios. De los efectos macroeconómicos se han suscitado acalorados debates en cuanto a sus consecuencias (positivas o negativas) que han dependido fundamentalmente de la orientación teórica del autor. Los de vocación marxista se inclinan más por los negativos ya que provocan inflación, pérdida de capital humano y dependencia de las remesas; por su parte los más proclives a los modelos neoclásicos resaltan el lado positivo ya que consideran que el envío de remesas se refleja en una mayor estabilidad del tipo de cambio, de la balanza de pagos y otros rubros importantes de la economía, como a nivel microeconómico que se ve positivamente reflejado en los ingresos familiares, en el consumo, en la educación , etcétera.

No es deleznable la cuestión de los efectos demográficos que tiene también una gran veta de análisis. Las sociedades receptoras se ven beneficiadas por la inmigración debido a sus índices decrecientes poblacionales. Las sociedades de origen pierden una fuente muy grande de recursos humanos, además que un determinado flujo produce una reducción de la tasa de matrimonios y consecuentemente un decrecimiento de la población de 0-5 años. Hay comunidades rurales del centro-occidente de México que están conformadas principalmente por mujeres y ancianos. Otra variable es la fuga de cerebros, personas con altas calificaciones y niveles educativos, que en especial para un país en desarrollo con poca fuerza de trabajo calificada, representa una pérdida de recursos invaluables.

La movilidad social y el cambio social son también consecuencias muy importantes de la migración, especialmente para las sociedades de origen. En los países poco desarrollados la migración es uno de los pocos medios y formas de movilidad social, que por medio de esta ha permitido modificar las elites de las comunidades, transformar la fisonomía y arquitectura locales, reactivar la economía, impulsar la inversión, sedimentar una cultura migrante con toda la carga simbólica que desencadena (Fernández, 2008).

Es muy poco lo que se ha estudiado en cuanto a las consecuencias políticas de la migración. Para James F. Hollifield (2000) áreas de investigación como la ciencia política, la administración pública y las relaciones internacionales tomaron en cuenta a la migración como tema de estudio a partir de la década de 1980. Para este investigador hay temas muy pertinentes para ser abordados por estas disciplinas como el impacto de la migración  sobre la soberanía y la seguridad del estado-nación, el control de sus fronteras, la política exterior, la seguridad interna, la administración de las migraciones de entrada y salida, la asimilación y ajuste de los migrantes, los enclaves étnicos, la ciudadanía y el comportamiento político, económico y social de los migrantes. Sin perder de vista el impacto político de los migrantes en las comunidades de origen, su participación, contacto, interés en el quehacer político, su comportamiento electoral, en la toma de decisiones, etcétera.
El retorno es una consecuencia de las migraciones. Se da por diversas razones. Dependen del contexto histórico, de las expectativas y logros individuales, de las coyunturas político-económicas, de las redes sociales binacionales, las condiciones institucionales, del simbolismo y el ambiente cultural, de la movilidad ascendente o descendente, del grado de adaptación y marginalidad a la sociedad receptora, enfermedades del cuerpo y del alma, o la muerte. He aquí un repaso de los trabajos que se han dado para analizar el  fenómeno del retorno alrededor del mundo.

Estudios de la migración de retorno en México

Los trabajos sobre retorno en México son  muy escasos comparados con el gran caudal de la literatura sobre migración internacional (Fernández, 2008). A pesar de ser un fenómeno centenario  de ida y vuelta, los especialistas le han dado poca prioridad a las consecuencias de éste, y en concreto a las causas y efectos de los retornados tanto a nivel global, como regional y local. Es mucho lo que se tiene que investigar sobre la dimensión histórica, antropológica, sociológica, psicológica, demográfica, política que trae consigo este fenómeno. Paradójicamente las investigaciones de retorno en México surgen cuando el paradigma migratorio ha tenido un cambio, cuando pasa de ser cíclico y temporal, a uno más permanente. Aun cuando los montos de retornados son menores a otras etapas históricas, el retorno tiene fuertes implicaciones en todos los ámbitos de la sociedad donde ellos están inmersos. Como observaremos a continuación las investigaciones en México se centran sobre las remesas y las inversiones, la propuesta teórica, los jubilados, y los trabajos históricos (en su vertiente de historia política e historia oral).


