INTRODUCCIÓN A LA ADMINISTRACIÓN: PARADIGMAS EN LAS ORGANIZACIONES

Ricardo Juan Daniel Zalazar (CV)
ricardozalazar9@gmail.com

9.3.1.2. La perspectiva simbólica de la cultura organizacional.

En forma cotidiana, la cultura emerge en manifestaciones simbólicas que la representan. Como mecanismos cargados de sentido y de significados colectivos,  los mismos han sido estudiados tanto en antropología como en psicología.  A partir de estos marcos de referencia, es nuestra intención explicar en qué consisten los símbolos, para luego observar cómo operan estos en las organizaciones.

9.3.1.2.1. Esencia mítico - simbólica de la cultura.

En uno de sus estudios de los aborígenes de Nueva Guinea, Malinowski observó cuál era la incidencia del mito y de la magia en la actividad cotidiana de los aborígenes. Se partía en realidad del consabido prejuicio que supone a los aborígenes como absolutamente supersticiosos y carentes de toda lógica o razón que les permitiera elaborar algún sistema de aprendizaje - conocimiento.
La consigna era observar esa omnipresencia - supuesta - de la magia y de qué manera se manifestaba en  actividades cotidianas como la agricultura, la navegación, la pesca y la guerra.
Nuestra intención es explorar la noción de pensamiento mágico guiados por las siguientes preguntas:

¿Es posible concebir el pensamiento mágico en las organizaciones? ¿En qué aspectos se manifiesta?

Agricultura y magia

Con los instrumentos más rudimentarios, una pequeña hacha y una vara de excavar terminada en punta, los nativos son capaces de conseguir cosechas que resultan suficientes para mantener una densa población e incluso almacenar un sobrante que hoy se exporta para alimentar a los braceros de las plantaciones. El éxito de su agricultura depende - aparte de las condiciones naturales que gozan - de su extenso saber sobre todas las clases de suelo, las diversas plantas cultivadas, la mutua adaptación de esos dos factores y de su conocimiento de la importancia de u trabajo adecuado y serio. Han de seleccionar el suelo y las semillas, han de fijar con propiedad el tiempo de desmonte y desbrozamiento del matorral, de plantación y escarda. En todo caso se guían por un conocimiento claro del tiempo y las estaciones, las plantas y las enfermedades, el suelo y los tubérculos, y por la convicción de que tal saber es cierto y seguro, y que se puede contar con él.

De esta manera Malinowski nos muestra que existe en los pobladores un conocimiento acabado de su actividad, en gran medida fruto de la experiencia, pero que guarda una dosis de racionalidad.

"Sin embargo en medio de todas las actividades encontramos la magia, esto es, una serie de ritos realizados año tras año en los huertos de acuerdo con una secuencia y un orden rigurosos".

Seguidamente nos aclara cuál es el objetivo de estos actos rituales.

La magia está considerada como una actividad absolutamente indispensable para el bienestar de sus huertos. Luego concluye con lo que intenta probar, es decir que la magia no es el único elemento sino que cumple con el cometido de eliminar la incertidumbre ante lo desconocido. Dice el autor:

"Si las vallas se quiebran o si la semilla se destroza y se seca, el nativo echará mano no a la magia sino a su trabajo guiado por el conocimiento y la razón. Por otro lado su experiencia le ha enseñado que, a pesar de toda su previsión y allende a todos sus esfuerzos, existen situaciones y fuerzas que un año prodigan inesperados e inauditos beneficios de fertilidad, hacen que todo resulte perfectamente, que sol y lluvia aparezcan en los momentos en los que son menester que los insectos nocivos permanezcan lejos y que la cosecha rinda frutos; y otro año esas mismas circunstancias traen mala suerte y adversa fortuna, dando por el traste con sus más arduos esfuerzos y su más fundado saber. Es para controlar tales influencias que se empleará la magia”.

