LIDERAZGO EMPRESARIAL

Pedro Manuel Zayas Agüero
Niurka Cabrera Ferreiro

Capítulo 3. El principal recurso humano del liderazgo: las personas

3.1 Introducción

El liderazgo es un tema amplio, que no sólo compete a la Psicología Social y Dirección, sino que es un fenómeno  multidisciplinario  que también se relaciona con otras disciplinas tales como la Sociología, la Antropología, las Ciencias Políticas, la Historia.
El liderazgo  está presente en todos los grupos humanos y animal, los líderes humanos son personas, por lo que tienen una personalidad, con rasgos fuertes y características que los hacen distintos o iguales al resto de las personas y juegan un papel decisivo en un momento determinado.
En el análisis del desempeño de los directivos se habla de la necesidad de que  cumplan toda una serie de requisitos, entre los que se pueden señalar el dominio de la actividad, la presencia de determinadas características personales y las habilidades de dirección, es decir las competencias.

3.2 La dirección y la psicología social

La dirección ha  surgido como una fuerza productiva en el desarrollo de las  diversas esferas  de la vida social, y está encaminada a la obtención de resultados superiores en la consecución de los objetivos que se traza el hombre.
La psicología, por su parte, tiene dentro de su objeto, el estudio  de la actividad psíquica, la personalidad y la actuación del hombre en las diferentes esferas de la vida social, existiendo ramas como la psicología  social y del trabajo que está encaminada al estudio de la actividad y las interrelaciones que se producen  entre los hombres en el desarrollo del proceso de trabajo; por tanto, la psicología constituye una herramienta  de la dirección.
La psicología es una ciencia joven y fue una de las últimas en desprenderse de la filosofía, como ciencia madre, por lo que sus orígenes están muy relacionados con el desarrollo de esta, la cual a su vez constituye su base, dado que todo sistema teórico en psicología parte de determinados supuestos filosóficos.
 El prisma social determinó que la psicología se reconociera y adoptara cuerpo como ciencia independiente, al asumir el patrón metodológico de las ciencias naturales, las que en este período tuvieron un gran florecimiento a partir de un grupo de descubrimientos que impactaron el desarrollo social  gracias al empleo del método experimental, lo que produjo avances significativos  en el desarrollo de dichas ciencias. Esta condición le había sido negada hasta este momento porque se le señalaba debilidad metodológica en el estudio de su objeto, por el carácter subjetivo y especulativo de la misma.

En cuanto a la psicología se plantean entre los principales  enfoques teóricos los siguientes:

Independientemente de reconocer la existencia de varios sistemas teóricos en la psicología y en la dirección, se puede  afirmar  el carácter de ciencias de ambas disciplinas dentro del contexto de las ciencias sociales, ya que su objeto está precisado, hay leyes, principios y métodos comunes, al margen de ópticas  y enfoques diferentes, partiendo de la base teórica  que sustenta dichas corrientes.
Como se puede apreciar  en las definiciones que sobre dirección brindan representantes de diferentes teorías y escuelas existen dos direcciones esenciales: una referida a la relación sujeto-objeto como principales  ejecutores del proceso sin la cual no es posible el mismo, por lo que sería un gran absurdo no tener en cuenta o tratar de minimizar el factor humano. En otro sentido resulta un absurdo reducir la dirección, a las relaciones humanas exclusivamente, ya que existe otra dimensión esencial que es el aspecto tecnológico, referido al conjunto de acciones  que se desarrollan  para alcanzar los objetivos, no reconocer, valorar y analizar el equilibrio entre ambos elementos, es una de las mayores insuficiencias que puede tener  una teoría sobre la dirección.
Con respecto  a la interrelación  de la psicología y la dirección, a diferencia de algunos autores como Omarov, A. (1980)   valoran la participación de la psicología sólo al nivel del empleo de los métodos y técnicas,  se plantea como una de las formulaciones de este trabajo, que la psicología  es parte esencial del núcleo de la teoría de la dirección, toda vez, que en cualquier teoría o escuela administrativa existe una concepción sobre el hombre y su actuación.   
Es imposible agotar en el presente trabajo, la historia de la psicología  vinculada a la dirección en toda su extensión, pero resulta ineludible al valorar la relación entre ambas disciplinas, considerar los aspectos históricos fundamentales de esta relación.   
Desde los primeros instantes en que se formula una teoría científica sobre la administración, la psicología ha estado indisolublemente ligada a esta; de hecho se plantea  la integración de postulados de la psicología a la teoría de la administración, significando que toda teoría, escuela o corriente  de la dirección lleva consigo, una concepción sobre la actuación  del ser humano, lo que constituye  objeto de estudio de la psicología.
Es reconocido por parte de los especialistas  en dirección,  el carácter complejo e interdisciplinario de esta, partiendo de la influencia y participación de un conjunto  de ciencias en la ciencia de la dirección, por lo que algunos plantean la existencia de las ciencias de la dirección.
Se considera que independientemente del papel y el aporte de un grupo de ciencias particulares a la dirección, esta tiene un objeto de estudio, propio, bien definido. Y aunque  se puede afirmar que en la literatura existente, la mayoría de los autores reconocen la participación de disciplinas, tales como: el derecho, la pedagogía, la economía, la psicología, la cibernética y otros, en ocasiones no queda bien precisado a qué nivel y en qué grado contribuye cada una de esas ciencias particulares a la dirección, por ello, se  precisará la interacción y la contribución de la psicología a la dirección empresarial.
Se considera a la psicología y la dirección como disciplinas que actúan en el campo de las ciencias sociales, son ciencias en formación y se encuentran a un nivel empírico de desarrollo del conocimiento tomando en cuenta su historia, ambas cumplen los requerimientos de poseer conjuntos sistematizados de conocimientos que se sustentan  en leyes y principios, poseer un objeto  determinado y métodos de construcción y transformación de la realidad.
Como plantea Carnota O. (1987): “La dirección constituye en lo fundamental, una disciplina de tipo social por cuanto su acción va encaminada a la conducción de los hombres y por ende del grupo social hacia determinados logros consecuentes con un sistema social específico y bajo ciertas restricciones. Dicho de otra forma, se ejerce por personas y sobre personas, de ahí que en definitiva sea el trabajo del hombre el objetivo que se trace; sus conocimientos, su constancia, su honestidad, su visión ideológica de la realidad  objetiva, lo que da el contenido y determina los resultados de esta actividad.”
No se puede usar el modelo de las ciencias exactas para aplicarlo a estas disciplinas, pues existen diferencias sustanciales en los objetos, y el factor humano es un elemento complejo y dinámico  que debe ser  estudiado en sus peculiaridades.
Resulta interesante abordar el problema del objeto de estudio de la dirección al analizar los diferentes conceptos brindados por representantes de diferentes escuelas y enfoques, con vistas a determinar los elementos comunes entre las mismas.
Para Tead, O.  (1956)  la administración es: “el conjunto de actividades propias de ciertos individuos que tienen la misión de ordenar, encaminar y facilitar los esfuerzos colectivos de un grupo de personas reunidos en una entidad, para la realización de objetivos previamente definidos.”
Omarov, A. (1980) concibe la administración como: “la influencia consciente de los órganos  de dirección sobre los colectivos humanos con el fin de  asegurar  la consecución de los objetivos  planteados, organizando y orientando correspondientemente su actividad.”
Carnota, O.  (1987) define la dirección, como: “un modo consciente de actuar sobre los sistemas organizativos, sus subsistemas y demás elementos con vistas a obtener determinados resultados bajo ciertas condiciones y restricciones”.
Koontz, H.  y  Weihreich, H. (1987) plantean: “la administración  es una actividad esencial; asegura la coordinación de esfuerzos individuales para el logro de metas grupales. El propósito de todo administrador es establecer un medio ambiente en el cual las personas puedan lograr metas de grupo con la menor cantidad de tiempo, dinero, materiales e insatisfacciones personales”.
Stoner, J. y Freeman, R. (1995) definen la administración como: “el proceso de planear, organizar, liderar y controlar el trabajo de los miembros de la organización y de utilizar todos los recursos disponibles de la empresa para alcanzar los objetivos organizacionales establecidos.”
En la administración existen en su desarrollo histórico un conjunto de corrientes, que enfocan, partiendo de diferentes posiciones teóricas y metodológicas, el objeto de estas disciplinas. Así, en el campo  de la dirección Chiavenato, I. (1986) y otros formulan la existencia de escuelas, teorías, modelos o enfoques, que son los  siguientes:

La teoría y la práctica de la dirección tienen mucho que ver con el liderazgo.