Sin ser propiamente un trabajo sobre retorno migrante G. Foster (1967) en su obra Tzintzuntzan: Mexican Peasants in a Changing World, explora como la migración de braceros mexicanos a Estados Unidos (1942-1964) cambió los estándares de vida en sus comunidades mexicanas en su retorno, particularmente como resultado de la experiencia cultural adquirida, pero principalmente como consecuencia de los ahorros acumulados en el vecino país del  norte.


No fue sino hasta la década de 1990 que la investigación sobre la migración de retorno se empieza a realizar en México. David P. Lindstrom (1996) en su artículo Economic Opportunity in Mexico and Return Migration from the United Status argumenta que los migrantes de áreas en México económicamente dinámicas con favorables oportunidades de empleo y pequeño capital de inversión tienen más grande incentivo de quedarse en Estados Unidos por más tiempo y aguantan los costos psicológicos de la separación de familiares y amigos, que los migrantes de áreas económicamente estancadas en México, donde los usos productivos de los ahorros están severamente limitados.

Víctor M. Espinosa (1998) en su obra El dilema del retorno. Migración, género y pertenencia en un contexto transnacional, a través de una historia de vida familiar, analiza la compleja decisión de retornar a permanecer en la sociedad estadounidense. Los nuevos roles sociales, culturales, económicos y de género que se adoptan en la sociedad de recepción modifican y causan sensaciones contradictorias en relación con la permanencia. Por lo que el retorno se complejiza debido a las perspectivas  y proyectos diversos de los miembros familiares. La reunificación familiar que se agudiza a raíz de la IRCA dificulta más el retorno.

También analizando el tópico económico, Jean Papail estudia la inversión de los  migrantes retornados en el centro-occidente de México. En sus investigaciones  considera la importancia de las remesas para potencializar las inversiones productivas, y así  permitir a una fracción importante de los asalariados convertirse en microempresarios al finalizar su ciclo migratorio en Estados Unidos, para tratar de incrementar sus ingresos en sus lugares de origen en México. El tiempo pasado en Estados Unidos y las habilidades adquiridas en ese país son factores importantes en los cambios de estatus y en las inversiones. Que por cierto estas últimas se concentran en la rama comercia (Papail, 2002; Papail, 2005).

Jorge Durand (2005) cuenta en su trabajo Ensayo teórico sobre la migración de retorno: el principio del rendimiento decreciente, el avance de la teoría de la migración ha superado el análisis de las causas que lo originan y se ha también concentrado en indagar la permanencia y recurrencia del fenómeno. En este caso el retorno, que las teorías vigentes no han entendido suficientemente el corolario del fenómeno. Durand al respecto toma una posición neoclásica al afirmar que la categoría del rendimiento decreciente (cálculo de costos-beneficios) “puede ser utilizada para explicar el caso de la migración de retorno. La toma de conciencia, por parte del migrante, de que ha llegado a un límite, sea porque ha logrado el éxito o porque ya no es posible recibir mayores ingresos, lo coloca en una disyuntiva donde tiene que evaluar nuevamente costos y beneficios económicos, sociales, culturales y familiares. El migrante cuenta con un nievo capital humano y social que puede utilizar tanto para quedarse como para regresar”.