Navegación y magia

La construcción de canoas y el arte de la navegación siguen la misma estructura comportamental que en el caso de la agricultura. Así en la construcción de canoas el conocimiento empírico del material, de la tecnología y de ciertos principios de estabilidad e hidrodinámica, funcionan en compañía y cercana asociación con la magia, aunque no se inmiscuyan mutuamente. Por ejemplo los aborígenes entienden perfectamente bien que cuanto más ancho es el espacio del pescante de la piragua, más grande será la estabilidad pero menor la resistencia contra la corriente. Pueden explicar con claridad por qué han de dar a tal espacio una tradicional anchura, medida en fracciones de la longitud de la canoa. También pueden explicar en términos rudimentarios, cómo han de comportarse en un temporal repentino. De hecho poseen todo un sistema de principios de navegación, con una terminología rica y variada, transmitido tradicionalmente y a la que obedecen de modo tan congruente y racional, como hacen con la ciencia moderna los marinos de hoy.
Pero he aquí otra vez la magia...

"Incluso con todo el conocimiento metódicamente aplicado están a merced de las mareas incalculables y poderosas, de temporales repentinos y de arrecifes desconocidos. Y aquí es donde entra en escena su magia, que se celebra sobre la canoa durante su construcción.
Si el marinero de hoy, entrenado en ciencia y razón, con previsión de toda suerte de instrumentos de seguridad y navegando en buques de acero, si incluso él tiene una singular tendencia hacia la superstición, ¿podemos acaso maravillarnos de que su salvaje colega, en condiciones más precarias recurra a la seguridad y alivio de la magia?".

En síntesis, la magia cumple el papel de auxiliador y de catalizador del riesgo allí donde el hombre falla merced a su racionalidad limitada. Su misión es dar seguridad psicológica a las personas, al mismo tiempo que se transforma en una creencia compartida que, como dice Malinowski, es un modo afín de la ciencia porque cuenta con fines definidos, asociados al destino, las necesidades y los quehaceres de los hombres. Fuera de toda interpretación mística, el arte de la magia se dirige a la consecución de fines prácticos; como cualquier otro arte u oficio tendrá que estar gobernado por una teoría y por un sistema de principios que dictan el modo según el cual un acto ha de realizarse para que resulte efectivo.

9.3.1.2.2. El mito

Históricamente el mito ha sido el transmisor de los deseos, anhelos valores y sueños de una comunidad. El mito, esencialmente simbólico, tiene por fin poder trascender la realidad humana.
Lo mítico suele desafiar nuestra concepción ordinaria de la realidad, y con ello, la noción de  racionalidad individual u organizativo – colectiva.

Los valores y supuestos de una cultura nacen, residen y se reproducen en el mito, como medio que nutre, en las tradiciones y creencias, la comunicación oral e informal. En el mito conviven estructuras particulares que son el reflejo de una cultura particular, como universales, pues expresan  la estructura y la esencia de la naturaleza humana.

Análogo a la concepción de supuestos subyacentes que propone Schein, el mito reside en las capas más profundas de nuestra conciencia y se expresa renovadamente en nuestros sueños.
Este es el espíritu mítico que refleja Joseph Campbell, uno de los autores más reconocidos en la materia. Dice el autor:

"En todo el mundo habitado, en todos los tiempos y en todas las circunstancias, han florecido los mitos del hombre; han sido la inspiración viva de todo lo que haya podido surgir de las actividades del cuerpo y de la mente humanas. No sería exagerado decir que el mito es la entrada secreta por la cual las inagotables energías del cosmos se vierten en las manifestaciones culturales humanas. Las religiones, las filosofías, las artes, las formas sociales del hombre primitivo e histórico, los primeros descubrimientos científicos y tecnológicos, las propias visiones que atormentan el sueño, emanan del fundamental anillo mágico del mito” .

Para Campbell el mito tiene su origen en las hondas profundidades de nuestra psique, idea que se asocia al  del inconsciente colectivo de Carl Jung.  Comenta al respecto:

"Lo asombroso es que la eficacia característica que conmueve e inspira los centros creadores profundos reside en el más sencillo cuento infantil, como el sabor del océano está contenido en una gota y todo el misterio de la vida en el huevo de una pulga. Porque los símbolos de la mitología no son fabricados, no pueden encargarse, inventarse o suprimirse permanentemente. Son productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente” .

