INFLACIÓN POPULAR: EL IMPACTO DE LA DINAMICA DE PRECIOS EN LAS FAMILIAS POBRES URBANAS DE GUATEMALA

SERGIO A. ROSALES MAZARIEGOS
sergio1982arm@gmail.com

Estimación de la Inflación Popular en Guatemala

          En el capítulo II se mencionó que la estimación de la Inflación Popular se basa en el cálculo de una Canasta Básica Popular –CBP–, como resultado de las entrevistas realizadas para el efecto. A partir de ésta, pueden conocerse las divisiones que más inciden en el consumo de las familias pobres, por medio de la re-ponderación de los distintos gastos sobre la estructura de consumo familiar.

Canasta Básica Popular, base de la inflación popular

          La línea de pobreza utilizada como estimación inicial, con un valor de Q3,605.94 para 5.38 personas fue superior al consumo reportado en los casos estudiados. El consumo mensual de las familias entrevistadas alcanzó un promedio de Q 3,294.56 para 5 personas (equivalente a Q 3,544.94 para 5.38 personas), por lo que están contenidas en los criterios definidos en el capítulo metodológico.
          Incluyendo las distintas divisiones observadas en el IPC, la CBP presenta ponderaciones diferentes que permiten ver una mayor inclinación hacia la adquisición de bienes alimenticios, mientras que dejan de lado consumos que pueden considerarse superfluos para este estrato de la población, como recreación y cultura, y mobiliario y equipo, además de otros gastos elementales que en el mercado se encuentran lejos del alcance de estas familias, como la Salud, y Vestuario y Calzado.