Particularmente porque México es el que provee de más inmigrantes a Estados Unidos, hay una extensa bibliografía sobre las condiciones económicas de estos e aquel país, pero se sabe muy poco acerca del bienestar de quienes han retornado a México de 50 años en adelante. De esto trata el artículo de Rebeca Wong, Alberto Pollani y Beth J. Soldo (2007) donde la hipótesis central, es, que en promedio, entre individuos de 50 años y más residiendo en México, aquellos con pasada experiencia migratoria a Estados Unidos exhiben más altos niveles de riqueza (recursos financieros que permiten una mayor calidad de vida y amortiguan los shocks del deterioro de la salud y de la pérdida del esposo) que aquellos que nunca migraron.
A causa de la Gran Depresión de 1929 en los años subsiguientes se dio un proceso de deportación sin precedentes de trabajadores mexicanos de Estados Unidos. Hubo un retorno de miles de mexicanos. Se pensaría que el gobierno de Lázaro Cárdenas tuvo una política de repatriación activa y simétrica con la política de asilo español y de materia agraria. Todo lo contrario. Los resultados  de la gestión cardenista en material de retorno tuvieron un saldo poco positivo, ya que la clase política mostró un gran temor y desinterés por los supuestos efectos negativos que desencadenarían un retorno intempestivo de mexicanos.  “Que se queden allá”, según la clase política, era la mejor manera de esgrimir el problema. A estas conclusiones llegó Fernando Saúl Alanís Encino (2007) en su muy interesante trabajo histórico.

Tipología de la migración de retorno en Huandacareo

Para Jorge Durand y Patricia Arias (2005), a diferencia de los migrantes que han llegado  de muchas otras partes del mundo para radicar definitivamente en Estados Unidos, los migrantes mexicanos han tenido siempre como horizonte el retorno a su comunidad de origen. Esta diferencia tuvo que ver, en parte, con la vecindad geográfica compartida en una frontera extensa y porosa que la gran expansión de la red ferroviaria estadounidense y su conexión con México en 1884 volvió cercana y accesible.

El cambio de política de inmigración en Estados Unidos después de 1964 transformó a la migración de mexicanos de un programa de trabajadores huéspedes basado en la circulación de braceros en un programa de trabajadores sustentado en la circulación de migrantes indocumentados. Hasta 1985 este flujo permaneció predominantemente circular, y estuvo compuesto principalmente por jóvenes  que se trasladaban de ida y vuelta atraídos por el trabajo de temporada en Estados Unidos. Mientras que la probabilidad de que un mexicano iniciara la migración indocumentada permaneció constante en los años después de aprobado el IRCA (1986), la posibilidad de regresar a México una vez que se había logrado ingresar a Estados Unidos, se desplomó después de 1986. Las políticas de inmigración y de vigilancia fronteriza lograron lo contrario de lo que pretendían. En vez de reducir el flujo neto de ingreso anual de migrantes mexicanos, la redoblaron. Dichas políticas transformaron la inmigración mexicana de ser un flujo circular de trabajadores jóvenes en una población establecida de familias completas. Esto contribuyó a romper el patrón tradicional de migración circular que había prevalecido a lo largo de la historia (Massey, 2008:78-82). En esta etapa histórica los montos de retorno fueron inferiores a los presentados, en términos relativos, a las pasadas fases históricas. Previo a la IRCA, solamente el 32% de los hombres y 10% de las mujeres indocumentadas se mantenían en Estados Unidos después de 5 años. Pero después de la IRCA, esta proporción se incrementó a 52% de las mujeres y 25% de los hombres (Reyes, 2001:1198).