La metáfora devenida en mito tiene como función avanzar el espíritu humano a fin de contrarrestar aquellas fantasías que tienden a atarlo todo al pasado. El mito trasciende el tiempo, es pasado, presente y futuro de una cultura.

Mientras el sueño es un mito personalizado, el mito aparece como un sueño colectivo, superador de lo individual. Jung ha llamado a este entendimiento colectivo de imágenes arquetípicas. Adscribe que estas son formas o imágenes de naturaleza colectiva que toman lugar en toda la Tierra, que constituyen el mito y que al mismo tiempo son productos autóctonos e individuales de origen inconsciente. El arquetipo reside en el simbolismo onírico y recrea imágenes arcaicas producidas desde tiempos inmemoriales.

Para Campbell, uno de los principales arquetipos, el mito del héroe, refiere a la capacidad de hombres y mujeres de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas y personales. El héroe ha muerto en cuanto hombre moderno, pero como hombre eterno – perfecto, no específico, universal- ha vuelto a nacer. La hazaña del héroe reside en poder retornar transfigurado y enseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la vida.

Para Fromm los sueños del hombre antiguo y los del hombre moderno están escritos en el mismo lenguaje, esto es, el lenguaje simbólico. Este se expresa en nuestras experiencias internas. Sentimientos y pensamientos son expresados como si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Su relación con el mito es evidente, como dice Fromm:

“El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que las experiencias internas, los sentimientos y los pensamientos, son expresados como si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Es un lenguaje que tiene una lógica distinta del idioma convencional que hablamos a diario, una lógica en la que no son el tiempo y el espacio las categorías dominantes, sino la intensidad y la asociación. Es el único lenguaje que tiene su propia gramática y su sintaxis, por así decirlo, un lenguaje que es preciso entender si se quiere conocer el significado de los mitos, los cuentos de hadas y los sueños”.

El mito se define como un símbolo universal, pues es compartido por todos los hombres, en oposición al símbolo accidental, completamente personal. El carácter universalista del mito también se define en su modo absolutamente intrínseco de relacionarse con el hombre, porque reside en las raíces de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestros sentidos. El lenguaje simbólico es en si  mismo, la única lengua común que produce el hombre, lenguaje que luego fue suplantado por la lengua convencional.

Una postura diferente del mito, integrada más a la raíz cultural  que a su índole psíquica, es la que sostiene Malinowski. Para el autor el mito no es simbólico, sino que es una expresión directa de lo que constituye su asunto; no es una explicación que venga a satisfacer un interés científico, sino una resurrección, en el relato, de lo que fue una realidad primordial que se narra para satisfacer profundas necesidades religiosas, anhelos morales, sumisiones sociales, reivindicaciones e incluso requerimientos prácticos.

El mito cumple en la cultura primitiva una indispensable función: expresa, da bríos y codifica el credo, salvaguarda y refuerza la moralidad, responde a la eficacia del ritual y contiene reglas prácticas para la guía del hombre. De esta suerte el mito es un ingrediente vital de la civilización humana, no es un cuento ocioso sino una laboriosa y activa fuerza, no es una explicación intelectual ni una imaginería del arte, sino una pragmática carta de validez de la fe primitiva y de la sabiduría moral.

Desde su temporalidad,  el mito tiene un doble papel como conservador de las tradiciones de un pueblo, por un lado y como intérprete del presente, por el otro. Como nos dice Malinowski, el mito, es la leyenda que se constata en la realidad cotidiana de nuestros días, nos proporciona un modelo retrospectivo de valores morales, de orden sociológico. En este aspecto, el mito cumple una función íntimamente relacionada con la naturaleza dela tradición y con la continuidad de la cultura, que conecta al hombre con el pasado. El mito eleva los sucesos hacia una dimensión trascendente, nutre, edifica y es modelo hacia el futuro.

Como ingrediente de la cultura el mito se halla continuamente regenerándose. Todo cambio histórico crea su mitología, la cual no está, sin embargo, indirectamente relacionada con el hecho inicial. El mito es una constante derivada de la fe viva que necesita milagros, del status sociológico que precisa precedentes, de la norma moral que demanda sanción.

