LA TEORÍA DE LA COMPLEJIDAD Y EL CAOS EN LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel
Julio C. Torres
Pedro Maldonado
Néstor Solís
janos016@gmail.com

CAPÍTULO XIV

DIRECTRICES PARA UNA POLÍTICA PÚBLICA BASADA EN LA COMPLEJIDAD

¿Quieres hacer sonreír a Dios?
Cuéntale tus planes.
Proverbio Hindú

Introducción

El análisis precedente planteó como objetivo general evaluar las posibilidades que posee el concepto de complejidad como instrumento del análisis regional. Tomó como referente empírico el desarrollo de Oaxaca y del Sur-sureste mexicano durante el periodo 1940-2000. En el presente capítulo se efectúan las conclusiones generales, referidas tanto a los aspectos teóricos como empíricos, reflexionándose finalmente sobre algunas características que puede poseer una política pública orientada a superar los escenarios inarmónicos que pueden afectar a las regiones.

14.1. Conceptos Básicos

La complejidad es un instrumento conceptual alternativo en el conocimiento de la región, y básicamente implica revalorar ésta como el contexto espacio-temporal cambiante que delimita el espacio vital de la diversidad. Un sistema es complejo, y la región lo es, cuando se manifiestan en él interacciones mutuas de su diversidad en diferentes niveles.

Actualmente se distinguen tres tipos de complejidad: algorítmica, natural probabilística y de apreciación. Las dos primeras están formalizadas, y consisten respectivamente en la dificultad para una máquina programada de llevar a cabo una tarea, y en la incertidumbre probabilística sobre una estructura observada. El tercer tipo se refiere a la intuición, no cuantificada, sobre la dificultad de comprender un planteamiento o una idea.

La complejidad ha favorecido a la aplicación de la llamada “Teoría del Caos” (Tcaos). El “caos” significa ese comportamiento aparentemente impredecible que todos los días se presenta en la región. Es la evolución errática de los eventos o sucesos de los sistemas, un rompimiento de la armonía de los mismos.

En la Ciencia Regional la metodología de la complejidad puede orientarse al establecimiento e interpretación de los diversos fenómenos económico-sociales con la finalidad de entender y “predecir” los escenarios posibles que pueden afectar la región. El mundo no es totalmente ordenado; la naturaleza no es totalmente ordenada y las instituciones creadas por el hombre tampoco lo son totalmente (Medina 1998).

La conclusión es que la aplicación del concepto de complejidad puede contribuir a una mejor comprensión de la utilidad de la multicausalidad, multidisciplinariedad y multifuncionalidad en los estudios del comportamiento de la región.

14.2. La estructura conceptual de la adaptación inarmónica

Aplicado al campo del desarrollo, el concepto de caos puede permitir el manejo unificado de conceptos diversos como la pobreza, el desempleo, la emigración o la insostenibilidad, que de manera aislada han sido considerados en sí mismos como "problemas" específicos.

El caos puede operar en la estructura de algunas regiones (cuando los problemas de un sistema tienden a ser permanentes, como puede ocurrir con la pobreza, el desempleo, o la desigual distribución del ingreso), y en este caso el caos se manifiesta como un microcaos. También puede manifestarse en las coyunturas de la región (cuando aparecen catástrofes naturales, sociales, políticas o militares), y en este caso el caos se manifiesta como un macro o megacaos.

La teoría del desarrollo regional hace énfasis, de manera particular, en la "adquisición" de los bienes que en el sistema regional no pueden ser proporcionados por el mercado, tales como la infraestructura de bienestar (drenaje, agua potable, y en algunas sociedades educación, salud y otras más). El bienestar al que se hace alusión con tal interpretación da por supuesto que la acumulación de bienes materiales contribuirá a superar los problemas de los países y regiones pobres que adopten sus principios.