Según los datos de CONAPO (Consejo Nacional de Población) entre 1987 y 1992 hubo un total de 1 865 312 migrantes mexicanos a Estados Unidos, de los cuales 990 179 no retornaron, 875 133 fueron migrantes circulares, y 180 124 retornaron. Michoacán con 37 210 migrantes (20.7%) fue el estado de la república mexicana que más retornados reportó, seguido de Jalisco con el 18.2%, y Guanajuato con el 7.8%. En el periodo 1992-1997 la cifra total de migrantes mexicanos al vecino país fue de 1 952 459, de estos 1 309 428 se quedaron en Estados Unidos, 643 031 fueron migrantes circulares y 288 663 retornaron. Jalisco con el 20% desplazó a Michoacán al segundo lugar que aportó el 10.2% del total nacional de migrantes retornados. Finalmente, siguiendo con los datos oficiales, en el periodo 1997-2002 casi 2 millones y medio de mexicanos buscaron fortuna en Estados Unidos, quedándose allá 1 523 mil, 951 mil  estuvieron en la categoría de migrantes circulares, y 334 241 retornaron a México. De nueva cuenta Jalisco estuvo a la cabeza en el porcentaje nacional de retornados con el 20.7%, seguido de Guanajuato con el 12.2% y en tercero Michoacán con el 10.4 por ciento.3
Como podemos apreciar la entidad michoacana en estos años ha figurado entre los tres principales estados de México con migrantes de retorno. Sin embargo, su aporte de retornados bajó abruptamente a partir de 1992. Está claro que después de ese año el retorno se ha hecho menos atractivo en Michoacán comparado con Jalisco y Guanajuato. Pero a pesar de ello el flujo de retorno a tierra michoacana continuó con aportes significativos. El retorno va más allá de consideraciones macro. Es obvio, también, que estas cifras no revelan información concerniente a las modalidades y causas del retorno, si fue definitivo o temporal (remigración).
Desde hace mucho tiempo, los científicos sociales se han interesado en cómo los inmigrantes se incorporan en los países de recepción. En las dos últimas décadas los académicos han reconocido cada vez más que algunos migrantes y su descendencia siguen estando fuertemente influidos por sus continuos lazos con su país de origen, o con las redes sociales que se extienden más allá de las fronteras nacionales. Observan los vínculos transfronterizos de los migrantes como una variable y argumentan que para entender la migración contemporánea deben considerarse empíricamente la fuerza, la influencia y el impacto de esos nexos. La incorporación de los migrantes a una nueva sociedad y las conexiones transnacionales con una localidad de origen, familiares, amistades, pueden darse  al mismo tiempo y reforzarse entre sí (Levitt y Glick, 2006:191-192).

La migración de retorno, cualquiera de sus formas que adopte, tiene una fuerte vinculación con esta perspectiva transnacional, donde los lazos permanentes mantienen la posibilidad de retornar a un espacio geográfico donde convergen permanencia, memoria cultural, afectividad, seguridad psicológica. Para esto es importante lo que nos dice Julieta Piastro cuando afirma que el ser humano, desde que nace, a través del dialogo simbólico que establece con su entorno, crea vínculos afectivos significativos que serán sus interlocutores durante toda la vida. Los diálogos que se establezcan después de la infancia estarán siempre afectados por esas primeras relaciones significativas (Piastro, 2008:25).

Echemos ahora un vistazo al cuadro natural de la localidad objeto de estudio. El municipio de Huandacareo se localiza en el norte del estado de Michoacán, en las coordenadas: 19° 59´ 30” de latitud norte, y 101° 16´ 00” de longitud oeste, a una altura de 1840 metros sobre el nivel del mar. Formando parte de la región centro-norte de ésta entidad. Su superficie es de 54.33 Km²  que representa el 0.09% del total del estado (el penúltimo en extensión, sólo superando al municipio  de Zináparo que cuenta con 50.45 Km², arrojando con ello un 0.08% del total del territorio estatal). Colinda al norte con el estado de Guanajuato, al este con el municipio de Cuitzeo, al sur con Chucándiro y Copándaro, y al oeste con el municipio de Morelos (Anuario, 1997:6).

Se divide en siete localidades: Huandacareo (cabecera municipal, y población objeto de esta investigación), Capacho, San José Cuaro, La Estancia, Tupataro, Tupatarillo y San Cristóbal. Su clima es templado, con una temperatura media de 19°C, y una precipitación pluvial anual de 965.0 mm³. Su hidrología está conformada por los arroyos Colorado, Blanco y el del Pueblo; la presa de San Cristóbal y parte del Lago de Cuitzeo. Su relieve lo configura la depresión de Cuitzeo, cerros de Manuma, Campanas, Coronilla, Encinal y Amoles. Asimismo el municipio se caracteriza  por suelos aluviales y residuales, desarrollados a partir de Basaltos, Grechas, Tobas, Endositos y Riflitos, todos ellos originados en los periodos Terciario y Cuaternario. La roca dominante es el Basalto rico en calcio, magnesio y fierro, y moderados en manganeso y sodio. Situación que los hace muy fértiles (arcillosos de color negro y gris) con elevado potencial agrícola. En cumbres del municipio, existen suelos pedregosos con capa agrícola muy delgada y otros cubiertos por una capa de tepetate, y finalmente con altas concentraciones de sales y sodio, alrededor del Lago de Cuitzeo (Programa, 2002-2004:14-15).