9.3.1.2.4. La cultura organizacional en la perspectiva mítico – simbólica.

Las organizaciones como creaciones culturales, establecen contratos representacionales que les permite dotar de identidad y de significado a grupos e individuos. Los grupos sociales acuden a los mitos, a sus creencias o a las narrativas, como guías de referencia que les permiten decodificar la realidad en una interpretación común a la vez que enfrentar circunstancias y tiempos. 

Lo simbólico impregna todas las manifestaciones de la cultura. Las historias, los estilos de gestión, o la interpretación del entorno son codificados en el lenguaje simbólico. El símbolo es un vínculo mediador entre las instancias operacionales y las representaciones colectivas de sentido. Uno de los ejemplos de símbolo corporativo es el tótem . Derivado de los estudios en la vida tribal, Lévi – Strauss define el totemismo como símbolo racional alrededor del cual giran los sistemas de valores y de significados. El tótem puede simbolizar el rechazo ritual o la adoración y reconocimiento de la cultura. El tótem típico de una organización se compone de retórica y de actividades simbólicas que encierran:

Pero también lo simbólico suele manifestarse en las imágenes que las organizaciones desean transmitir de sí mismas. La arquitectura corporativa es un buen ejemplo de cómo los edificios o el diseño de los espacios, crean significados. Comúnmente hallamos que las oficinas representan símbolos del estatus de los actores; el tamaño de la oficina, su exclusividad, la decoración empleada, el lugar físico en el que se ubican o la facilidad de acceso a la misma señala cuál es el poder relativo de cada individuo.
Es posible ver cómo el pensamiento mágico surge en varias de las concepciones organizacionales, en los proyectos, en los objetivos o de las iniciativas gerenciales, aunque racionalmente sean objetivadas como ideas creativas o voluntaristas.

Bolman y Deal aluden a la metáfora del teatro como una forma de definir la base simbólica de la cultura. Las organizaciones asignan roles, crean imágenes, transmiten mitos y anécdotas que son empleadas para edificar un lenguaje en común, que los integre y les otorgue sentido de pertenencia.

Entonces, las organizaciones como espacios simbólicos crean un supralenguaje que consolida su identidad y con ello, el modo en que la realidad es representada. Las interpretaciones colectivas giran en torno a los metamensajes espaciales, a las representaciones y al uso de los significados. La comunicación simbólica crea códigos cerrados que probablemente puedan ser develados en el examen del inconciente colectivo.

Los aspectos simbólicos de la cultura, suelen exteriorizarse en acciones cargadas de significado, tales como los rituales. Ellos cumplen la función de crear el contexto cultural que dará sentido cultural a las acciones, de iniciar en la cultura a los nuevos miembros y de reforzar los valores y símbolos impresos en la misma a los viejos miembros.

El contenido central de  los rituales está en las  formas. Cargadas de reiteraciones de cánticos o palabras, aparecen como acciones que desafían a la razón de los iniciados, pero no su memoria.
Para Abravanel , el rito es una forma de adoración organizacional que se caracteriza por:

 

Malinowski, B. "Magia, Ciencia y Religión", Ed. Planeta – Agostini, Barcelona, 1994.

Malinowski, op. cit. página 21.

Malinowski, página 22.

Malinowski, página 24.

Campbell, Joseph, "El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito" Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1992., página 11.

Campbell, op. cit., página 11.

Stevens, A. “Jung o la búsqueda de la identidad”, Editorial Debate, Madrid, 1994.

Fromm, E. “El Lenguaje Olvidado”, Hachette, Buenos Aires, 1972.

Fromm, op. cit. página 14.

Malinowski, B. "Magia, Ciencia y Religión", Ed. Planeta – Agostini, Barcelona, 1994.

Abravanel, H. “Cultura Organizacional” Editorial Legis, Montreal, 1992.

Bolman, L.; Deal, T. “Organización y Liderazgo” Addison – Wesley, Caracas, 1995.

Abarbanel, op. cit.

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