3.3 El principal recurso humano las personas

En la evolución histórica de la gestión empresarial se le ha asignado un  determinado papel dentro de este sistema, y de forma explícita o implícita ha sido siempre el elemento fundamental en el desarrollo de las diferentes actividades, pues a pesar del nivel tecnológico alcanzado por la mecanización y la automatización en los procesos productivos o de servicios, detrás de ellos siempre está el hombre.

El enfoque sobre el hombre debe tener un carácter holístico, contempla todas las esferas que integran al hombre, no como una sumatoria  sino en su síntesis e interrelaciones intra e interesferas,  en su implicación en un medio determinado y en la interrelación con las demás personas.
Son varias las disciplinas científicas que estudian al hombre en el desarrollo de la actividad laboral, tales como la medicina, la antropología, la fisiología, el derecho, la pedagogía  y  otros, pero la psicología  siempre ha ocupado una posición privilegiada por el alcance de su objeto.
Cuando se hace referencia a la existencia de diferentes esferas, se debe plantear la interrelación y dependencia entre todas; es decir entre lo biológico, lo psicológico y lo social integrado en el hombre, y es esa integración la que refleja la capacidad de una persona concreta o grupo de ellas para desarrollar con éxito determinada actividad. Hablar de un todo tiene lógica cuando existen partes, al igual  que hablar de partes adquiere sentido cuando existe un todo; por lo que hay que valorar estos nexos en sentido dialéctico y reconocer su carácter holístico y sinérgico. Esto implica analizar el sistema y sus componentes  cuyas interacciones adquieren una dimensión cualitativa diferente.
El hombre es el principal objeto y sujeto por su carácter activo, que a la vez transforma y se transforma en el desarrollo de la actividad. Cuando se dice que es el centro de la gestión de recursos humanos se analiza al mismo en la integración de las esferas cognitiva, afectiva, física y social.
Puede parecer redundante hablar de una esfera social al hacer alusión al hombre, ya que se parte del principio que es un ser social por excelencia;  pero no se trata de los factores internos refractados a través de la implicación del hombre en el medio y que matizan la esencia de su personalidad, sino en la manifestación y la imagen externa que el mismo proyecta en consonancia con las normas y valores predominantes, orientado fundamentalmente, en este caso, a  aquellos que caracterizan la cultura  de la organización a la que el candidato aspira integrarse y la del entorno, su status social y familiar, el prestigio que posee, la ejemplaridad que manifiesta y su conducta social.
La vida es el principal criterio de la verdad y el reflejo de la actividad del hombre, su estilo de vida, su posición en la vida; es por ello que debemos prestar especial atención a la valoración de la conducta social del candidato, su grado de incorporación y participación  en las distintas esferas de la vida social. En este sentido,  en el caso de algunos cargos específicos, es necesario realizar un proceso de verificación en profundidad sobre la conducta mantenida por el candidato durante el desarrollo de su vida.
Al  hacer referencia a la esfera física en el hombre, aparecen las grandes controversias alrededor del papel de los aspectos biológicos en la personalidad del ser humano.
El hombre nace con una configuración física, cuyo ulterior desarrollo lo condiciona su implicación en el medio social. Es por ello que se puede identificar una esfera  física con determinadas características, las que son portadoras de diferencias individuales, muchas de las cuales pueden erigirse en exigencias o condiciones para el desarrollo de una actividad determinada.
Entre las principales características de orden físico que pueden ser requerimientos para el desarrollo de la actividad laboral se encuentran la constitución física, estatura, complexión, habilidades, peso corporal, vigor físico, fuerza, edad, sexo y apariencia física. Asimismo, las habilidades motoras pueden ser un  requisito específico para determinadas ocupaciones y existen diferentes métodos y técnicas para su estudio, que van desde la realización de muestras de trabajo, tests de lápiz y papel y aparatos. Ha quedado demostrado que el poseer un alto desarrollo en dichas habilidades, es condición necesaria, pero no suficiente, para desempeñar con éxito una actividad que posea esta exigencia, sino se conjuga con otras cualidades complejas que intervienen en el desarrollo de la misma.
Llegado  aquí, tenemos que definir, que cosa es la personalidad, el líder una persona por lo tanto tiene una personalidad.