El municipio tiene una topografía plana ligeramente ondulada con pendiente hacia el Lago de Cuitzeo, que varía de 1% a 3%, solamente en las áreas colindantes con el pie de la sierra; la topografía es un poco más ondulada con pendientes del 2% al 6% aproximadamente. Ésta es generalmente favorable para el uso de la maquinaria agrícola así como para la conducción y distribución de agua para riego. En el norte, oriente y poniente las pendientes generalmente son pronunciadas y dificultan cualquier explotación agrícola, sin embargo, existen algunos pequeños manchones al poniente y sur de Tupataro y al norte de Tupatarillo, ocupados con tierras de cultivo. Así la extensión municipal es de 9 mil 511.8 hectáreas, de las cuales 1 899 se extienden en una superficie cultivable. Asimismo se aprovechan las aguas subterráneas que brotan de un considerable número de pozos para regar una superficie mayor a las 900 hectáreas. Cuenta también para el uso pecuario con 335 hectáreas con pastos abundantes (Programa, 2002-2004).

Dados estos datos generales de la población, pasemos al tema central que nos ocupa. En los últimos 30 años la migración de retorno en Huandacareo, Michoacán, se ha presentado en diferentes modalidades. Además del retorno cíclico  que se da por motivos de visitas familiares, vacaciones, contingencias, fiestas y de tradición; también tenemos al retorno no cíclico que puede ser semi-permanente, permanente, y coyuntural. Ya que nuestra intención es únicamente enlistar las diferentes formas en que se ha presentado la migración de retorno, describiremos a cada una de ellas con sustento en la historia de oral de los migrantes retornados y sus impactos a nivel micro y macro de la localidad.
A lo largo de estos últimos años hemos observado tres pilares fundamentales del retorno:

1) El retorno meditado pero no definitivo: inversores y jubilados que por diversas circunstancias, que van desde la quiebra del negocio a la no readaptación del nuevo entorno, deciden nuevamente irse a Estados Unidos. Desde la década de 1970 hasta la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio la inversión en la porcicultura tuvo un auge en la localidad, era un negocio muy redituable, con una infraestructura y mercados de consumo muy cercanos. Muchos migrantes, ya fuera por medio de las remesas o el retorno, invertían en esta actividad económica. La caída de los precios y la invasión de la carne importada desde Estados Unidos propician que muchos productores se fueran a la ruina, cerrando el changarro y de nueva cuenta migraran al vecino país del norte. Lo mismo les sucedió a agricultores, carpinteros, comerciantes y algunos artesanos que ante la apabullante importación de bienes no pudieran competir. Los jubilados, por su parte, decidieron remigrar por no poderse readaptar al entorno de la localidad. Años de trabajo en el extranjero les permitió construir amistades, hábitos, redes familiares, que tejió una dependencia difícil ya romper. La nostalgia y el calor más íntimo de los hijos y nietos los hizo regresar a suelo estadounidense.

2) El retorno meditado y definitivo: inversores, líderes religiosos, jubilados,  los que nunca se adaptaron al clima y cultura de aquel país, y los que retornaron por motivos ético-familiares. Hay migrantes retornados que han invertido en negocios lucrativos y que se han afianzado a través de los años. Es el caso de los balnearios, tiendas de abarrotes, herrerías, fruterías, y otros aunque no muy lucrativos, sí les facilita un mayor ingreso e independencia laboral, como por ejemplo, taxis, salas de belleza, transporte público, servicios de internet, etc.