          Según los cálculos elaborados con base en esta investigación, la ponderación de la división ABNA estimada para las familias en situación de pobreza* es superior a lo consignado en los datos oficiales del IPC, reflejo del peso en la ENIGFAM 98-99 de los estratos socioeconómicos con mayor capacidad adquisitiva. Este peso incide en el hecho que para la mayoría de la población la estabilidad de precios sea tan sólo un discurso de las autoridades, cuando lo que ocurre en sus gastos cotidianos es una constante alza del costo de la vida por encima del alza promedio de precios en la economía.
          Asimismo, se comparan con las ponderaciones estimadas por el PNUD al año 2006, para evidenciar las fuertes diferencias existentes entre las ponderaciones del IPC en otros cálculos que se han efectuado para distinguir el peso de las distintas divisiones para estratos socioeconómicos bajo, bajo extremo y alto. A partir de los datos de PNUD, cabe resaltar el hecho que en los estratos Bajo y Bajo Extremo el gasto en Alimentos supera la mitad del total de gastos, congruente con la información obtenida en las entrevistas efectuadas para la presente tesis.
          La composición del consumo en las familias entrevistadas está integrada principalmente, en el caso de la división Alimentos y Bebidas no Alcohólicas –ABNA– por los gastos en carne de aves, casi exclusivamente pollo, pan y tortillas (estos últimos en la misma proporción), que superan juntos el 30 por ciento del total de gastos efectuados por concepto de alimentos. Los gastos de vivienda están dominados por los pagos del servicio de energía eléctrica y adquisición de gas propano para cocinar (con un 79 por ciento de los gastos en la división), compartidos únicamente con adquisiciones de accesorios para instalaciones y reparaciones eléctricas, pago de agua domiciliaria y recolección de desechos sólidos, sin que se observen gastos por otros conceptos relacionados con la vivienda.
          Cabe resaltar que esto se ve incidido por la ausencia de pagos por concepto de alquileres reales de vivienda, debido al hecho que todas las personas entrevistadas son propietarias de su domicilio, después de un proceso de toma y legalización de tierras por medio del establecimiento de un asentamiento humano en junio de 1995.
          Este “privilegio” de contar con vivienda propia no es común para familias urbanas en situación de pobreza y debe ser considerado enfáticamente al momento de efectuar estimaciones similares en otros lugares poblados, donde los pagos de alquiler alcanzan fácilmente Q 500 mensuales para un domicilio con características, ubicación y dimensiones similares a las observadas en el área investigada. Si las familias entrevistadas pagaran este costo de arrendamiento, representaría un 14 por ciento del presupuesto promedio estimado, monto equivalente al promedio de gastos en pollo, pan y tortillas (Q575), e incluso representaría casi 10 veces los gastos promedio efectuados en salud (Q 59.75). De hecho, si se adiciona ese 14 por ciento al 8.73 por ciento obtenido en la CBP, se aproxima en muy buena medida a la estimación efectuada por el PNUD (22.73 por ciento de la CBP frente a 22.3 del PNUD). De ahí que la necesidad de contar con una vivienda en propiedad no sea un lujo, sino un derecho inherente a la persona humana y un aspecto que debe ser prioridad en las políticas de Estado.
          En cuanto a la división Transporte y comunicaciones, está compuesta por tres únicos gastos: transporte urbano, telefonía residencial y otros servicios de telefonía, en este último se incluyó el gasto en telefonía celular, ausente de forma explícita en los cálculos del IPC (debido a su desfase temporal de casi una década*) pero de gran importancia en la composición del consumo actual. De hecho el gasto en telefonía residencial es la décima parte del gasto en telefonía celular, y este último (Q 120 mensuales) supera levemente al gasto en transporte urbano (Q 111).
          La división Educación representa un aspecto relevante por el hecho de haber reflejado una ponderación por encima de la asignada en el IPC, al alcanzar casi el doble del porcentaje oficial. Expresa un esfuerzo de las familias por dotar de mejor educación a sus hijos, que, como se observó en uno de los casos estudiados, lograron concluir sus estudios a nivel diversificado, con miras a romper el ciclo de pobreza en sus familias. De hecho, el gasto promedio en educación hubiese sido aún mayor si no se hubiese contado con un caso en el cual ambas hijas en la familia recién habían concluido sus estudios de nivel medio. El principal gasto en educación se eroga por concepto de pago mensual en educación secundaria, seguido de cuotas en educación primaria y preprimaria. En promedio, los gastos en Educación alcanzan Q 331, casi el 10 por ciento del presupuesto familiar mensual promedio.
          Los Bienes y servicios diversos están constituidos principalmente por artículos de higiene personal, como champú para el cabello, jabón de tocador, lociones y perfumes, y papel higiénico. No obstante, de forma agregada el gasto promedio mensual en este tipo de artículos alcanza los Q 260.71, levemente por encima de los gastos, por ejemplo, en Transporte y comunicaciones.
          Dentro de las divisiones con menores ponderaciones en la CBP, la que presentó la reducción más notoria es la de Recreación y cultura, circunscrita a un solo caso, en el cual el pago por recreación está constituido por servicio de televisión por cable. Otra división fuertemente mermada es la de Vestuario y calzado, que mensualmente alcanza Q64.79 en promedio.
          Debe recordarse que metodológicamente, cualquier consumo que se efectuara con periodicidad inferior a los seis meses fue desestimado de la CBP, en consecuencia las adquisiciones de vestuario se limitaban en algunas ocasiones a compras anuales de ropa para los hijos menores de edad y calzado para el ciclo escolar, mientras los adultos expresaron comprar calzado o ropa con mucha menor frecuencia a la anual.