3.3.1 La personalidad: integración de las esferas  cognitiva y afectiva

Una categoría básica en el estudio del hombre es la categoría personalidad, pues como señalan Harre, R. y de Waele, J. (1979): “La personalidad es la base de la competencia social del ser humano”.
El estudio de la personalidad es un elemento central ya que es la expresión más genuina del ser humano como ser social, por su carácter activo y transformador, y por su papel autorregulador y regulador, vista la personalidad en su condición integrada entre lo cognitivo y lo afectivo.
Es obvio que cuando se  habla de la existencia de una esfera cognitiva y afectiva, se está haciendo referencia a lo psicológico y en especifico a la personalidad, por ser esta la principal manifestación del hombre en su implicación en el medio.
En el desarrollo de la actividad psíquica se observa, la existencia de un conjunto de procesos psíquicos, los que se pueden clasificar de la forma siguiente:

Pero el estudio del hombre y su personalidad, no se refiere a atomizarlo en un conjunto de procesos que se dan en todo ser humano, aunque algunos de estos pueden manifestarse a niveles superiores de integración, con una incidencia significativa en el desarrollo exitoso de determinada a actividad, pero nunca operarían de forma independiente sino integrados en síntesis, con un carácter diferente como parte de una configuración cualitativamente superior.
En muchos procesos se fragmenta al hombre en procesos aislados y se busca cuales procesos o combinaciones de estos correlacionan con el éxito; o sea se hace el estudio de cualidades aisladas para predecir el éxito a partir de éstas, sobre la base de modelos correlacionales, tratando de relacionar elementos fragmentados con el todo.
También, algunos especialistas trabajan fundamentalmente  sobre la base de categorías y tipologías, referidas a los aspectos de contenidos y  estructurales, pero no valoran los aspectos funcionales expresados en las funciones reguladora y autorreguladora de la personalidad.
Tradicionalmente, en la  psicología del trabajo se ha realizado el estudio de la personalidad sobre la base del análisis de  los elementos componentes de la denominada estructura clásica, la cual está elaborada sobre la base de los contenidos psicológicos;  así  para explicar la actuación del ser humano se planteaba la existencia de componentes, tales como el temperamento, el carácter, las capacidades y el sí mismo, los que no expresan los elementos diferenciales en el desarrollo de las diversas actividades por el sujeto; es decir, personas con iguales contenidos de la personalidad alcanzan resultados diferentes y otras con características personales distintas alcanzan los mismos resultados en el desarrollo de una actividad. Por ejemplo, el ser más o menos alegre, como rasgo aislado, no determina el éxito en el desempeño de un cargo, por lo que este enfoque no permite definir los aspectos de la personalidad que inciden en la actuación del hombre.
Es  conocido que no existe una teoría única, sino todo un mosaico, que de una forma u otra abordan la problemática  de la personalidad. Al respecto, Cowling,  A.   James, P. (1997) plantean: “Si bien la mayoría de las personas estará de acuerdo en que la personalidad es un factor muy importante que contribuye al éxito o fracaso en el trabajo, convendrá  menos sobre la naturaleza  de las personas y cómo debe medirse”. Aquí afloran los debates alrededor de lo biológico y lo social en la personalidad, así como la relación entre lo heredado y lo adquirido y los métodos adecuados para su valoración.
Existen diferentes posiciones sobre la personalidad  en las distintas escuelas y corrientes psicológicas, y aún dentro de una misma escuela, lo que lleva a precisar desde cuál ángulo se proyecta el empleo de esta importante categoría para la psicología, Wislack, G. (1988) plantea en sus principios del psicodiagnóstico, el principio de la concepción de la personalidad en el cual refleja la necesidad de orientar éste en función de la concepción de la personalidad imperante. Entre los principales enfoques en el estudio de la personalidad se pueden citar la teoría de los tipos psicológicos, la teoría de los rasgos,  teorías del desarrollo y teorías de la dinámica de la personalidad, entre otras.
En esta dirección, resulta ilustrativa la clasificación siguiente de diferentes definiciones sobre personalidad realizada por Allport, G., (1963):