Aunque parece más adecuado considerar el desarrollo regional hasta cierto punto autónomo del desarrollo nacional (ONU 1972; Ortega 1982: 118), éste continúa considerándose el proceso de cambio que conduce a superar los aspectos desfavorables o a crear nuevas situaciones favorables dentro de los sistemas regionales. Desde esta perspectiva, el desarrollo es el medio para acceder a escenarios armónicos. Según la metodología de la complejidad, el desarrollo no es un proceso lineal ni único, ni avanza siempre hacia escenarios armónicos, sino que es un proceso de cambio múltiple, que también puede conducir a escenarios inarmónicos debido a las posibilidades que existen que el proceso se salga de control, o porque en él aparecen “turbulencias” naturales o socioeconómicas. De esta manera, la realidad no es una unidad de un sólo proceso, sino una unidad de diversas alternativas de transformación.

El enfoque de las “estructuras disipativas” permite entender que el conjunto de los diversos subsistemas naturales, biológicos y humanos que componen la región generan durante su convivencia intercambios de energía, recursos o informaciones, lo que da origen a una entropía dinámica en la misma (Briggs y Peat. 1994). Si bien los sistemas regionales tienden a desorganizarse por efecto de las fuerzas entrópicas que atacan su proceso de desarrollo, también poseen mecanismos potenciales que buscan su supervivencia. Esta parece encontrarse en la capacidad de organización de sus elementos o de mantenerse organizados frente a los cambios y fuerzas negativas del medio (Martínez 1997: 126-131; Schröridnger 1967; Prigogine 1986, 1988, 1988a). La entropía, en lugar de degenerar o perderse, es aprovechada por algunos subsistemas para revitalizarse, o transformarse, lo cual puede dar origen, o recrear, nuevas estructuras en la región. De esta manera, la región se auto-organiza a partir del caos. Como complemento, el enfoque de los “atractores extraños” proporciona herramientas para entender (“medir”) dicho caos (Hayles 1998: 13-50).

La auto-organización de los sistemas regionales puede generarse de manera controlada o libremente, siempre y cuando exista la energía suficiente para que los mecanismos naturales o artificiales que conducen a la auto-organización del sistema regional puedan actuar. Cuando se modifica el orden original tiende a modificarse el sistema. Brusca o gradual, ésta transforma el antiguo orden, dando origen a un nuevo sistema, el cual puede poseer algunas características del sistema anterior, ya que las transformaciones del orden son irreversibles en alguna medida.

Las regiones operan como sistemas caóticos (morfogénicos) cuando generan una retroalimentación positiva (desviación-ampliación) (Johansen 1992: 134-142) de los desórdenes. La retroalimentación positiva de los desórdenes produce fluctuaciones y desequilibrios en la región, que en ocasiones puede volverlas totalmente inestables. Esto no permite un control efectivo de los procesos regionales, reduciendo en particular los efectos positivos de la planificación en la región.

El caos puede ocurrir en las regiones: a) porque no se atienden problemas aparentemente cotidianos y de fácil control (desempleo, pobreza, congestionamiento de tráfico como ejemplo); b) cuando no poseen un control efectivo sobre los elementos internos del sistema, c) porque se desconoce que puede ocurrir con las "salidas" a partir de ciertas "entradas" que se proponen o se ejecutan para promover su desarrollo, o d) porque aparecen órdenes diversos que dificultan un control central efectivo.

Frecuentemente se utiliza la construcción de una trayectoria básica para interpretar la evolución de los procesos azarosos conocida como atractor, que es el estado final al que tiende el sistema (Gleick 1988:121-153). En las regiones opera casi siempre más de un atractor: son sistemas de atractores múltiples. Los atractores que ocasionan el bienestar y el caos regional son resultado de la acumulación de experiencias, situaciones, conocimientos y actitudes resultado de la interacción de la sociedad, la economía, la cultura, la ecología y el territorio de las propias regiones. Se convierten en referentes que repentinamente son activados por situaciones que se asemejan a las experiencias precedentes: están siempre presentes en espera de ser puestos en operación por la propia interacción de las regiones. A través de los atractores, las regiones confirman su carácter complejo, cambiante, su comportamiento nolineal, oscilante entre el orden y el caos.