Los hay también líderes religiosos, del bando cristiano y protestante, que retornan para diseminar su cosmovisión. Hay en esto una gran dosis de “misión providencial” y lealtad a su iglesia por los favores recibidos en Estados Unidos, y de alguna manera quieren retribuirle con la incorporación de nuevos prosélitos, y así “servir a la palabra de Dios”. Y es que la migración internacional, incluso en esta época de comunicaciones instantáneas, comunidades transnacionales y redes sociales sólidas, puede ser una experiencia traumatizante. Los inmigrantes se convierten en extraños en una nueva sociedad con la pérdida de sonidos, visiones y olores familiares. Así, las iglesias y las otras instituciones religiosas constituyen una de las más importantes fuentes de apoyo ante los problemas prácticos que enfrentan los inmigrantes. El carácter central de ese apoyo se concretiza en refugio psicológico que brinda significado y estabilidad en la nueva tierra; respetabilidad para que se reconozca el estatus y para la movilidad social que se niegan en la sociedad más amplia; y recursos y servicios que se ofrecen a los recién llegados. El pluralismo religioso estadounidense permite y estimula que los inmigrantes formen sus propias iglesias o templos que se ajustan a sus necesidades socioculturales y lingüísticas (Hirschman, 2006). Tanto católicos como protestantes han llevado con éxito su discurso al migrante mexicano, que en buena medida han impactado y han influido en ellos. El retornado religioso cristiano o protestante tiene la intención de mantener viva su religiosidad por medio del establecimiento de nuevos templos y ministerios en la comunidad de origen.

En la migración de retorno también entran en juego consideraciones éticas y de “compromiso familiar”. En una sociedad muy apegada a los valores familiares como la nuestra, sus miembros tienen códigos informales de solidaridad que no son fáciles de prescindir, máxime cuando hay miembros en desgracia o discapacidad física donde la ayuda y la atención se hacen insoslayables. Las mujeres, muchas de las veces, tienen que sacrificar algunos de sus objetivos por atender al familiar, aunque ello desencadene una serie de frustraciones. Sin dejar de mencionar los viejos y jóvenes que por motivos de adaptación decidieron no permanecer más en Estados Unidos.

 Para J.W. Berry (2001) la inmigración conlleva reajustes en muchos niveles de significado y pérdidas de varias clases: pérdida de considerable gente y cultura, pérdida de un sentido interno de armonía, de familiaridad y frecuentemente de una lengua madre. Este proceso está frecuentemente acompañado de emociones tales como melancolía, vacío, y una intensa ansia por contactar con su mundo previo. Ya que ese mundo tiene un especial significado porque es el lugar que proporciona la experiencia primaria que nosotros hemos explorado por primera vez. La pérdida de nuestra brújula interna puede provocar ansiedad e ira, emociones frecuentemente asociadas con la inmigración y el proceso de aculturación.

3) El retorno coyuntural: deportados4, enfermos y muertos.
Robert Park (1928) introdujo el concepto de hombre marginal para referirse al inmigrante que debía adaptarse a un nuevo entorno social y que sufría un conflicto cultural. La permanencia a dos sociedades con antecedentes culturales distintos produce en algunos jóvenes un vacío o una no-permanencia que los lleva a buscar en los reductos de la calle los modelos a imitar. La familia, la escuela, la comunidad dejan de ser las coordenadas de socialización y son sustitutitas por la calle. Las pandillas juveniles se convierten en los nuevos andamiajes de integración que alimentan a sus miembros de nuevas reglas y valores, y sobre todo, de la permanencia a un territorio. Y así se enquista en los barrios una especie de cultura de la violencia donde domina la ley de las bandas (Eseverri, 2007:194).
 Los deportados son migrantes que retornaron a Huandacareo por ser expulsados de Estados Unidos por narcotráfico, pandillerismo, asesinato, violación, infracciones a las leyes de tránsito. Muchos de estos purgaron una breve condena en las cárceles estadounidenses,5 por lo que se les expulsó a la tierra de Juan Colorado con advertencia de no pisar tierra gringa por lo menos por 10 años, y algunos otros de por vida.