Resulta también de interés la clasificación que hace Morales, J. (1995) de las distintas teorías en el estudio de la personalidad en:

Estas clasificaciones tienen un carácter limitado ya que no parten de los elementos esenciales de orden ontológico, filosófico y epistemológico que definen el carácter de una teoría psicológica, y  entremezclan  categorías y concepciones sobre la personalidad contrapuestas, o existen teorías que pueden ser clasificadas en varias de las categorías establecidas. No obstante, muestran algunos elementos comunes en las definiciones planteadas por los diferentes autores, y sirven de ilustración del panorama conceptual existente.
Es imposible en un trabajo de este tipo abordar con profundidad las concepciones teóricas de los diferentes autores; no obstante, es necesario destacar dentro de todos los estudiosos de la personalidad en Occidente por sus aportes teóricos y metodológicos, desde distintas posiciones,  los trabajos de G. Allport, C. Rogers,  y A. Maslow,  exponentes de la psicología humanista que ha realizado grandes aportes al estudio de la personalidad; los  de R.  Cattell, quien adopta como concepción teórica de la personalidad la teoría de los rasgos los que clasifica en aptitudinales, temperamentales y dinámicos teniendo en cuenta su grado de generalidad; su origen (constitucional o ambiental) y su significación (superficiales o causales). Se destaca en este autor, la creación de distintas técnicas psicológicas como el IPAT, el Inventario de Personalidad 16 PF sobre la base del análisis factorial. Se puede mencionar también a H. Eysenck, quien tomando en cuenta  los postulados de W. Wundt, C. Jung, y J. Guilford establece que la base de las diferencias individuales se puede describir en base a dos dimensiones principales el neuroticismo y la extroversión.
A pesar de diferencias con respecto a algunas de las formulaciones  se reconoce el valor del trabajo desarrollado por estos especialistas y sus aportes al desarrollo de esta categoría.
Sin pretender agotar una problemática de tal dimensión es necesario abordar y asumir nuestra posición en este sentido.
Pese a las diferencias de carácter filosófico, ontológico y epistemológico en los distintos enfoques en el estudio de la personalidad, pueden distinguirse elementos afines que pueden orientar, sobre la base de una posición común, la construcción del conocimiento integrado alrededor de esta importante categoría para la psicología.
Desde  hace  varios  años  se  viene  produciendo  un  análisis  crítico y reconceptualización de  esta  categoría,  derivado  del  carácter  limitado y las  insuficiencias de los enfoques reduccionistas imperantes, de orden biologicista y sociologista en la concepción y uso de la misma, en el que intervienen representantes de las más disímiles teorías.
Cuando se emplea el término personalidad, se está haciendo referencia a la expresión psicológica integrada del hombre  y a sus manifestaciones en las distintas actividades de la vida social en su implicación en el medio. Entre los principales enfoques  actuales en el estudio de la personalidad se deben significar el carácter integral visto con un enfoque holístico, expresado en el enfoque sistémico-configuracional; su individualidad; el carácter reflejo; el carácter social; la unidad de lo cognitivo y lo afectivo; la búsqueda de síntesis integradoras al explicar la misma;  el carácter activo del sujeto en la construcción de la personalidad y su función reguladora y autorreguladora.
 Resulta evidente que los representantes de diferentes orientaciones teórico-metodológicas  enfocan la necesidad de orientar  el estudio de la personalidad, en función de ubicar al sujeto psicológico en el centro del proceso de construcción de la personalidad.

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