          Los gastos en salud están compuestos únicamente por compras de medicamentos contra la indigestión, antigripales, y en un único caso suplementos vitamínicos para niñas y medicamento para un padecimiento crónico. En ningún caso se reportó pagar los servicios de profesionales en medicina. De hecho, en un caso incluso, no se reportó ningún tipo de gasto en concepto de salud, mientras el resto no superó la adquisición de más de tres gastos (artículos) básicos relacionados con la salud o sanidad. El valor promedio mensual de los gastos de consumo efectuados por las familias puede apreciarse en la Tabla 6.
          Puede apreciarse el consumo diferenciado en cada uno de los casos estudiados. Como se mencionó, es el caso 1 en el que se observa la ausencia de gastos por concepto de educación, ante lo cual los gastos se centran primordialmente en alimentos, transporte y gastos de vivienda. Este patrón de fuerte inclinación por gastos de consumo alimenticio se repite en los demás casos estudiados. Cabe hacer una salvedad en los casos 2 y 3, respecto al monto del gasto total. Los ingresos informados, permiten ubicar lo observado en un escenario de fuerte nivel de endeudamiento.
          Efectivamente, en el caso 2, el endeudamiento es a raíz de problemas de salud del padre de familia y un gasto fuerte en pago de colegiaturas de educación media (por sí solas representan un 14 por ciento de los gastos), además del consumo de productos de la Bolsa Solidaria, que eleva el valor total de los gastos de consumo por imputación. Para el caso 3, se observó un marcado sesgo en el consumo de pollo, explicado por la actividad principal de la jefa de familia, dedicada a la venta de pollo al menudeo que ha implicado endeudamiento con la empresa proveedora del producto (consumo mensual en pollo equivalente a Q 528 a precio de venta para consumo familiar). En este caso, la familia con seis miembros debía observar un gasto inferior a Q 4,021.49 para ser considerada como pobre, criterio que se cumple al eliminar los gastos monetarizados en el consumo de pollo (Q 3,873.98 para seis personas) y lo consumido de la BS (Q 210.63). Asimismo, el endeudamiento se hace evidente al comparar los ingresos (Q 3,600 fluctuantes) frente al monto de los gastos.
          A partir de la información recabada y los nuevos índices estimados por gasto básico, se construyó un nuevo Índice para cada uno de los mismos y para la respectiva división. Esta de-construcción y re-construcción del IPC permite efectuar estimaciones a lo largo del tiempo que resaltan las distintas fluctuaciones por gasto y su impacto en el poder adquisitivo de las familias pobres. En la Tabla 7 se aprecian las diferencias observadas a lo largo del período 2000 a 2008 sobre el índice de precios (general y popular).
          El consumo popular se concentra en un grupo limitado de productos, que presentan mayores fluctuaciones de precios, y presionan al alza el índice de cada división. Esto puede observarse, por ejemplo, en la división ABNA, donde pasa de tener un índice de 219.71 en el IPC general a 243.9 en la CBP. En consecuencia, seis de las divisiones muestran alzas en la CBP respecto al IPC, con excepción de Recreación y cultura, Educación, y Bienes y servicios diversos.
          En la Gráfica 9 se visualiza el efecto percibido por las familias pobres, como consecuencia del comportamiento desigual de los precios*. Una familia con un consumo más amplio tiene la posibilidad de variar no sólo su ingesta alimenticia, sino diversificar el riesgo ante posibles elevaciones en los precios de ciertos artículos, o simplemente, prescindir de ellos. Por el contrario, una familia pobre con un consumo mínimo, ante alzas en los precios de los artículos limitados que consume, siendo ya éstos los que ha priorizado para su subsistencia, cualquier alza en el precio de los mismos traerá consigo una contracción en el consumo o, lo que es lo mismo para el enfoque de líneas de pobreza, tendrá como consecuencia un aumento de la pobreza.
          Según sea el caso, esto trae consigo el desplazamiento de una familia de ser “pobre general” a ser considerada “pobre extrema”. Este impacto desigual de los precios puede, junto con otros factores estructurales como la dotación de factores productivos, educación, oportunidades, acceso al crédito, etc., ser la causa de los escandalosos niveles de miseria y desnutrición vividos por más de la mitad de guatemaltecos y las profundas desigualdades que se observan en Guatemala y toda Latinoamérica. Una familia pobre extrema, con un consumo casi exclusivo de alimentos y virtualmente ningún producto de otras divisiones, observaría una acentuación de la brecha que la presiona por debajo del nivel económico promedio de la economía, representado por el área gris que se observa en la Gráfica 9.
          Cabe resaltar que de los casos estudiados, no se contó con alguna familia que se pudiera considerar pobre extremo. En consecuencia, la CBP calculada con los casos analizados refleja la acentuación de la brecha entre ricos y pobres, correspondiente a la economía nacional respecto a la población en pobreza general.


* Esto es explicado por la conocida “Ley de Engel", que afirma que “cuanto más bajo es el ingreso familiar, más alta es la proporción de ese ingreso invertida en víveres o alimentos”. El punto de la presente tesis no es confirmar o negar dicha Ley, sino evidenciar los efectos diferenciados de la inflación por la mayor incidencia de gasto en alimentos.

* En 2009 el INE efectuó una nueva ENIGFAM, que dentro de los cambios destacados, ya resalta el gasto en tarjetas de celular, como uno de los 10 artículos de mayor importancia en el consumo de las familias.

* Es decir, aún tomando sólo el comportamiento de la división ABNA, en el IPC general no se evidencia la envergadura plena del impacto de los precios de los alimentos en las familias pobres.

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