Las discontinuidades en el desarrollo dan pie al principio de incertidumbre en los sistemas regionales, y éste se basa en el razonamiento que supone que existe una probabilidad, aunque sea mínima, de desconocer parte de la realidad regional; y también existe una probabilidad, aunque sea mínima, que esta realidad desconocida sea un desorden o esté fuera de control para los fines perseguidos, originando esto último escenarios inarmónicos en las regiones.

El desarrollo regional inarmónico se explica por los desórdenes y los saltos bruscos de una situación a otra, que tiende a ser el caso de las regiones morfogénicas, en las cuales el desarrollo no es continuo sino cambiante. Las discontinuidades en el desarrollo hacen que repentinamente se pase de situaciones armónicas a inarmónicas y viceversa. Estos saltos hacen que el desarrollo de las regiones constantemente se encuentre fuera de control. Esta falta de control se refleja nuevamente en los desórdenes o crisis del desarrollo, y a su vez éstas dan pie a los mecanismos de auto-organización del sistema (tales como la readaptación hacia el exterior, la eliminación de los subsistemas económico-sociales más débiles o inadaptados, o la creación de nuevos mecanismos de control). Al contrario de lo que comúnmente se piensa, la presencia del caos es un indicador, no necesariamente bienvenido, de las transformaciones de los sistemas regionales, pues su comportamiento indica su capacidad de adaptación a los cambios (internos o externos).

La existencia de múltiples atractores en las regiones refleja su complejidad, y sugiere considerar el desarrollo regional como un tránsito de múltiples escenarios. El caos de estos escenarios puede clasificarse como micro, macro y megacaos. El “microcaos” sacude, pero no causa la transformación profunda de la región, pues ocasiona desórdenes que nuevamente conducen al orden inicial, y es resultado de la operación de los atractores básicos, como por ejemplo el descuido de los problemas cotidianos, o la dependencia hacia el exterior. El “macrocaos” modifica en parte la región, y es resultado de la operación de los atractores intermedios, como por ejemplo las crisis políticas. Por su parte, el “megacaos”, causa la transformación profunda del sistema, y es resultado de la operación de los atractores profundos, como por ejemplo la existencia de cambios externos que modifican el orden interno; las políticas públicas externas a la región, o la aparición de los fenómenos naturales que irrumpen violentamente en la región.

Los diversos tipos de caos se “articulan-sincronizan” (Electrónica 1998; Briggs y Peat 1994), lo cual provoca que en un momento (o periodo) determinado, en la región se encuentren operando diversos tipos de caos al mismo tiempo. La necesidad de reducir o superar las situaciones caóticas, de pasar de los escenarios inarmónicos a los escenarios armónicos genera entropía dinámica, y por lo tanto la auto-organización de la región: gracias a este proceso cambian las actividades de la economía, la cultura se transforma, al igual que el clima y diversidad de aspectos más.

14.3. Los atractores múltiples: conclusiones para un análisis de la complejidad en el Sur-sureste mexicano y Oaxaca en particular

Algunas conclusiones generales que pueden obtenerse después de la aplicación de la metodología de la complejidad a regiones concretas como el Sur-sureste y Oaxaca, son las siguientes.

En el caso particular de México y sus regiones puede decirse que:

1) La relación existente entre la competitividad y el desarrollo de las regiones del país se manifiesta en un contexto caótico, propiciando esto que los desórdenes tiendan a “engancharse” al proceso de desarrollo y a la propia competitividad, haciendo más vulnerables algunas regiones del país, preferentemente aquellas como el Sur-sureste, en las cuales la competitividad se pierde rápida y muy rápidamente.