En la mayoría de los casos costó mucho trabajo ganarse la confianza, son muy reticentes a dar información, creen que los agentes de migración, la PGR, sigue sus huellas y por ello ponen condiciones al entrevistador sobre anonimato, lugar de residencia en Estados Unidos, y otras pistas comprometedoras.
Unos de plano con un increíble desparpajo contaron muchos detalles que nos sirvieron para entender de manera pormenorizada sus actividades en Estados Unidos. Cuatro migrantes más aunque no fueron entrevistados se preguntó a conocidos sobre su historial en Estados Unidos y las causas de deportación o huida a México. De los 4 mencionados que  seguimos por testimonios indirectos y la observación directa, 2 radicaban en el estado de Florida y bajo el cargo de violación huyeron a México, uno de ellos el FBI puso en sus páginas de Internet su búsqueda y recompensa. Otro por problemas de pandilla asesinó a un rival por lo que tuvo que escapar de la justicia refugiándose en el pueblo  que lo vio nacer. Y al otro se le prohíbe poner pie en la tierra del Tío Sam por habérsele sorprendido varias veces pasando indocumentados (coyote, o pollero).6
De los 12 entrevistados, 11 fueron “echados” para acá por tráfico de drogas, y 1 por violación. Todos visitaron las cárceles estadounidenses por cortos periodos, y previa fianza y bajo juramento, puestos en suelo mexicano para no volver ni por el cambio a Estados Unidos. Siete de ellos radicaban en el oeste, desde California hasta Washington. Y los otros vivían en Chicago. La cocaína y la heroína son las drogas que vendían tanto a latinos como anglos. Es por ello que 10 de los 11 “pillados” por droga tuvieron que aprender inglés para entrar al mercado con mayores talentos para interactuar con los consumidores “güeros que se grapean”. Todos ellos no se consideraban “peces gordos” sino modestos intermediarios. “A los grandes ni los tocan, la corrupción en Estados Unidos  también existe, pero no tan descarada como aquí”, comenta uno.

La masificación de la migración en los últimos años provocó virajes perceptibles en la demografía de los mexicanos en Estados Unidos y tiene implicaciones distintas para los migrantes, la mayoría de los cuales está enfrentando instituciones públicas de salud que no están acostumbradas a servirlos (Donato, Wakabayashi, Kanaiaupuni, 2006:141). Los enfermos retornados son migrantes que por graves patologías han regresado a la tierra que los vio nacer: SIDA, esquizofrenia, cáncer, cirrosis hepática, depresión crónica, entre otras. Por lo general retornan en su fase terminal, los enfermos del cuerpo; y los del alma, cuando su estado mental ya está muy deteriorado. En parte retornan por la carencia de servicios que les son negados en aquel país, pero también por el refugio psicológico y afectivo que reciben de familiares y amigos en su comunidad de origen.

La migración como un fenómeno complejo comprende también la incertidumbre, la indeterminación y fenómenos aleatorios. Es el caso de los  retornados muertos que han aportado un significativo número a la cifra total. Los hay quienes han perecido en la frontera intentando ingresar a Estados Unidos de manera indocumentada, los jóvenes que se han ido al cielo por accidentes automovilísticos, asesinato, enfermedad, y viejos que eligen tierra purépecha para descansar en paz.