2) Se cumple como tendencia general que a mayor desarrollo menor diversidad (multiculturalidad y biodiversidad específicamente). Hoy en día, la posesión de una rica diversidad, más que ser una fuente de riqueza y bienestar, tiende a convertirse en un “atractor de desórdenes” para las regiones que la poseen como la del Sur-sureste de México o el Estado de Oaxaca, “atractor” que seguirá activándose mientras se siga estimulando artificialmente el conflicto que confronta el espacio de la economía moderna con el espacio de la diversidad; conflicto que es una de las bases de la relación inarmónica y la inestabilidad que aun presentan algunas regiones del país. En otras palabras, el manejo “global” de los espacios “locales” ha llevado al conflicto entre la economía y algunas regiones del país como el Sur-sureste y Oaxaca en particular.

En el caso particular de Oaxaca y sus regiones puede decirse que:

1) La interrelación del desarrollo y los desórdenes sociales muestra que los periodos de menor desarrollo han coincidido con los mayores desórdenes existentes en el contexto sociopolítico y económico de esta entidad. Al consolidarse, los atractores de caos dificultan el desarrollo regional al retardar o reducir la mejora de la calidad de vida de la población. En Oaxaca, durante el periodo 1940-2000 ha ocurrido que a más atractores (desórdenes) activos, menos desarrollo.

2) En esta entidad, las “turbulencias sociales” afectan el crecimiento de la economía, el desarrollo, y por consiguiente la competitividad de sus empresas. En el caso de Oaxaca, esto ocurre porque las turbulencias sociales generan incertidumbre cuando entran en actividad: la mayor actividad de éstos aumenta la incertidumbre disminuyendo el crecimiento económico. El impacto en la perdida de competitividad, se refleja en la medida que los atractores y activadores renuevan cotidianamente su ciclo de actividad ejerciendo su “efecto de atracción” sobre el crecimiento, disminuyéndolo. Dado que el crecimiento económico es una condición necesaria para el desarrollo, y el mismo puede considerarse una manifestación del nivel de competitividad, es decir, un alto crecimiento es el reflejo de una alta competitividad, una baja en éste tarde o temprano se refleja en la perdida de competitividad de la región afectada por las turbulencias sociales. Particularmente es en el mediano y largo plazo cuando tienen efecto los “atractores y activadores” de caos en el crecimiento de la región; los cuales también afectan la actividad de las empresas.

3) La relación “desarrollo-desórdenes” en la principal área urbana, el Distrito del Centro de Oaxaca, indica que en esta entidad existe una tendencia que a más desarrollo más desórdenes; es decir, puede aceptarse que los desórdenes son una propiedad ya sincronizada al desarrollo. En el Distrito del Centro de Oaxaca, sus turbulencias tienden a provenir de la falta de un manejo sostenible de los recursos naturales y el ambiente, y de la distribución desordenada de su población. Estos desórdenes afectan en especial el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca (a través de las marchas, plantones, manifestaciones, bloqueos, etcétera), provocando el deterioro de la economía del “centro” del lugar central, y por lo tanto, la perdida de competitividad económica.

En resumen, el sistema regional oaxaqueño enseña que cuando la región se comporta caóticamente, en ésta existe un aumento de sus conflictos sociopolíticos y económico-sociales. Esto implica al mismo tiempo una reducción del crecimiento macro y microeconómico, del empleo, de la sostenibilidad y un aumento de la emigración. Se acompaña este tipo de proceso de un aumento de la pobreza, de la concentración del ingreso, y en general de otros desórdenes del sistema. La causa más probable de este comportamiento fluctuante en el caso considerado es la dependencia del sistema regional oaxaqueño hacia la economía nacional (concretamente hacia los vaivenes del crecimiento nacional). El caos se ha manifestado en Oaxaca bajo los tres mecanismos que prevé la teoría de los atractores múltiples: a) el megacaos; b) el macrocaos; y c) el microcaos.

El comportamiento anterior confirma que las regiones y sus lugares centrales no solo son fuerzas productivas y sociales que siempre promueven el bienestar de su población, sino que también se convierten en “atractores de caos complejos”, cuya función es asegurar su transformación y adaptación al contexto regional más amplio del cual forman parte.

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