Conclusión

El abanico de consecuencias que han traído consigo todo este espectro de retornados van desde la activación de la economía local y la generación de empleos, la diversidad religiosa, hasta la agudización de los problemas sociales y familiares. El retorno, no dejó de afectar, para bien o para mal, las aristas macro, meso y micro de la comunidad. Es decir, la migración de retorno en Huandacareo ha traído cambios sociales significativos. Los inversores además de dinamizar la economía local permitieron la construcción y reconstrucción de las elites económicas, políticas y sociales. Los jubilados traen nuevos hábitos, habilidades y una imagen exitosa, y algunas veces invierten. Las consecuencias de los retornados religiosos son ambivalentes, por un lado culturalmente posibilitan una mayor diversidad religiosa, pero también provocan con ello roces y conflictos con la jerarquía y los fieles más reacios del catolicismo. Los retornados enfermos son una carga para los familiares en gastos y desgaste emocional. Los deportados son muy proclives a formar pandillas y enrolarse en problemas de narcotráfico y drogadicción, desencadenando conflictos sociales. Los muertos retornados debido a la tardanza y lo oneroso de la repatriación de los restos causan fuertes desgastes emocionales y económicos.

Como se observa el retorno en comunidades con una larga tradición migrante tiene repercusiones que afectan en la sociedad en su conjunto. La ventana de oportunidad para develar sus impactos a nivel económico, político, cultural y psicológico es inmensa. Esta área de especialidad de la migración, aunque reciente, es muy  prometedora.

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1*Profesores-investigadores de la División de Ciencias Sociales y Administrativas de la Universidad de Guanajuato Campus Celaya-Salvatierra.
Alejandro Portes utilizó el concepto de consecuencias inesperadas para explicar este proceso. Por ejemplo, dice, el intensificar el control fronterizo para frenar la migración conduce a veces a que los migrantes abandonen su previo patrón de migraciones cíclicas entre país emisor y receptor y los incentive a establecerse de manera permanente en el país de destino y traer después a sus familias. En vez de frenar la migración, estas políticas de “mano dura” por lo general terminan por afianzar el número de población migrante indocumentada y afianzar las redes sociales dentro de los países de acogida (Portes,  2007:656). En esta misma línea Stephen Castles nos dice que las políticas migratorias a menudo fracasan  en los objetivos para los que dicen estar diseñadas, o tienen consecuencias inesperadas. Los estudiosos de la migración internacional frecuentemente se sorprenden por la incapacidad de los estados  por administrar eficientemente la migración y sus efectos sobre la sociedad. En especial, la migración indocumentada sigue a la alza a pesar de los intentos por detenerla (Castles, 2006:33). Véase también, Meyer (2007) y Escobar (2007) donde se analiza la política estadounidense de reforzamiento de la vigilancia de la franja fronteriza para evitar la entrada de indocumentados.

2 A modo de ejemplo véase el trabajo de Douglas s. Massey (2008) sobre la racialización de los mexicanos en Estados Unidos donde describe los mecanismos básicos de estratificación en el vecino país y cómo los mexicanos han sido constantemente racializados, y como grupo externo, deshumanizado y vulnerable.

3 Véase, http://www.conapo.gob.mx

4 Es importante tener en cuenta la diferencia entre repatriación y deportación. Las relaciones entre ambas se vinculan en el hecho de que en ambos casos estamos frente a la salida de un extranjero del territorio del país de destino. No obstante lo anterior, debe quedar claro que la repatriación puede ser voluntaria o forzada, pactada o asistida, mientras que la deportación siempre es forzosa por razones políticas, represalia, castigo o venganza (Caso, 2006:28-31).  

5 Aunque los hispanos no presentan porcentajes tan altos como los afroamericanos encarcelados, no obstante comprenden un segmento importante  de los recluidos que es desproporcionado en relación con su proporción en la población. Cerca del 5% de los hombres hispanos entre 20 y 40 años estaban en prisión en los años 2000, en comparación con el 12% de los negros y el 2% de los blancos (Massey, 2008:90).

6 Huandacareo tiene décadas de contar con gente dedicada a este lucrativo negocio. No se les ve con el filtro legal de los norteamericanos, que criminalizan esta actividad, más bien gozan de prestigio, respeto y agradecimiento por parte de la población que a pesar de lo costoso del servicio los catalogan como el primer contacto con las solidarias y exitosas redes en Estados Unidos.

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